Remake Our Life!
Vol. 10 Capítulo 2. Lo Dejamos Para Después Parte 1
Faltaba un mes para que venciera el plazo para decidir el contenido del proyecto de graduación. Sin embargo, nosotros seguíamos, como siempre, estancados en la fase de definición del concepto.
—Por ahora, podemos decir que ya reunimos todas las ideas… ¿cierto?
Nos encontrábamos reunidos en la sala común de la casa compartida, el equipo Kitayama al completo. Aunque las caras seguían siendo las mismas, nuestras posiciones habían cambiado drásticamente durante ese último año.
Dicho de forma sencilla, nos habíamos dividido entre quienes ya se encontraban en el escenario profesional, y quienes aún no habían llegado a él.
Tsurayuki, Shinoaki y Nanako eran parte del primer grupo. En cambio, yo, Kawasegawa y Hikawa, pertenecíamos al segundo.
Por supuesto, nosotros tres también habíamos tenido experiencia en entornos profesionales. Pero, ya fuera por falta de habilidad o por no encajar bien en el entorno, si nos preguntaban si de verdad nos habíamos establecido en ese mundo, todos habríamos respondido con una negativa.
Y esa diferencia de posición también se hizo evidente en esta fase de generación de ideas para el proyecto de graduación.
—Tsurayuki propone un drama de historias cortas, Nanako un videoclip con imágenes fijas, y Shinoaki una animación en blanco y negro. Esos son, ¿no?
Las propuestas no diferían mucho de las presentadas en reuniones anteriores. No es que estuvieran siendo perezosos, simplemente querían seguir explorando el área en la que estaban trabajando actualmente. En todos los casos, las ideas habían evolucionado hasta convertirse en proyectos que cada uno podía liderar por su cuenta.
—Kawasegawa propone un documental grabado enteramente en video. Hikawa, nada en particular. Y yo, un video promocional de turismo.
Exceptuando a Hikawa, quien ya tenía la intención de unirse a una productora especializada en películas de acción, tanto la propuesta de Kawasegawa como la mía eran bastante realistas, si se comparaban con lo que habíamos hecho hasta ahora. Eran ideas pensadas para reducir los costos de rodaje y simplificar el proceso, priorizando la carga de trabajo sobre la calidad artística de la obra.
Parece que la división es bastante clara…
Si hablábamos de qué propuestas permitían pasar rápidamente a la fase de producción, las nuestras claramente tenían la ventaja. En una sola semana podríamos tener el cronograma y la preparación del rodaje listos, y era posible terminar una edición preliminar antes de que terminara el verano. Como no teníamos un objetivo común claro, si acaso nuestro objetivo era simplemente obtener los créditos para graduarnos, entonces no había duda de que nuestras propuestas eran las más acertadas y defendibles.
Sin embargo, nuestras ideas tenían un gran defecto.
No serían… interesantes.
A diferencia de los trabajos que habíamos realizado hasta ahora, nuestras propuestas carecían de algo fundamental: no eran divertidas de hacer.
Y eso no era un problema de género. Los documentales y videos promocionales también podían dar lugar a obras excelentes. Pero nosotros habíamos elegido esos géneros más por descarte que por entusiasmo. Y ya habíamos aprendido bien, a través de muchas experiencias previas, que en esas condiciones, no podíamos crear nada bueno.
—…Sé que fui yo quien lo propuso, pero esta vez no sabía con qué motivación debía afrontarlo.
Kawasegawa lo confesó con un suspiro.
Tal vez los demás compartían su opinión, porque un ambiente algo pesado se había instalado en la sala. Incluso en el caso de Tsurayuki y los otros, no parecía que hubieran presentado sus propuestas con una fuerte convicción del tipo «¡quiero hacer esto cueste lo que cueste!». Y justamente por eso, nadie había sido capaz de refutar las palabras de Kawasegawa.
Cuando terminábamos atrapados en ese tipo de callejones sin salida, la idea que Kawasegawa había lanzado la vez anterior —una propuesta que cortaba todo de raíz— comenzaba a parecer extrañamente atractiva.
La opción de abandonar los estudios… también es una posibilidad, ¿no?
No pensaba que graduarse por el simple hecho de hacerlo fuera algo malo. Más bien, considerando que habíamos ingresado pagando una matrícula bastante elevada, era razonable pensar que, salvo en casos muy justificados, esa decisión debía tomarse solo como último recurso.
