La ama tsundere y su sirvienta zorro
Vol. 1 Capítulo 1 - Lisa en la ciudad de las vanidades
…Mayo del 836, Calendario Seika.
Las ondulantes colinas estaban cubiertas de verde bosque.
En el corazón de la ciudad forestal de Hazelnigrado, los antiguos instrumentos musicales y las voces de los elfos bardos cantantes llegaban hasta la residencia de la familia del señor Albertini, que se alzaba junto al distrito administrativo.
—Gracias Averlla por proporcionarnos un lugar tan relajante para alojarnos. —Lisa Edelweiss murmuró para sus adentros mientras contemplaba el exterior y se servía lentamente el líquido ambarino del vaso que sostenía en la mano.
—¿No crees que es un poco temprano para beber, ama?
—Ya hemos acabado la misión, así que no importa, Shen Hu.
Una chica rubia con orejas de zorro llamada Shen Hu se acercó a Lisa, que estaba por la ventana, meneando su cola peluda.
—Además, me he estado conteniendo las ganas de beber en la ciudad…
—…Creí que por fin beberías ese amore artigianale, pero nunca pensé que no te lo permitirían…
Los labios de Lisa se crisparon mientras giraba perezosamente el vaso y observaba cómo brillaba el líquido ambarino.
Lisa sostenía una botella de whisky producido por Ritón Pieno, una cervecería bien establecida en Hazelnigrado.
—Tengo veintisiete años, pero debido a este aspecto, no me creen en absoluto. —Murmurando, Lisa se dio la vuelta, con el cabello rosa meciéndose brillantemente.
La cara y el cuerpo de la mujer que miraba a Shen Hu con resentimiento mientras exhalaba un suspiro no parecía más que una chica joven.
—Kajajá. Supongo que no se puede evitar con tu apariencia, ama. —Shen Hu, riendo alegremente, hizo coincidir su vaso en la mano con el de Lisa.
—Vaya, y me pregunto de quién será la culpa…
—Bueno, no es tan malo si podemos beber solo nosotras dos, ¿verdad?
Shen Hu le dio a Lisa una gran sonrisa, que estaba a punto de quejarse, y lentamente se sentó en una silla cerca del alféizar de la ventana, mirándola.
—Me parece bien cualquier cosa con tal de poder beber. —Desviando la mirada, Lisa tomó un pequeño sorbo de whisky.
El suave aroma de las barricas de madera y el sabor dulce y salado de la cebada deleitaron sus fosas nasales y su lengua, y su humor se levantó un poco.
—Está delicioso, por cierto.
—«Se ha hecho con amor y cuidado». ¡En primer lugar, tengo que decir está delicioso, de-li-cio-so!
—No me refiero a eso. —Shen Hu se levantó y alzó la voz—. Hay que tener cierto rendibú por la buena comida, ¿no?
—No entiendo a qué te refieres con tu rendibú.
A Shen Hu le gustaba utilizar un montón de palabras que simbolizaban la cultura de la era del calendario antiguo, pero Lisa había renunciado a intentar entenderlas.
Después de tratar a Shen Hu como de costumbre, Lisa se levantó de la silla y volvió a mirar la habitación de invitados que le habían preparado.
Era una habitación espaciosa, aunque modesta, con un cuarto de baño, un dispositivo mágico refrigerador, un escritorio para escribir, una mesa para comer y un dormitorio.
A la entrada de la habitación, la espada larga de Lisa y el bastón de Shen Hu permanecían juntos.
—…Los demonios se están volviendo cada vez más pretenciosos, alejando a los niños de sus casas. —La visión de las armas le recordó su misión del otro día, y de repente murmuró para sí misma—. Me alegro de que hayas podido rescatarlos sanos y salvos.
Shen Hu, quizá dándose cuenta de los pensamientos de Lisa, se acercó y sonrió mientras se servía whisky en su vaso que llevaba tiempo vacío.
—¿No podrías también alabarme por mi trabajo?
—Oh, ¿entonces ya vuelves a comportarte como una mascota? Aunque antes me gustaría ver más potencia de fuego. —Aceptó cambiar de tema, y Shen Hu y ella volvieron a chocar los vasos y a dar sorbos a su whisky.
