La historia del Héroe Orco
Capítulo 61. Ojo
De lo que se tenía conocimiento actualmente sobre los dragones en el continente de Vastonia era lo siguiente:
· El dragón es, con diferencia, la más fuerte de todas las razas.
· Viven más que los elfos.
· Pueden vivir en cualquier parte. Algunos viven en volcanes si les gustan los lugares cálidos, en montañas nevadas si les gustan los lugares fríos, en el fondo del mar o en pantanos venenosos.
· El dragón está protegido por duras escamas que lo defienden de todos los ataques.
· Tienen colmillos duros y garras que pueden cortar cualquier cosa.
· El dragón también tiene estómago para tragar y digerirlo todo.
· El dragón vuela libremente por el cielo con alas con la fuerza suficiente para perseguir cualquier cosa.
· El dragón exhala un aliento ardiente que lo derrite todo.
· El dragón no ataca a otras criaturas cuando está lleno.
· El dragón es la más inteligente de todas las bestias mágicas.
O, si eras cierto sabio humano que se decía había interactuado con dragones durante mucho tiempo, puede que supieras un poco más sobre ellos. Pero incluso ese sabio sólo conocía a un dragón con el que había interactuado. Todas las criaturas del continente de Vastonia, desde la bestia más feroz hasta la rata más cobarde, temían a los dragones. Los evitaban y vivían para mantenerse alejados de ellos. Ni siquiera los humanos eran una excepción.
En la actualidad, sólo uno de estos dragones residía en el continente de Vastonia. Antes vivía en un continente más lejano, pero llegó al continente durante la guerra. No tenía nombre, pero era llamado “Ojo” por otros dragones. No recordaba cómo llegó a ser llamado así. Aunque le llamaron Ojo porque tenía mejor vista que otros dragones y podía detectar presas a distancia. Ese era el proceso por el cual los dragones obtenían su nombre.
Ojo era un dragón común y corriente. Era longeva, le gustaba el frío, tenía escamas duras, colmillos, garras y alas, y consideraba a las demás criaturas nada más que comida. Nacida como un dragón común, vivió como un dragón común. Era una criatura común, aunque era de las más fuertes y temidas por todos los demás.
Fue la existencia de su amigo “Hueso” lo que hizo que Ojo se interesara por los humanos. Hueso era un dragón extraño. Le interesaban mucho la gente y le gustaba hablar. Ella siempre estaba escuchando las historias de Hueso, pero estaba más interesada en Hueso.
Puedes tener por seguro de que a Ojo le gustaba mucho Hueso. No le interesaban nada los humanos, pero cuando lo veía hablar de ellos, se sentía feliz. Un día, un pequeño humano se lo llevó y volvió convertido en huesos literalmente. Y se murió.
Cuando Hueso murió, Ojo se puso muy triste. Incapaz de reprimir sus sentimientos de tristeza, fue por ahí matando y comiéndose a los humanos que habían sido la causa de su muerte con un fuerte deseo de venganza. Cuando la tristeza y el deseo de matar se desvanecieron, Ojo tuvo dudas. ¿Por qué Hueso estaba tan interesado en las personas? ¿Qué tenían de interesante? Sentía curiosidad.
Sin embargo, cuando se acercó a estas personas para observarlos, la atacaron. Aunque ella no tuviera intención de matarlos, era natural, puesto que ya había matado a cientos de ellos. Así que, al final, acabó asándolos y comiéndolos. Una vez tomó a uno y jugó con él, pero no era especialmente interesante. No tenía ni idea de por qué Hueso estaba tan obsesionado con ellos.
Ojo estaba decepcionada y harta al mismo tiempo. Los humanos no eran lo bastante buenos para ella, pero le acosaban todos los días. Cuando cazaba para comer, le atacaban. Cuando le ofrecieron comida para reconciliarse con ella, la sintió amarga, y cuando frunció el ceño por el sabor, le pusieron una red extraña en la cara. Los mató cada vez y prendió fuego a sus casas para asustarlos, pero el acoso no cesó. Últimamente, incluso se habían colado en su nido.
Pensó que ya había tenido suficiente de los humanos y cambiar la ubicación de su nido. Pero si desapareciera, podrían pensar que se escapó. Eso sería una molestia. Sin embargo, intentar destruir el nido humano era una molestia cada vez. Se escondían en la parte trasera del nido. ¿Qué debía hacer? Justo cuando pensaba eso…
Un humano verde invadió el nido.
■
Los dragones eran las criaturas más fuertes. Por eso, Ojo no había sentido ni una sola vez una sensación de “peligro” desde su nacimiento. Esto no se limitaba solo a Ojo. La mayoría de los dragones nunca se sentían amenazados, ni siquiera una vez antes de morir. Sus escamas les protegían de todo tipo de ataques y sus fuertes estómagos podían digerir veneno. Sus vidas nunca corrían peligro. Si lo hubiera, sería sólo cuando hubiera una disputa territorial entre sus congéneres. Si los dragones lucharan entre sí, resultarían heridos por los ataques de los otros. Sin embargo, no solían entrar en el territorio de otros dragones y, si lo hacían, rara vez luchaban a muerte. Solían reinar como los más fuertes durante sus largas vidas y luego morían de viejos.
