Yo soy el único que conoce el secreto de la perfecta y pulcra delegada

Vol. 1 Escena 3. Entrenamiento Especial, Día 1: «¡Una chica demasiado asustada!»

 

Ahora, a la mañana siguiente.

Al final, debido a lo ocurrido ayer, no pude conciliar el sueño fácilmente. Seguí dormitando, ignorando el despertador, mientras mi mente medio consciente me advertía del riesgo de dormir demasiado. Es peligroso. Realmente peligroso. Si sigo así, me quedaré dormido.

Mientras mi conciencia medio despierta hacía sonar la alarma, mis instintos estaban firmemente en modo sueño. Después de todo, los humanos son, en el fondo, animales, y no se puede luchar contra los instintos. Grr.

Así que, con sólo un hilo de conciencia reteniéndome, estuve a punto de volver a caer en el sueño. Pero entonces, no sucedió.

—Takkun, despierta~.

Me llegó una voz, pero no una voz cualquiera. Era clara, con un toque de frescor refrescante, que me despertó involuntariamente. Se podría decir que era una voz «mentolada». Rápidamente la reconocí como la voz de Chika. Pero algo no encajaba. ¿Por qué Chika estaría…?

—¿Takkun? ¡Si no te despiertas, me obligarás a pellizcarte las mejillas!

—¿¡Uwah!?

Me sorprendió su voz y finalmente conseguí abrir los ojos. Chika ya estaba junto a mi cama.

Iba vestida con su uniforme escolar y el pelo bien peinado. Se parecía a la Chika que veía siempre en la escuela, excepto por el hecho de que estaba en mi casa.

—¿Po-po-por qué estás tú aquí, Kurokawa?

—Te dije que me llamaras Chika. ¿Todavía estás medio dormido?

Con sus palabras, recordé rápidamente los acontecimientos del día anterior. Sí, iba a quedarse en mi casa. Pero…

—No es que tuvieras que venir a despertarme.

—Tenía que hacerlo; si no, llegarías tarde. Vamos, date prisa y cámbiate.

Diciendo eso, colocó mi uniforme, que había estado colgando desordenadamente, cerca. Luego intentó salir de la habitación, pero se detuvo y añadió:

—Yo ya he desayunado, así que estaré esperando.

—¿Esperando el qué?

—Es obvio, Takkun.

Medité el significado de sus palabras durante unos segundos y luego exclamé: «Espera».

—¿¡Planeas que vayamos juntos a la escuela!?

—¿Qué dices? Obviamente…

—No digas sólo «obviamente». Si lo hacemos, no te imaginas lo que dirá la gente, ¿verdad?

Argumenté, y Chika ladeó ligeramente la cabeza.

—No es para tanto. Si alguien pregunta, le diré la verdad.

—No se trata de que a ti te parezca bien; se trata de que a mí no me parece bien. Si empezaran a circular rumores de que vivimos juntos por algo así, sería un gran problema.

—¿Rumores? ¿Qué quieres decir?

—Bueno…

Cuando un chico y una chica en edad del instituto viven juntos en la misma casa, incluso si sus padres están cerca, la gente definitivamente especulará y se pondrá a chismorrear.

Intenté decirlo, pero incluso expresarlo me resultaba extrañamente embarazoso y me hacía buscar las palabras. Chika me miró perpleja y luego asintió suavemente.

—Bueno, no entiendo muy bien qué te preocupa, Takkun, pero si tanto te molesta, yo me iré primero. Sólo asegúrate de no llegar tarde.

—…De acuerdo, lo tendré en cuenta.

—Muy bien.

Con expresión satisfecha, se marchó trotando escaleras abajo. Después de verla marchar, decidí deshacerme de la extraña sensación de fatiga y continué preparándome.

Aquella mañana, gracias a Chika, acabé yendo a clase un poco antes de lo habitual, aunque a punto estuve de pasar de largo. Sin embargo, mi falta de sueño seguía siendo evidente, y las clases de la mañana me resultaron confusas. Al llegar la hora de comer, empecé a recuperar mi vigor habitual. Me di cuenta de que probablemente debería mejorar mi rutina diaria.

Pero por ahora, volvamos al presente. Justo cuando empezaba a concentrarme, una voz llegó desde el pupitre situado diagonalmente detrás de mí.

—Oye, oye, Ta-kun. Has llegado sorprendentemente pronto esta mañana. ¿A qué se debe?

Fue uno de mis pocos amigos, Kasumino, quien habló.

—Tengo un nuevo despertador, uno increíblemente potente.

—Hmm, los despertadores pueden ser sorprendentemente eficaces. —Dijo en tono desenfadado y añadió: «Bueno, no importa», antes de murmurar para sí y acercarse a mi mesa—. Lo más importante es que estamos planeando ir a algún sitio a divertirnos este domingo con todo el mundo. ¿Qué te parece, Ta-kun?

—¿Ya estás haciendo planes para el fin de semana?

—Digo, el principal deber de los estudiantes es divertirse, ¿no?

Lo dijo despreocupadamente, y yo negué con la cabeza en señal de desestimación.

—Apúntame para los que no van. Los parques de atracciones no son lo mío.

