Me Volví el Rey Demonio y mi Territorio es una Isla Deshabitada
Capítulo 114. Esa Vez que los Herreros me Miraron Raro
A la mañana siguiente, me vestí y salí afuera. Bajo la luz del sol matutino, frente a mi casa, había una pila de armas y armaduras de color plateado, brillando intensamente. Tomé una espada al azar y, aunque parecía pesada, resultó ser mucho más liviana de lo esperado. Pasé mi pulgar por el filo y comprobé que estaba increíblemente afilada.
—¿Qué demonios es esto? ¿Será el mitrilo o el oricalco del que hablaba la Señorita Krater …? Mejor consulto con Van-san. —Metí todas las armas y armaduras dentro de la casa y, llevando una espada que me pareció adecuada, me dirigí a la cabaña que estaba al lado de la destilería.
Golpeé la puerta, pero no hubo respuesta. Pensé que sería descortés, pero giré el pomo de la entrada de todos modos. Estaba sin llave. Al entrar, encontré botellas de licor y objetos esparcidos por todas partes, y en la cama, durmiendo de forma ruidosa y despreocupada, estaba Van-san.
¿Así son todos los enanos…? Pensé, entonces decidí despertarlo a la fuerza.
—Van-san, despierta, por favor. Lo siento, pero necesito consultarte algo desde temprano.
—¡Ngah! …Ah, ¿eres tú, Caam? ¿Qué pasa tan temprano?
Dijo mientras se rascaba la cabeza con desgana. Le entregué la espada envainada para que la examinara.
—¿Qué diablos…? Esto es mitrilo. ¿Por qué traes algo así a estas horas?
Menos mal, al menos no era oricalco.
—Lo dejaron frente a mi casa. Anoche me encontré con la Señorita Krater en las aguas termales, y me intentó dar mitrilo como pago por las bebidas. Me negué, pero esto pasó igualmente. —Suspiré mientras le explicaba, omitiendo por completo la parte sobre el oricalco.
—¿Y qué piensas hacer con esto?
—Todavía hay más. Si tomamos lo que necesitemos, podríamos fundir el resto para hacer herramientas agrícolas. A juzgar por esta espada, creo que podríamos hacer fácilmente dos o tres machetes.
—¿Estás de broma? ¿Herramientas de granja de mitrilo?
—Si nos facilita el trabajo en la isla, vale la pena. ¿Podemos procesarlo con las instalaciones actuales?
—Si lo calentamos, se puede forjar como el hierro, pero tiene sus mañas.
—Entonces no hay problema. Tú y Pietro-san se encargarán de hacer hachas y machetes.
—¿Y qué harás con tu machete?
—Por lo que vi, esta refleja bien la luz y tiene algo de peso, así que quiero probarlo antes de decidir. También podríamos darles algunas espadas de mitrilo a los viejos y los marineros. ¿No crees que para los marineros sería mejor acortar la hoja y hacer espadas de un solo filo?
—¿Por qué no usarlas tal cual? Es un desperdicio.
Mientras discutíamos, lo llevé a mi casa para que revisara las armas y armaduras. Por cierto, en este mundo, el «nata» y el «machete» parecen ser distintos: el nata es cuadrado y con estilo japonés, como un cuchillo para verduras, mientras que el machete es como un cuchillo enorme y de estilo occidental.
—Oye, oye, ¿por qué hay incluso armaduras?
—¿Quién sabe? ¿No las habrá robado? No tengo idea… Pero si me preguntas, los marineros no usan armaduras, los viejos prefieren armaduras de cuero ligeras para moverse con facilidad, y Keith solo lleva algo de cuero en los hombros y el pecho por su arco. Mejor fundámoslas y hagámoslas herramientas agrícolas.
—No entiendo tu forma de pensar.
—Mis conocidos y amigos de toda la vida tampoco. Así que, decidido, fundiremos las armaduras.
—Bueno… Todavía eres el líder, así que haré lo que digas.
Van-san miró las armaduras de mitrilo con una expresión de pesar.
—¡Oye! ¡Esta armadura la hizo un maestro artesano!
—Ni idea. Si quieres, podemos guardarla como referencia.
—¡¿En serio?! ¡Entonces no me digas después que quieres que la fundamos también!
Dicho eso, reunió cuidadosamente las piezas desarmadas de una de las armaduras y las abrazó con cariño. Bueno, si un artesano legendario o un enano reconocido del mundillo la hizo, no puedo hacer nada al respecto. Tal vez si desmontamos las espadas, encontremos nombres grabados en ellas como en las catanas japonesas.
—Ahora que lo pienso, ¿no tienes hijos? ¿No vas a quedarte con algo para ellos?
—Esto no es mío, es de la isla. El alcohol que hicimos en la isla fue un pago, así que no puedo apropiarme de esto. Ni si quiera quiero hacerlo. Si acaso, podría comprarlo como equipo usado a cambio del costo del cobre que adquirimos, pero ni siquiera sé su valor real. A lo mucho, tal vez haga que forjen una punta de lanza y un par de cuchillos. Ah, y compraré este escudo como artículo de segunda mano.
