¡Supervivencia en Otro Mundo con mi Ama!
Capítulo 191. Consejo de Guerra
La noche en que se utilizó por primera vez la bomba de piedra mágica brillante, el Ejército de Liberación, tras haber conquistado el último bastión del día —el Fuerte Berlich—, ofreció a sus soldados una cena abundante acompañada de una copa de buen licor.
Puede parecer tacaño servir solo una copa, pero los soldados volverán al combate mañana, y no pueden permitirse beber en exceso. De hecho, Sylphy probablemente desearía darles uno o dos días de descanso, pero, lamentablemente, no hay tiempo para eso. Nuestra misión es eliminar cualquier amenaza en el camino y llegar a Merinesburg lo antes posible.
Mientras los soldados comían y saboreaban su única copa, un hombre con una gran sonrisa en el rostro se dirigió a mí:
—De todos modos vamos a matarlos a todos y destruir el fuerte. Así que deberíamos usar las bombas todo lo que podamos. Nos ahorrará mucho tiempo y esfuerzo.
—Después de utilizar la bomba de piedra mágica brillante, el aumento en la concentración de magia en el entorno es extraordinario. Si se abusa de su uso, existe el riesgo de provocar algún tipo de desastre mágico. Como maga, no puedo apoyar que se use sin control.
—Aunque es cierto que la bomba agiliza las cosas, no quiero que destruya el fuerte y sus suministros junto con los soldados enemigos. Por más fácil que le resulte a Kosuke reconstruirlo en el futuro, abusar de la bomba afectaría el gobierno futuro de la zona. Y tampoco podríamos saquear los recursos.
—Independientemente de cuán útil sea su uso estratégico, no se puede negar su efecto en la moral de nuestras tropas. Aunque, por otro lado, aterroriza a los soldados enemigos.
—Yo no tengo ningún problema con lanzar la bomba. Sé que puedo evacuar antes de que explote. Las soltaré tantas veces como se me ordene.
Cada uno expuso su punto de vista: Sir Leonard, Isla, Melty, Zamir y Pirna, respectivamente.
El argumento de Sir Leonard era sensato. Vamos contra el tiempo, y arrasar con una bomba ahorra esfuerzo y recursos, además de lo eficiente que es. Sin embargo, también era necesario prestar atención a las advertencias de Isla. En el pasado, los elfos del Bosque Negro crearon el Páramo de Omit al desatar ataques devastadores con piedras espirituales. El uso indiscriminado de las bombas de piedra mágica brillante podría llevar a un resultado similar.
—¿No será que Melty está siendo un poco codiciosa?
—Decirlo así suena bastante cruel. Los fuertes y guarniciones se construyen por una razón. Están ahí para proteger las rutas, eliminar bandidos y monstruos cuando sea necesario. En el corto plazo, perder un fuerte puede no parecer importante, pero tarde o temprano habrá que reconstruirlo. Y eso implicaría enviarte a ti, Kosuke-san, a la retaguardia. Con tantas tareas en las que te necesitamos, sería ineficiente que tuvieras que alejarte por destruir un fuerte que podría haberse conservado, ¿no crees?
—Bueno, sí…
—Además, seguimos en guerra. Para continuar con las operaciones militares necesitamos armas, armaduras, puntas de flecha, medicinas, comida, dinero y muchos otros suministros. Cuantos más podamos recuperar, mejor. ¿Lo comprendes, verdad, Kosuke-san?
—Sí, lo entiendo.
—Es muy injusto que me llames codiciosa…
Melty se cubrió los ojos con la manga de su vestido, fingiendo tristeza. Muy teatral. Aunque, bueno… sí, decirle codiciosa fue un poco exagerado.
—Tienes razón, me pasé con lo de codiciosa.
—Está bien. Mientras lo reconozcas, —dijo, sonriendo dulcemente.
Qué rápido se le pasó, ¿eh?
—Entonces, sobre la moral... ¿realmente tiene tanto impacto?
—Sí, claro que tiene impacto. A los tiradores no parecía preocuparles mucho desde el principio, pero entre los soldados de infantería sí se notaba cierta inquietud. Ver cómo una bomba de piedra mágica brillante puede destruir un fuerte de un solo golpe les dio una sensación de seguridad.
—No importa cuán grande sea un ejército, si lo alcanzan con una ráfaga de esas bombas, será aniquilado. Es natural sentirse aliviado con semejante poder de fuego.
