¡Supervivencia en otro mundo con mi ama!

Capítulo 137. La guarida del dragón

Al día siguiente, tras pasar una noche en armonía con Sylphy, nos preparamos y partimos de inmediato para reunirnos con Grande. Sin embargo, caminar por las profundidades del Bosque Negro durante la noche no era buena idea. Sería difícil para Grande encontrarnos desde el aire, y sin poder ver el cielo, tampoco nosotros podríamos localizarla.

Por eso, empecé a talar los árboles alrededor de nuestro refugio para crear una zona de aterrizaje para Grande y asegurar un área despejada. De paso, también conseguía madera; tres pájaros de un tiro, ¿verdad? Mientras tanto, Sylphy encendió una fogata con la leña que recolectamos, generando una columna de humo como señal. Pensé que, al despejar el área y enviar humo, le sería más fácil localizarnos.

Claro, esto también podría atraer monstruos de las profundidades del bosque, pero Sylphy y yo concluimos que podríamos lidiar con la mayoría de ellos. Levantamos una base defensiva sobre pilotes y despejamos una buena parte del bosque, así que, mientras detectemos a los enemigos con antelación, podríamos interceptarlos con facilidad.

—Kosuke, esa arma que tienes se ve… bastante imponente, —comentó Sylphy.

—Es bastante potente, créeme.

Instalé tres ametralladoras pesadas de calibre 50, o 12,7 mm, sobre la base defensiva. Para darles una idea de su potencia, estas son balas similares a las que se usan en los rifles antimaterial. Algunos de estos rifles emplean balas de mayor calibre, pero generalmente se usa este tipo de munición. Con este equipo, las balas se disparan en rápida sucesión; un ser humano acabaría peor que carne picada, y hasta un dragón probablemente resultaría gravemente herido si lo alcanzaran.

El problema es que el costo de las municiones es demasiado alto para usarlas con frecuencia. Además, son tan pesadas que no puedo dispararlas a mano. Solo un autoproclamado «reportero» superhumano podría hacer algo así. Ese tipo es tan peligroso que podría arrancar carne con sus manos desnudas y sobrevivió incluso tras recibir disparos de un rifle antimaterial… aunque decir que es humano es mucho decir. Perdón, me desvié del tema.

—Si Grande llegara pronto, no tendría que usar este aparato.

—No será tan sencillo, ¿verdad?

Y efectivamente, no fue nada sencillo.

—Son enormes.

—Sí, esta arma es muy poderosa…

Esperamos un rato mientras la señal de humo subía. Y los monstruos no tardaron en aparecer. Un jabalí tan grande como una casa, una mantis de tamaño similar, un ciempiés, algo que parecía un grifo, una espiral de tentáculos indescifrables, y otras criaturas extrañas empezaron a llegar en manada.

Bueno, los aniquilamos a todos con la abrumadora potencia de las balas. Le mostré a Sylphy cómo usar el arma, y rápidamente se familiarizó con ella. Simplemente debes colocar el objetivo en el centro y, al accionar el interruptor, las balas salen con fuerza. No es tan complicado.

Los atraía lo más cerca posible para eliminarlos, luego corría a recoger los restos mientras Sylphy me cubría. Los enemigos aparecían de manera esporádica, así que pasamos unas tres horas sin mayores peligros.

—¡GYAOOOOON! (¡Ahí están!) —Grande descendió del cielo, aún con la silla de montar en su espalda. Después de todo, nos habíamos separado solo ayer.

—Buenos días, Grande. Viniste a recogernos, ¿verdad?

—Sí. Lamento no haber venido ayer. Las hadas tienen miedo a los dragones. Los observé desde el cielo un par de veces, pero parecían tan entretenidos que pensé que sería de mal gusto interrumpirlos.

—Buena decisión, gracias.

—Fufufú, claro, claro. Después de todo, soy una mujer muy capaz —dijo Grande, inclinándose con una expresión altanera, o eso parecía.

—¿Qué dice? —preguntó Sylphy.

—Que lamenta dejarnos ayer. Vino a vernos un par de veces, pero decidió no interrumpirnos mientras disfrutábamos con las hadas.

—Entiendo. Supongo que pensó que tú y yo no estaríamos en peligro de todas formas.

