Bastardo Mujeriego

Vol. 5 Capítulo 5. Elizabeth vulnerable después del baño

—…¡Fuu!

Una pelota amarilla lanzada al aire hacia el cielo azul fue golpeada por una raqueta, produciendo un sonido satisfactorio. Al mismo tiempo, un saque con una velocidad inesperada para provenir de los brazos delgados de una chica voló hacia el otro lado de la red.

—¡Uwah! ¡Nana, no puedo alcanzar eso! ¡Deberías controlarte un poco más!

Nana Hino, quien acababa de realizar el saque, ignoró las protestas de Yumi Saito y sacó una segunda pelota del bolsillo de su falda, dejándola rebotar en la cancha dura.

—……¡Vaya, parece que vas en serio…! —Yumi, con una expresión determinada, colocó su raqueta en el centro de su cuerpo, bajó la cadera y ajustó su centro de gravedad.

—…¡Fuu!

—¡No me subestimes!

Cuando Yumi devolvió el segundo saque de Nana, comenzó un rally[1].

Aunque normalmente eran despreocupadas, durante el entrenamiento se tomaban las cosas en serio.

La asesora del club, Sarah, observaba con satisfacción a las estudiantes de segundo año, incluyendo a estas dos, y también daba instrucciones personalmente a las principiantes de primer año. Su forma de enseñar era meticulosa, y era fácil entender por qué las estudiantes la admiraban.

Aunque en la escuela siempre llevaba traje, ahora vestía ropa de tenis al igual que las miembros del club. No era necesario que usara algo tan formal —hasta un chándal serviría— pero Sarah tenía un lado sorprendentemente deportivo.

Su cabello rubio natural, recogido en una cola de caballo, y su piel blanca la hacían parecer una princesa de algún lugar. Incluso si apareciera en una película extranjera como actriz, nadie encontraría extraña su presencia. Su apariencia en falda de tenis, combinada con el alto nivel de belleza de las miembros del club, hacía pensar que, si se grabara un video y se subiera a internet, podría generar grandes ganancias.

Mientras tanto, Eliza estaba usando una de las canchas para jugar un partido contra una estudiante de primer año con cabello en bob corto. Su oponente era Mai, una chica con experiencia en tenis desde la secundaria. Mai, quien se tomaba en serio los entrenamientos, era considerada una futura pieza clave del equipo.

—¿……? —Mientras jugaba contra Mai, Eliza sintió una ligera incomodidad. Le pareció que la expresión de Mai estaba más sombría de lo habitual, y esto se hacía más evidente cuando devolvía los golpes de Eliza.

Sin embargo, aquello no fue más que una leve sensación de incomodidad, y Elizabeth no consideró necesario interrumpir el juego para interrogar a Mai al respecto.

Pero entonces…

—Perdón, ¿me das un momento, Eliza-san?

El partido entre Eliza y Mai fue interrumpido por Seto. Desde el borde de la cancha, él llamó a la chica medio japonesa, pero en lugar de dirigirse a ella, se acercó directamente a Mai. Seto le dijo algo, aunque Eliza no pudo escuchar los detalles de la conversación. Solo captó fragmentos de la voz tensa de Mai diciendo frases como «No es nada» o «Senpai, no te preocupes por esto».

Sin embargo, al final, Seto tomó a Mai del brazo izquierdo y, sin darle opción, la sacó de la cancha. Luego, la llevó hasta donde estaba Sarah. Mientras Eliza observaba la situación desde la distancia, vio cómo Mai comenzó a llorar frente a la entrenadora.

Al parecer, Mai había estado sufriendo una lesión en el codo derecho desde antes del campamento. Ni Sarah, ni siquiera Eliza, que había jugado contra ella, se habían dado cuenta. Solo Seto, quien estaba fuera de la cancha, notó algo extraño.

*

—…Ah.

—Eliza-san.

Mientras caminaba de un lado a otro frente a la habitación de Mai con la raqueta en la mano, la puerta se abrió y Seto salió de la habitación. Eliza inmediatamente intentó preguntarle por el estado de la lesión de Mai.