Kasumino, conocida por su personalidad franca y su facilidad para llevarse bien con los demás, tenía un amplio círculo de amigos. Por el contrario, yo no era especialmente hábil socializando. Por eso, no me entusiasmaba que me metieran en un grupo así.

Al ver mi tibia reacción, Kasumino se lo pensó un momento y luego asintió.

—Bueno, tú no eres de los que se unen a las multitudes ruidosas, Ta-kun. —Parecía haberse anticipado a mi respuesta, dado que nos conocíamos desde hacía tiempo. En lugar de eso, continuó como si pasara al tema principal—. ¿Qué te parece si vamos juntos al karaoke hoy después de clase?

—Veo que hoy te sobra la energía, ¿verdad?

—Jejé, pongo toda mi energía en disfrutar de mi juventud. Por cierto, aún no se lo he pedido a nadie más, así que, si vamos, seremos sólo nosotros dos.

Su énfasis en «sólo nosotros dos» me pareció un poco extraño, pero lo descarté como mi imaginación.

En cualquier caso, acepté su invitación y empecé a pensar en mis planes para ese día. No había nada concreto, así que probablemente volvería a casa para dedicarme a los juegos en línea, como de costumbre, o a ver algún vídeo de temática sobrenatural.

Entonces, en ese momento en que estaba contemplando acompañarla a veces para disfrutar de la energía de la gente amante del sol, sucedió.

—Lo siento, Kasumino-san. Hoy ambos tenemos una tarea de la que encargarnos.

Interrumpiendo nuestra conversación con su refrescante voz estaba nada menos que Chika, lo cual era bastante sorprendente. Kasumino mostró una expresión de sorpresa, como una paloma que se hubiera comido un petardo, mientras Chika, sonriendo amablemente, le hablaba.

—¿Algo que hacer? ¿Quieres decir, con este tipo de aquí, Kurokawa-san?

—No lo llames así.

—Con ese, entonces…

—Tampoco lo llames así.

A pesar de mis interjecciones, miré a Chika, desconcertado por esta desconcertante situación. Su habitual modo «princesa» en la escuela. Estaba completamente serena, a diferencia de la Chika de la tarde anterior. Mirándola distraídamente, finalmente me concentré en sus palabras.

—Chika, ¿por qué has dicho que tenemos una tarea que hacer juntos?

Al ver mi expresión de desconcierto, Chika continuó en tono tranquilo.

—Como miembro del Comité Disciplinario del Consejo Estudiantil, he estado pidiendo su opinión sobre diversos asuntos relacionados con el mantenimiento de la disciplina. Sabes que es un espíritu libre, ¿verdad? Por eso su opinión es valiosa.

—Cierto, Ta-kun apenas suele llegar a tiempo todas las mañanas, no se une a ningún club por ser tan devoto al de «Volver a casa», pero… Oh, estás demostrando que incluso tú puedes ser de ayuda, y a Kurokawa-san nada menos.

Kasumino me miró con expresión de auténtica sorpresa, y yo le respondí con los ojos entornados.

—Ahora ya me imagino que tipo de opinión tienes de mí.

—No te preocupes. Tengo una mente amplia que puede aceptar todas las rarezas de Ta-kun.

—A ver si esa amplitud también te la pasas al pecho.

—Entonces has elegido la muerte.

Sonriendo mientras sus ojos brillaban con intenciones asesinas, aparte la mirada de Kasumino. Me volví hacia Chika, y con el público reunido a nuestro alrededor, le susurré.

—Entonces, ¿qué está pasando exactamente?

En lugar de responder, me entregó discretamente una nota para que la gente de alrededor no la viera. ¿Acaso eres una espía o algo así? No obstante, esa nota me bastó.

No insistí más y Chika continuó con una sonrisa disimulada…

—Nos vemos después de clase, ¿de acuerdo? Por favor.

Con esas palabras, abandonó el aula, aparentando tener asuntos que atender. Mientras la veía alejarse, Kasumino se encogió de hombros.

—Supongo que tendremos que posponer lo del karaoke.

—Lo siento.

—No pasa nada, tú tranquilo. —Se despidió con un tono ligero y luego añadió un «Pero»—. Aunque sí todo esto es un poco inesperado… O mejor dicho, es sospechoso, ¿no crees? Dijiste que no habías hablado nada con ella, pero esto es diferente.

—…Pongámoslo de esta manera: Sólo estoy respondiendo a las preguntas que me hace Kurokawa. Son cosas prácticas.

—¿En serio?

—Ya dije que eso es todo y…

Justo cuando estaba por dar finalizado el asunto y cambiar de tema, alguien más habló.

—¿De verdad es sólo eso?

Mientras hacía la pregunta, Narumiya, que al parecer había corrido a la cafetería después de clase para comprar pan y había vuelto, entró en escena.

—Oye, ¿has conseguido sutepan hoy?

—Pues solo les quedaban panecillos rellenos… Carajo, odio la clase de autoestudio del cuarto periodo.

«Sutepan», abreviatura de «Suteki Pan» o «Pan Maravilloso», es un tipo de pan muy popular en la tienda del colegio. Es conocido por tener un relleno único cada día, y cada relleno es delicioso, por lo que es uno de los favoritos entre los estudiantes.

