La historia del Héroe Orco

Capítulo 81. Propuesta

 

Amanecía y el sol de la mañana iluminaba poco a poco los alrededores. En este escenario, Bash y Zell estaban apostados sobre los escombros un poco alejados del lugar de la batalla. A Judith no se la veía por ninguna parte. Había ido al cuartel general del ejército humano para hacer un informe o algo así.

Bash y Zell no hablaban mucho.

—¿Qué quiso decir con que me podía convertir en tu esposa, Jefe?

—No lo sé. Pero lo dijo el Sabio Humano; debe haber algún método.

—En primer lugar, ¿cómo es que el Sabio Humano sabía del propósito de tu viaje?

—No lo entiendo. Pero él es el Sabio Humano. Así que no es de extrañar que lo sepa.

En la mente de Bash, las capacidades de recopilación de información de los Humanos habían alcanzado el reino de lo divino. Empezando por Houston, luego Brisa, Nazar, los Humanos que le proporcionaron información importante habían otorgado conocimiento y sabiduría a Bash. Entre ellos estaba el hombre conocido como el Sabio. No sería extraño que él supiera algo.

—Jefe, ¿qué vamos a hacer ahora? El plan era ir al castillo, pero parece que están encargándose de las secuelas de la batalla. No creo que quieran prestarnos atención.

—Si…

—Personalmente, todavía tengo curiosidad por lo que dijo el Sabio: que podría convertirme en tu esposa, Jefe.

Un Hada convirtiéndose en la novia de un Orco. Tanto para Bash como para Zell, era una escena difícil de imaginar. Después de todo, hablábamos de un hada. No tenían el concepto de masculino y femenino, y tales asuntos eran irrelevantes para ellas. Incluso si alguien dijera que Zell iba a ser su esposa, era difícil de imaginar.

—Personalmente, Jefe, he estado confiando en el todo este tiempo, y no he sido de mucha ayuda en este viaje.

Eso no era cierto desde la perspectiva de Bash. Él había estado recibiendo ayuda de Zell. La falta de resultados se debía a la falta de esfuerzo de Bash, a su falta de conocimientos y a algo de mala suerte. Sin embargo, era un hecho que no había habido mucho éxito.

—¡Así que, si es posible lograrlo, me gustaría intentar ser tu esposa, Jefe!

Bash pensó un poco en las palabras de Zell. Esta le había dicho que quería convertirse en su esposa, incluso llevaba diciéndolo desde el principio del viaje. En otras palabras, la propuesta ya había tenido éxito. Entonces, sólo faltaba que pudieran acostarse, y Bash, sin duda, dejaría de ser virgen. Aunque él mismo no entendía el significado de las palabras del Sabio Caspar, era el «Sabio Humano». Era poco probable que estuviera equivocado en eso.

—El Bosque Dynancy está cerca del país de las Hadas…

—Así es. Es casi como si estuviera en el país, pero el territorio no es de nadie ahora mismo, ¿no? De todos modos, si vamos, ¡será un raro regreso a casa!

El Bosque Dynancy. El país de las Hadas situado en una zona remota tenía unas zonas de amortiguación en la que estaba prohibida la entrada y salida a Humanos debido a que estos cazaban Hadas furtivamente. El Bosque Dynancy era una de ellas. Por lo tanto, ir allí significaba que el acceso a otros países sería casi imposible. Si Zell fracasaba, probablemente sufrirían una pérdida de tiempo irreparable.

Bash no tenía tiempo. Había urgencia. Aunque había fracasado a la hora de ligar en este país, la última mujer humana con la que habló le dio su visto bueno, diciendo: «Deberías estar bien». Basándose en la respuesta, era probable que, si iba a la siguiente localización, llegaría a tener sexo. Pero…

Bash miró a Zell. Nunca había sentido excitación por las hadas. Sin embargo, como especie, las Hadas no tenían mal aspecto. Su aspecto andrógino podía considerarse femenino y, teniendo en cuenta la posibilidad de que pudieran mantener relaciones sexuales, resultaba bastante atractivo. Además, Zell era uno de los individuos en los que Bash más confiaba. Si tal Hada se convirtiera en su esposa…

—Sí, vamos a intentarlo.

