Remake Our Life!
Vol. 9 Capítulo 1. La Ciudad Correcta Parte 1
A finales del verano de 2008, Shinoaki y yo íbamos a bordo de un avión con destino al aeropuerto de Fukuoka.
Había dos formas principales de ir de Tokio a Fukuoka.
Una era por tierra, usando el tren bala o los autobuses exprés. Pero esto requería bastante tiempo: incluso el shinkansen[1], que era de los más rápidos, tardaba unas cinco horas, y el autobús exprés, que iba más lento, obligaba a permanecer sentado durante más de catorce horas.
Por eso, la mayoría de la gente optaba por la segunda opción: viajar por aire. Así el trayecto duraba apenas unas dos horas y, además, las conexiones desde el aeropuerto eran muy cómodas.
—En Fukuoka, ¿sabes?, del aeropuerto sale el metro, y si lo tomas puedes ir a casi cualquier sitio sin problema~. —dijo Shinoaki dentro del avión, como si de verdad estuviera disfrutando desde el fondo del corazón su regreso a casa.
—Sí, parece que es cierto, —le respondí.
En la guía turística que había comprado en el aeropuerto, decía exactamente eso. De hecho, el propio aeropuerto de Fukuoka estaba ubicado muy cerca del centro de la ciudad, y según el libro, durante el aterrizaje se podía ver un paisaje algo distinto al de otros aeropuertos.
Puede que eso dé un poco de miedo a quienes no estén acostumbrados a volar…
Aun así, pensé que era una gran ventaja que estuviera tan cerca del centro. Tanto en Osaka como en Tokio, si el traslado desde el aeropuerto llevaba demasiado tiempo, uno ya llegaba algo agotado.
Miré disimuladamente el rostro de Shinoaki.
Ella observaba la pantalla frente a su asiento con una expresión serena y sonriente.
¿Habrá sido esta la respuesta, después de todo?
Aunque pasábamos el mismo tiempo juntos, aún no lograba ver con claridad quién era ella en realidad. Pero yo quería encontrarme con esa verdadera Shinoaki, fuera como fuera.
Sin embargo, ella siempre parecía estar en otro lugar. Aunque creáramos cosas juntos, su mirada estaba constantemente dirigida hacia algún punto lejano.
«Quiero conocerte, Shinoaki.»
Cuando dije eso, con palabras que apenas lograron salir de mí, ella no me respondió directamente, sino que me devolvió otra pregunta, con un gesto distinto.
«¿Quieres venir conmigo?»
Creí que decir «sí» sería el primer paso para conocerla mejor. Por eso, en ningún momento pensé en negarme.
Y así fue como emprendí el viaje hacia la ciudad de Fukuoka junto a ella.
No sabía si algo surgiría por parte de ella, o si sería yo quien tendría que preguntarle. Eso aún no lo tenía claro.
Pero sentía que, si no venía, nunca lo sabría. Por eso, acepté venir casi sin pensarlo.
No me arrepiento de haber venido… pero…
Aun así, había algo que me preocupaba un poco.
—¿De verdad estuvo bien que viniera yo?
—¿Por qué lo dices? —preguntó Shinoaki, mirándome con expresión desconcertada cuando le hablé con inseguridad.
—Es que… yo no soy de tu familia ni nada, y de pronto me estoy metiendo en tu casa.
Nunca había estado en Fukuoka, y además, en ese momento no tenía ninguna urgencia con el trabajo de medio tiempo, así que no había ningún problema con haberle dicho que sí. Pero jamás imaginé que me invitaría a su casa y que incluso me quedaría a dormir.
—No pasa nada. A mi papá le gusta invitar gente a casa, y como somos tres con mi hermano, a veces se siente un poco vacío.
—¿De verdad es así…?
—Claro que sí, así que no te preocupes, —me dijo con una sonrisa. Eso me alivió un poco, aunque en el fondo, seguía sintiéndome algo culpable.
Además, había otra cosa que me inquietaba.
Shinoaki, sin prestarle atención a mis pensamientos, continuaba hablando alegremente.
—Quiero que pruebes los mariscos de Itoshima, Kyoya-kun.
