La historia del Héroe Orco

Capítulo 49. Una guerrera bajo la lluvia

 

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En lo profundo del bosque.

A medio día de la capital Súcubo. Las barreras, colocadas reiteradamente y de forma inteligente, hacían que uno se perdiera en el bosque, y la mayoría nunca llegara al lugar. No había dudas. Uno siempre era guiado en dirección a la capital. Por eso, incluso después de la guerra, los súcubos mantuvieron esta ubicación desconocida para las otras razas. Y aunque lo hubieran sabido, no habrían hecho nada especial al respecto.

Los súcubos llamaban al lugar “santuario”.

No construyeron una ciudad a su alrededor como la Gente Bestia, ni llevaban a cabo festivales cerca. Estaba oculto y protegido por múltiples barreras. La gente de otras razas ni siquiera sabrían que allí había un santuario de súcubos, ni hablar de barreras. Ni siquiera los súcubos jóvenes sabían de la existencia del santuario. Sin embargo, ciertamente había algo allí que los súcubos habían protegido y en lo que habían creído durante muchos años.

En tal lugar, había una mujer.

“Oye, tú…”

El santuario seguía existiendo tranquilamente allí. Pero el suelo estaba empapado de sangre, y todas las barreras habían perdido su luz, excepto la última. Los cadáveres de varios súcubos estaban tirados.

“¿Quién carajos eres…?”

Las súcubos que cayeron eran todas guerreras reconocidas. Habían elegido el servicio a su país por encima de la libertad en un mundo de paz. Estos súcubos yacían en el suelo de la manera más miserable.

La última súcubo que quedaba miraba fijamente a la que había hecho tal acto ante la última barrera frente al santuario, el tipo de barrera que impedía físicamente la intrusión.

Era una mujer. Probablemente humana, pero tenía una apariencia que incomodaba. El ochenta por ciento de su rostro estaba oculto, y sólo asomaban sus ojos. Se mantenía distante, pero de alguna manera sin dejar aberturas.

Respondió a las preguntas de la súcubo con un tono ligero.

“No tengo obligación de responderte, pero estoy impresionada por tu devoción, así que te lo diré. Ya he perdido mi nombre. Ni tampoco tengo intención de usarlo, así que, por favor, ahorrémonos esa parte. Sólo quiero extraer poder de su santuario y usarlo para vengarme.”

“¿Poder…?”

“¿No lo sabes? Bueno, incluso yo lo supe hasta hace poco, pero hay lugares para reunir poder por todo este continente, y se dice que, si reúnes ese poder, puedes hacer milagros. Aunque milagro es un poco vago, parece que todo es posible. Por ejemplo…” El tono distante de la mujer bajó un poco. “…Como traer a los muertos de vuelta a la vida.”

Ante estas palabras, la fuerte guerrera súcubo se estremeció.

“Vas a resucitar a Gediguz, ¿verdad?”

“Adivinaste bien. Así es.”

“Eres humana, ¿no? ¿Por qué harías eso? ¿No son los humanos los que ahora están a cargo? Los elfos y los enanos no están en mejor posición que tu raza. ¿Entonces por qué?”

“Te dije que era por venganza, ¿no? Sí soy humana, pero no estoy en el bando humano.”

“¿Un espadachina de tu talla…? Estoy segura de que ya los has ayudado mucho bien en el campo de batalla, ¿no?”

“Sí, es una historia divertida. Los humanos somos idiotas.” Encogiéndose de hombros, la guerrera sacudió la cabeza. “Bueno, acabemos con la cháchara, guerrera súcubo.”

“…”

“Normalmente aquí, diría que sólo te perdonaré la vida si rompes las barreras, pero a pesar de lo que estoy haciendo, amo a los súcubos. No haré nada para herir su orgullo, así que te mataré como un guerrero.”

“¿No crees que este acto en sí mismo esté hiriendo nuestro orgullo?”

“No lo creo. En todo caso, si mi deseo se cumple, ustedes recuperarán su orgullo. Ahora, prepárate.”

La súcubo respondió a esas palabras. Posicionó los puños hacia adelante, los ojos rojos ardiendo y una espesa niebla de color rosa a su alrededor. Aun sabiendo que no funcionaría con mujeres, la niebla tenía en su lugar el propósito de darle fuerza a su espíritu de lucha.

“…Soy la vicecomandante del segundo batallón de la Reina Súcubo, Nion de la Sofocación.”

“Lo siento mucho, pero yo no tengo ningún nombre que darte.”

La mujer levantó su espada. Era como si dijera: “Por si acaso”, e hizo que los nervios de Nion se agudizaran. Sin embargo, teniendo en cuenta la diferencia de poder, esa podría no ser una opción.

Nion sabía que no podía ganar. La mujer era increíblemente fuerte. Ni siquiera la élite que Nion había reunido pudo infligirle ni un solo rasguño.

“Así que, adiós.”

En la visión de Nion apareció un rayo de luz. La trayectoria del tajo era invisible, y sólo pudo sentir el calor en su cuello.

“…Curly, lo siento… Nio, su majestad…” Convencida de que moriría, la mente de Nion se llenó con la imagen de su amada reina y de su hermana, que trabajaba como su ayudante. La visión de Nion cayó en la oscuridad y terminó su larga vida como súcubo.

