¡Supervivencia en Otro Mundo con mi Ama!
Capítulo 205. Cómo Usar la Petición: En el Caso de la Segunda Hija
—……
—……
Si hubiera sido una mirada adormilada, quizá podría haberme escabullido en silencio, pero no: sus ojos estaban bien abiertos. Qué buena dormilona eres, ¿eh?
¿Qué hago ahora? ¿Qué debo hacer? ¡Piensa, piensa, Kosuke! Está bien, por suerte tengo bloques de muro de piedra en mi acceso rápido, gracias al campo de prisioneros de guerra que construí hace poco. Si percibo peligro, puedo defenderme de inmediato. ¡Sí, eso haré aquí…!
—……
—……
¡Kosuke espera a ver qué ocurre!
—……
—…¡Di algo!
—Es que pensaba que tenía usted un rostro bastante dotado de hermosura al dormir.
¿Y ese tono tan formal? Se supone que tu estilo es no tratar a la realeza como realeza, ¿no?
—¿Y ahora vienes a hablarme de estilos tú…?
Ifrita, sin prestar mucha atención a lo que dije, se incorporó y soltó un pequeño bostezo. ¿Y esa es la compostura de una princesa o de una dama? ¿Bostezar así delante de los demás?
—¿Y bien? ¿Qué? ¿Viniste a violarme como a Sylphy, Melty y tantas otras?
—No, simplemente no entiendo a la gente que decide usar un chándal rojo como ropa de diario.
—No sé qué significa eso, pero sé que me estás ridiculizando.
Nos sentamos frente a frente a la mesa. Ignorando su mirada gélida, me acomodé en el asiento. Bueno, ¿y ahora qué hago? Por lo menos su reacción fue más conciliadora de lo que esperaba.
—Entonces, ¿cómo era? ¿Que iba a violarte, dices? No, no lo creo. Por muchas razones.
—¿Qué quieres decir con «por muchas razones»?
—Para empezar, no creo tener el valor de tocar a una mujer por iniciativa propia. Mucho menos a una que está dormida.
—Eso no es algo que necesites anunciar.
—Quiero despejar un malentendido. Yo no soy quien se las come. Más bien, soy yo quien termina siendo devorado.
—¿De-devorado…?
No sé si notó la seriedad en mi mirada, pero Ifrita me lanzó una mirada de disculpa mientras se echaba un poco hacia atrás. Se podría decir que aproveché la oportunidad cuando me la pusieron enfrente, o que simplemente me vi arrastrado por los sentimientos que me dirigieron de lleno. Pero creo justo decir que, desde que empezó nuestra relación, he sido yo la presa cada noche.
—Le conté a Poizo unas cosas, y ella me dijo que sería bueno que viniera aquí. Terminé mis tareas y vine a ver de qué se trataba, pero no había nadie. Al entrar, me senté en el sofá y te encontré dormida. Tu rostro al dormir era tan tierno que me quedé mirándote sin querer. Pero eso no cambia el hecho de que lo hice sin tu permiso. Perdón por eso.
—Así que te disculpas de frente, ¿eh?
—Si sientes que hice algo mal, lo admitiré y me disculparé. Además, el otro día me excedí con mis palabras. No me retracto de lo que dije, pero sí creo que podría haberlo expresado mejor. Lo lamento. —Diciendo esto, incliné la cabeza una vez más.
—…Ya veo.
Ifrita bajó la mirada y habló en voz baja. ¿Qué demonios? Se veía bastante dócil, ¿no? Me pregunté si acaso no se sentía bien a menos que llevara puesto el ahora tan suyo chándal rojo.
—Ah… ¿qué pasa? Verás, te debo dos cosas: una por haberte mirado dormir y otra por lo que dije de más.
—…¿Y?
—Voy a hacerte un favor o dos, en la medida de mis posibilidades. Esa será mi manera de disculparme.
No era agradable ver a esa chica consumirse así al sol. Fue por ese sentimiento que las palabras salieron de mi boca.
—…¿Que me harás dos favores, dices?
—Sí. Si te gustó la comida de la última vez, volveré a preparártela. También puedo hacer adornos hermosos, ropa, espadas, lanzas, armaduras o cualquier otra cosa que quieras. Aunque quizá una espada o una lanza para una chica sea demasiado.
—¿Estás dispuesto a hacer todo lo que esté en tu poder?
—Mientras pueda, sí. Pero nada de pedirme ir llevarte a luchar contra el Reino Sagrado, exterminar a toda su gente ni morir en el acto ni nada por el estilo. Mantengámoslo dentro de los límites del sentido común.
—En ese caso…
¡Ifrita pronunció las palabras más extrañas!
—…¿Perdón?
Quise repetir lo que acababa de oírle decir hacía apenas diez segundos. No, espera, ¡no te precipites!
☆★☆
—…Kosuke.
—Sí.
—¿Qué significa esto?
—Eh… para ser sincero, yo tampoco entiendo muy bien lo que está pasando, ¿sabes?
—No mientes, pero tampoco dices la verdad.
¡La Santa de la Verdad!
—De acuerdo, hablaré con precisión. Puedo explicar cómo sucedió, pero no sé por qué sucedió. Ella tampoco quiso hablar conmigo.
Sylphy y Ellen me miraban con una fría severidad. Más allá de sus miradas, ambas veían a Ifrita recostada sobre mis piernas, devolviéndoles la mirada con total calma. Sí, estaba usando mi regazo como almohada.
—Entonces dime cómo pasó. Y si cometes algún error… lo entiendes, ¿verdad?