—¡Entonces está decidido!

Y así, los dos decidieron embarcarse en un viaje al país de las Hadas.

A la luz del sol de la mañana, Judith caminaba por la ciudad en ruinas. Había sido un día agotador. Sin el equipo adecuado como caballero, tomó prestado el equipo mínimo de los cuerpos de los soldados caídos en el campo de batalla, cumpliendo su papel de mensajera al correr por la zona devastada por la guerra. Los escombros que se derrumbaban y la magia que volaba la rozaban, y no podía contar las veces que pensó que moriría.

Sin embargo, extrañamente, tenía una sensación de regocijo. Tal vez porque, como caballero, había podido participar por primera vez en lo que parecía una batalla real. O tal vez… porque pudo ser capaz de luchar junto al héroe que una vez la había salvado.

Tras confirmar que el monstruo había muerto, Judith regresó al cuartel general y pidió instrucciones. Recibió órdenes de tomarse un descanso por hoy, y mañana regresaría a su tierra natal como mensajera. Probablemente, hoy se celebraría una modesta fiesta por haber derrotado al monstruo que atacó la ciudad. También serviría como homenaje a los difuntos.

Así pues, Judith volvió al montón de escombros para invitar a Bash y a su amiga hada. Al fin y al cabo, fueron los héroes que protegieron la ciudad humana. El guerrero que seguía llamando la atención de aquel monstruo de frente. Nadie culparía a Bash por participar. Hoy sería el día en que todos reconocerían al orco llamado Bash. Eso es lo que ella pensaba, pero…

—¡Oh, Judith!

—¿Hm?

Cuando Judith encontró a Bash, él acababa de terminar de prepararse para el viaje.

—¿Don Bash? ¿Ya se va?

—Sí, tengo curiosidad por lo que dijo el Sabio Caspar antes de morir.

—¿Antes de morir? ¿Qué dejó atrás para decir?

—Que fuera al Bosque Dynancy.

El Sabio Caspar. Con él transformándose en monstruo y atacando la ciudad, los miembros de la Alianza de las Cuatro Razas estaban en alboroto y celebraban una reunión con caras agrias. Judith no conocía los detalles de la reunión, pero si se trataba de las últimas palabras de Caspar, debía ser importante.

—¡…! Entendido. También lo transmitiré al cuartel general Humano más tarde.

—¿Hm? Oh, de acuerdo.

Judith no insistió más y solo dijo eso. El Bosque Dynancy, el país de las Hadas, el renacimiento de Gediguz… Judith no tenía la sabiduría para ver inmediatamente la conexión. Sin embargo, si el Sabio Caspar lo dijo, es porque debía haber una conexión, y las altas esferas de la Alianza de las Cuatro Razas sin duda la verían.

—Pero, aun así, Don Bash, es usted incomparable… Ahora entiendo por qué Don Houston le tenía en tan alta estima.

Mientras Judith se deleitaba con la victoria, pensando que hoy habría fiesta, y bajando la guardia, Bash estaba solo, pensando en la próxima batalla. Seguramente, había sido igual en todos los campos de batalla hasta ahora. Se le llamaba campo de batalla perpetuo. Era algo que le gustaría aprender, pero no se sentía capaz de tanto.

—¡Bueno, le deseo buena suerte!

—Sí.

Con un saludo, Judith le deseó buena suerte. Después de decir eso, pensó: «¿Debería haberle despedido al menos fuera de la ciudad?», pero no había forma de retractarse una vez que había dado su saludo. Se limitó a observar su espalda hasta que Bash dejó de ser visible.

Judith atravesó la ciudad en ruinas para regresar al castillo. El camino tomado por el monstruo —no, el sabio Caspar— estaba sembrado de escombros. Desde el amanecer, la gente había empezado a regresar. Había quienes transportaban escombros, otros intentaban rescatar a los atrapados en las casas parcialmente derrumbadas y algunos lloraban ante los muertos: se sucedían diversas escenas.

De repente, Judith vio a un hombre arrodillado entre los escombros. Su cara le resultaba familiar. Cuando este vio a Judith, se levantó e inclinó la cabeza.

—Oh, es la caballero… Ha estado luchando, ¿verdad? Gracias.

