¡Supervivencia en Otro Mundo con mi Ama!
Capítulo 184. La Curiosidad Mató al Gato
—Un ataque preventivo y aniquilarlos a todos sería lo más sencillo…
Me cuesta mucho creer que me estén siguiendo tan claramente y que no tengan ninguna intención hostil, pero sería un problema aún mayor si realmente no tuvieran malas intenciones. Aunque, incluso en ese caso, si los mato y guardo los cuerpos en mi inventario, el problema desaparecería… Pero no quiero llegar a eso.
Una vez dentro del bosque, avanzo a gran velocidad utilizando también el comando de carrera. A propósito, no uso los saltos en ráfaga, sino que dejo un rastro visible detrás de mí. Después de avanzar un poco, llego a una zona más despejada del bosque. Corro a través del claro y, al volver a internarme entre los árboles, me impulso con un doble salto —uno normal y otro con comando— y subo hasta la copa de un árbol.
—Ya me estoy volviendo un poco inhumano sin darme cuenta…
Salto de árbol en árbol del mismo modo, desplazándome alrededor del claro por el que pasé, y me oculto en la copa de un árbol con buena vista panorámica del área abierta.
—Ta-dah… rifle de francotirador silenciado.
Saco de mi inventario un rifle de francotirador con un enorme silenciador que cubre casi todo el cañón. Su alcance efectivo es de unos 400 metros, nada más, pero es compacto y dispara munición subsónica de gran calibre, diseñada específicamente para un efecto de silenciamiento extremo. Puede utilizar cargadores de 0 o 20 balas. Además, es fácil de manejar y permite fuego automático.
Gracias a la mejora en precisión de la mesa de trabajo gólem, ahora puedo fabricar armas con mecanismos relativamente complejos como este. Lamentablemente, el costo de producción es tan alto que la fabricación en masa es totalmente inviable. Al menos, las balas no cuestan mucho más.
Por cierto, descubrí que los materiales como polímeros y caucho pueden sustituirse con baba de limo. Desde que lo supe, me he metido de vez en cuando en las alcantarillas de Erichburg a recolectar limo… Jejejé. ¡También puedo obtener materiales para pólvora allí! No me entusiasma ir, pero el limo es muy útil… ¿Debería compartirlo con Lima y las demás?
Cargo la primera bala en la recámara de mi rifle silenciado y me quedo esperando. Finalmente, los tres hombres que al parecer me seguían aparecen al borde del claro. Tal vez notando lo evidente del sitio como una posible emboscada, se les ve muy cautelosos. No se atreven a entrar al claro tan fácilmente.
—……No lo encuentro……
—Si seguimos así… lo perderemos……
Parece que discuten algo brevemente, pero no alcanzo a escuchar bien. Estoy seguro de que Sylphy y Melty sí lo harían. Yo no tengo orejas largas, ni de animal, así que no puedo hacer nada.
Al final, decidieron arriesgarse y seguir el rastro, adentrándose con cuidado en la zona de emboscada que preparé. Aunque no planeo matarlos. Al menos, no todavía.
El objetivo está a unos 50 metros, según un cálculo aproximado. La munición de este rifle tiene una bala muy pesada, y en tiros de largo alcance hay que calcular la caída del proyectil, pero a esta distancia no hay necesidad de preocuparse.
Miro a través de la mira óptica y apunto a las rodillas de los perseguidores, todos hombres por lo que puedo ver. Será doloroso, y sin el tratamiento adecuado podría terminar peor que una flecha en la rodilla… pero si no son hostiles, puedo curarlos con una poción y una férula. Así que… perdónenme.
Se escucha un leve «toot», casi como un suspiro, y al instante siguiente, el crujido del mecanismo del rifle. En ese mismo momento, una flor carmesí brota de la rodilla del perseguidor que iba al final de la formación.
—¡Gyiih!
—¿Eh?
De pronto, los dos hombres que iban delante se giraron al escuchar los gritos de dolor que surgieron detrás de ellos. Sí, lo tenía.
Un leve sonidito resonó de nuevo, y una bala de plomo de 16 gramos salió disparada del cañón del rifle a una velocidad de unos 300 metros por segundo, atravesando el aire limpio del bosque hasta impactar en el suelo… y luego en el muslo del segundo hombre, justo por encima de la rodilla.
