Bastardo Mujeriego
Vol. 6 Capítulo 2. El Perdedor Solitario se Tira a sus Compañeras de Clase en un Lujoso Apartamento
La luz del sol se filtraba en la habitación desde algún lugar.
—Ugh, mmm…
Desperté un poco más tarde de lo habitual y, al bajar de la cama, abrí las cortinas de la ventana, entrecerrando los ojos por el resplandor.
…Hoy también hace buen día.
Afuera, el sol brillaba con fuerza.
Aunque las vacaciones de verano ya estaban por terminar, el calor parecía dispuesto a quedarse un poco más.
Al mirar hacia la calle, muy abajo, apenas podía distinguir a un hombre en traje, probablemente yendo al trabajo, secándose el sudor del cuello con un pañuelo. Yo, desde la altura donde estaba, me encontraba completamente desnudo, pero gracias al reflejo del vidrio, seguramente no podía verme desde allí.
Ummm…Una especie de incomodidad me invadió y me rasqué la parte posterior de la cabeza. Recordaba haber visto escenas en telenovelas y pelis donde los villanos observaban a la gente desde lugares así, sintiéndose superiores, pero al hacerlo en la vida real, lo único que yo sentía era culpa por estar ahí, desnudo, mirando a gente que se esforzaba por trabajar desde temprano. ¿Sería porque yo era demasiado inseguro?
Este lugar era un lujoso apartamento en un rascacielos, totalmente inadecuado para un estudiante común como yo. En circunstancias normales, alguien como yo jamás habría podido siquiera poner un píe aquí.
Detrás de mí había una cama enorme. Y sobre ella, tres chicas también completamente desnudas dormían boca arriba, paralelas las unas a las otras. Una chica de pelo negro liso y apariencia inocente estaba en el centro, flanqueada por dos chicas de estilo gal[1]. Ninguna llevaba puesto ni un hilo de ropa. Sus tetas, sus coños… todas sus partes íntimas estaban expuestas mientras dormían plácidamente.
La chica de cabello negro era Sumika Kanai, y las dos gals más eran Rurina Nobuoka (de piel clara) y Airi Kuroki (de piel morena). Las tres eran mis compañeras de clase.
La razón de nuestra desnudez era simple: anoche, los cuatro habíamos estado teniendo sexo. O, para ser más exactos, un ménage à quatre, un cuarteto para los amigos.
Un chico y tres chicas. Esto iba mucho más allá de simplemente tener «dos flores en cada mano».
Anoche, había penetrado a cada uno de sus coños, moviendo mis caderas con ferocidad, guiado solo por el instinto. Había apretado y acariciado sus tetas y traseros, besándolas profundamente, entrelazando nuestras lenguas. En ese paraíso donde, sin importar hacia dónde mirara, había una chica desnuda, disfruté de los distintos sabores de sus coños y, al final, derramé mi semen dentro de ellas hasta saciarme.
Obviamente, no necesito decirlo pero, eyacular de esa manera había sido increíblemente placentero.
El despertar había sido refrescante, probablemente porque había agotado toda mi energía física durante el sexo, lo que me permitió dormir profundamente como un tronco.
Y no era el único. Las caras dormidas de Rurina y las otras dos chicas con las que me había acostado parecían serenas. Aunque el día anterior habían gemido con expresiones lascivas, ahora, con los ojos cerrados y respirando suavemente, parecían recién nacidas. Al observarlas, una cálida sensación inundó mi pecho. No era el placer físico, sino algo más profundo: una satisfacción emocional que hizo que mis labios esbozaran una sonrisa.
Ni en el basurero ni en ningún otro rincón de la habitación había un solo condón usado. La razón era simple: a menos que la chica estuviera en sus días más fértiles, yo prefería no usar protección al coger.
Es que era más placentero así, más real, si lo prefieres. La sensación de mover mi polla dentro de sus coños goteantes de sus jugos de amor, sin esa fina capa de 0.01 mm, y correrme a mis anchas… ese placer era incomparable a cualquier otra cosa. Era en esos momentos, cuando llegábamos al clímax juntos, que sentía que estaba verdaderamente vivo. Sin exagerar, creía que había nacido para esto.
Incluso ahora, dentro de Rurina-san y las demás, había nadando millones de mis espermatozoides.
Desde siempre, en clase, era invisible; o más bien, un completo marginado. Sin ningún talento destacable y con una presencia casi nula, nunca tuve amigos. Jamás imaginé que tendría un talento oculto como este hasta que ocurrió el cambio.
