La Historia del Héroe Orco

Capítulo 29. Las montañas Gong Rasha

 

Desplazándose hacia el noroeste desde el monte Lind a lo largo de las montañas, existían las montañas Gong Rasha.

La cordillera estaba formada por el monte Gongor, el monte Gurat y el monte Alyosha, y alcanzaba una altura de 4.000 m.

El país de la Gente Bestia estaba más allá de esta cordillera.

Las montañas Gong Rasha era parte del territorio enano, pero no todas las montañas tenían un agujero que llevaba al otro lado, como el agujero de Do Banga. Incluso si había una ruta a través del País de la Gente Bestia, no todo el mundo la conocía, y por supuesto tampoco había mapas.

Por lo tanto, si un viajero quería pasar de las tierras enanas al País de la Gente Bestia, debía dar un gran rodeo a través de la cordillera, ya que una cordillera escarpada no era un lugar que normalmente se usara para pasar.

 

“La niebla es cada vez más espesa.”

“Sí, lo es.”

 

Bash estaba en una montaña de tales características.

Bash era el Héroe Orco.

Estaba acostumbrado a los duros campos de batalla, y a veces corría a través de escarpados caminos de montaña como este, bosques profundos y campos de batalla llenos de magia.

Con su fuerte cuerpo de orco y la inagotable fuerza física de Bash, era fácil cruzar una cordillera de esta magnitud.

 

“¿Puedes ver tus pies?”

“No, no puedo, pero no hay problema.”

 

Bash estaba ahora escalando un precipicio en medio de una espesa niebla.

Se agarraba con fuerza a la escarpada ladera, pero se movía tan rápido que parecía una araña gigantesca.

Cualquiera que no lo conociera habría mirado dos veces y se habría pellizcado las mejillas para ver si estaba siendo engañado por una bestia mágica que creaba ilusiones.

Pero fue una visión que cualquiera que sí lo conociera se sentiría aliviado de ver, diciendo “Oh, aún estando en un acantilado como ese, Sir Bash no deja de hacerle justicia a su título de Héroe”.

 

“¿Oh, vaya~?  Jefe, veo que estás de buen humor. ¿Qué pasa?”

“Estaba pensando en las mujeres bestia, ¿sabes?”

 

Bash era todo sonrisas.

Estaba pensando en las Mujeres Bestia que había visto durante la guerra. Todas eran guerreras intrépidas con cuerpos flexibles y hermosos.

 

La Gente Bestia.

Si pudieran describirse en una palabra, serían bestias bípedas.

Ágiles y feroces. Implacables y crueles. Podían ver en la oscuridad con su visión nocturna y utilizaban su agudo sentido del olfato para encontrar a sus enemigos, incluso en la densa niebla.

Utilizaban un grito especial que sólo ellos podían entender para mantener una estrecha comunicación entre sus tropas, y sus brillantes batallas de asedio para dar caza al enemigo eran un verdadero espectáculo.

Estaban muy por detrás de las otras razas en términos de magia, pero no dejaban que eso les molestara.

Porque eran una raza de guerreros.

 

Sin embargo, había un dato más importante para los orcos.

 

La Gente Bestia engendraba muchos hijos.

Un solo embarazo podía producir de tres a siete hijos.

Además, durante la temporada anual de apareamiento, no se negaban a aparearse con los orcos, sino que se acercaban a ellos apasionadamente.

Por lo tanto, eran extremadamente popular entre algunos orcos.

Decían que las mujeres bestia eran las mejores para dar a luz a niños.

 

La apariencia de la Gente Bestia no era del agrado de todos los orcos, pero para Bash, entraban en la categoría de su preferencia.

Al menos comparados con los enanos.

La idea de encontrarse con alguna de las mujeres bestia que aún no había visto aún, naturalmente, hacía que su boca se relajara y sus pasos se aligeraran.

 

“La próxima vez, quiero encontrar una esposa.”

“¡Eso es! Hasta ahora no he sido capaz de ofrecer un apoyo perfecto, porque me he dejado engañar por gente medio informada. ¡Pero la próxima vez, encontraré una esposa perfecta dándote un apoyo perfecto y te llevaré una propuesta perfecta!”

 

Tres propuestas fallidas.

