Sasaki y Pii-chan
Vol. 8 Escuela, Parte Tres Parte 2
Una vez que nuestras obligaciones familiares fingidas terminaron, era hora de otro viaje al otro mundo. Al igual que nuestra cena familiar, esta visita era la primera en tres dÃas.
Primero, Pii-chan transportó a Lady Elsa y a mà a Allestos. Aterrizamos en la oficina del ministro de la corte: mi habitación en el castillo real. Desde allÃ, nos dirigimos a los aposentos privados del Conde Müller, donde dimos nuestro informe habitual.
—Conde Müller, lamento mucho hacerle la misma pregunta nuevamente, pero ¿ya se han hecho planes para el regreso triunfal del PrÃncipe Adonis? Una estimación aproximada estarÃa bien. Me gustarÃa integrarla en mis planes.
—No, creo que aún necesitará más tiempo.
—Entiendo, señor.
—Has mostrado curiosidad por el regreso de Su Majestad desde hace tiempo. ¿Ha sucedido algo?
Como siempre, nos sentamos en un par de sofás mientras conversábamos. El Conde Müller y Lady Elsa se sentaron juntos frente a mÃ, y Pii-chan estaba posado en un pequeño árbol sobre la mesa entre nosotros.
Hoy, sin embargo, estaba un poco nervioso. La razón era lo que estaba a punto de decirle al conde.
—Bueno, señor, ya que lo pregunta, hay algo de lo que me gustarÃa informarle con antelación.
—Estos dÃas, es raro que seas tan formal conmigo, Lord Sasaki. ¿De qué se trata?
—Señor, puede que haya encontrado una manera de restaurar al PrÃncipe Lewis.
—¿Qué…? —El Conde Müller se quedó paralizado de asombro.
El prÃncipe mayor habÃa sido convertido en un amasijo de carne gracias a un hechizo del otro mundo. La única manera que se me ocurrÃa para curarlo era con una recompensa obtenida en la guerra por poderes entre ángeles y demonios, y la Srta. Futarishizuka acababa de darme luz verde.
—Pajarito, ¿Lord Sasaki está diciendo la verdad?
— Asà es, —asintió el gorrión de Java desde su pequeño árbol.
Pii-chan parecÃa un poco más gordito últimamente, probablemente por toda la carne que habÃa estado comiendo. DecÃa que usaba magia para lidiar con el exceso de comida —demasiado para que cualquier gorrión pudiera tragar— pero tal vez se habÃa relajado un poco. Personalmente, querÃa verlo redondo y regordete. Quizás empiece a aumentarle la ración de carne en la cena en secreto.
—Por cierto, yo no estoy involucrado en este asunto. Por favor, comprendan que esto es el resultado del arduo trabajo de este hombre en su propio mundo en nombre de ustedes. Aunque no puedo garantizar resultados, creo que este método merece la pena intentarse.
—¿Lord Sasaki, ha hecho todo esto solo por el bien de nuestro reino?
—Tanto usted como el Rey Adonis me han tratado extremadamente bien, señor.
—Aun asÃ, nuestros esfuerzos palidecen en comparación con lo que tú has hecho por nosotros.
Tuvimos otro de nuestros intercambios habituales: el conde se inclinó profundamente, yo le pedà que levantara la cabeza, y asà sucesivamente. La maldición de carne putrefacta debÃa de ser verdaderamente terrible. Después de todo, el propio Lord Sabio de las Estrellas prácticamente habÃa renunciado a revertir sus efectos.
—En cualquier caso, —dije—, querÃa discutir el asunto con usted. ¿PodrÃa organizar una reunión entre el Rey Adonis y yo? Existe la posibilidad de que el PrÃncipe Lewis deba venir a nuestro mundo, y no creo que deba traerlo sin consultarlo antes.
Repasé los planes futuros en mi mente. QuerÃa preparar todo para que la eliminación de la maldición pudiera hacerse en cualquiera de los dos mundos. Basándome en los nombres de los ángeles y demonios, parecÃa que eran originarios de la Tierra, y no habÃa garantÃa de que los poderes demonÃacos de Abadón funcionaran aquÃ.
—¿No hay manera de hacer esto sin informar a Su Majestad? —preguntó el Conde Müller, con tono formal.
—Estoy de acuerdo con Julius. Aunque soy optimista, si esta resurrección fracasa, preferirÃa no darle falsas esperanzas a Adonis solo para destrozarlas después. ¿Por qué no esperamos a informarle hasta que la maldición de Lewis haya sido eliminada con éxito?
Pii-chan siempre estaba listo para intervenir con su apoyo. Le agradecà generosamente en mi interior. Si fracasábamos, tendrÃamos que consolar al Rey Adonis, y él estaba actualmente en una misión crucial.
—Estoy de acuerdo, —dije—. Procedamos como han sugerido, entonces.
—Tendré todo preparado para su próxima visita. ¿Le parece bien?
—SÃ, señor. Gracias por tomarse la molestia.
—Soy yo quien deberÃa agradecerte, Lord Sasaki. Nos has ayudado muchÃsimo.
Después de despedirnos del Conde Müller, partimos hacia la República de Lunge ese mismo dÃa. AllÃ, visitamos al Sr. Joseph y vendimos algo de combustible diésel a la CompañÃa Comercial Kepler; nada fuera de lo común. Nos informaron que todo marchaba bien tanto para ellos como para la CompañÃa Comercial Marc. Además, recogà un informe detallado sobre mis ventas de la visita anterior. La cantidad de dinero escrita en el recibo era una locura.
Aceptamos la hospitalidad del Sr. Joseph esa noche, como de costumbre, y pasamos la noche en Lunge. Al dÃa siguiente, dejamos la República; y con eso, nuestro trabajo quedó terminado.
De ahÃ, regresamos a Baytrium, en el Reino de Herz, donde pasé el tiempo que me quedaba relajándome con Pii-chan. TenÃa curiosidad por saber cómo avanzaba la ruta comercial, pero no habÃa pasado mucho tiempo desde mi última visita, asà que supuse que no tendrÃan mucho que mostrarme. En su lugar, aproveché el tiempo para practicar equitación.
