Bastardo Mujeriego

Vol. 7 Prólogo. Mi Vida de Solitario y un Nuevo Comienzo

—¡De pie! ¡Firmes, saluden! ¡Estamos a su cuidado!

Cuando el timbre resonó por todo el colegio, uno de los alumnos dio esa orden. Algunos pocos en la clase la siguieron con un claro «¡Estamos a su cuidado!», mientras que la mayoría respondieron con un desganado «cuidado» o «…dadoo», para luego sentarse.

—Bien, vamos con la clase. Hoy seguimos desde donde lo dejamos la vez pasada. Veamos… ¿en qué página íbamos en esta clase? Oye, Kanai, ¿qué página era? …Oigan, ¿y Kanai?

—Profe, Kanai-san está ausente hoy.

—¿Ah, sí? Qué raro, ella casi nunca falta.

—Creo que estábamos en la página 149 del libro.

—Ya veo, entonces empezamos desde ahí. Primero, repasemos esta fórmula…

Tras ese breve intercambio, el profesor, que estaba de pie junto al estrado, empezó a escribir en la pizarra con una tiza. En ese momento, uno de los chicos en el aula le susurró algo al compañero sentado a su lado.

—Oye, ¿por qué habrá faltado Kanai hoy?

—Ni idea… el profe tampoco dijo nada esta mañana. Tal vez esté resfriada o algo.

—Hmm… ¿y si está con la regla?

—Deja de llevar la conversación a esos temas. Eres un enfermo.

Aquella charla, que se daba al fondo del salón, parecía no haber llegado aún a los oídos del profesor.

La «Kanai» de la que hablaban era Sumika Kanai, la delegada de la clase. Para ellos, Sumika era lo que se suele llamar «una flor en lo alto del risco»: inalcanzable. Incluso dentro de esta academia llena de chicas de alto nivel, se decía que ella estaba entre las tres más bellas. Inteligente, de modales intachables y envuelta en un aire de elegancia, muchos chicos la veían como fuera de su alcance, pero aun así no podían evitar tenerla en la mira.

Y esa Sumika Kanai había faltado hoy.

Era algo sumamente inusual. Si sus recuerdos no les fallaban, ella nunca antes había faltado. Incluso normalmente, la encargada de dar la orden para comenzar la clase era ella, pero hoy otro estudiante la había reemplazado.

Además, ese día había otra persona ausente en su clase.

—Ah, cierto, Nobuoka también faltó hoy.

Rurina Nobuoka. A diferencia de Sumika, era una chica problemática, rebelde, una gal con mala fama tanto por su aspecto como por su actitud. Y hoy, su asiento también estaba vacío.

—Es que esa chica siempre se salta las clases, ¿no? Además, no hay forma que Nobuoka y Kanai tengan algo que ver. Su ausencia no tiene nada que ver con lo de Kanai.

—Sí, supongo que es cierto. Son polos opuestos, si me preguntas.

En ese momento, pasaron por alto algo: había un tercer compañero ausente en el aula. El asiento del chico estaba en la última fila, junto a la ventana. Como siempre fue un invisible, un solitario que pasaba desapercibido, a nadie le importó que faltara.

—Bueno, empezaremos con este problema que escribí en la pizarra. Como ya lo vimos antes, si prestaron atención a la lección, será fácil. …Y ustedes dos, que creen que no los escuché susurrando. Si tienen tanto tiempo libre, supongo que esto les resultará pan comido, ¿no?

—…Mierda…

—Uwah… qué mala suerte.

—¡Vengan adelante y demuéstrenlo!

Los dos chicos, resignados, tuvieron que pasar al frente a luchar con el problema de matemáticas. Era una escena cotidiana, una más de la rutina escolar.

Pero ese tercer compañero que habían ignorado… en ese preciso instante, estaba viviendo algo muy lejos de lo ordinario.

*

—Ah… esto es increíble, chicas.

El placer de sentir sus lenguas en mi cuerpo me arrancó un gemido.