—Ah, claro, como está cerca del mar. ¿Qué se pesca por allá?
—Bueno, en Itoshima se pescan muchas ostras. Hay restaurantes donde las preparan. Va a estar genial.
A simple vista parecía estar bien, pero en realidad, detrás de esa sonrisa se notaba el cansancio acumulado.
Aunque se hubiera tomado un descanso y recibido tratamiento en el hospital, no era algo que se superara tan fácilmente. Después de todo, regresaba a casa porque su salud se había deteriorado, no como un viaje de placer.
Pensar en la preocupación de su familia me hacía sentir incómodo. Si fuera posible, quería que pudiera descansar tranquila y recuperar energías.
Pero, al pensar en la fecha de entrega de la novela ligera…
Ella misma había llamado a su editor tras recuperarse, para explicarle su situación. Al parecer, como aún había algo de margen en el calendario, acordaron seguir sin postergar la entrega.
Por supuesto, no era posible posponerlo indefinidamente. Además, considerando los futuros compromisos laborales de ella, en algún momento había que marcar un límite.
Shinoaki miraba por la ventana con una expresión serena. La luz del sol, brillante sobre un mar de nubes que se extendía hasta el horizonte, iluminaba su rostro con un resplandor que tenía algo de sagrado.
Ante aquella imagen casi divina, recordé el mundo de diez años en el futuro.
Girasol. El libro milagroso que me había salvado.
En aquel entonces, me preguntaba qué clase de persona habría creado algo así. Y si fuera posible, deseaba poder conocerla algún día.
Ese deseo se hizo realidad, por una razón que nunca habría imaginado. Y no solo eso, sino que incluso terminé viendo de cerca el proceso en el que ella misma se iba formando.
Irónico, ¿no?
Me encontraba ante una elección. Si me preocupaba por su salud, lo mejor era quedarme en silencio y observar desde la distancia. Pero si quería que avanzara como creadora, entonces debía animarla y guiarla para que siguiera dibujando.
Hasta ahora, seguramente habría elegido la segunda opción sin dudarlo.
Sin embargo, esta vez vacilaba. A pesar de haber prometido que actuaría con egoísmo, al ver los cambios en ella, todo volvía a quedar como antes. Si seguía así, tan a medias, probablemente acabaría causando alguna nueva distorsión.
El mundo que antes observaba como estudiante, con admiración, ya se había transformado por completo en el mundo profesional. Mientras todos ellos evolucionaban uno tras otro, solo yo seguía siendo un aficionado.
Sumido en esa frustración y confusión, de pronto sonó un pitido electrónico, y una voz anunció que el avión comenzaba su descenso para el aterrizaje.
—Ah, ya casi llegamos, —dijo Shinoaki, enderezándose y abrochándose el cinturón de seguridad.
Mientras yo también me acomodaba en el asiento, repetía en mi cabeza los pensamientos de hace un momento. ¿Qué sería lo mejor para el futuro de Shinoaki?
Si no lograba encontrar algo en este lugar…
En Fukuoka, a donde había llegado simplemente dejándome llevar por la invitación, iba a descubrir el origen de aquella creadora a la que tanto admiraba. No sabía aún si eso traería buenos o malos resultados.
◆
Aún quedaba algo del calor en esta época del año, y en el sur de Osaka, el calor húmedo y pegajoso continuaba sin dar tregua. Como se le decía «residuo del verano», uno esperaba que desapareciera de una vez, pero no parecía haber señal alguna de que eso fuera a suceder.
—Haa, menos mal que la casa compartida tenía aire acondicionado, —dije.
Gracias a esa bendición de la civilización, podíamos pasar esta temporada con algo de comodidad. Incluso los que no estaban aquí ahora, seguramente también estarían disfrutando de su tiempo.
Eché un vistazo a las dos sillas vacías en la mesa del comedor.
Shinoaki y Kyoya se habían ido juntos a Fukuoka.
Si solo hubieran ido a Kyushu, uno simplemente habría dicho «se fueron». Pero Fukuoka era la ciudad natal de Shinoaki. Invitar a alguien ya era bastante inusual, pero que ese alguien aceptara e incluso se quedara en su casa familiar, era una situación bastante importante, incluso desde la perspectiva de un tercero como yo.
