El Jefe de Atelier Tan Despistado

Vol. 1 Capítulo 1. La Aptitud de Kurt y la Espadachina de Cabello Blanco Parte 1

Si se tenía un cristal de teletransporte, era posible desplazarse en un instante desde la piedra de teletransporte instalada en ese pueblo hasta la piedra de teletransporte de la capital. Pero como era un artefacto mágico muy costoso, solo el líder, el Señor Golnova, poseía uno.

Al final, gracias a la ayuda del alcalde, logré que un mercader ambulante me llevara en su carreta, y así conseguí llegar a duras penas a una ciudad cercana: Samaela.

Primero tenía que ganar algo de dinero. El poco dinero que tenía lo había entregado por completo al alcalde y al mercader ambulante como muestra de agradecimiento, así que ya no me quedaba nada.

Dicho eso, tampoco tenía intención de ir al gremio de aventureros para trabajar como ayudante de otro grupo. Seguía aferrado a la esperanza, tan ingenua como absurda, de que el Señor Golnova cambiara de parecer y me volviera a invitar a su grupo.

Aunque sabía perfectamente que algo así jamás ocurriría.

Aun así, por si acaso llegaba a pasar, decidí no unirme a otro grupo de aventureros y, mientras tanto, buscar algún trabajo por días. Por eso fui a visitar cierta instalación.

Hello Hello WorkStation , o simplemente Hello Work .

Era un lugar dedicado a intermediar empleos para quienes buscaban trabajo.

Había oído hablar del lugar, pero desde que dejé la aldea a los doce años y pasé tres trabajando como ayudante y cargador para el grupo del Señor Golnova, nunca tuve oportunidad de acercarme a uno.

Estaba tan nervioso que el edificio, que en realidad era de una sola planta, me parecía enorme.

Entré por la puerta dando un paso torpe, adelantando a la vez la mano y el pie derechos.

Así que este es Hello Work … es más estrecho de lo que parece desde afuera.

—¡Bienvenido! ¡Gracias por venir a Hello Hello WorkStation !

—¡Wah! —grité, sobresaltado por la voz que me habló de repente.

Al mirar hacia el costado, vi a una mujer de mirada felina, de unos veinte años, que me observaba.

—Perdón, me asusté un poco, —dije mientras intentaba calmar los latidos de mi corazón y regular mi respiración.

Ella, preocupada, me preguntó si estaba bien, y yo asentí con la cabeza.

—¿Es su primera vez utilizando nuestros servicios?

—Sí-sí. ¿Se nota mucho?

—Por supuesto. ¿Busca empleo o viene a ofrecer vacantes?

—Estoy buscando trabajo.

—En ese caso, primero haremos una entrevista y una prueba de aptitudes. Por aquí, por favor.

Me condujo tal como decía, hacia una habitación en el fondo del edificio.

Era una habitación pequeña que solo tenía una mesa y unas sillas.

—Eh… ¿en qué consiste la entrevista?

—Solo haré unas cuantas preguntas. Para empezar, ¿podrías decirme tu nombre y tu edad?

—Sí. Kurt Rockhans, tengo quince años.

—Kurt, ¿verdad? ¿Eres originario de este país, el Reino de Homuros?

—Ah, no… en realidad no sé de qué país soy, pero vengo de una aldea llamada Hast, que está en la cordillera Sheen.

—Vaya, no sabía que hubiera aldeas por esa zona. Entiendo. ¿Qué tipo de trabajo hacías antes?

Al escuchar esa pregunta, algo como una espina que tenía clavada en el pecho pareció hundirse aún más.

Era difícil de responder, pero tenía que hacerlo.

—Estuve en el grupo de aventureros Colmillo de Dragón de Fuego.

—¿Colmillo de Dragón de Fuego? ¡Pero si es el grupo de héroes que ascendió a rango SS hace poco! ¿Eh… de verdad?

—Sí, hacía de ayudante y cargaba el equipaje… aunque me despidieron.

—Ah… ya veo. Pero el simple hecho de haber pertenecido a un grupo de héroes es un punto muy favorable.

Así que eso era… Realmente el Señor Golnova y los demás eran increíbles.

Si incluso alguien como yo, que solo era un ayudante, recibía una buena evaluación…

—Kurt, ¿has cometido algún delito en el pasado?

