Sasaki y Pii-chan

Vol. 6 Abducción Parte 1

Nuestro destino en el Japón moderno fue la villa de la Srta. Futarishizuka en Karuizawa, específicamente la habitación de invitados de doce metros cuadrados asignada para Pii-chan y para mí.

Revisé el reloj de pared y vi que eran poco más de las ocho de la mañana. Pii-chan voló inmediatamente hacia la computadora portátil que estaba en el escritorio. De pie a su lado, revisé mi teléfono personal. Ninguna notificación.

Con nuestra rutina habitual hecha, fuimos a la sala de estar con Lady Elsa. Allí vimos a la dueña de la villa y a la Srta. Hoshizaki sentadas alrededor de la mesa del comedor. Nuestra superior había pasado la noche allí el día anterior. Las dos estaban desayunando juntas. Arroz blanco, salmón salado, verduras cocidas en una salsa a base de dashi y sopa de miso; una comida puramente japonesa. Se veía deliciosa.

—¡Ah, han regresado! —dijo la Srta. Futarishizuka, con un cuenco en la mano, cuando nos vio salir del pasillo. Pero en cuanto vio a Lady Elsa, rápidamente añadió—, Pensé que habías devuelto a la chica a su familia.

—Debido a diversas circunstancias, nos han pedido que la cuidemos un poco más de tiempo, —expliqué.

—No tengo objeciones, siempre y cuando paguen la renta.

—Gracias. Me disculpo por las molestias.

Mientras hablábamos, Lady Elsa se acercó a su anfitriona.

—Futarishizuka, lamento causar tanto problema, —dijo—. No sé si esto tiene valor en su mundo, pero si lo desea, por favor acéptelo. Después de hablarlo con mi padre, lo preparé como un regalo de agradecimiento.

Entonces sacó algo de un bolsillo interior y se lo ofreció a la chica vestida con kimono. Era una pequeña caja, que parecía un joyero caro y decorado. ¿Había anillos o collares hechos de metales preciosos dentro?

—No me hagas esperar, —insistió la Srta. Futarishizuka—. ¿Qué dijo?

—Dijo que habló con su familia y tiene un regalo para mostrar su agradecimiento.

—¡Oh, cielos! Tan joven y tan educada. No era necesario, querida.

Ni siquiera me había dado cuenta de que había traído eso. Eché un vistazo al ave en mi hombro y lo vi asentir levemente. Probablemente lo había discutido con el Sabio de las Estrellas sin que yo lo supiera. En ese caso, dudaba que hubiera algo que temer de su elección de regalo. Tendré que conseguir algo para el conde la próxima vez que lo visitemos.

—Debes haber sido criada por personas de gran carácter, sin duda, —añadió nuestra anfitriona.

—Um, ¿qué dijo Futarishizuka…? —preguntó Lady Elsa.

—Expresa su profunda gratitud por la consideración que tú y el conde Müller le han mostrado, —dije—. También dice que puede notar por tus acciones y modales que tu padre te ha enseñado muchas cosas excelentes, y eso la llena de admiración.

Una sonrisa feliz apareció en el rostro inquieto de Lady Elsa. Al verla, la Srta. Futarishizuka aceptó el regalo de su mano extendida.

—Usas muchísimas palabras, ¿no, Sasaki? —comentó la Srta. Hoshizaki desde su lugar al otro lado de la mesa, entre sorbos de sopa de miso.

—…¿De verdad? —Lady Elsa era una noble, así que dudaba estar exagerando.

—La parte del agradecimiento está bien, pero ¿no es raro soltar tantas palabras después? No es como si estuvieras escribiendo un correo. Estás hablando cara a cara con alguien, básicamente haciendo lo mismo que si estuvieras interpretando una conversación en inglés.

—¿Entiendes el idioma del otro mundo? —pregunté.

—Por supuesto que no. Pero puedo ver claramente que estás siendo muy formal e indirecto.

—Siento que este tipo de intercambio es normal cuando se hacen negocios.

—¿De verdad?

—Eso creo.