Esto hizo que Bash, un guerrero veterano, se impacientara un poco.

 

Todavía había tiempo hasta que cumpliera los 30 años.

Pero el tiempo volaba.

El momento llegaría en un abrir y cerrar de ojos mientras él seguía hablando de ello.

Si eso ocurría, Bash estaría acabado. No sería capaz de vivir en el exterior para el resto de su vida.

El compromiso de la familia real de la Gente Bestia.

La Nación de la Gente Bestia estaría animada por esto.

¿Qué clase de Héroe o guerrero sería si no pudiera aprovechar esta oportunidad?

Esta vez, los dos estaban más apasionados que nunca.

 

“¿Cuál es el camino?”

 

Después de pasar por el precipicio y ser capaz de mantenerse en el suelo con sólo los dos pies, Bash miró a su alrededor.

A pesar de estar entusiasmado, se encontraba en medio de la niebla.

Sólo sabía vagamente qué camino era hacia arriba y qué camino era hacia abajo.

 

“¡Por aquí! ¡Por aquí! ¡El Bosque Rojo está definitivamente por aquí! ¡Confía en mí y sígueme!”

“¡Claro!”

 

Sin embargo, con él también había un Hada que era buena exploradora.

O, si uno no la conociera bien, se habría sentido incómodo ante sus palabras y acciones poco creíbles, y habría tomado el camino equivocado.

Pero Bash conocía a Zell desde hacía mucho tiempo.

Ya fuera en un bosque extraño bajo una tormenta eléctrica, en un pantano de cadáveres o en un campo de batalla en el que resonaban los gritos furiosos y los combates con espada, había sobrevivido confiando y siguiendo la guía de Zell.

Por eso creía en ella y la seguía.

A veces se desviaba, pero él sabía que llegarían a su destino.

 

El aire era delgado y frío, y si fuera la temporada, estaría cubierto de nieve.

Era un entorno duro en el que un ser humano moriría congelado en un instante.

Sin embargo, los pasos de Bash eran ligeros.

Porque la tierra de la Gente Bestia, el “Bosque Rojo”, estaba a la vuelta de la esquina.

 

“¿Oh?  ¡La niebla se está levantando!”

 

En ese momento, un fuerte viento sopló.

Y como si fuera arrastrado por el viento, la niebla comenzó a despejarse.

La luz brilló a través de las nubes que cubrían el cielo, y el cielo despejado se extendió.

 

Sólo duró un minuto más o menos.

La niebla alrededor de Bash se había disipado, el cielo estaba despejado y el sol brillaba con fuerza.

 

“Es la “llegada al cielo”, eh.”

 

En el continente de Vastonia, el tiempo a veces cambiaba bruscamente.

Cuando una fuerte lluvia o tormenta cesaba repentinamente y el cielo se despejaba, se le denominaba “llegada al cielo”.

Estos acontecimientos habían ocurrido a menudo en medio de grandes batallas y habían cambiado el curso de la historia.

 

También Bash tenía recuerdos de haber experimentado unos cuantas Llegadas al Cielo.

Incluso en aquella inolvidable batalla decisiva en las tierras altas de Lemium, se produjo una.

Pero esa no fue producto de la naturaleza….

 

“¡Oh, allí! ¡Allí está el Bosque de la Gente Bestia!”

 

Gritó Zell, justo cuando Bash estaba a punto de recordar a cierta persona.

Zell señaló la dirección. Justo detrás.

Justo debajo del acantilado que acababan de pasar, pudieron ver un bosque rojo.

Un gran bosque con brillantes hojas rojas, el “Bosque Rojo” de la Gente Bestia.

 

“¡Bajemos la montaña!”

“¡Sí!”

 

Bash asintió sin prestar atención al hecho de que estuvieron a punto de no verlo.

Esto era lo que siempre ocurría cuando dejabas que Zell guiara. Al final, mientras pudieran llegar sin tanta demora, no había problema.

Si Bash estuviera solo, no llegaría nunca o, cuando lo hiciera, sería demasiado tarde.

 

Comenzaron a bajar la empinada cuesta, deslizándose y resbalando.

Los orcos que conocían bien a Bash se sentirían aliviados y decepcionados al mismo tiempo.

 

“¿…Mm?”

