Bastardo Mujeriego
Vol. 6 Capítulo 4. El Inicio del Segundo Semestre
Las vacaciones de verano, que parecían largas pero terminaron rápido, habían acabado.
El primer día del segundo semestre —el día de la ceremonia de inauguración— amaneció caluroso y despejado. Aquella mañana, me dirigí a la escuela con el uniforme. Aunque mi punto de partida no fue mi casa, sino el apartamento de Airi-san.
Mientras bajaba en el ascensor, una mujer elegante —probablemente una ama de casa del edificio— me lanzó miradas furtivas. El silencioso elevador descendió veinte pisos de un tirón hasta el lujoso lobby.
Al salir del edificio, el calor pegajoso del verano japonés me golpeó en la cara. Mientras caminaba hacia la estación, recordé a las dos gal que eran mis compañeras de clase que había dejado en el departamento.
Mmm… Rurina-san y Airi-san dijeron que llegarían un poco después que yo, pero ¿en realidad piensan saltarse la ceremonia?
Cuando salí de la habitación, ambas solo llevaban puestas las bragas. Relajadas en el sofá viendo TV, me dijeron «luego vamos» y me saludaron con la mano, pero quizá fue un error creerles.
Si decidía saltarse clases, perderían su asistencia perfecta desde el primer día del semestre, y Sumika se decepcionaría.
Pero si esas dos deciden saltarse clases, no hay forma de convencerlas de lo contrario.
Al llegar al andén donde venía llegando el tren tras pasar por la boletería, vi muchos uniformes de otras escuelas. Parecía que el segundo semestre empezaba hoy para todas las demás escuelas también. La mayoría iba absorta en sus celulares, y ni me prestaban atención, ignorando mi presencia.
Aunque algunas veces, como la mujer del ascensor en el edificio antes, me miraban: chicas de otras escuelas y jóvenes oficinistas. Quizá, tras un verano tan intenso y satisfactorio, mi presencia había crecido un poco.
…Entonces, mientras pensaba en esas cosas, alguien me tocó el hombro.
Al girarme, el dedo índice de alguien se me clavó en la mejilla.
—…¿Eh? ¿Eh?
—¡Mira, qué bien! Te atrapé.
—¿Eh? ¿Shiomi-san?
La chica que me hizo esa broma era Aya Shiomi-san, la capitana del club de tenis, reconocible por su coleta. Sus ojos brillaban de diversión mientras su dedo seguía hundido en mi mejilla, y yo la miraba sorprendido.
—Seto-kun, buenos días.
Shiomi-san apartó la mano y entonces me dijo, regalándome una sonrisa.
—Buenos días. ¿Cómo estás?
—Genial, sin problemas, como siempre. Además, nos vimos hace poco, ¿no es cierto?
—Ah, sí, cierto.
—Oye, por cierto, no sabía que usabas esta estación, Seto-kun.
Vestida de uniforme y con su mochila, Shiomi-san se colocó a mi lado en la cola mientras yo esperaba el tren. Estábamos tan cerca que nuestros hombros casi se rozaban.
—…Bueno, normalmente no, pero hoy es un poco especial.
—¿Hmm?
Mientras charlábamos así, Shiomi-san dijo: «Ah, ya viene el tren». Y en el ajetreo de subir juntos, enlazó su brazo con el mío.
—¿Shiomi-san?
—…Aquí todavía no hay muchos estudiantes de nuestra escuela… No pasa nada si nos pegamos un poquito, ¿no?
—Ah, sí. Además está tan lleno de gente, mejor nos aseguramos de que no nos separamos.
—…Exacto.
Shiomi-san, alta para ser una chica, se recostó contra mí. Apoyó la cabeza en mi hombro y entrelazó sus dedos con los míos. Eso iba muy más allá de la definición de «un poquito». Y, aunque no había estudiantes de nuestra preparatoria en este vagón, sí había varios de otras escuelas.
Una chica de otra escuela, justo a nuestro lado, nos miraba de reojo con la cara roja mientras Shiomi-san y yo nos apretábamos contra la puerta del tren en hora pico.