—Los empresarios son realmente otra cosa, ¿eh?

—No creo que eso aplique solo a los empresarios. Todos los que participan en la sociedad, sean jóvenes o mayores, y sin importar su género, están haciendo algo increíble. Personalmente, envidio bastante la energía que tú aportas cuando estás en el lugar.

—¿De-de verdad lo dices? —respondió, levantando el cuenco que acababa de dejar para ocultar su vergüenza. Como siempre, nuestra superior era como un libro abierto.

Después de eso, me tomé un descanso en la sala de estar durante algo menos de una hora, esperando a que mis compañeras terminaran su comida antes de partir al trabajo. Usando la magia de teletransportación de Pii-chan, saltamos desde la villa en Karuizawa hasta el hotel cerca de mi antiguo apartamento. Allí, recogimos los teléfonos proporcionados por el buró y subimos al auto de la Srta. Futarishizuka. El Sabio de las Estrellas y Lady Elsa se quedaron en la villa, como de costumbre.

La distancia de viaje en realidad era más corta desde Karuizawa, pero hoy íbamos a hacer trabajo oficial de la oficina, así que decidimos dirigirnos a nuestro destino por medios legítimos. Después de todo, si usáramos la teletransportación de Pii-chan mientras teníamos los teléfonos de la oficina, los datos de ubicación se teletransportarían con nosotros.

Así que nos dirigimos directamente a Omachi, una ciudad en la prefectura de Nagano. Nuestro destino era un lago aproximadamente en el centro de la ciudad.

Frizcop: Mierda, ahora quiero ver avatar de nuevo xD

El trayecto por las carreteras cruzadas de la capital terminó rápidamente, tras lo cual nos incorporamos a la autopista Chuo y nos dirigimos al noroeste por un buen rato. El GPS indicaba que la distancia total de ida era de 250 kilómetros. Incluso sin tráfico, el viaje tomaría alrededor de cuatro horas.

Naturalmente, la conductora no estaba contenta.

—Ya me siento deprimida pensando en hacer el mismo trayecto de vuelta…

—Lo siento mucho por siempre causarte tantas molestias, —dije.

—¿Esos son tus verdaderos sentimientos o solo una cortesía?

—Podríamos volver en tren, si prefieres, —ofrecí.

—Hmm, tal vez… Espera. Nuestra superior en el asiento trasero ya está dormida.

—Comió un gran desayuno. Eso probablemente la cansó.

A través del espejo retrovisor, vi a la Srta. Hoshizaki recostada en el asiento, con los ojos cerrados y respirando de manera tranquila y constante. Me había estado preguntando por qué había guardado silencio durante los últimos kilómetros. Por cierto, ese día llevaba su atuendo de oficinista, viéndose impecable con su traje y maquillaje.

—¿Qué pasó con esas clases de manejo que ibas a tomar? —preguntó la Srta. Futarishizuka.

—Todavía no he reservado ninguna…

—No estás muy entusiasmado con eso, ¿verdad? ¿Por qué no te llevas un coche a ese otro mundo? Así tendrías tiempo de sobra para practicar. Llévate uno de diésel, y hasta podrías usar el combustible del almacén.

—Tienes razón. —Obviamente tenía mis reservas sobre la idea, pero después de depender de ella para el transporte día tras día, solo pude asentir y estar de acuerdo.

Aprovechando la oportunidad, me lanzó una sonrisa deslumbrante.

—Bien, bien. Entonces tendré que prepararte un buen coche.

—Algo fácil de manejar, por favor.

Seguimos así, intercambiando charla trivial durante el resto del trayecto.

*

Era un poco después del mediodía cuando llegamos a nuestro destino. Según el mensaje que Pii-chan había descifrado, las coordenadas apuntaban al centro del lago de la ciudad. Aunque podíamos volar sobre la superficie del agua con magia, no queríamos que nadie nos viera haciéndolo. Al final, decidimos que lo mejor sería conseguir algún tipo de bote para esta investigación.