La bala atravesó sin dificultad la armadura de cuero, desgarró la piel y se hundió en el tejido muscular, girando dentro de la carne mientras destrozaba músculos y vasos sanguíneos, causando un daño considerable.
—¡Gaaaah!
El segundo hombre también cayó, sujetándose la pierna mientras intentaba mantenerse en pie. El último, aunque aún no comprendía del todo lo que ocurría, captó que estaban siendo atacados y adoptó una postura de alerta.
Pero no… No conocía la existencia de las armas de fuego, así que no se le ocurrió la opción de echarse al suelo inmediatamente. Aunque se agachara un poco, no podría escapar del alcance de mi rifle de francotirador.
Sonaron tres pequeños disparos consecutivos, y el tercero cayó al suelo.
—…Les disparé sin dudar. —Murmuré para mí mismo mientras observaba a los tres perseguidores caídos a través de la mira. El tercero había tenido suerte al principio, pues aunque cayó, volvió a levantarse… así que le disparé en la pierna contraria.
—¡Aaaaahhhh!
Los gritos de dolor eran desgarradores. Debía doler mucho. Sin embargo, aún cabía la posibilidad de que hubiera más perseguidores ocultos, así que no podía mostrarme tan rápido. Podría ser una trampa para hacerme salir. Tal vez contaran con algún método de recuperación, como una poción de vida similar a las que yo fabrico, y estuvieran esperando que me acercara.
Siento que lo que estoy haciendo es incluso peor que matarlos de una vez, pero también debo pensar en mi seguridad.
Pasaron tres minutos sin señales de otros enemigos. Decidí que ya era momento de presentarme… aunque quizá fuera un poco pronto. Guardé el rifle silenciado en el inventario y empuñé mi lanza corta y mi escudo.
Me acerqué a los tres hombres, apartando la hierba con las piernas, y les hablé:
—Ey. Iré al grano: ¿por qué me estaban siguiendo?
Ya se habían dado cuenta de que me acercaba. El primero en recibir un disparo en la rodilla alzó la vista desde el suelo. Los otros dos también me miraron, sujetando sus heridas. Sus rostros estaban contraídos por el dolor. Pensé que tal vez le había dado en una arteria al segundo tipo, pero al parecer no fue fatal. ¿O quizá usaron alguna poción o magia curativa?
—¿Crees que puedes hacernos esto y salir impune?
—Oh, vamos, no te pongas así. Dije que iría directo al punto, ¿no? Y bueno… por su reacción, queda claro que no venían precisamente con intenciones amistosas.
Dicho esto, clavé mi lanza en el suelo y saqué de mi inventario una pistola calibre .45 con cargador de siete balas. ¿Te gustan las .45, las ametralladoras compactas, las pistolas automáticas? Lo siento, yo soy un creyente del calibre .45. La munición es subsónica, así que el supresor funciona de maravilla. Es fantástica.
—¿Y qué? ¿De verdad crees que voy a hablar contigo con sinceridad?
—¿No? Son tres. No me importaría quedarme con uno o dos menos.
Dicho esto, apunté el cañón de mi pistola al hombro del hombre que me miraba con arrogancia… y apreté el gatillo.
Con un pop seco, la bala de unos 15 gramos impactó en su hombro, desgarrando la piel y destrozando los huesos. El hombre, alcanzado a quemarropa por una bala de gran calibre, cayó al suelo cubierto de hierba, retorciéndose y gritando de dolor. Para mi sorpresa, no dudé en disparar. Tal vez el logro de asesino en masa me ha afectado más de lo que pensaba.
Los otros dos palidecieron al ver a su compañero gritando, tendido con el hombro hecho trizas.
—Lo preguntaré de nuevo: ¿por qué me estaban siguiendo? —Lo dije en voz baja, mientras apuntaba con la pistola a la espinilla del tercero, el que ya tenía ambas piernas baleadas.
—¡Yo-yo nunca hablaría…! ¡¡Gyaaaah!!
Bang. Hizo la pistola. Esta vez disparé a propósito sin acertarle, pero el tipo se desmayó del susto. Luego apunté al último, al que yo mismo le había disparado en el muslo.
—¿Y tú? ¿Quieres que te deje el otro igual?
