Bastardo Mujeriego

Vol. 4 Capítulo 4. Acercándose poco a poco en el supermercado

—¡Bienvenidos, bienvenidos! Gracias por visitarnos hoy también. Tenemos grandes ofertas en jamón, tocino, salchichas y más. ¡Además, por cada compra de hoy, recibirán puntos multiplicados por diez…!

El ambiente dentro del supermercado, fresco por el aire acondicionado, se sentía como el paraíso en comparación con el calor abrasador del exterior. Una melodía publicitaria alegre se intercalaba con los anuncios de ofertas especiales del empleado. Sin embargo, esos anuncios apenas llegaban a los oídos de Mizuho, quien estaba comprando vestida con su uniforme escolar.

—Eh, bueno, Seto-kun, ¿hay algo que quieras comer? Si tienes alguna petición, no dudes en decírmelo, ¿sí?

—Sí, gracias. Si es posible, preferiría algo ligero. Pero, la verdad, estaré feliz con cualquier cosa que prepares tú, Mizuho-san.

—Entiendo, de acuerdo.

Fingiendo que no había prestado atención al halago de la última parte, Mizuho logró mantener una fachada de calma. Pero, en realidad, su mente estaba en caos.

¿Po-por qué estoy comprando en el supermercado con Seto-kun? ¿Eh? ¿Eh? ¿Eh? ¿Eeeh? ¿Por qué? ¿Cómo llegamos a esto?

Los latidos de su corazón resonaban en su cabeza, impidiéndole pensar con claridad. Aun así, trataba de recordar cómo habían llegado a esa situación.

Todo comenzó la tarde anterior. En ese momento, Mizuho había terminado la práctica de natación y estaba en una zona comercial cerca de la estación con Sumika. Allí, se toparon por casualidad con Takumi, que acababa de terminar su práctica de fútbol.

—Ah, Takumi…

—Mizuho…

Mizuho iba acompañada por Sumika, y alrededor de Takumi estaban algunos compañeros de fútbol del mismo curso, todos llevando bolsas de deporte similares. Mizuho y Takumi se notaron mutuamente primero, y luego Sumika reaccionó al escucharla susurrar el nombre de Takumi.

—¿Eh, Inukai-kun?

—…¿Eh? ¿Esa voz es…? ¿¡De verdad es Sumika-chan!? ¡No puede ser, es increíble!

—¡Vaya, qué casualidad, ¿no?! ¡Oye, ¿desde cuándo llamas a Kanai por su nombre de pila con el «chan» y todo?!

Al escuchar la voz de Sumika, los otros chicos del equipo de fútbol, aparte de Takumi, comenzaron a alborotarse. Entusiasmados por la inesperada coincidencia de encontrarse con una de las chicas más lindas de la escuela fuera del campus, los chicos no tardaron en bromear, haciendo suficiente ruido como para captar la atención de los transeúntes.

—¡Mira, si también está Fujisawa! Qué suerte que te encontraste con tu linda amiga de la infancia, ¿no, Takumi?

—¿Eh? ¿Qué tiene de bueno?

—¿……? ¿Por qué te estás poniendo así?

—¿Estará avergonzado?

Y, efectivamente, Takumi estaba avergonzado. Aunque no parecía haber razón para estarlo, el corazón de un adolescente puede ser bastante complejo. Aunque Takumi se sentía feliz por haberse encontrado con Mizuho, después de que sus amigos lo molestaran, ya no podía expresarlo con sinceridad.

Como resultado, a pesar de que deseaba tanto arreglar su relación con Mizuho, Takumi decidió comportarse de manera obstinada, sin ninguna necesidad real.

—No es como si quisiera verla todo el tiempo, incluso en lugares como este…

—¿……?

Ese comentario, aunque fuera para ocultar su vergüenza, tenía un filo innecesario, y tan pronto como las palabras salieron de su boca, no solo él, sino también sus amigos, sintieron que el ambiente se volvía tenso. El que más lo lamentó fue Takumi. Sin embargo, cuando se dio cuenta de su error, ya era demasiado tarde.

—…Ya veo.

Takumi, en el fondo, esperaba que Mizuho se enfadara y le respondiera de forma agresiva. Si ella le contestaba con palabras duras y lo insultaba, tendría una excusa para disculparse. Pero sus expectativas, dependientes del comportamiento de ella, se desmoronaron rápidamente.