Shiomi-san y yo éramos amigos con beneficios. Durante el verano pasaron muchas cosas, y terminé cogiendo con ella y otras chicas del club de tenis.
No sé si se dio cuenta de que la otra chica nos observaba, pero al poco tiempo Shiomi-san empezó a respirar agitadamente y a moverse inquieta.
—…Oye, Shiomi-san… ¿Quieres coger?
—…Sí, no te imaginas cuánto. —Respondió sin vacilar. Como aún quedaba tiempo antes del primer periodo, se atrevió a proponer—: …¿Te enojarías si te pidiera que me lo metieras aquí, Seto-kun?
—…No me enojaría, pero aquí es demasiado arriesgado. Espera un minuto… Bien, bajemos en la próxima estación y lo hacemos en el baño.
—…De acuerdo.
Nuestro diálogo susurrado solo lo escuchó esa chica de otra escuela que estaba junto a nosotros. Sus ojos se abrieron como platos, como si no pudiera creer lo que estábamos diciendo. Mientras hablaba con Shiomi-san, nuestra miradas se cruzaron. …Y pude notar cómo su cuerpo se tensó, como paralizada.
Las chicas que reaccionan así suelen ser fáciles si las presionas un poco. Desde que empecé esta vida de mujeriego irresponsable, siento que de alguna manera soy capaz de distinguir entre chicas que tienen ese tipo de potencial y las que no.
Pero, por desgracia —una verdadera lástima—, ahora Shiomi-san era la prioridad.
Bajamos en la siguiente estación y nos dirigimos rápidamente al baño multiusos para tener sexo. Sin siquiera quitarnos los uniformes, desabroché mi cinturón y deslicé mi polla por la entreabierta entrepierna de sus bragas, hundiéndola en su húmedo coño.
—Mmm, hahhh… ♡.
—Ni siquiera hicimos preliminares y ya estás empapada por dentro, Shiomi-san.
—Es que… tu cuerpo suelta un olor tan pervertido, Seto-kun… Con ese aroma, era imposible aguantar las ganas ♡♡.
—¿Huelo tanto? Pero si me duché esta mañana…
—Ayer también estuviste con otra chica, ¿verdad? ¡Ese olor a macho… es demasiado intenso ♡. …A ♡. Ah ♡. Ah ♡. Nnnaaah ♡♡.
De camino a la escuela, en el baño de la estación, con los uniformes aún puestos, habíamos unido nuestros genitales. Mientras los frotábamos con un sonido húmedo y pegajoso, movíamos las caderas con urgencia, buscando llegar rápido al clímax.
—Ah ♡. Me corro ♡. ¡Ya me voy a correr! ♡♡.
—¡Yo también! ¡Shiomi-san… ¡Aya! ¡Voy a correrme dentro!
—¡Sí, hazlo! Dámelo todooo ♡♡. ¿¡Nnnghhh…!? ♡♡♡.
—¡¡Ugh……!!
El semen que brotó de mi polla fue devorado por el interior empapado de Shiomi-san.
—Có-córrete, Seto-kun ♡. Dámelo todo adentro ♡. Si sale fuera, me vas a manchar el uniforme ♡.
Su coño ajustado apretaba mi palpitante polla, exprimiéndome hasta la última gota. Como ella pidió, descargué todo mi esperma en su interior. Después, me limpió la polla cubierta de sus jugos de amor con una rápida mamada antes de salir del baño.
*
—¡Buenas! ¿Cómo estuvieron tus vacaciones de verano?
—¿Cómo? Buf, solo recuerdo lo horrible que fue la tarea. Aunque la terminé apenas en la última semana…
Era la mañana del primer día del segundo semestre. En los pasillos y los salones, los estudiantes reían luego de reunirse por primera vez en un tiempo, compartiendo sus vacaciones entre risas.
—Toma, un recuerdo de mi viaje.
