Sasaki y Pii-chan
Vol. 8 Escuela, Parte Uno Parte 1
No hace mucho, participamos en un juego de la muerte a gran escala en la isla de Miyakejima. AllÃ, ángeles y demonios se unieron para eliminar a mi vecina y a Abadón, quienes hasta ese momento habÃan demostrado ser una fuerza formidable en los juegos. Además, este incidente nos permitió vislumbrar lo que ocurrÃa tras bambalinas, donde descubrimos la existencia de ciertos benefactores que apoyaban a los DiscÃpulos a cambio de obtener recompensas.
Al final, nuestro pequeño grupo tuvo que actuar por su cuenta y se vio obligado a luchar contra ambos bandos. Afortunadamente, con la ayuda de Pii-chan, Rosa Mágica y el sacrificio desgarrador de Tipo Doce, logramos escapar del espacio aislado sin perder a nadie.
HabÃamos regresado a la villa de Karuizawa de la Srta. Futarishizuka y nos sentamos a cenar tarde cuando Tipo Doce habló.
—La hija menor desea ir a la escuela con su hermana mayor, —dijo con entusiasmo.
Llevaba el mismo rostro inexpresivo de siempre; no se veÃan emociones en su cara. Pero por su voz más fuerte de lo normal y su pecho inflado, percibà bastante anticipación de su parte.
—¿Hablas en serio ahora, querida? —preguntó la Srta. Futarishizuka.
—Abuela, las formas de vida mecánicas siempre decimos la verdad. No somos como los humanos, que no hacen más que mentir.
—¿Quieres decir que deseas asistir a la escuela de mi vecina como estudiante? —pregunté.
—Padre, tu razonamiento es correcto. Me gustarÃa que tomaras las medidas necesarias para preparar mi inscripción lo antes posible.
Todos los presentes dejaron de comer y la miraron fijamente. Incluso yo tuve que dejar mi cuchara, llena de curry, sobre el plato.
Mi vecina miró a su alrededor y dijo:
—Como estudiante actual, no le veo mucho atractivo.
Tanto la Srta. Futarishizuka como yo habÃamos reaccionado de manera negativa, y supuse que ella intentaba ayudarnos. Pero si eso fuera suficiente para disuadir a Tipo Doce, no estarÃamos jugando a «la casita» con ella.
La forma de vida mecánica se volvió hacia mi vecina y continuó de inmediato:
—Hija Mayor, en el pasado, prometiste presentarme a estudiantes de tu escuela.
—SÃ, lo recuerdo, pero…
—Al asistir a la escuela, podré interactuar con estos estudiantes más fácilmente, —afirmó con desesperación—. Podré formar relaciones con ellos de manera independiente, sin requerir tu tiempo o esfuerzo. Creo que esta es una opción muy sensata para ambos.
Esto sonaba menos como una conversación familiar y más como una presentación empresarial. Personalmente, sentÃa curiosidad por saber por qué estaba tan interesada en asistir a la escuela.
—Disculpa que pregunte, —dije—, pero ¿sucedió algo en la escuela?
—Un grupo de chicos la adoraron y la hicieron sentir bien, —explicó mi vecina.
—Ya veo.
Esto tenÃa perfecto sentido para mÃ. ParecÃa que Tipo Doce ya habÃa tenido una experiencia exitosa en la escuela en cuestión. Dejando de lado su personalidad excéntrica, cualquiera estarÃa de acuerdo en que su apariencia era atractiva. Era obvio que los chicos adolescentes querrÃan hablar con ella, y podÃa imaginar fácilmente cómo ese mimo harÃa maravillas para su soledad crónica.
—Padre, dijiste antes que la información que uno obtiene no es tan importante como el punto de contacto utilizado para adquirirla, el estado del terminal, y el entorno y proceso mediante el cual se obtiene. He juzgado que esto es correcto, y me gustarÃa mejorar mi aprendizaje colocándome en diferentes entornos.
—¿No terminará esto con algún tipo aprovechándose de ti y abandonándote en la cuneta? —murmuró la Srta. Futarishizuka.
—Oye, ¿puedes intentar ser más sensible? —reprendió la Srta. Hoshizaki.
—No sé tú, pero yo lo veo claramente: una forma de vida mecánica, abandonada por su hombre y llevada a la desesperación, hace un berrinche y destruye el mundo.
—Urk…
ParecÃa que la Srta. Hoshizaki también podÃa imaginarlo con bastante claridad. Hace apenas unos dÃas, habÃamos sido testigos de la formación de un nuevo cráter en nuestro planeta. TenÃa la sensación de que la Srta. Futarishizuka no estaba muy lejos de la realidad.
—Madre, ¿no confÃas en tu hija menor?
—Po-por supuesto que confÃo en ti. Pero hay mucha gente por ahà que engaña a otros y se aprovecha de ellos. Estoy preocupada por ti porque eres tan nueva en esto de las emociones. Y tienes razón: los humanos mienten todo el tiempo.
—El corazón de la hija menor se calienta al saber que Madre está preocupada por ella. Madre es tan amable.
—Entonces, ¿qué tal si pasas un poco más de tiempo aprendiendo sobre los humanos antes de intentar ir a la escuela…?