Y así, en la tienda de la escuela se desataban encarnizadas batallas a la hora del almuerzo, provocadas por el pan que incitaba a los conflictos.

…Bueno, eso no viene al caso.

—Entonces, ¿qué pasa con los refugiados del pan?

—¿Qué quieres decir con «qué pasa con ellos»? Es evidente. Necesitamos una explicación sobre el reciente incidente.

—¿Qué reciente incidente…?

—No te hagas el tonto conmigo, es sobre tu conversación con la princesa.

Diciendo esto, Narumiya dirigió la punta de su panecillo relleno hacia mí. Deja de ser tan maleducado.

—En realidad no es para tanto. ¿Verdad, Kasumino?

En respuesta a mi gesto, ella también asintió con entusiasmo.

—Sí, así es. Van a tener una reunión secreta después de clase.

—¿¡Una reunión secreta después de clase!?

—¡No hagas que suene tan turbio! Es sólo porque quiere escuchar mis opiniones como miembro del comité disciplinario.

Bueno, era una historia que no recordaba en absoluto. Tras mi explicación, Narumiya miró a Kasumino a los ojos y ella asintió con la cabeza, decidiendo finalmente creerme.

—Bueno, me imaginaba que sería algo así.

—Y yo que me imaginé toda una película, viendo todo lo agitado que te pusiste para responder…

Si confesara algo como: «En realidad, vivimos juntos desde ayer», ¿qué expresión pondrían? Obviamente de ninguna manera voy a hablar de ello, pero sólo de pensarlo…

Mientras estaba sumido en mis pensamientos, Narumiya parecía haberse aburrido ya con este tema, y empezó a discutir con Kasumino sobre la pobre gama de productos de la tienda.

Estando encajonado entre ellos, eché un vistazo en secreto a la nota que Chika me dio antes…

—¡Después de clase, tendremos entrenamiento especial!

Eso es todo lo que decía. Por un momento me pregunté qué podía significar eso, pero pronto caí en la cuenta. Debía estar relacionado con la conversación de ayer: su intento de superar sus miedos.

Medité sobre si ella realmente tenía pensado hacer esto al mismo tiempo que me devanaba los sesos pensando en cómo ayudarla a superar su fobia. Decidí consultar a alguien inmediatamente.

—Oigan, ¿puedo hablar con ustedes un momento? —Cuando la conversación de Narumiya y Kasumino se calmó, intervine.

—¿Un momento? ¿Quieres hablar con nosotros? Esto es raro.

—Por supuesto. Por supuesto joven, uste’ pregunte namás.

Con sus palabras y posturas mostrando que estaban dispuestos a escuchar, continué.

—Conozco a alguien que es un auténtico miedoso y tengo que ayudarle a superar su fobia. ¿Tendrían alguna buena idea o consejo?

Por supuesto, me refería a Chika. Sin que lo notaran, Narumiya hizo una pregunta.

—¿Conocemos a esta persona?

—Sí, es alguien que conocí en la secu, y ahora va a otro instituto.

Por alguna razón, era capaz de mentir tan suavemente.

—¿Esta persona es un chico o una chica?

—¿Es eso realmente importante? —Pregunté con una mirada de reojo, y Kasumino asintió. Después de pensarlo un poco, decidí mantenerlo vago—. Es un hombre. Tiene el cuerpo de una bestia, como si fuera miembro del club de judo, pero por dentro se asusta hasta de su sombra. Parece que tiene problemas, así que quiero ayudarle de alguna manera… pero me cuesta encontrar una buena idea.

La primera parte era cuestionable, pero no mentía en la última. Quizá por eso, ninguno de los dos parecía especialmente suspicaz… En cambio, Kasumino se encogió de hombros con una sonrisa irónica.

—Bueno, no me extraña, Taku. Es que así es como eres.

—¿Qué soy así cómo?

—Es una cosa rara. Tienes un gran sentido de la responsabilidad, aunque no parezcas preocuparte por la gente normalmente. Pero siempre estás ahí para ayudar en situaciones extrañas como esa.

—…Sí, pero no es que yo mismo sea muy consciente de ello.

Kasumino me miró mientras yo murmuraba entre dientes, sonriendo alegremente.

—Bueno, ésa es una de tus buenas cualidades, creo.

—Sí, por el bien de un amigo como tú, yo, como representante de los mejores amigos, también debería ayudar. —Siguiendo a Kasumino, Narumiya estuvo de acuerdo e inmediatamente se puso a pensar, cruzándose de brazos.

—Si es tan corpulento, no tenemos que ir con cuidado con él. Así que, en ese caso… ¿qué tal esto?

—Bueno, si hacemos eso, ¿no sería eso como un entrenamiento especial? En lugar de eso…

Asentí ante las sugerencias que ofrecían una tras otra.

En momentos como éste, los amigos son verdaderamente fiables.

…Bueno, después de todo eso, no pasó nada especialmente interesante después de clase. Al terminar la jornada, estaba de pie sin rumbo en el pasillo cuando Chika salió del aula e hizo contacto visual conmigo. Sin intercambiar palabra alguna, elegimos una zona menos poblada: nuestro destino era la parte superior de las escaleras, que conducían a la puerta que daba a la azotea. Como la puerta de la azotea solía estar cerrada, no venían muchos alumnos. Miré a mi alrededor para asegurarme de que no había nadie y me volví hacia Chika.