—No, —respondí, negando con la cabeza.

La mujer sonrió dulcemente.

—Gracias. Entonces pasemos a la prueba de aptitudes. ¿Has hecho una antes?

—No, tampoco.

—Ya veo… Quizá descubramos que tienes un talento oculto, Kurt.

Ojalá fuera así…

Treinta minutos después, la mujer que me había hecho la prueba de aptitudes no dejaba de mirar alternativamente los resultados y mi cara una y otra vez.

—Esto… es realmente sorprendente.

—…Yo también lo creo. Jamás imaginé algo así.

La prueba que había hecho evaluaba el manejo de armas como espada larga, daga, lanza, bastón y arco, además de magia ofensiva, curativa y de apoyo.

La aptitud era un poder otorgado por los dioses a los humanos.

Por ejemplo, imagina tener una espada que puede cortar madera pero no rocas, una persona con alta aptitud para usar espadas podría blandirla y romper una roca con ella. Y si la aptitud era aún mayor, incluso el acero podía partirse en dos.

Los rangos de aptitud iban desde el G (sin talento), pasando por F, E… hasta A. Por encima de estos estaban los rangos S y SS, y a los que poseían el mayor grado de talento se les asignaba el rango SSS.

Por cierto, el Señor Golnova tenía aptitud A para el manejo de la espada. La Señorita Marlefiss había dicho que su aptitud para la magia curativa era de rango B, y para el uso de bastón, de rango C. Y la Señorita Bandana había mencionado que tenía aptitud B con dagas.

Sin embargo, mis rangos no podían ni compararse con los de ellos.

—¿Todo esto… es rango G?

Así era. Yo no tenía ningún talento.

Incluyendo las artes marciales que se evaluaban al final, las 108 aptitudes relacionadas con el combate me salieron todas en rango G.

Sabía que saldrían bajos, ya que mi nivel era muy bajo también, pero no me imaginaba algo tan extremo.

—Es posible que las aptitudes mejoren al subir de nivel, pero… en este estado, si intentas pelear solo contra monstruos, morirás antes de que eso ocurra. Sinceramente, creo que deberías renunciar a convertirte en aventurero.

—Sí… supongo…

—Lo que queda son las pruebas de oficios especializados… como herrería, alquimia, herboristería, etc. Pero lo siento mucho. Actualmente no hay examinadores disponibles para esas áreas, así que esas pruebas deberán postergarse. ¿Podrías esperar una semana? —La señorita me habló con expresión apenada.

—¿Una semana…? Lo siento, no tengo mucho dinero…

—Entiendo. Eh… ¿podrías intentar levantar aquel bulto de allí?

—¿Un bulto?

Donde ella señaló había una gran bolsa parecida a un saco de arena.

Hice lo que me pedía y la tomé con las manos.

Sentí cómo una pequeña parte de mi poder mágico era absorbido y, junto con eso, un gran peso empezó a hacerse notar en mis palmas, aunque parecía que apenas lograría levantarla.

—¡Ngh…! —Cuando la elevé a la altura de la cintura, las piernas me empezaron a temblar.

—Está bien, Kurt. Con esa fuerza, podrías trabajar en una obra de construcción. En un pueblo fronterizo del territorio del Margrave Tycoon están buscando personal temporal para la reparación de murallas. ¿Te gustaría trabajar allí durante una semana?

¿Una obra de construcción, verdad…?

Cuando vivía en la aldea, había ayudado a reparar casas y la muralla, así que pensé que podría arreglármelas con este trabajo.

—¡Sí! ¡Por favor! —respondí, asintiendo con una sonrisa.

Tras un día entero de viaje en carreta, llegué al margraviato. Desde la parada, caminé hasta el lugar donde se realizaban las obras de reparación del muro exterior.

Allí, varios hombres estaban aplicando cemento sobre la muralla.

Al encontrar al capataz de la obra, le mostré la carta de recomendación que me habían dado en Hello Work .

Quizá porque le parecí poco confiable, el capataz me miró con recelo, pero al final soltó un suspiro y dijo: «No hay más remedio, y ya que nos falta gente», y me condujo hasta el lugar asignado: el lado oeste de la muralla.

Esa parte todavía no había sido tocada, y no había nadie más trabajando allí.

