¡Supervivencia en Otro Mundo con mi Ama!

Capítulo 195. En el Vehículo

Saqué de mi inventario el número necesario de tablas aéreas para las tropas que se dirigían al castillo, y luego nos dividimos en grupos y partimos hacia nuestro destino.

En la tabla aérea que yo pilotaba iban Sylphy, Melty, la Srta. Zamir e Isla, a quien recogimos antes de abordar en Merinesburg. También estaban Ellen y la hermana Amalie-san. Los demás miembros del Reino Sagrado iban en otras tablas aéreas. Gustav, el capitán de la guardia, caminaba junto a Sir Leonard hacia Merinesburg.

—Aun así, me sorprendió, —dijo Ellen de pronto con voz inexpresiva, justo cuando la tabla aérea comenzó a moverse luego de que todos nos subiéramos—. Para ser honesta, pensé que esa cantidad era demasiada para ustedes.

¿Eh? ¿No está mal que hable como si estuviera preocupada por nosotros y no por el ejército del Reino Sagrado… estando Amalie-san presente?

—Eso no fue nada comparado con el poder que Kosuke nos ha dado. O más bien, ¿está bien decirlo así?

—Sí. Ya no tiene sentido seguir ocultándolo, —respondió Ellen.

Eché un vistazo al retrovisor y vi a Ellen asentir con una expresión completamente apática. A su lado, Amalie-san se notaba nerviosa, incapaz de comprender lo que estaba pasando. De hecho, ya me había lanzado varias miradas por el espejo.

Y claro, después de todo, Amalie-san ha estado cuidando de mí por mucho tiempo, y ahora me ve aquí, junto al Ejército de Liberación, tratado casi como alguien cercano a Sylphy, su líder. Durante la reunión, me había lanzado varias miradas… o mejor dicho, me observaba con una mezcla de sorpresa y desconcierto.

—U-um, Eleonora-sama… ¿Qué ha pasado exactamente aquí?

—En realidad, he estado en contacto con el Ejército de Liberación.

—¿Eh?

—La escritura que te presenté fue traída por Kosuke. Pero él ya era parte del Ejército de Liberación. Y después, mantuve comunicación con ellos a través de los limos que se escondían en el castillo real.

Amalie-san palideció tanto que parecía a punto de desmayarse en cualquier momento. Y no la culpo. Enterarse de que la santa a la que sirve estaba aliada con el enemigo, el Ejército de Liberación, debe haber sido una experiencia traumática para ella, siendo una fiel devota de la religión de Adel y una ciudadana ejemplar del Reino Sagrado.

—Por cierto, —añadió Ellen—, la razón por la que apoyo al Ejército de Liberación… o más bien, a Kosuke, es porque fue una orden divina. Creo que ya se lo conté a él también.

—E-entonces… ¿también participó en la conspiración para eliminar al Comandante Barth y los demás…?

—No fue mi intención. Aunque sí… los provoqué un poco.

¿Los provocó…?

—Como resultado, fueron convocados a la muerte. Fue un incidente muy… ejem, trágico.

Si vas a mentirle, al menos hazlo bien, ¿no? En serio, Ellen… eres tan oscura. ¿No podrías actuar un poco más como una santa de verdad? Mira a Amalie-san, parece que le va a dar un infarto.

—¿Y esa se supone que es una santa…? Adel debe de estar ciego o algo así, —murmuró Sylphy, mirando a Ellen con seriedad.

El gran ojo de Isla, sentada junto a Sylphy, también reflejaba una expresión grave. Melty, por otro lado, tenía una leve sonrisa. Ah, creo que ella y Ellen podrían ser almas gemelas. Sí, seguro que sí.

—Cuando una organización tiene solo unos pocos miles de personas, es posible mantener cierta armonía. Pero cuando se trata de cientos de miles, o incluso millones, entran en juego las facciones, los intereses, la codicia personal y las alianzas… y la armonía se vuelve imposible.

—Es lamentable, ¿verdad? Por eso hay personas que ni siquiera consideran a los suyos como parte de los suyos…

Melty e Isla abrieron la boca justo cuando Sylphy, con un suspiro y un leve movimiento de cabeza, manifestaba su pesar.

—Lo mismo sucede entre las razas semihumanas. Se dice que cuando se juntan tres personas, ya se forma una facción.

—Hmm. Mi maestro también solía decir que ese tipo de cosas le causaban muchos dolores de cabeza.