Pero si uno se graduaba «porque sí», sin tener un objetivo definido, ¿qué clase de futuro podíamos esperar más adelante? Comparado con la decisión consciente de abandonar los estudios, ¿cuál de las dos opciones influiría más positivamente en nuestro porvenir?
—Oigan, esto… —Tsurayuki rompió el silencio con voz pesada—. ¿Aún podemos cambiar la formación del equipo?
—Sí, los cambios eran posibles. Ese era justamente el motivo por el que la fecha límite se fijó para junio, incluyendo eso.
Tanto la definición del contenido del proyecto como la composición del equipo eran aspectos igual de importantes. Por supuesto, los profesores lo entendían bien, y por eso se había establecido el mismo plazo para ambas cosas.
—En ese caso, ¿no estaría bien que cada uno hiciera algo por su cuenta?
Todos contuvimos el aliento ante las palabras de Tsurayuki.
—¿Quieres decir… disolver el equipo?
Ante la pregunta de Nanako, Tsurayuki asintió.
—Sí. Creo que también podríamos considerar esa posibilidad.
Shinoaki también asintió ligeramente mientras añadía:
—Sí, en mi caso, si es una animación en blanco y negro, puedo hacerla sola.
En el caso del proyecto de graduación, el límite de tiempo era relativamente flexible. Siempre que existiera un concepto bien definido, se podía realizar perfectamente un proyecto individual.
—Bueno, de todas formas podríamos ayudarnos mutuamente en lo que fuera necesario, así que tampoco era obligatorio ceñirse a un solo trabajo en equipo. Es algo que no habíamos considerado, ¿eh? —Hikawa también parecía conforme con la idea.
En general, el ambiente que se generó fue de aceptación: «eso también podría funcionar».
Era una decisión difícil, pero que surgiera esa propuesta era también algo natural. No teníamos por qué forzarnos a seguir como equipo. Después de todo, este equipo se había formado en un principio porque teníamos algo que queríamos crear. Y si ya no había algo que quisiéramos hacer, entonces el equipo perdía su razón de ser.
Sin embargo, ¿estaba realmente bien que fuera así? ¿De verdad debíamos disolver el equipo, que hasta ese momento había logrado mantenerse, aunque fuera adaptando su forma, simplemente por una cuestión de lógica?
◇
La reunión de planificación terminó y el grupo se disolvió. Como ya había oscurecido, decidí llevar a Kawasegawa en auto a su casa.
Ella había permanecido en silencio todo el tiempo, pero apenas subió al asiento del copiloto y el coche se puso en marcha, abrió la boca como si hubiera estado esperando ese momento.
—¿Estás dudando?
Seguía siendo tan directa como siempre.
Probablemente había esperado a que estuviéramos a solas. No era un tema agradable de compartir con todos, así que agradecí su consideración.
—Sí, la verdad es que sí, estaba dudando.
Durante la reunión, había postergado una decisión.
Se había acordado mantener al equipo y pensar nuevas ideas para la próxima sesión.
Esa decisión en sí no representaba un problema, pero el hecho de haberla tomado sin una razón clara bien podía considerarse una forma de evasión.
¿Una forma de evasión, eh…?
Justo eso que tanto había criticado en el pasado… ahora era lo que yo mismo estaba por hacer. Durante la reunión, lo había disfrazado con palabras convincentes, pero todos seguramente se dieron cuenta.
Que esa decisión no tenía ningún contenido.
—Perdón… seguramente te molestó ver eso, ¿verdad?
Era imposible que Kawasegawa no se hubiera dado cuenta. Por eso, seguramente, había sido la primera en mencionarlo.
—No te disculpes. Yo tampoco tengo claro qué hacer de ahora en adelante. No estoy en posición de reclamarte nada.
—Entonces, ¿por qué…?
Yo lo había interpretado como una advertencia, pero parecía que no era eso.
—Si vas a cargar con todo, es mejor hacerlo entre dos que solo. Ya lo dije antes, ¿no?
Kawasegawa respondió eso, con una ligera expresión de vergüenza.
—De verdad… siempre se te olvida tan rápido…
—Lo-lo siento, tienes razón.
A pesar de haberme apoyado en Kawasegawa y de que me ayudara tantas veces, logrando avanzar una y otra vez al filo del desastre, ahora me encontraba otra vez dudando en soledad.
Sin embargo, había algo que había cambiado respecto al pasado. A lo largo del tiempo, con la experiencia adquirida, había tomado una decisión.
—Lo he estado pensando… —Detuve el auto cerca de la casa de Kawasegawa. Sin embargo, ella no dio señales de querer bajarse—. Tampoco puedo depender de ti para siempre. Tengo que pensar por mí mismo, actuar por mí mismo… porque si no lo hago, no podré crecer.