—¡Wow, gracias~! ¿Fuiste a Okinawa? ¡Qué envidia! Yo estuve en cursos de verano todo el tiempo y no pude ir muy lejos…
—Oye, ¿y qué pasó con ese chico que estuvo ligando contigo? ¡Vamos, cuéntame! …¡¿Qué?! ¡No puede ser!
El ambiente, lleno de múltiples conversaciones superpuestas, dejaba claro que las clases habían vuelto. Cuando abrí la puerta de mi aula, mis compañeros varones también estaban en medio de sus charlas.
—¡Qué lástima que ya empiece el segundo semestre! Agh, qué flojera…
—Ya, qué lo digas. Ojalá las vacaciones duraran para siempre.
—Oye, tú te quedaste despierto toda la noche, ¿verdad? ¿Terminaste la tarea?
—Nah, ya quisiera haberla terminado. Me rendí a la mitad.
—…Buenos días, chicos.
Intenté saludarlos, pero nadie me hizo caso.
No supe si me ignoraron deliberadamente o simplemente no notaron mi presencia. Actuaban como si yo no estuviera ahí, continuando su conversación sin inmutarse. Con las chicas al menos había logrado cierto reconocimiento, pero los chicos seguían tratándome igual que siempre. Resignado, me abrí paso entre ellos y me senté en mi mismo asiento de siempre, el que no había cambiado desde el primer semestre.
Uff… al menos llegué a tiempo a la asamblea de curso…
Justo cuando me relajaba, otro chico entró al salón después de mí: Takumi Inukai-kun, del equipo de fútbol.
—¡Ohh, es Takumi! ¡Qué onda, Takumi!
—¿Cómo estamos, chicos?
—¿Llegaste solo? ¿Dónde quedaron tus ruidosas amigas de la infancia?
—Vamos, ¿qué pasó? ¿Creen que voy a andar pegado a ellas toda la vida?
Los mismos chicos que ni siquiera me habían respondido el saludo ahora se apresuraban a hablarle a Inukai-kun. Él era, claramente, uno de los populares. Y durante las vacaciones, yo había hablado poco con él.
Como decían, Inukai tenía dos amigas de la infancia en otra clase. No una, sino dos: las gemelas Fujisawa, Mizuho-san y Himari-chan, miembros del club de natación, quienes vivían en la casa de al lado de Inukai-kun desde que eran niños. …Y justo en ese momento, Mizuho-san, la mayor de las gemelas, entró al salón.
Se acercó a Inukai-kun y le empujó un paquete contra el pecho.
—¿Eh? ¿Ese no es mi bento[1]? ¿Por qué lo traes tú?
—No es como si lo hiciera por gusto. Lo dejaste en tu casa y tu mamá me obligó a traértelo. Dios… por eso siempre te digo que salgas con más tiempo.
—Ah… sí, gracias, Mizuho. Me salvaste.
—No fue por ti. Tu mamá me llamó cuando iba saliendo, así que no tuve opción.
Mizuho-san le respondió a Inukai-kun con actitud fría, lo que provocó que los chicos alrededor comenzaran a burlarse:
—¡Oye, oye, Takumi! ¿Así que «no vas a andar pegado a ellas»? Ya estuvo bien, ¿no?, ya desde el primer día del semestre andan de novios frente a todos. ¡No se vale!
—Ya digan la verdad, ¿ya están saliendo o qué? ¡Confiesa!
—¡No-no, no es así! ¡Dejen de inventarse cosas! Mizuho y yo solo somos amigos de…
—Ay, sí, sí, ya. Como digan.
Mizuho-san ignoró sus comentarios y, con un «Ya hice lo que vine a hacer. Me voy», salió del salón. Pero una vez que se fue, las burlas hacia Inukai-kun se volvieron aún más intensas.
Inukai-kun repetía con cara de fastidio: «Les digo que no hay nada entre ella y yo».
Y tenía razón, la verdad.
Por mucho que parecieran llevarse bien, él y Mizuho-san no tenían una relación romántica. Lo mismo aplicaba para Himari-chan, su hermana gemela. …Porque ambas eran mis amigas con derechos.