—Al menos ya no es probable que te avergüences frente a los demás.
—Me alegra oÃrlo, Pii-chan.
— Pero tendrás que seguir practicando si esperas sacarle provecho a la habilidad. Si se trata de una cuestión ceremonial, solo necesitas mantenerte sobre el caballo, pero si quieres recorrer alguna distancia, necesitarás mucho más trabajo. Tenlo en cuenta mientras practicas.
—En ese caso, me gustarÃa un compañero que pueda estar conmigo por mucho tiempo.
—SÃ, quizá lo mejor serÃa conseguirte un caballo propio pronto.
Después de dedicar todo mi tiempo disponible a practicar, eventualmente aprendà a girar. Cuando el animal finalmente se movió según mis instrucciones, me sentà más emocionado de lo que jamás imaginé. Considerando que antes solÃa tirarme de su lomo de inmediato, esto fue un gran logro.
Si le dijera a la Srta. Futarishizuka que aprendà a montar a caballo antes que a conducir un coche, probablemente me darÃa un puñetazo en la cara.
En nuestro último dÃa, fuimos a recoger a Lady Elsa al castillo y regresamos al Japón moderno.
*
Con mi visita al otro mundo terminada, era hora de volver al trabajo como empleado del buró.
Salà de la villa de la Srta. Futarishizuka a primera hora de la mañana y me dirigà a la escuela. Después de la tutorÃa, di clases de matemáticas a cada grado. Como era una de las cinco materias principales, me mantenÃa bastante ocupado. También tenÃa que corregir tareas.
Quizás pronto tendrÃa que empezar a llevarme el trabajo al otro mundo.
Acosado por este pensamiento desagradable, luché por terminar mis tareas antes de que terminaran las horas laborales.
QuerÃa que esta vida de enseñanza terminara lo antes posible. Tener que levantarme a las seis de la mañana todos los dÃas era realmente duro. Era horrible; tan horrible que me hacÃa preguntarme si el verdadero talento necesario para ser maestro no era otra cosa que la capacidad de despertarse temprano dÃa tras dÃa.
Tener que lidiar simultáneamente con el tiempo acelerado en el otro mundo se sentÃa como una broma cruel de alguna deidad.
Tipo Doce, por otro lado, estaba encantada con su tiempo en la escuela. Por lo que podÃa ver como su maestro, se llevaba de maravilla con sus compañeros de clase. Pero eso significaba que probablemente estarÃamos atrapados aquà un buen tiempo. Pensaba en esto mientras comenzaba el descanso de la tarde.
Ah, las tardes de sábado, —dijo la Srta. Futarishizuka—. Qué dicha. Me encantan los dÃas de media jornada.
—Es bueno que ninguno de los dos tenga que lidiar con actividades de club en este momento, —dije.
—Vas a atraer la mala suerte, ¿sabes?
—Si eso fue una broma, no me estoy riendo.
Estaba sentado en la sala de profesores intercambiando bromas ligeras con la Srta. Futarishizuka, con la caja de bento frente a mÃ, cortesÃa de su chef. Ahora que trabajaba de sol a sol, este era mi único placer. Los almuerzos que preparaba su personal eran bastante lujosos también; comúnmente incluÃan langosta espinosa y rosbif.
En Tokio, tendrÃas que reservar este tipo de almuerzo con dÃas de antelación, y probablemente costarÃa alrededor de diez mil yenes.
—Ustedes siempre tienen almuerzos que parecen carÃsimos, —comentó la Señorita Inukai—. No estoy segura de que eso siga contando como una caja de bento.
—¡Estoy muy celoso! ¡Por favor, compartan la langosta puntiaguda! —exclamó el Capitán Mason.
Los dos solÃan acercarse a nuestros escritorios para almorzar con nosotros. Su comida era increÃblemente normal: una caja de bento y panecillos salados que probablemente habÃan comprado en la tienda de conveniencia. Ah, sÃ, yo era como ustedes dos antes , pensé de forma tonta y nostálgica.
—Por favor, —dijo la Srta. Futarishizuka—. No son niños. Coman en sus propios escritorios.
—¡Creo que la hora del almuerzo es una buena oportunidad para hablar con los amigos del trabajo! —exclamó el capitán.
—Lo siento, um… el Sr. Robert me pidió que viniera, asà que aquà estoy, —añadió la Señorita Inukai, tÃmidamente.
Pero nuestra comida tranquila no duró mucho.
Un momento después, escuchamos una explosión a lo lejos. Inmediatamente, mi teléfono de trabajo empezó a vibrar en mi bolsillo. Revisé la pantalla y vi el nombre de mi jefe.
—Oh, tengo un muy mal presentimiento sobre esto, —dijo la Srta. Futarishizuka.
—Qué coincidencia. Yo también, —respondÃ.
Pronto, todos los profesores en la sala de maestros estaban hablando sobre la explosión. Ignorándolos, contesté la llamada de mi jefe.
—Sasaki, algunos de los nuestros están en combate con una chica mágica. Quiero que los apoyes de inmediato.
—¿Eso era? Escuchamos una explosión hasta aquÃ.
—SÃ, es correcto.
—Está bien. Iré de inmediato.
La llamada fue breve. Mientras guardaba el teléfono en el bolsillo, dirigà mi atención a la Srta. Futarishizuka.
—Era el Sr. Akutsu, —le dije—. Quiere que vayamos a la escena inmediatamente.
—Me gustarÃa, al menos, tener la hora del almuerzo para relajarme, —se quejó.
—Parece que ha aparecido una chica mágica. Probablemente quiera hacer uso de tu poder.