—Seto-kun… esto… bueno…

—Si preguntas por Sasaki-san, estará bien. —Seto comprendió al instante la razón por la que Eliza estaba allí. Con unas palabras tranquilizadoras, comenzó a explicarle la situación de Mai—. Le duele el codo derecho, pero más que una lesión, parece un caso de sobreesfuerzo. Dijo que incluso durante las vacaciones de verano, cuando no había entrenamientos, seguía practicando por su cuenta.

—Ya veo… —La expresión de Eliza, normalmente radiante, se ensombreció visiblemente.

—Claro, hay que esperar a que la revise un médico para estar seguros. —Diciendo esto, Seto miró hacia la puerta que tenía a sus espaldas—. Salí porque pensé que lo mejor sería dejarla descansar un poco.

—…Lo siento.

—¿Por qué te disculpas, Eliza-san?

—Porque Mai no se sentía bien y yo no lo noté en absoluto.

—No podías saberlo.

—¡Sí podía haberlo sabido! —Eliza levantó la voz sin querer, pero, por supuesto, sabía que no tenía sentido descargar su frustración con Seto.

Después de un momento, cuando logró calmar su respiración, le habló en voz baja.

—…Gracias, Seto-kun.

—No hay de qué.

En lugar de consolarla, Seto le respondió con una suave sonrisa. Eliza le devolvió la sonrisa y finalmente expresó la preocupación que llevaba sintiendo desde hace rato.

—¿Crees que Mai se irá a casa?

—¿A mitad del campamento? Hmm… No lo sé.

—Después de todo, tiene que ir al médico, ¿no?

—Bueno, sí, pero… —Seto entonces le explicó a Eliza que Mai misma había dicho que no quería irse—. Es su primer campamento de verano, así que quiere esforzarse hasta el final.

—Pero…

Eliza comprendía los sentimientos de Mai. Sin embargo, que Sarah lo permitiera era otro asunto. De todos modos, si Mai no podía participar en los entrenamientos, quedarse no tendría mucho sentido. Pero Seto rechazó ese pensamiento.

—Por ejemplo, si ella ayudara con el trabajo de mánager dentro de sus límites, no sería un problema, ¿verdad? Tal vez la profesora Sarah, es decir, tu hermana, lo permitiría.

—Oh… Tienes razón.

Al escuchar esa sugerencia, Eliza lo miró como si acabara de darse cuenta de algo obvio. Seto, algo avergonzado, agregó:

—Claro, no sé si Sasaki-san lo aceptaría. Pero entiendo lo que siente… Ser el único que se queda fuera del grupo se siente muy triste y solitario.

—Seto-kun…

—Lo siento, terminé diciendo algo vergonzoso, ¿verdad?

Seto sonrió con timidez, pero Eliza no pensó que lo que había dicho fuera vergonzoso en absoluto. Y, al mismo tiempo, aquel chico que siempre le había parecido algo inseguro, de repente se le antojó sorprendentemente varonil.

—Yo me encargaré de vigilar a Sasaki-san. También hablaré con la profesora Sarah más tarde. Así que, Eliza-san, tú vuelve a tu entrenamiento.

—…¿Estás seguro?

—Claro que sí. Mi trabajo es apoyar a todos, después de todo. Y, aunque sea apenas, sigo siendo el senpai de Sasaki.

Seto se irguió con orgullo al decir eso. Frente a él, Eliza murmuró en voz baja:

—Seto-kun, eres genial.

—¿Eh?

—¡Entonces volveré a la cancha! ¡Cuento contigo para cuidar de Mai! —De repente, Elizabeth se dio la vuelta y, con un rápido giro de su falda, echó a correr.

Un rato después, desde el otro lado de la puerta, se oyó una voz débil.

—¿Seto-senpai…?

—¿Sasaki-san?

—¿Todavía estás ahí…?

—Sí, sigo aquí. Si no te molesta… ¿puedo entrar? Me gustaría hablar contigo un momento.

Hubo una pequeña pausa antes de que una tímida respuesta afirmativa llegara desde el interior.