—Sin embargo, si alguien actúa como la Abuela, ya sé cómo lidiar con ellos.
La hija menor, llena de orgullo y confianza, desestimó las preocupaciones de su madre. Era inquebrantable. Supuse que Futarishizuka, el objetivo de su ataque, serÃa la primera en responder, y no me equivoqué.
—En realidad, —dijo—, podrÃamos usar a esos chicos obsesionados con el sexo para convencerla de que regrese a casa voluntariamente. Si actuamos ahora, podemos adelantarnos a influir en los que asisten a esa escuela.
—Abuela, no estoy del todo segura de por qué estás tramando esto en voz alta justo frente a este punto de contacto.
—Creo que la Srta. Futarishizuka está preocupada por ti a su manera, —dije.
—Padre, me cuesta comprender tu comentario.
—Bueno, no hará nada tan obvio como antes, al menos no frente a la Srta. Hoshizaki.
Hoy más temprano, Tipo Doce hizo algo extraordinario en el espacio aislado. Nuestra superior, que ya simpatizaba con la alienÃgena, quedó profundamente conmovida por lo sucedido durante el juego de la muerte. En palabras de la Srta. Futarishizuka, no habÃa nada más que pudiéramos hacer.
Mantuve un ojo en la chica del kimono mientras rezaba para que no comenzara una pelea. Pero ella solo suspiró resignada.
—SÃ, bueno, nuestra querida superior ha tomado tu lado, —le dijo a Tipo Doce—. No me importa ni un poco si juegan contigo, pero preferirÃa que te abstengas de volar más partes de nuestro planeta.
—Basándome en experiencias pasadas, la reacción de la Abuela parece fuera de carácter. La hija menor no puede ocultar su confusión.
—Lo que estoy diciendo es: ¿por qué no haces simplemente lo que te plazca?
—…Entendido. No haré nada que pueda causar problemas en la escuela de Kurosu.
Considerando el entusiasmo de Tipo Doce por esta nueva aventura, lograr que se rindiera parecÃa casi imposible. Probablemente lo harÃa de todos modos cuando no estuviéramos mirando. Y en ese caso, la mejor solución era permitirle asistir bajo nuestra supervisión.
—Bien, —dije—. No puedes ir por ahà causando problemas en la escuela. Si decides ir, debes asistir de acuerdo con las reglas. Ten en cuenta que el resto del mundo aún no sabe que eres extraterrestre.
—En ese caso, Padre, me gustarÃa que sugieras un plan concreto.
—¿Un plan concreto? —repitió la Srta. Futarishizuka—. Ni siquiera tienes un registro familiar, ¿verdad? Estoy absolutamente segura de que no lo tienes.
—Si es necesario para mi asistencia, lo prepararé esta noche. Puedo hacerlo yo misma, sin molestar a ningún miembro de la familia.
—En realidad, agradecerÃa que no lo hicieras, —dije—. Eso es exactamente el tipo de cosas a las que me referÃa. — Estoy seguro de que eso es súper ilegal. Y si hackea el sistema de registro familiar, causará un caos interminable.
Pero sin un registro familiar, nuestros planes para que Tipo Doce ingresara a la escuela ya estaban en un callejón sin salida. ¿Cómo Ãbamos a conseguir uno para ella? Si ocultábamos el hecho de que era extraterrestre, eso solo la convertirÃa en un tipo completamente diferente de «extranjera ilegal».
—Estoy segura de que Sasaki también estaba pensando en esto, —dijo la Srta. Hoshizaki—, pero ¿por qué no le preguntamos al jefe?
—Madre, ese es un excelente plan. Me gustarÃa mucho discutir esto con una autoridad estatal.
—Tienes razón, —dije—. El jefe de sección podrÃa ser capaz de mover algunos hilos.
Mucha gente en todo el mundo está desesperada por poner a Tipo Doce bajo la supervisión de su paÃs. Si en el futuro surgiera una disputa pública sobre ella, tener un registro familiar establecido —creado voluntariamente, además— nos darÃa una enorme ventaja tanto a nivel nacional como internacional. Y dada la posición del Sr. Akutsu, probablemente podrÃa usar esto en su propio beneficio.
—Me gustarÃa visitar al superior en el lugar de trabajo de Padre y Madre de inmediato, —dijo Tipo Doce—. ¿DeberÃa empacar una caja de dulces como regalo?
—Qué sugerencia tan humana, —comentó la Srta. Hoshizaki.
—Los humanos toman decisiones ilógicas basadas en sus emociones. Por lo tanto, hay valor en atacar un objetivo desde un ángulo emocional. Si es necesario obtener un registro familiar, no dudarÃa en preparar una compensación adecuada.
—Será mejor que no digas eso frente al jefe, —dijo la Srta. Futarishizuka—. Te arrancará hasta el último pelo de tu trasero si se lo permites, si entiendes lo que quiero decir.
—Abuela, lamentablemente no tengo pelo creciendo en mi trasero. ¿SerÃa mejor si lo tuviera?
—Bueno, eso depende de los gustos del hombre con el que termines saliendo.