Incluso yo, que por dentro tenía 28 años, por fin estaba alcanzando la edad que mostraba por fuera. Y para estar a la altura de esa apariencia, tenía que reducir las veces en que me apoyaba en los demás.
—Sé que estuvo mal no haberte contado nada. Pero también creo que ya llegó el momento de empezar a hacer las cosas por mi cuenta.
El resultado había sido esta confusa decisión de mantener las cosas como estaban, algo que casi resultaba cómico. Pero aun así, creía que tomar acción por iniciativa propia tenía un significado importante.
—Ya veo… —Kawasegawa asintió en silencio.
Aunque fuera una falta de respeto hacia ella, no pude evitar recordar aquel momento en el futuro. Aquel en que cargaba con todo como si fuera solo mi culpa, y ella me había regañado y animado a seguir adelante.
Sus palabras habían dolido, me habían golpeado fuerte, pero no había sido algo que me hiciera infeliz. De hecho, pocas cosas me habían hecho tan feliz como eso. Por un momento, pensé que tal vez volvería a hacerlo.
Sin embargo, la persona que estaba ahora frente a mí simplemente dijo:
—…Tienes razón. —Como si estuviera asegurándose de sus propias palabras, las repitió en voz baja—. También tú te irás algún día, después de todo, Hashiba. —Aunque su tono fue el mismo de siempre, a mí me pareció que sonaba un poco solitario.
—Eso suena como si fuera a morir o a desaparecer de repente…
—Es una posibilidad. Nada dura para siempre. Si acaso existe algo eterno, será solo dentro del mundo de la ficción. —Aquellas palabras, que sonaban como algo sacado de algún sitio conocido, las dijo como si estuviera convenciéndose a sí misma.
Aún no mostraba intenciones de bajarse del coche. Pasamos un rato en silencio hasta que Kawasegawa suspiró suavemente y abrió la puerta del auto.
Luego, al mirar hacia el cielo, completamente cubierto por la oscuridad, murmuró:
—Después de todo, nosotros también nos graduamos… —No se lo dijo a nadie en particular, solo lo murmuró para sí misma.
Tal vez era algo que no había querido mirar de frente hasta ahora. Pero ese momento ya estaba acercándose, inevitablemente.
¿La dirección del final sería un apagado silencioso, o algo brillante y bullicioso?
Frente a una decisión que se aproximaba rápidamente, yo aún seguía dudando.
◇
Mientras mis dudas sobre el proyecto de graduación —o mejor dicho, sobre el equipo y sobre mí mismo— no dejaban de profundizarse, en cuanto al trabajo de medio tiempo, al menos hubo un pequeño avance.
Por fin había logrado hablar con Matsuhira-san.
—Perdón, parece que hice que te preocuparas.
Sin querer cargarlo con presión, me había atrevido a hablarle con un tono muy sutil, algo como: «¿No estás un poco cansado últimamente?». Y, para mi sorpresa, me respondió con una sonrisa tan fresca que me dejó descolocado. Era como si ya supiera que yo le iba a preguntar algo así.
—Ah, no, no. Yo también lo estaba, pero Takenaka-san también estaba preocupada, así que… —Usé también su nombre como apoyo. Bueno, como era verdad que ella también se había mostrado preocupada, no creí que hubiera problema con eso.
—Con respecto al desarrollo que estamos trabajando ahora, he tenido algunas fricciones con la parte directiva. No es algo que pueda contarle a todo el mundo, así que he estado dándole vueltas yo solo.
—Ya veo…
Aunque su tono era tan fresco como siempre, no me cabía duda de que la preocupación era real y profunda.
Últimamente, Matsuhira-san iba menos seguido a la oficina. Desde el principio, su número de turnos y las tareas que realizaba se alejaban bastante de lo que uno consideraría un simple trabajo de medio tiempo. Pero ahora, su carga laboral se había reducido a algo más acorde con ese tipo de empleo.
—Aún hay muchas cosas que no están decididas, así que no puedo contártelo todavía, pero… oye, Hashiba-kun, ¿tienes algo de tiempo libre a partir de la próxima semana?
—Sí, creo que no habría problema…
Como no tenía planes importantes, le respondí eso. Entonces me dijo:
—Bien, ¿me podrías dar un poco de tu tiempo? Quisiera hablarte de algo.
En ese instante, recordé de inmediato aquella conversación que habíamos tenido al comienzo del año.
