¡Supervivencia en Otro Mundo con mi Ama!

Capítulo 179. De nuevo en Merinesburg

—Noja… noja…

Sí, esto no tiene remedio. Los químicos que hace Poizo también funcionan en dragones. Ahí estaba Grande —que pasó por un montón de cosas horribles—, acurrucada en una esquina de la habitación, murmurando «noja noja» sin parar… pobre Grande. Me preocupa que si algún día junto a Poizo con Isla, se desate una reacción química digna del infierno.

¿Eh? ¿Me preguntas por qué yo no terminé como Grande, con la mirada vacía y balbuceando en un rincón? ¡Es que estoy acostumbrado! ¡Jajajá! Jajajá… Bueno, tal vez yo también tenga los ojos muertos ahora mismo.

—Poizo, en serio, deberías controlarte un poco. Estás rompiendo el estado mental de Grande.

—Es más frágil de lo que parece, nodesu.

—¿Poizo? ¿Quieres que tengamos una pelea de verdad?

—¡Lo siento, nanodesu!

Al ver mi mirada cargada de auténtica molestia, Poizo se disculpó enseguida. Ojalá aprendiera a disculparse honestamente desde el principio en situaciones como esta.

—¡Hiciste enojar a Kosuke, Poizo!

—Debes perdonarla. A veces se emociona demasiado, pero estoy segura de que realmente se arrepiente.

—…A ustedes tres les debo más de lo que podría pagar en toda la vida, así que puedo tolerar algo de imprudencia… pero no si afecta a Grande.

—Lo siento mucho, nanodesu…

Poizo se disculpó ahora sí con genuino remordimiento. Al mirar hacia Grande, vi que Poizo se acercó a ella para pedirle perdón. Bien, al menos parece que esta vez está reflexionando de verdad.

Lo que realmente ocurrió… mejor lo guardaré en secreto. Por el bien del honor de Grande.

—¿Qué hora es? Es difícil saberlo estando bajo tierra.

—Todavía es temprano. Apenas acaba de salir el sol.

—Ya veo. Ahora que lo pienso, ¿no iba a contactarme Ellen?

—Ella dijo que te esperaba en el castillo antes del mediodía. Con una carta de invitación.

—Ah, cierto, la carta.

Era la carta que Ellen me había entregado cuando nos despedimos. A cambio, le había dado un colgante hecho con una bala de rifle sin pólvora.

—Entonces, supongo que me iré justo después de desayunar… Si camino con calma, llegaré justo a tiempo.

—Desayuno matutino.

—Hoy me gustaría comer algo diferente a carne de gizma.

—Entonces prepararé algo de carne de güiverno.

Así comenzó un nuevo día.

Por cierto, la carne de güiverno resultó ser bastante popular entre Lima y las demás. A Poizo especialmente le encantó la cola con la aguja venenosa. Me pregunto si planea usar el veneno de la cola para crear algún tipo de droga rara…

—He reflexionado, nodesu. No tienes de qué preocuparte, nanodesu.

Lo dijo con mucha seguridad… pero no sé. Mejor voy a mantener los ojos bien abiertos respecto a su comportamiento.

—¿Estás seguro de que estarás bien solo?

—Estaré bien. Quiero decir, por muy problemático que pueda ser, sería un desastre que Grande me acompañara… causaríamos un escándalo instantáneo.

—Mmm… aunque en Erichburg nadie se molestaría por eso.

—Merinesburg todavía está bajo fuerte influencia de Adel, o más bien, del Reino Sagrado. No podemos arriesgarnos.

Grande también logró recuperarse un poco después de desayunar. Aunque todavía se mantenía a una prudente distancia de Poizo…

—De todos modos, ten mucho cuidado. Si algo te pasa, voy a destruir todo.

—Estoy seguro de que eso no lo dijiste de juego… así que seré muy cuidadoso.

Si Grande llegara a desatarse en Merinesburg, sería un desastre. Y no solo en términos de daños físicos: políticamente sería catastrófico. Así que más me vale protegerme bien. Después de todo, Grande sigue siendo un dragón… y si pierde el control, su furia podría aplastar vidas humanas como si fueran basura.