Durante las vacaciones de verano, me acosté con ellas incontables veces. Perdí la cuenta de cuántas veces vacié mi semen dentro del útero de Mizuho-san, la misma que ahora había estado conversando con Inukai-kun y sus amigos.
Habíamos acordado comportarnos como si nada en clase. Por eso, al salir del aula, Mizuho-san solo me lanzó un discreto guiño hasta mi asiento solitario, sin dirigirme ninguna palabra especial.
Pero ya teníamos planeado repetir este fin de semana, con ella y su hermana. Sus padres estarían fuera, así que pasarían la noche en mi casa para embestirlas sin descanso.
Mi teléfono, que en el primer semestre casi no usaba, ahora rebosaba de conversaciones con chicas coordinando encuentros por aplicaciones de redes sociales. Si no administraba bien mis citas y con quién me ponía a coger, pronto sería insostenible.
Aunque hubiera aprendido a conectar con ellas, actuar eufórico en clase solo haría que todos sospecharan. Así que, de momento, mantendría mi papel de siempre.
Mientras tanto, seguían llegando más compañeros de clase y el aula se volvía cada vez más bulliciosa.
Me levanté de mi asiento, escurriéndome junto a Inukai-kun y los demás chicos que seguían charlando animadamente, y me acerqué a Sumika, quien estaba recogiendo las tareas de verano en la pizarra del fondo del salón.
—…¿Necesitas ayuda, Kanai-san?
—Sí, gracias, Seto-kun. ¿Podrías ordenar estos trabajos por número de lista? Yo marcaré la asistencia.
—Claro, déjamelo a mí.
Mientras organizaba cuadernos y folios como ella me había pedido, Sumika no mostraba rastro de la lujuria desatada que conocía de ella cuando cogíamos. Vestida impecablemente, era la misma delegada de la clase tan seria y responsable de siempre.
—Ser delegada debe ser agotador si tienes que hacer cosas como esta.
—Tampoco es tan así. Lo hago porque me gusta…
—Es admirable que digas eso, ¿sabes?
Aunque algún chico de la clase nos viera, solo pensarían que un perdedor como yo intentaba ganar puntos con la delegada de la clase, que estaba tan fuera de mi liga.
Sumika se restaba mérito, pero su dedicación al grupo —haciendo hasta el trabajo ingrato— no era normal. Esa obsesión por el orden y por los demás era por lo que todos confiaban en ella.
—…Uf, creo que esto es todo. Hmm, como siempre, pocos entregaron la de matemáticas… De cualquier forma, debo llevar todo esto a la sala de maestros.
—Avísame si necesitas ayuda luego. Aunque ya casi empieza la hora de la asamblea de curso, así que mejor lo haces luego.
—Cierto… Oye, ¿sabes algo de Nobuoka-san y Kuroki-san? No parecen haber llegado aún a la escuela.
Era absurdo que preguntara al marginado de la clase por las gals con las que jamás habría interactuado de forma normal en la escuela, pero aun así Sumika me preguntó a mí.
Bueno, es que yo sí que lo sabía…
—Probablemente vendrán si se les antoja, ¿no?
Cuando respondí evasivamente, ella soltó un suspiro como si lo hubiera entendido todo y me susurró en voz baja:
—Deberías decirles bien que tienen que venir a clase, Shinji-kun. Si viene de ti, quizás te hagan caso.
—Bueno, dudo que me escuchen, aun si soy yo quien les dice. A propósito… Ryoko-cha… digo, Yamao-san tampoco está en el salón. Su mochila está en su pupitre, ¿qué pasará?
—Deja de evadir el tema. …Si es por Ryoko, la llamaron con Yoshimiya-kun y el profesor por lo de la ceremonia, así que ya debe estar…
Justo cuando Sumika mencionó a Ryoko-chan y a su novio, Kouta Yoshimiya-kun, los dos entraron juntos al salón. Kouta, como siempre, llevaba esa mirada dominante que intimidaba a cualquiera alrededor, mientras Ryoko-chan iba detrás de él.