—Entonces, ¿de qué se trata todo esto?

—¿Eh? Es como dije ayer. Pensé que me ayudarías con mi entrenamiento de inmediato.

Lo dijo como si fuera lo más natural. Me rasqué la cabeza.

—Está bien, pero… en la escuela, probablemente sea mejor que no hablemos demasiado.

—¿Por qué?

Mientras hablaba, Chika ladeó la cabeza, confundida. Inseguro de si debía contárselo, respondí:

—…Hasta ahora, no hemos hablado nada. Si de repente empezamos a hablar como si fuera lo más normal del mundo, ¿no te parecería extraño?

—Siempre tan preocupado por las cosas del colegio, ¿verdad, Takkun? Yo estoy disfrutando de poder volver a hablar así. —Sonrió abiertamente, y no pude evitar sentirme encantado por una afirmación tan simple por su parte.

Tras un momento de silencio, conseguí disimular mi agitación y dije:

—Aun así, sería mejor que sólo habláramos cuando no hubiera mucha gente alrededor.

Chika se limitó a sonreír y se encogió de hombros: «Tendré cuidado», como dando por zanjada la discusión. Rápidamente cambió de tema.

—Más importante, Takkun, ¿has pensado en mi entrenamiento?

Para ella, eso parecía ser «más importante». No pude evitar reírme un poco y asentí levemente.

—Un poco. Pero… No estoy seguro de que sea efectivo.

—No pasa nada. Después de todo, es algo que te estoy pidiendo yo. No voy a quejarme. —Con una sonrisa más extrovertida que cuando estaba en clase, dijo esto, sus ojos brillando de emoción—. ¿Y bien? ¿Qué es lo que vamos a hacer hoy?

Antes de responderle, le hice una pregunta.

—Antes de eso, quiero preguntarte algo. Chika… ¿qué es lo que más miedo te da?

—¿Una historia aterradora?

—No me refiero a eso exactamente.

Aparentemente incapaz de captar la intención de mi pregunta, se llevó una mano a la barbilla, con cara de curiosidad, y al cabo de un rato, contestó.

—…«Cosas que no están claras» Como fantasmas, extraterrestres, criaturas no identificadas… ese tipo de cosas.

—Ya veo, «cosas que no están claras». Entonces… este método parece el adecuado.

Asentí, giré sobre mis talones y bajé las escaleras. Chika me siguió y preguntó:

—¿Adónde vas?

—A la biblioteca. Allí pienso explicar el entrenamiento de hoy.

La biblioteca de esta escuela era casi como una gran biblioteca pública. Estaba instalada como un anexo al edificio de la escuela, haciendo gala de una suntuosidad que costaba una buena cantidad. Esta característica parecía ser uno de sus puntos de venta, ya que aparecía de forma destacada en los folletos de la escuela y en diversas explicaciones. No sólo la extensa colección de libros, sino también las instalaciones en sí estaban considerablemente bien equipadas, superando los estándares de una biblioteca típica. En su interior había espacios adicionales, como salas de reuniones que podían alquilarse individualmente, destinadas a los debates de los estudiantes y a otros fines.

Alquilamos una de las salas de reuniones y Chika y yo nos sentamos frente a frente. Había varios libros sobre la mesa, y ella los miraba con evidente interés.

—El entrenamiento de hoy consiste en esto, —dije, levantando un libro de historias de fantasmas.

—Esto es… un libro de historias de fantasmas. ¿Qué hacemos con esto? —preguntó Chika.

—Yo lo leeré y tú lo escucharás, —respondí.

—¿…Eso es todo? —preguntó con cara de insatisfacción.

Asentí con fuerza con la cabeza.

—Por lo que sentí ayer, eres igual de miedosa que cuando te conocí… No, en todo caso, tus gritos han empeorado.

—No creo que sea para tanto, —respondió Chika con ligera decepción.

—Eso piensas tú, pero tus gritos podrían alcanzar un nivel que podría causar daño a la gente, —repliqué.

—Como una mandrágora…

Ignorando su expresión abatida y sus hombros caídos, continué:

—Si volvieras a asustarte tanto y yo terminara oyendo un grito que es tan peligroso, eso sería terrible. …Así que empezar con algo relativamente más ligero como entrenamiento parece apropiado.

—Como echarte agua encima antes de meterte en la piscina. Parece razonable, —convino Chika con un «Hmm» y un asentimiento.

Devolviéndole el asentimiento como respuesta, tomé uno de los libros del escritorio y continué:

—Dijiste que te dan miedo «las cosas que no puedes entender». Por eso, creo que es fundamental conocerlas. Los fantasmas, las leyendas urbanas, esas historias de miedo suelen crearse a partir de teorías y plantillas. Si entiendes las convenciones, quizá no te asusten tanto.

—¿Lo dices en serio…? —preguntó Chika con escepticismo.

Yo asentí de nuevo. Yo mismo no estaba del todo seguro de este enfoque, pero descartar las ideas de mis amigos me parecía un desperdicio.

