La historia del Héroe Orco

Capítulo 32. El bar más popular de la Capital Lycant

 

Pasaron horas desde el caos en el palacio.

 

“…Por el amor que siento por él, permítanle que continúe aquí con nosotros.”

 

Con las palabras de la princesa llamada Silviana, el alboroto cesó.

Sin embargo, Bash aún era resentido por la realeza de la Gente Bestia, y ya era hora de abandonar el lugar.

 

Como le dijeron antes de irse, el lugar donde estaba era el Palacio Real de Lycant.

Al parecer, era el lugar donde se celebraba la recepción de la boda de la tercera princesa, Inuella.

Allí se reunían nobles y miembros de la realeza de todo el mundo, y casi cada día se celebraban banquetes.

 

¿Por qué Errol llevó a Bash allí, y en primer lugar por qué se le permitió entrar allí solo por “la cara” de ese hombre?

Nadie lo cuestionó.

Porque sólo dos personas, Bash y Zell, sabían que Errol los había llevado allí.

Los orcos y las hadas no eran de los que se preocupaban por los detalles.

 

Más bien, Bash estaba agradecido e impresionado al mismo tiempo.

Se vistió como decía la revista, fue al lugar como decía la revista y cautivó a la mujer más exquisita como decía la revista.

Silviana River, la quinta princesa de la Nación de la Gente Bestia.

Era una mujer hermosa con apariencia humana, y le dijo a Bash que se había enamorado de él a primera vista, y apretó sus amplios pechos contra sus brazos.

Mientras acompañaba a Bash a la salida del palacio, acercó su boca al oído de él y en un tono de voz que haría que te derritieras con sólo escucharlo, dijo:

 

“Tenemos que reunirnos de nuevo.”

 

Y besó a Bash en la mejilla.

Este acto descarado fue suficiente para que Bash se ilusionara.

Esta exquisita Mujer Bestia quiere tener una relación amorosa conmigo, pensó.

Gracias a ella, el mini Bash estaba ahora muy ilusionado por haber encontrado una oportunidad por fin.

No era exagerado decir que ya estaba contando los días para hacer de esa soberbia Mujer Bestia su esposa.

 

¿Alguna vez la búsqueda de una esposa había ido tan bien?

No, no recordó algo parecido antes.

No fue tan fácil con los humanos, ni con los elfos, ni con los enanos.

Todo fue gracias a Errol, que le proporcionó la revista y lo llevó a ese lugar.

Estuvo a punto de tener algunos problemas, pero viendo los resultados, diría que fueron menores.

 

“Errol. Tenemos que agradecerle por eso.”

“Sí, es cierto. Nunca pensé que llegaría a estar tan cerca de la princesa de la Gente Bestia…”

 

Bash se encontraba actualmente en el bar al que había planeado ir originalmente.

Allí, estaba bebiendo y celebrando el éxito de hoy.

 

“No puedo agradecerle lo suficiente. Había escuchado que los Humanos eran buenos reuniendo información y planeando operaciones, pero no esperaba que fueran tan buenos.”

“Puede que haya malinterpretado un poco a la raza humana. Pensaba que eran una raza inteligente, pero no sabía que había gente que podía llegar a tanto para ayudar a los demás…”

 

Los dos alabaron a Errol.

En sus mentes, Errol había sido deificado y estaba a punto de ser elevado a objeto de fe.

 

Ahora, en el bar, había varios hombres de la raza de la Gente Bestia que se veían como Bash.

Todos bebían juntos vino de frutos rojos.

Aquello era como si dijera que esto era una señal de que estaban listos para ser escogidos.

 

De hecho, junto a algunos de los Hombres Bestia había sentadas Mujeres Bestia, conversando.

Algunas de ellas estaban así antes de que llegara Bash, y algunas de las mujeres se acercaron a los hombres que bebían solos después de la llegada de Bash.

Era tal y como lo había descrito la revista.

 

Bash, sin embargo, no tenía intención de ir a la caza de chicas.