—Ya-ya-ya-ya deberían estar llegando, ¿no-no? Shino… Shinoaki y Kyoya… —murmuró alguien de manera torpe frente a mí.
Estaba claro que quien decía eso —mostrando una incomodidad total con todo su cuerpo— no podía estar más nerviosa.
—Sí, dijeron que aterrizarían a las cuatro y media, así que ya deben estar por llegar. Y Nanako, ten cuidado con eso que tienes en la mano, no es un vaso, —le advertí.
—¿Eh? ¡Ah…! —exclamó, mientras colocaba apresuradamente sobre la mesa el frasco de vitaminas que tenía en la mano. Estaba tan distraída que sus manos solo se movían por reflejo, y así pasaban estas cosas.
Después de despedirnos apresuradamente de los dos que salieron, nos tocó a nosotros quedarnos a cuidar la casa. Yo, bueno, ya me encontraba en lo que ahora llamaba mi estudio de trabajo, pero como vi que esta de aquí parecía estar desocupada, vine a ver, y en efecto, no hacía nada.
Su mente está en cualquier parte menos aquí…
Bueno, dependiendo de cómo se viera, hasta podía parecer algo adorable.
Frunciendo los labios como si estuviera molesta, Nanako murmuró con voz apagada:
—Tsurayuki, ¿a ti no te preocupa? Lo de Kyoya y Shinoaki.
—Claro que me preocupa un poco. Pero con ellos no es como si fueran a regresar diciendo «nos hicimos pareja», ¿no? Probablemente solo comerán comida rica en Fukuoka y volverán diciendo «qué rico estuvo~».
—Tú solo lo dices porque no sabes cómo son las cosas, Tsurayuki… —replicó Nanako, inflando las mejillas con expresión de disgusto.
—¿Eh? ¿Acaso pasó algo?
—¡No es nada! Más importante, ¿cómo ibas con la novela ligera? Dijiste que ya habías empezado el segundo volumen, pero no parecía que hubieras avanzado mucho.
¡Uf…! Me había dado justo donde más dolía.
Ciertamente, ya había empezado a trabajar en el segundo volumen, pero, siendo precisos, aún estaba en la etapa de preparación: apenas estaba escribiendo el esquema argumental. El proceso de redactar el manuscrito vendría después de eso.
—Bueno, sí, estoy esforzándome con eso también. Aunque no ha dado muchos frutos todavía…
El desarrollo de la trama estaba siendo complicado.
Ya había enviado un primer borrador al editor a cargo, pero lo había rechazado casi de inmediato.
El correo que recibí decía simplemente: «Por favor, vuelve a leerlo detenidamente y decide si de verdad crees que esto está bien antes de volver a enviarlo».
Sinceramente, no pude decir nada. Yo mismo era consciente de que el contenido era un desastre.
Por eso, lo envié aferrándome a una esperanza, pero del otro lado estaba un profesional. Detectó de inmediato lo flojo que era mi planteamiento y me lo devolvió sin más.
Sé más o menos cuáles son los puntos flacos…
Se me daba relativamente bien generar ideas, pero me faltaba la habilidad para estructurarlas y encajarlas dentro de un marco coherente. Lo mismo me había pasado con el guion del cortometraje que hicimos en primer año: no sabía distinguir bien qué escenas eran necesarias y cuáles no.
Y justamente, a mi alrededor había alguien que sí era bueno tomando esas decisiones.
Me gustaría poder consultar más con Kyoya, pero…
También sentía que depender demasiado de él no era lo correcto.
Después de todo, a pesar de todo lo que Kyoya había hecho por mí en el pasado, yo lo había traicionado y le había pagado con la peor moneda posible.
Él, por supuesto, nunca sacó ese tema, y yo también tenía un fuerte deseo de empezar de nuevo con una nueva mentalidad.
Pero, precisamente por eso, no quería depender demasiado de él esta vez. Sentía que, si no avanzaba por mis propios medios, nunca podría estar a su altura en el verdadero sentido de la palabra.
Quizá mi frustración se reflejaba en el rostro, porque Nanako me miró con una expresión seria y dijo:
—…Vaya, pensé que me ibas a responder con algo como siempre, pero parece que de verdad estás desanimado.