Tras escucharla, Seto abrió la puerta y entró en la habitación. Tal como le había prometido a Eliza, hizo todo lo posible por consolar a su kohai herida.

Y, como resultado de aquella conversación, el número de chicas en el club de tenis con las que Seto mantenía una relación física aumentó en una.

*

El campamento de verano del equipo de tenis femenino llegó a su segunda noche. Hasta el momento, no había habido otros huéspedes en la casa de retiro, lo que significaba que tenían todas las instalaciones solo para ellas.

Después de terminar el entrenamiento y cenar juntas en el comedor, llegó el momento que todas esperaban con ansias: la hora del baño.

—¡Tomoko, Hitomi, vamos rápido!

—Sí, sí. No hace falta que grites tanto, te hemos oído.

Cuando las estudiantes de primer año que ya habían terminado de bañarse vinieron a buscarlas, Eliza, con su set de baño en brazos, estuvo a punto de salir corriendo de la habitación. Gracias al apoyo de Seto, parecía que había logrado dejar atrás lo ocurrido durante el día.

Mientras se dirigían a los baños, las estudiantes de segundo año se unieron al grupo.

Todas conversaban animadamente mientras se desvestían, quedando solo en ropa interior. Después de un día de actividad intensa, la mayoría de ellas usaban sujetadores y pantaletas deportivas por comodidad. Aun así, los colores y diseños revelaban los gustos y preferencias de cada una.

—Uf, justo donde me golpeó la pelota me salió un moretón… Esto es lo peor…

—¿Eh? ¿Dónde está el moretón? No lo veo.

—Mira aquí. Justo aquí. Debajo de mis tetas.

—¿Eh? ¿Aquí? ¿Este lugar?

—Oye, no, no aproveches para tocarme.

—Oh no~, olvidé mi secador. Oye, Eliza, ¿me prestas el tuyo después?

Sí, claro~.

El espectáculo de jóvenes saludables y llenas de vitalidad cambiándose de ropa en fila era verdaderamente impresionante. Aquí no existía ningún «intruso» aparte de ellas. Por eso, sin preocupaciones y con gestos naturales, se despojaron de su ropa interior y quedaron desnudas.

—¿Mañana saldremos a correr temprano? ¿Tal vez Seto-kun también correrá con nosotros?

—Ajajá, eso sería divertido. En esa competencia, tal vez podríamos ganarle~.

—Mejor no. Si lo hacemos, él nos hará pagarlo después, seguro. Ah, ya veo, ¿será que a lo mejor quieres que te lo haga pagar?

—Oigan, ¿de qué están hablando?

—Ah, no, no es nada. Algo que Eliza no sabe.

Eliza no entendía de qué estaban hablando las demás. Así que preguntó con sinceridad, pero desviaron su pregunta.

¿……? ¿Qué es eso que yo no sé?

Por supuesto, se trataba del hecho de que todas las chicas allí presentes, excepto Eliza, se habían convertido en «agujeros» para Seto.

Todas las chicas del club de tenis que estaban desnudas allí, excepto Eliza, habían experimentado el pene de Seto dentro de sus vaginas. Aya, la capitana que parecía tomarse el campamento en serio; Hitomi, con su apariencia inocente que parecía no saber nada de hombres; y Tomoko, con sus marcas de bronceado, todas habían sido penetradas y él había eyaculado dentro de su interior.

Shinji Seto, ese chico que parecía ser el blanco perfecto para ser intimidado por parte de los chicos de mayor estatus en la clase, en realidad llevaba una vida secreta de desinhibida, teniendo sexo a veces individual y a veces en grupo estilo harén con estas hermosas chicas.

Lo que la inocente Eliza no sabía era que en ese vestuario se concentraba un aroma femenino tan intenso que podría marear a cualquiera. Un olor tan denso y sensual que, si un chico de primaria lo inhalara, su pene se pondría completamente erecto y eyacularía sin siquiera tocarse.