En lugar de una reacción enojada, Mizuho murmuró en voz baja, con un tono sorprendentemente triste:

—Perdón por no cumplir tus expectativas.

—Ah, no, yo…

—Endou-kun.

—¿Eh? ¿Yo?

Mizuho cambió rápidamente su expresión y mostró una sonrisa decidida, dirigiéndose no a su amigo de la infancia, sino al chico de su misma clase que estaba junto a él.

—¿El equipo de fútbol no tiene un partido de práctica pasado mañana? ¿Está bien que anden por aquí? Si los descubren, ¿no se enojará el entrenador?

—Eh, sí, pero… no te preocupes, hoy tenemos el día libre. El entrenador nos dijo que descansemos, así que está bien.

—Eso no significa que deban estar por ahí jugando.

Ese tono cuidadoso y algo entrometido era típico de Mizuho. Sin embargo, todos los presentes, excepto Takumi y la misma Mizuho, eran plenamente conscientes del cambio en el ambiente. Lo normal sería que comenzaran con sus habituales intercambios cómicos de «pareja» que no se molestarían en interrumpir, pero todos, salvo ellos, notaron que la situación no estaba bien.

Por eso, los amigos de Takumi dejaron de molestarlos y, en lugar de seguir con las bromas, intentaron suavizar el ambiente y acercarlos de nuevo.

—¡Ah, ya sé! ¡Se me ocurrió algo genial! ¡Aprovechemos que estamos aquí y salgamos a divertirnos!

—¡……! ¡Sí! ¡Eso es! ¡Yo quiero ir a cantar al karaoke con Kanai! ¡Me encantaría ir ya!

Los amigos forzaron un poco el ánimo, tratando de levantar el ambiente. Aunque sabían que terminarían tomando un rol cómico, pusieron la amistad por encima de todo. Eso es lo que significa la verdadera camaradería entre chicos.

—¿Verdad que sí, Kanai?

—Sí, está bien.

Y, como era de esperarse, Sumika también siguió el flujo de la conversación. Tal como los miembros del equipo de fútbol esperaban, la amable, seria y considerada presidenta de la clase entendió perfectamente sus intenciones.

Sin embargo, de la boca de Sumika salió una declaración inesperada.

—También quería poder llevarme bien con Inukai-kun. …¿Eh? ¿Pasa algo, chicos?

Sumika inclinó la cabeza como si no comprendiera el peso de sus palabras. Pero todos los presentes, sin excepción, quedaron sorprendidos al escuchar que Sumika mencionaba directamente a Takumi, expresando su deseo de «llevarse bien» con él.

Entre todos, quien mostró la expresión más desconcertada fue Mizuho, que estaba junto a Sumika. Esta, sin embargo, le sonrió con una expresión angelical, completamente libre de malas intenciones.

—¿Verdad, Mizuho? ¿Vamos también?

—Sí-sí… —Mizuho no pudo discernir cuál era la intención detrás de las palabras de Sumika.

Luego, en el karaoke, mientras Sumika mostraba una voz tan clara como la de una idol, parecía que lanzaba frecuentes miradas hacia Takumi. Quizás todo era solo una percepción equivocada de Mizuho. El hecho de que Sumika se sentara al lado de Takumi, y que pareciera acercar su cuerpo más de lo necesario, también debía ser una simple ilusión.

Sin embargo, el malestar que sentía en ese momento era algo que Mizuho quería compartir con alguien. Pero ¿a quién podría confiarle algo así? Takumi, Himari, y la misma Sumika no eran personas adecuadas para escuchar sus preocupaciones sobre este tema.

Aquella noche, mientras Mizuho reflexionaba sola sobre sus dudas, recibió un mensaje de Seto en su teléfono, justo en el momento más oportuno. Este le pedía que lo acompañara a hacer algunas compras.

—¿Mizuho-san? Oye, Mizuho-san.

—…¿Eh?

—¿Cuál tofu es el que debemos comprar?

La voz de Seto la sacó de su ensimismamiento. Mizuho, quien por un instante había perdido la noción de dónde estaba, miró a su alrededor. Se encontraba en un supermercado común, rodeada de productos frescos y artículos del hogar. En la cesta que sostenía con su mano izquierda, había varios productos que ella y Seto habían elegido juntos. Mientras ella llevaba la cesta, Seto tenía su bolso, y ahora sostenía un paquete de tofu de un estante refrigerado, buscando su consejo.