—No tenemos acuerdos de guerra con nadie, así que, técnicamente, no hay razón para advertir o evacuar antes de usarlas. Pero si las usamos en exceso, sin duda eso se volverá en nuestra contra más adelante.
—Eso lo pensaremos después. Ahora lo prioritario es ganar.
—Y después, Sylphiel, yo misma y la familia real que espera en el castillo tendremos que lidiar con las consecuencias.
—Si no ganamos, los problemas serán mucho mayores. Si tenemos un arma que puede eliminar a todos los soldados enemigos sin bajas de nuestro lado, lo sensato es usarla.
Las miradas de Melty y Sir Leonard se cruzaron, ardiendo con intensidad. Las chispas parecían saltar entre ellos.
Pirna observaba la escena con una sonrisa en los labios. Su actitud era clara: si se decide usarla, que así sea. Más que seguir al grupo, parecía seguir su propio criterio… o el mío, quizás.
Desvié la mirada hacia Sylphy, que observaba en silencio el intercambio verbal entre sus subordinados. Aunque tenía la vista fija en la discusión, parecía sumida en sus pensamientos, seguramente meditando sobre el uso de la bomba de piedra mágica brillante en esta operación.
Entonces, sus ojos se dirigieron a mí.
—¿En qué piensas, Kosuke?
—¿Yo? Hmm…
De inmediato, todas las miradas en la mesa del consejo se posaron sobre mí ante su comentario. Si siguen mirándome así, me van a perforar con los ojos, ¿saben?
—Si soy sincero, el coste de fabricación no es tan alto. Se usan bastantes piedras mágicas brillantes, sí, pero incluso las piedras mágicas de monstruos grandes pueden sustituir los cristales mágicos normales. Así que técnicamente podríamos fabricar muchas… pero no creo que sea buena idea lanzarlas a diestra y siniestra.
—¿Y qué piensas al respecto?
—Pienso que, si no sabemos cuándo usar nuestra carta más poderosa, podríamos terminar ahorcándonos solos. Si la situación se puede resolver por otros medios, aunque nos cueste más o implique cierto daño, creo que es mejor tomar ese camino. Francamente, me aterra una bomba capaz de acabar con cientos o miles de vidas en un instante. No creo que debamos dudar en usarla si es necesario, pero me incomoda profundamente la idea de abusar de ella. Y, además, si matamos más soldados del Reino Sagrado de lo necesario, eso podría volverse en nuestra contra más adelante, ¿no creen?
—Tienes razón. No es conveniente generar más hostilidad de la necesaria.
—Exacto. Nuestro objetivo ahora es tomar Merinesburg, repeler las fuerzas del Reino Sagrado que vengan desde su territorio continental y reconstruir el Reino de Merinard, ¿no? Y al final, tendremos que hacer que el Reino Sagrado reconozca eso a través de la diplomacia. ¿Me equivoco?
Recorrí con la mirada a todos los presentes en la sala al decir eso.
—La bomba de piedra mágica brillante será uno de nuestros comodines en esa negociación. Por eso creo que deberíamos usarla con cuidado y criterio.
—Como era de esperarse de ti, Kosuke-san. Realmente eres distinto al cabeza hueca del león de ahí.
—Solo pienso en lo que es más eficiente y seguro para nuestras tropas, eso es todo. ¿Tú qué opinas, Zamir?
—Creo que, cuando sea necesario usarla, no debemos dudar. Así de simple.
Tras decir esto, la Srta. Zamir giró su mirada hacia Sylphy. En otras palabras, estaba dejando claro que la decisión final de si usar tal arma o no debía tomarla ella y solo ella.
—Entiendo. Entonces, decidiré si usamos la bomba de piedra mágica brillante tomando en cuenta las repercusiones diplomáticas que pueda haber más adelante. ¿Está bien así, Kosuke?
—…Sí.
Aunque dije eso, en realidad, la decisión final recae en mí, en esencia. Siempre soy yo quien decide si obedecer la orden de Sylphy y sacar la bomba de piedra mágica brillante de mi inventario o no.
Después de todo, Sylphy no tiene forma de acceder a mi inventario sin mi consentimiento. Yo soy, en esencia, la última válvula de seguridad ante un posible genocidio. Y honestamente, no me agrada ese papel.
—No pongas esa cara, —dijo Sylphy al verme, con una sonrisa leve. Parece que me estoy desmoronando.
—Eso es todo respecto al uso de la bomba de piedra mágica brillante. ¿Quedó claro? Entonces, disuélvanse por hoy y prepárense para mañana.