Al cruzarse conmigo, Ryoko-chan dejó escapar un leve sonido.
—Ah…
—Ryoko, ¿por qué te detienes de repente? ¿Pasó algo?
—No-no, nada en absoluto.
Aunque claramente había hecho contacto visual conmigo, Ryoko-chan desvió la mirada de manera forzada y le sonrió a Kouta-kun.
…¿? ¿Ryoko-chan…?
Su actitud me dejó con una extraña inquietud. En cambio, Kouta-kun me lanzó una mirada cargada de hostilidad, pero eso no me molestó demasiado.
*
—Eh, en resumen, como estudiantes de esta academia, deben sentirse orgullosos de su uniforme y actuar siempre conscientes de que los vecinos los observan.
La ceremonia de inicio de semestre, que tuvo lugar en el gimnasio después de la reunión matutina, transcurrió sin incidentes, igual que siempre. Sobre el escenario, frente a las filas de estudiantes uniformados, el director —vestido con un traje gris— continuaba su discurso.
—Eeeh… Por ejemplo, en las noticias que vi esta mañana, había un problema con jóvenes haciendo alboroto frente a la estación. Eh, en mis tiempos, eso hubiera sido impensable. Cuando yo era joven, era natural comportarse siempre con altos valores morales y…
Pensarlo quizá fuera descortés, pero su discurso era tan trivial y su forma de hablar tan monótona que resultaba difícil de seguir. De hecho, la mayoría de estudiantes parecían aburridos, especialmente los chicos, muchos de los cuales se relajaban descaradamente fuera del alcance visual de los profesores.
Desde la fila de chicos de segundo año donde yo estaba, se escuchaban murmullos:
—Oye… ¿cuánto va a seguir el director? Ya lleva como cuarenta o cincuenta minutos, ¿no?
—Siempre es igual de largo. Hasta parece que repite lo mismo.
Yo intentaba prestar atención, pero compartía su sentimiento. Además, el gimnasio sin aire acondicionado era sofocante.
Ojalá nadie se desmaye por un golpe de calor…
Justo entonces, alguien me dio una patada en la pantorrilla.
—Ay.
—…Oye, Segawa.
Con Segawa, por supuesto, se refería a mí. Por muy baja que fuera mi presencia, que siguieran confundiéndome con alguien más así casi parecía intencional.
—¿Qué?
—Haz algo para que el director termine ya.
—No creo que pueda…
—«No creo que pueda». No salgas con una excusa como esa. …Échale ganas para que se te ocurra algo. —El chico incluso hizo una burda imitación de mi voz antes de continuar—: Grita como un loco o desmáyate, algo puedes hacer.
—Eh…
Qué exigencia más absurda.
Afortunadamente, antes de que tuviera que recurrir a comportamientos extraños, el discurso del director terminó. Todos hicimos una reverencia y el micrófono pasó del subdirector al consejo estudiantil.
—Oh, es la presidenta. —El que me había pateado murmuró al ver a la chica de tercer año que se acercaba al micrófono.
—…A continuación, el comité ejecutivo del consejo estudiantil informará a los estudiantes sobre los logros de los clubes durante las vacaciones de verano.
Desde mi posición podía ver claramente a la presidenta.
Su tono sereno, más calmado que el de cualquier profesor adulto, y su voz suave que transmitía seguridad. Si Sumika Kanai era considerada la chica más linda de segundo año, sin duda la presidenta lo era de tercero.
Realmente es hermosa…
Desde que asumió el cargo, la veía frecuentemente en eventos escolares, y cada vez no podía evitar quedarme mirándola. Incluso simplemente hablando, parecía irradiar una aura de elegancia inusual. Y para colmo, al parecer era la capitana del club de kendo y tremendamente fuerte, demostrando que las apariencias engañan.
—A continuación, del club de atletismo. Segundo año: Kouta Yoshimiya y Ryoko Yamao.
Al mencionar la presidenta el nombre de Ryoko-chan, un murmullo recorrió el salón al mismo tiempo.