Y ese talento, resumiendo, era el de ser un bastardo mujeriego; la habilidad de leer lo que las chicas querían y satisfacerlas con el sexo. Descubrí este poder durante el viaje escolar, casi por casualidad. Y decidí aprovecharlo y, antes de graduarme, convertir a cuantas chicas pudiera en mis amigas sexuales. Así escaparía de mi vida de solitario.
Las vacaciones de verano estaban a punto de terminar.
Gracias a mi actitud proactiva durante las vacaciones, además de estas tres, había logrado acostarme con muchas más.
Y precisamente por eso, al final de las vacaciones de verano, había vuelto a estar con Rurina, Airi y Sumika; las primeras con las que había perdido mi virginidad. Quería reconectar con esos inicios.
—…Aunque, de verdad, este apartamento es increíble.
Dejé de admirar sus rostros dormidos y miré alrededor de la espaciosa habitación de dormitorio. Aunque era mi cuarta o quinta vez aquí, todavía me impresionaba.
Era el apartamento de Airi. Bueno, técnicamente pertenecía a sus padres, pero como Airi era problemática y casi nunca volvía a casa, ella y Rurina lo usaban para quedarse a dormir.
Una ventana enorme que ocupaba toda la pared. Una cama mullida, tan gigantesca que incluso los cuatro podíamos dormir juntos en ella sin problemas. Por supuesto, no era una habitación y solo eso: además de este dormitorio, había varias habitaciones más, incluso un balcón y un loft. ¿Cuánto costaría un lugar así? Ni siquiera podía imaginármelo, siendo un plebeyo como yo.
Pero Airi-san, con una actitud despreocupada, me había dado permiso para usar el lugar diciéndome:
«Es como una casa de verano que solo usamos Rurina y yo, así que, Setocchi, siéntete libre de venir cuando quieras ♪.»
Aunque nunca imaginé que incluso me darían una llave… Ya lo sospechaba, pero Airi-san es definitivamente una chica de familia adinerada.
Al principio me sentí intimidado, pero si ella misma me lo ofrecía, no tenía por qué rechazarlo. Así que, con el tiempo, este lugar se convirtió en nuestra habitación de sexo: el sitio donde yo y mis amigas con derechos veníamos a coger.
—Mmm… ya pasó de las nueve…
Al mirar el reloj, decidí que era hora de empezar el día.
Entre mis piernas, mi polla apuntaba hacia el techo, dura e insistentemente. Ni siquiera era una simple «erección matutina»; yo estaba exageradamente excitado. A pesar de haberme corrido al menos diez veces ayer, mi libido seguía siendo anormal. …O más bien, desde que empecé a tener sexo con chicas, mi energía sexual parecía aumentar día tras día.
Mientras reflexionaba sobre cosas con el titán entre mis piernas a toda potencia, Rurina-san despertó.
—Nnn…
—Ah, Rurina-san, ¿también te despertaste?
Ella tenía el aspecto típico de una gal rebelde, una de esas que los profesores siempre vigilaban. Pero al despertar, su expresión era inocente, casi infantil. Sin su maquillaje habitual, se veía aún más vulnerable.
Al incorporarse en la cama, estiró los brazos con un gemido. Sus pechos, sin sostén, se balancearon libremente.
—¿Shinji? ¿Qué haces ahí parado? —Me preguntó, todavía medio dormida, antes de mirar a las otras dos que seguían inconscientes—. ¿Airi?… …Ah, y Sumika también. Ah, cierto… habíamos estado teniendo sexo, ¿no?
—Sí, exacto.
—No me digas «sí, exacto» como si nada… Ugh, qué fuerte, no me acuerdo ni de la mitad…
—Es que te desmayaste del placer en algún momento, Rurina-san.
—Grr… Oye, ¿y por qué sigues con la polla dura? ¿En serio no fue suficiente después de todo lo que te sacamos ayer?
—Bueno, esto es solo… una reacción fisiológica, no puedo evitarlo…
—Haa… —Suspiró y finalmente se bajó de la cama.
Rurina, con sus piernas largas y esbeltas como una modelo, se acercó a mí. Me lanzó una mirada fulminante.
—¿Te crees muy listo últimamente, eh?
El yo de antes se habría acobardado ante esa actitud de una chica como Rurina, con su apariencia de gal. Pero después de coger tantas veces, sabía que en el fondo era una chica de buen corazón. Incluso ahora, su voz era lo suficientemente baja como para no despertar a Sumika ni a Airi, que seguían durmiendo.
No pude evitar esbozar una sonrisa, abrumado por el cariño que sentía por ella. Al ver mi expresión, Rurina frunció el ceño y volvió a quejarse:
—…Qué asco. ¿De qué te ríes? ¿Si gracias a quién perdiste tu virginidad… …Mmh ♡.