—Tal vez. Grande, ¿ya has desayunado?

—Sí, ya comí. ¿Qué tienen pensado hacer hoy?

—Sylphy y yo estábamos hablando de visitar tu tierra natal.

—¿Mi tierra natal? Cla-claro, no hay problema… está bien, —respondió con un ligero titubeo.

—Perfecto. En unos minutos estaremos listos.

Le dije eso y empecé a prepararme para partir junto con Sylphy. Pero, ¿en serio, Sylphy-san? ¿Puedes cargar eso con el soporte del arma incluido? ¿De verdad? ¿Qué clase de fuerza escondes en esos brazos tan delgados?

Mientras desmontaba la base sobre pilotes, me sorprendía de la fuerza oculta de Sylphy. Ya habíamos desmantelado el refugio subterráneo en la mañana, así que estábamos listos. Dejamos atrás el claro que habíamos creado en el bosque, no había problema.

—Todo listo. Gracias por tu tiempo hoy también, Grande.

—U-uhm… —balbuceó un poco, como si algo le preocupara. Extrañado, subí a su espalda e hice una seña a Sylphy para que hiciera lo mismo.

—Entonces, vámonos.

—Sí, adelante, por favor.

Grande empezó a correr, y en cuanto saltó, desplegó sus alas y comenzó a surcar el viento. Por más veces que lo experimente, esta sensación siempre me estremece; una mezcla de emoción por volar y el vértigo de caer.

—Kosuke, antes te vi extrañado, ¿pasa algo?

—Hmm, no. Solo me intriga el comportamiento y el tono de Grande, como si tuviera algo en mente sobre su tierra, donde viven los dragones.

—Hmm… —Sylphy meditaba con seriedad.

—Tal vez, llevar a alguien en su espalda sea algo importante en las costumbres de los dragones. Podría estar relacionado con sus tradiciones.

—Es posible. Quizá sería buena idea preguntarles a los padres de Grande sobre eso.

—Sí, no todos los días tienes la oportunidad de escuchar a un dragón. Puede que hasta descubras algo que ni tú sepas.

—Tal vez así sea, ya veremos qué pasa. —dijo Sylphy, dándome una sonrisa suave.

Desde que llegamos al Bosque Negro, parece mostrar una expresión más natural. Incluso cuando estaba en Erichburg y compartía con su familia, estaba más relajada, pero aquí parece estar verdaderamente en paz. Supongo que aún cargaba mucho estrés por sus deberes diarios.

Volamos sobre el lomo de Grande durante más de diez minutos, llegando a la zona más recóndita del Bosque Negro.

—Así que las profundidades del Bosque Negro son montañas rocosas, ¿eh?

—Parece que sí. No muchas personas han visto este lugar antes.

Desde el claro en el Bosque Negro se podía ver una larga cadena de montañas rocosas; en realidad, parecía más una cordillera que una simple montaña, con escasa vegetación creciendo en sus laderas.

—¿Este es el hogar de Grande?

—Sí. Familias de dragones viven aquí y allá, en esas montañas. Excavan agujeros en las rocas para construir sus guaridas.

—Entiendo. ¿Aquí viven otros dragones aparte de los Grandes Dragones?

—No, solo los Grandes Dragones habitan aquí. De vez en cuando un Dragón Celestial toma prestada una de las guaridas para descansar, pero no creo que haya ninguno ahora.

—¿Las toman prestadas?

—Como vuelan por todo el mundo, cuando se cansan de volar, piden prestado un nido para descansar sus alas.

—Oh.

—¿Qué pasa? ¿Te ha parecido interesante?

—Sí, bueno…

Le conté a Sylphy lo que me explicó Grande.

—Dragones Celestiales… Se han visto avistamientos, pero su biología es poco comprendida.

—¿En serio?

Grande me explicó en detalle que los Dragones Celestiales suelen volar a velocidades supersónicas, por lo que rara vez la gente nota su presencia. Los avistamientos probablemente ocurren cuando bajan a tierra para descansar.

—Bueno, esa es el nido donde nací y me crié. Vamos a bajar.

—Ah, Sylphy, hemos llegado a casa de Grande, y va a descender.

—Está bien, entendido.

