Sasaki y Pii-chan
Vol. 8 Escuela, Parte Tres Parte 3
Las reglas de nuestra familia falsa eran absolutas. No bien habíamos regresado de limpiar después de los psíquicos y la chica mágica, Tipo Doce nos llevó —junto con Lady Elsa, Pii-chan, mi vecina y Abadón— hasta su OVNI, que seguía flotando en el espacio.
Era hora de que nos sentáramos alrededor de la mesa baja en la sala de la casa de estilo japonés.
Después de que todos tuviéramos un momento para comer, Lady Elsa nos preguntó qué pensábamos de su cocina.
—Um, ¿qué tal está? Espero que sea del agrado de todos…
La cena de hoy consistía en platos del otro mundo preparados personalmente por Lady Elsa. El plato principal era carne, acompañado de pan, una ensalada llena de verduras coloridas y una sopa que parecía una especie de potaje. Todos estos platos estaban hechos con ingredientes que ella había traído del otro mundo, y eran alimentos que ni siquiera yo había visto antes.
Según la Srta. Futarishizuka, quien la ayudó, ella había hecho casi todo por su cuenta.
—Tiene un sabor tan profundo, —comentó.
—Elsa, ¿qué tipo de carne usaste para el plato principal? —preguntó la Srta. Hoshizaki.
—Es carne de güi… ¡de canguro!
Eso estuvo cerca. Casi mencionó a los güivernos en la conversación. Yo había comido esas criaturas varias veces en el otro mundo; por lo que había escuchado, eran bastante caras. El Sr. French me había preparado un filete de güiverno en su restaurante una vez. Mencionó que eran caros porque eran muy difíciles de cazar.
—¿Eh? Espera, ¿se puede comer canguro? —preguntó la Srta. Hoshizaki.
—Bueno, claro. En Australia lo comen todo el tiempo, —dijo la Srta. Futarishizuka.
—¿Es de allí de donde eres, Elsa?
—No exactamente, —dijo Lady Elsa—, pero nuestras culturas gastronómicas están relacionadas.
Esta era una excusa que había ideado junto con la Srta. Futarishizuka. Obviamente no podíamos decirles la verdad a los demás. O sea, ¿güivernos?
La carne de caza constituía la mayor parte de la carne consumida en el otro mundo; me aterraba pensar en las enfermedades infecciosas y parásitos que podríamos contraer si Lady Elsa no la cocinaba bien. Pero si algo así sucedía, pensaba pedirle al Lord Sabio de las Estrellas que nos curara mientras dormíamos. Ya tenía su aprobación, así que pude relajarme y disfrutar la comida.
Ese fue mi plan de contingencia desde el principio y la razón por la que me permití devorar toda la mejor comida gourmet del otro mundo.
—Esta sopa está deliciosa, —dije—. Me deja un cosquilleo en la boca. No puedo dejar de comerla.
—¿De verdad? El sabor es un poco divisivo, así que me preocupaba que no te gustara.
—Bueno, a mí me encanta, Lady Elsa. Y creo que combina perfectamente con la carne.
—Yo también estoy disfrutando mucho la sopa, —coincidió la Srta. Futarishizuka—. Tiene un sabor único que encuentro bastante adictivo.
—Me alegra mucho que les guste, —dijo Lady Elsa—. Hay suficiente sopa para repetir. Por favor, díganme si no tienen suficiente. Puedo recalentarla de inmediato.
A los demás también les gustó la comida. Uno por uno, expresaron su agradecimiento.
—Creo que la ensalada es lo que más me gusta, —dijo la Srta. Hoshizaki—. El aderezo la complementa muy bien.
—Estoy de acuerdo, —dijo mi vecina—. La carne está genial, pero esta ensalada es deliciosa.
— Con tantos colores, debe estar llena de nutrientes. Me siento saludable solo de mirarla, —dijo Abadón.
Comparada con la carne, la ensalada de acompañamiento parecía particularmente de otro mundo. Tal vez por eso cada una de las verduras había sido finamente cortada para disimular su forma original. Me recordaba un poco al coleslaw[1]. Sin embargo, el sabor me resultaba familiar; estaba seguro de haber comido estos ingredientes antes en el otro mundo.
— Dijiste que hay suficiente sopa para repetir, —dijo Pii-chan—, pero, ¿queda más carne?
—Um, lo siento, pajarito, —respondió Lady Elsa—. No queda más carne.
—Ah, disculpa por pedir lo imposible.
—Oh, pero podrías tomar el resto de la mía, si quieres.
—No, jamás podría.
—Eres tan glotón como siempre, gorrioncillo, —comentó la Srta. Futarishizuka.
—La próxima vez, te serviré la misma cantidad que a los demás, —prometió Lady Elsa.
—Vamos, ¿no es eso un poco exagerado?