Frizcop: Bro :v

Es natural que las chicas cambien después de conocer a un hombre. Habiendo sido llevadas al clímax una y otra vez por la polla insaciable de Seto, y habiendo grabado el placer del sexo en lo más profundo de sus mentes y cuerpos, era inevitable que emanaran feromonas femeninas desde lo más íntimo de su ser.

Las chicas se movieron al área de lavado y comenzaron a lavar su cabello y sus cuerpos. Incluso en la forma en que se limpiaban meticulosamente cada rincón de sí mismas, había una diferencia clara entre antes y después de conocer a un hombre. Aunque no lo decían abiertamente, en algún lugar de sus corazones, todas excepto Eliza esperaban que Seto las visitara por la noche.

Entre todas sus muchas amantes, querían que él les dijera que eran las más lindas y obtener más oportunidades de estar con él. En el fondo, todas pensaban lo mismo.

Sin embargo, la despreocupada Eliza, completamente ajena a todo esto, mientras hacía espuma con el gel de baño sobre su piel blanca y fresca, libre de manchas y arrugas, abrió la boca.

—Ah, por cierto, hablando de Seto-kun, estuvo muy genial antes.

—¿Eh, Eliza? ¿De qué estás hablando de repente?

Eliza contó cómo Seto había negociado con Sarah para que Mai, quien se había lesionado, pudiera quedarse en el campamento como mánager.

—Cuando Seto-kun le dijo, incluso mi hermana mayor lo entendió. Mai también se sintió mejor, y eso me alivió.

—Oh~, ya veo.

Mientras Eliza hablaba sonriendo, sus amigas asentían con normalidad. Sin embargo, todas se daban cuenta de que esa linda kohai, que había sido consolada por ese mujeriego durante horas a solas, probablemente también había caído bajo el hechizo de su polla, al igual que ellas.

¿En serio? ¿Ahora también se mete con Mai? Esto merece una buena reprimenda después… Si tenía ganas, podría habérmelo dicho a mí.

Pensé que Seto vendría a mí primero…

Apuesto a que Mai se sintió increíble con su polla… Ah, incluso las de primer año, ¿todas nos convertiremos en las mujeres de Seto-kun?

Mientras resignadas aceptaban que el monstruo sexual de Seto había devorado a otra chica, todas sentían un cosquilleo en lo más profundo de su vientre. Pensaron en encontrar un momento para estar a solas con él más tarde, o enviarle discretas fotos provocativas a su cuenta para llamar su atención.

Y además, todas compartían un pensamiento en común:

Esto… ¿no será peligroso para Eliza también?

Quiero decir, Seto-kun definitivamente la está buscando… A él le encanta corromper a chicas que parecen no saber nada, como ella… Incluso mi cuerpo también fue corrompido por Seto-kun.

¿No solo Eliza, sino también la profesora Sarah? Wow, ¿no es eso demasiado? ¿Qué tan pervertido puede ser?

Las demás, aparte de Eliza, gradualmente hablaban menos y, en cambio, se sumergían en sus propias fantasías lujuriosas. La imaginación de que todas las chicas del equipo de tenis, incluyéndose a sí mismas, fueran tratadas como simples agujeros convenientes para Seto, aceleraba aún más el cosquilleo en sus cuerpos. Si no hubiera nadie más alrededor, no había duda de que todas habrían comenzado a masturbarse de inmediato.

—Eliza, no deberías acercarte demasiado a Seto-kun. Es peligroso, ¿sabes?

La frase que una de ellas pronunció era una verdad indiscutible y una advertencia para evitar que Eliza se uniera a «este lado».

—¿Por qué dices eso?

Sin embargo, Eliza, que desconocía la verdadera naturaleza del chico, puso una cara visiblemente triste. Ante esa expresión, sus compañeras de equipo no pudieron decir nada más. Incluso si Eliza caía bajo su hechizo, al final, ellas ya eran sus «mujeres» y eran felices, así que no sería algo tan malo, pensaron.

Después, Eliza se bañó con las demás, lavándose la suciedad y el sudor acumulados durante el entrenamiento del día, y calentándose hasta el fondo de su ser.