Al fin y al cabo, acababa de ligarse a la mejor de las Mujeres Bestia.

Debido al sistema de poligamia de la Gente Bestia, no era aceptable que un hombre fuera tras un gran número de mujeres.

Al igual que los elfos, sería mejor limitar el número de mujeres a una sola.

En cuanto a si para el orgullo de los orcos no era buena idea conformarse con solo tener una mujer en la posición de concubina, Bash aún no lo había pensado tanto.

 

“Dijo que tenían que reunirse de nuevo, pero ¿cuándo?”

“Será pronto.”

 

Los orcos no mentían, y no utilizaban subterfugios.

Por supuesto, no conocían el significado de las cortesías sociales.

Por lo tanto, tomó las palabras “Tenemos que reunirnos de nuevo” al pie de la letra.

 

“Sin embargo, nunca se es demasiado cuidadoso. Como decía la revista, ¡hay que ir con cuidado!”

“Lo sé. Revisaré la revista de nuevo cuando regrese a la posada.”

“¡Sí!”

 

La revista también describía lo que había que hacer si se decidía a salir con alguien.

Lo llamaba la técnica de atracción ganadora de la raza de la Gente Bestia, y describía cuidadosamente el proceso de apareamiento.

Bash tenía la intención de seguir ese proceso.

Era imposible que hubiera algún error en lo que estaba escrito en la revista.

 

Bash dio un sorbo a su vino de frutas.

Lo agitó en su vaso, lo olió y lo sorbió.

No era la forma de beber de un orco audaz, pero era un gesto ganador que había leído en la revista, así que lo estaba practicando.

 

Luego, pasó un tiempo.

Fueron momentos tranquilos.

Nadie intentó hablar con Bash, y Bash no habló con nadie.

Él y Zell hablaron de los viejos tiempos y bebieron lentamente.

O tal vez alguno de los guerreros Bestia escuchó la conversación de Bash y Zell y le hubiera gustado hablar también, pero este era un bar para conocer gente. No era un lugar para que los hombres hablaran con hombres, así que parecía que se mantenían en su sitio.

 

“¿Vaya?”

 

Zell acababa de terminar su tercera copa de vino de frutas y estaba a punto de iniciar un duelo con un bocadillo de cacahuetes por su amante almendra cuando escuchó una voz desde detrás del bastidor.

 

“¿…?”

 

Cuando Bash se volvió, vio a una hermosa mujer.

Estaba vestida con una túnica poco a la moda, de gran tamaño y de color marrón oscuro, y su rostro estaba oculto por una capucha y una máscara que le tapaba los ojos.

La única parte de su rostro que estaba ligeramente expuesta eran sus ojos.

Sus ojos eran suaves y cautivadores, sus cejas finas y bien formadas, y su piel blanca.

Su boca estaba oculta por una máscara y su cabello estaba recogido dentro de la capucha.

Incluso en su túnica, se podía ver que sus pechos y nalgas tenían curvas femeninas, pero eso era todo.

 

Pero todos los presentes estaban seguros de ello.

No sólo los hombres que esperaban a ser escogidos, sino incluso los que ya tenían una mujer sentada a su lado la miraban y pensaban.

“Ha llegado la mujer más bella del mundo.”

Todo el lugar comenzó a inquietarse, y los hombres se acomodaron el pelo, enderezaron su postura y ajustaron su posición sentada para poder ser vistos en el ángulo en el que se verían mejor.

Algunos incluso empezaron a preguntarse si debían levantarse de sus asientos y acercarse a hablar con ella.

 

“Es raro ver orcos en este país…”

 

Era una voz de mujer, una voz encantadora.

Una voz sexy, diferente de la voz fundida de Silviana.

Pero como la de Silviana, era una voz llena del tipo de magia que hacía que el corazón de Bash se agitara.

Y esa voz estaba dirigida a él.

“Tú, en dónde te he… ¿¡Hmm!? No, de ninguna manera, tú, no, usted…”

 

La dueña de tal voz miró a Bash con seriedad y se acercó a él con una mirada algo sorprendida.