Miré a Ryoko-chan, que se sentaba hasta el fondo del grupo por el orden alfabético, y pude ver a su novio Kouta-kun a su lado con una expresión de evidente satisfacción.
—No hay duda, Kouta es el puto amo. —Esa frase vino del mismo tipo que me había pateado antes. Ahora, con excesiva familiaridad, me dio una palmada en el hombro mientras esbozaba una sonrisa malintencionada—. Oye, Segawa. Más te vale que Kouta no te tenga en la mira, ¿eh?
—¿Eh?
No entendía por qué decía eso, pero tal vez las anteriores burlas habían sido instrucciones del propio Kouta-kun.
¿Será que se enteraron de que me acosté con Ryoko…?
Aunque, si ese fuera el caso, no habría terminado con solo esto. Si Kouta-kun se hubiera enterado de verdad, me habría destrozado a golpes sin piedad —y con razón—. …Después de todo, Ryoko-chan y yo solo éramos amigos con beneficios; su verdadero novio era Kouta-kun, y yo no tenía intención de entrometerme.
Cuando terminaron los actos en el gimnasio y regresamos al aula, nos esperaba el examen de nivel post-vacaciones.
Aunque sabíamos de su existencia desde hacía tiempo, solo un puñado de estudiantes llegaba realmente preparado. La mayoría de mis compañeros revolvían desesperados libros de texto y apuntes en un último intento inútil.
—Esto es el colmo. El maldito colmo.
—¿Por qué nos hacen un examen el primer día? ¡No he estudiado nada!
—¡Vamos, siéntense ya!
—¡Profe, espere! ¡Solo cinco minutitos más!
—No hay tiempo. Acepten su derrota y sáquense la mala nota. …Ah, pero nada de copiar, ¿eh?
Aunque todos se quejaban, como estudiantes no teníamos escapatoria. …Excepto las dos delincuentes que se lo habían saltado por completo, libres como el viento. El aula, ruidosa hasta el último momento, quedó en silencio cuando comenzó el examen. Todos nos concentramos en nuestros papeles, trabajando en completo mutismo.
…Por cierto, hasta el primer semestre mis calificaciones no habían sido ni destacadamente buenas ni malas. Como en todo lo demás, eran completamente mediocres. Pero esta vez, para mi sorpresa, el examen me resultó bastante fácil. Quizás fue gracias a todas las «sesiones de estudio» que tuve con varias chicas durante las vacaciones.
Claro que en esas sesiones el sexo era lo principal, y la mayoría del tiempo estábamos desnudos o en ropa interior. Pero tal vez el alternar entre ejercicio físico y actividad mental sirvió como desestrés y mejoró mi rendimiento.
Cuando terminé de resolver los problemas, aparté la mirada de la hoja de respuestas y levanté la vista. El profesor supervisor, sentado en su silla plegable con los brazos cruzados, cabeceaba adormilado. Aunque dudo que hubiera estudiantes haciendo trampa, me pareció demasiado confiado de su parte.
Moviendo la vista discretamente, vi a Sumika, quien seguramente había terminado mucho antes que yo, aun revisando su examen con expresión concentrada. Probablemente estaba verificando que no hubiera errores por descuido. Noté que apoyaba la punta del portaminas en su labio inferior mientras pensaba concentrada al máximo de su capacidad.
Más allá de cómo me fuera a mí, la mayoría seguramente daba por hecho que ella volvería a ser la primera del curso. …Nadie creería que durante las vacaciones, esta chica modelo había estado cogiendo sin parar con un perdedor como yo.
Ahora que lo pienso, antes hubo rumores de que la presidenta del consejo estudiantil había invitado a Sumika a unirse al comité ejecutivo del consejo estudiantil…
Era lógico. Sumika tenía las mejores notas, comportamiento impecable y buena personalidad. Como el actual consejo estudiantil se renovaría tras el festival cultural de otoño, muchos estudiantes, sin importar el grado, probablemente querían que ella fuera la próxima presidenta.