Al oír la respuesta de Lisa, las mejillas de Shen Hu se relajaron de satisfacción y su tupida cola se agitó como para indicar su placer.
—Veo que es así. La verdad yo también lo pensaba.
—…Y te ves algo feliz por eso, ¿no?
La sonrisa de Shen Hu le sugería algo y retrocedió.
Shen Hu atrapó a Lisa arrinconándola contra una pared.
—Pero para aumentar mi potencia de fuego, necesitaría la cooperación de mi ama, ¿verdad?
—¿Qué… ah…?
Shen Hu la miró a los ojos mientras apretaba la espalda de Lisa contra la pared.
—…Ya es hora de una «comida»…
—…Yo diría que ya has tenido bastante antes…
—Ama. —La mano de Shen Hu se posó en la esbelta barbilla de Lisa, obligándola a levantar la vista mientras respondía mirando hacia otro lado.
—¿Qué-qué haces?
—Es inútil que te hagas la tonta ahora. ¿Cuántos años crees que han pasado desde que hiciste el contrato conmigo?
—Ugh…
Shen Hu, el espíritu, se «alimentaba» regularmente de su ama, Lisa.
El propósito era absorber su vida y restaurar y amplificar su poder mágico, pero había un problema con la forma en la que lo hacía.
—Pero, eso es… embarazoso… —El mero pensamiento de recibir esas caricias no sólo en su boca, sino a veces por todo el cuerpo, hizo que a Lisa se le calentaran las mejillas.
—Como siempre, es una reacción tan decorosa. Yo tampoco soporto esa parte. Pero, es hora de que lo admitas, ¿no? Tú también debes estar extrañando mi calidez.
—…
Shen Hu tomó rápidamente sus labios, que era incapaz de decir nada a cambio.
—…Nm…
La lengua caliente de Shen Hu se deslizó hacia dentro, rompiendo la brecha entre los labios de Lisa en cuanto sintió los suaves labios apretados contra los suyos.
—Oh, espera… se derrama… hmm…
Shen Hu tomó suavemente el vaso que aún tenía en la mano y se lo llevó a la boca.
—Nm, hmm…
El dulce aroma del whisky húmedo fluyó lentamente por el hueco entre sus labios.
La lengua de Shen Hu tanteaba y se enredaba la lengua de Lisa mientras ésta sorbía y tragaba involuntariamente.
—Nnuhm… Nn… ah… —Ligeramente intoxicada por el incremento de temperatura y el aroma del whisky, Lisa chupó con fascinación la saliva de Shen Hu que sabía a miel dulce.
—Haa… Es difícil mantenerse en pie, ¿verdad?
Lisa, que había estado aferrada a Shen Hu mientras mantenía juntos el interior de sus muslos, fue levantada ligeramente y bajada sobre la cama.
—La diversión está a punto de empezar. Tomaré el postre después de cenar. —Shen Hu se aflojó el abrigo y se sentó a horcajadas sobre las piernas de Lisa, tumbada en la cama.
—…Ah… Espera. No me he bañado…
Shen Hu se inclinó lentamente hacia delante y empezó a pasar la lengua por el cuello de Lisa, pero ésta se giró para detenerla y le susurró.
—No me importa. Me encanta el olor a sudor de esta chica tan hermosa. —Shen Hu lamió el cuello de Lisa, le recorrió los brillantes hombros color melocotón con la punta de la lengua y, de repente, le levantó el brazo y enterró su cara en su axila.
—¡Hiyahn! —Lisa se sacudió e intentó girar el cuerpo, pero Shen Hu le sujetó suavemente los brazos y no pudo escapar.
—Haah… soy incapaz de resistirme a esta fragancia…
—Ah, aah… —El aliento húmedo hizo cosquillas en las axilas de Lisa ligeramente. Sintiendo la excitación de Shen Hu por su aliento, Lisa se retorció—. ¡…Ahn! Eso hizo cosquillas… —Las orejas de zorro de Shen Hu le recorrieron suavemente las mejillas y la barbilla, que se estremecieron por el roce de sus labios.