 

“Um, ¿será usted Sir Bash, el “Héroe Orco”?”

“…Mmm.”

 

Bash se acordó de ella en cuanto escuchó su voz.

 

“¡…Soy yo!”

“…Ah.”

“…Se acuerda, ¿no?”

 

El rostro de tan hermosa mujer se nubló.

Estaba triste, pero no podía evitarse, ella sólo era una basura desde el punto de vista de Bash…

 

“Te recuerdo. “Carrot de la voz sibilante”.”

“¡Oh! ¡Estoy tan contenta! ¡Te has acordado!”

 

La bella mujer, Carrot, sonrió como una flor.

Parecía feliz. Muy, muy feliz.

Sus ojos, como hojas de acero, se estrecharon hasta un grado inimaginable.

Si un hombre la mirara, estaría 100% seguro de que le gustaba.

Pero la expresión de Bash era rígida.

 

“Me sorprendió. No sabía que estabas en este país…”

“Yo tampoco pensé que estuvarías aquí…”

 

Dijo Bash y miró a Carrot de reojo.

Del dobladillo de su túnica asomaba una cola negra con una punta puntiaguda.

Si se miraba de cerca, se podía ver que la capucha también estaba levantada de forma antinatural. Tenía cuernos.

 

“Pensé que los súcubos tenían prohibido salir de su país.”

“No, sólo se les prohíbe mostrar su piel y su cabello en otros países y algunas otras cosas, pero no se les prohíbe salir del país…”

 

Carrot.

Ella era una súcubo.

El traje étnico de los súcubos era esencialmente delgado y dejaba al descubierto mucha piel.

En algunos casos, las zonas consideradas vergonzosas para otras razas estaban muy expuestas.

Carrot, sin embargo, estaba vestida de una manera que cubría todo.

 

“Nunca pensé que me encontraría con Sir Bash en un lugar como éste… por qué un hombre tan grandioso como usted… no, disculpe. De hecho, es obvio por el lugar y la forma en que está vestido…”

“…”

“No me mire así. Yo estoy en una situación similar…”

 

Dijo Carrot, y sus ojos se entrecerraron.

Ella sonrió.

Como ocultaba su rostro, todo lo que Bash podía ver eran sus ojos entrecerrados.

Incluso con eso, era tan sexy que casi podía olerla.

 

“Siento no ser la persona que busca, pero ¿puedo acompañarle a tomar una copa?”

“No quiero faltar al respeto a un compañero de armas.”

 

Bash asintió en respuesta al atractivo sexual, reprimiendo la hinchazón de su entrepierna y manteniendo una cara de póker.

Carrot asintió con alegría y se sentó en la silla con un movimiento fluido.

 

“Ha pasado mucho tiempo, ¿no? ¿Cuánto ha sido?”

“¿Desde la retirada del desierto de Lehner?”

“¡Oh, sí, tiene razón! Sí que sido mucho tiempo…”

 

“Carrot de la voz sibilante”.

Su carácter era frío, calculador, valiente y brutal.

Era una maestra del combate físico y mágico, y una vez se enfrentó a Thunder Sonia en una batalla.

Era una súcubo que siempre había luchado en primera línea, y se le consideraba una de las más fuertes del ejército de súcubos, que estaba lleno de feroces guerreras.

Su nombre era muy conocido también en otros países, especialmente en el ejército de los elfos, donde era temida y odiada por ser la que más hombres elfos había capturado.

 

“Jeje, me siento muy honrada, Sir Bash.”

 

Carrot dijo esto y chocó su vaso con el de Bash.

Se escuchó un fresco sonido de tintineo.

 

“Yo también.”

 

Dijo Bash, pero intentó en lo posible no mirar a Carrot.

Si no estabas familiarizado con la relación entre orcos y súcubos, te habrías preguntado por qué el varonil Bash estaba así ante una mujer tan femenina…

Pero esto era inevitable.

 

Los súcubos no podían tener hijos de otras razas.