—Eres muy estricto.
—Por lo que escuché, estas cosas no son baratas. No es algo que puedas tomar como si fuera una copa de licor gratis.
—Bueno, tienes razón.
Después de hablar con Van-san, también lo discutí con los isleños durante el desayuno. Decidimos entregar las espadas a quienes supieran usarlas, rehacer algunas en cimitarras de un solo filo para los ex-piratas marineros, conservar las armaduras hechas por el maestro artesano como referencia, y convertir el resto en herramientas agrícolas.
Personalmente, decidí guardar un escudo de mitrilo para Miel. Soy un padre sobreprotector, ¿verdad? Bueno, igual tardará mucho en poder usarlo. Si se apoya demasiado en el equipo, no podrá desarrollarse adecuadamente.
Pietro-san, a quien siempre había considerado un artesano callado, cambió por completo cuando vio la armadura hecha por el maestro. La examinó minuciosamente, con una intensidad que no había mostrado antes.
—¿Estás seguro? ¿De verdad vamos a hacer esto?
—Sí, así es. Después de todo, en esta isla nadie usa armaduras. Dejaremos solo las mínimas necesarias y la que hizo el maestro artesano como referencia. El resto lo fundiremos para hacer herramientas agrícolas, y las espadas las ajustaremos para que sean más prácticas para los marineros. —Le mostré la cimitarra que había tomado prestada del capitán como modelo.
—Hablando de eso, ¿qué pasa con tu arma, Caam? Después de todo, eres el líder de la isla. ¿No deberías tener algo para imponer respeto?
—Van-san me dijo lo mismo… Entonces, fórjenme una palanca como esta. La usaré como si fuera una espada corta para bloquear ataques.
—…Si tú lo dices, la haré… pero ¿una palanca de mitrilo? Eso suena a broma.
Pietro-san se quejaba, pero no hay que dejarse llevar por prejuicios.
—No creo que nadie se queje si hay al menos una en el mundo. Si sobra material al final, estaría bien.
—Ya veo… Entonces, haré la palanca.
—También podrías hacer una sartén o una olla.
—¿Lo dices en serio?
—Sí. ¿No crees que una sartén y una olla que no se quemen, y que incluso si se chamuscan por accidente, puedan limpiarse fácilmente con solo echarles agua, serían útiles? Aunque no estoy seguro…
—Dime que esto es una broma, por favor.
—Si como herrero no puedes aceptar que el mitrilo se use para utensilios de cocina y no solo para herramientas agrícolas, no hay problema. Solo pensé que sería interesante tener algo así.
—…Me gustaría asomarme a tu cabeza.
—Seguro que verías un arcoíris brillante o un campo de flores. Y también, como petición personal, quisiera que hicieras una punta de lanza y un par de cuchillos de este tamaño. Cuando ya estés más familiarizado con el material, podrías hacerlos al final. —Mientras decía esto, le mostré un cuchillo de obsidiana con la forma de los que le había comprado a Lily y Miel, para que se hiciera una idea aproximada.
—Eso sí suena más realista.
—Bueno, como es algo personal, te pagaré una tarifa extra por ello.
—Bien. En cuanto llegue Van, nos pondremos a trabajar. Para empezar, ¿te parece bien si hago un hacha y un machete como prototipos?
—Sí, con eso basta.
Al atardecer, después de terminar las labores de desarrollo, volví a casa y, poco después, alguien llamó a la puerta.
—Soy Pietro.
—Está abierta, adelante.
Al decir esto, entró sosteniendo un hacha y un machete.
—Los hice con prisa, pero quedaron así.
Puso las herramientas sobre la mesa y se sentó en una silla. Tomé el machete después de servirle un té de cebada.
—Permíteme probarlo… ¡Oh! Es bastante ligero.
Lo bajé suavemente sobre un leño junto al fogón, y la hoja se hundió en la madera con facilidad. Luego hice cortes en diferentes ángulos, partiendo la leña con rapidez.
Luego tomé el hacha. Ambas herramientas parecían pesar la mitad de lo normal, lo que reduciría la fatiga y aumentaría la eficiencia del trabajo. Al probar el hacha con más fuerza, también se hundió profundamente en la leña sin necesidad de usar su peso para cortar.
Las hojas de ambas herramientas no mostraban abolladuras ni mellas, lo que confirmaba que el mitrilo era un material excelente para este tipo de herramientas.
—Parece que funcionan bien, pero como las usaremos con fuerza bruta, por favor hazlas un poco más gruesas.
—De acuerdo. Entonces, la palanca, la punta de lanza y los dos cuchillos también, ¿verdad?
—Y la sartén y la olla.
—…Lo pensaré.
—Tómate tu tiempo. En el peor de los casos, también puedo fundir algunas espadas.
