La historia del Héroe Orco 

Capítulo 62. Ojo y Hueso 


Con un chasquido, Ojo se despertó.

¿Qué? ¿No morí…?

Se suponía que estaba muerta. La espada del humano verde debería haberla decapitado. El cuerpo de un Nut era más frágil que el de un dragón. ¿Cómo es posible que no hubiera muerto?

¿Qué? ¿Mis heridas están curadas?

Miró y vio que su cuerpo, cubierto de laceraciones, estaba limpio. Sus garras seguían en mal estado, pero las heridas de las puntas de sus dedos y los agujeros de las alas habían desaparecido. Además, su ojo aplastado y las heridas del cuello se habían curado.

¿…Fue un sueño?

Sí así fue, fue un sueño aterrador entonces. Soñó que un humano verde llegó de repente a su nido, le dio una paliza y estuvo a punto de matarla. Al final, la acorraló y blandió su espada para acabar con ella. Era un ser humano aterrador. Oh, su corazón palpitaba sólo de recordarlo… Le avergonzaba decir que incluso usó Nut en sueños. Nunca había hecho algo así. Sin embargo, cuando se despertó, se dio cuenta de que era sólo un sueño. Porque era imposible que existiera un humano así.

“Hm, estás despierta.”

“¡Biip!”

Al oír esa voz, Ojo hizo un ruido extraño y se puso rígida. Cuando se dio cuenta, estaba justo delante de ella. ¡Era el humano verde! ¡No fue un sueño!

“¿Tienes frío? ¿Tienes hambre? ¿Quieres beber agua?”

El humano verde se agachó justo delante de la rígida Ojo y la envolvió suavemente en la piel que había estado trayendo, ofreciéndole agua caliente y lo que parecía ser comida. Ella miró alternativamente entre la comida y al humano verde, confusa. No sabía qué hacer.

“¿No comerás?”

Sin embargo, con esas palabras, Ojo inmediatamente dio un mordisco a la comida. Tal vez fue porque pensó que la mataría si no hacía lo que le decía.

“…”

La comida era inesperadamente sabrosa mientras el humano verde la miraba. Tal vez fuera porque tenía hambre, pero Ojo devoró toda la comida en un instante. La cantidad no era suficiente para un dragón, pero sí para el cuerpo más pequeño de un Nut.

¿…Por qué? Esa pregunta seguía rondando su cabeza. ¿Por qué este humano verde compartía su comida con la persona a la que iba a matar? ¿Quizás no lo sabe…?

¿O era posible que Nut siguiera funcionando bien? ¿La espada que vio antes estaba apuntando a otra cosa en lugar de a ella? ¿Se asustó y se desmayó, aunque no pretendía matarla? Justo cuando pensaba esto, el humano verde se sentó frente a Ojo y abrió la boca con una mirada confiada.

“Me aseguraré de matar a ese dragón.”

Las mismas palabras que había oído antes de desmayarse. Esas mismas palabras hicieron que un escalofrío recorriera todo su cuerpo.

“Destrozaré las garras del dragón cuando me ataque con ellas. Si usa sus colmillos, le destrozaré el hocico; y si me echa su aliento de fuego, iré por detrás y le cortaré las alas.”

El humano verde explicó detalladamente cómo mataría al dragón. Si el dragón hacía esto, él haría esto; si hacía aquello, él haría aquello. Y por último, le arrancaría la cabeza.

Esta delirante fantasía de batalla era común entre los jóvenes y los arrogantes. Si alguien que hubiera visto un dragón, aunque sólo fuera una vez oyera esto, se reiría. Incluso la propia Ojo se habría reído si un pequeño humano hubiera dicho algo así delante de ella. Si dices que puedes, inténtalo. Lo habría desgarrado con sus garras, aplastado con sus colmillos y quemado con su aliento. Siempre y cuando no hubiera salido de la boca del humano verde.

Ojo sabía exactamente de lo que hablaba este humano. En la batalla de hacía unos minutos, había ocurrido exactamente lo que él había dicho. Cuando usó las garras, se las destrozó; cuando intentó morderlo, se llevó un golpe en el hocico; cuando sopló su aliento, la rodeó por detrás y le atravesó las alas.

No era para reírse. La mayor parte de lo que decía el hombre verde ya lo había hecho. Aunque Ojo cambiara un poco su estilo de lucha, estaba claro que le respondería.

“Esta vez, definitivamente le cortaré la cabeza.”

El humano verde dijo cuando miró fijamente a Ojo. Iba a matarla de un golpe. Estaba convencida de que seguramente lo habría hecho si no hubiera escapado de aquel lugar. Aún recordaba vívidamente la horrible sensación que tuvo cuando cortó su cuello.

