Bastardo Mujeriego

Vol. 6 Capítulo 1. El Final del Verano y los Uniformes de Atletismo

Las vacaciones largas, como el receso de verano, eran un período valioso de descanso para los estudiantes, pero también había quienes no podían permitirse ese lujo debido a las actividades de club o a los exámenes de ingreso. Los miembros del club de atletismo de una determinada escuela, que ese día se esforzaban en los entrenamientos en el campo, pertenecían más bien a ese segundo grupo.

Si se tratara de un club con un enfoque más recreativo, sería otra historia, pero este era, más bien, uno de los serios. Entre sus exalumnos había quienes habían obtenido excelentes resultados en competiciones de nivel nacional. Por eso, durante el verano de ese año también, se estuvieron realizando entrenamientos casi a diario hasta el día de hoy, justo antes del inicio del segundo trimestre.

Bajo el cielo despejado, había dos chicos y dos chicas en la línea de salida, todos vestidos con sus uniformes de atletismo. Los cuatro estaban en posición, esperando con expresiones serias la señal de partida.

—¡Preparados!

Con el grito de la chica encargada de dar la señal de salida, todos adoptaron al unísono la postura de arranque. Un instante después, se escuchó un pitido electrónico, y los cuatro comenzaron a correr al mismo tiempo.

—¡Tch…!

Era una carrera mixta de 400 metros. Los cuatro corrían con todas sus fuerzas, pateando el suelo y moviendo los brazos en dirección a la meta. De entre ellos, quien se adelantó fue una de las chicas.

Una joven de cabello corto vestida con el uniforme de atletismo avanzaba con determinación, su melena ondeando con el viento mientras fijaba la vista al frente. …Su nombre era Ryoko Yamao, la estrella femenina del club de atletismo de esa escuela.

Dos chicos sentados en una banca fuera de la pista observaban la escena con expresiones de asombro y comentaban boquiabiertos:

—Guau… Como era de esperarse de ella, es increíble.

—¿Cómo puede correr tan rápido siendo una chica? No lo puedo creer…

—Yo ni siquiera querría competir contra ella… Si perdiera contra una chica, no me recuperaría jamás…

Ryoko era un poco más baja que el promedio, pero como se podía ver, su tiempo era mucho más rápido que el de la mayoría de los chicos. Incluso mientras ellos hablaban, el cuerpo de Ryoko seguía acelerando sin detenerse.

—Y además…

—Sí…

Ryoko también era una chica hermosa. Había logrado resultados sobresalientes en competencias de atletismo, pero su adorable apariencia era, sin duda, de clase nacional.

No hacía mucho tiempo, un video de Ryoko en plena competencia había sido subido a una página de videos con un título algo sensacionalista del tipo «La chica de atletismo demasiado linda», y había alcanzado un número de reproducciones anormal. Mientras que otros videos del mismo torneo apenas llegaban a unas pocas centenas de vistas, el video donde aparecía Ryoko había superado el millón de reproducciones.

Después de cruzar la meta, Ryoko, cubierta de sudor, mostró una sonrisa radiante y un gesto de paz a la cámara. Su expresión alegre y su adorable actitud se volvieron virales en las redes sociales. Ese fue el momento en que comenzó a llamar la atención del público, y desde entonces, había sido entrevistada varias veces por revistas y programas de televisión.

Cuando Ryoko pasó corriendo como el viento frente a los chicos que observaban, estos no pudieron evitar murmurar:

—¡Uwoh…!

—¡Dios…!

Aunque parecía que se sorprendían genuinamente por su velocidad, en realidad no era así. Sus miradas estaban fijadas en partes más íntimas de Ryoko: su pecho, el ombligo al descubierto por el uniforme y otras zonas delicadas.