—…Parece que realmente las quieres.
—Más bien, tengo curiosidad. Es parte de mi forma de pensar. Imagínalo: huevos fritos deslizándose suavemente por la sartén o una cocción uniforme en la olla.
—…Ya basta. Primero me concentraré en las herramientas agrícolas. —Dicho esto, Pietro-san se marchó.
—Parece que todavía les cuesta aceptar la idea de usar mitrilo para algo que no sea armas o armaduras.
◇
Unos días después, una vez que se habían fabricado suficientes herramientas, decidimos hacer una prueba. Les dimos algunas herramientas agrícolas de mitrilo a los más fortachones para ver si realmente mejoraban la eficiencia del trabajo.
—Por ahora, como prueba, hemos hecho algunas herramientas agrícolas con un material especial. Creo que les ayudará a reducir un poco el esfuerzo.
—¡Oh, en serio es ligera…!
—¡Con esto podría cortar todo el día!
—¡Podaré las ramas en un instante!
Se oían comentarios como esos mientras todos se ponían a talar árboles con entusiasmo.
—¿¡Qué es esto!? ¡La hoja entra sin esfuerzo!
—¡La de esta también!
—¡No necesito hacer fuerza para cortar las ramas!
Sin darse cuenta, los isleños comenzaron a blandir las herramientas de mitrilo con gran facilidad.
De alguna manera, sería bueno evitar que estas herramientas fueran eficaces contra los demonios. Si los isleños decidieran atacarnos armados con mitrilo, me pondría a llorar.
Bueno, tarde o temprano, Pietro-san probablemente filtraría la información. Pero cuando terminemos el desarrollo y la expansión de la isla, planeo recuperar estas herramientas para evitar que salgan de aquí.
—Ah, ¿me prestan un machete?
—Pero, Caam-san, tú ya tienes el tuyo. ¿A qué se debe el cambio repentino?
—Hmm, estaba pensando en renovar mi equipo. Quería probarlo primero y, si me gusta, encargar uno.
—Como todos dicen que es ligero y corta bien, seguro que tú también quieres uno, ¿no?
—Bueno, si la sensación al usarlo y su utilidad superan a mi machete actual, me cambiaré sin dudarlo.
—Dices cosas interesantes. Adelante, pruébalo.
Tomé el machete de mitrilo y decidí probar algo que no había podido hacer dentro de casa: cortar un árbol con todas mis fuerzas. El resultado fue que la hoja quedó completamente incrustada en el tronco, y tuve problemas para sacarla.
Después, lancé el machete con todas mis fuerzas en dirección opuesta a donde había gente. Esta vez, la hoja se clavó hasta la mitad, así que miré a mi alrededor con una sonrisa.
—Entró de maravilla… ¿Cómo lo sacamos?
—Bueno, no lo sé…
—Hmm, parece que la única opción es cortarlo desde arriba para sacarlo…
Dicho esto, tomé prestado otro machete de alguien cercano y, usando solo esa herramienta, corté un árbol un poco más grueso que el que había intentado antes. Cuando terminé, noté que los isleños me miraban con extrañeza.
Creo que la culpa fue mía por haberlo cortado tan fácil, como si estuviera partiendo madera podrida.
Después de eso, logré rescatar el machete que había quedado incrustado y revisé la hoja. No tenía ninguna deformación, mella ni daño visible. Lo único que me quedó claro era que el mitrilo era un metal increíble.
—¡Esto es genial! ¡Si no fuera por lo ridículamente reflectante que es, sería perfecto!
Diciendo eso, devolví el machete al isleño que me lo había prestado y luego intenté cortar con el mío propio. Como era de esperarse, la eficiencia bajó notablemente y la sensación de corte era mucho peor.
Mejor no haber probado el otro.
Cuando llegó la tarde, fui a ver a Pietro-san.
—Perdón, pero agrega un machete más para mí.
En ese momento, la expresión de Pietro-san cambió a una que claramente decía «sabía que esto pasaría», lo cual me molestó un poco. Pero decidí ignorarlo y seguir con mi solicitud.
—¿No se puede hacer algo con esta horrible forma en la que refleja la luz? ¿Tal vez espolvorearle algún tipo de polvo de hierro antes de golpearlo? Si no se puede, lo ennegreceré con hollín quemando fuego sobre él.
En mi vida pasada, hubiera querido que le aplicaran un recubrimiento de polvo negro antirreflectante. Si brilla demasiado, es muy llamativo.
—Llamar «horrible» al brillo del mitrilo, vaya… Bueno, haré lo posible por cumplir con tu petición.
Después de eso, tuvimos una pequeña reunión para decidir la forma y longitud del machete. También hablé con Bart, el carpintero, sobre el diseño del mango y la funda, y ajustamos el peso del mango para equilibrarlo con la hoja terminada.
Bueno, mejor fluir con el curso de los acontecimientos. Solo pensaré que estoy comprando un machete de mitrilo hecho en la isla.
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