Varios minutos después, Eliza salió del baño con una sonrisa radiante.

Su cabello rubio natural, húmedo y brillante, y su piel blanca enrojecida por el calor, emanaban un encanto saludable como nunca antes.

—Uuf, me siento tan fresca~. El baño era bonito y espacioso.

Cuando se supo que esta chica no asistiría al viaje escolar, muchos chicos se lamentaron. Era porque se dieron cuenta de que habían perdido la oportunidad de grabar esta imagen en sus mentes, aprovechando la suerte de estar en el mismo año que ella. Para los chicos adolescentes, eso era una desesperación insoportable.

Incluso si lo que llevaba puesto después del baño era el uniforme deportivo poco atractivo de la escuela, esos chicos seguramente se habrían emocionado. De hecho, el hecho de que llevara el uniforme deportivo les hacía sentir que Eliza no era una celebridad inalcanzable como las que están detrás de una pantalla, sino alguien cercana a ellos.

—¿Seto-kun, estás ahí?

Después de terminar de bañarse, Eliza llegó a la puerta de la habitación de Seto, separada de la habitación de las chicas, y llamó a la puerta.

—¿Eh? ¿No estará aquí…?

Pero Seto no salía. Justo cuando Eliza inclinó la cabeza confundida, finalmente la puerta se abrió.

—Lo siento, Eliza. No me di cuenta de que estabas aquí.

—No, no hay problema. ¿Estabas durmiendo?

—No, no es eso. Estaba ocupado con algo más.

Cuando Seto usó una expresión vaga, Eliza, sin parecer sospechar nada, respondió: «Ah, ya veo».

¿Estaría haciendo la tarea de las vacaciones de verano? Seto-kun parece muy responsable.

Eliza, quien era pura en el buen sentido de la palabra y no sabía desconfiar de los demás, se convenció a sí misma con ese pensamiento.

Sin embargo, por supuesto, lo que Seto estaba haciendo en ese momento no tenía nada que ver con los estudios escolares. Si alguien hubiera abierto la puerta detrás de él, se habría encontrado con una escena sorprendente.

—¿Necesitas algo, Eliza-san?

—No, nada en especial. Solo quería charlar contigo, Seto-kun.

Eliza, inconsciente de las implicaciones románticas, dijo eso con una sonrisa radiante.

Normalmente, si una chica tan hermosa como ella le dijera algo así a un chico, sería fácil que él malinterpretara sus intenciones. Después de todo, frente al cuerpo lleno de vitalidad y atractivo saludable de Eliza, era imposible que un chico no se sintiera estimulado sexualmente. Incluso en la vida escolar cotidiana, cuando Eliza hablaba con los chicos de su clase, sus miradas se dirigían inevitablemente a su pecho, que tensaba los botones de su blusa, o a sus muslos blancos y deslumbrantes que sobresalían de su falda. Era algo tan cotidiano que Eliza llegó a malinterpretarlo como algo «normal en los chicos».

Sin embargo, en ese momento, Seto la miraba directamente a los ojos. Siempre era así cuando hablaba con ella. Eso le daba a Eliza una impresión de caballerosidad.

Con Seto-kun es muy fácil hablar… No es que sea especialmente bueno conversando, pero siento que realmente piensa en mí. ¿Por qué me siento así?

De esta manera, el hecho de que Seto fuera tan discreto que no despertaba desconfianza en las chicas también era una especie de talento suyo.

Que Seto mirara a Eliza a los ojos mientras hablaba con ella no significaba que no estuviera interesado en su cuerpo. Tampoco era una actuación para ocultar sus intenciones impuras. Seto sentía un interés extremadamente fuerte por todo lo que era Eliza, y precisamente porque deseaba hacerla suya de corazón, se acercaba a ella con una actitud tan refrescante que resultaba casi desconcertante. ¿No era eso realmente perverso?

Sin embargo, estaba claro por los ejemplos anteriores lo que Seto le hacía a cualquier chica que bajara la guardia con él, aunque fuera un poco.

Sin saber nada de esto, Eliza se sentó frente a la habitación de Seto y continuó charlando con él.