Yo estaba agotado por el trabajo que había hecho para la oficina, y poder comer tan pronto como llegué a casa fue bastante reconfortante. Tener gente esperándome con la cena lista me calentaba el corazón más de lo que jamás pensé que lo haría. Debo admitir que la pasión de Tipo Doce por la familia tenía un poco más de sentido para mí ahora.
—Padre, —dijo la alienígena—, hoy volví a observar actividad psíquica y de chicas mágicas fuera de la escuela.
—No te preocupes por eso, —respondí—. Ya resolvimos el problema.
—¿Eh? ¿Pero no hubo un tiroteo justo ayer? —preguntó la Srta. Hoshizaki, sorprendida.
La Srta. Futarishizuka adoptó un aire de indiferencia.
—Y no esperaría menos. Con la ayuda de esta chica robot, podrías reescribir el mapa político. Mucha gente haría cualquier cantidad de sacrificios para ponerle las manos encima. Naciones enteras podrían ser destruidas en el proceso.
—Madre, por favor no te preocupes, —agregó Tipo Doce—. La hija menor permanecerá contigo ahora y en el futuro.
—Oh, um… Dicho así, siento un gran peso sobre mis hombros… —La Srta. Hoshizaki sonrió, pero noté una rigidez en sus mejillas. Tipo Doce parecía encariñarse más con ella cada día.
Por cierto, el jefe de sección me había contactado antes sobre la identidad de los psíquicos desconocidos. Según él, eran parte de un grupo terrorista internacional con sede en Asia Central, sin relación con el grupo del nerd.
Su objetivo había sido secuestrar a mi vecina o a uno de sus amigos. Planeaban llevarla por la fuerza a su bando y luego usarla en negociaciones con Tipo Doce. El jefe de sección me dijo que este era un patrón común y prometió trabajar aún más de cerca con la Señorita Inukai y el Capitán Mason para proteger el área alrededor de la escuela en el futuro.
Qué asunto tan aterrador, pensé.
Mientras maldecía esta nueva fuente de ansiedad, el tiempo en familia llegó a su fin. Luego, me dirigí directamente a mi hotel barato en Tokio y rápidamente me fui a dormir.
*
Punto de vista de la vecina
El domingo, Chica Robot y yo vamos a la casa de nuestra compañera de clase. La chica mágica azul también está con nosotras.
Todo comenzó cuando nuestros compañeros nos invitaron a salir, como lo hicieron en las fiestas de bienvenida anteriores. Varios chicos nos invitaron personalmente, así que Chica Robot aceptó de inmediato. Ella es una persona fácil de convencer con estas cosas. La chica mágica azul y yo también nos vimos arrastradas a ello, por supuesto.
Nos vamos a reunir en la casa de una compañera rica, la misma que organizó la última fiesta de bienvenida.
Tras instalarnos en la sala, comenzamos a jugar juegos de fiesta. Además de nosotras tres, hay cuatro chicos y tres chicas, los mismos que siempre se agrupan alrededor de mi escritorio.
—¡Yuu-juu! ¡Gané de nuevo!
—¿Por qué los chicos lo están haciendo tan bien? ¿No te parece algo sospechoso?
—Probablemente porque el ganador puede decirle al último lugar qué hacer.
—¿Quién quedó en último?
—Yo. Je. Perdón.
—¿En serio? ¡¿Entonces todo mi esfuerzo no sirvió para nada?!
—Ah. Ya entiendo.
—No me gusta cómo nos miran los chicos.
—Sí. Oye, si dicen algo raro, ¡los echamos de la habitación!
—¡Yo te protegeré de los chicos, Kurosu!
—Ivy, si alguna vez necesitas ayuda, solo dínoslo, ¿de acuerdo?
Pensándolo bien, nunca he jugado videojuegos con amigos antes. Honestamente, no es tan divertido.
Sin embargo, Chica Robot se lo está pasando genial. Una de las chicas se ha encargado de manejar la fiesta y le dice a Chica Robot que puede reemplazar al chico que acaba de perder. Tan pronto como lo escucha, felizmente agarra el control.
—Mi turno ha llegado al fin, —dice—. Es tortuoso esperar cuando las partidas son largas.
—¿No sería fácil para ti ganar siempre? —le pregunto.
—Ahora que he aprendido la felicidad de ser buscada por otros, el trato reservado para el perdedor me atrae más que el privilegio especial del ganador. Siento amor detrás de las miradas curiosas dirigidas a mí. Ah, qué maravilla es el amor. Es verdaderamente un bálsamo para el corazón.
—……
Creo que Chica Robot está confundiendo el amor con la lujuria. Aunque, por lo que escucho, muchas mujeres hacen lo mismo.
—Personalmente, me preocupa un poco el futuro de la hija menor.
Abadón está con nosotros también. Flota justo a mi lado, subiendo y bajando como siempre.
Se ha ocultado, así que no puedo responder a su comentario. Me estresa tener que escuchar las bromas sardónicas del demonio en silencio. Pero esta vez, estoy de acuerdo con él.