Sus palabras se cortaron de golpe.
Yo la había abrazado con fuerza y sellado sus labios con los míos. Lo que siguió fue un beso profundo, demasiado intenso para ser un simple «buenos días». El cuerpo de Rurina era voluptuoso, suave, tan distinto al mío en estructura y curvas. Sin ropa de por medio al abrazarnos, la diferencia era aún más evidente.
—Hmm… ♡. Aahm… ♡.
Nuestras lenguas se enredaron, y su respiración se volvió cada vez más caliente. El dulce aroma tan propio de una mujer invadió mis sentidos, y mi polla erecta, presionada contra su vientre, palpitó con fuerza. Los pezones de Rurina también se endurecieron, rozándome el pecho con esa textura irresistible.
Cuando por fin nos separamos, la misma Rurina que había criticado mi erección matutina estaba ahora completamente encendida.
—Oye, Rurina…
—¿Qué pasa?
—¿Por qué no nos damos una ducha primero?
—…Sí, hagamos eso.
Susurramos con los labios casi pegados. Aunque puso cara de fastidio, sus mejillas estaban sonrojadas.
La tomé de la mano y, aún desnudos, nos dirigimos al baño. Dos cuerpos al descubierto, caminando por el pasillo de un lujoso apartamento, las mentes ya nubladas y llenas por el deseo. Yo seguía completamente duro, y entre los muslos de Rurina brillaba un rastro de humedad.
Al abrir la puerta, nos encontramos en el vestidor. Frente al gran espejo, dos figuras desnudas se reflejaron: ambos con la misma mirada de hambre insaciable y unas ganas inmensas de coger.
Ni siquiera encendimos la ducha antes de empezar a hacerlo en el baño.
Rurina me dio la espalda, separando con sus propias manos las nalgas para mostrarme su coño rosado y tembloroso.
—Rápido. Vamos, hazlo ya ♡.
—Ahora mismo. Te la meteré enseguida, Rurina-san.
—…… ♡♡.
Su delicada hendidura rosada y el pequeño ano en la parte superior se contraían ansiosos. Con urgencia, alineé la cabeza de mi miembro con su coño, listo para penetrarla.
—Lo voy a meter. —Con esas breves palabras, empujé mis caderas hacia adelante. Las mucosas de nuestros genitales se besaron. Solo con eso, un placer como una débil corriente eléctrica recorrió mi espalda—. …¡Ugh, aah…!
—Ah ♡. Hm ♡. Tu polla está aquí, Shinji… ♡.
No habían pasado más que unas horas desde la última vez que se lo metí a Rurina por el coño, pero era más que suficiente para que el libido se acumulara de nuevo. Y al penetrarla, los dos gemimos. Era tan increíblemente placentero sentir nuestros genitales desnudos, sin condón, que no podíamos evitarlo.
—¡Tu coño está ardiendo desde la mañana…! ¡Tus paredes se aferran a mi polla como locas…!
—Esto es demasiado… ♡. ¿Cómo es que llega tan adentro? ♡. Me está revolviendo las entrañas ♡. Nnguuuh… ♡♡. Oh… ♡♡.
—¡Mierda… no puedo aguantar más! ¡Voy a moverme!
—Nh ♡♡. Ngh ♡. Hmm ♡. Uuuh ♡♡.
—Es increíble. Siento como si tu útero se estuviera pegando a mi glande.
No importaba cuántas veces lo hiciera, el sexo con una chica siempre traía algo nuevo, algo que nunca dejaba de sorprenderme. Empecé a moverme lentamente, dedicando casi veinte segundos a cada embestida, saboreando cada instante. Sus cálidos pliegues de carne se ajustaban perfectamente a mi polla, dejándome claro que Rurina también había estado esperando esto.
—Ngh ♡♡. Oh ♡♡. Guuuh ♡♡.
—¡Tu coño de gal no deja de apretar, como si quisiera exprimirme hasta la última gota! ¿Tanta sed de mi semen tenías? ¡No te haré esperar mucho!
—Hoh ♡. Nngoh ♡♡. Oh ♡♡.
Nada de esto se comparaba a la masturbación.
Ahí, en medio de ese lujoso baño, conectado a Rurina en posición de pie, me entregué por completo a coger sin protección desde primera hora de la mañana.
Agarré firmemente sus caderas estrechas y comencé a empujar una y otra vez. Sus manos descansaban sobre sus rodillas, y la vista de mi polla entrando y saliendo del coño de esta gal de mi clase era tan excitante que solo mirarla hacía que mi corazón latiera más rápido.
—¿¡Nngh!? ♡. Oh ♡. ¿¡Oh!? ♡♡♡.