Con ese anuncio, Sylphy dio por terminado el consejo de guerra, y todos comenzaron a retirarse. Solo quedamos ella y yo en el lugar.
—¿Dónde están las demás?
—¿No te basta conmigo?
—No es eso. Solo me dio curiosidad.
Normalmente, no solemos quedarnos solos en momentos así. Por alguna razón, todas están tan unidas que comparten hasta los momentos íntimos con total naturalidad. Si no fuera por esta extraña habilidad mía, con su sistema de salud y resistencia incluido, ya habría muerto de insuficiencia renal hace rato. Y no es broma.
—¿Qué tipo de ganancia inesperada es esa?
El mobiliario de la reunión —osease las sillas y la mesa— ya estaba guardado en mi inventario. En su lugar, coloqué un sofá de mimbre y una mesa baja de madera, como si fuera una acogedora sala de estar. Soy bueno adaptando espacios al instante.
—No hay ninguna razón especial. Melty fue a revisar a sus subordinados, no quiso dejar en manos ajenas la gestión de los suministros recuperados. Isla tenía una reunión con el cuerpo de magos. Y Pirna… bueno, fue a calmar a las arpías. Estaban demasiado emocionadas con los bombardeos y la aparición de las bombas de piedra mágica brillante.
—Ya veo.
Asentimos y nos sentamos juntos en el sofá de mimbre. Parece que, en efecto, no había nada especial. Aunque quizás los demás simplemente decidieron darnos un poco de espacio a solas.
—Apenas es el segundo día, pero ya debes estar agotado. Kosuke, nunca fuiste bueno lidiando con tantas muertes, después de todo.
—Bueno, tienes razón.
He hecho todo tipo de cosas sangrientas en videojuegos, pero verlas frente a mí en la vida real es otra cosa. Aun así, creo que ya estoy mucho más acostumbrado que cuando llegué por primera vez a este mundo. Incluso he tenido que disparar y matar con mis propias manos a espías del Reino Sagrado.
—Esto es lo que implica caminar a mi lado. Debes estar harto…
—Mentalmente, claro que es duro. Pero estar contigo, Sylphy, es más importante para mí que todo eso.
—…Ya veo.
Sylphy desvió la mirada y luego se recostó suavemente contra mí. Normalmente en un momento así sacaría una botella de hidromiel, pero hoy parecía más dispuesta a dejarse mimar que a beber.
—Ya, ya. Ven aquí…
La atraje con cuidado y dejé que apoyara la cabeza sobre mis piernas, acariciando con suavidad su cabello. Sylphy entrecerró los ojos como un gato contento. A pesar del polvo y el ambiente del campo de batalla, su cabello seguía siendo sedoso y suave al tacto. Me pregunto si los elfos tendrán algún tipo de bendición natural que mantiene su cuerpo en condiciones tan perfectas.
—Sylphy, estás haciendo lo mejor que puedes. No es fácil tomar decisiones cuando tienes la vida de todos sobre tus hombros.
—Sí… es muy difícil.
Sylphy soltó un suspiro y cerró los ojos mientras yo acariciaba su cabeza.
Con una sola decisión suya, un soldado del Ejército de Liberación podía morir. Y Sylphy había estado tomando ese tipo de decisiones durante los últimos dos días. Sin duda, ha sido un periodo de muchísimo estrés para ella.
—Estás haciendo un gran trabajo, Sylphy. Todos lo piensan… y yo también.
—¿De verdad?
—Sí. Así que hoy voy a consentirte al máximo. Haré todo lo que esté a mi alcance para que seas feliz.
—¿En serio? Entonces…
Sylphy no dudó ni un segundo en mostrarme sus caprichos. Sí, sí, aquí está tu papito.
—¿Sylphy-san?
—……
A la mañana siguiente, Sylphy volvió a ser ella misma y, tras mucho tiempo, se envolvió en las sábanas como si fuera un capullo de seda. Entró en su «modo gusano de bolsa».
—¿Qué fue lo que hicimos ayer?
—¿Quieres que te lo cuente?
—Si lo haces, primero te mato a ti, Kosuke… y luego me mato yo.
Lo dijo con un tono totalmente serio. Y cuando digo serio, es en serio.
—Ya lo oíste, —dije encogiéndome de hombros.
—Entonces será mejor que no pregunte. Qué lástima…
Melty, que había escuchado la conversación, percibió la seriedad en la voz de Sylphy y se rindió con una sonrisa resignada. Lo cual fue lo mejor. No quería decir algo fuera de lugar y acabar metido en un lío.
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