Yuusha-sama no Oshishou-sama

Capítulo 35 - Jaula

Cuando se enteró de que Wynn había recibido órdenes de despacho de la Orden de Caballeros, Leticia naturalmente quisó ir con él.

Pero, como no era caballero, no había recibido permiso para unirse al ejército imperial en sus movimientos militares. Como resultado, eligió unirse como seguidora de Wynn.

Había muchos casos de nobles y caballeros con sus soldados y seguidores que los acompañaban a la batalla.

Por supuesto, era algo sin precedentes el que una dama de alta nobleza se convirtiese en un seguidor.

Sin embargo…

“Leticia, ¡no puedes ir a un campo de batalla!”

Mientras se preparaba para ir al lado de Wynn, su padre, Lecter van Mavis, la llamó.

Lecter hizo una mueca ante la visión de la noble señorita que no estaba bien vestida y que no llevaba maquillaje.

"¿Quieres ser el seguidor de algún mocoso plebeyo? ¿¡Qué estas tú, un miembro de la Casa Ducal, pensando?!"

"No estoy actuando como miembro de la Casa Ducal. ¿Hay algo impropio acerca de un discípulo siguiendo a su maestro?"

“¡Es completamente impropio!”

Lecter se levantó de su silla, golpeando el escritorio de ébano con el puño.

Lecter permaneció en esa posición, mirando a Leticia durante un rato. Finalmente soltó un suspiro y se sentó en su silla.

“Verás, ahora eres El Valiente, y todos en el mundo tienen sus ojos puestos en ti, Leticia.”

"Lo sé."

"Naturalmente, no hay nadie en los países vecinos que no sepa quién eres. Incluso los países que se han aislado, y los de otras razas saben de tu nombre. Como tu padre, estoy orgulloso de que nuestro apellido se haya extendido por todo el mundo.”

Él continuó hablando.

"Por lo tanto, es importante que recuerdes que eres la tercera hija del Duque Mavis del Imperio Remulshil. No me importa el hecho de que tengas un plebeyo como tu maestro. No hay alternativa, si es verdad. Pero debes difundir el nombre del Barón-dono, que era tu tutor muy a lo amplio como tu maestro.

"No tengo otro Maestro más que Wynn Byrd."

En primer lugar, ella no tenía memoria de haber aprendido nada de ese barón.

En segundo lugar, la joven Leticia era una niña que no podía soportar quedarse quieta.

Más que otras personas, ella era inquisitiva, vagando hacia lo que atraía su interés. Cada vez que estudiaba, ya sea leyendo libros con el tutor, o practicando su escritura, los pájaros que volaban fuera de la ventana y las flores que se abrían en el jardín llamaban su atención.

El tutor la regañaba con dureza cada vez que sus ojos dejaban el libro.

Lanzaba palabras abusivas hacia Leticia por holgazanear, y por la tarde, durante el entrenamiento básico de esgrima y artes marciales, la golpeaba severamente con la espada de madera.

Debe haber sido él desahogando su frustración reprimida de actuar como su tutor, ya que ella nunca entendía durante la lección.

Siempre que entrenaban, la arrojaba al suelo, o más bien, sería más exacto decir que la golpeaba hasta que ella cayera.

Todo su cuerpo estaría cubierto de moretones.

Rompía los huesos de Leticia y le hacía cortes y magulladuras sólo en lugares que no eran fácilmente visibles; El barón era sorprendentemente hábil.

Como resultado, Leticia fue etiquetada como un burro en comparación con sus hermanos mayores, y fue tratada como una oveja negra en la Casa Ducal.

Cuando Leticia era atendida por las sirvientas, quienes lavaban su cuerpo y cambiaban de ropa e informaban de sus heridas, el tutor solo decía que eran descuidos de la niña.

Bajo la guía del tutor, sus hermanos y hermanas pudieron portarse con orgullo al ser miembros de la Casa Ducal, por lo que Lecter le creyó al tutor.

"Para que la hija de un duque llame a un don nadie el Maestro del Valiente, está haciendo un mal servicio a la alta sociedad el que sigas a ese joven plebeyo. ¡Nuestro honor seria manchado!”

"Don nadie... incluso si eres mi padre, que llames a Onii—mi maestro así, ¡nunca podría perdonarte!"

Leticia se enfureció ante las palabras de Lecter.

Si el tutor hubiera enseñado lentamente a Leticia desde lo básico, en sus estudios, en su esgrima, en sus artes marciales, ella podría haber despertado como El Valiente más rápido.

Sin embargo, fue con Wynn que disfrutó leyendo libros, aprendiendo magia y moviendo su cuerpo.

En el mundo aislado de Leticia, sólo una persona le dio una luz inquebrantable.

Sintiendo la mirada llena de furia de Leticia, Lecter se estremeció, pero tratando de mantener las apariencias como padre, apretó su voz.

"E-Escucha, Leticia. Tú y este chico plebeyo que llamas "Maestro" viven en mundos completamente diferentes. ¿Estás dispuesta a afrontar la infelicidad de los alrededores no aceptandolo?”