Los gemidos de Rurina, cada vez más ahogados en el placer, crecían en volumen. Yo también aceleré el ritmo poco a poco.
—¡Aaah, esto es… lo mejor…!
El sonido húmedo de piel contra piel resonaba en el baño, acompañado del temblor de sus grandes tetas, que rebotaban salvajemente con cada embestida. La electricidad del placer recorría mi cuerpo desde mi polla, despertando hasta la última célula que aún estuviera adormilada.
¿Quién hubiera imaginado que, apenas treinta minutos después de despertarme, ya estaría cogiendo sin condón con una gal tan linda de mi clase? El yo de antes jamás lo habría creído.
—Ngh ♡♡. Guuuuh ♡♡. Hah, uuh ♡♡. Hm~~~♡♡.
—¡Tu coño es perfecto, Rurina! ¡Como si estuviera hecho para mi polla! ¡Carajo… aah! ¡Tu útero me está chupando desde dentro!
Grité mis pensamientos más sinceros mientras clavaba mi pene hasta el fondo y giraba ligeramente las caderas. Rurina respondió con un gemido gutural, sus rodillas temblorosas. Era obvio que había estado corriéndose desde hacía rato, por cómo su interior se apretaba alrededor de mi polla.
No había forma de resistirse cuando una chica tan linda me suplicaba con tanto fervor por mi semen. El esperma recién producido en mi cuerpo ya estaba congestionando mi uretra como un atasco.
—¡¡Ah, me corro…!!
—¡¿Hnn…?! ♡♡. ¿¡Mmmuuhh…!? ♡♡. Nngh ♡. Oooh ♡. ¿¡Me corro, me corro…!? ♡♡. ¡Me corroooo! ♡♡.
—¡Yo también me corro! ¡Justo cuando llegues al clímax, Rurina, voy a llenar todo tu útero!
—¡¡Ah, aaaaah!! ♡♡. ¡¡Me estoy corriendoooo!! ♡♡.
—…¡Guuhh, uuuhh!
Descargué mi semen por la punta de mi polla. Un chorro espeso salió a borbotones, recorriendo mi entrepierna con un cosquilleo abrumadoramente dulce.
—Nnn, aauuhh… ♡.
—Uff… Mi semen sigue saliendo a chorros. No parece que vaya a parar pronto…
—¡Pe-pero, esto ya es demasiado! ♡♡. Nngh… Ah… ♡.
Nos reflejamos en el espejo del baño.
Se veía nuestra imagen completa, unidos por nuestros genitales. Le indiqué a Rurina con un «Mira ahí», guiando su mirada hacia el reflejo.
—…Tu cara mientras me corro dentro de ti.
—Hm~~~~♡.
Ahí estaba ella: Rurina, la gal, conectada a un perdedor solitario como yo, con las cejas arqueadas y sumergida en el placer.
—Eres adorable, Rurina…
—…Qué asco ♡. ¡No me digas eso, no me gusta! —Dijo eso, pero no parecía tan disgustada en realidad.
—Lo siento. Pero es la verdad.
Yo siempre había eyaculado más y durante más tiempo que otros. No es que alguna vez me hubiera comparado con otros chicos, pero según los rumores de las chicas, así era. Esta vez tampoco paraba de correrme.
Mientras seguía corriéndome dentro de ella, agarré su mentón bien definido.
—Gira hacia aquí, que te voy a besar.
—…… ♡.
Ella obedeció, volviendo su rostro hacia mí mientras seguíamos unidos en posición de perrito de pie. El aroma de su cabello teñido flotó frente a mí, haciéndome cosquillas en la nariz.
La postura no era la más adecuada para besarnos, pero aun así inclinamos los labios el uno hacia el otro, probando primero un roce tímido antes de enredar nuestras lenguas en el aire. Mis manos se posaron sobre sus pechos, amasando con dedos ávidos esa carne voluptuosa que se hundía bajo mis palmas. Las manos de Rurina cubrieron las mías, guiándome para que apretara aún más.
—Mmm, chuu… haa ♡. Ahmm… ♡.
La lengua de Rurina recorrió cada rincón de mi boca, con una insistencia tan meticulosa que parecía limpiarla mejor que cualquier cepillado.
Tal vez por estar tan cerca del cerebro, esos besos eran incluso más electrizantes que el roce de nuestros genitales.
Cuando terminé de correrme e intenté sacar mi polla de su coño, los pliegues rosados de su vagina parecieron resistirse, apretándose alrededor del glande como si no quisieran soltarme.
—Ah… nngh ♡.
