Bastardo Mujeriego Vol. 2 Capítulo 12. ¿Una consultoría con la profesora Rin en la sala de entrevistas?

Bastardo Mujeriego

Vol. 2 Capítulo 12. ¿Una consultoría con la profesora Rin en la sala de entrevistas?

En esta escuela, hay una pequeña sala donde los estudiantes que han cometido violaciones a las normas escolares son obligados a escribir ensayos de reflexión. Aunque oficialmente se llama la sala de entrevistas, todos la llaman la sala de reflexión. Por cierto, parece que Rurina-san y Airi-san son habituales aquí.

En cuanto a mí, esta fue sinceramente mi primera vez siendo enviado a esta sala. Es cierto que llegué tarde sin permiso hoy debido a dolores musculares, pero no esperaba que eso llevara a ser enviado a la sala de reflexión después de solo una instancia.

Además, quien me llamó a la sala de reflexión no fue uno de los intimidantes maestros disciplinarios, sino Rin Aoe, la maestra sustituta de nuestra clase que enseña literatura clásica.

Desde que entré a esta sala después de clases, he estado sentado frente a la maestra, separado por una mesa plegable, durante unos treinta minutos. Bueno, no puedo decir que estamos precisamente uno frente al otro. Eso se debe a que la profesora Aoe ha estado mirando hacia abajo todo el tiempo.

—Um… ¿Profesora?

—……

Dado que la profesora no está diciendo nada, tampoco sé qué hacer. Justo cuando estaba empezando a sentirme perdido, la profesora finalmente levantó la cabeza.

Por alguna razón, parecía un poco llorosa.

—Seto-kun.

—Sí, ¿qué pasa?

—…Lo siento mucho.

—Si lo dice porque no pudo recordar mi nombre, realmente no hay necesidad de disculparse. Sucede a menudo.

—…Puede ser, pero eso sigue sin estár bien.

Mis palabras parecieron poner a la profesora aún más al borde de las lágrimas.

—…Soy tu profesora. Después de todo, tu profesora.

Quizás había malentendido a esta profesora hasta ahora. Solía pensar que era muy tímida, incapaz de controlar la clase ruidosa y, en general, poco confiable. Pero en realidad, resultó ser alguien con un fuerte sentido de la responsabilidad.

Después de recoger pacientemente y unir fragmentos de las palabras que la profesora murmuraba, quedó claro que ella había malinterpretado la situación; pensaba que yo estaba siendo intimidado por Rurina-san. Ciertamente, dadas las circunstancias, no era irrazonable que pensara de esa manera. Si alguien como yo, que tiende a quedarse en lugares apartados, fuera visto siendo llamado por ella a un lugar aislado, muchas personas asumirían que un introvertido consumado como yo estaba siendo extorsionado por una gal.

Bueno, Rurina-san no es del todo lo que aparenta, ¿eh?

A pesar de tener muchas cualidades gentiles y lindas, es una lástima que sea juzgada únicamente por su apariencia. …Incluso yo solía ser de aquellos que la temían solo por cómo se veía, pero dejé eso de lado.

Aunque yo no tanto, Airi-san parecía ser la única amiga cercana que Rurina-san tenía, así que hizo que me preguntara si había algo que ella podía hacer al respecto.

Mientras reflexionaba sobre Rurina-san, me di cuenta de que la profesora Aoe me estaba mirando. Hasta donde yo sabía, la profesora, que siempre tenía una expresión preocupada, ahora tenía una mirada inusualmente seria en sus ojos.

—Seto-kun, si alguna vez hay algo que te preocupe, por favor consúltame de inmediato, ¿de acuerdo?

—¿Que le consulte?

—Sí.

La profesora Aoe parecía realmente preocupada.

En un espacio pequeño y cerrado, solo nosotros dos; yo y una mujer adulta como la maestra. En ese momento, un pensamiento verdaderamente despreciable cruzó por mi mente.

—…Bueno, hay algo que me gustaría preguntarle.

La maestra Rin Aoe, siempre nerviosa e inquieta, era una belleza muy encantadora. Su traje acentuaba un gran pecho y nalgas, irradiando un encanto que no se encuentra en chicas de mi edad. Hasta ahora, había ignorado esos intereses únicamente por la razón de que «Ella es profesora y yo su estudiante», pero si no considerabas esas posiciones sociales, podría funcionar totalmente.

Y si lo piensas bien, alguien como yo, que ya había caído en el abismo de ser un bastardo mujeriego, no estaría tontamente atado por algo como «posiciones sociales». Si una mujer hermosa frente a mí pareciera que pudiera engancharse a mí, la haría hacerlo. Los principios de un bastardo mujeriego que aspiraba a ser, solo eso era suficiente.

Con ese pensamiento en mente, intencionalmente puse una expresión de angustia en mi rostro, mirando directamente a los ojos de la profesora.

—En realidad, algo me ha preocupado durante mucho tiempo…

En un tono lleno de angustia, le confesé mis problemas a la maestra: cómo siempre había estado en las sombras, ignorado por todos y luchado con las conversaciones, lo que me llevó a no tener amigos. Esto no era una mentira sino la verdad absoluta.

Al escuchar mi confesión, la expresión de la profesora cambió.

—……

—Profesora, ¿pasa algo?

—No-no es nada. De todos modos, ¿podrías contarme más sobre tus preocupaciones, Seto-kun?

—Sí, gracias. —Mientras le contaba mi historia a la maestra, observé sus reacciones.