 

Al bajar la pendiente, Bash sintió de repente una presencia y miró hacia atrás.

 

“…”

 

Detrás de él, estaba la cumbre.

A lo lejos, incluso con los ojos de Bash, estaba el pico de la cordillera.

Allí, algo brillaba y reflejaba la luz.

Estaba a contraluz y era difícil de ver, pero si se esforzaba la vista, parecía que alguien estaba allí.

 

“¿Qué pasa?”

“…Nada. Parece que había otros viajeros además de nosotros que se perdieron en la niebla.”

 

Sin embargo, Bash era un orco.

No era de los que se preocupaban por los detalles.

No le importa dónde si en la cima también había alguien parado.

 

“Hmmm. Ya veo.”

 

Zell tampoco era alguien que se preocupara por los detalles.

 

Igual no puede ser.

 

El nombre de cierta persona vino a la mente de Bash por un momento, pero rápidamente lo negó.

Esa persona no era alguien que estaría en un lugar como éste en esta época, y aunque estuviera aquí, no era asunto de Bash.

 

“¡Bueno, vamos al puesto de control primero! ¡Let’s go!

“¡Claro!”

 

Y así, los dos descendieron la montaña.

 

 

“¡Un orco vagabundo! ¡Hay un orco vagabundo!”

“¡Saquen sus armas! En el nombre del antiguo Escuadrón de Perros Pesados, ¡no dejen que se escape vivo!”

“¡No dejen que arruine el día de la princesa!”

 

Cuando Bash se acercó a la frontera, ésta se volvió repentinamente ruidosa.

Soldados con caras de perros bulldog, que habían luchado y ganado docenas de corridas, rodearon a Bash mostrando los colmillos.

 

“Esperen, no soy un orco vagabundo. Mi nombre es Bash, y estoy viajando en busca de algo.”

“¡Sí! ¿Dónde si no podrían encontrar un orco vagabundo de apariencia tan noble?  Su piel, pulida por baños diarios… está un poco sucia hoy por nuestro viaje por las montañas… pero su perfume fragante… bueno, ese desapareció por el viaje por las montañas… incluso apesta un poco… no… pero su cara, sí, ¡su cara!¡Miren esos colmillos tan bonitos!”

 

Los bulldogs miraron extrañados al hada, que gritaba y volaba a supervelocidad, pero no cedieron sus espadas.

Más bien, al escuchar el nombre “Bash”, sus rostros se volvieron aún más intensos.

 

“¿¡Bash!?  ¿¡El “Héroe Orco” Bash!?”

“¡Así es!”

“¡Oye, imbécil! ¿Qué quieres aquí?”

“He oído que la tercera princesa de este país se va a casar.”

 

Tan pronto como dijo eso, los soldados que estaban al frente se pusieron furiosos.

Mostraron su intención asesina como bestias demoníacas.

Con los ojos inyectados en sangre, levantaron sus espadas para atacar.

 

“¡Cómo te atreves!”

“¡No te dejaré pasar…!”

“¡Te mataré, aunque me cueste la vida!”

 

Normalmente, sólo era una la postura que Bash tomaba ante un oponente con los ojos inyectados en sangre y una espada apuntándole.

Aceptaría el combate.

Sacaría la espada de su espalda, lo derribaría todo y atravesaría el centro. Solo seguiría adelante.

 

“Hmm…”

 

Pero Bash no sacó su espada.

Sabía que, si sacaba su espada aquí, no lograría su objetivo.

 

“¿¡Qué demonios!?  ¡Esto es una locura! ¡No me digan que no lo van a dejar pasar sólo porque es un orco! ¡Eso no está en ninguna parte del tratado! ¡Más bien, el armisticio dice que cualquier viajero puede pasar! ¿¡O acaso no piensan cambiar de opinión!?  ¿Estará bien entonces que la Gente Bestia no cumpla con el acuerdo?  ¿No los pone eso en una mala posición?”

“¡Nos importan un bledo los tratados!”

 

La persuasión de Zell no los hizo cambiar de opinión.

Todos miraron a Bash con hostilidad e intención asesina.

Estaban listos para abalanzarse en cualquier momento.

 

Por lo que parecía, eran guerreros que habían librado muchas batallas. También parecían conocer a Bash.