A pesar de la cantidad que había eyaculado, casi nada quedó en mi polla, ni regresó goteando de la vagina de Rurina. Era la prueba de que había llegado hasta lo más profundo de su útero. Aun así, mi miembro estaba cubierto de un líquido brillante y pegajoso que le daba un aspecto obscenamente resbaladizo.
—Fue increíble…
—…Sí.
—Me gustas, Rurina-san.
—…¿Por qué tienes que agregar el san? Llámame solo Rurina. Soy tu mujer, ¿no?
—Perdona. …Rurina.
—Shinji… ♡. Mmm ♡.
Después de otro beso profundo, Rurina-san se arrodilló frente a mí para hacerme una mamada de limpieza. Apoyó las rodillas en los azulejos del baño y, con esa expresión aún embelesada del orgasmo reciente, se quedó mirando mi polla un momento antes de envolver el glande con sus labios carnosos.
Luego, sorbió con un sonido húmedo, extrayendo las últimas gotas de semen de mi uretra.
—Mmm, chuuu… ♡.
—Uah…
Arqueé la espalda sin querer, mirando al techo mientras mi sensible polla temblaba de placer. No era igual que correrme, sino una sensación distinta, más lenta y tortuosa que hizo que mis piernas temblaran.
Rurina me miró de reojo, riéndose al ver mi expresión descompuesta.
—…No hay manera de ganarte, Rurina.
—Nn… Mmm ♡. Claro que no. ¿Un perdedor como tú iba a superarme? ¿Acaso olvidaste quién te quitó lo virgen…? ♡. ¿Fue Airi? ¿O Sumika? No… fui yo… mm… ♡.
Mientras su lengua jugueteaba con mi glande y el resto de mi polla, yo acaricié su cabeza. En público, su orgullo no le habría permitido aceptar ese gesto casi paternal y se habría enfadado bastante, pero ahora, en la intimidad, me lo permitió sin protestar.
Mi polla, que Rurina-san había limpiado con tanto cuidado, esta vez la introduje en su coño en una posición de vaquera invertida. Sentado sobre los azulejos del baño, la sostuve en mis brazos mientras ella empezó a gemir con una voz dulce y aniñada, como una estudiante de primaria.
—Ah, ah, ah, mmmuh ♡♡♡. Oh… Hacerlo así… hace que tu polla llegue hasta lo más profundo… ♡♡♡. Oye, Shinji, esto se siente tan bien ♡♡♡.
—Esto es peligroso… Tus gemidos me hacen cosquillas en el cerebro. Y tu coño me succiona con una fuerza increíble, seguro que me corro pronto otra vez.
—Si quieres correrte, hazlo cuando quieras… Llena mi útero con tu semen… Más que a Airi, más que a Sumika… Quiero que me cojas más que a nadie ♡♡.
Rurina-san nunca diría algo así si no estuviéramos solos. Más tarde, se arrepentiría de esas palabras impulsivas, agarrándose la cabeza. Siempre era así.
Cuando la abracé con fuerza, ella también me apretó contra sí. Sus largas piernas se enredaron alrededor de mi cintura, preparándose perfectamente para recibir mi semen dentro.
—…Mmmh ♡♡.
Al eyacular por segunda vez, las uñas de Rurina-san se clavaron en mi espalda. El pequeño dolor se mezcló con el placer abrumador y apenas lo noté.
Era simplemente increíble poder tener sexo tan intensamente desde primera hora de la mañana.
—Aah… correrme dentro se siente tan bien…
—Uh ♡. Mmmh ♡. Nwuhh ♡♡.
—Tu coño me aprieta tan fuerte, Rurina… uff…
Nos quedamos un rato, sumergidos en ese éxtasis dulce y compartido. Pero entonces, la puerta del baño se abrió de golpe y el ambiente se volvió ruidoso.
—¡Aaah, ya sabía que se habían escapado para coger! ¡Qué injustoo!
Era la voz de Airi. Con el cabello más corto que Rurina-san y un estilo de gal morena, entró completamente desnuda al baño sin ningún pudor por mostrar sus pezones o su entrepierna. Detrás de ella estaba Sumika Kanai, la representante de la clase, quien al menos intentó cubrirse un poco, aunque igualmente estaba tan desnuda como Airi.
Al parecer, las dos se habían despertado un poco tarde y, al no encontrarnos en la habitación, habían venido a buscarnos. Así que nos pillaron en pleno orgasmo mutuo, todavía conectados y jadeantes.
La población del baño se duplicó de golpe, llenándose de bullicio. Cuando Airi le exigió a Rurina que se apartara, su actitud dulce y sumisa de antes desapareció por completo, poniéndose de mal humor y protestando en voz alta.