Era la tienda donde Judith había oído la heroica historia de Bash. Era un lugar recomendado por los soldados, un restaurante conocido por su delicioso marisco. La tienda se había derrumbado por completo. Judith se quitó el casco y bajó la mirada.

—Nunca pensé que la tienda acabaría así… Puedo imaginar tus sentimientos.

La casa se había derrumbado por completo y debía de estar desanimado.

—No, no… Señorita Caballero, no hay necesidad de agachar la cabeza. No pasa nada.

Sin embargo, el propietario se rio y se quitó el sombrero. De hecho, mirándolo bien, no parecía tan deprimido. Incluso ahora, mientras caminaba entre los escombros, buscaba algo. Judith pensó que podría estar buscando a su familia enterrada debajo.

—Mi hijo vino hace un rato. Nos aseguramos de que estaba a salvo. Por supuesto, mi mujer también está a bien.

—Oh, me alegro entonces. Pero la tienda…

—Bueno, es un pequeño contratiempo, pero… Ya qué, es la segunda vez, así que ya estoy acostumbrado. Ah, por fin la encontré. —Diciendo esto, el dueño recogió algo de entre los escombros. Era una espada que había estado expuesta en la tienda, un arma suministrada a los soldados del ejército Humano. Mirando alrededor, también había un escudo usado por el ejército Humano junto a los escombros.

—¿Qué es eso?

—Usé esta espada cuando era soldado. Es nuestro símbolo. Sin esto, no puedo reconstruir la tienda.

Judith permaneció en silencio.

—Bueno, el daño podría haber sido peor.

El tendero levantó la vista hacia el «camino» que conducía al castillo real. El camino por el que se había movido Caspar permanecía como un montón de escombros.

—Cuando los orcos saquearon este lugar, fue mucho peor. Mi familia y mis conocidos, todos murieron. Por aquel entonces, yo aún era soldado y estaba asignado al frente contra los Hombres Lagarto, así que escapé ileso.

—Mi hermana fue violada por orcos en la Batalla de Zarico y quedó discapacitada.

—Oh, eso es duro… Pero esta vez, fue un orco el que nos salvó.

Lo que flotaba en la mente del tendero era la espalda de un orco. Estando solo, enfrentándose a un monstruo tan enorme que tenía que mirarlo hacia arriba, consiguió detenerlo espléndidamente. Si él no hubiera estado allí, la Puerta Oeste se habría hundido en un mar de sangre.

—No olvidaré el día en que regresé a esta ciudad. Fue el día en que juré no perdonar jamás a esa escoria de orcos. No lo olvidaré. —El tendero se rio—. Pero puede que este día tampoco lo olvide.

Fue testigo de algo increíble. Aquel orco claramente no retrocedió ante un oponente mucho más grande y fuerte que él. Cuando salió despedido por los aires y se estrelló contra los escombros, los que lo observaban pensaron: «Se acabó». Pero el orco salió ileso y siguió luchando. Y, al final, con la cooperación de la Alianza de las Cuatro Razas, hizo arrodillarse a aquel monstruo y le cortó la cabeza. Fue algo inolvidable.

—¿Y usted, Señorita?

—…No puedo olvidar lo que le hicieron a mi hermana. Cuando veo orcos, me brotan la ira y el resentimiento.

—Dices eso, pero en realidad a él no lo odias, ¿verdad?

Judith dejó escapar una débil risa.

—Sí, en efecto. A él lo respeto.

—Es sorprendente escuchar que una mujer caballero Humana dijera que «respeta» a un orco. Después de todo, los orcos, ya sabes, sólo piensan en los hombres como cosas que matar y en las mujeres como herramientas para tener hijos… Bueno, ese «Héroe Orco» parece ser un poco diferente. Cuando lo vi hablando con las mujeres en la tienda, pensé que podría intentar algo grosero, pero no dijo nada indecente.

—…Don Bash aprendió a conversar con la gente de otras razas mientras viajaba. Cuando nos conocimos, incluso dijo cosas como: «¿Podrías tener mis hijos?».

—¡Jajá, esa es una proposición muy orca de su parte!