Grande comenzó a girar y a perder altitud lentamente. Si fuera solo ella, seguramente se lanzaría en picada para aterrizar, pero si hiciera eso con nosotros, podríamos salir lastimados. Me doy cuenta de que Grande es una dragona amable y considerada.

—Aquí estamos.

—Oh… parece una cueva común y corriente.

—Sí, realmente parece solo una cueva.

Después de bajar de Grande, Sylphy y yo observamos la gran abertura en la montaña rocosa y ambos hicimos el mismo comentario. La entrada de la cueva estaba ligeramente inclinada hacia arriba, probablemente para evitar que el agua de lluvia entrara.

—¿Deberíamos entrar?

—No sé, parece un poco complicado. Sylphy, ¿quieres entrar?

—¿Al nido de un dragón? Hmm… me gustaría, pero ¿es seguro?

—Grande, pregunto si es seguro que Sylphy entre.

—No habrá problema si va conmigo. Después de todo, es la casa de mis padres.

—Entiendo. Es la casa de sus padres, así que no hay problema.

—¿Entramos entonces?

—De acuerdo. Grande, guíanos, por favor.

—Sí, déjenlo en mis manos.

Me coloqué detrás de Grande mientras ella avanzaba con paso animado frente a nosotros…

—Tu cola es un peligro total.

—Perdón…

Su cola, que se movía alegremente, casi nos tira a Sylphy y a mí. Bueno, así pasa cuando caminas justo detrás de un dragón.

—Subámonos a su espalda.

—Sí, será lo mejor. Grande, ¿nos llevas contigo?

—Claro.

Así comenzó el recorrido por el nido de los dragones sobre el lomo de Grande. Quizás porque pensó en mi bienestar, apenas hubo movimiento hacia arriba o abajo, evitando así que me sintiera como un «león marino[1]».

—¡Jajajaja! ¡El licor de los humanos es buenísimo!

—¡Y esta hamburguesa también está deliciosa!

—Oh, se acabaron las botanas. Alguien que vaya afuera y consiga más.

—Bueno, no queda de otra. Iré a cazar un jabalí o algo por el estilo.

Y ese fue el resultado, como pueden ver.

¿Lo comprenden ustedes? Yo no mucho. Las profundidades del nido de Grande, o más bien, de la guarida de los Grandes Dragones, están conectadas por una cordillera rocosa. Aquí estamos en lo se le llamaría un espacio compartido de los grandes dragones. También se le conoce como el salón de banquetes.

Es un espacio subterráneo enorme, del tamaño de una pequeña ciudad, con múltiples plataformas y mesas de piedra (de proporciones descomunales, ya que están hechas para dragones). Ahora mismo había alrededor de veinte grandes dragones moviéndose por el lugar.

—Da miedo este sitio.

—No es lugar donde un humano común pueda sobrevivir.

Todos los dragones que se movían parecían monstruos sacados de una película de terror. Si nos atrapaban en medio de sus movimientos, nos convertirían en picadillo sin esfuerzo.

¿Que cómo nos mantenemos seguros en un espacio tan peligroso? Bueno, ya saben…

—Me siento como una carpa en la tabla de cortar.

—No sé qué significa eso, pero lo intuyo.

Nos encontrábamos en una mesa enorme tallada en roca. No quería sentarme directamente en su superficie, así que saqué un cojín suave de mi inventario y me senté, pegado a Sylphy. Delante de nosotros, las imponentes caras de los Grandes Dragones nos observaban, dándonos el aspecto de ser su plato principal.

Grande, por alguna razón, había sido apartada a una esquina del salón por su madre, hablando con otros dragones en un círculo. Me pregunto de qué estarán hablando.

—Solo para que sepan, no tengo provisiones infinitas de comida y bebida en mi inventario.

—¡Jajajá, claro, claro! Este Extranjero tiene habilidades muy interesantes.

—El último que vino aquí era aburrido; solo tenía un cuerpo fuerte y mucha resistencia.

—Fue molesto. No se rendía cuando lo torturaba y tampoco moría.

—Al final, fue tan fastidioso que cada vez que venía a mí, lo lanzaba con todas mis fuerzas hacia donde vivían los humanos.

