Bastardo Mujeriego
Vol. 3 Capítulo 10. El aguacero vespertino que cambió el destino
Aunque el clima había estado despejado durante días, el cielo estuvo nublado desde la mañana de aquel día. A pesar de que el pronóstico no preveía lluvia, las nubes se volvían cada vez más ominosas. Las actividades al aire libre, especialmente las relacionadas con los clubes, se suspendieron antes de lo planeado para evitar posibles tormentas eléctricas. Esto incluía al club de fútbol al que pertenecía Takumi.
De camino a casa, cuando se dirigía a la estación más cercana a la escuela, Takumi se encontró por casualidad con su amiga de la infancia.
—Ah, Takumi…
—Mizuho… Entonces, ¿también los despacharon del club de natación?
—A-así es.
Tan pronto como se vieron, miraron incómodamente hacia otro lado. Al igual que el club de fútbol, el club de natación de Mizuho también había terminado la práctica temprano.
Su pelea, que había comenzado al inicio de las vacaciones de verano, seguía sin resolverse. …Sin embargo, cualquier enojo que sintieran el uno hacia el otro había desaparecido hace tiempo. Simplemente no habían encontrado la oportunidad de disculparse y reconciliarse, lo que llevó a la actual prolongada incomodidad.
…Aun así, no podemos seguir de esta manera para siempre. Vivimos uno al lado del otro. Necesitamos resolver esto pronto, o incluso Himari empezará a preocuparse.
Justo cuando Takumi reunió el valor para disculparse, apretando el puño, Mizuho también habló al mismo tiempo.
—Eh, oye…
—Escucha…
Se miraron por un momento antes de volver a mirar rápidamente hacia otro lado.
—…¿Qué-qué pasa?
—…¿Qué-Qué querías decir tú?
—Nada, en realidad…
—…Entonces, yo tampoco iba a decir nada.
—¿Eh? ¿Cómo que «entonces»?
—No es nada.
Takumi, sin querer, habló de manera brusca. Mizuho, a su vez, se puso inmediatamente a la defensiva. Esto podría ser lo que llaman «ojo por ojo». Normalmente, las réplicas de Takumi habrían sido fácilmente ignoradas, pero hoy resultaban particularmente irritantes.
Mientras Takumi lamentaba cómo habían terminado las cosas, Mizuho pensaba lo mismo.
Ugh… Lo hice otra vez… Sé que no podemos seguir así.
Sin embargo, no podía obligarse a decir «lo siento» en el momento final. No era porque Mizuho, a diferencia de Himari, fuera demasiado marimacho para disculparse; todo lo contrario.
En resumen, Mizuho tenía miedo. Temía que, incluso si se disculpaba, Takumi no la perdonara.
¿Qué debo hacer…? Si me disculpo ahora, él podría no perdonarme. Taku aún debe estar enojado porque le regañé por algo estúpido.
No es que Mizuho no pudiera ser honesta. Tenía miedo. Naturalmente ansiosa y considerada, Mizuho tenía un complejo por no poder ser la «chica linda». Interpretó erróneamente el perfil taciturno de Takumi como una señal de enojo sostenido.
—…Um, ¿dónde está Himari?
Takumi desvió la mirada y cambió de tema. Pensó que, si Himari estuviera allí, podría ayudar a cerrar la brecha entre él y Mizuho. Sin embargo, en el momento en que Mizuho escuchó el nombre de Himari, su tono se volvió aún más sombrío.
—…Dijo que se va a ir a casa por separado. Al parecer, tiene algo que hacer con alguien…
—Ya-ya veo… Ha estado haciendo eso mucho últimamente.
—Sí…
—¿Crees que ha hecho un nuevo amigo?
—…No lo sé.
Era extraño cómo la ausencia de uno de los tres amigos de la infancia podía crear tanta incomodidad. No obstante, por muy incómodo que fuera, cambiar de tren o subir a carros diferentes habría sido demasiado llamativo. Después de todo, sus casas estaban una al lado de la otra.
—……
—……
En silencio y envueltos en una atmósfera pesada, abordaron el tren que había llegado a la plataforma.
—Vaya, no puede ser, está empezando a llover.
Al bajarse del tren y caminar hacia casa, Takumi miró hacia el cielo, con la palma hacia arriba, y murmuró. Estaban tan cerca de casa, pero parecía que el clima no les permitiría llegar secos.
Las gotas de lluvia comenzaron a caer esporádicamente, oscureciendo el asfalto seco. El calor húmedo típico de una lluvia de verano envolvió rápidamente los alrededores.