—¿Qué? ¿Ahora me vas a pasar el trabajo a m�
—No, iré contigo. Pero no estoy seguro de si deberÃamos ir vestidos asÃ…
No podÃamos simplemente salir a plena luz del dÃa y empezar a lanzar poderes extraños entre nosotros. No estaba claro si el buróya habÃa asegurado el área. Si no tomábamos las precauciones adecuadas, podrÃamos poner en peligro nuestro papel como profesores.
Un momento después, los teléfonos de la Señorita Inukai y el Capitán Mason empezaron a vibrar. Después de recibir sus órdenes, se volvieron hacia nosotros y explicaron.
—Lo siento mucho, Sr. Sasaki, —dijo la Señorita Inukai.
—¿Por qué te disculpas?
—Porque nuestra gente no es lo suficientemente fuerte como para evitar molestarlos a ustedes dos.
—¿Ya han respondido?
—Recibimos un mensaje de los que vigilan la ruta a la escuela. Entraron en combate con un grupo de psÃquicos desconocidos. —La Señorita Inukai miró su pantalla mientras hablaba—. Luego apareció una chica mágica, y ahora está atacando a todos los psÃquicos que ve. Parece que nuestra gente está priorizando la lucha y no han podido evacuar la zona ni montar barricadas aún.
—¡Parece que sus amigos y los mÃos ya están respondiendo! —dijo el Capitán Mason.
Evidentemente, habÃan recibido los detalles por mensaje de texto. Por «amigos», el capitán probablemente se referÃa a otros empleados del buró.
—Asistente, una pregunta rápida, —dijo la Srta. Futarishizuka—. ¿Puedes enviar a la chica azul al combate con nosotros?
—¡Oh! ¿Planeas que ellas luchen?
Últimamente, la Srta. Futarishizuka habÃa estado llamando al Capitán Mason «Asistente» en la escuela. No sonaba tan extraño, considerando que él era su profesor asistente de idiomas.
—¿Pero eso no hará que Rosa Mágica te odie, Srta. Futarishizuka? —pregunté.
—Esperaba que la chica azul pudiera persuadirla, —respondió mi colega—. Pero supongo que eso es pedir demasiado.
—Si no me equivoco, durante el incidente del Kraken escuchamos que ella y las otras chicas mágicas se conocen desde hace tiempo. Y aun asÃ, ella sigue cazando psÃquicos. ¿No crees que ya lo intentaron y fallaron?
La chica mágica amarilla habÃa luchado junto a Rosa Mágica una vez. No tenÃa claro las relaciones entre las chicas, pero parecÃa que eran amigas. Y Rosa Mágica habÃa estado desesperada por salvar a Azul Mágica mientras intentábamos derrotar al Kraken.
—¿De qué están hablando, Sr. Sasaki? —preguntó la Srta. Mochizuki—. ¿Se trata de algún videojuego que están jugando?
—SÃ, algo asÃ.
La profesora asistente de la Clase 1-A se acercó mientras hablábamos. Pero después de echar un vistazo a nuestros escritorios, levantó la voz sorprendida.
—¡¿Qué es esto?! ¡¿Por qué sus almuerzos parecen costar una fortuna?!
—Um, creo que el director la estaba buscando, Srta. Mochizuki, —dijo la Señorita Inukai—. ParecÃa urgente. ¿PodrÃas ir a ver? Me pidió que le pasara el mensaje si la veÃa.
—¡Oh, sÃ! ¡Gracias! Iré a verlo de inmediato.
La Señorita Inukai habÃa logrado ingeniosamente que la Srta. Mochizuki saliera de la sala. Como el director sabÃa lo que estaba pasando, supuse que inventarÃa algo convincente. Como era de esperarse de una graduada de la Academia Nacional de Defensa, la Señorita Inukai manejaba estas situaciones con rapidez y gran destreza.
Con la profesora asistente fuera de escena, mi colega murmuró:
—Está bien, entonces. Hora de jugar mi carta maestra.
—¿Tienes un plan? —pregunté.
—Acompáñame un minuto.
No hay manera de que volvamos antes de la cena, pensé. Apresuradamente, me metà en la boca el último pedazo de langosta espinosa asada y me levanté. Ojalá lo hubiera comido primero en lugar de guardarlo para el final; asà podrÃa haberlo saboreado.
Seguà a la Srta. Futarishizuka hasta el estacionamiento del personal. En el maletero de su coche, habÃa guardado un uniforme de marinero y un casco, un par de cuernos extraños y un enorme estuche de maquillaje que parecÃa algo que usarÃa un profesional en un set de filmación. Ya habÃa visto todos estos objetos antes. Juntos, formaban los disfraces de la Estudiante Enmascarada y el DemonÃaco Jefe Intermedio.
—Vamos a cambiarnos e ir para allá de inmediato, —dijo la Srta. Futarishizuka.
—…De verdad te gusta esto de la Estudiante Enmascarada, ¿verdad?
—¿Sabes cuántas oportunidades tengo de usar un uniforme de marinero frente a otras personas? No muchas.
—Ya veo.
—En realidad, soy bastante popular en lÃnea.
—¿Has estado buscándote a ti misma?
—SÃ, ¿y? ¿Qué vas a hacer? ¿Demandarme?
—No…
—De todos modos, ¡es hora de nuestra transformación!
—¿No tomará tiempo hacer el maquillaje?
—No te preocupes. He llamado a un poco de ayuda.
Se apartó del maletero y se dirigió al asiento trasero. Al abrir la puerta, vi un conocido gorrión de Java plateado.
—Muchacha, ¿qué significa esta convocatoria repentina?
—¿Pii-chan? —dije—. ¿Qué haces aqu�
—Lo contacté mientras caminábamos por el pasillo.
—Me dijo que estaban en problemas.
El distinguido gorrión estaba sentado justo en el medio del asiento trasero. Debió haberse teletransportado hasta aquà después del mensaje de la Srta. Futarishizuka. Para el Lord Sabio de las Estrellas, entrar en un coche cerrado era pan comido.
—Gracias, Pii-chan, —dije.
—FaltarÃa más. ¿Cuál es la situación?