A pesar de mis reservas, impulsé con fuerza la conversación y empecé a leer un libro titulado «¡Historias de miedo en foros de Internet!». Era un libro que contenía historias de ese tipo originadas en Internet.

Echando un vistazo superficial al contenido, me centré en una historia. Abriendo la página, empecé a leer, bajando la voz como un cuentacuentos.

—Muy bien, allá vamos.

—Espera un segundo. Antes, ¿podemos ponernos de acuerdo en algo?

—¿De qué se trata?

Cuando le devolví la pregunta, me miró con expresión seria.

—Que, si siento que no puedo más, ¿podemos dejarlo?

—No cuentes con ello. De acuerdo, empiezo. He aquí una famosa leyenda urbana sobre «Mozomozo-sama».

Con eso, leí la historia como si fuera un narrador profesional.

—Esta historia es de cuando yo estaba en la escuela primaria, durante las vacaciones de verano, cuando visité la casa de mi abuelo en el campo, —comencé.

—El abuelo de Takkun vivía en el pueblo vecino, ¿verdad? —preguntó Chika.

—No es que me haya pasado a mí, sino que es la experiencia de alguien que pasó por esto. De todos modos, cuando fui al campo…

«…La casa de mi abuelo quedaba en una zona del campo perdida de la mano de Dios, no había más que arrozales hasta donde alcanzaba la vista. Era un pueblo sin ni siquiera una tienda de conveniencia. De niño, ir a un sitio tan rural no era nada emocionante. La mayor parte del tiempo jugaba con mi consola portátil en casa del abuelo. Pero cometí un terrible error: olvidé el cargador.

Fue un desastre. Por supuesto, no había cargadores en casa del abuelo. Así que no tenía nada que hacer.

Decidí escabullirme para dar un paseo, ya que me resultaba algo incómodo unirme a donde se habían reunido mis parientes. Ya sabes cómo es eso, ¿verdad?»

—Jejé, todavía no da mucho miedo, —dijo Chika temblando ligeramente.

Entrecerré los ojos cuando vi a Chika temblando ligeramente.

—No veo qué era lo que daba miedo hasta ahora…

«…Así, mientras caminaba solo, vi algo parecido a un santuario o una puerta torii a poca distancia. Más allá, había un pequeño santuario.

En un lugar tan remoto y sin nada más alrededor, incluso algo así resultaba emocionante. Atravesé la puerta torii y entré en el santuario.

…Por dentro se veía exactamente igual que por fuera, un santuario viejo y destartalado. Y yo estaba… bueno, parecía que me aburría, lo que probablemente me empujó a hacer algo que no debía: la curiosidad se apoderó de mí sobre lo que había dentro del santuario.

¿Qué podría haber ahí dentro? Empecé a preguntarme y no pude parar.»

—Tal vez él…

—Sí, lo abrió.

Lentamente, asentí a Chika, que parecía seria, y como el narrador, continué la narración.

«…Cuando abrí la puerta del santuario, no había nada dentro. Bueno, para ser exacto, sí que había una cosa… Dentro había algo que parecía un guante. Era un pequeño guante de lana, polvoriento y desgastado, del tamaño de un niño, y solo había uno de ellos, no el par.

Para mi mente infantil fue lo suficientemente aterrador. Aquel día volví a casa a toda prisa.

Como me pillaron deambulando solo fuera, me llevé una buena reprimenda de mis padres. Aquel día me regañaron, pero parece que los niños nunca aprenden. Al día siguiente, sintiéndome igual de ocioso, acabé saliendo otra vez.»

—¿Por qué querría hacer algo como eso? —preguntó Chika.

—Así son las cosas, —respondí.

…Sin darme cuenta, me encontré dirigiéndome de nuevo hacia el santuario. No sé por qué, aunque la última vez me pareció espeluznante. Simplemente me picó la curiosidad.

Cuando llegué cerca de la puerta torii… «¿¡Gyahhhaaaaaaaaaaaaaahh!?».

—¡Uwaah, vaya susto me pegaste!

La interrupción de mi historia de fantasmas fue un grito desgarrador que me sobresaltó incluso a mí. Chika tenía la cara pálida, los ojos llorosos y la boca abierta de par en par.

—Es imposible, da demasiado miedo… —murmuró Chika con voz temblorosa, sacudiendo la cabeza enérgicamente—. Oye, creo que esta vez ya me he esforzado bastante. Creo que esto es suficiente…

—Aún no hemos llegado a la parte principal. Vamos, continuemos, —la animé.

—Cierto~… Pero hacer tanto alboroto en la biblioteca no está bien, — protestó Chika.

—La que está haciendo ruidos fuertes eres tú. Además, por lo visto, esta sala de reuniones está insonorizada, así que, aunque grites, el sonido no se filtrará fuera, —la tranquilicé.

—Para que veas como es que el colegio malgasta el dinero en cosas innecesarias… —Chika suspiró, resignada.

Ignorando su expresión resignada, decidí continuar la historia.

…Umm, ¿dónde iba? Ya me acuerdo. Cuando llegué cerca de la puerta torii, vi algo peculiar.

—Eek…

Era como una bruma negra.