—¡Ha-hablaré! ¡Hablaré! —El hombre se retorció como si intentara escapar del cañón de la pistola, sujetando su muslo herido. El miedo en sus ojos era evidente. El terror de ser herido por un método desconocido había quebrado por completo su voluntad.
—Entonces, hablemos. Te escucho.
Cabe la posibilidad de que mienta, claro. Pero si lo llevo con Lima y las demás, podrán verificar la verdad. Ya me han dicho antes que saben hacerlo. Me pregunto si todavía pueden considerarse simples limos… A veces dudo de que lo sean realmente. Pero luego recuerdo que el concepto original de limo viene de Shoggoth[1], así que quizás no estén tan lejos de eso.
Lo que contó el hombre fue interesante a su manera. Dijo que ellos eran espías enviados por la facción dominante que sospechaba que Ellen estaba aliada con nosotros, el Ejército de Liberación.
Pero en realidad, no eran agentes oficiales de la religión principal de Adel, sino miembros enviados por un grupo clandestino… una organización criminal que opera en el Reino Sagrado. En otras palabras, una especie de gremio de ladrones.
—Ya veo… ustedes también la tienen difícil, ¿eh?
Fue simplemente mala suerte que me siguieran a mí, justo a mí, que soy básicamente un cúmulo de secretos del Ejército de Liberación.
Probablemente fue porque me vieron reunirme con Ellen de forma tan formal, con una carta de presentación y todo… En fin, fue mala suerte para ellos. Y ahora que han visto mi cara y mi arma, no puedo dejarlos con vida. Por seguridad, debo actuar.
Con las balas restantes en mente, me puse de pie y miré de reojo a los otros dos. Al parecer, ambos estaban inconscientes. Apunté a la frente de uno de ellos y apreté el gatillo.
Bang. El cuerpo del hombre inconsciente se sacudió de golpe. Vi un agujero en su frente y cómo la sangre se esparcía sobre la hierba. El segundo, el que me había contado todo, empezó a temblar violentamente, castañeando los dientes.
Bang. El cuerpo del otro hombre se estremeció. Al mismo tiempo, guardé los dos cadáveres en mi inventario. He escuchado que, durante un interrogatorio, es necesario hacer las mismas preguntas a varias personas para contrastar versiones, pero con una sola basta si se puede echar un buen vistazo al contenido de su cerebro. Llevar a dos o tres sujetos por mi cuenta hasta donde están Lima y los demás sería demasiado esfuerzo.
Saqué un par de esposas metálicas del inventario y se las coloqué al único sobreviviente, que temblaba de miedo.
—Voy a curarte las heridas. Así que compórtate y ven conmigo sin armar alboroto.
—Yo-yo-yo no quiero morir… no quiero morir…
—Haz lo que te digo y… lo pensaré.
—Solo lo pensaré, —murmuré para mí mientras vertía un poco de poción de vida sobre su muslo herido y le hacía beber el resto. La herida sanó por completo en cuestión de segundos. Estas pociones siguen funcionando de maravilla.
Hice que el hombre se pusiera en pie, guardé la lanza que aún estaba clavada en el suelo, junto con la pistola y el escudo, y saqué mi subfusil. También recogí las vainas de las balas disparadas.
—Camina como te diga. Todavía tengo preguntas que hacerte.
—¡O-oye! ¡Te diré todo! ¡Ayúdame! ¡Por favor!
—Cállate y camina. ¿O prefieres terminar como tus amigos, borrado del mundo?
—¡Hy-hyii…!
Le di una patada en el trasero para hacerlo avanzar. Es deprimente.
Pero ya es un poco tarde para deprimirse, después de hacer volar por los aires a miles de personas con bombas. O, más específicamente, después de haber armado a todos y empujarlos a enfrentarse al Reino Sagrado con armas de fuego. Esto de ensuciarme las manos directamente… ya no me parece gran cosa.
Me repetía eso mientras lo empujaba a patadas camino a los dormitorios de Lima y las demás.
[1] Criatura ficticia creada por H.P. Lovecraft. Aparece en su mitología como un ser amorfo, gigantesco y viscoso, compuesto de ojos y masa protoplasmática. Fue creado por los Antiguos como esclavo, pero se rebeló. Representa el terror cósmico y lo incontrolable en el universo lovecraftiano.
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