—Pues claro. Cuando las cosas no salen bien, uno no puede estar animado.
—Hmm… —Nanako asintió, como si hubiera comprendido algo, y continuó—: Mira, sé que quizás no te guste la idea…
—¿Qué pasa?
Con algo de vergüenza, giró el rostro a un lado y dijo:
—Estuve intentando hacer una canción yo sola, esforzándome de verdad, pero todavía no me acostumbro a ese tipo de cosas. Estoy totalmente atascada.
Ahora que lo pensaba, Nanako también le había pedido ayuda y consejos a Kyoya para producir y desarrollar sus ideas. Pero según ella misma había dicho, había decidido por iniciativa propia reducir ese tipo de dependencia.
—Así que… bueno, ¿qué te parece si compartimos nuestras frustraciones, aunque sea un poco? Es mejor que aguantarse todo sin poder decirlo a nadie, ¿no?
Me sorprendió.
No solo por el hecho de que Nanako me dijera algo así, sino porque no me imaginaba que estuviera acumulando pensamientos sin salida y quejas contenidas.
Vaya… no era solo yo, entonces.
Para ser sincero, siempre pensé que Nanako era mucho más madura que yo como creadora.
Su decisión de disminuir la ayuda de Kyoya por iniciativa propia, y el hecho de que no recurriera a trucos fáciles en sus composiciones, sino que siempre estuviera explorando nuevas formas, me lo demostraban.
Por eso, honestamente me sentí un poco aliviado… y también como si hubiera ganado una compañera.
—Jee…
—¿Qué fue eso de «jee»? Si no te interesa, olvídalo.
Como siempre, me soltó una frase medio molesta, así que le respondí:
—No, no es eso. Es una propuesta que agradezco mucho. —Lo dije haciendo una exagerada reverencia—. Será un honor acompañarte en tus quejas y frustraciones.
—¡O-oye, no digas eso tan serio! ¡Me da vergüenza!
Ella agitó las manos con torpeza, como siempre, avergonzada, y no pude evitar reírme.
—¡No te rías, oye!
—Lo siento, lo siento. Pero de verdad, cuento contigo.
Se suponía que había venido preocupado por cómo se sentiría ella con todo este enredo romántico… y al final, fue ella quien terminó preocupándose por mí.
Pensar que ya hemos llegado a este punto…En ese momento, sentí profundamente que había sido una buena decisión haber elegido regresar.
Con solo poder crear cosas mientras hablaba de esto con ellos, ya me sentía una persona afortunada.
◆
El aeropuerto de Fukuoka realmente se encontraba dentro de la ciudad. Bastaba con tomar unas pocas estaciones de metro para llegar a la zona más concurrida del centro, y sentí que sin duda eso era una característica que no se veía en otras ciudades.
Un poco más adelante, se llegaba a la zona donde estaba el Domo de Fukuoka, y al salir a la superficie, el tren pasaba junto a la costa, para después, de repente, mostrar montañas, campos de cultivo… era una ciudad compacta en la que todos los elementos se concentraban a pequeña escala.
—Cuando uno se muda aquí, al principio se siente un poco deprimido, como si se hubiera ido muy lejos, pero a medida que pasa el tiempo se empieza a dar cuenta de que es un buen lugar~. —dijo Shinoaki, sonriendo con alegría.
Los campos comenzaron a mezclarse con las zonas residenciales, y el paisaje empezó a volverse más apacible. Pasamos una estación con el nombre de una universidad nacional, y luego una más, hasta que se escuchó el anuncio:
—Próxima estación: Hatae.
—Ah, aquí es donde bajamos, —dijo Shinoaki, poniéndose de pie rápidamente.
—Hatae… Ah, se escribe como «olas» y «abundantes».
En el mapa de la línea dentro del tren, el nombre aparecía en kanji. Al llevar el carácter de «muchas olas», pensé que debía estar cerca del mar.
Sin tiempo para pensar demasiado, el tren llegó y las puertas se abrieron. Shinoaki y yo bajamos al andén, y siguiendo su guía, subimos las escaleras hacia la salida.