—Hyoeeh…

El grito de Chika parecía proporcionar una extraña armonía con la historia, pero no voy a insistir en eso.

«…El tamaño de esa figura oscura era de la altura de un niño, casi igual que yo en ese momento. Dentro de la puerta torii… frente al santuario, había un escarabajo negro que se retorcía mientras estaba agachado.

No pude evitar pensar: «¿Qué es esa cosa?». Pero enseguida comprendí que no debía acercarme.

Así que, ese día, decidí inmediatamente volver a casa. Pero a partir de entonces, acabé viendo esa cosa muchas veces.

Al día siguiente, cuando fui con mi madre a saludar a los vecinos, aquella criatura se retorcía en medio de los arrozales.

Al día siguiente de ese, estaba solo junto a la carretera. Como la veía todos los días… me di cuenta. Esa cosa… se acercaba poco a poco a la casa de mi abuelo.

Así que se lo comenté a él. Se puso furioso y luego me explicó que era «Mozomozo-sama». Ahora no lo recuerdo muy bien, pero es una especie de yokai del folclore local que es conocido por acercarse a quienes lo ven.

Por eso, mi abuelo me advirtió que evitara mirarlo a la mínima que sintiera cualquier señal de su presencia. Acaté sus palabras y, finalmente, hasta que regresé de aquel viaje, no volví a verlo. Podía sentir su presencia y a veces vislumbrarlo por el rabillo del ojo, pero me aseguraba de no mirarlo directamente.

Y poco a poco, dejé de sentir su presencia. No pasó nada y nunca volvió a aparecer. Así que probablemente ése fue el final de la historia.

Pero… desde entonces, nunca he podido mirarme en el espejo.

¿Preguntas por qué? Bueno, porque…

Podría seguir detrás de mí, ¿no crees?»

—…Pii…

La voz de Chika era tan delgada, casi como el polluelo de un pájaro. Parecía que no le quedaba energía para gritar cuando terminé de hablar.

Mirando hacia abajo y congelada, y decidí añadir una cosa más para enfatizar.

—Oye, Chika. Detrás de ti.

—¡¡Aahigyaaaaaaaaaaaaaaahhhhhh!!

Parecía que todavía tenía mucha energía. Escuchar continuamente un grito tan intenso era preocupante, a pesar del entorno supuestamente insonorizado.

Se cayó de la silla y se arrastró hasta la esquina de la habitación, temblando. Las lágrimas corrían por su rostro mientras me miraba.

—¿Ha-ha-hay algo detrás de mí? No lo hay, ¿verdad?

—No, está bien. No hay nada ahí.

—…Esa fue una broma de muy mal gusto…

—Pensé que podría ser útil para nuestro entrenamiento especial. Lo siento. —Suspiré suavemente, viéndola reajustarse hoscamente en la silla—. …Pero no esperaba una reacción tan fuerte a una historia como esa…

—Bueno, es que es aterradora, ¿verdad? ¿Qué voy a hacer? Ya no podré mirarme al espejo a partir de ahora… ¿Puedes ayudarme a atarme el cabello todas las mañanas a partir de ahora, Takkun? 

—…No, hazlo tú. —Rechazando la petición, la presioné más, preguntándole—: Lo entiendo; es una historia que te da escalofríos, pero ¿por qué tienes tanto miedo?

—¡Pues porque es inexplicable! Ya lo he dicho antes, ¡esas cosas inexplicables me dan miedo!

Sus palabras me llevaron a dar un un «Hmm» y a asentir con la cabeza.

—Si es así, ¿te parecería bien una historia en la que la causa o la identidad estuvieran claras?

—Me pregunto si funcionará… pero podría ser mejor que esas otras inexplicables…

—Muy bien, entonces ¿qué te parece esto? «La Maldición de la Estatua Jizo».

—No. —Ni siquiera intentó darle una oportunidad.

—Ya parece una historia que revela demasiado desde el título.

—Pero probablemente es el tipo de historia en la que la gente se mete en problemas después de gastarle bromas al Jizo, ¿verdad? ¡Ya la entendí!

—Si lo entiendes, entonces no debería dar miedo, ¿verdad?

Sentí que, si ella iba a evitar las historias de miedo como parte de su entrenamiento para superar su miedo, podría no progresar mucho. Frente a mí, Chika, que se encogió de hombros, parecía tener una idea diferente. Tomó uno de los libros de la mesa y empezó a hojearlo ella misma.

—¿Qué haces?

—Me parece injusto que sólo tú me obligues a escuchar, Takkun. Ahora yo leo en voz alta y tú escuchas.

—Pero este es tu entrenamiento…

Ni si quiera me escuchó. No solía ser tan seria, y menos en plena clase, pero ahora estaba estudiando atentamente el índice. Después de encontrar una historia prometedora, me miró y continuó.

—Muy bien, empezaré. «El fantasma de la mujer del taxi»…

—Alguien se sube, luego desaparece, y el asiento trasero estaba empapado, ¿verdad? Es ese tipo de cosas.

—¡Eh, Takkun, no saques conclusiones precipitadas y estropees la historia! ¿Por qué lo sabes? ¿Eres un esper?