Mi principal preocupación es cómo esto afectará mi relación con mi vecino. Realmente no me importa qué cosas lascivas haga Chica Robot. Pero sé que él no lo aprobaría.
—Bueno, Miyano, quedaste en primer lugar. Murata terminó último, así que puedes darle una orden.
—¿Podrías ir a la tienda de conveniencia y traer algunos bocadillos?
—Vaya. Simple, aburrido y un dolor de culo.
—¡Oh! En ese caso, yo puedo ir contigo.
—La tienda de conveniencia… ¿No hubo un incidente terrorista por ahí ayer?
—Espera, ¿qué?
—No vi nada en las noticias.
—Mi abuelo vive cerca. Dijo que vio muchos policías y soldados de la FADJ.
—¿En serio? No puede ser.
—¿No hay algunos chicos de nuestra escuela que usan esa calle para ir y venir?
Deben estar hablando de lo que pasó en el trabajo de mi vecino. Ayer en la cena, él y su compañera nos lo contaron todo.
Aparentemente, la chica mágica azul también estaba allí. Le lanzo una mirada furtiva, pero no parece preocupada en lo más mínimo; su expresión parece decir que no sabe nada al respecto, y sonríe mientras observa a sus compañeros hablar del tema.
Su apariencia y comportamiento la hacen parecer inocente y pura, pero hay otro lado en su personalidad. Por lo que me dijeron, tiene el poder de entender cualquier idioma extranjero. Mi vecino me advirtió que no hablara información secreta a la ligera delante de ella. Es prácticamente una espía. Pensándolo bien, no hay nada de «prácticamente».
—Oye, tenemos la clase fuera del campus la próxima semana. ¿Todos están listos?
—¡Estoy tan emocionada que me compré un conjunto nuevo!
—Mi mamá me compró una bolsa para eso.
—Qué suerte. Mis padres no hicieron nada de eso.
—Es hora de encontrar un sugar daddy[2], ¿verdad?
—Oh, tal vez debería hacerlo.
—Aparentemente, una de las chicas de tercer año hace ese tipo de cosas todo el tiempo.
—¡Mientras seas menor de edad, eres invencible!
Hay mucha gente aquí, y los temas de conversación cambian rápido. El videojuego está pausado en la pantalla de selección de escenario. Chica Robot aún sostiene su control, mirando la televisión e inquieta.
Algo que dijeron captó mi atención: las palabras «clase fuera del campus». Aparentemente, algún tipo de evento ocurrirá en los próximos días.
Chica Robot también reacciona visiblemente a esta noticia. Su mirada se desvía de la televisión hacia los otros estudiantes.
—Disculpen, —dice—. Me gustaría conocer los detalles de esta «clase fuera del campus».
Inmediatamente, los chicos comienzan a explicar.
—¡Ah, es verdad! Acabas de llegar, Doce. Supongo que no lo sabes.
—Vamos a un lugar diferente cada año, pero puede que volvamos a hacer clases de esquí como la última vez.
—¿No está pasado de moda lo del esquí?
—¿Sabes esquiar, Doce?
Se forma un círculo de chicos alrededor de Chica Robot de forma natural.
Lleva aquí solo unos días, y ya tiene a prácticamente todos babeando por ella. Probablemente se deba a su belleza de otro mundo. Sus rasgos son especialmente atractivos, incluso comparados con los de la chica mágica azul. Obviamente, es mucho más bonita que yo también. En realidad, es un robot por dentro, pero solo los estudiantes transferidos y algunos miembros del personal lo saben.
Mientras tanto, las chicas empiezan a charlar sobre esta clase fuera del campus.
—Oye, ¿conoces ese rumor? Dicen que en el último día de la clase fuera del campus, si te le confiesas a la persona que amas, tu amor se hará realidad.
—¿No fue Nishino de la Clase 2-A quien hizo eso el año pasado? Así empezó a salir con Takeuchi, ¿no?
—Andou de la Clase 2-C también empezó a salir después de la clase fuera del campus.
—Ambos son tan callados. Debió haberles costado mucho armarse de valor.
—¡Oye, nos tocará a nosotras pronto! ¡Tenemos que dar lo mejor!
La alienígena de oídos agudos se gira para mirar a las otras chicas. La noche antepasada, habló de algo similar durante la cena. Espero que no se le ocurra ninguna otra idea molesta.
—¿El amor se hará realidad? —repite ella—. No puedo ignorar esas palabras.
—¿Te interesa, Doce?
—Oye, ¿y yo qué? Estoy disponible y soy un partidazo.
—¿No cuenta eso como acoso sexual?
—Quiero saber qué tipo le gusta.
—Apuesto a que le gustan los chicos mayores.
—Sí, ¿y si no le interesan los chicos de nuestra edad?
—Estoy muy interesada en el concepto del amor. En este momento, el amor es mi misión más crucial. No escatimaré esfuerzos para obtener el romance más atractivo. Me gustaría abordar el tema con una visión amplia y no limitarme en cuanto a ningún atributo específico.