Simpatía, empatía, responsabilidad, arrepentimiento… Curiosamente, de alguna manera podía percibir lo que la profesora estaba pensando. Aunque podría ser difícil para la profesora misma ocultar sus emociones a los demás, parecía que mis habilidades de comunicación también habían mejorado considerablemente.

—Ya veo… así que tú también tenías todo eso en tu cabeza, ¿no? —murmuró la profesora suavemente, mirando hacia abajo un poco después de que yo terminé de hablar.

«Tú también.»

Como era de esperar, la profesora estaba preocupada.

—Todo lo que has vivido… ha sido duro, ¿no es así?

Incluso la profesora había tenido dificultades similares. Conociendo esos sentimientos demasiado bien, podía entender fácilmente qué tipo de palabras estaba buscando la profesora.

—Profesora Aoe.

—¿…? ¿Qué pasa, Seto-kun?

—Usted es la única adulta que ha escuchado mis preocupaciones así.

—¿Eh? ¿A qué te refieres, Seto-kun?

—Nadie más, como usted, profesora Aoe, me ha escuchado tan seriamente… Así que, muchas gracias, de verdad.

—Oh… e-eso no es algo que la gente me suela decir muy a menudo…

Ser respetado y que dependan de ti se siente bien. Para personas con personalidades propensas a ser menospreciadas y baja autoestima, como yo y la profesora, es especialmente significativo. Todos quieren ser elogiados, reconocidos y que les digan que son especiales.

¿No es así, profesora?

—Sus clases de literatura clásica, son realmente interesantes. Los materiales son fáciles de entender y usted es muy detallada. Siempre me han gustado. Y su voz es tan clara y fácil de escuchar.

—Oh, um…

—La escritura en el pizarrón también es hermosa. ¿Practicó caligrafía o algo así?

—He-he estado haciendo caligrafía desde la primaria. …Pero, realmente, solo un poco, no es nada especial. No merece elogios ni nada.

—Vaya, tener una habilidad que ha mantenido durante tanto tiempo es asombroso. …Por cierto, ¿qué tipo de estudiante era usted cuando estaba en la primaria? Si no le importa, ¿podría contármelo?

Sin que ella lo notara, la conversación se había desplazado desde mis preocupaciones personales hasta una charla casual.

La profesora siempre había amado los libros desde la infancia. Sin embargo, mencionó que, durante sus días preuniversitarios hacia atrás, nunca había estado en una escuela que no fuera solo para chicas, estaba rodeada de mujeres y casi no tenía oportunidad de interactuar con chicos de su edad. No parecía ansiosa por hablar de sus recuerdos de esos días. Tal vez el hecho de que solo leía libros y no tenía amigos era la razón. No era buena en deportes, apenas lograba correr 50 metros. En los días libres, además de leer libros en casa, a veces visitaba tiendas de segunda mano o iba a ver películas clásicas.

En la sala de entrevistas, donde la cálida luz del día comenzaba a entrar por la ventana, me senté frente a la profesora Aoe, recopilando sutil y entusiastamente información sobre ella.

Y cuando la profesora miró el reloj en la pared, ya había pasado bastante tiempo.

—Oh, um, ya es tarde. Necesito regresar a la sala de profesores.

La profesora, que se había sumergido en nuestra conversación y descuidado sus otras tareas, se levantó de la silla con una expresión visiblemente afligida. …Sin embargo, regresar a la sala de profesores significaba dar por terminada nuestra «sesión de consultoría».

La profesora me lanzó una mirada de disculpa. Aprovechando el momento, esbocé una sonrisa positiva.

—Está bien. Después de todo, usted está ocupada, profesora.

Me aseguré de transmitir sutilmente el sentimiento de que no quería que se fuera.

—Pero… —parecía que la profesora vacilaba. Así que ofrecí una solución alternativa para asegurarme de que no se sintiera incómoda.

—Muchas gracias por hoy. Um… ¿podríamos hacer esto de nuevo alguna vez? Ya sabe, hablar así.

Al decir eso, la cara de la profesora se iluminó de repente.

—Sí-sí, por supuesto. Si estás de acuerdo que sea con una profesora, siéntete libre de hablar conmigo en cualquier momento, Seto-kun.

—Oh.

—¿…Pasa algo?

—No, nada. …Es que acabo de darme cuenta, profesora, pero tiene usted una forma muy linda de sonreír.

—…………¿Eh?

—Lo-lo siento, fue grosero de mi parte.

—……No-no, está bien.

Mientras me disculpaba por mi indiscreción, la profesora se sonrojó profundamente, luciendo tímida y avergonzada.

Si las cosas continúan así, parece que irá bastante bien.

Me levanté de la silla con marco de tubo y expresé una vez más mi gratitud a la profesora. Aun así, el enrojecimiento no se había desvanecido de su rostro.

—Oh, cierto. ¿Puedo preguntarle una última cosa? —Cuando estaba a punto de salir de la sala de entrevistas, recordé algo importante que necesitaba decirle a la profesora. Era algo crucial que debería haber mencionado al principio—. En cuanto a mí y Nobuoka-san… no es acoso ni nada por el estilo, así que por favor no se preocupe.

—¿En serio?

—Sí… um, quiero que lo sepa también usted, profesora. Nobuoka-san es sorprendentemente amable. Así que, por favor, no se asuste y sea amable con ella.

Si Rurina-san descubriera que alguien como yo dijo algo así, sin duda se pondría furiosa. Después de imaginar su cara en ese momento, me despedí de la profesora. 

 

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