Mi nombre es Shinji Seto. Hoy era un día normal de clases, pero a las 10 de la mañana, en lugar de estar en la escuela, estaba en mi casa. Mis padres estaban en un viaje de trabajo más allá del mar, así que vivía solo en esta casa.

El salón estaba a oscuras como era de esperar a estas horas con las cortinas cerradas y las luces apagadas. Ahí estaba yo, recostado en el sofá, con todo mi peso hundido en el respaldo, y sentía cómo dos chicas deslizaban sus rojas y húmedas lenguas a lo largo de mi pene erecto.

—Mmm, chu… ♡ Rero… ♡.

—Chuuu… ♡ Chuuu… ♡.

—Uaaah…

Los tres —ellas y yo— estábamos completamente desnudos.

No era un baño, ni un lugar donde fuera normal estar así sin ninguna ropa. Si un chico y dos chicas estaban en esa situación, solo había una explicación posible.

Sí. Era sexo. En plena mañana de un día de semana, yo, el eterno solitario, el invisible de la clase, estaba ahogándome en el placer con ellas.

Explicar cómo llegué a esto no es fácil. Pero si tuviera que resumirlo… Descubrí, por casualidad, que tenía talento para esto.

Usé todo mi talento al máximo para escapar de mi vida de solitario y decidí disfrutar al máximo los placeres de la vida. Después de sentirme miserable y solitario durante tanto tiempo, me propuse intimar con tantas chicas como fuera posible a través del sexo.

Mi vida de bastardo mujeriego, hasta ahora, había sido bastante exitosa. Empecé con las gal y la delegada de la clase, luego pasé a las chicas del club de natación, las del club de tenis y las del club de atletismo, cogiéndome a todas y usando sus cuerpos para vivir la mejor vida posible. En nuestros tiempos privados, fuera de la escuela, después de clases o los fines de semana, iba a sus casas o ellas venían a la mía, donde teníamos «comunicaciones intensas».

Y ahora, las que estaban chupando mi polla eran una de las gals del salón, Rurina Nobuoka, y la delegada, Sumika Kanai.

—Puhaah… No es justo que nuestras lenguas te hagan sentir tan bien, Shinji… Mira cómo te tiembla la polla… ♡♡.

—Mmm, chuu… ♡. La polla dura y curvada de Shinji-kun… ♡. Sabe tan pervertido… ♡♡.

En la sala de mi casa, conectada a la cocina, había una televisión y un sofá lo suficientemente grande como para que varias personas se sentaran. Yo estaba sentado justo en ese sofá, con las piernas y brazos abiertos, en una postura que a lo mejor la palabra arrogante se le queda corto y que, en cualquier otro lugar (como el tren), me habría hecho fruncir el ceño de verla. …Pero esta era mi casa, así que podía permitírmelo. Entre mis piernas, mi polla, completamente erecta, apuntaba hacia el techo, las venas palpables y los testículos llenos de semen.

Mientras las dos chicas más atractivas de la escuela me la mamaban, miré el reloj de la pared.

—Ya son las diez y media… La tercera clase ya empezó, pero al final la vamos a faltar.

—¿Y qué? Mejor concéntrate en tu polla.

—Sí, Shinji-kun… Aún solo nos has hecho correr dos veces cada una hoy desde que despertamos…

Lo que goteaba y se desbordaba de los húmedos coños de ambas chicas era el semen que yo había derramado con mi polla mientras cogíamos hace rato. Hasta hace apenas un momento, habíamos estado ocupados en el acto sexual sin condón, completamente sin protección. Nos habíamos dejado llevar tanto por el sexo que los tres terminamos faltando a la escuela.

— …Bueno, Rurina-san está acostumbrada a faltar, pero… ¿seguro que tú estás bien, Sumika?

—Mmm ♡. Claro que sí ♡. Ya repasé todo el temario de este semestre; Además, coger contigo, Shinji-kun, es mucho más importante ♡.

—Ahh~, vaya, hacer que la perfecta y estricta delegada de la clase diga eso con cara de perra en celo y esa sonrisa suelta… Ya te volviste todo un bastardo mujeriego, ¿eh? ♡.