Primero, estacionamos en un aparcamiento junto a una tienda de conveniencia en la orilla del lago para discutir nuestro enfoque. Al salir del coche, descubrimos que el aire era mucho más frío que en Tokio. Sentí que la elevación del lugar hacía que las temperaturas fueran en general más bajas.

Detrás de nosotros se alzaban montañas cubiertas de nieve, mientras que frente a nosotros se extendía un lago tranquilo. Entre el lago y la tienda de conveniencia, había una línea de tren local que corría paralela a la carretera. Apenas pasaban coches, lo que creaba un ambiente muy tranquilo. La vista de anoche era genial, pero esta es increíble también.

—El paisaje aquí es tan bonito, —dijo la Srta. Hoshizaki, extendiendo los brazos y respirando profundamente—. Y el aire es fresco también.

—Estoy de acuerdo, —respondí, haciendo algunos estiramientos ligeros. Tenía razón, el aire estaba limpio y puro.

—Seguro que se siente bien despertarse de repente con esto, —bromeó la Srta. Futarishizuka—. Ya sabes, después de dormir durante todo el viaje.

—No… no pude evitarlo. No había nada más que hacer…

—¡Y en horas de trabajo, también! Tsk, tsk. Qué mal comportamiento.

—Urgh…

La Srta. Futarishizuka le lanzó a nuestra superior una mirada acusadora mientras salía del asiento del conductor. Nuestra conversación del día anterior le estaba volviendo como un bumerán a nuestra superior. Realmente había estado en su pedestal criticándonos por perder el tiempo durante las horas de trabajo. Tenía que doler.

Rápidamente intentó cambiar de tema.

—Sasaki, pensaba que el mensaje mencionaba que la hora era de noche.

—Sí, —dije—. Falta un rato para que tengamos que ir allí.

—Entonces ¿qué deberíamos hacer ahora?

—He conseguido una casa de huéspedes en el vecindario, —explicó la Srta. Futarishizuka—. Podemos pasar las horas allí.

—Lo pensé también cuando estábamos en Atami, pero eres realmente buena haciendo estos arreglos, Srta. Futarishizuka.

—No, solo es que ustedes dos son unos ineptos.

Debe haber arreglado todo durante mi visita al otro mundo con Pii-chan. Como dijo la Srta. Hoshizaki, siempre nos ayudaba mucho. Ahora que lo pienso, hacía mucho tiempo que no escuchaba la palabra «ineptos». De vez en cuando, su vocabulario me transportaba décadas al pasado.

—Ah, y también hay aguas termales aquí, —continuó—. Independientemente de nuestros planes para el resto del día, ¿por qué no nos damos un baño rápido? Estoy tiesa de estar tanto tiempo al volante.

—…Está bien, supongo, —aceptó a regañadientes la Srta. Hoshizaki, incapaz de sacudirse la culpa por haber dormido la mayor parte del trayecto.

Las aguas termales que buscamos estaban a unos minutos en coche de la tienda de conveniencia. Las instalaciones eran grandes, con baños tanto interiores como al aire libre. Incluso tenían una piscina en el lugar. Al parecer, las termas eran de propiedad pública; el diseño interior daba la sensación de un centro comunitario. Aunque podías sentir la antigüedad del lugar, estaba impecablemente limpio.

Bañarse en horario laboral era increíble. Aún mejor era el hecho de que nuestro salario venía de los ingresos fiscales. Podía oír el tintineo de monedas en mis oídos mientras, segundo a segundo, sentía que recuperaba todos los impuestos sobre la renta y los impuestos municipales que había pagado a lo largo de mi vida. Ese sonido me sanaba cuerpo y alma. Aproveché tanto los baños interiores como los exteriores, y luego hice una visita a la sauna también.

Una vez que terminamos de bañarnos, alquilamos un bote para la investigación nocturna en una de las varias tiendas en la orilla del lago. Parecía que la pesca era una actividad popular durante todo el año. Nuestro asunto ocurriría fuera del horario habitual de operación, pero aprovechando nuestras identificaciones de la policía y las tarjetas de presentación, logramos forzar un poco nuestra entrada pese a la oposición del dueño de la tienda.