Después del desayuno, terminé de prepararme para salir. Por cierto, mi desayuno hoy fue leche y unas galletas de bloque. Dejaré a tu imaginación de qué tipo de leche estamos hablando.

Ahora bien, esto no tiene nada que ver, pero en las zonas con alta población de semihumanos, aproximadamente el 30% de la leche que circula es leche materna de mujeres de razas tipo bestia —como las de tipo vacuno— y similares. Se dice que muchas de ellas, debido a su constitución, son capaces de producir leche incluso sin estar embarazadas. No solo vacas, también cabras, ovejas, caballos, y en casos más raros, camellos y alpacas. En fin, es un dato curioso sin relación directa.

Ah, y alrededor del 40% de los huevos comestibles en estas regiones son huevos no fertilizados de razas ovíparas, como arpías, reptilianos, gente alada y otros. El porcentaje parece alto, pero en realidad la cantidad en circulación es baja.

En mi caso, cuando los guardo en el inventario, se registran como «leche de xxx» o «huevo de xxx», así que sé de inmediato su origen… No, no, mejor olvidemos este tema. Jajajá… parece que también me estoy adaptando a este mundo.

—Bueno, me voy.

—Cuídate mucho.

—Ten cuidado, ¿sí?

—No bajes la guardia.

—Cuídate, nanodesu.

Lima y las demás me despidieron mientras salía por la vía del bosque del sistema de alcantarillado. El sol brillaba con fuerza.

—Bien, vamos allá.

Mi atuendo de hoy era estilo mercenario: armadura de cuero de güiverno reparada, casco de acero, escudo redondo a la espalda, espada corta y cuchillo en el cinturón, y lanza corta en mano. Normalmente no saldría así de armado, pero esta zona es hostil, y además me ayuda a pasar desapercibido. Un hombre solo, vestido como mercenario o aventurero, no levantaría sospechas.

El resto del disfraz lo completaban ropa interior adecuada, un saco lleno de carne seca y pan horneado, una cantimplora y una bolsa de monedas.

En cuanto a mis habilidades con la lanza y la espada… bueno, puedo defenderme razonablemente bien. Durante mi estancia anterior, Lima y las demás me entrenaron de forma bastante intensa. Y después, cuando volví, cometí el error de mencionar esto delante de la Srta. Zamir… Desde entonces, me ha estado entrenando unas tres o cuatro veces por semana. Aunque su entrenamiento no es tan brutal, ahora tengo la fuerza suficiente para vencer a los nuevos reclutas del Ejército de Liberación.

¿Que si acaso es un gran logro vencer a los reclutas novatos? No, claro que no. Es apenas un peldaño por encima de un amateur.

Sin embargo, hay que considerar que los nuevos reclutas son, en su mayoría, semihumanos. Y en términos físicos, los semihumanos son superiores a los humanos normales. Así que, en un combate cuerpo a cuerpo, incluso un recluta semihumano puede vencer a un soldado humano promedio. En otras palabras, si yo puedo vencer a un recluta semihumano, eso me coloca al nivel —o incluso un poco por encima— de un soldado humano veterano.

Al menos, ahora soy capaz de derrotar a un goblin con una lanza sin mucho esfuerzo, gracias al entrenamiento y la experiencia de combate real.

Eso sí… no quiero enfrentarme a más de tres enemigos a la vez. Si me rodean más de tres, sacaré la escopeta o la ametralladora y haré que todo estalle en llamas. Por más que haya mejorado, sigo siendo un debilucho.

Aunque si le dijera eso a los nuevos reclutas que entrenan conmigo, seguramente me mirarían como diciendo: «¿De qué demonios estás hablando?».

Mientras caminaba por el bosque, iba pensando en cosas completamente inútiles. De camino, me topé con un goblin, así que utilicé un salto en carrera para huir a toda velocidad y logré salir del bosque sin problemas.