La repentina defensa de Ellen por parte de Melty e Isla dejó a Sylphy con cara de haber sido traicionada. Al ver su reacción, Ellen esbozó una sonrisa particularmente amable.

—Desde hace un tiempo vengo pensando que la Bruja del Bosque Negro, a pesar de su espeluznante apodo, tiene un corazón bastante simple.

—…Deja de mirarme con esa expresión incómoda, como si estuvieras viendo a un bebé.

Tal vez dándose cuenta de que la situación no le favorecía, Sylphy solo dijo eso y luego guardó silencio, con una expresión vacía en el rostro.

¿Te preguntas si está bien que mire hacia atrás mientras conduzco? No hay problema. Tengo desplegada una barrera amortiguadora de Isla. Incluso si llegáramos a chocar con algo, el impacto sería suave, así que en realidad es bastante seguro. Además, tiene la útil función de bloquear proyectiles y hechizos que vengan volando hacia nosotros.

—Um… Eleonora-sama.

—¿Sí? ¿Qué sucede?

—Sobre esa orden divina… ¿de qué se trata exactamente?

—Ah, claro. Ya no tiene sentido seguir ocultándola a estas alturas. Dios dijo: «Enfrentarás la muerte dondequiera que vayas. Pero más allá de ella te espera tu destino. Debes vivir con ese destino». Y ese cerdo con peluca de…

—Por favor, Santa-sama, modere su lenguaje.

—…Ejem. Fui casi asesinada por los hombres del antiguo arzobispo. Consideré eso como el encuentro con la muerte del que hablaba la profecía. Y vi a Kosuke, quien me salvó en aquel momento, como la encarnación de mi destino. Actué en consecuencia, y así hemos llegado hasta aquí. Como no he perdido ni mi luz divina ni la capacidad de discernir la verdad, creo que mi interpretación fue acertada.

Ellen, tras aclararse la garganta en respuesta a mi protesta, le contó a Amalie-san el contenido de la profecía, la misma que ya me había revelado antes. Yo había asumido que ya se la había compartido en algún momento, pero parece que no era el caso.

Por lo visto, ni siquiera Sylphy y las demás conocían los detalles de esa revelación, y mostraban bastante interés. Especialmente Isla.

—Interesante. Eso coincide con las leyendas de los elfos del Bosque Negro sobre la llegada de Kosuke a este mundo. Según ellas, fue un espíritu quien lo trajo aquí. Sin embargo, una entidad que se cree que es Adel unió a la santa y a Kosuke mediante una profecía. Adel es el único dios, tanto según las enseñanzas actuales como las antiguas. Y aun así, entregó una profecía que parece reconocer la existencia de Kosuke, quien fue convocado por los espíritus adorados por los elfos… El poder de Kosuke se aproxima al de un milagro… —Isla comenzó a murmurar a gran velocidad, como de costumbre. Aunque, bueno, nunca se detiene cuando algo la interesa.

—Por eso creo que mis acciones están alineadas con la voluntad de Dios. De hecho, me alegra ver que se ha encontrado una escritura con las enseñanzas correctas, mientras que la doctrina actual se ha desviado del camino. Estoy segura de que Dios está irritado con la corrupción que reina hoy en la religión de Adel y en la alta jerarquía del Reino Sagrado.

—¿E-eso cree…?

Amalie-san temblaba, con el rostro pálido como la cera. Ellen no duda ni un instante de que sus acciones son correctas mientras no pierda su poder divino. Y como resultado, tampoco muestra ningún remordimiento por la pérdida de casi dos mil vidas. El poder de la fe es… increíble. Y un poco aterrador.

—Nosotros también hemos leído lo que llaman las antiguas enseñanzas de la religión de Adel. En nuestra opinión, ese contenido sería aceptable en el Reino de Merinard. Al menos, no hay intención de censurarlo activamente.

—Ya veo…

Las palabras de Amalie-san habían perdido toda su fuerza. Si yo estuviera en su lugar, tendría el estómago hecho un nudo. Luego le daré una poción de vida para que se recupere.

Mientras seguía conduciendo el aerodeslizador, por fin comenzamos a ver nuestro destino.

—¡Ya casi llegamos!

Anuncié a los pasajeros del asiento trasero, quienes permanecían en un ambiente tenso, mientras avanzaba lentamente hacia el castillo.

Habían pasado más de veinte años desde que Sylphy dejó ese lugar. Y ahora, después de tanto tiempo, por fin estaba cruzando de nuevo el umbral de la casa de sus padres.


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