Con todas las medidas preliminares tomadas, nos dirigimos a la casa de huéspedes que la Srta. Futarishizuka había reservado para nosotros. Cenamos en nuestras habitaciones y esperamos la hora especificada en el mensaje.

Nuestras habitaciones eran dos cuartos de estilo japonés, cada uno de unos doce metros cuadrados. Nos reunimos todos alrededor de una mesa baja de estilo japonés.

—Honestamente, —dijo la Srta. Futarishizuka—, no esperaba nada de una vieja casa de huéspedes en el medio de la nada. Pero esta cena es bastante buena. Especialmente la tempura [1] de wakasagi[2], ¿no es increíble? Por supuesto, ahora tendremos que pedir cerveza también.

—Espera un momento, —respondió la Srta. Hoshizaki—. Vamos a hacer trabajo real después de esto. ¡No podemos beber!

Para ser sincero, yo también estaba deseando una cerveza. El wakasagi estaba recién frito, y con un poco de sal y limón, podría comerlo para siempre. Nos habíamos asegurado de pedir también algo de su menú habitual: basashi [3] y sukiyaki[4]. Al parecer, las verduras habían sido recolectadas localmente; eran bastante gruesas y muy crujientes. Todo estaba delicioso.

—Hay algo que me he estado preguntando, —dijo la Srta. Hoshizaki.

—¿Qué cosa? —pregunté.

—El televisor de allá es bastante profundo y grueso, ¿no? —dijo la Srta. Hoshizaki, mirando el televisor colocado en una esquina. Al igual que el resto del edificio, irradiaba historia.

—Es un televisor de tubo de rayos catódicos, —le dije.

—Los he visto en telenovelas y en documentos históricos antes, pero creo que es la primera vez que veo uno en persona.

Frizcop: Carajo, ahora me siento viejo.

La pantalla era de unas catorce pulgadas. Hoy en día, las pantallas LCD estaban completamente arraigadas en la conciencia pública, por lo que este televisor parecía bastante pequeño. Los bordes también eran gruesos, lo que contribuía a su apariencia antigua. Y además de eso, tenía mucho espacio en la parte trasera. Podría decirse que era un aparato con una gran presencia.

—Me pregunto dónde está el control remoto, —dijo—. Me da curiosidad verlo en acción.

—Algunos de estos televisores antiguos no tenían control remoto. No veo un receptor de infrarrojos en este, —dijo la Srta. Futarishizuka, dejando sus palillos y moviéndose sobre el tatami como diciendo: «Yo me encargo de esto».

Extendió la mano, tiró de una palanca, y el televisor se encendió. Con un ga-chak, apareció una imagen en la pantalla: un noticiero local.

—Ahora tenemos el objeto volador no identificado que ha estado haciendo noticia en todo el mundo. Mucha gente ya afirma haberlo visto con sus propios ojos. Hoy hemos invitado a algunos expertos sobre el tema al estudio para una discusión.

Por una curiosa coincidencia, estaban hablando precisamente de lo que nosotros habíamos venido a investigar: el OVNI que tenía al mundo entero alborotado. Varias personas estaban alineadas frente a la cámara: un profesor universitario, un periodista, un político y el editor de una revista de ocultismo. Con la ayuda de la moderación del presentador, cada uno comenzó a expresar su particular punto de vista sin desviarse de sus respectivos campos de experiencia.

—¡Esto no puede ser más que una invasión alienígena! Este tipo de naves espaciales están hechas para viajes interestelares de larga distancia, y nuestro departamento de edición cree firmemente que han venido a la Tierra en una misión de reconocimiento.

—¿No eres un poco mayor para estar hablando de alienígenas? ¿No es más probable que sea un dron civil o algo por el estilo? Hace unos años, internet estaba lleno de noticias sobre objetos flotantes extraños como este.

—Debo decir que tengo mis dudas sobre una invasión alienígena, pero la gran cantidad de informes de testigos en todo el mundo es ciertamente curiosa. Si estamos tratando con un solo objeto, debe estar moviéndose a una velocidad muy rápida y en una órbita irregular.