Sylphy lanzó una mirada a Ellen. Y Ellen, dirigida por la señal de Sylphy, me sostuvo la vista con sus ojos rojos como el jade. Bajo esa mirada quedé expuesto, y aunque intentara mentir, me descubriría igual que antes.
—Después de terminar mi tarea en el patio, Poizo me dijo que viniera aquí, que me esperaba algo bueno. Entonces vi a esta chica dormida en el sofá. Me quedé observando su rostro dormido, pensando en lo linda que se veía, y en ese momento despertó.
—Te dije que me llamaras por mi nombre, no «esta chica».
La princesa, que seguía sobre mi regazo, me corrigió.
—…Pensé que era de mala educación mirar el rostro dormido de Ifrita sin su permiso, así que me disculpé. También le pedí perdón por el modo en que le hablé el otro día, independientemente de lo que hubiéramos discutido. Como Ifrita seguía viéndose deprimida, le dije que cumpliría con dos favores, uno por cada disculpa. Es decir, dos veces, en la medida de mis posibilidades.
Sylphy y Ellen entrecerraron los ojos. ¡Hyiee…! Perdón por ser tan descuidado, por favor perdónenme.
—Ifrita lo oyó y dijo: «Se mío». No entendí por qué dijo eso, pero le respondí que ya era de Sylphy y que no podía hacer eso. Le dije que ahora no podía ser solo de Ifrita.
—…Fumu. —La mirada fría y afilada de Sylphy se suavizó. Bien.
—Pero Ifrita contestó: «Dijiste que harías lo que pudieras. Entonces hazme parte de tu harén». Así que llamé a Lima y las invité a las dos a venir. Pensé en ir yo mismo a verlas, pero para el segundo favor me pidió un regazo como almohada… Lo siento.
Tuve que hacerlo, porque usar mi regazo como almohada no es precisamente una «petición» imposible de cumplir.
—No mentí, ¿verdad?
—Ya veo. —Sylphy asintió y miró a Ifrita—. Bueno, entonces dejemos que If-aneesama nos explique el resto, ¿de acuerdo?
—No me importa. No tengo ninguna buena razón.
—Eso es mentira. —Ellen, con sus ojos rojos capaces de ver la verdad, negó de inmediato las palabras de Ifrita.
—…Estaba celosa de que Sylphy hubiera conseguido marido antes que ella.
—Eso es cierto.
—Así que solo estabas envidiosa de mí, pero no tienes ningún sentimiento particular por Kosuke, ¿verdad?
—Por supuesto que no. Desde el momento en que conocí a este tipo, no sentí nada por él. No me importa en absoluto.
Ifrita resopló ante el comentario de Sylphy mientras hablaba desde mi regazo. Sí, ya lo intuía, pero que me lo dijera tan de frente… eso sí que resquebrajó mi frágil corazón de cristal.
—Eso es mentira.
—…¿Eh? —los tres nos soprendimos.
¿Por qué?
—Eso es mentira.
Como era importante, Ellen lo repitió dos veces con el rostro inexpresivo. Ifrita negó con la cabeza.
—¡Ugh, no es mentira! ¡Deja de inventar cosas!
—Es mentira, ¿no? Juro ante el Dios Adel que es mentira.
Ifrita se incorporó bruscamente de mi regazo, con la cara encendida, y gritó.
Ellen, con la misma expresión impasible, negó con la cabeza y trazó una cruz luminosa, el sello sagrado, con la punta de los dedos. Supe después que ese gesto significaba jurar ante Dios que solo decía la verdad.
Cuando miré a Sylphy, ella parecía reflexionar, con los brazos cruzados y la mano en su fino mentón. Oye, tampoco hace falta que te lo tomes tan en serio, ¿sabes?
—¡¿Qué te pasa?! ¡Desde hace rato que andas diciendo «mentira» y «cierto»! ¡Yo no estoy mintiendo!
—Juro que solo digo la verdad. El Señor Dios Adel me dio estos ojos.
—Todavía no te lo había dicho, If-aneesama, pero ella es una santa de la religión de Adel. Según Isla, su ojo es como un tipo de ojo mágico. Tiene la habilidad de discernir si lo que otros dicen es verdad o mentira. Y según las pruebas hechas, su precisión hasta ahora es del cien por cien.
No sé si Isla estuvo haciendo esos experimentos a mis espaldas… pero supongo que era necesario para que Sylphy y las demás —que no eran creyentes de Adel— confiaran en las habilidades de Ellen.
—Uh…
—¿Uh?
—¡Uwaaaaa! ¡Sylphy, eres una idiota! —Tal vez incapaz de soportar la vergüenza, Ifrita se levantó de golpe y salió corriendo del salón entre lágrimas. Fue rapidísima.
—¿Debería yo, um… ir tras ella?
—Déjala. Se calmará y volverá.
Sylphy se sentó a mi lado. Ellen se acomodó al otro. Quedé atrapado entre ambas como el jamón del sándwich.
—Bien, hablemos ahora de qué hacer con este idiota que suelta comentarios imprudentes.
—Sí.
—Perdónenme.
Atrapado entre la bruja y la santa, solo me quedaba una opción: la llamada rendición total desde el primer movimiento.
¿Quieres discutir de esta novela u otras, o simplemente estar al día? ¡Entra a nuestro Discord!
Gente, si les gusta esta novela y quieren apoyar el tiempo y esfuerzo que hay detrás, consideren apoyarme donando a través de la plataforma Ko-fi o Paypal.
0 Comentarios