—¿Preferirías que fuera un poco más ruda?
—No seas tonta.
Shen Hu levantó la vista cuando ella mostró su rechazo con los labios fruncidos.
—¿Nn? ¿Entonces prefieres que siga así?
—Nn… uh… —Sintió que le ponía una mano en la mejilla, sus labios se apretaron contra los suyos.
La lengua de Shen Hu, que ya estaba caliente, se encontró lentamente con los labios de Lisa.
—Acabamos de terminar la misión, y ya luces tan cansada, ama.
Los ojos de Shen Hu, rojos como joyas, reflejaron el rostro de Lisa. Al ver su propia expresión de júbilo reflejada en sus ojos, apartó suavemente la mirada.
—Y si alguien nos escucha…
Las orejas de zorro de Shen Hu se crisparon en el borde de su visión.
Pero fue sólo por un momento.
—…A mí no me importaría… —Shen Hu murmuró para sí, y luego puso la mano en la mejilla de Lisa y juntó sus labios—. Oh, qué beso más dulce. Te deseo tanto que no puedo soportarlo. —Antes de que pudiera terminar, Shen Hu volvió a abrazar acaloradamente a Lisa y selló sus labios. La mano de Shen Hu recorrió suavemente el pelo de Lisa y lo acarició repetidamente.
—Ah… —Lisa alzó involuntariamente la voz.
—Voy a entrar.
—¿¡…!?
Al mismo tiempo que se abría la puerta, resonó la voz de una mujer.
—Siento interrumpir su diversión.
Averlla Albertini, la señora de la casa, echó una mirada a las dos que estaban en la cama y habló con un tono de voz indiferente.
—Ah… ah…
Shen Hu lanzó una sábana sobre el cuerpo de Lisa, que tenía la cara roja y los labios temblorosos.
—¿No han oído los golpes? ¿Cuánto más querían que estuviera ahí?
—……
Preguntó Averlla con un tono de voz calmado, y Lisa por fin comprendió sus palabras y se levantó, mirando a Shen Hu.
—Lo oíste y trataste de ignorarlo, ¿verdad?
—Có-Cómo crees, eso no es… yo nunca… nunca lo haría…
Shen Hu miró lentamente hacia otro lado con una sonrisa engañosa.
—No te creo.
—¡Gyan!
Lisa exhaló pesadamente sobre su hombro mientras le golpeaba furiosamente la cabeza con su espada.
—…Bueno, en fin, siento que sea tan de improviso, pero hay algo que me gustaría discutir con ustedes.
Averlla acercó una silla a la parte delantera de la sala y se sentó, cruzando las piernas con elegancia mientras se cepillaba el flequillo castaño, que llevaba recogido en lo alto de la nuca, sin importarle el aspecto de ambas.
—¿…De qué se trata…?
Detrás de sus gafas de montura estrecha, los ojos de Averlla estaban llenos de melancolía.
La palabra «melancolía» era más apropiada que nunca, y Lisa le preguntó mientras acomodaba el desorden de su ropa bajo las sábanas.
—Empecemos por los requisitos. Hay un pueblo al noroeste de aquí que se llama Naklabal. Quiero que busquen a unas personas desaparecidas allí.
—…Con todo respeto, ese no es el trabajo de los Caballeros Sacros….
—Sí, es cierto. Sin embargo, los Caballeros Sacros de Naklabal no se mueven, a pesar de que frecuentemente se reportan personas desaparecidas. Así que nuestros Caballeros Sacros fueron a investigar, pero perdimos contacto con ellos. Incluso aunque se incluía un Caballero Sacro del Tercer rango a nivel de comandante en la compañía. —Sin escuchar las palabras de Lisa hasta el final, Averlla se giró.
Siendo fumadora, sus dedos golpearon la mesa con irritación al notar que allí no había cigarrillos.
—¿…Estás sugiriendo que podría haber demonios involucrados?
Hacerle esta petición a Lisa, que era una asesina especializada en demonios, también conocidos como Ejecutores, dependía de si la otra parte era un demonio o no.