El muro presentaba varias grietas, como si estuviera a punto de desmoronarse. A ese paso, era posible que se viniera abajo con solo unos cuantos ataques de ogros u otras bestias violentas.

—Escucha bien, chiquillo. Ahora te voy a explicar el trabajo. Solo lo diré una vez, así que pon atención. No acepto preguntas, —dijo el capataz antes de enseñarme cómo aplicar el cemento.

Pero sentí que había algo importante que no me había explicado.

—Disculpe…

—¡He dicho que no acepto preguntas! ¡Hazlo y punto! En tres horas volveré a revisar. Como mínimo, deberías haber gastado la mitad de un barril de cemento. ¡El pago es por productividad, así que si holgazaneas, pierdes dinero!

—Sí-sí, entendido, —respondí, y me puse a trabajar de inmediato.

Lo que más me llamó la atención fue que no explicó cómo se debía canalizar magia en el cemento para reforzarlo.

Pero supuse que, para él, eso era un conocimiento tan básico que ni siquiera hacía falta mencionarlo.

Después de todo, el cemento sin reforzar con magia era tan frágil que bastaba el golpazo de un martillo de hierro para hacerlo trizas.

Aun así… el capataz, aunque parecía brusco, era buena persona.

Decir que trabajara solo hasta gastar la mitad de un barril… eso no tomaba ni cinco minutos.

¿Será que intentaba ser considerado porque era mi primer día?

Me alegraba que el capataz fuera tan amable.

Aun así, no quería aprovecharme de su buena voluntad, así que decidí dar lo mejor de mí.

El capataz volvió justo a las tres horas, tal como había dicho.

—¿¡Qué demonios es estoooooo!? —gritó bastante alto.

—Lo-lo siento… ¿me equivoqué en algo?

—¿Que si te equivocaste, dices? ¡Tú… tú… ¿¡qué demonios hiciste aquí!?

—Eh, yo… solo seguí las instrucciones que me dio, pero… lo siento, se me acabó el cemento.

—¡Ese no es el problema! …Digo, ¡sí que lo es! ¿Cómo es que te terminaste el cemento? ¡Aquí había materiales para llenar unos quince barriles!

—Sí, eso fue todo lo que había.

Por eso, solo había podido reparar un tercio del muro oeste.

—¡Y además, dime una cosa! ¿Cómo hiciste para reparar las partes altas? ¡Sin una escalera es imposible trabajar ahí!

—Ah, para eso, saqué el cemento con la paleta, lo lancé a la pared para que se pegara, y luego usé la espátula atada a un palo largo para alisarlo.

—¿Lanzaste el cemento…? ¡Eso no tiene ningún…! No, espera, en realidad lo hiciste… —El capataz murmuró algo para sí mismo, como si estuviera procesando lo ocurrido, y luego preguntó—: ¿Cuánto tiempo más puedes seguir trabajando?

Al parecer, no me despediría.

—Me gustaría trabajar aquí por una semana, si es posible.

—Ya veo, una semana… Está bien. Hoy puedes terminar por aquí. Perdona, solo puedo pagarte esto por ahora. El resto lo transferiremos a Hello Work más adelante.

Diciendo eso, el capataz me entregó una bolsa que pesaba bastante.

Estaba llena de monedas de cobre.

—¿De verdad puedo aceptar todo esto?

—Por supuesto. Llévatelo, —respondió, sonriendo.

Qué buena persona… A pesar de que el pago era por productividad, me estaba dando una suma generosa.

Y además, incluso me adelantó el pago por una semana entera, sabiendo que no tenía dinero.

Bien, mañana trabajaré con más energía que nunca. …Eso fue lo que pensé… Pero…

—Desde mañana ya no hace falta que vengas, —me dijo el capataz al tercer día, justo después de que terminé las reparaciones del muro norte.

—Toma, esto es por el día de hoy. Una vez que lo recibas, no regreses.

—¡Espere un momento! ¡Aún no ha pasado la semana! ¡Si cometí algún error, lo corregiré enseguida!

—¡Si sigues aquí, no podré asignar trabajo a los demás! ¡Por favor, entiéndelo! —respondió con una expresión que parecía al borde del llanto.