Pensar en el futuro… Honestamente, no puedo imaginármelo bien.
En este momento, no tengo una visión concreta de mi futuro más allá de volverme cercano a tantas chicas como sea posible. Pero si tuviera que decirlo, creo que me gustaría tener una familia numerosa.
He estado solo toda mi vida, y mis padres siempre estaban ocupados con el trabajo desde que era pequeño, así que conocí bien la soledad. Preferiría no tener que pasar por eso nunca más.
Entonces, ¿qué debía hacer para lograr ese objetivo?
Mientras reflexionaba sobre eso durante el tiempo restante del examen, finalmente sonó el timbre. …Un mensaje de Ryoko-chan, diciendo que quería hablar conmigo a solas, llegó a mi teléfono después de clases.
*
Ryoko-chan me llamó. Honestamente, desde ese momento tuve un mal presentimiento.
Ella me había pedido que nos viéramos no en el primer gimnasio donde había sido la ceremonia matutina, sino en el almacén de equipos del segundo gimnasio.
El segundo gimnasio era más antiguo y se usaba menos que el primero, tanto en clases como en actividades extracurriculares. Había varios lugares discretos en la escuela, pero este era sin duda uno de ellos.
La puerta corrediza del almacén era de metal grueso. Cuando la abrí, Ryoko-chan ya estaba dentro.
—¿Y bien? ¿De qué querías hablar?
—Eh, sí… es que… —cuando le pregunté, Ryoko-chan titubeó al responderme.
Antes de empezar esta vida mía, había oído que este lugar era usado por parejas para encuentros furtivos. Pero pensar que Ryoko-chan me había llamado aquí con ese propósito era demasiado optimista.
Desde hacía un tiempo, Ryoko-chan parecía tener algo que decirme. Lo había notado, pero fingí no darme cuenta para evitarlo.
—Es que, Seto-kun… hay un torneo importante pronto para el club de atletismo, —así que decidió abrir con eso—. …Y creo que estaré más ocupada con los entrenamientos.
—Claro.
—Las clases también se pondrán más difíciles…
—¿Y?
—Así que… por eso… —finalmente, Ryoko-chan lo soltó—: No podré verte por un tiempo, Seto-kun.
—……
—Será mejor que no nos sigamos viendo.
Ah. Ahí estaba. Mi mal presentimiento había dado en el blanco.
Esa expresión de determinación… «No vernos» no era algo temporal. Ryoko-chan estaba terminando nuestra relación.
Mastiqué sus palabras en silencio antes de hablar:
—Dímelo directamente, Ryoko-chan.
—……
—¿Es porque tienes novio y ya no quieres verme?
—…Sí, así es. Siempre lo pensé, pero… tener sexo sin estar saliendo es raro. Yo tengo a Kouta-kun… y tú, Seto-kun… —me miró con cautela—: Tú tienes a Sumika-chan y las demás…
—Ah, ya veo.
—…¿Eh?
—Está bien. Respetaré tus sentimientos. Si eso es lo que quieres, no me acercaré más a ti, Ryoko-chan.
—……
—No te buscaré y tampoco te hablaré en clase. Y no te preocupes, no le diré a nadie lo nuestro. …Eso es lo que querías, ¿no?
—Sí-sí, así es. —Ryoko-chan pareció sorprendida de que me diera por vencido tan fácilmente.
Nuestra relación de amigos con beneficios solo era una forma conveniente de saciar nuestros deseos. Si era hora de retirarse, pues así sería.
—Lo más importante es cómo te sientes tú, Ryoko-chan.
Dicho eso, la dejé atrás en el almacén y me fui.
Frizcop: Al menos. Aunque es bastante violador, al menos no se puso a amenazar a la chica ni nada.
[1] Comida japonesa servida en una caja, que incluye porciones equilibradas de arroz, proteína (como pescado o carne), verduras y a veces fruta. Está cuidadosamente organizada y es común como almuerzo para llevar, valorada por su presentación estética y nutrición balanceada.
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