Pero, aun no sé… ¿por qué no lo hizo?

En el momento en que Ojo pensó eso, el humano verde dijo con un brillo de sus colmillos.

“No voy a dejarlo escapar esta vez, voy a cazarlo y matarlo.”

¡No, definitivamente lo sabe!

Ojo sintió que su cuerpo empezaba a temblar contra su voluntad. Sus palabras rezumaban determinación. De hecho, Ojo casi fue asesinada tan fácilmente y estaba siendo cazada ahora mismo. Este humano verde lo haría. Porque podía. Incluso si volara a su antiguo hogar en otro continente, este humano verde seguramente iría tras ella. No tenía ni idea de por qué estaba tan decidido, pero…

No, sí que tenía una idea. Cuando murió su amiga Hueso, estaba tan desconsolada y enfadada que se lanzó a una masacre. Ella, la misma Ojo que tenía poca confraternización con otros dragones. Era natural que los humanos, que actuaban en manada, se enfadaran. Para los humanos, incluso los que habrían muerto en un soplo de aire para el punto de vista de Ojo, eran queridos compañeros.

¿Pero por qué no matarme enseguida? Ojo estaba cada vez más confusa y desconcertada. El humano verde seguramente sabía que ella era el dragón contra el que acababa de luchar. Debía de saber que había utilizado Nut para adoptar la forma de un pequeño ser humano. De lo contrario, no habría necesidad de que se tomara la molestia de declarar que la mataría, propagando semejante intención asesina. ¿Por qué… por qué…? No podía entender por qué no la mató de inmediato. Pero al menos, no la asesinaría pronto. El instinto de supervivencia de Ojo comenzó a ponerse en marcha, tratando de salir de la situación. Tengo que hacer algo, de alguna manera… No quiero morir…

Para sobrevivir, debía hacer que este humano verde fuera a alguna parte. Pero parecía que definitivamente tenía la intención de matarla. Si ese era el caso, debía persuadirlo de alguna manera para que renunciara a hacerlo.

¿Cómo…?

¿Cómo podría Ojo, que ni siquiera era capaz de tener una conversación humana con propiedad, persuadirlo? El contador hasta su muerte seguía corriendo.

Los dragones eran muy inteligentes. Afortunadamente, gracias a su amiga Hueso, Ojo podía entender el lenguaje humano. Incluso podía hablarlo un poco. Pero no estaba familiarizada con las sutilezas de las conversaciones. No había forma de que pudiera realizar tan complicada tarea como era persuadirlo. Pero, aun así, tenía que intentarlo.

Pero si no lograba convencerlo, tendría que enfrentarse a las consecuencias de lo que dijera el hombre verde. Tampoco debía decirle nada que lo ofendiera…

Imposible…

No podía luchar, no podía escapar, no podía persuadirlo. Si ese era el caso, todo lo que podía hacer era estremecerse y bajar la cabeza. Por favor, por favor, perdóname la vida, y si desconoces mi verdadera identidad, por favor, abandona este lugar sin notarlo. Mientras permanecía en silencio rezando, el humano verde habló.

“Para que conste, ya he matado un dragón antes. Y voy a matar a este dragón de la misma manera.”

“¡¡¡…!!!”

Tal vez este humano verde estaba tratando de torturarla después de saberlo todo. Tal vez él había visto a través de la magia de Ojo y sabía lo que era… Tal vez estaba tratando de disfrutar de la indigna apariencia del dragón por más tiempo.

Ya había oído que había humanos así de Hueso. Y cuando lo oyó, intentó jugar con un ciervo que se iba a comer sólo para probarlo, y fue bastante divertido. Cuando recordó aquello, el miedo se apoderó de todo su cuerpo. Después de todo, no había forma de que ella sobreviviera, y no tenía más remedio que morir. Porque ni una sola vez había dejado escapar a una presa con la que había jugado.

Pero entonces, en un rincón de su mente, las palabras del hombre verde se impusieron de repente. Recordó que había dicho algo parecido antes de desmayarse.

“¿Antes?”

La garganta le temblaba de miedo, pero tal vez porque se había convertido en humano, pudo pronunciar esas palabras con más facilidad.

Sintió que una mirada intensa y escalofriante descendía sobre ella. Miró al humano verde. Quizá fuera porque era más pequeña, o quizá porque se había convertido en humano con Nut, pero su rostro parecía aterrador, como el de un legendario dragón malvado. Pero estaba segura de que no debía decir nada para ofenderlo.

“Oh, sí, lo hice. He matado a un dragón antes.”