Esto entusiasma a las chicas.
—Vaya, eso fue bastante directo. Sabes que los chicos te están escuchando, ¿verdad?
—Espera, ¿eso significa que ya te gusta alguien?
—¡Oye, ¿en serio?!
—No será alguien de nuestra clase, ¿verdad?
—¿Y vino contigo?
—¡Tengo tanta curiosidad! ¿Es atractivo? ¿Es mayor? ¿Es un adulto?
—No tengo una pareja específica. Me gustaría tomar la decisión más valiosa tras un examen minucioso de todas las opciones potenciales.
Tal como hablamos la noche antepasada, Chica Robot muestra un gran y terrible potencial para este tipo de cosas. Temo que el día en que esté rodeada de chicos idiotas y pase sus días sumida en el hedonismo está muy cerca.
*
Por fin era domingo. Tipo Doce dijo que iba a salir con amigos de la escuela ese día, así que Futarishizuka y yo quedamos liberados de nuestras obligaciones de familia falsa y pudimos disfrutar de nuestro primer día libre de verdad en mucho tiempo. Lo pasamos descansando en la villa de la Srta. Futarishizuka. Fue el mejor día libre de todos. Ni siquiera tuve que preocuparme por ir al otro mundo.
Tipo Doce y los demás estuvieron fuera hasta la tarde, así que nos reunimos para nuestra cena familiar después del atardecer. En respuesta a la buena recepción del día anterior, Lady Elsa volvió a ponerse al mando en la cocina. La comida de hoy estaba aún más deliciosa.
Finalmente, la semana llegó a su fin, y otra vez era lunes. Al llegar al trabajo a primera hora de la mañana, Futarishizuka y yo nos dirigimos a nuestros escritorios en la sala de profesores.
—Por alguna razón extraña, me siento renovada y lista para trabajar, —dijo la Srta. Futarishizuka.
—Qué curioso, —respondí—. Yo también he estado de buen humor desde que me desperté.
Probablemente fue por todo el buen descanso que tuvimos el domingo. Estaba tan animado que me sentía como un adolescente de nuevo, lleno de energía. De hecho, hasta me sentía con ganas de jugar un poco de quemados en el patio durante nuestro descanso de veinte minutos. Quería salir corriendo por el vecindario sin razón alguna.
Justo en ese momento, la Srta. Mochizuki se nos acercó.
—¡Ustedes dos realmente tienen madera de maestros!
—Oh. Buenos días, Srta. Mochizuki.
—No sé si tanto, —dijo la Srta. Futarishizuka—. Esos mocosos me han estado tratando como a una niña desde hace días.
—¡Los profesores tienen que acostumbrarse a empezar temprano el día, o nunca podrán mantenerse en el ritmo!
—Sí, tengo la vaga sensación de que así es, —respondí.
—Hace solo dos meses, yo dormía toda la mañana y me despertaba pasado el mediodía, —comentó la Srta. Futarishizuka.
—Sr. Sasaki, si quiere, podemos planear hacer algo juntos antes de trabajar cada día.
—Oh, no creo que pueda llegar aquí más temprano…
Desde la fiesta de bienvenida, la Srta. Mochizuki había sido muy insistente al hablar conmigo. Casi cada vez que la veía en la sala de profesores, se acercaba. De hecho, también me enviaba mensajes todos los días a mi número del trabajo. La mayoría era sobre temas laborales, por supuesto, pero había algunos detalles más personales de vez en cuando. Estaba al cien por ciento en modo trampa de miel.
Hace un momento, apenas logré detenerme antes de aceptar su sugerencia sin pensar. Cerré la boca de inmediato. ¿Qué «algo» podría estar sugiriendo?
Como le dije a Futarishizuka, me sentía increíblemente enérgico para ser tan temprano en la mañana. De hecho, tenía ganas de acercarme a todos en la sala de profesores y saludarlos uno por uno. Tuve que reprimir conscientemente el impulso. ¿Qué era esta sensación?
Me recordó a la vez que sentí un deseo increíble hacia mi vecina. Esto era más débil, pero la sensación que giraba inquieta en mi pecho era, de algún modo, similar.
—¿Qué pasa contigo? —le preguntó la Srta. Futarishizuka a la Srta. Mochizuki—. ¿Te gustan los hombres como él?
—Los hombres tranquilos y maduros son muy atractivos para alguien de mi edad, ¿sabes? —explicó ella.
—¿No es simplemente viejo? ¿Quién sabe si siquiera puede levantarla?
—Es un poco temprano para el acoso sexual, ¿no crees? —le solté.
Mientras tanto, el director entró por la puerta delantera de la sala, donde estaba la pizarra. Caminó unos pasos hacia el escritorio del supervisor, donde estaba sentado el subdirector.
Esa persona detrás de él me resulta familiar, pensé. Era una joven con un maquillaje exageradamente cargado.