Así que, después de todo, solo estaba estorbando…

Ya me habían pagado el sueldo de toda la semana, y aun así querían darme más dinero solo para que me fuera. ¿De verdad era tan inútil?

—Lo siento. Mañana intentaré ir un poco más rápido…

—¡Te estoy diciendo que ese es el problema! Esta obra de restauración de la muralla también forma parte de un programa contra la pobreza.

—¿Eh? ¿Ir rápido es un problema? ¿Fui demasiado rápido…?

Teniendo en cuenta mis habilidades físicas, me parecía que iba más lento de lo normal.

—¡Escúchame bien! Te lo diré otra vez: tu habilidad para reparar muros es sobrehumana. En términos de aptitud, debes estar en rango SS o incluso SSS. ¡No tienes que estar trabajando en un sitio como este, vete a la capital real o algo!

—¿¿Yo, rango SS o SSS?? Ajajá… no diga eso solo para hacerme sentir mejor.

Después de eso, intenté devolverle el dinero que me había dado de más, pero el capataz se negó rotundamente a aceptarlo. Dijo que esto era parte del programa contra la pobreza, así que tal vez pensaba que yo era un sintecho sin un solo centavo y sintió lástima por mí. Al final, acepté el dinero.

Le di las gracias al capataz y emprendí el camino de regreso a la ciudad.

Cuando regresé, me dirigí a Hello Work con paso pesado.

Tenía que informar sobre mi experiencia laboral.

—Así que no resultó… Bueno, era de esperarse.

Aunque me habían despedido al tercer día y regresado, la señorita de Hello Work me recibió con amabilidad, como si ya lo hubiera previsto.

Al parecer, había considerado la posibilidad de que me despidieran.

Me molestaba un poco… pero era la verdad, así que no podía hacer nada al respecto.

—Como ya te había dicho, aún faltan algunos días para que lleguen los examinadores de las otras pruebas de aptitudes.

—Sí, lo entiendo…

La paga del trabajo en la obra había sido mejor de lo que esperaba. Recibí lo suficiente como para vivir sin trabajar durante un mes… aunque sentía que era demasiado.

Por eso, aunque podía quedarme en la ciudad unos días más, no me sentía tranquilo si no trabajaba.

—¿Hay algún trabajo que pueda hacer mientras tanto?

—Veamos… Si hablamos de trabajos de corta duración, las opciones son limitadas, pero… —murmuró mientras hojeaba unos papeles, pensativa.

Fue entonces cuando ocurrió.

—¡¿Por qué no se puede, eh?! —gritó una voz desde el mostrador de ofertas de empleo.

—Como le digo, con un anuncio así, no atraerá a nadie.

—¡No lo sabrán hasta intentarlo! —dijo, con un tono brusco, aunque claramente era la voz de una mujer.

—Espera un momento, Kurt, —dijo la señorita, y luego se dirigió hacia donde se había escuchado la voz.

La seguí con la mirada y vi que un empleado hablaba con una joven de cabello blanco, un poco mayor que yo, de unos diecisiete años, bastante linda, y parecían estar discutiendo por algo.

—¿Qué sucede?

—Ah, Srta. Kirschel. Esta persona quiere publicar una oferta para contratar mineros, pero el trabajo es con pago por resultados, sin anticipo alguno. Y además, se trata de una montaña sin ningún historial como mina.

—Ya veo… Eso ciertamente es complicado, —dijo la Señorita Kirschel, y luego se dirigió a la joven de cabello blanco—. En ese caso, le recomendaría buscar inversionistas para financiar el desarrollo de la mina.

Pero la joven negó con la cabeza.

—¡No tengo ese tiempo! Si no pago los impuestos en una semana, el gobierno me quitará la montaña que poseo.

Entiendo… Poco a poco, la situación se volvía más clara.

La joven de cabello blanco era dueña de una montaña y quería desarrollar la mina que había allí. Pero como mantener los derechos de propiedad implicaba un gasto, necesitaba extraer mineral rápidamente para conseguir el dinero necesario para pagar los impuestos. Y el plazo era muy corto.

En ese caso…

—Disculpe, ¿podría tomar yo ese trabajo?

—¿Eh? —dijeron todos a la vez.

—Cuando vivía en mi aldea, ayudaba en la mina. No sé si seré de mucha ayuda, pero… —dije, rascándome la mejilla.