Así que cuando aquella persona verde entró arrastrándose, Ojo pensó con ligereza: “Aquí vienen otra vez…”.
Sin embargo, no importaba si era solo uno. Cuando estaban en ese pasadizo estrecho, si ella escupía su aliento, se acabó.
Sí, tan improbablemente como era, el humano había creado de alguna manera una pequeña entrada al nido de Ojo. Entró por la parte trasera del nido a través de ese pasadizo y la atacó mientras dormía.
Pero cuando Ojo se despertó y se puso furiosa, se dispersó como ratas presas del pánico y corrieron hacia un estrecho pasadizo que no reconoció. Entonces exhaló su aliento de fuego contra ellos y más de la mitad murieron. Antes algunos seguían vivos y salieron corriendo por el estrecho pasadizo, pero los persiguió y los quemó hasta la muerte. Fue un auténtico fastidio.
Así que no se sorprendió que el verde siguiera vivo después echarle su aliento. Porque antes quedó medio vivo. Pero, de todos modos, probablemente volvería por el estrecho pasadizo como antes. Si no, podría echar su aliento de nuevo. Con ese pensamiento en mente, se asomó…
De repente se quedó ciega de un ojo.
Estaba confusa. No sabía qué había pasado. Sólo que un ojo le ardía y un dolor agudo le recorría el cuerpo. Entonces, en su visión al 50% de eficacia, vio que el humano verde había entrado en el nido. Supo inmediatamente que ese tipo lo había hecho.
“¡Griaaoooooahhhh!”
¿Cuándo fue la última vez que alzó la voz con ira? Cuando gritaba así, todas las criaturas huían despavoridas.
“¡Graaaahhhhhaoooou!”
Sin pausa, le devolvió el gruñido. Con un respingo, sintió que su cuerpo temblaba.
Mirando hacia abajo, vio al tipo verde sosteniendo una espada. El humano verde iba en serio. Un pequeñito y engreído como él estaba luchando con ella. ¿Por qué?
“¡Gyaaaaaaaooooooooaaaahhhh!”
“¡Gruaaaaaaaaooouu!”
Puso más fuerza en sus patas de lo habitual, reprimiéndose, saltó, levantó el brazo derecho y lo blandió hacia el tipo verde. Entonces oyó un sonido que nunca había oído antes.
¡Kakkiiinnn!
En cuanto oyó ese sonido, se dio cuenta de que se había caído. En cuanto se levantó, notó un dolor en la punta de los dedos. Notó que sus uñas, que no se habían roto en cientos de años, estaban agrietadas y sangraban.
¿Eh?
«Tengo la sensación de que algo va mal». Pero años de experiencia habían desmentido ese pensamiento. No había manera de que ella, un dragón, pudiera ser asesinada por un solo humano de esta manera. Algo así nunca había sucedido, ni ella lo había imaginado. Así que nunca se le ocurrió. No tenía ni idea de que estaba en peligro. Pero después de unos minutos, finalmente se dio cuenta.
¿…No puedo ganar?
En apenas una docena de minutos, su cuerpo había sido devastado. Le habían arrancado garras y colmillos a golpes, la garganta le zumbaba por exhalar demasiado aliento igneo, le faltaban escamas por todo el cuerpo, su cuello tenía feas heridas y la sangre que se había derramado a su alrededor había drenado la fuerza de su cuerpo. El pequeño humano verde era abrumador. Se había enfrentado a todos sus ataques, destrozándole garras, colmillos y escamas. Y ahora la miraba con la cara más aterradora que jamás había visto.
¿Moriré…? Eran los pocos instintos que le quedaban al dragón. Un instinto de supervivencia que todas las criaturas vivientes tenían. Una sensación de peligro, que nunca había sentido ni una sola vez en toda su vida. Cuando esta se apoderó de todo su cuerpo….
“¿…Qué?”
Ojo se había escapado.
“¡No dejes que se escape! ¡Tras él!”
El humano verde la perseguía. Un humano más pequeño y brillante estaba con él. Eran muy rápidos. Parecía que iban a matarla. Su intención de matarla era increíblemente poderosa. No le extrañó. Esta cosa estaba aquí para matarlos. No había razón para dejarla escapar.
Ojo huyó. Sentía un dolor en el pecho, probablemente por exhalar demasiado aliento. No podía correr bien, probablemente por sus heridas. Ni siquiera podía volar fuera del nido, aunque había desplegado las alas. Sus alas habían sido perforadas en la pelea anterior. La única manera de escapar era rodar por la pendiente. Pero era mejor que ser atrapada. Corrió y corrió y correría lo que hiciera falta…
En algún momento, Ojo se detuvo. Se encontró frente a la puerta trasera del nido. Ahora no podía volar. Pero si seguía cayendo, no tendría dónde esconderse.
Así que Ojo decidió hacer una última apuesta.