Aunque desconcertada, Mizuho logró responder.

—Eso es tofu suave, ¿verdad? No, el que necesitamos es tofu firme.

—…¿Este de aquí?

—¡No, ese tampoco! Es este otro.

—¿Eh…? ¿Este entonces?

—Ya te dije, vamos a hacer champurú para la cena, ¿recuerdas? Para eso se usa tofu firme. ¡Presta más atención, por favor!

—…Entendido.

Seto, que no lograba diferenciar entre tofu suave y tofu firme, mostró una evidente falta de habilidades domésticas. Mizuho lo reprendió suavemente, pensando que la afirmación de Seto de que «se las arreglaba cocinando por sí mismo» no parecía muy confiable. Soltó un suspiro, y Seto, rascándose la nuca con vergüenza, le devolvió una sonrisa de lo más contento.

¿Por qué? ¿Por qué estoy yo… haciendo la compra de la cena con Seto-kun?

Esa duda resonaba incesantemente en la cabeza de Mizuho desde hace un rato. La respuesta era muy sencilla: Seto la había invitado a acompañarlo diciendo que le gustaría recibir consejos para comprar los ingredientes de la cena, y Mizuho había aceptado. Sin embargo, lo que Mizuho no podía entender era por qué había accedido en primer lugar.

Sabía que Seto, quien vivía solo, llevaba una vida que parecía muy poco saludable desde su perspectiva. De hecho, Mizuho ya lo había regañado una vez, diciéndole que tenía que cocinar más por sí mismo. Pero, con solo eso, ¿una joven como ella iría al supermercado a hacer la compra de la cena con un chico que solo era un simple amigo?

Pero… él mismo fue el que lo dijo…En un rincón de su mente, Mizuho no podía dejar de recordar la ocasión en que Takumi le lanzó un comentario mordaz: «La próxima vez, ¿por qué no vas a la casa de Seto y le preparas la cena?».

Takumi siempre tenía algo sarcástico que decirle a Mizuho, su amiga de la infancia, y en el karaoke del día anterior, había estado todo cariñoso con Sumika. Al menos, eso era lo que Mizuho pensaba. Quizás, el deseo de devolverle el golpe a Takumi fue lo que la impulsó a acompañar a Seto.

No es como si tú fueras especial para mí o algo…

Era una especie de reproche hacia su amigo de la infancia, que no parecía valorar su presencia. Esa fue la razón por la cual Mizuho decidió acompañar a Seto en la compra.

…¿Qué estará pensando Seto-kun?

Además de eso, había algo más que Mizuho quería aclarar directamente con Seto. Y, por supuesto, era sobre el beso de aquella vez.

Desde que Seto, a quien nunca había visto de manera romántica, le había robado un beso de manera tan natural, las emociones de Mizuho, que ya estaban revueltas, se habían complicado aún más. Mientras ambos seleccionaban ingredientes uno al lado del otro, ella no podía evitar echarle miradas furtivas.

—¿Sabes, Mizuho-san? Algo como esto, hacer la compra juntos, ¿a ti no te emociona?

—¿Eh? ¿A-a ti sí?

—Sí. No sé cómo explicarlo… es como esa sensación de estar preparándome para una excursión. ¿Lo entiendes?

—Creo que lo entiendo… quizás… bueno, no lo sé.

—Entonces, ¿cómo se supone que debo elegir la carne de cerdo? Para ser honesto, todas se ven iguales.

—Bueno, eso es porque…

Seto parecía estar divirtiéndose mucho. Quizás, el beso del otro día había sido solo una alucinación provocada por el calor del verano. Seto se comportaba de manera tan natural que Mizuho comenzó a dudar de sus propios recuerdos. Al verlo sonreír tan despreocupado, le resultaba imposible mantenerse alerta o a la defensiva.