—Mizuho, ¿tienes un paraguas? —preguntó Takumi.
—No, el pronóstico del tiempo decía que no llovería…
—Sí, yo tampoco… Bueno, no tenemos opción. ¡Corramos!
—¡Está bien!
Mientras la lluvia se intensificaba rápidamente, los dos, sin paraguas, usaron sus mochilas como escudos improvisados y corrieron hacia sus casas. Aunque eran solo unos pocos cientos de metros, los charcos se formaron rápidamente en el camino, empapando sus uniformes y zapatos.
En su carrera frenética, momentáneamente olvidaron su incomodidad. A través del fuerte aguacero que les borraba la visión, Takumi agarró la mano de Mizuho y la jaló.
Finalmente irrumpieron en la entrada de la casa de los Fujisawa, la más cercana de las dos casas adyacentes. Agachados y jadeando, hablaron.
—Vaya, haa, haa, esta lluvia es increíble… ¿Estás bien, Mizuho? —preguntó Takumi entre respiros.
—Haa… Haa… Sí-sí… Pero Himari… Probablemente tampoco tiene un paraguas… Mi cabello y mi uniforme están empapados, —respondió Mizuho, aun recuperando el aliento.
Sus padres aún no estaban en casa y la casa estaba débilmente iluminada. El agua goteaba de su cabello y de los bordes de sus uniformes, formando charcos en las baldosas de la entrada.
Mientras Takumi se apoyaba con las manos en las rodillas, levantó la vista.
—Vaya… no puedo creerme que haya llovido tan fuerte y menos cuando…
—…¿Eh? ¿Que? ¿Sucede alguna…? Ah… —Mizuho, al notar la mirada de asombro y la boca abierta de Takumi, se dio cuenta de su propia situación. Su rostro se sonrojó, como un pulpo hervido.
—No-no, yo no quería… O sea, no te quería ver… Quiero decir, eso no es… ¡Lo siento! —balbuceó Takumi, con la cara enrojecida.
A través de la blusa empapada de Mizuho, se podía ver claramente su sostén de color pastel, junto con la forma de su pecho y su ombligo. Mientras Takumi se disculpaba apresuradamente, Mizuho cruzó los brazos sobre su cuerpo, casi dejando escapar un grito silencioso.
—¡Lo siento, Mizuho!
…Takumi no quería agravar aún más el mal humor de su amiga de la infancia. Juzgando que lo mejor era retirarse, se disculpó de nuevo y salió corriendo de la entrada de la casa de los Fujisawa, dirigiéndose a su propia casa al lado.
—Haa… Ya estoy en casa, —anunció, aliviado de haber evitado más problemas con Mizuho—. Vaya, eso fue difícil… —Takumi se quitó los zapatos y calcetines empapados en la entrada y agarró una toalla del baño. Mientras se secaba el cabello bruscamente, reflexionó sobre el incidente. A pesar de la incomodidad, recordó haber corrido bajo el aguacero con Mizuho, tomando su mano, y hablando normalmente antes y después.
—Sí, no le des demasiadas vueltas. Solo actúa con normalidad, —se dijo a sí mismo, sintiendo que había encontrado una manera de reparar su relación.
Miró su mano, todavía sintiendo el calor del agarre de Mizuho, y la apretó. Luego, sacudiendo la cabeza, se obligó a olvidar el color de su sostén y cuánto había crecido desde que eran niños. …Ella era solo su amiga de la infancia, y pensar en ella de otra manera se sentía incorrecto.
Takumi encontró un volante en la mesa del salón. Era un anuncio de aspecto casero, impreso en monocromo, sobre un festival de verano. Parecía haber sido metido en el circular del vecindario que estaba al lado.
—…¿Qué es esto? …Ah, claro, es esa época del año otra vez.
Era el festival local anual que se celebraba en el santuario cercano, una tradición a la que Takumi siempre había asistido con Mizuho y Himari desde que estaban en el jardín de infancia. Este año, con todo lo que había pasado, lo había olvidado por completo.
—Ya veo… el festival de verano.
Durante el festival, había varios puestos, y los terrenos del santuario estarían llenos de gente. Incluso había un pequeño espectáculo de fuegos artificiales en la ribera del río. Takumi pensó que sería la excusa perfecta para reconciliarse.
Sí, era ridículo pasar las preciosas vacaciones de verano incómodo con sus importantes amigas de la infancia. Como señal de reconciliación con Mizuho y una disculpa a Himari por preocuparla, decidió invitarlas al festival.