—¡O-oye! Deja de ser vulgar, —intervino la Srta. Hoshizaki—. ¡No le enseñes cosas asÃ!
—Basándome en la reacción de Madre, dejaré este asunto en suspenso por el momento.
—De cualquier manera, es tarde, —dijo la Srta. Futarishizuka—. ¿Podemos dejar esto para mañana? Además, ahora es tiempo en familia, ¿no?
TenÃa razón. Ya eran más de las diez de la noche. Si Ãbamos a la oficina ahora, serÃa mañana antes de que termináramos. Además, ya estaba mentalmente agotado por nuestra excursión anterior en el espacio aislado. Si querÃa tener otra batalla verbal con el jefe de sección, necesitarÃa descansar bien. Eso probablemente también aplicaba para mis dos compañeras de trabajo.
Tipo Doce simplemente asintió.
—Entendido. De acuerdo con la regla familiar número uno, priorizaré el tiempo familiar armonioso.
—Gracias, —dije—. Lo agradezco.
En cuanto al asunto del prÃncipe Lewis, la Srta. Futarishizuka y yo tendrÃamos otras oportunidades para discutir nuestros planes. Y como implicarÃa hablar del otro mundo, querÃa hacerlo sin la presencia de mi vecina, Abadón o la Srta. Hoshizaki. Respecto a Tipo Doce, supuse que ya tenÃa algo de información sobre ese lado de las cosas al observar las cámaras de seguridad de la villa.
La Srta. Futarishizuka, posiblemente considerando lo anterior, no volvió a sacar el tema. Pii-chan tampoco hizo ningún comentario. En cambio, fue Lady Elsa quien habló cuando la conversación comenzó a decaer.
—En realidad, tengo algo que querÃa preguntarte, Sasaki.
—¿Qué sucede, Lady Elsa?
—¿Cuál es tu relación con esta chica? —dijo, señalando a Rosa Mágica—. Su ropa parece extraña en comparación con el resto de ustedes. Por lo que vi en el campo de batalla antes, sospecho que es una maga de muy alto rango.
La chica en cuestión estaba disfrutando de su porción de curry. Ahora que lo pensaba, Lady Elsa casi no habÃa pasado tiempo con la chica mágica. Solo se habÃan encontrado una vez, y en ese momento, se habÃan apuntado mutuamente con sus varitas.
—Ah, sÃ, —dijo la Srta. Futarishizuka—. Aún no nos hemos presentado.
Deben no haber tenido tiempo para eso mientras estaban en el espacio aislado. Y Pii-chan nos teletransportó desde el mar alrededor de Miyakejima a Karuizawa al instante, asà que tampoco hubo oportunidad en el camino de regreso. Y ahora, estábamos todos sentados alrededor de la mesa juntos.
—Lo siento mucho, Lady Elsa, —dije—. Esta chica es…
—Sasaki, —respondió la chica del otro mundo—, ya que finalmente puedo hablar con ella, me gustarÃa hacerlo yo misma.
—Oh. Ya veo.
La atención de todos se centró en Rosa Mágica.
Ella levantó la vista de su plato de curry.
—Puedo irme si no me quieren aquÃ.
—No, eso no es lo que estamos diciendo en absoluto, —le aseguró la Srta. Futarishizuka—. ¡Todos te queremos!
—Lamento si herà tus sentimientos. Mi nombre es Elsa. ¿Cuál es el tuyo?
—…Sayoko.
Esa fue, hasta donde podÃa recordar, la primera vez que Rosa Mágica nos dijo su nombre real, a pesar del tiempo que llevábamos conociéndola. Aunque, si la memoria no me falla, brevemente habÃa escuchado a la chica mágica amarilla mencionarlo durante su ataque conjunto a la oficina.
Ahora que lo pienso, me pregunto de qué paÃs es la amarilla.
—¿Puedo llamarte Sayoko de ahora en adelante? —preguntó Lady Elsa.
—No me molesta.
—Gracias. Entonces tú puedes llamarme Elsa.
—Tengo una pregunta para ti, Elsa. ¿Eres una psÃquica?
—¿Una psÃquica?
—SÃ, una psÃquica.
—Si te refieres a una persona con habilidades sobrenaturales, entonces no, no lo soy.
—Oh. Eso es bueno.
El fuego en la mirada de Rosa Mágica se desvaneció rápidamente. HabÃa estado sosteniendo su cuchara en el aire mientras hablaba, pero ahora volvió a moverla de su plato a su boca.
¡Vaya, eso fue aterrador! HabÃa estado entrando en pánico internamente. ¡Casi podÃas ver el asesinato en los ojos de Rosa Mágica, y justo en medio de una conversación amistosa!
—¿DeberÃamos mi estimada superior y yo correr hacia las colinas? —preguntó la Srta. Futarishizuka.
—Te perseguirÃa. No perdonaré a ningún psÃquico.
—Espera. ¿Por qué te importa, Srta. Futarishizuka? —preguntó la Srta. Hoshizaki—. Básicamente eres inmortal, ¿no?
—¿Eh? ¿Ella es… inmortal? —respondió Rosa Mágica.
