Optimizando al extremo mi build de juegos de rol de mesa en otro mundo

Vol. 2 Posfacio


Finale

La escena final de una sesión. No importa el camino que haya tomado el viaje, ésta es la última parada. Tanto si la noche concluye con una alegre victoria de los PJs como con una lamentable derrota, el final siempre llega.

Los juegos de rol de mesa son guiones inacabados sin un desenlace garantizado, y el final es el último ejemplo. La falta de un «felices para siempre» garantizado es una de las duras realidades de los juegos de mesa.


 

Abrazada con cariño, la chica cerró los ojos y exhaló un profundo y largo suspiro. Algo le decía que no respiraría mucho más.

Aun así, no sufrió. Incluso cuando sus manos y pies empezaron a disolverse, no sintió dolor, sólo paz. El chico que la había abrazado mientras caían del cielo era muy cálido, y ella podía sentir la amabilidad en sus bonitos ojos azules.

—Disculpe... ¿joven señor?

Después de ser reducida, por fin consiguió verle tal y como era. No era su padre en absoluto, sólo un pobre desconocido envuelto en este lío.

—¿Qué pasa? —le preguntó.

—Estoy muy cansada, —respondió ella.

Para empezar, los dos no se parecían en nada. El pelo de su padre era mucho más largo y de un tono dorado más tenue, como el resplandor de una noche de luna. El chico era mucho más joven, e incluso sus voces eran completamente diferentes.

Sin embargo, cuando la abrazaba así, se sentía como si estuviera de nuevo en los brazos de su padre. Eso la hizo feliz.

—Yo... estoy seguro de que sí. Si estás cansada, deberías descansar.

El chico sonaba como si estuviera conteniendo las lágrimas. De hecho, ella le oyó resoplar poco después, así que no sólo lo parecía; seguramente estaba luchando contra las ganas de llorar. La chica pensó que era una tontería. No era necesario que se contuviera, y menos aún que llorara. Después de todo, se sentía bendecida.

—Creo que podría, —dijo.

A decir verdad, la chica quería darle las gracias. Durante su arrebato, un final tan tranquilo había sido inimaginable. La poca razón que había tenido en ese estado le había dicho que su final sería doloroso. Esto era mucho mejor de lo que jamás podría haber esperado.

—Pero, —dijo—, antes de eso...

La chica quiso darle las gracias, pero no lo hizo. Tenía la sensación de que el chico se pondría aún más triste si lo hacía. Prefería ver sus bonitos ojos brillar de alegría que hundirse en la tristeza. Aunque no sabía por qué, este deseo le salía del fondo del corazón.

—¿Me cantarías una canción? —preguntó—. Cuando me voy a la cama... duermo de maravilla cuando alguien me canta.

En lugar de gratitud, hizo una petición. La nobleza casi nunca dormía con sus padres, pero el padre de la niña la había llevado a menudo a la cama para cantarle canciones de cuna.

—No soy cantante, —dijo el chico.

—No me importa, —respondió ella—. Sólo me gustaría... Eso es todo.

La chica pensó que estaba deseando más de lo que le correspondía. Aquí estaba, disfrutando ya de un final sereno; ¿quién era ella para pedir una canción encima?

—Oh noche tranquila… oh noche apacible.

Y aún así él cantó. La muchacha nunca había oído esta letra sencilla y sin adornos, pero tenía la sensación de que la buena gente común de la tierra cantaba esta canción para acostar a sus hijos.

—Oh, noche de luna - deja que tus brazos de luz nos sostengan - deja que las almas dormidas descansen.

El chico cantó y llegó a acariciarle la cabeza. Su mano era más pequeña y más dura que la que ella recordaba, pero la llenó de satisfacción igualmente.

La muchacha sintió realmente que se dormía mientras se derretía. Después de que sus miembros se convirtieran en polvo, el resto de su cuerpo comenzó a convertirse en motas de ceniza que danzaban por el aire para no volver jamás a la tierra. Las ataduras vacías se amontonaron sobre sí mismas, maldiciendo a la chica que había escapado de sus garras.

—Buenas noches, —susurró feliz.

Por fin había encontrado el sueño apacible que la retendría para siempre. Cuando su cabeza desapareció, una piedra rodó sobre el regazo del chico. Era una gema del mismo color azul hielo que tanto había adorado la niña.

El último vestigio del sustituto que una vez había sido amado como Helga brillaba orgulloso a la luz de la luna, como si dijera que así es como debía terminar.

 

[Consejos] Cuando un gran ser llega a su fin, una poderosa emoción puede fusionarse en un rastro físico de su existencia. Estos rarísimos cristales de sentimiento protegerán a quien los empuñe con la misma voluntad apasionada que los creó.

 

¿Quieres discutir de esta novela u otras, o simplemente estar al día? ¡Entra a nuestro Discord!

Gente, si les gusta esta novela y quieren apoyar el tiempo y esfuerzo que hay detrás, consideren apoyarme donando a través de la plataforma Ko-fi o Paypal

  Anterior | Índice | Siguiente

Donacion
Paypal Ko-fi