Aunque Rurina-san soltó ese comentario irónico, no tardó en unirse a Sumika, restregando amorosamente sus mejillas contra mi polla empapada de saliva. Anoche ya habían estado tan calientes que me habían drenado hasta la última gota en esta misma casa, pero al parecer no fue suficiente: apenas amaneció y ya estaban otra vez rogando por mi polla.

Desde que empecé esta vida de bastardo mujeriego, mis días han estado repletos de sexo con distintas chicas. Cada día un coño distinto, cada día un nuevo hoyo donde vaciarme hasta quedar seco si así me apetece. Hace apenas medio año era un virgen patético, y ahora es raro el día en que no me haya cogido alguna chica.

Pero claro, mis amigas con derechos no pueden tenerme todos los días.

Yo siempre me esfuerzo por cogérmelas haciéndolas sentir lo mejor posible, pero a veces —como ahora con Rurina-san y Sumika— la frustración se les acumula.

Bueno, qué le voy a hacer…, pensé para mí mismo.

En parte, yo tenía la culpa de que se hubieran vuelto tan adictas al sexo. Así que, como su amigo con derecho, era mi deber tomar responsabilidad. Hoy tenía pactado cogerme a algunas juniors del club de tenis, pero mejor les aviso para dejarlo en mañana.

Decidí saltarme la escuela sin remordimientos y enfocarme solo en tener sexo con estas dos. Cerré los ojos para agudizar los sentidos y me concentré en su doble mamada:

Para empezar, los labios de la gal Rurina-san se concentraban en atacar especialmente mi glande. Con sus carnosos labios brillantes de gloss , devoraba una y otra vez la cabeza de mi pene, hinchada y rojiza, mientras su lengua juguetona lamía la superficie con movimientos rápidos. Más abajo, la estudiante de honor Sumika —aquella en quien los profesores tanto confiaban— tenía los ojos vidriosos de placer y chupaba con devoción mis testículos, dejando escapar un gemido entre suspiros.

Los restos de semen que habían quedado en mi miembro, junto con los jugos de amor de ambas chicas, ya habían sido reemplazados por su saliva, dejando toda mi vara brillante y húmeda. Aunque hubiera eyaculado varias veces en el día, mi polla —que nunca perdía su firmeza— temblaba y palpitaba, reaccionando al placer que ellas me proporcionaban.

—Ahh~… esto es increíble, —suspiré, hundiéndome en el sofá por lo grandioso que era.

Por un lado, sabía que como estudiante debía atender las clases con seriedad… pero, por otro, la idea de estar faltando a clase para coger con dos compañeras me llenaba de un placer prohibido.

Al poco tiempo, Rurina-san y Sumika intercambiaron posiciones para atacar mi polla. Rurina-san comenzó a lamer con languidez la parte inferior del tronco, mientras Sumika se llevaba el glande a los labios. …Cuando Sumika se subió al sofá, su trasero quedó al alcance de mi mano, y naturalmente, la extendí para agarrarlo.

—Mmm ♡. Aahh ♡. Shinji-kuuun ♡.

—Oye, Shinji… ¿No te estás pasando con lo que estás haciendo? Es demasiado… sugestivo.

—¿Eh? Pero si ya estamos haciendo cochinadas… ¿no es normal?

Mientras hablaba con Rurina-san, seguí masajeando las nalgas de Sumika, apretando y soltando con mis dedos. Cada movimiento arrancaba de la estudiante de honor un gemido cargado de lujuria. Rurina-san me miró con ojos entrecerrados de desdén, una expresión que conocía bien: era su forma de decir que sentía envidia. Por el rabillo del ojo, noté que su propio trasero se movía con impaciencia, como si también ansiara ser tocado mientras me la chupaba.

—Ugh… chicas, esto es demasiado… No voy a aguantar más. ¿Puedo correrme ya?

—¿Qué? ¿Ya te vas a correr? Bueno, hazlo… Derrámalo todo ♡.

—Sí, córrete cuanto quieras… lléname, Shinji-kun ♡.