—SÃ, asà es, —dijo la chica del kimono—. Incluso si intentaras matarme, vivirÃa. Será mejor que te rindas conmigo.
—…… —La confusión cruzó el rostro de Rosa Mágica, y frunció el ceño.
—Y tú, —dijo la Srta. Futarishizuka, volviéndose hacia la Srta. Hoshizaki—, podrÃas simplemente pedirle ayuda a la hija menor en caso de apuro, ¿no?
—Madre, —dijo Tipo Doce—, si alguna vez hay un problema en tu relación con esa humana, por favor consúltame.
—No-no, estamos bien, —respondió la Srta. Hoshizaki—. ConfÃo en que no comenzará nada aquÃ.
Personalmente, tenÃa mucha curiosidad sobre cómo Rosa Mágica categorizaba a mis dos colegas. Dudo que lanzara un ataque repentino, pero estoy bastante seguro de que aún alberga mucha hostilidad hacia ellas. En ese sentido, es muy útil que Tipo Doce sirva como guardaespaldas de la Srta. Hoshizaki.
—Quiero ser tu amiga, Sayoko, —dijo Lady Elsa, leyendo rápidamente la situación y ofreciéndole a la otra chica una dulce sonrisa—. ¿Está bien?
Probablemente esto era producto de su educación noble: podÃa ser increÃblemente considerada en situaciones como esta. Gracias a ella, Rosa Mágica desvió su atención de la Srta. Hoshizaki.
—…Pongo en peligro a mis amigos, —dijo.
—¿En peligro? ¿Por qué es eso?
—Cosas malas le pasan a la gente a mi alrededor.
—Yo puedo defenderme sola, asà que no tienes que preocuparte por eso. A pesar de cómo me veo, puedo luchar bastante bien. No soy tan poderosa como tú, pero estoy segura de que puedo defenderme, al menos.
—…Está bien, entonces.
—Gracias, Sayoko. Espero que podamos ser buenas amigas.
—……
Gracias, Lady Elsa. Esperaba que sus esfuerzos mejoraran un poco nuestra relación con Rosa Mágica. Y como Tipo Doce la habÃa invitado a pasar tiempo con nuestra familia falsa de esta manera, dudaba que tuviera una mala impresión de la chica mágica tampoco.
En silencio, puse mi fe en su incipiente amistad. Tal como estaban las cosas, este hombre de mediana edad mágico no tenÃa mejores planes. ¿No era este el trabajo del gobierno de todos modos? El buró realmente deberÃa coordinarse un poco más con los servicios de protección infantil. Tal vez deberÃa presentar una queja a mi jefe en la próxima oportunidad.
Después de eso, la cena transcurrió sin problemas. Una vez que terminamos, el tiempo en familia habÃa terminado por el dÃa.
Tipo Doce llamó a un terminal y envió a la Srta. Futarishizuka, a la Srta. Hoshizaki, a mi vecina, a Abadón y a Lady Elsa de regreso a la Tierra. Rosa Mágica, mientras tanto, usó su Campo Mágico para desaparecer hacia quién sabe dónde.
Pii-chan y yo también nos retiramos, usando la magia de teletransportación del ave. Para recopilar más datos sobre el flujo relativo del tiempo, pospusimos nuestra breve estadÃa habitual en el otro mundo y —por primera vez en mucho tiempo— pasamos la noche en el hotel barato que servÃa como nuestro hogar temporal.
Personalmente, preferÃa la villa de la Srta. Futarishizuka. Era verdaderamente la cúspide de la comodidad. Esa gran bañera en la que podÃas estirar las piernas; asà era como se debÃa vivir.
Desafortunadamente, como la dueña de la villa habÃa discutido con Pii-chan sobre el destino del PrÃncipe Lewis, no nos sentimos cómodos imponiéndonos esta vez. El Sabio de las Estrellas se disculpó conmigo antes de irnos a dormir.
La forma en que sus pequeños movimientos mostraban un atisbo de culpa era tan adorable que mi corazón casi se paró de la emoción, aunque me sentà culpable por encontrarlo tan lindo.
¿Soy tan malo como Tipo Doce, no?
*
Al dÃa siguiente, fuimos directamente a la oficina a primera hora de la mañana. Tipo Doce se unió a nuestro grupo habitual de tres. Estaba muy emocionada y querÃa explicarle el asunto al Sr. Akutsu personalmente. Después de una rápida reunión en la villa de Karuizawa, abordamos su terminal en forma de disco y nos dirigimos a la ciudad.
El jefe sabÃa que estábamos haciendo uso personal de la impresionante tecnologÃa de la forma de vida mecánica. Eso significaba que ya no habÃa necesidad de falsificar nuestros datos de ubicación. Esto harÃa que ocultar la existencia de la guerra de poderes entre ángeles y demonios —y el otro mundo— fuera mucho más fácil.
Una vez que llegamos a la oficina, el jefe de sección nos llamó de inmediato. Los demás empleados del buró estaban todos enfocados en Tipo Doce. ParecÃa que les habÃan informado sobre la existencia de la forma de vida mecánica. Con todas las miradas clavadas en nosotros, nos dirigimos a la fila de salas de conferencias.