Para ellas, los hombres de otras razas no eran más que comida.

Los atrapaban con sus bellas miradas y se alimentaban de ellos con sus bocas inferiores.

Para ellas, lo que otras razas llamaban apareamiento era sólo una comida, no sexo.

Naturalmente, no podían tener hijos de otras razas.

Cuando los súcubos tenían hijos, se besaban.

Para ellas, la boca no es sólo un órgano de toma de alimentos, sino también un órgano de reproducción.

 

De todos modos, si no podían tener sus hijos, no eran adecuadas como esposas para los orcos.

Sin embargo, como nuestros diligentes lectores saben, el verdadero propósito de Bash era deshacerse de su virginidad.

Si podía deshacerse así de su virginidad, ¿por qué no?

 

Pero no era así.

Para ilustrar esto, déjenme contarles una vieja historia.

 

De hace mucho tiempo.

Mucho antes de que Bash naciera.

Había un orco.

Era un Orco de piel roja, físicamente apto desde su nacimiento, y tenía un futuro prometedor, habiendo vencido a un Orco dos años mayor que él cuando empuñó una espada por primera vez.

En su primera batalla trajo a una de esas mujeres.

Una súcubo.

Él y la súcubo congeniaron en el campo de batalla, destruyeron juntos al enemigo, pasaron la noche juntos y volvieron a casa todavía enamorados.

 

El hombre tomó a la súcubo como su esposa.

Para un orco, el sexo con una súcubo era el colmo de la inutilidad, ya que era imposible tener un hijo con ellas, pero así pasó, y así fue, y se sentía muy bien estar con ella.

Mostró su esposa desnuda a los demás orcos, y les mostró un apareamiento feroz.

Casarse con una súcubo no era algo sencillo de hacer, así que pasaba sus días con una mirada orgullosa.

Los otros orcos también envidiaban al hombre que podía hacer lo que quisiera con la hermosa súcubo.

 

Pero esa felicidad llegó a su fin un día.

Como su marido, el hombre orco, caminaba por el pueblo con el viento a favor, como de costumbre, cuando notó una extraña sensación.

La gente que hasta ese momento le había tratado con normalidad, ahora le trataba de forma sorprendida, burlona, algo reservada y despectiva, como si fuera un mono con la cara pintada.

El hombre se preguntó e interrogó a uno de sus amigos, quien, con una mirada sombría, sacó un espejo bien pulido.

 

Cuando el hombre se miró en el espejo, vio un rostro familiar.

Pero había algo desconocido en la frente del hombre.

No, ya lo había visto antes. En todo caso, lo había señalado, se había reído de él, se había burlado e incluso lo había despreciado.

En el momento en que se dio cuenta de que estaba pegado a él, al hombre se le escurrió la sangre del miedo.

Era la marca de un mago orco cualquiera.

 

La marca de un guerrero mágico.

El emblema de la virginidad sobresalía de la frente del hombre.

 

Ese día cumplió 30 años.

 

Nadie supo dónde fueron el hombre y su esposa súcubo después de eso.

En la sociedad orca, se consideraba vergonzoso que un guerrero ordinario se convirtiera en un guerrero mágico.

No importaban las circunstancias…

Por lo tanto, probablemente abandonó la aldea y murió en algún lugar porque ya no podía soportarlo.

 

La historia sería contada a los orcos durante mucho tiempo.

Por alguna razón, no importaba cuánto sexo tuvieras con una súcubo, no significaba que hubieras perdido tu virginidad.

Al contrario, una vez que pierdes tu virginidad con una súcubo, no importa con cuántas otras personas te acuestes después, el emblema de la virginidad seguirá apareciendo en tu cuerpo.

 

“…”

 

Por lo tanto, Bash decidió no cortejar a Carrot.

Si Bash quisiera una aventura de una noche, estaba seguro de que ella estaría encantada de complacerlo.

Pero eso significaría el fin de Bash el guerrero y el comienzo de Bash el guerrero mágico.

Para Bash, sería el fin del mundo.