Los viejos Grandes Dragones, con cabezas aún más puntiagudas que la de Grande, me rodearon y comenzaron a contar anécdotas del pasado. Por lo visto, han conocido otros Extranjeros además de mí. Me pregunto, ¿qué clase de persona aguanta las heridas de un grupo de Grandes Dragones sin morir y termina siendo un problema al punto de que lo deben lanzar lejos físicamente, casi como si le lanzaran Retorno[2]? ¿Será que hablamos de Hércules?

—¿Con eso del «Extranjero» se refieren a que ese tipo también podía hablar con dragones?

—En cierto modo. ¡Pero poder hablar no significa poder entender!

—Dijo algo que no entendí y me atacó de la nada. Ya ni lo recuerdo.

Al parecer, incluso el cerebro de ese tipo estaba hecho de músculo. Es difícil para un dragón involucrarse con algo así, pero más difícil es para mí involucrarme con dragones y tener que sacar suministros de mi inventario para ellos.

Mientras pensaba en eso, un Gran Dragón se acercó desde una esquina del salón de banquetes, haciendo un ruido sordo con cada paso. El dragón me resultaba familiar.

—Abuelo, ¿no decías que una vez un dragón se enamoró de una mujer humana?

—Oh, sí, es verdad. Era un Dragón Acuático bastante curioso, de mucho más al oeste de aquí.

El dragón habló con voz aguda. Debe ser la madre de Grande, y el otro dragón parece ser el bisabuelo de Grande.

—Según recuerdo, el dragón se convirtió en humano y se casó con ella, ¿no? ¿Cómo lo logró? ¿Es tan fácil?

—¿Qué, ahora buscas a un humano? ¿Quién es? ¿Este Extranjero?

—No para mí. Delgis es un tonto, pero sigue siendo mi esposo. Y bien, ¿qué opinas?

—La técnica en sí no es complicada, pero se necesita un catalizador imposible de conseguir. Hace falta una piedra mágica brillante, del tamaño del ojo de un humano.

—Oh, ¿en serio? Eso es complicado…

Esto suena sospechoso. No soy tan tonto como para no darme cuenta de por qué la madre de Grande pregunta eso. No soy tonto, pero… tiene que ser mentira, ¿verdad? ¿De verdad existe un requisito así? ¿Y qué sentido tiene esta conversación? ¿No es todo demasiado repentino?

—Oye, ¿tienes alguna piedra mágica brillante?

—No, no tengo ninguna.

—Snif, snif… huelo que me estás mintiendo.

Grr… y la mamá de Grande gruñó y mostró sus colmillos. ¿Cómo puede saberlo? ¿Es alguna clase de psíquica o algo así? ¿O puede darse cuenta por el olor?

Mientras yo empezaba a sudar frío, Sylphy, al ver la situación, ladeó la cabeza y me habló.

—¿Qué ocurre, Kosuke? ¿No es esa dragona la madre de Grande? ¿Te está amenazando de alguna forma?

—Jajaja, solo un poco… eh, ¿madre de Grande?

—¿Qué sucede?

—Solo para aclarar. ¿Para qué quieren la piedra?

—Por supuesto, es para que Grande pueda convertirse en humana. No puedes sentir lujuria por Grande siendo dragón, ¿verdad?

—No, no puedo.

—Entonces, quiero que Grande se vuelva humana.

—Eso es… un salto de fe enorme…

Involuntariamente, me llevo las manos a la cabeza. Siento un tirón en el brazo.

—Kosuke, traduce la conversación para mí.

—Oh, eh… está bien. No te sorprendas, ¿de acuerdo?

—¿Qué? No sé por qué lo dices, pero te entiendo.

Le traduzco a Sylphy la conversación hasta el momento.

—…Es bastante impactante.

—Para mí también.

—Ya veo. Déjame hablar con ella. Yo hablaré, y tú traduces.

—A la orden.

Así me convertí en una máquina de traducción.




[1] Referencia a la mascota oficial de singapur. Suele representarse como un león con cuerpo de pez escupiendo agua por la boca. En este caso, sería Kosuke vomitando.

[2] Referencia a un hechizo de la saga Dragón Quest, que permite intentar expulsar a un enemigo del campo de batalla, enviándolo fuera del combate de manera instantánea. Sin embargo, su efectividad depende de factores como la resistencia del enemigo y, en algunos juegos, el nivel del lanzador.


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