Como si la fuerte lluvia hubiera lavado sus preocupaciones, Takumi sintió una sensación temporal de alivio.
—…¿¡Whoa!?
Pero justo cuando se le ocurrió esta idea, un relámpago fuera de la ventana fue seguido por un fuerte trueno, como si intentara desanimarlo.
La lluvia se intensificó, golpeando con fuerza contra los cristales de las ventanas.
Ah, cierto, ¿cómo le estará yendo a Himari…?
Takumi, que había estado preocupado por Mizuho últimamente, recordó de repente que su otra importante amiga de la infancia tenía un terrible miedo a las tormentas.
—Ejejé, ¿de verdad? ¿Estás seguro que eso no es algo que solo tú piensas, Seto-kun?
Mientras tanto, justo antes de que Takumi y Mizuho fueran atrapados por el aguacero, cuando el clima empeoró y muchos de los clubes detuvieron sus actividades, despejando los terrenos de la escuela, Himari todavía estaba en la escuela. En el edificio de aulas especiales, detrás de la puerta del aula de arte, se podía escuchar la alegre risa de Himari.
—No, no, estoy completamente seguro de ello. Sin duda alguna.
—No, te tienes que estar equivocando. …Jejejé.
Himari, tal como había prometido, visitó hoy la sala de arte para ser la modelo de Seto. El nerviosismo inicial que sintió cuando aceptó ser su modelo parecía haber desaparecido. Sentada en la pose indicada, cumplía su papel mientras mantenía conversaciones ligeras y animadas con Seto.
Sin embargo, pronto se dio cuenta de que se estaban dejando llevar demasiado por la charla. Aclarando su garganta, Himari adoptó una expresión más seria y amonestó a Seto.
—…Ejém. Oye, Seto-kun, ¿no has estado deteniéndote mucho? No deberías estar solo charlando. Seamos serios, ¿quieres?
—Estoy trabajando. Mira.
—Ah…
En el boceto en el lienzo de Seto, había un dibujo a lápiz del rostro sonriente de Himari. En el momento en que lo vio, ella de repente se sintió avergonzada. Abandonó su intento de parecer madura y bajó la mirada tímidamente.
—Himari-chan, ¿qué pasa?
—Nada. Es que el que me dibujen es diferente a que me tomen una foto. Se siente extraño. Gracias, tu dibujo ha quedado muy bien.
—De nada. Ayuda que la modelo sea tan buena.
—¿Eso significa que…?
—Que eres hermosa, Himari-chan.
—Sí-sí. …Gracias. —Las mejillas de Himari se pusieron aún más rojas.
Himari no sabía hasta hace poco que Seto podía halagar a las chicas de manera tan casual y sin esfuerzo. Normalmente, podría haber sido cautelosa, pero era demasiado inexperta para eso. Incluso si quisiera ser cautelosa, las palabras de Seto tenían un poder misterioso que pasaba por alto cualquier precaución, llevado por su presencia modesta.
—Himari-chan, te ves increíble cuando sonríes así, —dijo Seto, halagándola casualmente durante sus conversaciones ligeras. Él no solo elogiaba su apariencia, sino también su naturaleza reflexiva y considerada. Aunque pudiera parecer un poco insincero, pocas chicas se sentirían mal al ver su autoestima aumentada de esa manera. Para Himari, que sentía que no era vista como una chica por su amor de la infancia y a menudo se comparaba con su brillante y animada hermana gemela, considerándose a sí misma solo un personaje secundario, las palabras de Seto significaban aún más.
Hasta ahora, Seto había dibujado varios bocetos de Himari. Su habilidad definitivamente había mejorado, y él atribuía todo su progreso a ella. …Sin embargo, ella aun lo negaba.
—No, es porque tú eres increíble, Seto-kun.
De hecho, Seto había estado observando a Himari atentamente, capturando expresiones en su lienzo de las que ni siquiera ella era consciente. Himari se sentía genuinamente conmovida.
—…Es porque me miras tan de cerca, Seto-kun.
—¿Eh? ¿Dijiste algo?
—No, nada.
Himari se encontraba confundida acerca de por qué seguía viniendo a la sala de arte. ¿Era solo para mantener su promesa, porque quería que él la dibujara, o simplemente porque disfrutaba hablar con él? Ya no podía decirlo.