—Oh, esta foto… Fui yo quien la tomó. Sí, estaba caminando por la calle cuando me encontré con esa cosa.

Ahora que teníamos el televisor encendido, decidimos ver las noticias mientras comíamos. Una habitación de estilo japonés, una mesa baja y un televisor de tubo CRT: realmente me despertaba la nostalgia, trayendo recuerdos de cuando era pequeño. El televisor siendo tan antiguo hacía que incluso el programa en sí pareciera una reliquia del pasado.

—El editor de esa revista de ocultismo es un verdadero chiflado, —comentó la Srta. Futarishizuka.

—Es el único del mundo del entretenimiento, y lo está dando todo, —coincidí.

—El periodista parece estar muy centrado en sí mismo, —señaló la Srta. Hoshizaki.

—Probablemente está tratando de compensar su bajo sueldo de cualquier manera que pueda, —reflexionó la Srta. Futarishizuka.

Intercambiamos nuestras impresiones del programa como si no estuviéramos en absoluto involucrados en el asunto. Dudaba que alguno de nosotros, incluyéndome a mí, realmente creyera que sacaríamos algo de este viaje. Como mucho, tal vez conoceríamos a quien había enviado el código Morse y confirmaríamos nuestros hallazgos.

Para cuando terminamos el postre, el programa de noticias había acabado. Bebiendo nuestro té después de la cena, vimos los créditos pasar, y entonces fue hora de partir.

—¿Deberíamos irnos? —dijo la Srta. Futarishizuka.

—Probablemente sea una buena idea, —respondí.

Con su ánimo, todos nos levantamos lentamente de los cojines donde habíamos estado sentados.

*

Después de salir de la casa de huéspedes, nos dirigimos a uno de varios muelles en el lago, conocido por los lugareños como Muelle Mizuho. Justo más allá, flotaba el bote que habíamos alquilado más temprano ese día. ¿Qué tipo de bote, preguntas? Un bote cisne… así es, ese tipo de bote cisne.

Habíamos intentado conseguir un bote con motor, pero se negaron, diciendo que todos estaban reservados para la mañana siguiente. Probablemente era el único método de resistencia que las tiendas locales tenían contra las instituciones gubernamentales que querían imponer su poder. Si hubiéramos recurrido al buró y presionado más, probablemente podríamos haber conseguido un bote a motor, pero considerando que probablemente sería una búsqueda inútil, elegimos el cisne sin rechistar.

El lago de noche estaba completamente en silencio, salvo por el kree-koh kree-koh de los pedales girando.

—Es como un bote de cuento de hadas, —murmuró la Srta. Hoshizaki—. ¿No se supone que estos son para citas y esas cosas?

—No pudimos conseguir nada más, —le recordé—. Estaban todos reservados.

—Más importante, ¿por qué soy la única que está pedaleando? —se quejó la Srta. Futarishizuka—. En serio, ¿qué está pasando aquí?

Frizcop: Desgraciados, le dejan todo el trabajo a ella xD

Como ella decía, era la única trabajando los pedales. El bote solo tenía un juego de pedales, y ella había terminado en el asiento del capitán debido a sus sobresalientes habilidades físicas.

Mientras la que parecía una niña hacía su mejor esfuerzo para pedalear, la Srta. Hoshizaki y yo nos sentábamos a su lado, mirando el lago perezosamente. Esto habría sido muy malo para las apariencias, pero afortunadamente no había otros botes en el agua a esa hora.

Por cierto, fue la Srta. Hoshizaki quien empujó a nuestra colega al asiento del conductor, insistiendo en que el trabajo físico era su fuerte.

—Ugh… Qué mundo tan cruel… —se quejaba la Srta. Futarishizuka.

—¿Quieres que cambie contigo? —ofrecí.

—¿Y cambiar de lugar en este bote tan pequeño?

—¿Por qué no?

—Existe el riesgo de que volcáramos, y no podría soportar verlos ahogarse a los dos.