Aunque Bash no los conocía… pero probablemente se había encontrado con ellos en la batalla antes.

Y tal vez mató a uno de los suyos.

Podía sentirlo en ellos.

 

Estos eran tiempos de paz.

Todo el mundo estaba tratando de ser pacífico.

Incluso aquellos que guardaban rencor pensaban que, aunque estuvieran resentidos por la guerra, no deberían estarlo contra las razas que fueron sus enemigos.

Pero había algunos que no lo veían así.

Y si el asesino de sus padres o hermanos apareciera realmente frente a ellos, era posible que no pudieran contenerse.

 

Pero ellos también conocían a Bash, y por eso no atacaron.

Sabían que, si saltaban sobre ellos descuidadamente, se convertirían en trozos de carne.

 

“Hmm… déjennos pasar.”

 

Bash estaba preocupado.

Pensando en ello, había habido ocasiones en las que había sido rechazado o interrogado, pero nunca le habían negado el paso por la frontera.

Había visto algunos que realmente no querían dejarlo pasar, pero nunca había visto una intención asesina tan poco disfrazada.

 

“…”

 

Bash no tenía intención de luchar.

Sin embargo, si realmente iba en serio lo de blandir sus espadas levantadas contra él…

En cuanto a Bash, no podía permitirse no luchar.

Para un orgulloso guerrero orco, huir de una pelea no era una opción.

Especialmente si el otro bando iba realmente hacia él con orgullo en sus corazones.

 

Bash no se movió.

Si él diera un paso adelante, le atacarían.

Si ponía la mano en la espada que llevaba a la espalda, le atacarían.

O incluso si Bash se diera la vuelta y comenzara a caminar de regreso por donde vino, podrían ver una oportunidad y atacarle.

En ese momento, el plan de Bash para encontrar una esposa en el Reino de la Gente Bestia se desvanecería en el aire.

Tampoco tenía un plan de respaldo.

Su plan para encontrar una esposa daría un gran paso atrás, y la virginidad se quedaría con Bash durante mucho tiempo más.

Acabaría siendo un guerrero mágico.

En cuanto consiguiera el símbolo de la deshonra, Bash perdería todo lo demás.

 

Estaba condenado.

Mirando hacia atrás, probablemente nunca había habido una molestia mayor en la vida de Bash.

 

“Tatara tatata ta ta ♪ Ta rarara~ ♪ Ta rarara tata~ ♪ Ta rarara tata~ ♪ Ta rarara~ ta rarara~, ta rarara~ ♪”

 

Fue entonces cuando ocurrió.

Desde algún lugar, comenzó a escuchar un tarareo.

Y al mismo tiempo que el tarareo, oyó el sonido de un instrumento de cuerda.

Era una cacofonía, en algún punto entre un Gigi y Bibi, como el grito de un Ave Infernal, pero definitivamente era el sonido de un instrumento musical.

Detrás de Bash.

 

“¡…!”

 

Bash, para ser sinceros, ya lo esperaba.

Mirando hacia atrás, la frontera era un lugar de encuentros.

En el bosque Siwanasi, se encontró a Thunder Sonia, y en el Foso de Do Banga, a Primera.

Ambas habían rechazado sus propuestas de matrimonio, pero eran mujeres hermosas con las que no tenía ninguna queja.

Así que pensó: “¿Y si esta vez también?”.

 

“¡Tatara tata~, ta~, ra ra~, tatara tata~, ta~, ra ra~, tata~♪ ¡Bien!”

 

El dueño de la canción que tarareaba se dirigió directamente al lejano Bash y giró entre los soldados y el orco.

Con un grito, señaló con el dedo al cielo.

Bash se sintió decepcionado.

Era un hombre.

 

“¿Cuál es el problema?”

 

Señaló con el dedo a los guardias y preguntó como si estuviera hablando con un viejo amigo que conocía desde hace más de una década.

Era alguien sin reservas.

 

“…”

 

El desconcierto era algo que se transmitió sin importar la raza.

Bash miró a Zell y luego a los soldados Hombres Bestia.

¿Alguno lo conoce?  No, yo no le conozco.

Intercambiaron sus pensamientos, aunque sin usar telepatía, y luego volvieron a mirar al hombre que tarareaba.

 

Su raza era probablemente humana.

Era un hombre.