El jefe de sección nos habÃa reservado un espacio de unos diez metros cuadrados con una mesa de reuniones rectangular en el centro. La Srta. Futarishizuka, yo, la Srta. Hoshizaki y Tipo Doce nos alineamos en un lado. Tener a los cuatro juntos se sentÃa un poco apretado. ¿No podÃa alguien sentarse al lado del Sr. Akutsu? Tal vez la próxima vez tomarÃa la iniciativa y harÃa exactamente eso.
—Hubo un incidente ayer en Miyakejima, —comenzó el jefe tan pronto como nos sentamos—. Se descubrieron varios cadáveres esparcidos por la isla. A juzgar por los datos de ubicación de sus teléfonos, parece que todos ustedes estuvieron allÃ. ¿PodrÃan darme un resumen de lo que sucedió?
Los cadáveres probablemente eran los restos de los DiscÃpulos derrotados ayer. Los demás me habÃan informado anoche sobre lo que sucedió en su lado. A juzgar por el estado de los restos, supuse que eran los DiscÃpulos demonÃacos que habÃan traicionado a mi vecina y a Abadón. Aparentemente, los ángeles se habÃan desatado todos a la vez, sumiendo todo en el caos.
—Como si no lo supieras ya, —respondió la Srta. Futarishizuka—. Estoy segura de que ya has adivinado la razón.
—No estoy seguro de saber a qué te refieres, —respondió él.
—¿Qué? ¿Necesitas que tus subordinados te lo expliquen para hacerte sentir como el jefe?
—……
Estaba muy agradecido con la Srta. Futarishizuka por tomar la delantera aquÃ. Realmente ayudaba tenerla interpretando el papel de mala. Supuse que esto también era su venganza por lo que habÃamos soportado en el campo.
El jefe de sección pareció pensar por unos momentos, luego dijo:
—Supongo que se podrÃa llamar una guerra de poderes entre ángeles y demonios, ¿no? Quiero saber los resultados.
Era justo lo que pensábamos: él estaba al tanto del juego de la muerte. Pero ¿cuánto sabÃa?
—Yendo directamente a la conclusión, —dije—, los organizadores del evento fueron derrotados.
Mantuve en secreto quién derrotó a quién. Mi plan era darle pequeñas pistas, sin esforzarme por explicar detalles, y observar cómo reaccionaba. TenÃa mucha curiosidad sobre su relación con las personas que administraban ese sitio web lleno de imágenes sangrientas. TodavÃa no podÃa descartar la peor posibilidad: que nuestro jefe fuera el cabecilla.
Sin embargo, él simplemente mantuvo su habitual cara de póquer.
—Cuando dices los organizadores, ¿te refieres a quienes estaban a cargo de ese sitio web?
—Eso creo, señor.
—Bueno, si alguno de ustedes ha hablado con ellos, me encantarÃa escuchar los detalles.
—Lo siento, señor, pero no lo hemos hecho. Fue una coincidencia, en el mejor de los casos, que nos topáramos con ellos en la isla.
Eché un vistazo a la Srta. Futarishizuka y a la Srta. Hoshizaki. Estaban observando nuestro intercambio, sin ofrecer comentarios propios. HabÃamos decidido de antemano que yo manejarÃa esta conversación, asà que era mi trabajo explicar todo.
—En cuanto a esos cadáveres, —continué—, si se encontraron cerca de la costa sureste de la isla, lo más probable es que sean los DiscÃpulos de los demonios. Pero si se encontraron cerca del puerto al oeste, probablemente eran los DiscÃpulos de los ángeles.
—Pareces tener una comprensión muy precisa de la situación, Sasaki.
—¿En serio? Supuse que usted tendrÃa una comprensión aún mejor, señor.
—¿Qué quieres decir?
—Sobre ese sitio web que reclutaba participantes para la guerra por poderes, —dije, decidiendo preguntarle directamente lo que más me intrigaba—, ¿por qué el buró no lo cerró? Si usted diera la orden, estoy seguro de que nuestros colegas se habrÃan encargado de inmediato.
—……
El jefe de sección hizo una pausa, luego se llevó una mano a la barbilla y nos miró fijamente al otro lado de la mesa, sin apartar la vista. Por su actitud, podÃa sentir en cuán alta estima se tenÃa.
Para ser honesto, estaba un poco asustado de él. Mantuve su mirada durante lo que pareció una eternidad, soportando mi miedo y esperando su reacción.
Su respuesta llegó varios segundos después.
—¿Qué dirÃas si te dijera que tu vecina del apartamento estaba en el centro de todo esto?
ParecÃa que tenÃa una comprensión clara de lo que mi vecina y Abadón habÃan estado haciendo. Pensándolo bien, era una gran coincidencia. Cualquier jefe sospecharÃa de su subordinado en una situación como esta. Probablemente tenÃa todo tipo de sospechas infundadas sobre cómo habÃamos conseguido a los dos. Pero esta vez, realmente fue solo una coincidencia, asà que no estaba seguro de cómo explicarlo.
—Fue pura coincidencia, señor. Estoy tan sorprendido como usted.
—¿Me estás pidiendo que crea eso?