Por supuesto, el tipo estaba lejos de ser el chico inofensivo que Mizuho creía que era, pues este era sólo un bastardo mujeriego. Ayer llevó a su casa a la hermana pequeña de Mizuho, Himari, e hizo que la chica, que hasta hace poco ni siquiera conocía la palabra coger, se corriera sobre su polla erecta y se la cogió sin protección su coño de chica de preparatoria. Después, le dio un abrazo a Himari, que rebosaba de su corrida por todas partes por los continuos orgasmos, y dejó que su lengua se entrelazara con la suya como un molusco apareándose, susurrándose su amor en los intervalos.

Además, Sumika Kanai, que había sacudido la relación entre Mizuho y Takumi con sus palabras y acciones provocadoras, era en realidad una amiga con beneficios de Seto desde hacía mucho tiempo. Sumika, que había sido entrenada por Seto para disfrutar del placer de su polla incluso más a fondo que Himari, estaba encantada de ayudar a Seto a seducir más mujeres para cogérselas.

Sin embargo, aun así, Seto no tenía ninguna mala intención. Él simplemente deseaba, de manera genuina, volverse más cercano a Mizuho y conectarse con ella tanto emocional como físicamente. Y precisamente por eso era tan problemático.

—Gracias de nuevo, Mizuho-san. Pensaba en que no sabía qué haría si me rechazabas, pero me alegra haber reunido el valor para invitarte.

Seto disfrutó de verdad yendo de compras con Mizuho. Y estaba sinceramente agradecido a Mizuho por salir con él. …Tambien estaba decidido a tenderle una trampa a la chica y robársela a Takumi.

No era particularmente difícil. Una vez que terminaran con las compras, Seto tenía la intención de llevar a Mizuho a su casa. Tenía la excusa perfecta: «que Mizuho, quien era buena cocinera, le diera algunas lecciones de cocina». Así que mientras mantuviera la confianza, todo estaría bien.

El que alguna vez fue un chico solitario y reservado había mejorado notablemente sus habilidades de comunicación con los demás en un período muy corto, aunque en la dirección equivocada. Y como una araña tejiendo una red invisible, poco a poco estaba atrayendo a Mizuho hacia él.

…Aah, qué bien.Así como Mizuho observaba a Seto, él también miraba con felicidad el perfil de Mizuho mientras ella escogía verduras y carne para él. Si tan solo una chica como ella fuera mi amiga de la infancia…

Al pensar en el futuro, el corazón de Seto estallaba de expectación y sus mejillas se relajan de forma natural. Así sería. No sólo saborearía el coño de Himari con su propia polla, sino también el de Mizuho, y cuando pensó en lo que pasaría cuando la convirtiera en su amiga sexual, no podía evitar relajarse.

—Ah, los huevos están bastante baratos. Mmm, pero comprar más de una caja sería demasiado… ¿Se echarían a perder, quizás? Oye, Seto-kun, ¿te parece bien comer platos con huevo por un tiempo? …Ah. —Mizuho, que en algún momento se había dejado llevar por las compras, se encontró de repente haciendo contacto visual con Seto, quien le sonreía al lado. Inmediatamente, Mizuho se sonrojó y bajó la cabeza—. ¿Qué pasa?

—No, no es nada.

Desde fuera, la escena de estos dos jóvenes escogiendo alimentos juntos podría haber parecido la de una pareja recién casada. Mizuho no le mencionó a Seto que esa idea había cruzado por su mente.

Ante la repentina timidez de Mizuho, Seto le habló:

—Mizuho-san, ¿vamos ya a la caja?

—…Sí.

Incluso mientras esperaban en la fila para pagar, mientras guardaban los productos en las bolsas, y durante el camino a la casa de Seto, ambos caminaban lado a lado.

Cabe mencionar, aunque no esté muy relacionado y sea algo trivial, que esa noche Mizuho recibió un mensaje de Takumi en su teléfono. En el mensaje, él intentaba justificarse por su comportamiento distante de hacía dos días. Aunque no era una disculpa explícita, para Takumi ese esfuerzo ya representaba un gran avance en su crecimiento personal.

Después, Takumi envió otro mensaje a Mizuho:

«Ah, por cierto, en el festival de verano, tú y Himari van, ¿verdad? Si tienes tiempo, ¿quieres ir conmigo?».

Sin embargo, esos mensajes no fueron leídos hasta la mañana siguiente. El máximo esfuerzo de Takumi por avanzar en su relación con su amiga de la infancia había llegado, lamentablemente, demasiado tarde.


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