 

“Irónico, ¿no? Yo, como la más fuerte soldado súcubo, y usted, como el invencible héroe orco, hemos derrotado a todos los enemigos y comido los frutos de la victoria, y ahora tenemos que hacer que nuestros oponentes nos estén ojeando de tal manera en un lugar como este…”

“Es cierto.”

 

En cambio, Carrot tampoco se acercó a Bash más de lo necesario.

No lo rodeó con sus brazos, ni apretó sus pechos contra él, ni le susurró con su boca al oído.

Los súcubos podían consumir a todos los hombres como alimento.

Pero por eso mismo su cultura consideraba una falta de respeto mirar a los hombres respetables como comida.

 

“Los tiempos de guerra eran buenos tiempos. Podía conseguir un hombre de mi elección y comerlo todo lo que quisiera… ahora soy como una rata hurgando en las sobras…”

“…”

“Quiero volver a esos días, a esos días en los que éramos libres de vivir y morir, aunque fuera duro y doloroso… ¿no cree?”

“…”

 

Bash no respondió.

Si en este mismo momento se rompieran todos los tratados y estallara la guerra, Bash perdería su virginidad muy fácilmente.

Probablemente iría a por Judith, a quien conoció en la tierra de los humanos, y disfrutaría de su vida al máximo.

Pero eso solo era un sueño y nada más.

El rey orco Némesis quería la paz y la supervivencia de la especie orca.

Si la guerra estallara en este momento, los orcos serían fácilmente destruidos.

Bash no podría desear eso.

 

“Heh, solo bromeaba…”

“Ya veo…”

“Pero si alguna vez tenemos la oportunidad de luchar juntos, ¿me daría el honor de luchar hombro con hombro con usted otra vez?”

 

Esas palabras le recordaron una batalla que tuvo lugar una vez.

La batalla de la retirada en el desierto de Lehner.

En esa batalla, el ejército Súcubo fue acorralado.

El Desierto de Lehner era ahora uno de los territorios de la Gente Bestia, pero una vez fue el territorio de los Hombres Lagarto que vivían en el suelo arenoso.

La batalla que provocó la pérdida de ese territorio fue una invasión de un ejército mixto de enanos y humanos.

Los súcubos, que habían luchado junto a los hombres lagarto, lucharon hasta la muerte para proteger a su pueblo.

Sin embargo, a la mayoría de los Hombres Lagarto, que vivían en zonas pantanosas, no les gustaban mucho los desiertos.

Los Súcubos tampoco eran buenos para luchar en desiertos donde se les podía ver fácilmente.

Originalmente, una fuerza mixta de Ogros y Arpías estaba destinada a la defensa del desierto de Lehner, pero tras la muerte de Gediguz, tanto los ogros como las arpías tenían las manos ocupadas defendiendo su propio territorio y se retiraron del desierto.

Se aprovecharon de ellos.

 

Los orcos acudieron en ayuda de la Gente Lagarto y los Súcubos, que estaban siendo perseguidos por los Elfos.

Sin embargo, la primera línea ya se había derrumbado, y las fuerzas mixtas de Gente Lagarto y Súcubos en las arenas estaban completamente rodeadas y en peligro de ser aniquiladas.

La batalla hasta que abandonaron el Desierto de Lehner y se retiraron… esa fue la batalla de la retirada del Desierto de Lehner.

 

En esa batalla, Bash mostró su habitual esfuerzo y salvó a los Súcubos y la Gente Lagarto.

Y fue la mujer frente a él quien estaba al mando del ejército de Súcubos en ese momento.

 

Bash lo recordaba bien.

Después de superar la feroz batalla, había alguien que seguía a su lado, y era ella.

Se intercambiaron pocas palabras.

Dos o tres palabras como mucho. Ya ni siquiera las recordaba.

Pero en el campo de batalla, que Bash recordaba como una batalla feroz, hubo pocas personas que permanecieron a su lado hasta el final.

La mayoría no pudo seguir su ritmo y abandonó, se desvió o murió en la batalla.