—Tengo un anuncio, —dijo el director, mirando a la sala.
Toda la facultad detuvo sus conversaciones.
Él continuó, señalando a quien estaba a su lado:
—Esta es la Srta. Hoshizaki, una nueva conserje que trabajará en nuestra escuela a partir de hoy. Dudo que se vean mucho, pero espero que la saluden cada día y trabajen juntos para lograr un ambiente escolar más armonioso.
—Hola, mi nombre es Hoshizaki. Es un placer trabajar aquí.
A la señal del director, hizo una reverencia.
No había duda. Esa era nuestra compañera de trabajo.
Había cambiado su traje y corbata por ropa de trabajo: ahora llevaba una chaqueta y pantalones verde claro, llenos de bolsillos. Era el tipo de atuendo funcional que usan los obreros de fábrica y similares.
—Parece que nuestra querida senior finalmente se rindió y se tragó su orgullo, —comentó la Srta. Futarishizuka.
—Tengo curiosidad por saber cómo convenció al jefe.
—Apuesto a que te gustaría llevarte a la cama a una ingenua chica de preparatoria como ella, ¿verdad? O quizás prefieras a un chico. La saludarías al día siguiente como si nada hubiera pasado, solo para llamarla después de clases otra vez…
—Srta. Futarishizuka, ¿podrías abstenerte de hacer más comentarios como ese?
Mi colega junior realmente se estaba pasando con el acoso sexual hoy. Hablaba como si estuviéramos en los años 70. Pensándolo bien, si la gente era tan vulgar en esa época, ¿cómo serían en los años 20, en la década de 1880 o en el siglo XVIII? Es más, ¿qué tal durante el período de los Estados Guerreros o el período Azuchi-Momoyama[3]? ¿ Todo el mundo pensaba en sexo en aquel entonces?
Me sorprendieron mis propios pensamientos. ¿A dónde quería llegar con esto? ¿Por qué estaba pensando en la vida sexual de Oda Nobunaga y Toyotomi Hideyoshi?
A este paso, no podría criticar a Futarishizuka. ¿Por qué mi mente daba tantas vueltas?
—Subdirector, ¿le importaría mostrarle la escuela a la Srta. Hoshizaki? Tengo una reunión y no creo regresar hasta la tarde. Todo está como mencioné en la llamada.
—Sí, señor. No hay problema.
Tras una simple presentación al profesorado, la Srta. Hoshizaki fue llevada por el subdirector. Mientras se iba, lanzó una mirada en nuestra dirección. Nuestras miradas se cruzaron por completo. Su obstinación por perseguir cualquier bonificación que pudiera obtener era, honestamente, inspiradora.
El director salió del aula de profesores tras el subdirector, y los maestros comenzaron a murmurar.
—Nunca había visto a una conserje tan joven.
—Yo tampoco. Debe tener unos veinte.
—Se cubre mucho con maquillaje, pero definitivamente es joven.
—¿Por qué de repente hay tanta gente nueva?
—Eso también me da curiosidad.
La mayoría de los conserjes suelen ser mayores. La Srta. Hoshizaki desentonaba por completo.
No volvimos a verla después de eso, y comenzó la tutoría matutina. Me dirigí al aula 1-A cuando sonó la campana de advertencia. Después de eso, tendría que recorrer varias clases enseñando matemáticas. La vida de un maestro estaba llena de trabajo.
*
Una vez terminaron las clases de la mañana y el almuerzo, era hora del descanso vespertino. Los estudiantes salieron de sus aulas y se dispersaron por la escuela.
Nosotros, los maestros, en cambio, nos reunimos en la sala de profesores para relajarnos. Sin embargo, hoy Futarishizuka y yo fuimos a la oficina administrativa.
Aparentemente, hace cuarenta o cincuenta años, muchos conserjes vivían en las escuelas donde trabajaban. Hoy en día, lugares como las salas de guardia nocturna y las oficinas de conserjería son cosa del pasado, así que los conserjes suelen encontrarse en la oficina administrativa.
Sin embargo, nuestra colega senior no estaba por ningún lado.
Cuando le preguntamos a una empleada que estaba allí, dijo que la nueva conserje había ido a una tienda cercana a comprar el almuerzo. Podía imaginarme a nuestra colega saliendo apresurada, ansiosa por empezar a trabajar, y olvidando por completo traer su almuerzo.
En ese caso, simplemente podíamos revisar su ubicación en nuestros teléfonos proporcionados por la oficina. La vimos acercándose tranquilamente a la escuela y decidimos esperarla cerca de la entrada.
—La semana pasada estuvo ocupada, ¿verdad? Espero que hoy termine sin problemas, —dije.
—¡Ah! ¡Acabas de levantar una bandera de muerte! Ahora estamos condenados. Apuesto a que lo hiciste a propósito, ¿verdad? ¡¿Verdad?!
—¿Podrías decir algo normal por una vez? Es tan difícil hablar contigo.
