Maestro de Nada

Capítulo 401. El campo de batalla después de la batalla

 

“Puedes visitarme y entrenar. Entonces podrás adoptar una forma humana.”

Y así la visité en ese espacio entre los mundos. Este lugar estaba bajo su control. El tiempo se alargaba aquí, lo que significaba que habría pasado muy poco tiempo cuando regresara. Podía concentrarme en el entrenamiento sin tener que hacer esperar a los demás.

Al final, sólo me llevó unos diez minutos de entrenamiento.

Para saber por qué, primero tuve que ver cómo lo hacía Rachel. Su forma real era la de un Fenrir. Así que la vi convertirse en “Rachel” y luego hice simulaciones con “Maestro de Todo”. Solo eso bastó.

Maestro de Todo era realmente una habilidad rota. Cuando comprobé mi tarjeta de estado, vi que ahora aparecía “Forma humana”. En realidad, era como si las habilidades aparecieran cada vez que hacía algo nuevo. Se volvía confuso cuando empezaba a tener problemas para controlarlas…

Rachel también me hizo aprender otra habilidad. Dijo que algún día me sería útil. Pero yo no estaba tan seguro de ello.

“…Ah, han vuelto.”

“¿Volvieron? Desaparecieron y reaparecieron inmediatamente. Ni siquiera esperamos.”

“Ajajá…”

Matsumoto y la Gerente se reían exactamente en la misma posición y pose que cuando nos fuimos. En cuanto a Daniela, enseguida me inspeccionó de pies a cabeza.

“…Hmm. Sí, has vuelto a la normalidad.”

“Sí. Bueno, el pelo sigue igual.”

Era plateado, igual que el de Rachel. Era del mismo color que el pelaje de un Fenrir. El mismo color que el pelaje que apareció en mis brazos y cola cuando luché contra Haidera.

“Te quedaba mejor el pelo negro.”

“Sí, pareces una especie de yankee.”

“¿Yankee?”

“Uh, nada. ¡Ahora, vamos!”

Palmeé el hombro a Daniela mientras esta ladeaba la cabeza. Luego me puse al frente. Quería salir de esta ruina subterránea lo antes posible.

□ □ □ □

Subimos por el pozo con la magia de viento de Daniela, y luego llegamos a la superficie brillante. La batalla ya había terminado aquí. Como habíamos esperado, derrotar a la Nova había detenido el suministro de energía mágica a los autómatas. Cayeron como marionetas a las que les habían cortado los hilos. Ahora los soldados estaban recuperando los cuerpos.

“Hmm… Al menos hay más soldados vivos que muertos.”

Murmuró Daniela mientras usaba Detección de Presencia por todo el campo. Aunque estaba triste por las pérdidas, parecía un buen resultado. La mayoría había sobrevivido, después de todo. Era casi milagroso.

Caminamos entre la multitud de soldados, ogros y Aventureros mientras trabajaban. Nos dirigíamos hacia la base de primera línea. De repente, una manada de lobos nos vio e inclinaron la cabeza. Entonces la Detección de Presencia me avisó. Un amigo corría hacia nosotros a toda velocidad.

“¡Asagi!”

“Ah, me alegra ver que estás vivo.”

“Pero tú…”

“Ajajá… Supongo que no estaba siendo cuidadoso.”

“…Ya veo.”

Tras decir esto, Beowulf giró la cara. Fue entonces cuando vi que Yamato estaba montado en su espalda.

“Ah, Señor Yamato.”

“Oye Asagi, ¡qué tal! Mira nomás, ¿te has cambia'o la imagen?”

“Cambio de imagen…”

A veces desearía que hablaran más como los ogros tradicionales…

“¡Te ves fuerte!”

“¿Quizás ahora es el segundo más fuerte del mundo?”

“¡Naaa! ¿No será mejor probarlo pa' asegurarnos?”

Dijo Yamato mientras se agachaba y tomaba su garrote gigante. Sin embargo, fue rápidamente golpeado en la cabeza por Yunagi, que ahora estaba de pie detrás de él. Yamato tropezó y agitó los brazos en un intento desesperado por recuperar el equilibrio, lo que al final le hizo caer aún más fuerte.