—Ya ha investigado sus antecedentes, ¿no es asÃ?
—……
Ahora estaba seguro. El Sr. Akutsu sabÃa sobre la situación de mi vecina y Abadón. Y habÃa dejado deliberadamente ese sitio web y a las personas detrás de él en paz, a pesar de saber lo que estaban haciendo. Pero todavÃa no sabÃa cuál era su posición en todo esto.
Probablemente no me responderÃa si le preguntaba. Incluso podrÃa ser el DiscÃpulo de un ángel o un demonio él mismo. Tal vez mi vecina o Himegami podrÃan ayudarme a verificar eso.
—Tenemos una propuesta para usted, jefe, —dije.
—¿Una propuesta?
—Creemos que sabemos lo que buscan los organizadores. Las personas que les preocupan nos han expresado su deseo de dejar de matar DiscÃpulos en el futuro. Por supuesto, eso no aplica en caso de que sean atacados y deban defenderse.
—¿Qué quieres que haga con esa información?
—¿NegociarÃa usted con los organizadores y les pedirÃa que rescindieran sus órdenes de eliminar a los objetivos especificados a cambio de su moderación? Como la guerra por poderes acaba de comenzar y muchos DiscÃpulos todavÃa están activos, no creo que sea lo mejor para ellos hacer movimientos arriesgados.
—¿Y qué ganarÃa yo con este trato?
—Tal vez podrÃa presentarlo como una buena noticia, después del fracaso de los organizadores en la isla.
—¿Quieres ganarte su favor?
—No, para nada. Como su subordinado, mi éxito es su éxito.
—……
Estaba siendo bastante directo. TenÃa la sensación de que estaba escuchando sus verdaderos sentimientos sobre el asunto. A cambio, respondà a todas sus preguntas con franqueza.
El jefe de sección volvió a guardar silencio, esta vez por más tiempo.
Sin embargo, su mirada permaneció fija en nosotros, sin desviarse. Me pregunté si se reirÃa si ponÃa una cara graciosa. Realmente querÃa intentarlo. Pero me tragué ese impulso peligroso y simplemente esperé a que respondiera.
Cuando la manecilla de los segundos del reloj de la pared habÃa dado media vuelta, finalmente retomó la palabra.
—No puedo garantizar nada. Si están de acuerdo con eso, intentaré hablar con los superiores.
—Gracias, señor. Se lo agradecerÃa mucho.
Si tomaba lo que dijo el jefe al pie de la letra, significaba que quien estuviera a cargo del sitio web estaba más arriba en la jerarquÃa que él. Naturalmente, imaginé a personas como ejecutivos de grandes empresas, polÃticos de largos linajes, inversionistas famosos, déspotas extranjeros, ministros principales, etc. Si fuera alguien menos, el jefe probablemente nos habrÃa hecho una promesa firme.
—Hay algo más de lo que querÃa hablar con usted, señor, si es posible, —dije.
—¿Algo más?
—Uno de los DiscÃpulos de los ángeles con los que nos encontramos en el pasado es un chico llamado Himegami.
—SÃ, lo sé.
—Entonces, como probablemente ya sabe, lo estamos usando como espÃa para obtener información sobre los ángeles. Por esa razón, me gustarÃa que lo perdonara por el momento. El ángel que está con él es bastante débil. No creo que representen mucha amenaza para los otros DiscÃpulos.
—Está bien, —dijo el jefe—. Se lo diré también.
—Gracias, señor.
Nuestra otra opción era infiltrarnos directamente en el grupo de los organizadores. Pero como la Srta. Futarishizuka ya habÃa rechazado su invitación, supuse que serÃa demasiado peligroso para un novato como yo intentar mi suerte. Probablemente a ella le habrÃa gustado jugar con ambos si tuviera la oportunidad, y el hecho de que no lo hiciera probablemente significaba que este grupo era malas noticias.
Además, incluso si quisiéramos infiltrarnos, primero necesitarÃamos saber quiénes eran sus miembros. Si, por ejemplo, termináramos en conflicto con el grupo del Capitán Mason, podrÃamos despedirnos de nuestras carreras. Esta también era la razón por la que yo era el que negociaba con el jefe en lugar de la Srta. Futarishizuka. Por el momento, querÃa consolidar mi posición como empleado del buró.
—Eso fue bastante angustioso, —dijo Futarishizuka—. Se me erizó el cabello solo de escucharte.
—En realidad, hubiera esperado que este tipo de cosas vinieran de ti, Futarishizuka, —dijo el jefe de sección.
—No tengo la más remota idea de lo que quieres decir.
Ahora que nuestra discusión planeada habÃa terminado, la Srta. Futarishizuka lanzó una de sus indirectas. Para ser honesto, todavÃa no estaba seguro de cuál era su posición en todo esto. TenÃa miedo de indagar demasiado y terminar en su lado malo. Con la posibilidad inminente de que pudiera deshacer la maldición de Pii-chan y la perspectiva de que obtuviera otras recompensas de la guerra por poderes, querÃa mantener una relación sólida con ella, al menos por el momento.