Por mi parte, llevaba un tiempo preocupándome por esa posibilidad. El suelo del bote estaba solo a unos diez o veinte centímetros por encima de la superficie del agua. Una ráfaga de viento fuerte me hacía estremecer.

—¿Qué tan rápido crees que iría este bote si pedalearas tan fuerte como pudieras? —preguntó la Srta. Hoshizaki.

—¿Qué hice para merecer semejante crítica de mi colega senior, eh?

—Los pedales probablemente se romperían antes de que llegáramos, —señalé—. Por favor, conduce con seguridad.

—Soy muy consciente de eso, —respondió bruscamente la Srta. Futarishizuka—. No necesitas decírmelo.

De hecho, estaba haciendo un buen trabajo, manteniendo el bote a una velocidad constante. Y tras unos minutos, el cisne llegó al centro del lago. Revisé nuestra posición en el mapa de mi teléfono y vi que el marcador de nuestra ubicación actual estaba justo encima del pin que había colocado previamente. Habíamos llegado al punto indicado en el mensaje que Pii-chan había descifrado para nosotros.

—Deberíamos estar bien aquí, —dije.

—Puede que el lago no sea tan grande, —dijo la Srta. Futarishizuka—, pero venir aquí de noche es realmente aterrador…

El bote cisne se detuvo sobre el agua. Aparte de las pocas luces dispersas de las casas, todo estaba en penumbra a nuestro alrededor. Incluso los pequeños chapoteos de las olas golpeando el bote sonaban extrañamente fuertes. Esta tarde, el lago había sido tan azul, tan claro, pero ahora la oscuridad lo imbuía con el terror de lo desconocido. Yo solo estaba calmado porque tenía mi hechizo de vuelo. Sin eso, probablemente habría estado bastante asustado.

La Srta. Hoshizaki, por otro lado, para quien el agua era una buena amiga, no mostraba signos de vacilación. De hecho, se inclinaba fuera del bote para echar un vistazo alrededor.

—No está pasando nada, —señaló.

—Aún faltan diez o quince minutos, —dije.

—Mientras esperamos, —dijo la Srta. Futarishizuka—, ¿por qué no intentamos llamarlos desde aquí?

—¿Llamarlos? ¿Qué, vas a gritar al cielo?

—Por supuesto que no, niña. Tú, pásame esa bolsa que está atrás.

—¿Esta? —pregunté.

—Sí, sí. La traje por si acaso.

Agarré una bolsa que estaba detrás del asiento y se la entregué.

Procedió a sacar un dispositivo que parecía un estéreo de coche. Era del tamaño de una lonchera. En la parte frontal había una pantalla de cristal líquido, rodeada por un montón de pequeños botones. Un cable salía de la parte trasera, conectado a un micrófono que me recordaba a los que usaban los taxistas.

—Espera, ¿eso es una radio? —preguntó inmediatamente la Srta. Hoshizaki.

—Es una radio móvil de coche con una fuente de alimentación portátil, —explicó la Srta. Futarishizuka.

Pude vislumbrar un dispositivo en forma de caja dentro de la bolsa junto con la radio. Los colores y el diseño me resultaban familiares: era una batería de almacenamiento, el producto principal de un fabricante que producía y vendía generadores portátiles de alta capacidad para exteriores y productos solares.

—Ven, —dijo la Srta. Futarishizuka—. Sostén esto y apúntalo lejos de nosotras.

—¿Esto es una antena? —preguntó la Srta. Hoshizaki.

—Lo es, efectivamente.

—Se ve bastante pequeña en comparación con la última. ¿Estás segura de que alcanzará?

—Puede ser pequeña, pero puede emitir cincuenta vatios. Estaremos bien; te lo garantizo.

Incluso en el bote, un entorno inestable, la Srta. Futarishizuka instaló todo el equipo de manera rápida y sin problemas. Se veía tan genial mientras trabajaba. Finalmente, ajustó la banda a la que habíamos utilizado previamente para comunicarnos. Afortunadamente, nadie más la estaba usando, así que comenzamos a llamar de inmediato.