—Uh, no fue exactamente una propuesta… Probablemente fue sólo una broma para burlarse de una chiquilla ingenua. —La cara de Judith se puso roja al oír hablar de una proposición. Sin embargo, habiéndose familiarizado con la cultura orca más que antes, no pudo evitar considerar la posibilidad. Ciertamente, Bash en aquel momento probablemente lo dijo para poner a prueba a Judith. Probablemente pretendía transmitir la idea de que, en ese momento, no diría nada que menospreciara a los orcos.

—Sorprendentemente, podría haber hablado en serio. No sé cómo ven los orcos las propuestas, pero proponerse como hombre no es algo que se haga a la ligera.

—Así que así es…

Ciertamente, si en ese momento, ella hubiera respondido de la misma manera y hubiera dicho «¡Sí, quiero tener a tus hijos!»… Bash era un orco. No se habría retractado de sus palabras. Judith se habría convertido en la esposa de Bash y, al más puro estilo orco, se la habría llevado a algún lugar cercano que estuviera en lo oscurito.

Al pensarlo así, Judith sintió que su rostro se calentaba aún más. En aquel momento, probablemente se habría puesto pálida si tal cosa hubiera sucedido. Ahora era todo lo contrario. Se dio cuenta de que no le desagradaba la idea. Había tomado conciencia de ello. Sin embargo, negó con la cabeza.

—…Aun así, no puedo aceptarlo. Mi familia no me lo perdonaría, y aunque viviera en el país de los orcos, probablemente no me iría bien. Pero sí pienso que sería un gran honor.

—¿En serio?

El tendero miró al cielo. Ciertamente, si un Héroe de tal calibre se le propusiera, sería un honor. Lo seguiría siendo aun viniendo de la despreciada raza de los orcos. Aquel orco hizo precisamente eso.

—Señorita Caballero, ¿qué harás a partir de ahora?

—Informaré de este incidente en mi tierra natal y asumiré el papel de mensajera, supongo.

—Bueno, ese es un papel importante.

—Estoy de acuerdo.

La tarea asignada a Judith era ser una mensajera. Ella debía transmitir este incidente, así como el propósito y el resultado del grupo de Poplática, a su tierra natal. Era información crucial. Presumiblemente, se enviarían unos cuantos mensajeros, escalonados en el tiempo. Y algunos de ellos probablemente serían asesinados por el enemigo. La posibilidad parecía baja esta vez, pero Judith había oído que ocurría a menudo durante la guerra. Sin embargo, el hecho de que el papel de Judith era crucial se mantuvo sin cambios.

Por otra parte, Judith aún no conocía los detalles de este incidente, pero parecía que conduciría a una guerra. Como mínimo, las tres naciones de Humanos, Elfos y Gente Bestia entrarían en un estado de alerta máxima. Podría tener lugar una reorganización militar. Para Judith, su primera guerra se acercaba.

—Te deseo la mejor de las suertes.

—Ah, gracias. ¡Y adiós! —Esa fue la respuesta de Judith, y ella no temía la guerra. En su mente, estaba la imagen de Bash luchando valientemente. Incluso si se encontraba en una situación difícil, debería luchar así, siguiendo su ejemplo. Por lo tanto, ella no tenía ninguna razón para temer.

Con este pensamiento en su mente, Judith dirigió su mirada hacia el castillo y se puso en marcha.

 

 Fin del Arco 7. 

 

Frizcop:

Bien, gente. Llegamos, tristemente, al final del arco 7. Si todo sale como con los arcos anteriores, el nuevo arco estaría saliendo en octubre-noviembre del próximo año 2024.

Díganme, ¿qué les está pareciendo la historia hasta ahora? ¿Qué les pareció este arco? Y también, ¿qué les pareció mi traducción? Tengo ego, no lo pateen tanto, por favor.

Por último, hoy en la tardecita estaré poniendo una encuesta en facebook sobre qué novela debería traducir a continuación. Estén atentos por si les gusta alguna de las opciones y la votan.


¿Quieres discutir de esta novela u otras, o simplemente estar al día? ¡Entra a nuestro Discord!

Gente, si les gusta esta novela y quieren apoyar el tiempo y esfuerzo que hay detrás, consideren apoyarme donando a través de la plataforma Ko-fi o Paypal.
 

Anterior | Indice | Siguiente

Donacion
Paypal Ko-fi