Además, si el plazo era de una semana para reunir el dinero, entonces el trabajo no podía durar más que eso, así que pensé que podía aceptarlo.

—¿Kurt, estás seguro? Francamente, no puedes esperar mucho en cuanto a la paga…

—No hay problema.

—¡Espera un momento! ¡No quiero contratar a un chico tan enclenque! ¡Preferiría alguien más fuerte… como un enano! —saltó a decir la joven de cabello blanco, de forma bastante directa, tras oír mi aceptación confirmada por la Señorita Kirschel.

Entendía cómo se sentía, pero la Señorita Kirschel negó con la cabeza.

—Srta. Yulishia, lamentablemente, con estas condiciones ni siquiera podemos abrir la convocatoria. Si desea contratar a un enano con alta aptitud en minería por una semana, tendría que preparar al menos diez monedas de plata por adelantado.

—Por ese dinero… Bueno, está bien. Eh, Kurt, ¿cierto? Dijiste que tenías experiencia en minería, ¿no?

—Sí, aunque solo como ayudante.

—Haa… A este punto aceptaría incluso la ayuda de un goblin… Ven conmigo. —La joven de cabello blanco, la Señorita Yulishia, dijo eso mientras tomaba mi mano.

—¡Sí-sí! ¡Gracias, señorita! —dije mientras me dejaba arrastrar, e hice una reverencia hacia la Señorita Kirschel.

◇◆◇◆◇

—¡Gracias, señorita!

Dijo Kurt al marcharse, y mientras yo —Kirschel— lo veía alejarse, murmuré:

Kurt es un chico demasiado bueno…

Deseaba que un chico tan amable pudiera tener una buena vida.

Pensé en qué tipo de trabajo podría ofrecerle en caso de que no tuviera ninguna aptitud cuando se realizaran las pruebas restantes.

Con lo lindo que es, seguro que en el distrito de entretenimiento habría demanda… pero no, eso no lo se lo puedo decir.

Me reí en silencio de mi pensamiento disparatado e intenté pensar con seriedad.

—Srta. Kirschel, ha llegado una notificación de transferencia.

—Sí, haré el trámite ahora mismo.

Justo cuando intentaba volver al trabajo normal, el mismo empleado que había discutido con la Srta. Yulishia antes me entregó los documentos… y abrí los ojos de par en par.

—¿¡Doscientas monedas de oro!?

Era una suma astronómica que jamás había visto. Entonces revisé de quién a quién era la transferencia.

Y no tardé en sorprenderme aún más.

—¿¡Para Kurt!? ¿¡Por el trabajo de reparación del muro!? ¿¡Eh!? ¿¡Por qué!? ¿¡Qué hizo ese chico!?

Corrí para salir por la puerta de Hello Hello WorkStation con la intención de preguntárselo de inmediato, pero Kurt ya no estaba allí.

Suspiré. Tendré que esperar a que regrese dentro de una semana para saberlo.

Aun así, me preguntaba si con su fuerza física podría realmente trabajar como minero.

Pensando en eso, regresé a mi lugar de trabajo… y vi que había un saco de arena en medio de la sala.

—¿Eh? Superior, ¿qué haremos con esto? —le pregunté a un colega que pasaba.

—Ah, eso. Hay que devolverlo.

—¿Devolverlo? Pero si es un saco de arena para la temporada de lluvias, ¿no lo necesitamos?

Él negó con la cabeza cuando lo dije.

—Eso no es un saco de arena cualquiera. Contiene una tierra especial desarrollada por un Jefe de Atelier, cuya densidad cambia según la cantidad de magia que se le infunda. Se dice que puede medir la cantidad de magia contenida en el cuerpo, así que decidimos manejarlo aquí, pero… resultó que no se activa a menos que se le inyecte magia a nivel de un mago de la corte o superior. Así que terminamos devolviéndolo.

—Vaya… ya veo. Por cierto, ¿cuánto puede llegar a pesar?

—En teoría, puede alcanzar varias toneladas, pero en la práctica, el récord máximo ha sido el doble del peso base: veinte kilos, —respondió riendo, y luego me pidió que lo sacara afuera.

Cuando lo cargué, me empezó a doler un poco las piernas, pero no fue como para que me temblaran.