—Más bien es porque es una historia común…

Si estás familiarizado con las historias de terror y los cuentos sobrenaturales, a veces puedes predecir el argumento general sólo con el título. Frustrada por haberme adelantado a ella, Chika refunfuñó molesta, hojeando más páginas y presentando diferentes opciones.

—¡«Perdido en una montaña nevada»!

—Supongo que alguien pensó que sólo había cuatro, pero resultó haber una quinta persona.

—«Ruidos desde la habitación de al lado».

—La habitación de al lado en realidad estuvo involucrada en algún tipo de accidente.

—¿Por qué lo sabes todo? ¡Takkun, que estés tan tranquilo no hace que esto sea una competición justa!

—No es una competición, es tu entrenamiento.

Me hizo un mohín mientras yo me rascaba la mejilla, siguió pasando páginas, luego hizo una pausa y exclamó:

—¿Y éste, «La mujer roja»?

—…Nunca he oído hablar de ese. ¿Qué es eso?

Sospeché que era una leyenda urbana. Chika ajustó la postura y empezó a leer con una voz refinada, que recordaba a una sesión de lectura de japonés.

—Esta es una historia que «yo» viví… la persona que escribió este pasaje. Yo era un estudiante en ese momento, y había un rumor circulando por la escuela. …Oye dime, ¿no te parece aterrador?

—Todavía no hay ningún elemento que dé miedo.

A decir verdad, estaba más cautivado por su encantadora voz durante la lectura, así que mi mente no estaba exactamente centrada en el contenido. Por supuesto, no se lo dije directamente.

Ante mi respuesta, Chika refunfuñó con un «Mmm», y continuó con la lectura.

—El rumor era sobre una historia de fantasmas… de lo que me enteré, es que durante el tiempo después de la escuela, caminando sola, podías «encontrarte» con algo. Lo que quería decir con «encontrarte» era, según contaba un amigo con el que discutí el rumor, «la Mujer Roja».

—Ya veo.

Asentí. Por cierto, la voz de Chika permanecía tranquila, pero sus manos ya habían empezado a temblar inexplicablemente.

—Yo no creía en ese rumor, pero no me apetecía volver solo a casa después de oírlo. Así que la mayor parte del tiempo volvía a casa con mis amigos. Sin embargo, un día… oye, ¿aún tengo que seguir leyendo?

—Fue tu idea en primer lugar, ¿no?

—…Uuh. Un día, por casualidad, todos mis amigos estaban ocupados con las actividades del club, así que tuve que volver a casa caminando solo.

Su expresión mientras leía empezaba a parecer más tensa, pero aún no había recurrido a los gritos.

Me impresionó su esfuerzo y continuó leyendo.

—Eran alrededor de las cuatro de la tarde. Era noviembre y los días empezaban a acortarse. El cielo estaba enrojecido y parte de él ya se veía oscuro. Era una época en la que había menos gente caminando hacia casa, y yo me dirigía a toda prisa por la zona residencial… ahora… —En ese momento, se quedó atascada en sus palabras y de repente me miró con una expresión muy seria—. Oye, Takkun.

—…¿Qué sucede?

—¿Podrías sentarte más cerca un momento?

—¿Por qué?

—Es que tengo miedo.

Al menos es una persona honesta. Bueno, pensé, si es sólo esto, entonces está bien, y acerqué mi silla para sentarme a su lado.

Sin embargo, esto resultó ser un error para mí. Yo había estado entumecido debido a varios incidentes del día anterior, pero esta cercanía era una situación que no había experimentado en años. Su cabeza estaba un poco más baja que la mía, el cabello plateado meciéndose tenuemente y un aroma floral haciéndome suaves cosquillas en las fosas nasales. Luego, su perfil, con una nariz recta y un rostro finamente equilibrado que no estaba demasiado definido. Era muy diferente de mis recuerdos vívidos del pasado, pero había algunas cosas que no habían cambiado. Sin darse cuenta de que yo seguía fijándome en su cara, ella continuó.

—Um, entonces, «yo» estaba tratando de ir a casa sola… en ese momento. En el arcén de una calle desierta de la zona residencial, alguien vino y me dijo esto. —Mientras decía eso, bajó la voz—. «…¿Ti-ti-ti-tienes por ahí una cosa ro-ro-roja?»

Pretendía ser un momento de suspense lleno de miedo, pero la voz temblorosa de Chika hizo que sonara más como las palabras de un pervertido espeluznante que otra cosa.

Su expresión se puso rígida y me agarró la mano de forma repentina, quizá inconscientemente. Tenía unas manos de un color blanco puro. Me emocionó sentir el calor de su cuerpo, y ella siguió leyéndome en voz alta sin inmutarse.

—La que me llamaba era una mujer alta que llevaba un vestido rojo brillante… con una mascarilla completamente roja sobre la boca. Llevaba el vestido sucio, llevaba el cabello despeinado, las uñas largas y retorcidas… no parecía una persona cuerda. Me quedé helada, y la mujer repitió: «¿No tienes algo rojo?»…

Chika parecía estar llegando a su límite, y yo, cuya mano ella sostenía, tampoco podía evitar que mi corazón se acelerara. Sin embargo, sin prestar atención a mi estado, se acercó más a mí, acurrucándose.