“…Haa.” En la pila de cadáveres, la mujer se mesó el pelo mientras respiraba. Las manchas de sangre en la espada que sostenía fueron rápidamente arrastradas por el aguacero. “Bueno…” La mujer sacó una llave. Estaba decorada con adornos y tenía una joya que brillaba con una luz ominosa, y se podía ver a primera vista que era un objeto lleno de una gran cantidad de poder mágico.

La introdujo en la última barrera. La luz ominosa emanó del lugar donde se insertó. Sin embargo, como si chocara con algo, sonó un sonido desagradable.

“…Oh, ¿no se abre de inmediato?” Dijo la mujer, encogiéndose de hombros una vez más, pero enviando una mirada a la barrera. Todavía quedaban algunos súcubos dentro de la sala. Eran las últimas magas que mantenían la barrera. “Como se esperaba de una barrera de los súcubos. Incluso con la llave rompe barreras mágicas, tomará bastante tiempo.”

“…”

“Sin embargo, esta llave mágica es absoluta. Después de todo, es el tesoro nacional de los démones. Es sólo cuestión de tiempo que se rompa. Así que, tengo una sugerencia… ¿por qué no simplemente liberan la barrera? Hace días que no salen de ahí. Deben estar volviéndose locas del hambre. Creo que sería mejor para todas salir y luchar en lugar de seguir sufriendo.”

Los súcubos encerrados dentro de la barrera lo sabían. Las que estaban muertas ante sus ojos eran guerreras veteranas, todas ellas conocidas y que habían luchado en muchas batallas. Y murieron de forma brutal. Fueron abatidas por una abrumadora espada sin poder mover ni un dedo contra la mujer.

Por lo tanto, lo entendían. La mujer estaba diciendo: “Voy a matarlas sin hacerlas sufrir, así que salgan”. La misión de los súcubos restantes era proteger el santuario. Era cierto que estaban hambrientas, pero no abandonarían sus deberes por ello. No tenían otra opción que aguantar y esperar los refuerzos.

“¿Esperan a los próximos refuerzos? Vaya, vaya, pensé que los súcubos serían más valientes que esto, pero me he decepcionado.”

No debían caer ante la provocación de la mujer.

“Tal vez primero se levantará la barrera, o primero vendrán los refuerzos, pero… déjenme asegurarles. No saldrán vivas. Ahora mismo están perdiendo el tiempo y sufriendo en vano.”

La mujer dijo, quizás percibiendo la inquietud que se extendía por la mente de los súcubos. Sin embargo, estas no se movieron. No había forma de que se movieran.

“Bueno, me parece bien. Lo he dicho muchas veces, es sólo cuestión de tiempo…”

Las palabras llegaron a los súcubos, pero fueron ahogadas por el sonido de la lluvia y desaparecieron en el bosque. Nadie más oyó su voz.

“¿De verdad crees que puedes revivir a Lord Gediguz?”

Fue la súcubo de la barrera quien murmuró esas palabras. Al escuchar esto, la mujer se rio.

“Sí, eso creo.”

“Pero, ¿no es absurdo devolver la vida a los muertos?”

“Yo también lo creo. De hecho, se dice que para resucitar a un muerto se requiere un enorme poder más allá del conocimiento humano.”

“Entonces…”

“Pero esta tierra tiene el poder necesario.” La mujer comenzó a hablar, en un tono como si tratara de persuadir a los súcubos, aun cuando esa no era su intención. “Esta es una historia que alguien encontró en los escritos de cierto sitio arqueológico: parece que este mundo está hecho sobre los cadáveres de criaturas ancestrales, grandes criaturas que luchaban entre sí de maneras que la humanidad no puede siquiera imaginar hoy”. Algunos de los cadáveres todavía tienen poder, y han sido una bendición para los que habitan en ellos. Algunas personas han alabado y creído en el poder que reside en los cadáveres como dioses… y su santuario es uno de ellos. Entonces tal vez sea el momento de usarlo, ¿no? Porque creer en un cadáver no nos sirve de nada. Si revivimos a Gediguz y comenzamos la guerra una vez más, esta vez la Federación de las Siete Razas ganará. Los démones, los súcubos y los ogros podrán escapar de su dura vida actual y disfrutar de la belleza de la victoria. Al igual que los asquerosos humanos de hoy.”

Uno de los súcubos que no pudo alcanzar entender lo que la mujer decía reaccionó a las últimas palabras.

“Humanos asquerosos… ¿acaso no sientes ningún tipo de orgullo por tu raza?”

“No.”

“…”

“No existe el orgullo en una escoria tan egoísta e interesada.” El sonido de la voz de la mujer era frío hasta el punto de ser escalofriante. “Por eso. Me disculpo por haberlas provocado. Así que, por favor, abran la barrera. Ustedes van a morir, pero no será tan malo para las otras súcubos.”

Algunas de ellas quedaron impresionadas por las palabras de la mujer acerca de revivir a Gediguz. Pero después de escuchar lo último que dijo, nadie quiso seguirla.

Sus palabras eran así de espeluznantes y horripilantes.

 

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