Ella lo sabÃa todo sobre nosotros, asà que estarÃamos en serios problemas si cambiaba de bando. Por esa razón, me habÃa esforzado mucho desde el principio para mantener las cosas amistosas entre nosotros, y sospechaba que el jefe de sección estaba igual. Toda la situación me recordaba lo despiadada que es la sociedad moderna. Realmente me gustarÃa huir al otro mundo y jugar con mi caballo de nuevo. Tal vez las clases de equitación no son tan malas.
—Por cierto, ¿podrÃa preguntar por qué ella está aquà hoy? —dijo el jefe de sección tan pronto como hubo una pausa en la conversación. Estaba mirando directamente a Tipo Doce, que todavÃa estaba sentada a nuestro lado.
Esta no habÃa dicho una palabra desde que entramos en la sala de conferencias. Incluso ahora, seguÃa sentada tranquilamente en su silla. PodÃa notar lo seria que estaba con su misión aquÃ. Aparte de la Srta. Hoshizaki y mi vecina, rara vez mostraba consideración por los simples humanos. DebÃa estar absolutamente decidida a asistir a la escuela de mi vecina.
—Ella tiene una solicitud no relacionada para usted, —expliqué.
—Bueno, considéreme extremadamente interesado.
—Dejaré que ella explique las cosas en detalle, señor.
Después de todo, esa era la razón por la que estaba aquÃ: para preguntarle ella misma. Miré hacia ella, y todos los demás hicieron lo mismo, incluido el jefe.
Su rostro era impasible como siempre, como una máscara en blanco. Sin embargo, percibà una tensión inusual en sus siguientes palabras.
—Akutsu, quiero que me permitas asistir a la escuela.
—……
Por tercera vez esa mañana, el jefe guardó silencio. Nos miró, completamente desconcertado. La solicitud de Tipo Doce habÃa sido tan directa que le costaba medir sus verdaderas intenciones. PodÃa imaginarlo fácilmente leyendo demasiado en el asunto y terminando en un atolladero mental.
Para ser honesto, su reacción me hizo muy feliz. Todos los subordinados deben amar ver a su jefe hacer esta expresión. PodÃa ver a Futarishizuka sonriendo por el rabillo del ojo.
—Sasaki, ¿qué significa esto? Tal vez soy demasiado lento para entender. ¿PodrÃas explicármelo?
—Las formas de vida mecánicas nunca mienten, —dije—. Creo que puede tomar lo que dice al pie de la letra.
—¿Y cuando dice escuela, se refiere a una institución educativa dentro de Japón, ¿verdad?
—Akutsu, tu comprensión es correcta. Me gustarÃa inscribirme en la escuela a la que asiste Kurosu, —dijo Tipo Doce, interrumpiendo mi conversación con el jefe.
Su expresión no habÃa cambiado, pero por experiencia, podÃa decir que estaba cada vez más emocionada. Supuse que era otro efecto secundario de participar en nuestra familia ficticia.
En cualquier caso, habÃa aprendido que, cuando se trataba de humanos, el trabajo duro era recompensado.
—Entiendo tu objetivo, —dijo el jefe, volviéndose hacia ella—, pero no tu razonamiento. Si no te importa, ¿podrÃas explicar por qué quieres inscribirte en una de las escuelas de nuestro paÃs? También me gustarÃa saber cómo te interesaste en algo asÃ.
Como antes, estaba siendo especialmente educado con ella.
Ella le respondió de inmediato.
—Al asistir a la escuela, los humanos adquieren una base en los sistemas sociales y cómo participar en ellos. Me gustarÃa comprender mejor a la raza humana. Y he decidido que hay valor en usar el sistema escolar para ese propósito.
Esto era, por supuesto, una fachada. Incapaz de mentir, habÃa ocultado hábilmente sus verdaderos sentimientos.
—¿Puedo preguntar por qué deseas entender a la raza humana?
—Interactuar con los humanos es muy probable que me beneficie en este momento.
Dado que Tipo Doce no podÃa mentir, la forma en que se formulaban las preguntas era extremadamente importante al comunicarse con ella. Si le hacÃas preguntas de sà o no, podÃas evitar las respuestas ambiguas y obtener algunas respuestas bastante alarmantes.
—¿Puedo tomar esto como que las formas de vida mecánicas ven a la humanidad de manera amistosa?
—Tu interpretación es incorrecta. Para las formas de vida mecánicas, las formas de vida biológicas no son más que recursos. Si usara un ejemplo más humano, creo que serÃa correcto decir que las formas de vida mecánicas son los depredadores naturales de las formas de vida biológicas.
—……
El jefe de sección habÃa hecho una pregunta bastante optimista, solo para ser rechazado al instante. Nos miró al resto, claramente queriendo quejarse. Lo siento, jefe. Usted mismo se lo buscó. PodÃa ver la sonrisa de Futarishizuka creciendo cada segundo.
Pero en un giro inusual, Tipo Doce decidió lanzarle un salvavidas al desconcertado jefe de sección.
—Sin embargo, los recursos gestionados por las formas de vida mecánicas vienen en muchos grados diferentes, —agregó rápidamente—. He decidido que usar este punto de contacto para asistir a la escuela será ventajoso para determinar cuán valiosos son los humanos como recursos.