¡Sus tetas se mueven un montón…! Sus piernas son geniales, pero esa cara de ángel combinada con esas enormes tetas es demasiado injusto…

¡Su ombligo y sus muslos están totalmente visibles…! Con solo poder ver eso, ya vale la pena haberse unido a este club…

Los cuerpos saludables de las chicas adolescentes dedicadas al deporte eran verdaderamente hermosos. Era imposible no conmoverse al ver el esfuerzo de esas jóvenes. En un escenario sagrado donde derramaban el sudor de su juventud, no debería haber lugar para pensamientos impuros… o al menos eso sería lo ideal. Pero lo cierto era que los uniformes de algunos clubes tenían diseños que avivaban la lujuria masculina.

Entre los uniformes considerados «material de paja» para los chicos, en su escuela destacaban los trajes de baño del club de natación, las faldas cortas del club de porrismo y las faldas del club de tenis. Además, los uniformes de voleibol y baloncesto también tenían mucha popularidad. Muchos también opinaban que los hakama[1] del club de kendo[2] y kyudo[3] eran extremadamente excitantes.

Y, por supuesto, el uniforme del club de atletismo también era visto con ojos lujuriosos. El conjunto separado de atletismo podía llegar a mostrar casi tanto como un traje de baño. No solo dejaba al descubierto las piernas tonificadas de las chicas, sino también sus axilas y ombligos. Además, para reducir la resistencia al aire, la tela se adhería al cuerpo, marcando claramente cada curva.

Los pensamientos sinceros de los chicos al ver a Ryoko eran: «Quiero masturbarme». ¿Qué mejor material que el cuerpo saludable de una chica tan hermosa, reconocida incluso por el público general? Con solo imaginarla, podrían eyacular espesas cantidades de semen con placer.

Aunque estaban al aire libre, en plena práctica y bajo un cielo despejado, los chicos no pudieron evitar tragar saliva ante el atractivo sensual de su compañera.

No se conformaban con solo masturbarse; ahora fantaseaban con cómo sería tener sexo real con Ryoko. Se preguntaban cuanto placer obtendrían de hacerlo.

¿Qué cara pondrá Yamao cuando gima durante el sexo? Su voz ya es increíblemente dulce… Mierda, solo de pensarlo se me está parando…

Además, siempre se acerca mucho a nosotros los chicos, y cada vez que pasa, huele increíble… Me lo pone tan duro… Carajo, quiero meter mi polla en su coño. Quiero hacer que esas tetas reboten con mis embestidas. Hasta estaría dispuesto a morir con tal de lograrlo…

Quizás «morir» era una exageración, pero en la adolescencia, el deseo sexual podía ser así de intenso. Había que ser tolerantes con ellos. Era comprensible que sucumbieran a estas fantasías. Desear a una chica cercana era una reacción natural en cualquier chico sano. Cuando un adolescente con la mente dominada por el instinto sexual tenía frente a sí un cuerpo tan perfecto, era inevitable que se excitara sin control.

En ese preciso momento, Ryoko cruzó la meta. Por supuesto, ella llegó en primer lugar. Después de terminar de correr, caminó un rato, luego apoyó su mano izquierda en la cadera y se secó el sudor que caía por su rostro con el brazo derecho.

…Si en ese momento le hubieran arrancado el uniforme a Ryoko, dejándola completamente desnuda, y hubieran lamido su cuerpo con esas ligeras marcas de bronceado, para después clavarle su polla en su apretadísimo coño, qué placer habrían sentido. Sin duda, sería el máximo deleite que un hombre podría experimentar. Bajo el brillante sol, imaginar que todo ese sudor que derramaba por la carrera fuera en realidad por el sexo intenso, crearía un contraste tan erótico con su actitud usualmente vivaz.

Pero, por desgracia, para los chicos comunes, acercarse a Ryoko era imposible. …La razón era simple: aunque no lo pareciera, Ryoko ya tenía pareja.

—Haah…

—¿Qué pasa? ¿Por qué suspiras?

—Kouta-kun tiene tanta suerte… Puede salir con Yamao.

El «Kouta-kun» que mencionó el chico era el mejor atleta masculino del club, Kouta Yoshimiya. Al otro lado de la pista, justo en ese momento, Kouta se acercó a Ryoko y le ofreció una bebida deportiva.