—¡Ah, para! Eso es demasiado cruel. Es peor porque sé que tienes razón.
—Lo siento. Pero desearía que dejaras de hacer referencias a medios de entretenimiento de generaciones pasadas.
—Urk… ¿Lo de las banderas…? Todavía son un meme estándar, ¿no? [4]
¿Qué estaba pasando?, me pregunté. Normalmente, yo habría dudado en decir algo así, pero hoy mi boca se movía sola. Me sentía mal, pero al mismo tiempo, lo estaba disfrutando. Ver a Futarishizuka luchando por reaccionar me divertía. Empecé a querer molestarla aún más. Sus reacciones también parecían un poco extrañas.
Ambos ya habíamos terminado de comer nuestros almuerzos empaquetados; bentos de güiverno preparados por Lady Elsa. Le habían sobrado algunos ingredientes del otro mundo y ella misma sugirió la idea. También puso la sopa que tanto nos gustó a Futarishizuka y a mí en termos. Seguía siendo increíblemente deliciosa. Ambos habíamos bebido hasta la última gota.
—Oh, ahí está nuestra estimada senior, —dijo mi colega junior.
Vimos a alguien acercándose. Aparentemente, la Srta. Hoshizaki había salido con su ropa de trabajo. Cualquier otra chica de secundaria de Tokio habría visto ese atuendo, lo habría llamado «ropa de viejo» y se habría negado a usarlo. Recientemente, había escuchado que cada vez más chicos elegían a qué escuela asistir en función de lo lindos que eran sus uniformes. Ir en contra de las tendencias era tan propio de nuestra colega.
—¿Sasaki? ¿Y Futarishizuka? —pareció reconocernos y corrió hacia nosotros—. ¿Vinieron hasta aquí solo para verme?
—Ese atuendo de conserje te queda mejor de lo que esperaba, —comentó Futarishizuka.
—Estoy seguro de que no hiciste esto a espaldas del jefe, ¿verdad? —dije.
—Por supuesto que no. Fue él quien me envió aquí.
Su atuendo no parecía molestarle en lo más mínimo. Se paró justo frente a la entrada mientras respondía a mi pregunta.
—La semana pasada, ustedes fueron atacados por varias organizaciones, ¿cierto? —continuó—. Algunos empleados del buró resultaron heridos, y yo estoy cubriéndolos. Soy una psíquica de rango B, ¿saben? ¿Lo entendieron?
—Ah, ya veo.
—Seguro que te quejaste hasta que no le quedó más remedio que aceptar, —dijo Futarishizuka.
—¡No-no, no lo hice!
Parece que nuestra colega junior tenía razón. ¿Pero estaba bien esto? Nuestra colega se estaba alejando cada vez más de su vida como estudiante de preparatoria, y eso me ponía nervioso.
—¿Y ustedes dos? —preguntó—. ¿Deberían estar holgazaneando por aquí?
—Oye, los profesores pueden usar sus descansos de la tarde como les plazca, —dijo la Srta. Futarishizuka.
—¿En serio? No pensé que ser profesor fuera un trabajo tan relajado.
—No lo es, —respondí—. Definitivamente no lo es.
—Así es, —asintió la Srta. Futarishizuka—. Después de todo, tiene donde elegir entre las chicas de secundaria. No puede perder ni un segundo. Debería aprender de su predecesor en la cárcel y disfrutar de la primavera de la juventud al máximo.
—Srta. Futarishizuka, ¿soy yo o tu acoso sexual hoy está peor de lo habitual?
—¿Tú crees? Bueno, no voy a negar que me he sentido bastante animada desde esta mañana.
—¿Acosas más cuando estás animada? —preguntó la Srta. Hoshizaki—. Dios, tú eres el verdadero viejo aquí.
Ahora que nos habíamos reunido con nuestra compañera, nos dirigimos de nuevo al edificio de la escuela. Pero en cuanto lo hicimos, se escuchó un desgarrador ruido en el aire. Apareció un Campo Mágico, y de él emergió Rosa Mágica.
Cayó desde varios metros de altura como si nada y descendió suavemente hasta el suelo, justo al lado de la Srta. Futarishizuka. Un momento después, levantó su varita y realizó un gesto que parecía mágico.
Al instante, el paisaje a su alrededor se distorsionó. Probablemente había activado su Barrera Mágica.
—¡Srta. Hoshizaki, por aquí! —llamé, avanzando de inmediato para protegerla. También desplegué mi hechizo de barrera.
—¿Qué hace la chica mágica aquí? —preguntó la Srta. Futarishizuka.
—Me pidieron que viniera, —respondió la chica.
—¿Te lo pidieron? ¿Quién? ¿Qué quieren que hagas? —La Srta. Futarishizuka seguía tranquila y distante, pero al mismo tiempo, vigilaba su entorno y mantenía la guardia alta.