Tipo Doce estaba decidida a ir a la escuela sin importar lo que costara. Todo lo que realmente querÃa era que otras personas la mimaran. Pero escuchándola hablar con el jefe, casi parecÃa una invasora alienÃgena legÃtima. Se sentÃa muy extraño, y podÃa ver a la Srta. Hoshizaki mirándola con una expresión complicada.
Tras la explicación de Tipo Doce, el jefe de sección guardó silencio. Luego, después de unos momentos, respondió con un pequeño asentimiento.
—Entiendo, —dijo.
—Entonces pido tu decisión de inmediato.
¿PodrÃa el Sr. Akutsu tomar una decisión como esta por su propia autoridad? Como su subordinado, no estaba seguro.
Japón es un paÃs conocido por su toma de decisiones cautelosa. No me sorprenderÃa si algo como esto tomara varios meses de conversaciones con sus superiores. Después de todo, si algo salÃa mal más adelante, probablemente despedirÃan a la primera persona que habÃa aprobado la idea.
Y, sin embargo, nuestro jefe no dudó ni un momento.
—Está bien. Prepararé los documentos para tu inscripción hoy mismo.
—He oÃdo que inscribirse en una escuela en este paÃs requiere un registro familiar, —respondió ella.
—Si también deseas un registro familiar japonés, puedo encargarme de eso. Por favor, consulta con Sasaki sobre los detalles. Si prefieres a alguien más, agradecerÃa que me lo dijeras ahora.
—Sasaki es aceptable.
—Entendido. Te informaré de mi progreso antes de que termine el dÃa.
—Akutsu, esa es una excelente decisión. Estoy increÃblemente contenta.
—Como representante de Japón, te agradezco tus amables palabras.
Este tipo de excepción tenÃa que ser el resultado de una orden desde arriba. Naturalmente, pensé en el oficial militar extranjero que habÃamos estado viendo mucho últimamente. HabÃa venido hasta el parque de atracciones el otro dÃa con Azul Mágica a cuestas; no habÃa duda de que deseaba desesperadamente algún tipo de contacto con Tipo Doce. Su propuesta actual sin duda le harÃa la boca agua.
—Jefe, ¿me permite? —interrump×. ¿El capitán Mason le ha dicho algo?
—No negaré lo que estás pensando, Sasaki. Y si tus palabras hasta ahora son creÃbles, seguiré considerándote, ante todo, un empleado del buró. Como tu jefe, espero seguir confiando en ti en el futuro.
Hasta donde podÃa ver, sus órdenes eran las siguientes: Mantener a Tipo Doce de nuestro lado. Pero no empieces una pelea con el capitán tampoco. Estaba seguro de que estaba atrapado en medio de varias organizaciones diferentes en este momento.
—SÃ, señor, —dije—. Haré todo lo posible para cumplir con sus expectativas.
—Lo espero con ansias.
—Bueno, —dijo la Srta. Futarishizuka—, parece que al menos esta vez no tendremos que encargarnos de las cosas.
—¿Qué pasará con la familia ficticia? —preguntó la Srta. Hoshizaki.
—Oh, ya sabes. Después de que los niños y el esposo vayan a la escuela y al trabajo, será hora de volver a dormir y luego pedir algo para el almuerzo y ver algunas telenovelas. Eso es lo que se supone que hacen las esposas y las suegras, ¿verdad? Últimamente hemos estado trabajando demasiado duro.
—Obviamente no podemos hacer esas cosas en horario laboral. ¿PodrÃas dejar de bromear?
—En realidad, lo decÃa completamente en serio.
—¿Y a qué te refieres con «ver algunas telenovelas»?
Frizcop: Propongo Papi Ricky.
—¿Nunca has oÃdo hablar de las telenovelas? Vaya, todas las amas de casa en Japón están obsesionadas con ellas.
—Srta. Futarishizuka, ya nadie ve telenovelas, —dije—. Ni siquiera sé si todavÃa hay alguna en emisión.
—¿Qué? ¿Hablas en serio?
—SÃ. Tampoco hay muchas amas de casa profesionales ya.
—Me gustarÃa que ustedes tres continúen con su trabajo, —dijo el jefe—. Enviaré instrucciones detalladas esta noche o mañana por la mañana a más tardar. Por hoy, quiero que todos permanezcan en espera y mantengan el statu quo.
—SÃ, señor, —respondÃ.
HabÃa asumido que estarÃa de acuerdo, pero fue un alivio tener su aprobación.
ParecÃa que el Sr. Akutsu querÃa que continuáramos con nuestras actividades de familia ficticia como de costumbre hasta que Tipo Doce se estableciera en la escuela. Probablemente esperaba que esto le diera un medio de negociación si la alienÃgena tuviera problemas en la escuela. Sin embargo, la Srta. Hoshizaki podrÃa tener que reanudar su propia educación como resultado.
—Recuerda esto bien, Hija Menor, —dijo la Srta. Futarishizuka—. Cuando un empleado de oficina como tu querido viejo padre trabaja bajo un superior obsesionado con las promociones, terminan sin tiempo para pasar con su familia. Es una de las principales causas de problemas domésticos.
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