Llevaba en la mano un instrumento de cuerda que solían tocar los humanos, y portaba una máscara que parecía de mujer.

Era realmente sospechoso.

 

“Me gustaría pasar por aquí, pero no me escuchan…”

 

Bash dijo por el momento.

Por ahora respondiendo a la pregunta.

El hombre se volvió hacia Bash con un gruñido.

 

“¿De verdad?”

“Sí.”

 

A continuación, se dirigió a los soldados.

 

“¿Lo que dice es cierto?”

“Somos ex-miembros del Escuadrón de Perros Pesados. No dejaremos que este tipo… el “Héroe Orco” pase mientras está nuestro nombre y honor en la línea.”

 

Al oír esto, el hombre humano extendió aún más las manos y lanzó un llamamiento a los soldados.

 

“¡Comprendo sus sentimientos!”

 

Se giró con las manos levantadas y dijo en tono teatral.

 

“¡Yo también perdí a mis seres queridos en la guerra! ¡Mentiría si dijera que no tengo resentimiento hacia los que los mataron!”

 

Se detuvo haciendo un chasquido.

 

“¡Pero aún así! ¡En estos tiempos de paz, esa forma de pensar es la equivocada!”

“…”

“¡Puede que hayan perdido personas en la guerra! Pero piensen en ello. Nosotros, la Liga de las Cuatro Razas, hemos hecho la paz. ¿Por qué?  Porque todos los que han estado luchando tan ferozmente pensaron: “¡No quiero perder a más de mis seres queridos!” ¿Acaso no tienen a otros seres queridos ahora?  ¿Acaso no tienen una familia en casa?”

 

“Pero”, dijo el hombre con un gesto teatral mientras levantaba su instrumento de cuerda y dejaba escapar un sonido rasposo.

Era un sonido sucio, como si se hubiera expuesto algo que no debía salir.

Los soldados se preguntaron cómo podía salir un sonido así de un instrumento de cuerda corriente.

 

“¡Este caballero de aquí es también un Héroe que ha luchado en muchas batallas en el pasado! Si pelean ahora, puede haber una o dos bajas entre ustedes. O incluso pueden ser aniquilados por completo. Por supuesto, no los quiero subestimar. ¡La guerra siempre es así! Y si incluso uno de ustedes pierde la vida, los que esperan su regreso se afligirán. Los pensamientos y deseos de los que nos trajeron la paz serán en vano.”

 

El instrumento de cuerda emitió un sonido que hizo “boro, boro”.

El sonido era tan desagradable que algunos incluso empezaron a taparse los oídos.

 

“¡Eso no es algo que yo, como emisario de la paz, pueda pasar por alto! ¡Así que perdónenlo y déjenlo pasar, como que tengo un rostro!”

 

Dijo el hombre y volvió a extender las manos.

Los soldados se miraron entre sí.

El rostro del hombre estaba cubierto por una máscara, a pesar de que había dicho que lo perdonaran por su rostro.

 

“…Tienes que estar bromeando…de todas formas, ¿quién carajos eres?”

“…Oh, es cierto. Lamento la tardanza.”

 

El hombre se aclaró la garganta. Sacó de su bolsillo algo que parecía una carta y se la entregó al soldado.

 

“¿Qué es… ¡esto!?”

 

El cambio en la expresión del soldado cuando lo vio fue dramático.

 

“¡Tú… no, usted es…!”

 

Entonces, el hombre colocó suavemente su mano sobre la boca del soldado.

Sintió su respiración saliendo de entre sus dientes.

 

“¿Pero por qué la… máscara?”

“Para proteger la paz del mundo… Soy un mensajero de la paz, después de todo.”

 

Con eso, el hombre levantó su instrumento de cuerda y lo rasgueó de nuevo.

El soldado frunció el ceño, pero no de forma contundente.

 

Bash y Zell no podían ver los detalles del papel en la mano del hombre, ni su verdadera identidad.

Pero podían decir que parecía un hombre de gran estatus, hasta el punto de que el soldado comenzó a utilizar un lenguaje más formal con él.

 

“No conozco los detalles, pero está diciendo que no quiere ser recibido por grandes bienvenidas…”

“Algo así.”

 

El soldado le devolvió primero el permiso y se mostró reacio.