En el área abierta del piso superior se encontraba la salida con torniquetes. Pasamos nuestras tarjetas IC [2] y salimos.
La vista que se abrió frente a nosotros era la de un típico pueblo rural.
—Así que esta es la ciudad donde creció Shinoaki.
Frente a la estación había un edificio del sindicato agrícola, un pequeño supermercado, un banco y un amplio estacionamiento. Un poco más lejos se veía un gran gimnasio y un edificio blanco que probablemente era una escuela primaria o secundaria.
—Jejé, no hay nada, ¿verdad? No hay nada, pero es un buen lugar.
Era cierto, no había nada especialmente destacable. Por el nombre de la estación, había pensado que el mar se extendería a lo lejos, pero no era así.
Aun así, al pensar que esta era la ciudad donde había nacido Shinoaki, ese paisaje apacible me pareció tener algo especial. Puede que todo fuera una cuestión de prejuicios, pero en ese momento, no podía simplemente aceptar lo que veía tal cual.
Shinoaki revisó el RINE en su smartphone y dijo:
—Mi papá ya está aquí para recogernos. Debería estar por aquí ya, pero… ah. —Shinoaki miró a su alrededor y de inmediato alzó la voz.
Justo en ese momento, vi que un hombre se acercaba caminando hacia nosotros.
—Aki, bienvenida de vuelta, —le dijo con una sonrisa amable y cálida en el rostro.
Ella asintió con alegría y respondió:
—Gracias. Ah, Kyoya-kun, él es mi papá. —Me lo presentó con una expresión feliz.
—Tú debes ser Kyoya Hashiba-san, ¿no? Yo soy Jin, el padre de Aki, —dijo Jin-san mientras se inclinaba educadamente con un gesto natural. Parecía estar en sus cincuenta; aunque tenía algunas canas, las gafas de montura plateada le daban un aire de caballero elegante y sereno.
Este es el padre de Shinoaki, ¿eh?
Al igual que el paisaje tranquilo del campo, y aunque sonara algo irrespetuoso pensarlo, no parecía haber nada especialmente extraordinario en él. Simplemente daba la impresión de ser un padre amable.
—Ah, mucho gusto, soy Hashiba, —respondí, inclinando ligeramente la cabeza—. Disculpe por llegar tan de repente, —agregué, algo apenado.
—Jajá, no te preocupes. Somos solo tres en casa y nos sentimos algo solos, así que tener una visita después de tanto tiempo nos tiene bastante emocionados.
Lo que dije con timidez fue aceptado con total naturalidad. Tal como había dicho Shinoaki, al parecer no debía preocuparme por ese asunto.
—¿Eh? ¿Y qué pasó con Yuu-kun? —preguntó Shinoaki, mirando a su alrededor con expresión intrigada.
—Ah, Yuu… dijo que se quedaba en casa. Lo de siempre, ya sabes, su timidez con la gente.
—Hmm, ya veo, —dijo Shinoaki, asintiendo con comprensión ante las palabras de Jin-san.
—¿Shinoaki, él es… tu hermano menor? —le pregunté.
Ella sonrió dulcemente y respondió:
—Sí, eso mismo~. Pero es muy tímido, así que no suele venir a este tipo de lugares.
—Perdona por eso, con lo lejos que has venido. Hablaré con él luego, —añadió Jin-san.
Ambos, Shinoaki y su padre, me dieron una explicación.
—Ah, no, no se preocupe, de verdad, —dije apresuradamente mientras agitaba la mano, intentando dejar claro que no era ningún problema.
Ahora que lo pensaba, Shinoaki me había hablado un poco sobre su hermano menor en una ocasión.
Me había dicho que era responsable, algo estricto con ella, y que por eso ella, en tono de broma, decía «¡No me cae bien!».
Por supuesto, sabía que eso no era más que una forma de expresar su afecto, y tal vez por eso mismo, me había quedado con más curiosidad sobre cómo sería él realmente.
Parece que el encuentro con él tendrá que esperar un poco…Una leve inquietud comenzó a surgir en mi interior.
—Tengo el coche aparcado por allí, así que por ahora, ¿vamos a casa? —dijo Jin-san.