Cuando Lisa le preguntó a Averlla, que no tocó el quid de la cuestión, como si exigiera una respuesta, la mujer exhaló una larga bocanada de humo de cigarrillo antes de responder.
—…Es posible.
—¿…Y cuál fue la respuesta de la Organización del Culto Sacro?
Averlla levantó el borde de sus labios y le sonrió a Lisa, que formuló una serie de preguntas sin detenerse.
—Dijeron que nos permitirían cooperar en la búsqueda de las personas desaparecidas. Por favor, utiliza al máximo tus habilidades como asesina especializada en demonios.
—No es necesario que me lo digas.
Cuando Lisa aceptó, Averlla sacó dos cartas selladas de su bolsillo y las puso sobre la mesa.
—Gracias. Aquí tengo el formulario de solicitud de mi parte y el formulario de solicitud de los Caballeros Sacro. Dénselos a Lord Sarg Cardiff y les contará más. Sólo…
—¿Sólo…? —Lisa arqueó las cejas en señal de duda ante el repentino silencio.
—Lo único es que Sarg debería ser el encargado de realizar este trámite, pero se niega a ocuparse del asunto, alegando que las desapariciones son algo «habitual».
A pesar de los problemas de seguridad, las desapariciones no eran tan comunes en el Reino Sacro. Al oír la respuesta de Averlla, Lisa se frotó la punta de la nariz e hizo una mueca.
—…Eso es extraño. También estoy preocupada por el paradero de esos Caballeros Sacros, así que me pondré en camino…
—Me imaginé que dirías eso, así que ya he hecho los arreglos. Hay un ferry que saldrá hacia Naklabal en una hora.
—En una hora, eh. Prepárate, Shen Hu.
Por el rabillo del ojo de Lisa, mientras la llamaba, Shen Hu murmuró algo con la cola y las orejas caídas.
—…Siento haberlas interrumpido. No me odies… —Averlla lanzó una mirada de lástima a Shen Hu y salió de la habitación.
En cuanto se cerró la puerta de la habitación, Shen Hu se derrumbó sobre la cama llorando exageradamente.
—Ugh…. Pensé que por fin iba a tener una «comida»… Esto es demasiado… —Shen Hu golpeaba el colchón con el puño mientras extendía su larga melena dorada sobre la cama.
Lisa se sentó junto a ella con una sonrisa irónica en la cara y le acarició suavemente las orejas de zorro caídas.
—Pero no podemos ponernos a descansar aquí después de enterarnos de que podría haber demonios implicados, ¿verdad?
—Es cierto, pero… —Shen Hu, tal vez sintiendo un poco de lástima de sí misma, miró a Lisa con los ojos húmedos, como si estuviera a punto de echarse a llorar.
Al verla, Lisa le acarició la cabeza y se inclinó hacia la cama.
—Ya qué, no hay nada que podamos hacerle.
Puso las manos en ambas mejillas de Shen Hu y acercó sus labios. Los ojos de Shen Hu se abrieron de par en par, y en cuanto terminó el corto beso, se le escapó un grito de sorpresa.
—¿¡A-Ama!?
—Te pones como loca cuando estás tan deprimida. Además, tú también debes estar cansada, ya que acabamos de terminar la misión, ¿verdad? Sólo pensé que podría ayudarte un poco…
—¡Ama~!
Desvió la mirada, lo que creó un punto ciego, y Shen Hu la empujó sobre la cama.
—Espera, tenemos que irnos…
—Sólo un poco más… no tardaremos mucho…
Los ojos de Shen Hu estaban húmedos mientras le suplicaba a Lisa. No podía rechazar tal petición, que parecía más urgente que nunca, y le dio un recordatorio.
—Sólo será un rato, ¿de acuerdo?
—Sí, lo sé… —Shen Hu cerró los ojos y selló sus labios con los de Lisa.
Shen Hu, que apretaba a Lisa con una suave presión y murmuraba que quería más y más, era siempre muy cariñosa, y Lisa hizo lo que le pedía y la besó repetidamente.