—«No lo tengo». Sentí nervios y respondí eso.

Yo era el que se sentía bastante nervioso. Chika se abrazó completamente a mi brazo… apretándolo contra su abundante pecho. La miré, preguntándome qué estaría haciendo, pero estaba concentrada en el libro. No era consciente de lo que hacía. Fue entonces cuando me di cuenta de que la situación se estaba volviendo aún más incómoda.

La sensación de su pecho presionando contra mi brazo, y para más inri tenía la punta de mi mano atrapada entre sus muslos. …No, esto no estaba nada bien. Hice mi mejor esfuerzo para mantener la racionalidad, tratando de sacar mi mano, empezado por mis dedos, pero…

—…¿¡Hyaaah!? —Sólo un ligero movimiento, y Chika tembló, dejando escapar un extraño y tentador sonido. No podía moverme. Si lo hacía, parecía que las cosas se complicarían aún más.

Suave. Era suave y cálido. Al sentir algo que nunca antes había tocado, mi corazón se aceleró caóticamente. A pesar de eso, inconscientemente dejé que mi brazo descansara allí.

Mientras tanto, Chika seguía leyendo, con la cara roja y los labios temblorosos.

—…Conocía la historia y lo que ella solía preguntar. Sabía lo que pasaría si no podía responder…

—¿Cómo terminará?

Suavemente, Chika tragó saliva.

—…Entonces, en respuesta a mis palabras, aquella mujer, insatisfecha, torció su fea cara y dijo: «No lo escondas, está ahí». Y ese día, el cuerpo de una chica de instituto fue descubierto por un vecino cerca de la carretera… Todo su cuerpo apuñalado con una cuchilla, la mayor parte de su sangre drenada, y…

Se interrumpió al final. Al terminar, Chika no gritó, sino que simplemente dejó el libro sobre la mesa, inclinó la cabeza y guardó silencio. Entonces, la tensión se liberó y retiré el brazo, manteniendo la compostura mientras hablaba.

—Lo… Lo has hecho muy bien. Una lectura bastante aterradora, y no gritaste hasta el final…

—Sí…

—Has hecho progresos significativos superando tu miedo, ¿no crees?

—…¿E-eso supongo?

—Por supuesto. Sin duda.

Mientras la animaba, la tez de Chika se iluminó y sonrió feliz.

—¡Jejé, quizá no esté tan lejos de superar mis miedos…!

—Sí, eso creo. —Asentí y luego señalé su hombro bruscamente—. ¡Oh, mira detrás de ti!

—¿¡¡¡Higyaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhh!!!?

…Bueno, parece que por ahora sigue siendo una meta lejana.

De todos modos, ese día estuvo repleto de historias de fantasmas hasta después de clase. Cuando la campana señaló que era hora de dejar el colegio, Chika, que ya estaba pálida (pero ahora aún más), murmuró débilmente.

—¿Se acabó…?

—Sí, supongo. ¿Volvemos pronto…?

Como parte del club de los que vuelven a casa, quedarme en la escuela hasta tan tarde era bastante raro para mí. Mientras recogía los libros prestados, vi a Chika tumbada en el pupitre, totalmente agotada. Le pregunté, ligeramente preocupado.

—¿…Estás bien?

—No lo estoy… Takkun, eres implacable… Incluso si digo que quiero parar, tú solo me obligas…

—No digas cosas que puedan ser malinterpretadas.

—¿Malinterpretadas?

Ella ladeó la cabeza de forma ligeramente suspicaz, haciendo que me sonrojara un poco mientras desviaba la mirada.

A pesar de notar mi comportamiento incómodo, sonrió y dijo:

—Fue aterrador, pero también fue algo divertido, tal vez.

—Yo no siento que haya sido divertido…

Bueno, Chika era una persona extremadamente cobarde. A pesar del entrenamiento especial, su corazón no estaba completamente tranquilo.

Pero ella sacudió la cabeza y dijo:

—Claro, las historias de fantasmas daban miedo, pero jugar contigo así después de tanto tiempo fue agradable, supongo.

—…¿Ah, sí? —Me sorprendieron un poco sus palabras sinceras y me reí por lo bajo.

…Aunque nunca lo diría en voz alta, yo sentía exactamente lo mismo.

—¿Qué pasa, Takkun?

—Oh, no es nada. Vámonos. Tengo que devolver los libros.

—Bien.

Ella intentó cargar algunos libros, pero yo los sostuve todos y me dirigí afuera.

—Puedo ayudar.

—Está bien. Yo los devolveré. Tú vete a casa primero, Chika.

—¿Eh?

Perpleja, ladeó la cabeza. Di un suspiro mezclado con asombro.

—Es lo mismo que cuando llegamos a la escuela. Sería una molestia si la gente nos viera yendo juntos a casa.

—Podría ser, pero, me niego… ¿sabes?

—¿Te niegas? ¿Por qué?

Al replicar a su terquedad, ella se plantó con seguridad y dijo:

—Porque no quiero asustarme si aparece la «Mujer de Rojo».

—……

Parece que aún le queda mucho camino por recorrer para vencer el miedo. O tal vez está retrocediendo, bueno, ¿quién sabe? 

 

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