Kouta era un chico atractivo y delgado, como era de esperar de un atleta. Tenía el cabello corto y la piel ligeramente morena por el sol. Ya había logrado buenos resultados en varias competencias y era muy bien visto por los entrenadores. Era casi seguro que recibiría una recomendación para ingresar a una prestigiosa universidad privada. Con buenas habilidades sociales y un amplio círculo de amigos, ocupaba el grupo más alto en la jerarquía escolar.

Que lo llamaran Kouta «kun» reflejaba una relación jerárquica invisible. Solo los chicos de su mismo grupo podían llamarlo sin honoríficos. Este tipo de dinámicas eran muy delicadas en el balance de poder entre los chicos.

Uno de los chicos que observaba a Ryoko y Kouta desde lejos le preguntó a su amigo:

Oye, ¿tú qué crees?

—…¿Mmm?

—¿Crees que Kouta-kun se está tirando a Yamao sin parar?

—¡Oye, idiota! ¡Te pueden escuchar!

—Nah, no creas, si estamos lejos, no pasa nada. …Pero seguro que después de los entrenamientos se van a hoteles y cogen sin parar. Yamao no parece tener mucha experiencia, pero seguro que en la cama es una bestia, ¿no?

—Oye, basta… ya estás cruzando la línea.

—¿Qué? Tú también lo envidias, ¿no? …Uff, qué suerte tiene. Ojalá yo también tuviera novia. Quiero dejar de ser virgen, ¿sabes? En las vacaciones de verano solo entrené y no conocí a nadie. ¿No habrá alguien que me deje hacérselo? En este punto, hasta aceptaría a cualquier chica del club, aunque no fuera Yamao… …Oye, ¿me estás escuchando?

Cuando se dio la vuelta, su amigo ya no le respondía. En su lugar, había una chica de su mismo año, pero no era Ryoko. Ella frunció el ceño, claramente enfadada.

—…Ah, no, espera…

—Murai-kun, ¿qué haces aquí en vez de entrenar? ¿Estaban hablando de algo divertido?

—Eh… bueno, eso es…

—Si es así, ¿puedo unirme a la conversación?

—…¡Ah, mierda, mira, me toca a mí! ¡No me había dado cuenta! ¡Nos vemos!

Se levantó de golpe y salió corriendo del lugar sin mirar atrás. La chica que lo había reprendido suspiró con evidente fastidio y se reunió con otras compañeras que hacían estiramientos cerca de ahí.

—Bienvenida. ¿Cómo te fue?

—Tal como pensaba. Estaban hablando cosas pervertidas sobre Ryoko. Me pregunto si de verdad creen que nadie se da cuenta.

—En serio, ya deberían dejarse de tonterías. El otro día uno de ellos también se me quedó viendo el trasero como si nada… La próxima vez, voy a pedirle al entrenador que les diga algo.

—No creo que sirva de mucho. Ese entrenador no muestra el menor interés por esas cosas. Parece que solo le importa que Ryoko tenga buenos resultados en los torneos para que él también gane fama.

Así como cada persona tiene su propia personalidad, también cada club tiene su ambiente particular. En el caso del equipo femenino de atletismo de esa generación, muchas compartían una actitud bastante estricta respecto a las relaciones con chicos.

Acostumbradas a recibir miradas lascivas, estaban especialmente sensibles al tema, y no dudaban en criticar abiertamente a los chicos por su comportamiento. Y eso que ni siquiera estaban en una competición todavía; cuando lo estaban, era peor, con cámaras de hombres desconocidos apuntándoles sin ningún respeto. Estaban hartas de eso.

—¿Por qué crees que los uniformes de atletismo tienen que ser tan provocativos?

—Pues… en todas las escuelas son así, ¿no? Supongo que es lo normal.

—Aun así, se nos ve todo el ombligo, y casi se nos sale el trasero. Por eso los chicos andan con esas fantasías raras.

—¡No digas eso! Si me lo pongo a pensar, me va a dar mucha vergüenza…

Las chicas, que momentos antes bromeaban sobre lo pervertidos que eran los chicos, se quedaron en silencio. Ellas también llevaban el mismo uniforme de atletismo que Ryoko: uno de dos piezas, con el abdomen descubierto.