—¡Vamos! Entra en el coche de una vez, —urgió la Srta. Futarishizuka.
—Está bien.
Siguiendo sus instrucciones, subà al coche. AllÃ, me puse mi disfraz. El coche de la Srta. Futarishizuka era extremadamente lujoso; incluso tenÃa una cortina en las ventanas traseras, manteniéndonos ocultos de la vista. Por supuesto, Futarishizuka todavÃa estaba en ropa interior junto a mÃ, pero aparté la mirada hasta que se vistió de nuevo.
Una vez que terminamos, apareció una motocicleta en el estacionamiento de la escuela, su gran motor rugiendo. Montado en ella, habÃa un conocido caballero mayor: el mismo que llevaba y traÃa a mi vecina de la escuela. Era alto, llevaba traje y corbata, y se veÃa completamente a gusto sobre la robusta moto con su cuerpo largo y bajo. Sinceramente, deseaba parecerme a él cuando llegara a su edad.
Al salir del coche, aparcó la motocicleta frente a nosotros. Luego se bajó y le entregó la llave a la Srta. Futarishizuka. Evidentemente, incluso las motos usaban llaves inteligentes en estos dÃas.
Tras recibirla, la Estudiante Enmascarada anunció con voz fuerte:
—¡Es hora de partir!
—Pero no tiene asiento trasero, —dije.
—¿Qué quieres decir? Se extiende hasta el guardabarros trasero. ¿Ves?
—¿De verdad caben dos personas en esto? No veo cinturones de seguridad.
—¡Ugh! ¡Solo súbete! ¿Por qué una motocicleta tendrÃa cinturones de seguridad?
A su insistencia, me subà a la moto. Ella abrió el acelerador y el vehÃculo arrancó de golpe. Sentà como si todo mi cuerpo fuera arrancado hacia atrás. En pánico, rodeé a la Srta. Futarishizuka con los brazos para evitar caerme. También usé un poco de magia de vuelo para mantenerme erguido, de lo contrario, hubiera terminado en el suelo.
Y con eso, aceleramos por la carretera alejándonos de la escuela.
*
Después de solo unos minutos en la motocicleta, ya estábamos a la vista del alboroto. La escena estaba cerca de un estacionamiento de unos doscientos o trescientos metros cuadrados.
Giramos de la carretera nacional de dos carriles hacia una intersección en forma de T sin semáforo y seguimos por un camino lateral. Finalmente, llegamos a un terreno lleno de grava, rodeado por una cerca oxidada y altos matorrales. No vi lÃneas que demarcaran los espacios de estacionamiento. Era el tipo de terreno desordenado que encuentras en el campo, donde hay más tierra de la que la gente sabe qué hacer.
Tal como habÃa dicho el jefe, parecÃa que el combate ya habÃa comenzado cerca. PodÃa ver postes de teléfono caÃdos, edificios destruidos y coches volcados. HabÃa fuegos, y los escombros daban la sensación de que un huracán acababa de pasar por allÃ. También vi daños en otras partes cercanas, lo que sugerÃa que la pelea se habÃa ido desplazando poco a poco.
Aun asÃ, las cosas no estaban tan mal como cuando esto ocurrió en Tokio. Después de todo, habÃa mucha menos gente alrededor. El camino que llevaba al lugar era tan pequeño que ni siquiera tenÃa una lÃnea central pintada. Solo habÃa unos pocos peatones: estudiantes en su camino a casa y una persona mayor que paseaba. Los edificios cercanos eran escasos; de hecho, más de la tierra aquà estaba dedicada a campos y estacionamientos. Limpiar después tomarÃa mucho menos trabajo.
Cerca de allÃ, el tráfico ya habÃa sido detenido y no vi más vehÃculos ni peatones acercándose desde la carretera. Cuando llegamos a la zona, tuvimos que mostrar nuestras identificaciones a un oficial de policÃa.
Mi única otra preocupación era la gente observando desde las casas cercanas. Pero los subordinados de la Señorita Inukai ya se estaban encargando de eso. Vestidos con camuflaje, estaban evacuando a los residentes cercanos bajo el pretexto de una amenaza terrorista.
—Ah, y ahà está la chica mágica, —dijo la Srta. Futarishizuka.
—SÃ, ahà está, —respondÃ.
—Está realmente dándolo todo, ¿verdad?
—Totalmente imparable.
Lo primero que vi fue a Rosa Mágica, flotando varios metros sobre el estacionamiento. Rodeándola en el suelo habÃa una docena de personas, probablemente psÃquicos. ParecÃa que ambos bandos ya se habÃan atacado. Varios psÃquicos habÃan perecido, y sus restos yacÃan esparcidos por el suelo, vÃctimas del Rayo Mágico de la chica, sin duda. Muchos de los cuerpos tenÃan partes faltantes.
Rosa Mágica, por otro lado, estaba ilesa. Empapada en la sangre de sus enemigos, flotaba tranquilamente en el aire. ParecÃa un personaje jefe en un juego.
Los psÃquicos estaban divididos en dos grupos: el primero estaba compuesto por colegas que vagamente recordaba haber visto en la oficina. Un poco más allá, habÃa un segundo grupo que no reconocÃ. Estos debÃan ser los psÃquicos desconocidos de los que habÃa hablado la Señorita Inukai. ParecÃa que ambos grupos se habÃan aliado temporalmente cuando apareció la chica mágica.
Cerca del primer grupo, vi a algunas personas con equipo de camuflaje y armas en las manos; sin duda, colegas de la Señorita Inukai.
Los ataques provenientes del suelo estaban todos dirigidos hacia Rosa Mágica. VenÃan en muchas formas, como lanzar coches por el aire con psicoquinesis, lanzar bolas de fuego y disparar armas.
Pero todo era bloqueado por su Barrera Mágica antes de llegar a su objetivo.
La chica mágica luego disparó su Rayo Mágico en represalia, matando a aún más de sus enemigos.