—Ah~, no sé qué hacer con la tarea de las vacaciones de verano. Todavía me queda mucho por hacer…

—¿Eh? Pensé que ya la habrías terminado.

—¿Por qué pensarías eso?

—Bueno, porque eres la hermana de la profesora, ¿no? Viven juntas en el mismo apartamento, ¿verdad?

—Eso no tiene nada que ver. Mi hermana nunca me ayuda con la tarea… Y aunque lo hiciera, seguro que sería muy estricta.

—Jajajá.

—No es gracioso… Haa. —Con un suspiro de desánimo, Eliza, vestida con su ropa de entrenamiento, se recostó contra la pared junto a la ventana del pasillo.

Afuera ya estaba completamente oscuro y todo era muy tranquilo. Sin embargo, el corazón de Eliza estaba emocionado.

Estos momentos de charlas triviales con un compañero de clase durante la noche del campamento eran exactamente las páginas de la juventud que ella había imaginado. Como no pudo participar en el viaje escolar, estaba feliz de poder disfrutar de esta situación especial durante el campamento.

—Oye, Seto-kun. Después de esto, tenemos planes de comer dulces y jugar juegos con todas. Claro, es un secreto para mi hermana… ¿Te gustaría unirte? —Eliza invitó a Seto porque, en el fondo, tenía una leve preocupación de que él pudiera estar siendo excluido por los demás. Ella, siendo directa y de buen corazón, pensó que si todos conocieran el lado confiable y considerado de Seto, seguramente llegarían a quererlo.

Sin embargo, Seto no aceptó su propuesta.

—No puedo…

—…¿Acaso… no quieres?

—No, no es eso.

—…Ah, ya sé, es que te da vergüenza, ¿verdad? Porque solo hay chicas aparte de ti. Lo sé, a los chicos les da vergüenza ese tipo de cosas.

—Tampoco es eso.

Seto no pudo evitar sonreír con ternura al ver a Eliza, con su cuerpo tan desarrollado, diciendo cosas como una niña pequeña. Al ver la expresión de Seto, Eliza hinchó las mejillas.

—Vamos. No entiendo si no eres claro.

—Ajajá, lo siento. Pero, ¿qué tal si seguimos charlando aquí un rato más? —Seto rechazó la propuesta de Eliza, pero con un movimiento natural, se recostó contra la pared junto a ella. La distancia entre ellos ahora era de menos de treinta centímetros. La forma en que cerró la distancia fue tan sutil que Eliza perdió la oportunidad de alejarse.

Es más, en lo profundo del pecho de Eliza, su corazón dio un salto.

—De-de acuerdo…

Seto, quien había perfeccionado sus movimientos de mujeriego incluso en situaciones no sexuales, continuó con una conversación trivial con Eliza en el tranquilo pasillo de la noche.

—Oye, Seto-kun, ¿quieres jugar shiritori [2] conmigo?

—Eso es repentino… …Bueno, está bien. Juguemos.

—Entonces, «ringo» (manzana).

—«Gorira» (gorila).

—«Rai»… no, «rakkasei» (cacahuate).

En este alojamiento del campamento, aparte de él, el depredador, solo había chicas que eran presas. Irónicamente, esa confianza le daba a Seto una calma que, a su vez, transmitía a Eliza una extraña sensación de seguridad y comodidad.




[1] En tenis, un rally es un intercambio de golpes entre los jugadores después del saque, sin que se cometa un error o se haga un punto inmediato. Puede durar pocos o muchos golpes, dependiendo de la habilidad y estrategia de los jugadores, y termina cuando la pelota no se devuelve correctamente.

[2] Shiritori es un juego de palabras japonés en el que los jugadores deben encadenar palabras siguiendo una regla específica: cada nueva palabra debe comenzar con la última sílaba (o carácter kana) de la palabra anterior. En este caso, りんご (ringo, «manzana»), ごりら (gorira, «gorila»), らっかせい (rakkasei, «cacahuate»). Si lo pensamos, nuestra versión sería Palabras Encadenadas.


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