—Sí, claro. —respondí, y los seguimos.
Mientras caminaba, me puse a pensar en esa inquietud que se me había metido en la cabeza.
No es que ellos me hubieran dado alguna advertencia o señal de precaución, así que seguramente todo se debía simplemente a la timidez o a la incomodidad natural de su hermano…
Aun así, no puedo evitar pensarlo.
No es que esperara que me recibieran con los brazos abiertos, pero que se «cancelara» el encuentro desde antes de empezar me dejaba con cierta preocupación.
Pero bueno, tampoco tenía sentido agobiarse tanto por eso en este momento, y en todo caso, este viaje no lo había hecho para caerle bien a él. Mientras no llegáramos a llevarnos mal, eso ya sería suficiente.
Así que, por ahora, decidí no preocuparme demasiado por ello.
◆
Oficinas centrales de Succeed Soft, sala de desarrollo. Ese era el lugar donde trabajaba a medio tiempo.
¡Aunque últimamente sentía que trabajaba tan intensamente que ya ni sabía si eso de «trabajo de medio tiempo» era algo que se pudiera comer o qué!
Pero bueno, como me lo estaba pasando bien, no importaba tanto… excepto por una cosa que sí me tenía muy descontenta. Ya hablaría de eso más adelante. Por ahora, tenía que entregar el trabajo recién terminado a mi superior, mi querido «Onii-sama».
—¡Matsuhira-san, ya terminé! ¡Veinte objetos y otros elementos más, todo tal y como me lo pediste, perfectamente teeerminado! —anuncié con una expresión llena de confianza, extendiendo ante él la hoja impresa con la lista de imágenes.
—Oh, qué rápido. Bien, entonces voy a revisarlo, —respondió.
Como siempre, revisó cada hoja con movimientos precisos y cuidadosos, asintiendo mientras pasaba de una a otra. No sé cómo explicarlo, pero todo lo que hace Matsuhira-san con esas manos detallistas le sale perfecto, como si fuera natural en él.
—Ah, por cierto… ¿Paisen se ha comunicado contigo de alguna forma?
—¿Hashiba-kun? No, aparte del mensaje avisando que se tomaría el día libre, no he recibido nada, —respondió.
Yo, un poco frustrada, le mostré a Matsuhira-san el mensaje que había recibido de Paisen por RINE, con cierto aire de reproche.
—¿A ver, a ver? «Este ciudad es preciosa, y escuché que, como está cerca del mar, los mariscos también están deliciosos…» —decía el mensaje—. Qué envidia, Hashiba-kun.
—¡¿Verdad que sí?! Mientras yo y Onii-sama se parten el lomo trabajando al máximo, ¡Paisen anda por ahí todo feliz, de visita en casa de Shinoaki-senpai! ¡Esto ya es demasiado! ¡Es como una versión extrema de la desigualdad social! ¡Estoy a nada de convocar una huelga en el Reino de Takenaka! Eh… ¿sí? ¿Qué pasa?
Justo cuando intentaba seguir hablando, Matsuhira-san alzó rápidamente la palma frente a mí, indicándome que me detuviera.
—A ver, Takenaka-san, corrige eso. Te dije que no podías llamarme así, ¿recuerdas?
—¿Eh? ¿No puedo llamarte «Onii-sama»? Pero si pensé que era un apodo genial, casi al nivel de Paisen…
—No se puede. Primero, porque soy hijo único. Y segundo, porque ni siquiera soy tu hermano.
—¡Pero, pero! ¡Es que tienes un aire tan de hermano mayor! ¡Para mí eres lo máximo!
—Nada de eso. Anda, repite lo que dijiste desde el principio.
Aunque Matsuhira-san seguía tan sonriente y tranquilo como siempre, parecía que lo de llamarlo «hermano» realmente no lo iba a permitir.
—Síii… Bueno, decía que, mientras Matsuhira-san y yo trabajamos así de duro, ¡Paisen está allá pasándola bien! ¡Qué injusticia más grande es esta!
Mi senpai, a quien llamaba Paisen, estaba justo ahora fuera. Pero no en plan de ir a Shinsaibashi o Namba, no. Se había ido muy lejos, a Fukuoka. Y claro, eso significaba que no estaría trabajando durante ese tiempo.