Habíamos luchado con Rosa Mágica anteayer. Últimamente habíamos tenido varias oportunidades de pelear a su lado, pero su objetivo principal nunca había cambiado: eliminar a los psíquicos. Existía una clara posibilidad de que atacara a nuestros compañeros del buró. Nuestra relación amistosa era, por lo tanto, extremadamente precaria.
—Me dijeron que les pusiera mi Barrera.
—¿Eh? ¿Para qué? —preguntó la Srta. Futarishizuka.
Contrario a mis expectativas, la chica mágica había revelado algo sorprendente.
La Srta. Futarishizuka la miró, desconcertada, incapaz de comprender. Esa Barrera era una herramienta de defensa. Y defender era un acto amistoso. Mi compañera, al recibir el gesto, no sabía cómo interpretarlo. La Srta. Hoshizaki y yo estábamos igual de desconcertados.
—Dijeron que, si les hacía caso, me dirían dónde está el escondite de los psíquicos.
—¿Ah, sí? —dijo la Srta. Futarishizuka—. ¿Y bien?
—Si sé dónde se esconden los psíquicos, puedo matar a muchos, —dijo.
Parecía que varias organizaciones se estaban acercando a Rosa Mágica, al igual que lo habían hecho Tipo Doce y nosotros. Considerando que otras chicas mágicas estaban fuertemente custodiadas por sus respectivos estados, estaba seguro de que muchos grupos querían ganarse el favor de esta independiente.
—¿Pero qué me pasará ahora que estoy dentro de esta Barrera? —preguntó la Srta. Futarishizuka.
—No lo sé. No dijeron nada sobre eso.
—No eres muy minuciosa que digamos.
Ahora que lo pensaba, la Barrera Mágica de la chica tenía efectos más allá de la defensa, algo que compartía con mi propio hechizo de barrera y que solía ser una fuente constante de problemas para nosotros. De repente, tuve un muy mal presentimiento.
—Srta. Futarishizuka, ¿crees que un espacio aislado está por…?
…aparecer? Pero antes de que pudiera terminar la frase, todo sonido desapareció a nuestro alrededor.
—Oh, nos la jugaron bien, —murmuró la Srta. Futarishizuka, con tono fastidiado—. Nunca pensé que le pedirían algo así a la chica mágica.
—Aun así, mi vecina y Abadón están cerca, —señalé.
—No sé… Tal vez confían en lo rápido que pueden escabullirse.
Alguien se había tomado la molestia de pedirle a la chica mágica que arrastrara a la Srta. Futarishizuka a un espacio aislado. Ella tenía que ser el objetivo. Y si habían usado a mi vecina y a Abadón para crear el espacio, estábamos enfrentándonos a un ángel y su Discípulo.
Mientras observábamos el mundo silencioso, Rosa Mágica dijo:
—Conozco esta sensación. Es la misma que la de aquella isla el otro día, —dijo con tono de sospecha.
—Nos vendiste, ¿verdad? —preguntó la Srta. Futarishizuka.
—No los vendí. Solo hice lo que me pidieron.
—Eso es un asunto de perspectiva.
—De nada sirve llorar sobre la leche derramada, —dije—. De todos modos, deberíamos apurarnos y encontrar a mi vecina y a Abadón. Dependiendo de cuán fuerte sea el Discípulo y su ángel, cada segundo podría ponernos en más peligro.
Ese mal presentimiento no desaparecía y pronto resultó estar bien fundado. Un ángel se acercaba desde el cielo.
—Ese ángel con un montón de alas, —dijo Rosa Mágica—. Ya pelearon contra él antes.
—Oh, no te hagas la inocente, —dijo la Srta. Futarishizuka.
—Quizás enviaron a alguien que no es el Discípulo para negociar con ella, —sugerí.
—Tienes razón, —dijo Rosa Mágica—. Otra persona me habló sobre el escondite de los psíquicos.
La pequeña Mika, el ángel de aspecto rudo con seis alas, estaba aquí. No podíamos derrotarla, al menos no en un espacio aislado. Necesitábamos reunirnos con Abadón de inmediato.
—En cualquier caso, necesitamos retirarnos, —sugerí.
—De acuerdo, —dijo mi compañera.
—¿Futarishizuka, estás conmigo y con una chica mágica, y aun así quieres huir? —preguntó la Srta. Hoshizaki—. Solo hay uno de ellos. Si somos inteligentes, podemos derrotarla. Ahora soy de rango B. Si me haces un poco de agua, podemos dar pelea.
—Creo que nuestra estimada senpai necesita una paliza para bajarle los humos.
—Srta. Hoshizaki, ese ángel está en un nivel completamente diferente, —dije—. Por favor, ven con nosotros.
Algunos enemigos simplemente no podían ser derrotados, sin importar cuánto lucharas. Pii-chan y el nerd eran ejemplos claros, al igual que Abadón y la pequeña Mika cuando estaban en espacios aislados. Su fuerza estaba en otra dimensión. En un manga shounen, habrían sido el maestro del protagonista: invencibles desde el principio. Tendría que morir toda tu familia antes de que tuvieras alguna posibilidad de vencerlos. La Srta. Hoshizaki no tenía ni idea.