“¿¡Qué estás haciendo!?”

“¡Eso debería preguntártelo yo! ¡Estás asustando a todo el mundo!”

Los gritos de Yunagi parecieron hacerle volver en sí, e inspeccionó su entorno. Yo también miré, y parecía que los soldados cercanos nos miraban ansiosos.

“Ah… lo siento.”

“De verdad… siento que te haya molestado, Asagi.”

“No pasa nada. ¿Te has hecho daño?”

Yunagi sonrió y luego flexionó sus bíceps. Eran mucho más gruesos que los míos…

“¡No hay ningún problema! Como si unas simples muñecas pudieran hacerme daño.”

“Eres fuerte. Esos brazos son enormes.”

“¿Te estás burlando de mí? ¿Eh?”

“¡En absoluto! ¡En absoluto!”

Yunagi me miró desde diferentes ángulos. Tuve que apartarla para que pudiéramos seguir caminando hacia la base. Yamato, Yunagi y Beowulf nos siguieron.

Por supuesto, caminar en un grupo tan grande significaba que llamábamos la atención, y se nos acercó más gente. Acabaron siendo los soldados de la fortaleza del norte. Me alegró ver que estaban bien. Les saludé y me devolvieron el saludo.

“¡Ey!”

“¡Asagi!”

Sonó una voz grave y algo perezosa. Cuando giré la cabeza, vi que Gardo y Ness corrían hacia mí. Ambos estaban hechos jirones. Podía ver sangre goteando por más de un lugar. Aun así, parecía que apenas se daban cuenta de esto.

“¡Buen trabajo!”

“Buen trabajo… ¿Pero qué te ha pasado en el pelo?”

“Sucedió mientras luchaba.”

“¿Qué…?”

Ness parecía un poco disgustado. Lo fulminé con la mirada y él apartó la vista y silbó para sí. Bueno, era más o menos lo que esperaba. Aun así, no podía contárselo todo. Pero supongo que podría dar una breve explicación. Después de todo, eran como mis primeros camaradas.

“…Así que, eso es lo que pasó.”

“Ya veo… un dios.”

“Sí, un dios.”

“¡…Como si yo fuera a creer algo así!”

Gardo dijo mientras me golpeaba en la espalda. Estuve a punto de caerme, pero conseguí agarrarme. Sí, nadie creería si de repente empezabas a hablar de dioses. Aun así, no mentía.

“Oh, yo te creo. Asagi no nos mentiría. Realmente hay dioses.”

“Ness…”

“¡Si no, no habría cambiado así!”

“¡Eh, para…!”

Ness empezó a despeinarme violentamente. Mi pelo quedó hecho un desastre después de aquello. Ness se echó a reír, y Gardo dejó escapar un suspiro antes de unirse a él con una sonrisa traviesa.

“Así que Asagi conoció a un dios. ¿Qué aspecto tenía?”

“Eh, ella. Era una diosa. Nunca había visto ropa así. Uh, ¿era muy divina?”

“¿Qué clase de explicación es esa…?”

Ness me miró como si estuviera loco. Pero para ser sincero, tenía otras cosas en la cabeza además de su aspecto. Las cosas habían sucedido muy rápido. Y antes de darme cuenta, ya no era humano.

“Pero ella era muy bonita. Tal vez la más bonita después de Daniela.”

“Oye, oye. ¿Te estás enamorando de ella?”

“Ness. ¿No está Asagi siempre enamorándose de otras mujeres?”

“¡Cómo te atreves! ¡No es siempre!”

Tuve que protestar por esta etiqueta inmerecida. Pero ellos no querían saber nada, y aquello se convirtió en toda una discusión. Vi que Daniela y los demás nos miraban exasperados.

Tal vez estábamos tardando demasiado, ya que finalmente nos llamaron desde el propio cuartel general. Según el mensajero, querían una explicación de lo sucedido. Ahora no podríamos mentir. Podía ser impreciso sobre mí mismo y Daniela… Pero cuando se trataba de Haidera… el dios de la destrucción estaba ahora relacionado con el futuro de este mundo. El único problema era si nos creerían o no…

 

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