Los colmillos del humano verde brillaron. Por un momento se preguntó si lo había matado con esos colmillos, pero sabía que eso no era posible. Fue la espada que llevaba a la espalda. Estaba segura de ello.

“¿Cómo?”

Cuando preguntó eso, el humano verde hizo contacto visual con el pequeño humano a su lado. El pequeño humano asintió en respuesta.

¿…Acaso él…?

Creía que hace tiempo que su identidad había quedado al descubierto y que el hombre verde intentaba matarla. Tenía miedo de morir. Todo el mundo temía a los dragones. Pero nunca en su vida había pensado en su propia muerte. Cualquier dragón se acobardaría de miedo si supiera que tenían una muerte repentina delante de sus narices.

¿Este hombre mató a Hueso?

Pero, aun así, el deseo de saber prevaleció. O, tal vez debería decir que esa fue la causa. Si iba a morir, quería al menos saberlo antes de morir.

“Pasó en las Tierras Altas de Lemium.” Y entonces el hombre verde comenzó a hablar. Se aclaró la garganta y cambió ligeramente el tono y su voz. “En aquella batalla, participé en la punta de lanza. Fuimos la primera oleada. Los orcos que estaban allí dirán que ellos eran la verdadera punta de lanza. Fue una batalla muy feroz. Estoy orgulloso de haber sobrevivido.”

Por cierto, lo que Ojo no sabía es que en la batalla decisiva de las Tierras Altas de Lemium, los supervivientes orcos que chocaron con el ejército enemigo no se proclamarían a sí mismos como la primera punta de lanza. Esto se debía a que los que estuvieron allí sabían quién fue realmente el primero en cargar contra las líneas enemigas. También sabían quién fue el primero en tomar la cabeza del gran enemigo. Los únicos orcos que clamarían estar a la cabeza de la punta de lanza serían los que no estuvieron allí.

“Teníamos la ventaja. En poco tiempo, habíamos aplastado al ejército humano y marchábamos hacia el estandarte real en la distancia. El primer hombre en aparecer fue Gerrit Beckle, el “Caballero de la Misericordia”.”

“¡Es famoso por no hacer prisioneros! ¡Es un auténtico maníaco homicida que mata a cualquier enemigo que se le ponga por delante! ¡Como sabrás, muchos guerreros han sido asesinados por él!”

“Cierto. Y ni siquiera perdonaba a los caballos. Cuando lancé mi grito de guerra, su caballo se asustó y se paró. ¡Él, por supuesto, aprovechó el retroceso y vino hacia mí desde arriba! ¡Levanté mi espada y contraataqué!”

“¿¡Y-y qué pasó!?”

“Lo corté por la mitad.”

“¡Por supuesto! No importa lo orgulloso que estés de tu armadura, la parte superior e inferior de tu cuerpo terminarán separadas cuando caigas bajo la espada del Jefe, ¿verdad?”

“Te estás confundiendo en algo.”

“¿En serio?”

“Lo corté verticalmente.”

“¡Hyuh!”

Ojo ladeó la cabeza cuando escuchó la historia.

Um, creía que iba a hablar de Hueso, pero no apareció.

Al contrario, ni siquiera apareció un dragón. Era una historia sobre escaramuzas entre humanos.

“Y el dragón, ¿cuándo?”

“¡Tch, tch, tch! ¡No te precipites! Hablando de la batalla decisiva en las Tierras Altas de Lemium, ¡comencemos con el enfrentamiento entre orcos y humanos! ¡Ya que hubo tantos humanos famosos, disfrutémoslo primero! ¡Hay un orden en la historia! ¡Un orden!”

“¿¿¿…???”

Para Ojo, esta era una historia que no entendía. Pero, de todos modos, Ojo no creía que hubiera razón para que dejara de hablar. Tal vez fuera una historia que tendría sentido más tarde. Hueso también le contó muchas historias, pero hubo algunas que no habría entendido sin el preámbulo. Debía de ser eso.

“…Entiendo.”

“¡Bien, bien, escucha respetuosamente entonces! ¡Bien, jefe, por favor continúa!”

“Sí, luego de vencer a Gerrit…”

Y así Bash comenzó a presumir incesantemente de sus logros. Si hubiera orcos jóvenes aquí, serían la envidia de todos. Para la dragona, por primera vez en su vida, era un momento extraño.

Cada varias décadas, un dragón ponía un huevo. La cría que nacía del huevo era criada por la madre dragón hasta que era capaz de volar.

Fue poco después de aprender a volar cuando conoció a Hueso. Tras abandonar el nido y separarse de su madre, no sabía qué era lo correcto y qué no.