Kurt… No, no puede ser.

Pensé eso mientras sacaba la bolsa al exterior.

◇◆◇◆◇

Yo —Kurt— y la Señorita Yulishia compramos agua, comida y un pico de segunda mano antes de dirigirnos hacia la montaña objetivo.

La montaña de la que ella era dueña se encontraba entre la ciudad de Samaela y la capital del margraviato, a tres horas a pie desde Samaela.

Por eso, cuando llegamos, el sol ya comenzaba a ocultarse.

—¿De verdad posee una montaña tan grande, Señorita Yulishia? ¿Acaso es rica?

—¿No estabas prestando atención? Te dije que estoy en problemas porque no puedo pagar los impuestos, —respondió la Señorita Yulishia con un tono ligeramente exasperado.

—Esta montaña no vale tanto. Hubo un plan para construir una carretera entre ambas ciudades atravesándola, pero el terreno era tan irregular que abandonaron el proyecto. Entonces mi abuela, que era herbolaria, la compró barata. Dijo que aquí crecían hierbas medicinales ideales para buenas pociones, así que la adquirió completa. Luego, cuando ella falleció, yo heredé la montaña, pero mantenerla sola me ha resultado imposible.

—Ya veo… ¡No se preocupe! Si trabajamos duro extrayendo minerales, seguro podremos ganar dinero. Por cierto, ¿qué tipo de minerales se pueden obtener en esta montaña?

—No lo sabremos hasta que empecemos a cavar, —respondió despreocupadamente la Señorita Yulishia a mi pregunta.

—¿Eh?

—¡Todo está bien! Me enseñaron a distinguir los minerales. Por ahora solo he encontrado pequeños fragmentos de hierro, pero si mi intuición es correcta, encontraremos algo raro y valioso.

—Ya veo… Entonces tendremos que esforzarnos, —respondí, aunque pensé que aquello parecía más complicado de lo que esperaba.

Mientras hablábamos de eso, continuamos el ascenso por la montaña.

El terreno, cubierto por hojarasca y rodeado de árboles, no tenía señales de ríos grandes ni formaciones visibles que indicaran deslizamientos de tierra donde quedaran expuestos los estratos. Si no encontrábamos un lugar así, nos sería difícil determinar qué tipo de minerales había sin empezar a excavar.

Tras caminar un rato más, llegamos a un claro.

—Hoy acamparemos aquí. El trabajo empezará mañana.

—¿Eh? Espere, pero en este lugar…

Solo había una tienda de campaña de tela levantada.

Al verme desconcertado, la Señorita Yulishia inclinó la cabeza mientras encendía una fogata.

—Es estrecho, pero suficiente para que durmamos dos, ¿no?

En cuanto al espacio, era cierto que cabrían dos futones como los que me dieron cuando trabajé en la obra. Pero ese no era el problema.

—¿Entonces vamos a dormir juntos en la misma tienda?

—¿Tienes un problema con eso? ¿Acaso te mueves mucho al dormir o algo así?

—Nunca me han dicho que tenga el sueño inquieto.

—¡Entonces todo bien! Yo tampoco me muevo mucho, —respondió la Señorita Yulishia con naturalidad, mientras seguía preparando la fogata.

—No es eso… dormir tan cerca de una chica tan linda como usted, Señorita Yulishia…

—¡¿Eh…?! —la Señorita Yulishia soltó una exclamación de sorpresa—. ¿Linda… yo? ¡Debes estar bromeando!

—No, no es broma. De verdad pienso que es muy linda.

La Señorita Marlefiss y la Señorita Bandana, quienes estaban en mi antiguo grupo, también eran hermosas, pero la Señorita Yulishia no les tenía nada que envidiar… no, incluso pensaba que era más atractiva que ambas.

Quizá la Señorita Yulishia no era consciente de su propia belleza. Recordaba haber oído que una persona rara vez tiene una percepción precisa de sí misma.

Y si era así, lo correcto era que los demás se lo hiciéramos saber.

—¡Lo digo en serio! He viajado por todo el mundo y ni siquiera en la capital real he visto a una mujer tan hermosa como usted, Señorita Yulishia.