Como tenían una rutina diferente asignada ese día, formaron un pequeño círculo y comenzaron a estirar juntas. Lo hacían todos los días, así que su flexibilidad era impresionante. Algunas lograban abrir las piernas casi 180 grados mientras inclinaban el torso hacia adelante. Aunque Ryoko era, sin duda, la de mayor busto del grupo, las demás tampoco se quedaban atrás: los suaves contornos de sus pechos, bien desarrollados, casi tocaban el suelo con ese movimiento.

Por cierto, en ese grupo no había ni una sola chica con novio. De hecho, ninguna de ellas había tenido una relación amorosa antes.

Pero…

¿El que los chicos me miraran tanto… significaba que mi cuerpo también es… bastante sexy? ¿Que quieren hacer esas cosas conmigo? Ugh… ¿qué se supone que deba pensar?

Aunque le dije eso a Murai, ¿cómo se sentía realmente hacer cosas así con un chico? ¿Se sentirá bien? Pero si ni siquiera he salido en una cita todavía… ¿Será que Ryoko y Yoshimiya-kun también hacen esas cosas ya que están saliendo?

Así era; el interés por el sexo opuesto no era exclusivo de los chicos. Aunque de cara al público las chicas solían ser duras criticando la actitud pervertida de ellos, en el fondo, ellas también sentían una fuerte curiosidad por «esas cosas».

Y no tenía nada de sorprendente. Así como los chicos se sentían atraídos por las chicas, ellas también sentían atracción por los chicos. Así funcionaba el mundo. Por eso, aunque se quejaran del uniforme revelador, igual se lo ponían sin falta, y aunque dijeran que odiaban ser observadas, seguían estirándose a plena vista con total naturalidad.

Incluso el chico al que llamaron pervertido antes… si se armaba de valor y le confesaba sus sentimientos a alguna de ellas, no era imposible que obtuviera una respuesta positiva. Si realmente quería dejar de ser virgen, solo tenía que intentarlo.

Sin embargo, por mucho que alguien deseara tener una experiencia sexual, ya fuera chico o chica, la mayoría no era capaz de cruzar esa línea tan fácilmente. Y por eso, a pesar de haber tantas chicas jóvenes y deseables como frutas maduras esperando a ser cosechadas en ese grupo, todas seguían intactas, sin que nadie las hubiera tocado todavía. ¿No era eso, acaso, un desperdicio?

Mientras tanto, las chicas terminaron su sesión de estiramiento. Justo cuando estaban por unirse a Ryoko y las demás para comenzar la práctica más intensa, una de ellas habló con cierta timidez:

—Oigan… ahora que lo pienso, ¿alguna ha escuchado ese rumor?

—¿Ese rumor?

—¿Qué rumor?

—Eh… es algo bastante raro, la verdad…

A pesar de haber abierto la conversación, parecía dudar si debía compartir algo tan absurdo con sus amigas.

—Dicen que hay un chico increíble en nuestro año… ¿no les suena?

—¿Un chico increíble? ¿De qué hablas?

—¡Ah! No, si no lo han escuchado no importa. ¡Olvídenlo! Lo siento, no dije nada.

La chica agitó rápidamente las manos frente a ella, nerviosa. Su rostro se había sonrojado ligeramente por alguna razón. Las demás la miraron con expresión confundida; con tan poca información, no lograban entender a qué se refería.

Lo cierto era que el rumor que ella había oído era, en esencia, extremadamente vulgar y ridículo.

El rumor decía lo siguiente: últimamente, en su preparatoria, había un chico que seducía y se acostaba con una chica tras otra. Verdad o mentira, se decía que este chico, aunque no fuera especialmente guapo, era extremadamente bueno en la cama. Incluso si la chica era virgen e inexperta, bastaba con que lo hiciera con él una sola vez para quedar enganchada al sexo.

Por ejemplo, en el club de tenis femenino de la preparatoria, donde todas las miembros eran chicas lindas, se rumoreaba que todas —incluyendo a las que tenían novio— ya habían estado con ese chico. Incluso se decía que el chico había acompañado al club en un campamento de entrenamiento y había pasado varios días sumido en el deseo carnal con todas las participantes.