—¡Cá-cállate, Airi! ¡No digas nada! Ahora mismo me estoy corriendo al sentir su semen dentro de mí… Nngh ♡♡. Ohh, uhh ♡. Hm~~~, hmm~~~ ♡♡. Uh ♡♡. ¡¡Huguuuhhh…!!
—Uaaah…
Rurina-san se encogió, enterrando su rostro en mi hombro. Cualquiera que la viera así habría entendido de inmediato que estaba llegando al clímax de verdad. Fue la representante de la clase, Sumika, quien dejó escapar un suspiro de envidia al verla.
—Este solitario patético ♡♡. Noto cómo su semen caliente llena mi útero… ♡♡. Se está pegando; el olor de su esperma impregnando mi vientre ♡♡. Esto es lo peor… ♡♡.
—Tú fuiste la que dijo que querías que me corriera dentro, ¿no, Rurina?
—¡Cállate! ¡No me llames por mi nombre sin permiso, idiota!
—Ehh…
Rurina-san jadeaba pesadamente, concentrada en su propio placer. Al presenciarlo, Sumika y Airi fruncieron el ceño, sintiendo un cosquilleo en sus úteros. Sabían demasiado bien el éxtasis que Rurina-san estaba experimentando.
Cuando terminé de vaciar mi segunda carga dentro de Rurina-san, retiré mi polla. Al salirse, el glande hizo un sonido húmedo, y mi miembro, aún palpitante, golpeó mi abdomen con un plash.
—¿¡Nnghh…!? ♡♡♡.
El cuerpo sensible de Rurina se estremeció, con espasmos centrados en su bajo vientre. Terminó desplomándose sobre los azulejos del baño.
—Oye, Rurina, si te quedas dormida ahí, te vas a resfriar.
—Qué molesto… Y todo por culpa de quién… …Nngh ♡♡.
Detrás de mí, Sumika y Airi me llamaron, incapaces de esperar más. Con gestos impacientes, separaron las entradas de sus coños y me las mostraron.
—Oye, Shinji-kun, yo también quiero tu semen matutino… ♡.
—Yo igual ♡. Al fin y al cabo, también somos tus amiguitas, ¿no? ♡.
—Sumika, Airi-san…
Sus membranas vaginales, aunque de tonos ligeramente distintos, eran ambas de un rosa hermoso. Además, se contraían sutilmente, como invitándome. Como su amigo con derechos, no solo tenía la obligación de satisfacer a Rurina-san, sino también a ellas.
Excitadas, obedecieron mi indicación y adoptaron la postura que les pedí: acostadas, levantando sus propias piernas en la clásica posición de «presentación». La seria representante de la clase de cabello negro y la gal bronceada con mechas rubias, un contraste llamativo, esperaban con ansias que las penetrara, sus coños palpitaban.
Mientras dudaba con cuál empezar, las dos me lanzaron miradas suplicantes.
—Shinji-kun ♡. Aquí ♡. Ven aquí ♡. Si me eliges a mí primero, apretaré mi coño todo lo que pueda para que te corras de la forma más placentera posible ♡.
—Setocchi ♡. Mi coño ♡. Está calentito y mojado ♡. Además, ya está moldeado para la forma de tu polla ♡. Si la empujas dentro, seguro que se siente increíble ♡.
—Vamos ♡. Vamos ♡. A mí ♡. Elígeme a mí primero ♡.
—Yo te haré sentir mejor que eella ♡. Métemela antes que a la delegada ♡.
—Uf… Está difícil decidirse…
La verdad, ambos agujeros parecían deliciosos, y quería complacer a las dos. …Pero, lamentablemente, solo tenía una polla.
Mientras yo dudaba, las dos comenzaron a apelar a mí recalcando lo mucho que yo disfrutaría al cogérmelas. Ver a estas chicas tan hermosas suplicando por mi polla, moviendo las caderas con deseo, me excitaba enormemente.
—Sumika, siendo la representante de la clase, ¿está bien que le pidas algo tan obsceno a un chico?
—¡No seas malooo! ¡Si me volví tan cachonda es por culpa tuya, Shinji-kun! ¡Así que asume tu responsabilidad!
—Airi, ¿no tenías un montón de hombres aparte de mí?
—¡Eso ya no! ¡Corté con todos menos con Setocchi! ¡Ahora solo soy tuya! ¡Vamos, dámelo, Setocchi!
—¡Shinji-kun, a mí! ¡Cógeme a mí primero…!
Después de dudar, decidí meterlo primero en el coño de Sumika, la estudiante de honor, antes que en el de Airi-san. Al final, si iba a terminar cogiéndomelas a las dos, daba igual. Cuando me incliné sobre ella, Sumika jadeaba ansiosa, mientras que Airi-san fruncía el ceño, molesta.