Últimamente, nos habÃamos encontrado con muchos personajes fuertes; ángeles, demonios y el nerd, por ejemplo. Era fácil olvidar de lo que una chica mágica era capaz. Hablando en términos psÃquicos, necesitarÃas a varias personas de rango B o superior para combatirla.
Incapaz de quedarme atrás y ver cómo esto continuaba, la Srta. Futarishizuka y yo nos lanzamos frenéticamente al combate.
—¡Alto ahÃ, chica mágica!
La Estudiante Enmascarada irrumpió en la escena montada en su motocicleta, con los rugidos retumbando del motor. Hizo un espectacular derrape con la rueda trasera, deteniéndonos frente a Rosa Mágica. Desde la distancia, imaginé que debÃamos lucir bastante geniales.
—¡La Estudiante Enmascarada ha llegado!
Naturalmente, el Gerente Intermedio DemonÃaco —actualmente sentado en el asiento trasero— no estaba preparado para resistir el frenazo de su compañera. Incapaz de aguantar la inercia, fui lanzado directamente fuera de la moto. Desde allÃ, rodé sobre la grava por un rato.
—¡Oh no! —exclamó la Estudiante Enmascarada—. ¡El Gerente Intermedio DemonÃaco está fuera de combate!
—¿Y de quién es la culpa?
Menos mal que no iba muy rápido.
Mientras presentaba mi queja al conductor, me levanté rápidamente y me sacudà el polvo del traje. Justo en ese momento, noté que mi diadema con cuernos estaba a mis pies. El impacto debió de haber hecho que se cayera. Desesperadamente, la recogà y me la volvà a poner, luego me dirigà hacia la Srta. Futarishizuka.
—Bueno, —comencé—, ¿cuál es la historia detrás de nuestra batalla aqu�
—Esa es fácil, —respondió ella—. La Estudiante Enmascarada y el Gerente Intermedio DemonÃaco tienen que pelear del mismo lado, ¡es lo que todos han estado esperando! El enemigo de ayer es el amigo de hoy. Ante la aparición de un poderoso enemigo común, el protagonista y el general enemigo se dan la mano en una cooperación emocionante.
—Pero nuestro enemigo es una niña pequeña con una falda con volantes. La mayorÃa de la gente solo pensará que la Estudiante Enmascarada se ha pasado al lado oscuro, —señalé—. Lo veo venir. Los fans se volverán contra el show y prenderán fuego a internet antes de que se estrene el próximo episodio.
—¡Es «La Estudiante Enmascarada y el Gerente Intermedio DemonÃaco contra la Chica Mágica!»
—Buen tÃtulo. Espero que tengas un guion para acompañarlo.
—¿No te parece que mucho de los medios hoy en dÃa son solo corporaciones sacando dinero de grandes tÃtulos?
—La crÃtica social puede esperar.
La gente reunida en el estacionamiento nos miraba a nosotros y a nuestros trajes extraños; sus caras parecÃan decir, «¿Quiénes son estos payasos?». Probablemente no sabÃan qué hacer con nosotros.
Luego, rompiendo el silencio, Rosa Mágica dijo:
—He escuchado esas voces antes.
—¿Oh? ¿Qué quieres decir, niñita? —dijo la Estudiante Enmascarada.
—Es el hombre de mediana edad mágico y Futarishizuka.
—¡No! ¡Rayos y centellas! ¡La identidad de la heroÃna enmascarada se supone que debe permanecer oculta hasta el último episodio!
Rosa Mágica vio de inmediato a través de nuestros disfraces. Supuse que lo harÃa.
Ya habÃamos comido juntos varias veces. Ella conocÃa nuestras voces, asà que, por supuesto, nos reconoció al instante. Nuestros disfraces eran para los observadores externos, sin embargo. Realmente no importaba si Rosa Mágica y los otros psÃquicos sabÃan quiénes éramos.
—¿Qué estás haciendo explotando cosas aquà afuera? —preguntó la Estudiante Enmascarada—. Parece que tu momento de aparición es sospechoso.
—Los escuché hablar sobre curry. Dijeron que el extraterrestre se transferirÃa a una escuela por aquÃ. Pensé que los psÃquicos vendrÃan si esperaba cerca. Y cuando llegaron, empecé a matarlos.
—Ah, entonces todo esto es nuestra culpa… —murmuró la Estudiante Enmascarada.
—No es todo malo, —le recordé—. Al menos no es un tercero atacando la escuela o a los estudiantes.
—¡SÃ, eso es lo que le diremos al jefe!
Las cosas se habÃan estancado una vez que la Estudiante Enmascarada y el Gerente Intermedio DemonÃaco irrumpieron.
…O eso pensaba yo. Un momento después, alguien tomó acción.
Era el grupo de psÃquicos desconocidos. Todos flotaron hacia el aire y volaron en dirección opuesta a la escuela. Aparentemente, habÃan cambiado de planes después de ver a la Estudiante Enmascarada. Tal vez fue una retirada táctica.
—¡Vuelvan aquÃ! —Sin perder un momento, Rosa Mágica persiguió a los demás. No estaba bromeando; estaba ahà para cazar psÃquicos.
—¡Oye! ¡¿A dónde creen que van?! —exclamó la Srta. Futarishizuka, comenzando a correr. Ella no podÃa volar, pero podÃa usar sus habilidades fÃsicas sobrehumanas para saltar entre árboles y azoteas como un conejo. Me quedé asombrado. PodÃa saltar varios metros sin siquiera tomar impulso.
Los psÃquicos del buró siguieron a los demás, levantándose del suelo y persiguiéndolos. Evidentemente, también tenÃan un psÃquico capaz de volar entre ellos.
Al final, me quedé atrás, completamente solo.
¿Acaso les habrÃa costado llevarme con ellos? Yo también soy un empleado del buró.
—……
El Gerente Intermedio DemonÃaco se quedó atrás. ¿Qué iba a hacer? Las cosas iban demasiado rápido, y simplemente no podÃa seguirles el ritmo.