¿Eh? ¿Que por qué no luché contra él? Podría haber sido una oportunidad para ganar experiencia, sí, pero honestamente no creo que valga la pena arriesgarme en vano. Si se trata de entrenar, sería mucho mejor ir a las montañas Sorel y cazar güivernos. Si además contara con Grande o la Srta. Zamir como escoltas, sería perfecto.

A decir verdad, ahora mismo ni siquiera siento la necesidad de subir de nivel. Si el aumento de nivel me desbloqueara recetas de nuevos objetos, quizás me motivaría más, pero la mayoría de las mejoras que obtengo son a través de los puntos de habilidad que gano al subir de nivel. Subir de nivel solo mejora mis habilidades físicas o acorta los tiempos de creación… También mejora mis habilidades de minería, pero no tengo problemas con eso en este momento; de hecho, ¡tengo recursos de sobra!

Con todo lo que tengo que hacer en Erichburg, no tengo tiempo para ponerme a farmear experiencia.

Salí del bosque, me incorporé a la carretera como en ocasiones anteriores y caminé tranquilamente hacia Merinesburg. Las carreteras estaban tan concurridas como siempre, pero me daba la impresión de que había menos gente que antes. No era una disminución alarmante, pero se notaba. Los campesinos que venían de las aldeas a vender sus cosechas seguían presentes, pero parecía haber menos comerciantes y viajeros. Quizás era solo una impresión… Aunque, pensándolo bien, la cantidad de personas bien vestidas intentando salir de Merinesburg definitivamente había disminuido. De hecho, ya ni siquiera se les veía. Seguramente escaparon de aquí tan rápido como pudieron.

Al llegar a la misma puerta por donde había entrado en el pasado, fui sometido a la inspección de rigor. Era un soldado diferente al de la vez pasada, y no mostró ninguna reacción cuando le dije que me llamaba Ko. Aunque ya habían registrado el color de mis ojos y cabello, mi pelo negro seguía llamando la atención.

Nada más entrar en Merinesburg, vi que, cerca de la puerta, seguía habiendo un grupo de chicos sucios acurrucados. Uno de ellos se acercó a mí.

—¿Amigo? ¡Ah, sabía que eras tú, el sujeto de cabello oscuro! ¿Has vuelto?

Era el mismo chico que me había guiado por la ciudad durante mi anterior visita. Por su aspecto, no parecía ni herido ni enfermo, lo cual me alegró bastante.

—Ha pasado tiempo.

—¿Quieres que te guíe otra vez?

—Bueno…

La verdad, solo tenía que ir al castillo, así que no necesitaba que me llevaran. Pero ya que estaba en Merinesburg, quizás sería buena idea comprar algunos recuerdos después. Aunque primero debía atender el asunto principal.

—Tengo asuntos que resolver, así que ahora no necesito un guía. Pero cuando termine, estoy pensando en hacer algunas compras. ¿Dónde puedo encontrar buenas cosas para llevar como recuerdos?

—¿Recuerdos? Entonces puedes ir al mercado, al distrito de artesanos o a alguna tienda general que hay por esta calle principal.

—Conozco la calle de los artesanos, pero no sé dónde está el mercado. ¿Dónde queda?

Le mostré una moneda de cobre, y él levantó dos dedos. ¿Dos monedas? Bueno, no está mal, aunque el chico es bastante directo. Le entregué las dos monedas de cobre, y él me sonrió ampliamente.

—Gira a la derecha por esta calle, y después de un rato verás el mercado a tu izquierda. En esta época, los albaricoques secos y las ciruelas pasas están muy buenos.

—Entendido. Nos vemos luego.

—¡Usa mis servicios si necesitas algo más!

Me despedí con un gesto de la mano mientras el muchacho me gritaba desde atrás. Luego, continué mi camino directo hacia el castillo. Dado que el castillo se podía ver desde cualquier punto de la ciudad, era imposible perderse. Caminé a paso firme, aunque sintiendo un poco el peso incómodo de la armadura a la que no estaba acostumbrado.


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