—Buuh… ¿Así que a mí me toca después?
—Espérate un poco, Airi-san. Cuando termine de correrme dentro de Sumika, será tu turno.
—Shi-Shinji-kun ♡♡. Rápido, métemela ya ♡. Sí, así… de una vez hasta el fondo… ¿¡Nnngghhh!? ♡♡♡.
—Aah, qué apretada…
Al deslizar mi polla dentro, el cuerpo de Sumika se arqueó. Aunque se adaptaba a mi forma igual que la de Rurina, su coño me daba una sensación distinta.
—¡Increíble! ♡. Increíble, increíble, increíble ♡♡. ¡Se siente tan deliciosoooo! ♡♡.
—Ugh… Yo quería ser la primera…
—Lo sientoo ♡. De verdad que sí, Airi-chan ♡♡. Haré que se corra dentro enseguida ♡♡. ¿¡Nwoohhh!? ♡♡.
Airi-san observaba, en cuclillas, cómo mi polla embestía una y otra vez el coño de Sumika.
Curiosamente, antes Sumika solía llamar a Airi «Kuroki-san». Que dos chicas tan opuestas —una estudiante modelo y una gal— se volvieran tan cercanas gracias a compartir mi polla era algo digno de celebrar, ¿no?
Pensando una vez más que el sexo era lo mejor, agarré los tobillos de Sumika y embestí su cuello uterino con fuerza, que había descendido.
—¡Kuh…! ¡Uuuhh! Airi-san, espérameee. Cuando termine con Sumika, llenaré tu útero también, ¡te lo prometo!
—¿En serio? Si mientes, me enojaré, ¿sabes?
—¡Lo digo en serio! ¡Aah… el coño de Sumika también es increíble!
—Ejejé ♡. Qué lindo que me halagues, Shinji-kun ♡♡. Oh ♡. Ohh ♡. Oohn ♡.
Al estar en cuclillas mientras empujaba, este movimiento era, en cierto modo, un ejercicio más intenso que las sentadillas. De hecho, después de este verano, mi cuerpo se había vuelto mucho más musculoso. Esto mostraba cuan exigente era el sexo en serio con chicas.
—Ahh ♡. Me estás ♡. Sacando el coño de dentro con tu polla…! ♡♡.
—¡La delegada acaba de decir «polla» y «coño»… jejeen~! ♡.
—Está bien, Sumika. No tienes que ocultar lo que sientes conmigo. Lo mejor es que disfrutes como quieras.
—Shinji-kun ♡. Me gusta ♡. Me encanta coger contigo, y me gustas tú…! ♡♡.
De todas mis amigas sexuales, Sumika era la que más había corrompido. Siempre que la llamaba, estaba lista para coger, e incluso me ayudó durante las vacaciones de verano cuando empecé a llevarme bien con otras chicas. Como recompensa por su devoción, me esmeré en explotar cada uno de sus puntos débiles, dándole hasta en el fondo con deliberada precisión.
—Aoh ♡. Oh ♡. Auuugh ♡♡. Me coorro ♡. Me corro ♡. Ah ♡. Nnnwuugh ♡♡.
Sumika, abrumada por un orgasmo interminable, temblaba bajo mi cuerpo. Sus pezones estaban tan erectos que se veían muy por encima de las areolas. Cada embestida golpeaba su trasero, y su carne vaginal se apretaba alrededor de mi polla, sintiéndose increíble. Tan increíble que me volvía estúpido de placer.
—¡¡Ghhhuuu!!
—¡¡Ah, aaaah!! ♡♡♡.
—¡Me corro, Sumika…!
Empecé a eyacular. Apenas habían pasado dos horas desde que me desperté, y ya era mi tercera corrida. El magma blanco brotaba a chorros desde la punta de mi polla, con la misma fuerza que las dos primeras que había dejado dentro de Rurina-san. Incluso parecía que, para la tercera, ya había entrado en ritmo.
Sumika, aun retorciéndose de placer, me miraba embobada mientras yo apretaba los dientes y soltaba mi carga. Airi-san también me lanzaba una mirada llena de anhelo. En sus ojos, solo existía yo.
—¡Ah, guhh…! Uff…
Incluso yo gemía al eyacular. Quizá los gemidos de un hombre den asco, pero no podía evitar soltarlos ante tanto placer.
Cuando terminé, sin dejar ni una gota, me tumbé sobre Sumika y nos besamos profundamente, intercambiando saliva. Entrelazamos los dedos como enamorados. No hacía falta decir «gracias»; ambos lo sentíamos.