Las FADJ tenÃan ojos por todas partes, asà que no podÃa usar mi magia de otro mundo. La Srta. Futarishizuka habÃa dejado su motocicleta atrás, pero yo ni siquiera podÃa montar un scooter, mucho menos manejar una transmisión manual. Tampoco veÃa ningún coche cerca. ParecÃa que las FADJ habÃan llegado toda a pie.
Examiné mis alrededores, buscando algo que pudiera usar.
Y fue entonces cuando vi un cartel. Indicaba que habÃa un club de equitación justo en esa área.
—…La habilidad que me enseñaste podrÃa ser útil después de todo, Pii-chan.
Apostando todo a un solo rayo de esperanza, este demonio siguió las indicaciones del cartel y corrió con todas sus fuerzas.
*
El club de equitación resultó estar muy cerca, y logré conseguir un caballo.
Fue más o menos como nuestra requisición del bote de cisne en el Lago Kizaki en Nagano; impuse la situación mostrando mi placa de policÃa. El empleado estaba reacio, pero cuando le dije repetidamente que habÃa vidas en juego y le prometà pagarle a más de lo que valÃa si algo pasaba, finalmente cedió.
Aunque me habrÃa venido bien más práctica, el paseo salió muy bien.
El caballo fue más obediente de lo que esperaba, y pude hacer que se moviera como querÃa. Tuve la sensación de que los caballos de este mundo eran más amables con sus jinetes que los del otro mundo. Los caballos querÃan a una cara bonita, supuse; eso era algo que habÃa aprendido en internet.
Saliendo del establo, seguimos el camino a buen ritmo.
Usando mi teléfono de la empresa, revisé la ubicación de la Srta. Futarishizuka, luego tracé una ruta hacia el pin en el mapa. Como la policÃa habÃa restringido el tráfico, pude andar por la carretera sin preocuparme por los coches. Incluso girar a la izquierda y a la derecha en las intersecciones, lo cual me habÃa preocupado, salió muy bien.
Gracias al viaje tan fluido, llegué a mi destino bastante rápido.
Me encontré en una zona boscosa salpicada de mansiones, en un hermoso sendero para caminar. El camino era bastante estrecho, apenas lo suficientemente ancho como para que un coche pasara. Los psÃquicos desconocidos probablemente tomaron esta ruta a propósito para evadir a la policÃa y las FADJ. Vi un vehÃculo de alta movilidad atascado más adelante en el camino. Sin embargo, gracias a mi caballo, pude pasarlo sin problema.
El vecindario estaba rodeado de follaje, lo que me ocultaba convenientemente de la vista de la chica mágica. Desafortunadamente, ella ya habÃa visto al grupo de psÃquicos desconocidos y habÃa comenzado su ataque.
Los psÃquicos que huÃan habÃan sido completamente aniquilados. Cada uno de ellos yacÃa inerte en el camino. Junto a ellos estaba Rosa Mágica, salpicada de sangre.
La Srta. Futarishizuka estaba cerca, observándola fijamente. Los psÃquicos del buró estaban reunidos a una corta distancia, como si se escondieran detrás de mi compañera. Aunque habÃan hecho su trabajo y habÃan perseguido a todos hasta aquÃ, presenciar tal batalla tan unilateral debe haberles puesto los nervios de punta. Además, me imagino que era bastante tentador quedarse atrás y confiar en una colega que resultaba ser una psÃquica de rango A muy confiable.
—Tengo una propuesta para ti, —dijo la Srta. Futarishizuka, dirigiéndose a Rosa Mágica—. Vamos a dar por terminada la pelea por hoy.
—Ustedes también son psÃquicos, —respondió la chica mágica.
—Quizá, pero nosotros somos los buenos.
—Para mà todos son iguales.
Desde la perspectiva de Rosa Mágica, probablemente no importaba en lo más mÃnimo a qué empresa u organización perteneciera un psÃquico. Su siguiente declaración fue la simple declaración de intención que nos habÃa dado tantas veces antes.
—Voy a matar a todos los psÃquicos.
Mientras mi caballo galopaba hacia la chica mágica, ella preparó su Rayo Mágico. Extendió su varita mágica al frente, apuntándola directamente a la Srta. Futarishizuka.
Yo no iba a permitir que disparara. El Gerente Intermedio DemonÃaco espoleó al caballo en la parte trasera.
Se escuchó un fuerte y doloroso chasquido. Inmediatamente, el caballo relinchó y aceleró hacia adelante; directamente hacia la Srta. Futarishizuka.
—¡Toma mi mano, Estudiante Enmascarada!
—¡¿Nwooohhh?!
El caballo cortó galantemente entre Rosa Mágica y mi colega. Extendà la mano hacia ella, y hábilmente la agarró y saltó del suelo, colocándose rápidamente en la silla detrás de mÃ. Como siempre, sus reflejos eran excepcionales.
Un momento después, el Rayo Mágico cortó el aire. Rozó la parte trasera del caballo y siguió su curso detrás de nosotros.
El alcance de la explosión era estrecho, por lo que no alcanzó a ninguno de los miembros del buró que estaban más atrás. En su lugar, disparó hacia los árboles y golpeó la villa de alguien. Hubo un estruendo masivo cuando apareció un enorme agujero en la mansión. Yo habÃa levantado una barrera mágica alrededor de nosotros por si acaso, pero el sonido hizo que una sensación extraña recorriera mi espalda.
La Señorita Inukai y las personas del Capitán Mason se apresuraron hacia el edificio medio colapsado.
—Gracias por la ayuda, Gerente Intermedio DemonÃaco, —dijo la Srta. Futarishizuka.
—Me alegra que estés a salvo, Estudiante Enmascarada, — respondÃ.
—Je, je, vamos, lo sabes. A ti también te gusta esto. AdmÃtelo.
—En realidad, no creo que tenga mucho sentido seguir usando nuestros nombres falsos.
—SÃ, es bastante deprimente que nadie estuviera por aquà para presenciar una escena tan impresionante.