Se acercaba la hora de partir hacia Naklabal.
—Me estás dejando a mitad de camino aquí…
Shen Hu empujó suavemente sus muñecas hacia la cama mientras se esforzaba por levantarse. Lisa la ayudó, abrió los ojos y la levantó, y luego dejó escapar un gran suspiro húmedo.
—…Es porque no tenemos elección. No podemos perder el trasbordador que va Naklabal.
—Ah, con el mayor festín ante mí, yo, yo no…
—Vamos, no te hagas de rogar.
…Incluso yo…
Su cuerpo buscaba a Shen Hu de un modo distinto al de su mente racional. Tragándose las palabras que estaba a punto de decir, Lisa arrojó su equipaje a Shen Hu.
—Continuaremos más tarde.
Afortunadamente, no habían deshecho las maletas, y los preparativos para su partida se completaron rápidamente. Mientras abría la puerta, echándose al hombro la espada larga que tenía apoyada a la entrada de la habitación, la voz de Shen Hu sonó detrás de ella.
—¿Cuánto de esas palabras son ciertas?
—Dije que más tarde, ¿verdad? No dije cuándo. —Después de recordárselo, salió de la habitación.
—Rayos… —El gruñido bajo de Shen Hu fue seguido por el sonido que hizo su bastón al tomarlo, y entonces siguió a Lisa.
* * *
Luces anaranjadas, similares a las de la puesta del sol, empezaban a iluminar lentamente la ciudad.
Las calles repletas de restaurantes y cafeterías se llenaron del apetitoso aroma de los puestos que ofrecían comidas sencillas a los viajeros y vendedores ambulantes.
Los anunciadores de las tiendas agasajaban amablemente a los clientes que pasaban por allí y les invitaban a entrar en sus locales.
La ciudad de Naklabal, una ciudad de provincias situada en el norte del Sacro Reino, también bullía de actividad esta tarde, con vendedores ambulantes y visitantes embriagados por el hermoso vino del que estaban tan orgullosos.
—Haa… Tengo los mejores metales preciosos, además de buen sake y comida… Jajajá, es genial…
El maduro vendedor ambulante, bien vestido, que había entrado temprano en la taberna para celebrar el éxito de su transacción, abandonó la taberna de buen humor tras adquirir el objeto deseado.
—Nos vemos luego.
El encargado de la tienda, que debía de sentirse bien por su éxito, salió a despedirle, sonriendo y saludando con la mano hasta que se perdió de vista.
—Haré una fortuna con esto y volveré pronto, espero. —El vendedor ambulante palmeó los metales preciosos de su bolsa como si quisiera comprobarlos, y caminó por la calle con pasos aturdidos hacia la posada.
Sin embargo, no pudo llegar a su destino, que se suponía que estaba cerca, ni siquiera después de caminar un rato.
—Eh, ¿me he perdido…? —El vendedor ambulante se detuvo al entrar en un callejón con pocos peatones.
Debía de haberse equivocado de camino.
Se dio la vuelta para regresar por donde había venido, pero cuando se volvió a mirar, vio que el camino por el que creía haber caminado recto estaba enrevesado a ambos lados.
—Pues parece que sí me he perdido…
No quería caminar a oscuras y perderse aún más.
El vendedor ambulante, que miró a su alrededor para pedir indicaciones, vio a una pareja de enamorados que caminaba un poco más adelante.
—¡Eh, chicos!
Su voz pareció llamar la atención del hombre, que giró la cabeza.
—¡¿Qué…?!
Las dos figuras del hombre y la mujer, que sin duda deberían haber estado frente a él, desaparecieron de repente como si hubieran sido absorbidas por el suelo.
Incluso cuando se frotó ambos ojos, la situación seguía exactamente igual.
—¡E-e-e-esto es malo! ¿¡Alguien me escucha!?
Antes de que pudiera siquiera pensar, el vendedor ambulante estaba gritando por ayuda.
Un caballero sacro de patrulla se percató de su grito e inmediatamente corrió en su ayuda.
Sin embargo, ni se inmutó cuando escuchó la explicación del hombre de que «un hombre desapareció justo delante de mí».