No tenía adónde ir, pero, como dragón, voló por el cielo con mucho ánimo. Los dragones volaban así, y cuando se cansaban o encontraban un lugar cómodo, construían allí un nido. Lo hacían instintivamente, aunque nadie les dijera que lo hicieran. Ojo no fue una excepción. Encontró un lugar cómodo y decidió convertirlo en su nido. Pero lo que era cómodo para un dragón también lo era para otro. El lugar donde Ojo quería anidar era el territorio de Hueso.

Los dragones eran criaturas territoriales. Normalmente, antes de entrar en el territorio de otro dragón, encontrarían sus huellas y lo evitarían. Ojo era todavía joven y no se dio cuenta de esto. Por eso ocurrió cierto accidente. Los accidentes les ocurrían con bastante frecuencia a los dragones, sobre todo a los jóvenes.

Cuando un dragón entraba en el territorio de otro dragón, había dos patrones posibles. Una era que pasara a ser una disputa territorial. Se produjera una pelea y el ganador se hiciera con el control del territorio.

El otro patrón era que volvieran pareja. Si los dragones eran del sexo opuesto, vivirían juntos durante un tiempo y tendrían crías. Cuando terminaran de procrear, el macho abandonaría el territorio.

Sólo podía pasar esas dos cosas.

Sin embargo, cuando Ojo entró en el territorio de Hueso, no se produjo ninguna de estas situaciones.

Para su sorpresa, Hueso vino a saludar al joven tonto que había entrado en su territorio. No fue de una manera violenta, sino hablando de suavemente. “Vivo aquí desde hace mucho tiempo. Llevémonos bien”. Ojo, ignorante, escuchó esto y le devolvió el saludo con un “Sí, estoy deseando vivir contigo”. No tuvo otro pensamiento más que ese. O quizá es que Hueso no hizo nada al ver que Ojo no era hostil.

En fin, vivieron juntas durante un tiempo. Hueso venía a ver a Ojo a menudo. A veces con comida, a veces con las manos vacías. A menudo llegaba volando, pero a veces venía desde el suelo. Lo único que tenían en común era que cada vez que Hueso venía a verla, le contaba algún tipo de historia.

Podía ser una historia sobre un humano que le gustaba a Hueso, o la sabiduría de la vida de un dragón… Era lo que la sociedad humana llamaría charla trivial, pero para Ojo era un tesoro de conocimientos para la supervivencia. Ojo aprendió de Hueso el conocimiento común de los dragones, que normalmente le habría llevado varios cientos de años de autoeducación adquirir.

Hueso no sólo le enseñó el sentido común, sino también muchas otras cosas. Le enseñó sobre otras criaturas, sobre los humanos, sobre objetos misteriosos esparcidos por todo el mundo… Debía de saber muchas cosas que otros dragones no. Hueso era un dragón curioso.

Pero Ojo sólo escuchaba a medias. Sobre todo, porque no le interesaba. Sin embargo, Hueso le caía bien. Siempre que le apetecía, iba ella misma a jugar, o dejaba espacio en el nido para que viniera cuando quisiera. Aunque era diferente de su madre y padre, sin duda era como un sentimiento que se tendría por la familia en el sentido humano. Habría sido como una hermana mayor, una prima o una tía.

Un día, “Hueso” murió. Fácilmente. Asesinada. Por un pequeño humano.

Sus ojos se llenaron de tristeza y rabia. Quería matar a todos los humanos que pudiera. Especialmente cuando encontrara a la persona que había matado a Hueso, quería disfrutar torturándolo. Tenía un fuerte deseo de matar que nunca había sentido desde que había nacido. Así de triste estaba Ojo cuando murió Hueso. Llegó al punto de atacar a los humanos dondequiera que los encontrara. Podía parecer una venganza… pero al final, probablemente sólo era una distracción.

Pronto se cansó de ello. No es que Hueso fuera a volver cuando matara humanos. En primer lugar, la mayoría de los humanos no parecían saber nada de Hueso, y también porque era molesto que tomaran represalias persistentemente contra ella.

Sin embargo, su interés no había muerto.

Sí, estaba interesada. No por los humanos en su conjunto, sino por el humano que había matado a Hueso. No lo estaba buscando y tampoco creyó que lo encontraría.

Pero hoy lo había encontrado. Y cuando lo hizo, él le contó con orgullo la historia de cómo había matado a Hueso.

Ojo no podía imaginarse cómo se sentiría al oír aquella historia.

(Frizcop: Al parecer Hueso era hembra. Me disculpo, aunque culpo al idioma japonés y su carencia de artículos con género.)

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