Calmé al caballo y lo hice caminar en una curva suave. Mientras se movÃa, revisé nuestros alrededores.
Las únicas personas que podÃa ver eran miembros de las FADJ, los colegas del Capitán Mason y otros empleados de la oficina. Ninguno de los residentes de las villas cercanas nos observaba. Era temporada baja para los resorts de verano, por lo que era posible que muchos estuvieran desocupados.
Finalmente, el caballo se detuvo, y Rosa Mágica habló.
—No te interpongas, hombre de mediana edad mágico.
—Tengo que hacerlo, —dije—. Esta mujer es una colega muy importante para mÃ.
—…… —Rosa Mágica me miró con desdén. Estaba seria. Estaba lista para cazar y matar a los demás empleados del buró.
Desde su lugar en el caballo, la Srta. Futarishizuka hizo una sugerencia.
—¿No has matado suficiente, querida? ¿No estás satisfecha?
—No, no lo estoy. Necesito matar más.
—No sé qué le pasó a tu familia, pero deben haber sido personas increÃbles para que desees venganza tan desesperadamente. ¿No crees que tus padres estarÃan tristes si te vieran ir matando gente?
—Ellos no están aquÃ. Nunca lo sabrán.
—Tal vez te estén observando desde el Cielo.
—El Cielo no es real.
—¿Ah, no lo es? Pero sabes que los ángeles y los demonios sà lo son, ¿verdad?
—……
La vida después de la muerte es un mito. Yo lo sabÃa, y sin embargo, las palabras de la Srta. Futarishizuka me parecieron extrañamente persuasivas. Rosa Mágica parecÃa pensarlo también, y una expresión preocupada cruzó su rostro.
Mientras tanto, llegó personal adicional al lugar.
—Sr. Sasaki, ¿serÃas tan amable de dejarnos encargarnos aquÃ?
—¿Capitán Mason? —respond×. ¿Y la Teniente Inukai?
—¿Has cambiado de opinión? —preguntó la Srta. Futarishizuka—. Debe ser asÃ, ya que has traÃdo a la chica azul.
El capitán, aún vestido como profesor, habÃa llegado con una Azul Mágica transformada. HabÃa escuchado un motor de coche cerca, pero nunca pensé que serÃan ellos. ¿No habÃa rechazado él nuestra sugerencia de enviar a Azul Mágica en la sala de profesores?
—Cuando le expliqué las cosas a la Teniente Ivy, —respondió el capitán—, dijo que querÃa venir a hablar con la otra chica mágica. Y si ella está a bordo, entonces estoy dispuesto a ofrecer mi ayuda. Los demás nos mostraron el camino hasta aquÃ.
—Ustedes me ayudaron en una situación peligrosa, —dijo Azul Mágica—. Quiero que todos nos llevemos bien si es posible; tú, Sayoko, y yo. Sé que hay algo que puedo hacer. ¡Por favor, déjenme ayudar!
—Eso está muy bien, pero no pueden entenderse entre ustedes, ¿verdad?
La Srta. Futarishizuka tenÃa razón; no entendà ni una palabra de lo que Ivy acababa de decir.
El capitán sonrió.
—De todos modos, lo habrÃas descubierto eventualmente, asà que no veo razón para seguir ocultándolo. Uno de los poderes de la Teniente Ivy como chica mágica es la capacidad de comunicarse directamente con otros, incluso si hablan un idioma diferente.
—¡Ah! ¡Qué poder tan fantástico! —exclamó la Srta. Futarishizuka—. Muy adecuado para una chica mágica.
Las chicas mágicas tienen acceso a varias habilidades mágicas; Rayo, Barrera, Vuelo, y Campo. Evidentemente, cada una también posee otros talentos mágicos únicos.
—Supongo que podrÃamos llamarlo Comunicación Mágica, —reflexionó la Srta. Futarishizuka.
—Asà es como lo llamamos, —dijo el Capitán Mason.
Me preguntaba cuál serÃa la habilidad única de Rosa Mágica. La base de datos del buró no tenÃa información sobre ella; al menos no a la que yo pudiera acceder. Tampoco la habÃa visto usarla, por lo que seguÃa siendo un misterio. Me preguntaba si la Srta. Futarishizuka lo sabÃa. ¿Me lo dirÃa si le preguntara?
—¿Y qué pasa con la chica mágica de Japón? —preguntó el Capitán Mason.
—Oh, no nos llevamos muy bien, —dijo la Srta. Futarishizuka—. Ella no nos lo ha dicho. De hecho, espero que se lo diga a la chica azul antes de contárnoslo a nosotros. Hemos oÃdo que todas se mantienen en contacto.
—¿Quién sabe? Yo desde luego no lo sé.
Desafortunadamente, parecÃa que mi colega junior tampoco tenÃa ni idea. El Capitán Mason, en cambio, parecÃa tener una idea, pero no estaba dispuesto a decirnos nada.
Un momento después, la voz de Azul Mágica resonó en el fondo de mi mente.
—¡Sayoko! ¡Por favor, escúchame!
Estaba percibiendo su voz directamente en mi cerebro; literalmente. PodÃa oÃr una cadena de inglés incomprensible, pero por alguna razón, también sonaba como mi lengua materna. Se sentÃa algo similar a las alucinaciones auditivas que tenÃa cuando trabajaba varios dÃas de horas extra y mi cuerpo comenzaba a descontrolarse. La asociación me hizo sudar frÃo por un momento.
Esas cosas eran malas noticias.
La Comunicación Mágica era aterradora.
—Ya veo, ya veo, —dijo la Srta. Futarishizuka—. Eso ciertamente es mágico.
—Ella controla a quién se dirige, —explicó el Capitán Mason—. Creo que los está incluyendo por cortesÃa.
Las dos chicas mágicas hablaban mientras nosotros escuchábamos.
Escuchábamos las respuestas de Rosa Mágica con nuestros oÃdos, como siempre lo hacÃamos. Pero, dado que Azul Mágica no sabÃa japonés, ¿no harÃa eso que su comunicación fuera de una sola vÃa?