Una cosa era segura: el tiempo que Himari pasaba con Seto era un secreto compartido solo entre ellos dos, desconocido para Takumi y Mizuho, con quienes había sido inseparable desde la infancia. Aunque su relación había comenzado algo por casualidad, hacer algo en secreto de Takumi y Mizuho le daba a Himari una emoción única. Quizás por eso reía tan libremente cuando estaba a solas con Seto.
—…Oh, ya es tarde, —comentó Seto.
—¿En serio? Oh, tienes razón… —dijo Himari, evidentemente decepcionada. Pero rápidamente recuperó la compostura, porque incluso después de que Seto terminara su boceto, su tiempo secreto no había terminado.
—Himari-chan, ¿vamos?
—De acuerdo, Seto-kun.
Himari ayudó a Seto a ordenar. Como de costumbre, luego se dirigirían a un restaurante familiar o una cafetería cercana para continuar su conversación casual. Naturalmente, Seto siempre pagaba por todo.
…A primera vista, esto podría parecer una cita, pero no lo era. Era la forma de Seto de pagar a Himari por su trabajo como modelo. De esta manera, Himari no sentía ninguna culpa al aceptar su invitación.
Mientras sostenía el lienzo sin terminar en la sala de preparación de arte, Himari le preguntó a Seto, quien estaba guardando el caballete:
—Seto-kun, ¿a dónde vamos hoy?
—Hm, me estoy quedando sin ideas, ¿por qué no eliges tú, Himari-chan?
—¿Yo?
—Sí.
—Um… —Himari dudó. Al reflexionar, se dio cuenta de que siempre había seguido a donde su hermana y Takumi iban, y nunca había afirmado su propia preferencia.
Quizás por eso, perdida en sus pensamientos, Himari superpuso accidentalmente su mano con la de Seto al pasarle el lienzo.
—Oh, lo-lo siento, —dijo.
—Jaja, no, es mi culpa, Himari-chan, —respondió Seto.
Seto no era particularmente grande, pero comparadas con las de Himari, sus manos eran sin duda las de un chico.
Aunque sus manos se tocaron, Seto lo tomó con calma como si nada hubiera pasado. Solo Himari estaba nerviosa. En otras palabras, tocar la mano de Seto la había perturbado mucho.
¿O-otra vez…? ¿Por qué pasa…?
En la sofocante sala de preparación sin aire acondicionado, algo cambió dentro del cuerpo de Himari cuando tocó la mano de Seto. Mientras observaba la espalda del chico a través de su camisa de verano mientras guardaba el lienzo, Himari tragó nerviosamente.
Su corazón latía con fuerza, su piel se ruborizó y sudaba. Aunque normalmente estaba bien, cada vez que estaba con Seto, Himari no podía evitar volverse muy consciente de su físico ante la más mínima provocación.
—Bueno, entonces, decidamos a dónde ir mientras caminamos, —sugirió Seto.
—Me parece bien, Seto-kun, —estuvo de acuerdo Himari.
Sin embargo, Himari ya había aprendido a ocultar esta inexplicable reacción. Incluso cuando Seto se volvió después de terminar la limpieza, mantuvo una expresión despreocupada.
—Oh…
Al salir juntos del edificio de la escuela, Himari miró al cielo y dejó escapar un suspiro.
Nubes oscuras cubrían todo el cielo.
Su sonrisa anterior se congeló con un sentido de fatalidad evocado por esas nubes oscuras.
—Oh… definitivamente va a llover, ¿verdad?
—Uugh…
—Himari-chan, ¿tienes un paraguas?
—No-no, no tengo uno.
—Bueno, si llueve, te pondré debajo de mi paraguas plegable, —dijo Seto, instando a Himari a seguir adelante.
Mientras comenzaban a caminar, antes de salir siquiera de la puerta de la escuela, la lluvia empezó a caer, y pronto se convirtió en un aguacero.
—¡Se-Seto-kun!
—¡Acércate a mí, Himari-chan!
—¡Sí-sí!
Era una lluvia torrencial que los hizo elevar involuntariamente sus voces. Al menos, con el pequeño paraguas plegable que tenía Seto, era imposible evitar que ambos se mojaran.
—Con este ritmo, no llegaremos a la estación. Himari-chan, —dijo Seto, haciendo una sugerencia—. ¡Himari-chan, mi casa está más cerca que la estación! ¡Vamos a resguardarnos de la lluvia por un rato!
Tiempos desesperados, requerían medidas desesperadas.
Y así, Himari se vio siendo llevada a la casa de Seto, donde vivía solo, en un momento en que su hermana y Takumi ya habían llegado a casa, empapados.
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