—¡Awawaa… basta, no digas más! —exclamó, agitando los brazos y apuntándome con la lanza que cargaba a la espalda—. ¡He sido aventurera desde que tenía diez años! ¿¡Cómo una mujer como yo podría ser linda!? ¡No digas tonterías!

—…Perdón. Ehh… entonces iré preparando la comida.

Tenía arroz en la mochila, así que pensé en cocerlo.

—Ah, sobre la comida, ya la tengo preparada. Solo son papas hervidas, sal y agua, —dijo la Señorita Yulishia mientras me entregaba unas papas cuando yo me disponía a empezar a cocinar.

Seguramente las había hervido en la ciudad, porque ya estaban completamente frías.

—¿Esto lo preparó usted, Señorita Yulishia?

—Sí, pero no creo que algo así se pueda llamar «preparar comida», ¿no?

—No, al contrario. Hace mucho que no comía algo que hubiera hecho otra persona, así que me alegra mucho.

La última vez que alguien cocinó para mí fue cuando derroté al Fenrir, y el alcalde del pueblo había preparado una comida especial… pero al final, me desmayé antes de poder probarla.

Me senté junto al fuego y espolvoreé sal sobre una de las papas antes de llevármela a la boca.

Estaba fría y algo dura, seguramente por estar poco cocida, pero aun así…

—Está deliciosa, —dije con total sinceridad.

—Me alegra oírlo. Bueno, son de las mismas papas que comía siempre en mis días de mercenaria. El truco es no cocerla demasiado. Esta variedad se deshace fácilmente si se hierve mucho.

Al parecer, el que estuvieran medio cocidas era algo intencional.

Después de comerme unas tres papas, el sueño empezó a hacerme efecto. Intenté disimularlo y sacudí la cabeza para espantarlo, pero eso solo consiguió lo contrario.

—¿Tienes sueño? Bueno, hemos caminado bastante hoy. Puedes dormirte antes si quieres. Esta zona está libre de monstruos y, como está lejos de la carretera, tampoco hay bandidos. Puedes dormir tranquilo.

—E-entendido… —Decidí aceptar la amabilidad de la Señorita Yulishia y entré en la tienda.

Sí… ¡debía dormir!

Si me dormía antes que la Señorita Yulishia, ella también se sentiría más tranquila y podría descansar.

Me recosté en un rincón de la tienda, tomé una de las dos mantas que había, me cubrí con ella y cerré los ojos.

Tenía que dormir, dormir, dormir.

Pero mientras más lo pensaba, más se desvanecía aquella somnolencia que me había invadido antes, como si nunca hubiera existido.

—Ya se durmió, ¿eh…? —escuché decir desde la entrada de la tienda unos diez minutos después de haberme tapado. Sentí cómo alguien entraba en la tienda.

Poco después, noté que la Señorita Yulishia se recostaba a mi lado.

Pasó un rato, y comencé a oír su respiración acompasada.

¿Ya se habrá dormido la Señorita Yulishia…?

Con ese pensamiento, abrí lentamente los ojos.

Aunque la fogata frente a la tienda ya se había apagado, yo veía bien en la oscuridad, así que lo noté perfectamente.

Vi a la Señorita Yulishia vistiendo solo su ropa interior.

—¡¡……!! —Estuve a punto de soltar un grito, pero me cubrí rápidamente la boca con la mano y me giré hacia el otro lado.

Por poco… estuve a punto de despertarla.

Había escuchado que algunas mujeres dormían desnudas, pero hacerlo aunque tuvieran a un hombre al lado… la Señorita Yulishia era más atrevida de lo que aparentaba.

No, no, no… ¡tenía que dormir, dormir, dormir! …¡¿Cómo se suponía que pudiera dormir después de ver eso?!

Sin hacer ruido, salí de la tienda.

—Haa… Señorita Yulishia, está siendo demasiado descuidada… Aunque sea yo, sigo siendo un chico, —susurré para mí mismo.

Aun así, probablemente ella no me veía como un hombre.

La Señorita Bandana también solía tener ese aire despreocupado a veces, pero al menos cuando mostraba algo de sensualidad era con la intención de provocarme.

Y como yo sabía que lo hacía para molestarme, podía soportarlo aunque me pusiera nervioso. Pero si alguien actuaba tan inocentemente como la Señorita Yulishia… yo no sabía qué hacer.