Por supuesto, entendía que había razones. Y también entendía perfectamente que si se trataba de Paisen, claro que haría algo así. Pero aun con eso, no poder trabajar con alguien a quien admiraba tanto, aunque solo fuera por un tiempo, me hacía sentir sola. No, me hacía sentir realmente sola.
Por eso estaba aquí, quejándome y refunfuñando con mi otro senpai, Matsuhira-san. Pero él, con una habilidad pasmosa, esquivaba todo lo que decía con elegancia. Y para mí, eso era frustrante a más no poder.
¡¿Qué demonios era esa capacidad para esquivar?! ¡¿Es un torero, o qué?! ¿¡Creciste en España!?
—Ni modo. Se trata de Shino-san, ¿cierto? Como dijo que estaba preocupado por ella, yo mismo le recomendé que la acompañara.
—¡¿Eh, en serio, Matsuhira-san?! ¿¡Tú le diste el visto bueno!?
Sabía que Paisen y Shinoaki-senpai tenían una relación de confianza muy fuerte. Por eso entendía que hubieran ido juntos a Fukuoka. ¡Pero no sabía que hasta Matsuhira-san lo había aprobado!
—Jajá, tampoco es como si necesitara mi permiso para hacerlo. Es solo una opinión general, nada más.
—Hmm, ya veo…
—Y además… —Matsuhira-san puso una expresión un poco más seria y añadió—: Cuando alguien que se dedica a crear cosas se agota, muchas veces ya es demasiado tarde cuando se nota. Por más joven que sea, no se puede tomar a la ligera.
Y ahí me di cuenta, de forma muy clara, de lo mucho que se preocupaba sinceramente por Shinoaki-senpai.
—Sí-sí, eso es cierto… eso pensé. —Intuí, de forma instintiva, que ese no era un tema en el que debía meterme.
Matsuhira-san, cuando hablaba de esta forma habitual, siempre entendía las bromas, era entretenido al conversar, y hasta alguien tan tonta como yo, podía mantener el ritmo con él sin problema. ¡Así que de eso se trataba tener habilidades sociales! Pensaba con admiración que no dejaba ningún flanco descubierto en ese aspecto.
Pero últimamente había comenzado a notar que, cuando se trataba de salud o cosas parecidas, parecía tener una especie de fijación… o un apego especial. Un tiempo atrás, cuando fui a trabajar usando mascarilla porque tenía síntomas de un resfriado, me ordenó con tono algo severo que me fuera a casa a descansar, que él se encargaría del trabajo.
Claro, probablemente fue porque habría sido un desastre si contagiaba a los empleados, pero aun así, confirmé una vez más que ese era un terreno en el que no debía meterme.
—Bueno, dicho eso, vamos a cubrir entre los dos el trabajo de Hashiba-kun en su ausencia, ¿de acuerdo?
—¡Sí! ¡Me esforzaré al máximo por esa parte!
Siempre y cuando no tocara cosas delicadas, era un senpai absolutamente ideal. Así que también me propuse tener cuidado con eso y trabajar duro hasta que Paisen regresara.
¡Ánimo y energía, Takenaka! Si ahora me esfuerzo con todo, ¡seguro que Paisen estará muy feliz cuando vuelva!
Sí, en momentos de emergencia como este, Paisen seguramente estaría observando cuánto podía lograr yo sola.
«¡Guau, Takenaka-san, lo estás dando todo! Entonces, para el próximo proyecto te haré parte del equipo principal»… ¡quizás no falte mucho para que eso deje de ser un sueño!
¡Por ahora, terminaré rápidamente este trabajo que acabo de concluir, y pasaré al siguiente…!
—Ah, sobre este gráfico que me acabas de entregar, parece que habrá que hacer correcciones, así que iré recopilándolas.
—¡Gyaaah! ¡Ahí sí que no tienes piedad, senpai!
◆
La casa de la familia de Shinoaki estaba a solo unos minutos en coche. Era un lugar tranquilo, muy apropiado para describirlo como un barrio residencial apacible.