Con todo listo en el bote, la chica con kimono comenzó a transmitir el mismo mensaje que el día anterior.

Hello, CQ. Hello, CQ. Aquí Juliet, Alpha, uno, ##, ##. J, A, uno, ##, ##. Hemos llegado a la posición designada. Si puedes escuchar esto, solicitamos una respuesta.

—¿Es raro decir «hello» por la noche? —preguntó la Srta. Hoshizaki, insegura sobre el uso correcto de la palabra en inglés.

—Nuestra señal llega fuera del país, —respondió la chica al micrófono—, así que no tiene sentido preocuparse por la hora.

—Ah, cierto. Dijiste que incluso podía llegar a la estación espacial internacional. Lo olvidé.

Eché un vistazo a nuestro alrededor desde nuestra posición en el bote. Rodeados de agua, estábamos a varios cientos de metros de la orilla más cercana. En la oscuridad, no podía percibir a nadie más cerca de nosotros. Si quien nos había llamado estaba aquí, ¿desde dónde estarían observando?

Hello, CQ. Hello, CQ. Aquí Juliet, Alpha, uno, ##, ##. J, A, uno, ##, ##. Hemos llegado a la posición designada. Si puedes escuchar esto, solicitamos una respuesta.

Las llamadas monótonas de la Srta. Futarishizuka resonaban en el tranquilo lago.

Después de unos minutos de transmitir al vacío, llegó la hora especificada. Miré el widget del reloj en mi smartphone y le hablé a mi compañera.

—Es hora.

—Pero no está pasando nada, —se quejó la Srta. Hoshizaki.

—Por supuesto que no, —dijo la Srta. Futarishizuka—. También ha empezado a hacer un poco de frío. ¿Volvemos después de algunas llamadas más?

—Mis brazos están cansados de sostener la antena, —se quejó nuestra colega—. ¿Puedo descansar?

—Yo podría ocuparme de eso, Srta. Hoshizaki… —comencé a decir.

—No, solo necesito descansar mis brazos. No es gran cosa.

—Oh, no te preocupes por ella, —me aseguró la Srta. Futarishizuka—. Todos sabemos que solo quiere prolongar sus horas extra.

—Urk…

Como era de esperar, nuestra compañera senior siempre ideaba planes astutos. Aun así, respetaba lo seria que era al hacer horas extra solo por el tiempo que realmente trabajaba. Y ahora que sabía que lo hacía todo por su hermana menor, mi perspectiva sobre la Srta. Hoshizaki había cambiado.

—Cuando volvamos a la casa de huéspedes, podemos hacer algunas horas extra preparando nuestro informe para el jefe de sección, —sugerí.

—¡Bu-buena idea! ¡Me gusta eso! —Su rostro se iluminó con una amplia sonrisa.

Pero justo en medio de nuestra animada conversación, el bote se sacudió.

—¿¡Guau!? —gritó la Srta. Futarishizuka. El equipo de radio que tenía sobre su regazo cayó al piso del bote con un ruido.

A juzgar por su reacción, no se trataba de una de sus bromas. Pensando que una ola alta nos había golpeado, me agarré al borde del bote y me preparé para el impacto. Pero luego recordé que no estábamos en el océano, lo que me dejó aún más confundido por el inesperado movimiento del bote.

Pronto, la causa se hizo clara.

—¡Chicos! —exclamó la Srta. Hoshizaki—. ¡El bote está flotando!

Tenía razón. El bote había comenzado a ascender, alejándose del lago. Mientras que antes la superficie del agua estaba justo a nuestros pies, ahora se alejaba rápidamente.

—Un poco exagerado para una broma ligera, ¿no? —comentó la Srta. Futarishizuka, mirándome.

—¡Espera, no! ¡Esto no es cosa mía! —insistí.

—Entonces, ¿qué está pasando?

Sería fácil hacer que el bote flotara así con magia del otro mundo; probablemente por eso sospechaba de mí.

—¡Sasaki, Futarishizuka, miren hacia arriba! ¡Guarden silencio y miren hacia arriba !

Ante su exclamación, los dos nos inclinamos sobre el borde del bote y miramos hacia el cielo.