 

“Pero ahora, este país está de celebración por la Princesa… no podemos dejar pasar al “Héroe Orco”…”

“Entiendo su preocupación, pero… ¿de verdad está justificada?”

“…”

“Él no hará nada. El hecho de que no haya sacado su espada cuando le apuntaron es prueba de ello. Ese orco, ¿eh? Se los puedo asegurar. No dañará a la Gente Bestia. Nunca se le ocurriría.”

 

El hombre dijo eso, ¿verdad? Y miró a Bash.

 

“Nunca, nunca, ¿verdad?”

“Sí. No voy a causar ningún problema.”

 

Bash asintió.

Para empezar, no tenía intención de causar problemas.

Nunca lo había hecho en ninguno de los pueblos en los que había estado, ni tampoco pretendía hacerlo con la Gente Bestia.

 

“¿Ven? Lo acaba de decir.”

“…No me fío de la palabra de un orco… pero si usted lo dice, le haremos caso.”

 

A los soldados no les preocupaba que Bash causara problemas.

Tenían una razón muy diferente.

 

“Pero si pasa algo, haremos lo posible por cazar y matar a ese orco.”

“Esperemos, también, que no se llegue a eso.”

 

El hombre, el mensajero de la paz, asintió en señal de satisfacción al decir esto.

 

■■

 

“Me has ayudado ahí. Te lo agradezco.”

 

Bash le dijo al Mensajero de la Paz mientras atravesaban el puesto de control.

Si no hubiera venido, habría llovido sangre en ese lugar.

Por supuesto, entrar al país en ese punto ya sería un sueño.

Por el contrario, en el peor de los casos, podría haber estallado otra guerra.

 

“¡Pero no pasa nada! Porque soy Errol, el mensajero de la paz… no… ¡del Amor y de la Paz!”

 

“Errol, Mensajero del Amor y de la Paz”, dijo, e hizo sonar su instrumento de cuerda.

El sonido parecía algo similar al gemido que se escuchaba cuando un jefe guerrero orco violaba a una mujer en su cabaña.

Bash no sabía nada de música, pero sonaba a esperanza.

Del tipo que le hacía desear hacer gemir a alguien de esa manera en el futuro, con esperanza.

 

“Y deberías venir…”

“¿Qué?”

“¡No, no es nada! ¡Ajajajaja!”

 

Errol se echó a reír de repente y salió trotando.

 

“¡Nos vemos pronto!”

“¡Sí! ¡Pagaré esta deuda tarde o temprano!”

“¡Jaja, cuento contigo, Bash, el Héroe Orco!”

 

Errol se rio y corrió por el camino que llevaba al pueblo.

Su destino era el mismo que el de Bash.

Si ese era el caso, habría otra oportunidad de verlo de nuevo.

 

“Era un tipo bastante hablador, ¿no?”

“Sí, lo era.”

 

Errol probablemente le parecería curioso cuando menos que fuera Zell quien lo dijera, pero Bash estuvo de acuerdo.

Era el tipo de persona que no había visto mucho en sus viajes hasta ahora.

Pero entonces Bash mostró de repente una expresión pensativa.

Una mirada que los orcos no solían mostrar, como si estuviera buscando en las profundidades de sus recuerdos.

 

“¿Hm? Jefe, ¿te preocupa algo?”

“Siento que he visto a ese hombre en algún lugar antes.”

“¿Tal vez lo conociste en el campo de batalla?”

 

Sus movimientos eran precisos, lo que era difícil de imaginar por su comportamiento frívolo.

A primera vista, parecía estar lleno de aperturas, pero Bash y Zell descubrieron que en realidad no dejaba ninguna.

Era obvio que era un guerrero… un hombre de cierto renombre.

Pero no reconocieron el nombre Errol, su título de “Mensajero del Amor y de la Paz”, ni la máscara que llevaba.

Por no hablar del instrumento de cuerda.

 

“¡Esta vez voy a hacer todo lo posible para encontrarte una esposa!”

“¡Sí! ¡Es cierto!”

 

Si no lo sabían, entonces no lo sabían.

Bash y Zell eran del tipo de personas que no se preocupaban por los detalles.

 

En cambio, estaban emocionados por llegar a la tierra de la Gente Bestia.


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