—Ah, otra vez no… —Al contrario, el caballero sacro respondió con una sonrisa, como para apaciguarle—. Es algo común en esta ciudad.
—¿¡Hah!? ¿¡Es común que la gente desaparezca!? —El vendedor ambulante gritó con fuerza ante esa respuesta e indicó el lugar donde habían desaparecido los amantes—. ¿¡Por qué no lo comprueba o algo!?
Gritó enfadado, pero no hubo respuesta por parte del caballero sacro.
—¡Óigame!
Cuando se dio la vuelta, el caballero sacro también había desaparecido sin dejar rastro.
—¡¡……….!! —Los gritos del vendedor ambulante resonaron por las calles nocturnas.
* * *
Un trasbordador interurbano con destino a Naklabal se desplazaba por las praderas.
Desde la cubierta, mirando los restos de los edificios cubiertos de verde en la frontera entre el bosque y la pradera, Lisa se llevó la mano a la espada larga que tenía a la espalda como para comprobarla.
La espada larga era casi tan larga como ella con su infantil aspecto.
—La herencia del período de la historia antigua… ¿qué pasa con ella?
—Nada. Es sólo que… es demasiado pequeña para una guarida de demonios. —Lisa respondió sin mirar atrás.
Shen Hu, detrás de ella, acortó aún más la distancia que las separaba, esperando a que la mano de ésta abandonara la empuñadura de la espada larga, la espada salvaje, la llama resplandeciente.
—Estabas pensando en las desapariciones de Naklabal, ¿verdad?
—Ese es mi trabajo. Así que es natural, Shen Hu.
Le preguntó como si pudiera ver a través de ella, y Lisa respondió, irritada.
—Bueno, no te pongas así. Eso empaña tu bello rostro. —Shen Hu, riendo animadamente, hizo girar el cabello de Lisa al viento alrededor de las yemas de sus dedos y lo olisqueó.
—¡Oye, ¿qué haces?! —Lisa le quitó su cabello y lo apartó de Shen Hu.
Esta miró el cabello rosa claro de Lisa con pesar, pero luego, como si se diera por vencida, se inclinó y miró los rascacielos en ruinas.
—…Bueno, sólo son ruinas. No hay señales de que nadie haya entrado o salido.
—…Es cierto…
Al oír los murmullos de Shen Hu, Lisa también se acercó.
—Bueno, en realidad no lo sabemos…
—Así que la Organización del Culto Sacro dio permiso para nuestro envío en respuesta a la petición de Averlla, ¿no? Estoy segura de que los demonios están involucrados.
—Sí, pero…
Según Averlla Albertini, Señora de Hazelnigrado, fue en los últimos meses cuando las desapariciones empezaron a ser más frecuentes en Nakrabal.
Al principio, se trataban como simples personas desaparecidas, pero con la desaparición de los caballeros sacros que patrullaban, Hazelnigrado ya no podía tratarlas como meros incidentes.
—Pero Sarg, el señor de Nakrabal, lo descarta como «un suceso común». Incluso con lo de los Caballeros Sacros de Nakrabal…
—Extraña historia, ¿no?
—También es extraño que más de una docena de personas, incluyendo los Caballeros Sacros de tercer rango en el nivel de comandante de compañía, hayan desaparecido. ¿Qué significa que no haya ni rastro…? También me preocupa el empleado que fue enviado a Nakrabal antes de la investigación.
El informe compartido por Averlla justo antes de abordar el barco también era muy escueto en relación con el número de personas que supuestamente habían desaparecido.
Por esta razón, una pequeña sensación de inquietud comenzó a crecer en el interior de Lisa.
—El empleado está obligado a presentar un informe, pero al cabo de una semana, no hubo ni rastro de él… ¿no? Es lo mismo no importa cuántas veces lo mires, ¿no? —Shen Hu se rio junto a Lisa mientras leía el informe compartido.
—Sí, siempre es igual. El informe también termina con una nota en la que parece que es normal que la gente desaparezca. —Al cerrar el informe, Lisa dejó escapar un profundo suspiro.
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