Los dragones tenían un último recurso que ninguna otra criatura conocía. Pocos dragones lo habían visto o usado. Esto se debía a que se creía que este último recurso nunca se utilizaría en la vida de ellos. Algunos dragones decían que era una vergüenza usarlo. Al menos Ojo pensaba que nunca lo usaría. Pero sabía cómo se hacía. Nadie le enseñó a usarlo, pero sus instintos sabían cómo.
■
Nadie en el continente conocía esta magia. Ni siquiera entre los dragones se había establecido el nombre como de “esa magia” o “aquella magia”. Fue un humano quien dio nombre a la magia. Ese humano tenía una profunda amistad con un dragón y era un hombre que más tarde fue llamado Sabio entre los humanos. Al Sabio le enseñó el secreto uno de los dragones y este lo llamó “Nut”. Sin embargo, nunca les dijo qué tipo de magia era Nut.
Por lo tanto, nadie la conocía.
“Haa… Haa…”
Ojo, que utilizó Nut, entró en la cueva por la puerta trasera y regresó directamente a su nido. Luego, temblando en un rincón de la cueva, rezó para que el tipo verde se alejara por las montañas nevadas. Si dijeras que era mala para huir, tendrías razón, pero no existían los buenos para huir. Era la primera vez que Ojo escapaba de algo.
“Hii…”
Entonces, Ojo vio al humano verde que llegó poco después y se desesperó. La encontró rápidamente y blandió su espada ante ella. Estoy muerta, pensó.
“¿…Una mujer?”
Pero el humano verde se detuvo. ¡“Nut” había funcionado! Eso pensó Ojo y, con todo su corazón, pronunció unas palabras de humano que no conocía muy bien.
“Ayúdame. Por favor, no me mates.” Eran las palabras que más había oído en los dos últimos años. Entendía el significado de estas, por supuesto. No las había practicado, pero salieron de su boca con facilidad. Esto debía ser el poder de “Nut”.
“¡Es una superviviente del escuadrón de exterminio!”
Nut transformó su propio cuerpo en el de otra especie. Era una transformación física perfecta que incluso hacía posible la reproducción. En la antigüedad, cuando los dragones estaban al borde de la extinción, se desarrolló esta técnica secreta para garantizar la supervivencia de la especie. Hoy en día, era la magia de los vencidos, utilizada por los dragones que estaban a punto de ser derrotados a manos de otras razas para evocar simpatía asumiendo la misma forma cuando suplicaban por sus vidas.
Nadie conocía esta magia. Pero todo el mundo conocía la tradición.
Los “Dragones” eran una raza fantasma.
■
“Pobrecita, está totalmente aterrorizada…”
“Eso parece…”
Los humanos parecían haber visto que Ojo usaba Nut y supusieron que era de la misma especie que ellos. Al parecer, Nut funcionó bien. Eran unos humanos estúpidos al no darse cuenta de que era un dragón en una situación tan obvia.
Aliviada ante tal pensamiento, abrió la boca para sobrevivir. No estaba segura de poder hablar bien el lenguaje humano. Pero sí sabía qué decir en tales situaciones. Lo había oído muchas veces en los últimos años.
“A-ayuda, ayúdame…”
Creyó que lo había dicho bien. El humano verde que oyó esto se sentó a su lado y dijo con una mirada confiada:
“Me aseguraré de matar a ese dragón.”
Sus palabras estaban tan llenas de intención asesina que una sensación de pavor recorrió todo el cuerpo de Ojo. Involuntariamente, se tragó sus siguientes palabras y su cuerpo se encogió. ¿Quizás lo sabían?
“He matado a un dragón antes. Un dragón de escamas rojas.”
No, no había caso. Definitivamente lo sabían. Su corazón palpitó con fuerza. Su corazón latió como si estuviera a punto de estallar. Le dolía el pecho. Ah, ¿por qué el corazón humano parecía tan débil?
Si lo pensabas, ¿cómo podrían no darse cuenta? Incluso ella lo notaría, incluso si un humano huyera y se escondiera detrás de una roca o algo así en un campo de nieve, lo sabría por la sangre. La tonta era ella. ¿Por qué pensó que no lo notarían si sólo cambiaba su apariencia? Pero entonces, ¿por qué no la mataron de inmediato?
“No te preocupes. No tendrás que sufrir más.”
Entonces Ojo se dio cuenta de repente. Sí, era cierto. Nut no era una magia para engañar disfrazándose. Era una magia para dar lástima adoptando la misma apariencia que la otra persona. En otras palabras, ella estaba expuesta, pero Nut seguía siendo eficaz, ¿verdad? ¿Salvaría la vida con esto? Al momento siguiente pensó que sí.
“¡Hm!”
El humano verde blandió su espada. La misma que destrozó las escamas de Ojo, desgarró sus garras y colmillos, perforó sus alas, e incluso debilitó su corazón. El objeto del horror. El símbolo de la muerte. El objeto sin piedad.
“¡Pii!”
Con un sonido de schlick, una descarga golpeó a Ojo. Perdió el conocimiento mientras escuchaba su propia y patética muerte.
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