Mientras tanto, el ángel de seis alas avanzaba rápidamente hacia nosotros.
Rosa Mágica preparó su varita. Debía estar diciendo la verdad cuando afirmó que no quería vendernos. Al menos, no se había dado cuenta de que quien movía los hilos era un viejo enemigo nuestro. Simplemente había aceptado el trato porque quería saber dónde estaban los psíquicos. Y la Srta. Hoshizaki y yo resultamos estar en el lugar y momento equivocados.
La pequeña Mika descendió justo frente a nosotros, deteniéndose a varios metros del suelo. Nos miró desde arriba, con esa familiar y exagerada espada en la mano.
—Nos has ayudado, —le dijo a la chica mágica—. Así que no tengo intención de hacerte daño. No te interpongas.
—¿Qué vas a hacerle al hombre de mediana edad mágico? —preguntó Rosa Mágica.
—No conozco a ningún hombre de mediana edad mágico. Estoy aquí solo por ese pequeño humano de allí.
La mirada del ángel se desvió hacia la Srta. Futarishizuka. Tenía razón: nuestra compañera era el objetivo del ángel.
—¿Por qué tú recibes un trato especial de la chica mágica? —me preguntó la Srta. Futarishizuka—. No es justo.
—Este no es el momento para eso, —respondí.
—……
Rosa Mágica parecía confundida por lo que había dicho la pequeña Mika. La Srta. Futarishizuka era una psíquica, alguien a quien quería matar, no alguien con quien arriesgarse a aliarse. Pero quizá todas las batallas que habíamos librado juntos últimamente la habían hecho dudar.
—Pero tengo prisa, —continuó la pequeña Mika—. Si te interpones, te eliminaré.
El ángel bajó su espada hacia Rosa Mágica. La punta destrozó su Barrera Mágica de un solo golpe, tal como había hecho con mi hechizo de barrera. Con un chillido agudo, los fragmentos volaron en todas direcciones. Era como si una gran ventana de vidrio se hubiera roto, y cada esquirla distorsionara el paisaje detrás de ella.
—Ngh…
Rosa Mágica retrocedió de inmediato, pero no lo suficientemente rápido para evitar un pequeño corte cerca del pecho. Frunció el ceño de dolor.
Yo había recibido un golpe similar antes… y literalmente me había partido en dos. La pequeña Mika debía estarse conteniendo porque Rosa Mágica la había ayudado.
Aun así, había herido a la chica. Era una oponente aterradora.
—Quédate ahí, —dijo el ángel—. O la próxima será tu cabeza.
Luego se lanzó hacia la Srta. Futarishizuka, pasando junto a Rosa Mágica en el proceso. Mientras lo hacía, este hombre de mediana edad mágico terminó de preparar su hechizo de rayo láser.
Disparé sin reservas al ángel de seis alas, concentrando mi ataque hasta el grosor de un poste telefónico y dirigiéndolo en línea recta hacia ella.
—Ack…
—¡Ustedes dos, entren y reúnanse con los demás! —grité.
Mi hechizo impactó contra la espada del ángel. Había puesto todo lo que tenía en ese disparo, y aunque logré derribar el arma de sus manos, no le hice ningún daño al ángel. Cuando el rayo golpeó su hoja, ella esquivó fácilmente.
—¡Si eligieron este momento para venir por mí, entonces deben tener un informante en la escuela! —se quejó la Srta. Futarishizuka.
—Diría que eso es bastante probable, —respondí.
Sin embargo, parecía que me había apresurado un poco para proteger a mi compañera. Un momento después, la chica de seis alas se lanzó hacia mí, desarmada.
[1] El coleslaw es una ensalada de origen europeo hecha principalmente de col (repollo) cruda y rallada, mezclada con zanahoria y aderezo, que suele ser mayonesa, vinagre o mostaza. Es crujiente y refrescante, común como acompañamiento en platos de barbacoa, sándwiches y comidas rápidas.
[2] Un sugar daddy es un hombre mayor que proporciona apoyo financiero, regalos o beneficios materiales a una persona más joven a cambio de compañía, atención o relaciones románticas. La relación suele implicar un intercambio consensuado de recursos por afecto o tiempo.
[3] El período Azuchi-Momoyama (1573-1603) fue una era de transición en Japón marcada por la unificación bajo Oda Nobunaga y Toyotomi Hideyoshi. Destacó por el florecimiento cultural, la construcción de castillos imponentes y el inicio de contactos con Occidente, sentando las bases para el shogunato Tokugawa.
[4] El meme de la bandera de la muerte se refiere a una señal o comentario que anticipa un desenlace trágico, común en el cine, anime o videojuegos. Por ejemplo, cuando un personaje dice «todo saldrá bien», suele ser presagio de que algo malo ocurrirá pronto.
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