Ahí, justo sobre nosotros, había un objeto volador extraño y gigantesco.

Su forma era casi un círculo perfecto y parecía muy grande: varios metros de diámetro, si tuviera que adivinar. Estaba bloqueando la luz de la luna, lo que hacía que su parte inferior pareciera una sombra completamente negra. Por algún mecanismo, estaba completamente detenido en el aire. No podía detectar ni el más mínimo movimiento.

—¿Qué…? —murmuré, a pesar de mí mismo.

Un momento después, una luz deslumbrante brilló desde el centro del objeto, bañándonos. Era como si estuviéramos bajo un reflector. Ahora que mis ojos se habían adaptado a la oscuridad de la noche, la luz era casi cegadora. El bote cisne en el que íbamos comenzó a moverse lentamente hacia la fuente de la luz.

La Srta. Futarishizuka reanudó frenéticamente el pedaleo, pero la hélice no tenía agua con la que impulsarse y giraba inútilmente en círculos. Las salpicaduras del agua que salían del bote hacían ruidos fuertes en medio de la tranquilidad de la noche.

—Tal vez esto es lo que siente una mota de polvo cuando es succionada por una aspiradora, —reflexionó.

—O un premio en una máquina de gancho, —sugerí.

—Ah, sí. Esa podría ser una mejor analogía.

—¡O-oigan! ¡¿Cómo pueden estar tan calmados?! —exigió la Srta. Hoshizaki mientras miraba arriba, abajo y a su alrededor, completamente en pánico.

Justo a su lado, la Srta. Futarishizuka y yo seguimos discutiendo las cosas mientras pudimos.

—¿Deberíamos saltar? —pregunté.

—No puedo evitar sentir que sería un desperdicio, —respondió—. Estoy perdida, ¿no es así?

—Supongo que entiendo cómo te sientes, pero…

—Puede que necesitemos depender de ti de aquí en adelante. ¿Crees que puedes manejarlo?

—Me las arreglaré de alguna manera, siempre y cuando permanezcamos dentro del pozo gravitacional de la Tierra.

De todas formas, lancé un hechizo de barrera lo suficientemente grande como para cubrir a todos los presentes. El día anterior había confirmado con Pii-chan que se podía modificar el hechizo para conservar oxígeno y la presión del aire. Aun así, solo había una cantidad limitada de oxígeno que podíamos llevar con nosotros, así que tendríamos que regresar mientras aún pudiéramos respirar.

—¡Nos está… nos está succionando! —El grito de la Srta. Hoshizaki resonó sobre el lago nocturno.

Entonces, una luz brillante, tan intensa que no podía mantener los ojos abiertos, envolvió el bote.



[1] La témpura o tempura se refiere al tipo de fritura rápida típica japonesa, en especial a los mariscos y verduras. Cada trozo de comida debe tener el tamaño de un bocado y se fríe en aceite a 180 °C tan solo durante dos o tres minutos.

[2] Pez comestible comercial originario de los lagos y estuarios del norte de Honshu y Hokkaido, Japón, Corea, y Sakhalin, Khabarovsk Krai y Primorsky Krai, Rusia.

[3] Carne de caballo cruda finamente cortada. Se sirve con salsa dulce de soya y condimentos tales como rodajas de cebolla, jengibre o ajo rallado.

[4] Plato que consiste en carne (normalmente trozos muy finos de ternera) o en la versión vegetariana hecha de tofu, cocido a fuego lento o hervido en la mesa, junto con vegetales y otros ingredientes, en una olla poco profunda en una mezcla de salsa de soja, azúcar y mirin. Antes de comerlo, los ingredientes se meten en un cuenco pequeño con huevo crudo batido.


¿Quieres discutir de esta novela u otras, o simplemente estar al día? ¡Entra a nuestro Discord!

Gente, si les gusta esta novela y quieren apoyar el tiempo y esfuerzo que hay detrás, consideren apoyarme donando a través de la plataforma Ko-fi o Paypal.

Anterior | Indice | Siguiente