Si podías seguir el ritmo de Bash, significaba que eras un guerrero de primera categoría que tenía mucho poder y con el que se podía contar.

Por eso la recordaba tan bien.

Y también recordaba sus pechos, que se balanceaban con cada pelea, pero Bash se sacudió el recuerdo de ellos.

Era algo que no debería recordar ahora.

Al menos, si iba a recordarlo, tendría que ser después de haber perdido la virginidad.

Después de que perdiera la virginidad, entonces seguramente podría tener una relación en la que ambos ganaran.

 

“Por supuesto, yo también te pido lo mismo entonces.”

“…Jeje, gracias…”

 

Carrot sonrió.

La mayor parte de su cara estaba oculta, así que no podía distinguirla, pero podía decir que era una sonrisa hermosa y encantadora.

Si no hubiera sabido que Carrot era un súcubo, Bash le habría propuesto matrimonio.

La especie súcubo emitía feromonas en todo momento. Feromonas que atraían y fascinaban a los hombres.

Pero incluso Bash podía echar el freno si sabía que este era el caso.

 

“Fue usted valiente. Todavía lo recuerdo. Gordorov, el feroz señor de la guerra enano, vino a cargar contra usted desde el flanco, y mientras todos pensaban que estaba condenado, y los Súcubos y Gente Lagarto gritaban de terror y pánico, sólo usted lo interceptó con calma.”

“Tú tampoco huiste.”

“Jejeje, me siento honrada por sus elogios… pero la verdad es que estaba como todos los demás. Quería huir y no parar, tenía mucho miedo. Sólo que no lo demostré porque decidí ser responsable…”

 

Durante un rato, Bash y Carrot recordaron sus años de guerra.

Al principio, a Bash le ponía nervioso que le preguntaran por su historia con las mujeres, pero poco a poco empezó a hablar de sus hazañas y batallas con más elocuencia que nunca, incluso en los bares de su tierra natal.

Era muy fácil hablar con Carrot.

Bebía cómodamente y hablaba cómodamente.

Si esta mujer no fuera una súcubo… de hecho, si él no fuera virgen, se le habría echado encima enseguida.

Incluso si para ella él no fuera más que comida. Quería estar con ella todo el tiempo, ella lo entendía.

Si una prostituta humana la hubiera visto, habría entendido que era un truco para hacerlo sentir así, pero era imposible que un virgen lo entendiera.

Por cierto, Zell estaba durmiendo en la mesa del mostrador con su némesis, Almendra, en buena compañía. Se pelearon, se golpearon junto al río y ahora era novios. ¿Que qué hay del Cacahuete? La magia se había acabado.

 

“Hay mucho que hablar, pero dejémoslo así.”

“Es cierto.”

 

Si Carrot realmente hubiera querido engatusar a Bash, no habría dicho esto.

Se habría inclinado sobre el hombro de Bash, habría presionado sus pechos contra él y le habría dicho con los ojos húmedos que estaba borracha.

Habría susurrado algo que habría hecho que Bash quisiera llevársela a casa, y ella lo habría atrapado.

 

O, si Bash no fuera virgen, él mismo habría dicho unas palabras para tomar a Carrot.

Los súcubos no podían concebir hijos, pero eso era todo, esto era así, ¿qué sentido tenía no acostarse con una mujer que estaba dispuesta?

 

“Jeje, en otro momento, entonces.”

 

Pero no sucedió.

Carrot siguió siendo una súcubo educada hasta el final, y Bash siguió siendo virgen.

 

“Tienes razón.”

 

Bash se despidió, con la nariz animada por el dulce y persistente aroma de Carrot, y su cabello erizado por la conversación con la mujer que tanto había disfrutado.


¿Te gustaría discutir de esta u otras novelas, o solo estar al tanto de las novedades? ¡Entra a nuestro discord!

Gente, si les gusta esta novela y quieren apoyar el tiempo y esfuerzo que hay detrás, consideren apoyarme donando a través de la plataforma Ko-fi o Paypal.