—Así que esta es la casa de Shinoaki…
Era más grande de lo que había imaginado. De estilo occidental, con ventanas de diseño bastante particular.
Según me contó Shinoaki de camino, en un principio habían buscado una casa nueva ya construida, pero encontraron una propiedad usada que era justo lo que querían, y decidieron mudarse de inmediato. Esa casa ideal era esta misma.
—Aki solía decir que esta casa parecía la de una bruja, ¿sabes?
—¿Yo decía eso? Jejé… no lo recuerdo para nada~.
Aunque ella no lo recordara, era muy probable que realmente lo hubiera dicho.
Parece que tiene algún tipo de magia, después de todo.
La forma de las ventanas, el diseño del techo… había claramente un aire diferente, distinto del ambiente japonés de los edificios cercanos. Si uno buscaba algo especial en el entorno que vio nacer a Shinoaki, probablemente señalaría este lugar. Esa fue la impresión que me dio.
Entré a la casa después de Shinoaki y Jin-san. La entrada era amplia y daba una sensación de apertura. Todo estaba ordenado con esmero, lo cual contrastaba un poco con la imagen que tenía de Shinoaki, quien no era precisamente buena para mantener las cosas en su lugar.
A la derecha de la entrada, se extendía un largo pasillo. Según explicó Shinoaki, desde ahí se podía acceder a todas las habitaciones.
—La sala de invitados está en el primer piso, así que puedes dejar el equipaje allí, —me dijo Jin-san, quien había abierto la puerta primero, y se dirigió a abrir una puerta al fondo.
—¿Eh? La cerradura…
Pero estaba cerrada con llave y no pude abrirla.
—Ah, esa no es la sala de invitados. Es por aquí, por aquí.
—Ah, ya veo. Perdón.
Shinoaki me guio y me llevó a otra habitación.
La sala de invitados a la que me condujo era una habitación de estilo japonés bien iluminada. Un cuarto espacioso con tatami, donde había un juego de futones doblados y apilados. En una casa de estilo occidental, este espacio se sentía algo fuera de lugar, como si hubiese sido remodelado y añadido posteriormente.
—Si necesitas algo, no dudes en decírmelo, —me dijo amablemente Jin-san.
Pero como recién llegué a casa de alguien, pedir cosas así de repente se sentía un poco inapropiado.
Si llegara a faltar algo, tal vez pueda ir a una tienda de conveniencia.
Recordaba haber visto un Dawson [3] cuando veníamos hacia aquí, así que si surgía algo, podía contar con eso. En el Japón de hoy, mientras haya una tienda de conveniencia cerca, uno puede arreglárselas.
Dejé el equipaje, saqué lo necesario y solté un suspiro. La había seguido hasta Fukuoka tal como me lo había pedido, e incluso había entrado a su casa familiar. Era evidente que, para ser solo un amigo, me había involucrado demasiado.
—¿Qué está pensando, realmente? —me pregunté.
Era una pregunta dirigida tanto a Shinoaki como a mí mismo.
Yo mismo aún no comprendía muchas cosas. No sabía qué iba a hacer con lo que llegara a saber sobre ella, si había venido hasta aquí para recopilar información que me ayudara a decidir algo, o si todo era simplemente una extensión de mi interés personal. Había muchas cosas que todavía no podía entender del todo.
A pesar de estar en un entorno hogareño y cálido, yo llevaba conmigo una tensión completamente opuesta. La inmensidad que representaba la existencia de Shinoaki era algo que aún no lograba comprender ni un poco.
[1] El shinkansen es el tren bala de Japón, conocido por su alta velocidad, puntualidad y seguridad. Conecta ciudades principales como Tokio, Osaka y Kioto, alcanzando velocidades de hasta 320 km/h. Es un símbolo de la tecnología ferroviaria japonesa y una opción eficiente para viajar largas distancias.
[2] Las tarjetas IC son tarjetas recargables de prepago utilizadas en Japón para pagar transporte público y compras menores. Funcionan con tecnología de comunicación inalámbrica y permiten un acceso rápido en trenes, autobuses y tiendas, sin necesidad de billetes ni efectivo.
[3] Parodia a Lawson, una de las cadenas de tiendas de conveniencia más grandes de Japón.
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