—¡Ahh, me corro…! ¡Uuuugh…!

Envuelto en la suavidad de sus lenguas y labios, finalmente exploté. Al principio, Sumika envolvió por completo mi glande con su boca, tragando con avidez cada chorro de semen y haciendo ruidos obscenos. Era surrealista pensar que aquella chica inalcanzable, a quien antes ni siquiera me atrevía a tocar, ahora faltaba a clase para estar conmigo, saciando su sed con mi semen apestoso. Ver eso hacía imposible que mi erección cediera.

Poco después, Sumika se apartó y cedió su lugar a Rurina-san. El contraste era fascinante: Sumika, con su pelo lacio y aire de estudiante de honor, compartiendo mi polla con Rurina, la gal de melena teñida y rizada. Rurina-san tomó el lugar de Sumika y se abalanzó sobre el glande, moviendo la cabeza arriba y abajo mientras chupaba mi polla al completo —tronco incluido— con ruidos húmedos.

—Mmm ♡. Churu ♡. Chururu ♡. Chupah ♡.

—Ahh, eso es increíble… No pares hasta que deje de correrme, Rurina-san.

—Hm… ♡♡♡♡.

Ella me lanzó una mirada de reojo, como si quisiera decir «no me des órdenes»… pero no dejó de hacerme la mamada. Era su forma de ser tierna, incluso en medio de todo aquello.

Finalmente, mi largo orgasmo cesó, y las dos, con mi semen aún en sus bocas, me mostraron sus lenguas al unísono. Asentí satisfecho y deslicé mi polla dentro del cálido coño de Rurina-san. Ella se sentó de espaldas a mí sobre mi polla, aún sobre el sofá, y poco a poco mi erección fue engullida por su interior.

—Ah…♡. Ah…♡. Aaaah…♡.

La normalmente altanera Rurina-san frunció el ceño y jadeó adorablemente.

Aparte de estas dos, muchas otras chicas en la escuela habían conocido mi polla. Bastaba caminar por los pasillos para toparse con alguna. Incluso aquellas que charlaban tranquilamente con amigas o hablaban con otros chicos, habían temblado y gemido al tener mi polla; sus coños llenos de mi semen. Pensar en ello me llenaba de alegría. …Así era mi vida, siempre expandiendo mi círculo de amigas sexuales, y era increíblemente gratificante.

Rurina-san, con mi polla enterrada hasta la base, comenzó a mover sus caderas arriba y abajo, haciendo que sus exuberantes tetas se balancearan en sincronía. Mientras saboreaba cada pliegue vaginal de mi compañera gal, apreté con firmeza sus pechos desde atrás.

—Nnghah…♡ Ah♡. Ah ♡. Ahhh ♡♡. Oh ♡. Oh ♡. Oh ♡. Oooh ♡♡. Eso se siente tan bien ♡♡. Apriétame más fuerte ♡. Shinji ♡♡.

Me pregunté si sería demasiado o si podría lastimarla, pero accedí obedientemente a su petición. Puse más presión en mis manos, y mis dedos se hundieron en la firme suavidad de los pechos de Rurina-san.

—¡Mmmnguuugh…! ♡♡♡.

Rurina-san tembló por completo, su coño apretándome con fuerza mientras alcanzaba el clímax. Aproveché el momento para soltar otro chorro de semen, llenando su útero hasta el borde.

—Ah ♡♡. Haaah ♡♡. Ah ♡. Nnguuh ♡♡. Haa… ♡. Haa… ♡. Haa ♡.

—Shinji-kun, préstame atención a mí también, ¿quieres…? ♡.

—Por supuesto, Sumika. En cuanto Rurina-san termine de correrse, serás la siguiente.

—De acuerdo…♡.

En la sala de estar con las cortinas cerradas, nos entregamos a un sexo placentero y desenfrenado. Sumika, ahora frente a mí en lugar de Rurina-san, se acomodó sobre mi regazo, mirándome, y, con sus dedos, abría su vagina para guiar mi miembro hacia su interior.