—Bueno, ahora me toca a mí… —Airi-san, al fin llegando su turno, parecía menos entusiasta que antes mientras esperaba. Quizá, al ver a Rurina y Sumika hechas un desastre desde primera hora por la cogida, se había desanimado un poco.
Con los ojos ligeramente húmedos, me hizo una tierna petición:
—Oye, oye, Setocchi… ¿Puedes cogerme mientras nos besamos?
—Claro, Airi-san.
Me eché sobre ella, que estaba tumbada en las baldosas del baño, y nuestros labios se encontraron en un beso obsceno, más cercano a un «enredo de lenguas» que a un simple beso. Mientras nuestras lenguas se mezclaban con sonidos húmedos de lamidas y succión, los ojos de Airi-san se entrecerraban de placer. Seguro que yo tenía la misma expresión.
Mientras continuaba ese beso francés, mi polla se deslizaba dentro de su coño. El jugoso y carnoso coño de Airi-san, la gal morena, envolvía mi erecta polla con una sensación cálida y apretada. Sus largas piernas se enredaron alrededor de mi espalda y cintura, como si me estuviera diciendo: «No te dejaré escapar hasta que me llenes por dentro».
Cuando empecé a mover las caderas, sus jugosos labios vaginales seguían cada una de las embestidas de mi polla, provocando un sonido húmedo y obsceno.
—Mmm ♡. Fwuh ♡. Huuh ♡. Aahhn ♡. Nwuh ♡. Nn ♡. Uh~~~ ♡♡.
El vientre de Airi-san temblaba con cada sacudida. Como hombre, solo podía imaginarlo, pero dicen que el orgasmo de una mujer es mucho más intenso que el de un hombre.
Airi-san me besaba con avidez, mirándome fijamente desde una distancia tan íntima. Sus ojos eran tan profundos que sentía que podía perderme en ellos. Realmente soy afortunado por poder cogerme a una chica como ella, pensé.
—Haa, haa… me estoy quedando sin fuerzas… me corrí demasiado…
—Ahh, Shinji-kun… eres tan increíble… ♡.
Rurina-san y Sumika nos observaban mientras Airi-san y yo seguíamos cogiendo. Ambas me miraban con ojos llenos de deseo, como si quisieran que les volviera a dar. Aumenté el ritmo, embistiendo con fuerza hasta que el sonido de nuestros cuerpos chocando llenó la habitación, dejando claro que yo aún tenía mucho más para dar.
El baño de aquel lujoso apartamento, con sus azulejos de mármol, era el escenario de nuestro cuarteto. Aunque el verano ya estaba llegando a su fin, nuestra temporada de calentura no parecía terminar.
—¡Me corrooo!
Marqué el útero de Airi-san con mi semen.
Mi polla palpitó violentamente mientras descargaba un torrente espeso y blanco dentro de su coño voluptuoso de gal morena. Después, alineé a las tres y las llené una por una, asegurándome de que ninguna se quedara sin su merecida inyección. Aunque las tres estaban medio inconscientes por el placer, sus coños seguían reaccionando con avidez cada vez que las penetraba.
Cuando terminé, me detuve un momento para admirar el espectáculo: las tres temblando, aún sumergidas en el éxtasis postorgásmico.
—Haa… eso sí que fue una buena corrida… Al menos ya se me bajó la erección mañanera.
—Ah… ♡. Ahh ♡. Mis piernas no responden… ♡.
—Shinji-kun… es demasiaaado… ♡.
—Haoh ♡. Nngwoh… ♡.
—Uum… ¿están bien?
Después de tanto sexo, mi pene por fin volvió a su estado normal. Pero, como efecto secundario, Rurina-san y las demás quedaron exhaustas desde primera hora de la mañana. Durante estas vacaciones de verano, me había acostado con tantas, con múltiples chicas a la vez que mi libido se había disparado. Ahora, ya no bastaba con correrme una o dos veces para calmarme, lo cual, aunque excitante, era un poco problemático.
Podría haber seguido, pero ellas parecían haber llegado a su límite. Además, faltaba una más por unirse más tarde, así que tal vez era mejor tomar un descanso.
—Mejor que hagamos una pausa.
Una vez que se recuperaran, seguramente querrían lavar sus cuerpos sudorosos. Con eso en mente, abrí el grifo de la bañera —que era mucho más grande que cualquier bañera normal— y comencé a llenarla de agua caliente.
[1] Una gal o gyaru es una subcultura japonesa de moda que surgió en los años 90. Se caracteriza por un estilo llamativo: cabello teñido, maquillaje intenso, bronceado artificial y ropa atrevida. Desafía normas tradicionales de belleza y comportamiento femenino, expresando individualidad y rebeldía juvenil con un enfoque fashionista.
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