“¿No puedo aceptarlo?”

Leticia mostró una débil sonrisa.

"¿Por qué tiene que ser reconocido por alguien? Aparte de mí y de mi Maestro, ¿quién más importa?”

"De todos modos, no te permitiré participar en la campaña. Ciertamente, fuiste elegida como El Valiente, y tienes el estatus para no poder inclinarte ante el emperador, pero sigues siendo mi hija. Tienes que obedecer las palabras del jefe de la Casa Mavis.

Lecter tocó una campana en su mesa de trabajo.

Los asistentes de la Casa Ducal abrieron la puerta y entraron en la habitación.

Tenían en sus manos cuadros excesivamente decorados, con lo que parecían ser retratos.

Un total de seis asistentes entraron.

Cada persona llevaba cinco o seis retratos, haciendo un total de 30 a 40 pinturas.

"Estos son todos los retratos de tus candidatos de entrevista matrimonial."

"¿Entrevista matrimonial...?"

La mente de Leticia recordó el momento en que Cornelia mostró los retratos de varios jóvenes aristócratas hace unos días.

"No sólo de nuestro país, sino incluso de realeza y familias prominentes de países vecinos. Puedes elegir a un pretendiente entre cualquiera de estos."

"Padre. ¿Por qué estamos haciendo esto? No quiero tener una entrevista matrimonial. Ya he dedicado mi corazón a alguien.”

“¿Es ese plebeyo que tú llamas ‘Maestro’?

Leticia bajó la cabeza ante las palabras de Lecter

De ira a timidez, y viendo su rostro completamente enrojecido, su actitud era adecuada para su edad, pero Lecter se limitó a fruncir el ceño al ver su actitud.

"También está la propuesta del príncipe Alfred que Su Majestad mencionó. Su Majestad está muy entusiasmada con la idea. En lugar de algún noble extranjero, el príncipe Alfred debería ser el primero. Por supuesto, puedes rechazarlo si él no te interesa. Normalmente sería inaceptable rechazar al príncipe heredero después de la entrevista matrimonial, pero tus circunstancias son especiales. En todo caso, El Valiente es una existencia fuera del sentido común normal. El título de Valiente es así de importante. Estoy orgulloso de ti como mi hija.”

La mirada de Lecter se trasladó de Leticia a los asistentes de la sala.

“Leticia. Eres una miembro de la Casa Ducal. Ten en cuenta el estado que tienes. Ustedes, vigilen y que no se vaya.”

"Obedeceremos humildemente, Amo."

"No estás pensando en algo estúpido como tratar de forzar tu retirada, ¿verdad? Por tu bien, y por el bien del mocoso plebeyo que llamas 'Maestro'. "

"¡Si pones una mano en Onii-chan—!"

La voz de Leticia volvió a llenarse de rabia. Sin embargo, Lecter no se estremeció. Se limitó a mirar a Leticia con un rostro sombrío.

“Llévensela con ustedes.”

Con una frase, Lecter miró los papeles que había en su escritorio. Su voz demostraba que era definitivo.

Leticia miró fijamente a Lecter, pero a instancias de los asistentes, se levantó y salió de la habitación. En la puerta, ella miró hacia atrás por un momento, pero Lecter no le prestó atención, su expresión mostraba que él no iba a decir nada más.

‘¿Qué hago, Onii-chan?’

Si utilizaba su poder, nada en este mundo podría suprimir a Leticia.

Sin embargo, aparte de la simple fuerza, Leticia estaba atada por las cadenas de su propio estatus, como El Valiente, y como la tercera hija de un Duque.

Más que la diferencia de estatus entre Wynn y los nobles, Leticia y el estatus de Wynn eran tan diferentes como la noche y el día, tal como Lecter había dicho.

‘Tú y este chico plebeyo que llamas "Maestro" viven en mundos completamente diferentes. ¿Estás dispuesta a afrontar la infelicidad del entorno no aceptándolo?’

Ella no podía responder a esas palabras. La situación de Leticia, que ella nunca había deseado, era una alta pared que se alzaba entre Wynn y ella.

Leticia regresó a su habitación y miró por la ventana. Vio un solo pájaro volando en el cielo.

Ella quería abandonar todo.

Su título como El Valiente, y su estatus como la hija de un duque.

Sin embargo, era imposible.

Sus hazañas y logros se transmitirían por generaciones.

Si Leticia lo deseaba, podría llevarse a Wynn y huir a otro país. Si lo hacía, podría dejar atrás el título de El Valiente y su condición de señorita de la Casa Ducal. A diferencia de cualquier otra muchacha noble, creía que podía vivir en cualquier tipo de ambiente.

Pero eso significaría que Wynn tendría que renunciar a sus sueños de convertirse en un caballero imperial.

Si Leticia le rogaba, esa clase de joven la acompañaría. Sin embargo, Wynn acabaría abandonando sus sueños. Leticia no quería eso.

Justo como un pájaro que una vez más había perdido su libertad, Leticia miró con envidia a las aves que volaban libremente en el cielo.