Pero, por mucho que se hablara, ¿realmente podía existir un estudiante así, como el dueño de un harén? Seguro que no era más que una leyenda urbana difundida por alguien aburrido de la monótona vida escolar.

—¡Mejor vamos a entrenar! ¡Vamos, rápido!

—¡Pero si fuiste tú quien sacó el tema!

—¿Entonces, al final, qué hay de cierto en ese rumor?

—¡Da igual, a entrenar! ¡Vamos a esforzarnos para no quedarnos atrás de Ryoko!

—Ufff…

—¡Oye, Ryoko~!

Las chicas se dirigieron hacia donde estaba Ryoko, al otro lado de la pista, y se reunieron con ella. Bajo el cielo azul, comenzaron a derramar el sudor de su juventud.

*

Ese día, después de los entrenamientos del club, Kouta Yoshimiya estaba esperando afuera de los baños de los clubes deportivos de la preparatoria. Sus pies se movían inquietos y de vez en cuando miraba la hora en su teléfono.

Kouta, ya listo para irse, estaba esperando a su novia, Ryoko, quien en ese momento se estaba duchando. Desde donde él estaba, no podía oír el sonido del agua, pero sí podía sentir su presencia.

Kouta tenía un cuerpo delgado pero musculoso, piel bronceada y una mirada intensa que reflejaba su papel como estrella del equipo de atletismo. Cualquiera diría que era popular entre las chicas, y de hecho, lo era. En este mundo existían afortunados que nunca habían tenido problemas para conseguir pareja, y Kouta era sin duda uno de ellos.

Sin embargo, a diferencia de lo que fantaseaban algunos de sus compañeros del equipo de atletismo, Kouta no pasaba sus días teniendo sexo con Ryoko en privado.

—¡Perdona, Kouta! —Al poco tiempo, Ryoko salió apresuradamente de los vestuarios. Su cabello corto aún brillaba ligeramente húmedo, quizás por no haberse secado del todo.

—Qué lenta, Ryoko. —Aunque sus palabras eran bruscas, Kouta le dirigió una sonrisa. El mal humor de antes había desaparecido por completo.

Era su manera de ser considerado con su novia. Por muy popular que fuera Kouta, no era fácil conseguir una chica como Ryoko, una de las bellezas más envidiadas de la preparatoria. Así que, en su propio modo, él se esforzaba por no desagradarle.

Kouta, en realidad, tenía una personalidad bastante prepotente. De hecho, hacía un rato le había encargado varias tareas molestas, como limpiar sus zapatillas, a un chico de primer año. El muchacho pareció dudar por un momento, pero cuando el as del equipo —y favorito del entrenador— lo miró desafiante y soltó un «¿Ah? ¿Qué, no quieres?», no le quedó más opción que aceptar en silencio.

Sin embargo, Kouta nunca mostraba ese tipo de actitud frente a Ryoko. Sabía muy bien que, si lo hacía, ella lo detestaría al instante.

—…Entonces, ¿nos vamos?

—Sí.

—Antes, ¿vamos a algún lado? ¿Un restaurante familiar o karaoke, tal vez…?

—Ah, eh… Hoy prometí a papá y mamá que regresaría temprano, así que no puedo quedarme mucho rato fuera.

—¿Eh? ¿Otra vez?

Kouta frunció el ceño, visiblemente molesto por las palabras de Ryoko, aunque logró disimular su expresión.

—Bueno, ni modo, supongo.

—…¿Lo siento?

—Te digo que no hace falta que te disculpes. Vamos ya.

Kouta y Ryoko comenzaron a caminar juntos. Su destino era la estación más cercana a la preparatoria.

Mientras se dirigían hacia el lugar, Kouta se sintió fuertemente estimulado por el aroma que desprendía Ryoko: una mezcla de jabón y su olor natural. El cansancio acumulado por el entrenamiento amplificaba su deseo, y si se descuidaba, sentía cómo la excitación lo iba invadiendo poco a poco desde dentro.