—…¿Son esas las ropas de la Señorita Yulishia?

Como la tienda era pequeña, su ropa estaba fuera, sobre el equipaje.

Estaban bastante desgastadas y con varios agujeros en distintos lugares.

Parecía tener muchos años de uso, y si seguía minando con ella, seguramente terminaría por romperse del todo.

—Menos mal que la traje… —Dije eso mientras sacaba un pequeño set de costura de mi mochila.

◇◆◇◆◇

Sentí cuando el chico de cabello gris, Kurt, salía de la tienda, y entonces yo, Yulishia, solté un leve suspiro.

…Quizás me había pasado con él, después de todo.

Ya era bastante haberlo arrastrado a esta fantasía absurda de ganar diez monedas de oro en una semana.

Una sola moneda equivalía a unos cuatro meses de sueldo de un guardia, y yo necesitaba diez… Era prácticamente imposible. Este trabajo, en realidad, no era más que un intento desesperado.

Además de haberlo hecho salir de la tienda, también me sentí realmente culpable por eso.

Sin embargo, aquello era casi como un rito de paso cuando se trataba de dormir junto a un hombre.

Cuando una duerme con uno, es necesario dejar las cosas claras desde el principio.

Durante mis años como aventurera, una de mis pocas amigas mujeres me enseñó eso, y para ponerlo en práctica, la primera noche me recosté usando solo mi ropa interior.

Claro que me di cuenta de que Kurt aún no se había dormido.

Con eso pensaba evaluar el carácter de ese chico, Kurt.

Si al verme así, Kurt se dejaba llevar por el deseo e intentaba abalanzarse sobre mí, tenía pensado golpearlo en las bolas y mandarlo de vuelta al pueblo.

Si solo se quedaba mirando fijamente, iba a dejarlo pasar por poco, incluso tenía planeado hacer que dejara de hacerlo abriendo los ojos de golpe y dándole un sermón.

Pero tal como había imaginado, en cuanto me vio, Kurt desvió la mirada con pánico, y después de eso, evitó mirarme por completo.

Es un buen chico. Y sobre todo, adorable… no, quise decir que es divertido de molestar.

Le mostré aquello como recompensa, así que mantendré la boca cerrada… Aunque, la verdad, me dio algo de vergüenza. Bueno, mucha vergüenza.

Fue entonces cuando vi a Kurt levantarse.

Abrí un poco los ojos y me preparé por si acaso, pero sin prestarme atención, él simplemente salió de la tienda.

¿Fue al baño? No, probablemente salió porque le dio demasiada vergüenza.Con ese pensamiento, finalmente me quedé dormida.

A la mañana siguiente, al despertar y salir de la tienda, encontré a Kurt dormido sentado en el suelo. Al verlo así, me sentí nuevamente culpable por lo de anoche. Me dispuse a vestirme para preparar el desayuno, cuando entonces lo noté.

La ropa harapienta que había usado hasta el día anterior ya no estaba. En su lugar, había una prenda del mismo tamaño, mismo diseño y misma forma… pero completamente nueva.

Extrañada, la desplegué y comprendí que no se trataba de una prenda nueva, sino de mi ropa vieja, la misma que había tenido agujeros… ahora completamente remendada.

Las costuras eran tan finas que solo se notaban si se observaba detenidamente, y fue porque esas zonas no estaban manchadas de barro como el resto que finalmente me di cuenta.

—¿Hiciste esto en una sola noche? ¿Solo con la luz de la luna?

Ante mi pregunta, Kurt respondió con su respiración tranquila, todavía dormido.

—…Este chico definitivamente eligió mal el tipo de trabajo. —Tenía una habilidad tal que me hizo murmurar, sin pensar, que debería estar trabajando en una tienda de ropa en la ciudad, y no en una mina como esta.

Sin embargo, más adelante me di cuenta de que estaba equivocada al pensar así.

Porque para Kurt, el trabajo de extracción en una mina también era su verdadera vocación.


¿Quieres discutir de esta novela u otras, o simplemente estar al día? ¡Entra a nuestro Discord!

Gente, si les gusta esta novela y quieren apoyar el tiempo y esfuerzo que hay detrás, consideren apoyarme donando a través de la plataforma Ko-fi o Paypal.

AnteriorIndice | Siguiente