El Capitán Mason explicó de inmediato.
—La mente de la Teniente Ivy está procesando las palabras de la misma manera que lo harÃa con su lengua materna.
—Eso sà que es útil, —dijo la Srta. Futarishizuka—. Ni siquiera la superciencia del ser mecánico puede hacer eso.
—Te refieres a los traductores que usaban en el parque temático, ¿verdad? Nos interesan mucho.
—Son un poco más valiosos que el secreto de la chica mágica, ¿sabÃas? Y dudo que el fabricante nos permita compartirlos.
El fabricante, por supuesto, era Tipo Doce. Como dijo Futarishizuka, los dispositivos de la forma de vida mecánica tenÃan casi el mismo efecto que el poder de Azul Mágica. Pero este último podÃa usarse sin ningún tipo de preparación, lo que lo convertÃa en una habilidad mágica formidable.
Las chicas mágicas continuaron su intercambio en susurros.
—¿Estás interponiéndote en mi camino, Ivy? Prometiste antes que no lo harÃas.
—No me interpondré en tu camino. Sé que esto es lo tuyo, Sayoko.
—¿Entonces qué haces aqu�
—Quiero salvarte.
Parece que solo el Capitán Mason, la Srta. Futarishizuka y yo estábamos escuchando las no alucinaciones auditivas. No vi a nadie más reaccionar. Probablemente pensaban que ella solo estaba hablando normalmente en inglés, aunque el hecho de que uno de ellos estuviera respondiendo en japonés probablemente era un poco confuso.
—Está bien. Entonces ayúdame a matar a los psÃquicos, —dijo Rosa Mágica.
—Algunas de estas personas son mis amigas. Si les pasa algo, se enojarán mucho contigo. Ellos no hacen las cosas como en Japón. Ya no podrás matar a los psÃquicos.
—……
—Quiero ser amiga tuya, asà que por favor, por hoy detente.
La forma en que negociaba era bastante madura. Era prácticamente diplomacia de cañoneras. El hecho de que fuera teniente solo fortalecÃa su argumento.
Al final, el ruego de Azul Mágica tuvo el efecto deseado en Rosa Mágica.
—…Está bien. Me voy a casa por hoy, —dijo finalmente.
Se dio la vuelta, aún flotando en el aire.
La Srta. Futarishizuka le llamó desde atrás.
—Si alguna vez tienes hambre, siempre puedes venir a mi casa.
—¿Por qué?
—Porque esta anciana quiere alimentarte más con curry.
—…No es como si lo necesitara.
Con un sonido desgarrador, se abrió un espacio completamente negro frente a Rosa Mágica; su Campo Mágico. Ella entró en él, y la absorbió. En cuestión de momentos, desapareció.
Ya no habÃa nada más que pudiéramos hacer en ese momento.
Para los demás con nosotros, eso marcó el final del incidente. Oà a la gente empezar a expresar su alivio. Los empleados del buró habÃan escapado por poco de la muerte; algunos de ellos se desplomaron de rodillas.
Mientras todo eso ocurrÃa, Azul se dio vuelta desde el lugar donde habÃa estado Rosa y nos miró.
—Sr. Sasaki, tengo una pregunta para usted. ¿Está bien?
—¿Qué pasa, Teniente Ivy?
Su voz sonó en mi cerebro una vez más. Realmente se sentÃa exactamente como cuando estaba empezando a perder el control. Qué aterrador en serio.
—Sayoko lo llamó hombre de mediana edad mágico antes.
—SÃ, a veces la gente me llama asÃ.
—¿Entonces, un hada le encargó recolectar Gotas de Hada también?
¿Eh? Pensé. ¿De qué está hablando? ¿Qué son las «Gotas de Hada»? Supongo que tendré que improvisar.
—¿Quién sabe? Yo ciertamente no lo sé.
—…Ya veo.
Al final, tomé la lÃnea del Capitán Mason tal cual. Y la Teniente Ivy entendió mi indirecta y dejó el tema.
El ser sacudida en la dura compañÃa de adultos realmente envejece a una persona mentalmente, incluso a una niña como ella. No estaba seguro de si eso era algo malo o algo bueno, sin embargo.
Ahora que Rosa Mágica se habÃa ido, la Señorita Inukai se acercó con varios hombres y mujeres vestidos de camuflaje. Según ella, ningún estudiante de la escuela habÃa resultado herido.
Me alegró mucho saber que ninguno de los niños que volvÃan a casa se habÃa visto involucrado en esta locura. No sabÃa cuánto le importaban al Capitán Mason y a la Srta. Futarishizuka los estudiantes, pero yo tenÃa la intención de hacer todo lo posible para protegerlos. Esa era mi forma de redimirme por haber involucrado a personas inocentes en todo esto.
—De hecho, yo también tenÃa algo que preguntarte, —dijo la Srta. Futarishizuka.
—¿Qué sucede? —respondÃ.
—¿Qué hace alguien que apenas sabe conducir un coche montando un caballo?
—Un conocido me enseñó lo básico.
—Pero no te enseñaron a conducir un coche, ¿verdad?
—Lo siento. Eso aún está en progreso…
No pasó mucho tiempo antes de que la Srta. Futarishizuka señalara la ironÃa en mi modo de transporte. Pero tenÃa una excusa: en realidad, era muy difÃcil encontrar una escuela de manejo que aceptara a personas como yo —que tenÃa una licencia pero nunca habÃa conducido— durante todo el año. Y aun las que ofrecÃan un curso aplicable tenÃan pocos lugares disponibles, y las reservas se llenaban rápido.
Sin embargo, guardé esto para mà y simplemente sonreÃ, dejando el asunto en paz.
Después de eso, nos unimos y ayudamos a la Señorita Inukai y al Capitán Mason a cubrir todo, y cuando terminamos, el sol ya se habÃa puesto. Cuando llegamos a la villa de la Srta. Futarishizuka, ya era hora de la cena.
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