Ahh… maldita sea. ¿Por qué huele tan bien esta chica…?

Mientras hablaban animadamente sobre música de moda y temas típicos de adolescentes, Kouta no podía evitar tener ese tipo de pensamientos.

La verdad era que, entre los dos, todavía no había existido una relación física. Aparte de los chicos de su grupo cercano, nadie más sabía que su relación con Ryoko seguía siendo completamente platónica.

Mientras caminaba, Kouta le echaba discretas miradas al cuerpo de Ryoko. Por la diferencia de estatura entre ambos, al haber cambiado su uniforme deportivo por el escolar, sus pechos quedaban justo en el campo visual de Kouta cuando la miraba desde arriba.

Pensándolo bien, había sido una gran lástima no haber podido avanzar en su relación durante el viaje escolar justo antes de las vacaciones de verano. Su plan era aprovechar el tiempo libre o algún momento a solas en el hotel para dar ese paso. Sin embargo, varios contratiempos surgieron y al final se lo impidieron.

Y todo fue culpa de ese maldito Seto, ese friki antisocial.

Kouta apretó los dientes, furioso, mientras la imagen difusa de aquel chico se formaba en su mente.

Ese tal Seto era un chico solitario, conocido en todo el curso por ser un completo marginado. A diferencia de Kouta, Seto era del tipo patético que pasaba desapercibido y no tenía ningún amigo. Y aun así, durante la noche del viaje escolar, había cometido la osadía de hablar con Ryoko en el lobby del hotel, sin el permiso de Kouta. Cuando él los vio conversando, se enfureció y, sin pensarlo, agarró a Seto del cuello de la camisa y lo empujó de forma violenta delante de Ryoko.

Sin embargo, aquello había sido un grave error. Ryoko, que era de corazón amable, se molestó por la actitud de Kouta, y desde ese momento, el resto del viaje estuvo marcado por una incomodidad evidente entre ambos. Kouta, en realidad, no creía que haber agarrado a Seto de esa forma fuera algo malo; después de todo, Seto era un don nadie, muy por debajo de él. Lo único que lamentaba era que Ryoko hubiera presenciado esa escena.

Si no hubiera pasado eso, ahora mismo seguro que ya me habría acostado con ella… Estaba convencido de que ya lo habrían hecho para este punto. Mientras pensaba eso, no dejaba de mirar el cuerpo de Ryoko. …Pero bueno, tampoco sirve de nada desesperarse.

Para Kouta, después de haber aguantado tanto, lo último que quería era arruinar su relación con Ryoko por actuar de forma impulsiva.

No, no había necesidad de apurarse. Se lo repetía a sí mismo. El hecho de que Ryoko fuera su novia era incuestionable, y tarde o temprano acabarían teniendo sexo. Mientras los demás chicos solo podían mirar a Ryoko con deseo desde lejos, él sería el único capaz de disfrutar de ese cuerpo perfecto.

Porque él no era como los demás. Era alguien bendecido con talento, alguien especial.

Exacto. No soy como esos perdedores miserables. Conteniéndose así, Kouta siguió caminando junto a Ryoko, conversando con ella mientras se dirigían hacia la estación.


Frizcop: No fue un mal capítulo de inicio, pero siento que esta parte final fue más una justificación a Seto que otra cosa.



[1] Un hakama es una prenda tradicional japonesa similar a una falda-pantalón, usada sobre el kimono. Tiene pliegues y se ata con cintas en la cintura. Es común en artes marciales como kendo y aikido, así como en ceremonias formales y prácticas culturales como la arquería kyūdō.

[2] El kendo es un arte marcial japonés que simula el combate con espadas samurái usando espadas de bambú y armadura protectora. Combina técnica, disciplina y espíritu, y busca no solo la victoria, sino el desarrollo del carácter y la concentración del practicante.

[3] El kyudo es el arte marcial japonés del tiro con arco. Más que precisión, enfatiza la meditación en movimiento, la postura perfecta y la armonía entre cuerpo y mente. Es una práctica espiritual y ceremonial que busca alcanzar la verdad y la belleza a través de cada disparo.


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