—Ah ♡. Uh ♡. Uuugh… ♡♡. La polla de Shinji-kun… ♡. ¿Por qué se siente tan increíble…? ♡♡.

—Tú solo concéntrate en lo más profundo de tu vientre. Como te hice faltar a clase, te haré correr una y otra vez.

—Sí ♡. Por favor ♡. Ah ♡. Ah ♡.

—Uh, aah… Qué bien…

—Shinji-kun ♡. Ah ♡. Yo también me siento tan bien…♡♡.

—Haa, haaa… Necesito agua, jadeé demasiado y me dio sed… Ah, mis piernas están temblando… Maldito solitario… Esto es tu culpa…

Así pasamos la mañana, perdiendo la cuenta de cuántas veces lo habíamos hecho en medio del día de semana. Nuestros cerebros se derretían de placer, y mientras descansábamos en el sofá con las piernas abiertas, Sumika comenzó a hablar de planes que no recordaba haber hecho.

—Cierto, Shinji-kun, el primer día del fin de semana largo nos vemos a las 8 en la estación, ¿de acuerdo? No lo olvides, ¿sí?

—¿Eh? ¿De qué estás hablando?

—Pues del viaje durante el fin de semana largo, claro.

—…¿Viaje? ¿Hablamos de eso alguna vez?

Incliné la cabeza, confundido, y juraría que Sumika y Rurina-san intercambiaron una mirada cómplice.

—Haa… ¿En serio lo habías olvidado?

—Vamos, lo acordamos los tres la otra vez, ¿no?

—¿¿……?? Lo siento, pero por más que lo pienso, no me suena.

—Ay, por favor. ¿Se te licuó el cerebro de tanto coger, o se te convirtió en pito también?

—Bueno, esa forma de decirlo sí que duele…

—Da igual, si Sumika y yo lo recordamos, el problema es tu memoria.

—…Supongo…

Asentí, aunque algo no me cuadraba. Era cierto que las dos tenían mejor memoria que yo, y también era verdad que, entre tantas citas con tantas chicas, a veces me liaba con los planes. Cancelar a una chica no quedaba bien para un bastardo mujeriego como yo. Debía ser más responsable. Justo entonces, Sumika, sentada a mi lado en el sofá, se giró y se inclinó sobre mí mientras decía:

—Nosotras ya reservamos los billetes, así que tú solo prepárate y lleva tus cosas. Es un ryokan[1] con aguas termales precioso. Podremos relajarnos los tres durante el fin de semana largo, ¿qué te parece?

—Bueno, tú solo preocúpate de que tu polla funcione como siempre, ¿no?

Rurina-san, que se había echado sobre mí desde el otro lado, soltó eso como si mi único mérito fuera el sexo.

Duele un poco… pero, de nuevo, no mentía.

El pecho de Sumika presionaba contra mi lado izquierdo, el de Rurina contra el derecho. Los tres entrelazamos nuestras lenguas sobre el sofá.

Pasar el fin de semana largo en un ryokan termal con estas dos, cogiendo como animales sin parar… no sonaba mal. Aunque todo me pilló por sorpresa, dudaba que hubieran inventado un plan ficticio solo para engañarme.

—Mmm… ♡. Shinji-kun, ¿en qué piensas?

—No te distraigas y céntrate en nosotras, ¿quieres?

—Ah, lo siento, lo siento.

—Bueno, no pasa nada… ♡. Mmm… ♡. Haaam… ♡. Reroo… ♡.

—Churu ♡. Chururu… ♡. Chupah… ♡. Chuuu… ♡.

Al final, ese día falté a clase y malgasté el tiempo libre cogiendo con las dos.

Y así, entre el ajetreo de mi vida cotidiana —en la que no paraba de coger con distintas chicas—, llegó el día del viaje a las termas.



[1] Tipo de alojamiento tradicional japonés que originalmente se creó para hospedar visitantes a corto plazo. Hoy se utilizan como hospedajes de lujo para visitantes, sobre todo occidentales. Entre otras comodidades, sus habitaciones se componen de un piso de tatami, baños termales colectivos, jardines y cocina sofisticada con platos típicos.


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