¿Sería que quería hablar de aquello otra vez? Aunque así fuera, mi postura no podía cambiar.
¿Qué estará pensando…?
Después de aquella conversación, era evidente que Matsuhira-san sabía que yo no iba a cambiar de opinión tan fácilmente.
Y aun así, si decía que quería hablar, tal vez había algo más grande detrás de todo esto. Tenía ganas de preguntarlo ahí mismo, pero si fuera algo que pudiera decirme en ese momento, lo habría hecho. Seguramente se trataba de algo que prefería mantener en privado, así que lo acepté como tal.
—Entendido, estaré disponible.
—Bien, gracias.
Matsuhira-san respondió con esa sonrisa fresca que no había cambiado desde la primera vez que nos conocimos. Pero no podía saber qué era lo que realmente pensaba detrás de esa expresión. Tal vez aquello que quería contarme tenía que ver con eso.
No lo sabré hasta que lo escuche directamente.
Al final de ese día, no pudimos hablar de nada más profundo. Solo intercambiamos algunos mensajes de trabajo que habían quedado pendientes, y observé cómo recibía los «ataques de control» de Takenaka-san. Aunque parecía actuar como siempre, para mí, algo en él seguía sintiéndose incompleto.
En ese momento, solo podía desear que llegara el día en que Matsuhira-san pudiera reírse de corazón.
◇
A la hora del almuerzo de ese mismo día, como de costumbre, fui con Takenaka-san a una cafetería algo alejada de la empresa.
Le conté cómo había ido el asunto con Matsuhira-san, y entonces ella dijo:
—Ya veo… Es un poco preocupante, ¿no? Matsuhira-san… —Lo dijo en un tono apagado, muy diferente al habitual entusiasmo que la caracterizaba. Eso me desconcertó un poco.
—Vaya, no era la reacción que esperaba, —le comenté con franqueza.
—¡Ugh, Paisen! ¡Seguro que piensas que soy una loca que anda todo el día al máximo voltaje! ¡Pero que sepas que yo también sé adaptarme según el momento, ¿sí?!
Puso una cara de gran disgusto mientras inflaba las mejillas. Yo me apresuré a disculparme:
—Perdón, perdón…
Probablemente había percibido que yo no estaba muy animado, y se preocupó por la situación de Matsuhira-san. Ella tenía ese talento especial para captar las sutilezas emocionales de los demás.
—¿Qué va a pasar con la empresa, Paisen?
—Quién sabe… Si todo hubiera ido bien con Matsuhira-san, seguramente habría acabado tomando el cargo de presidente algún día…
El hecho de que Matsuhira-san perteneciera a la familia del presidente ya se lo había contado él mismo a Takenaka-san.
«Como ya se lo conté a Hashiba-kun, no sería justo no decírtelo a ti también», eso había dicho. Pensé, una vez más, que era increíblemente correcto y considerado.
—Pero está peleando con la directiva, ¿no?
—Sí… y por lo visto, bastante en serio…
Ambos soltamos un suspiro al mismo tiempo.
Desde el año pasado, cuando tuvo ese enfrentamiento con la directiva por el cronograma de producción, se podía suponer que la posición de Matsuhira-san se había vuelto inestable.
El hecho de que no recibiera un trato especial por ser familia del presidente demostraba que la organización estaba bien estructurada. Sin embargo, eso no significaba que la situación de Matsuhira-san, ni la del proyecto que estaba liderando, fueran favorables.
Nosotros estábamos en una posición relativamente cercana a la suya. Formábamos parte del mismo equipo, y si en el futuro queríamos hacer algo dentro de Succeed, era inevitable que la continuidad o no de Matsuhira-san nos afectara de forma directa.
Si pudiera apoyarlo, me gustaría hacerlo…
Pero, mientras existieran diferencias fundamentales en nuestra forma de pensar, ese apoyo solo podría ser parcial.
Mientras pensaba en todo eso en silencio, de pronto…
—¡Oye, perdón! —Takenaka-san levantó la voz de pronto—. Paisen, ¿eres de los que piensan mucho en el futuro?
—Eh… bu-bueno, sí, supongo.
No era que tuviera claro qué haría con mi futuro, pero sí era verdad que siempre estaba pensando en lo que quería lograr.
—¿Y no has pensado en… buscar trabajo? ¿Entrar en una empresa?
—Sí, supongo que en algún momento lo haré, pero… ¿por qué lo preguntas tan de repente?
No tenía idea de qué venía esa conversación.
En el caso de Takenaka-san, por el año académico en el que estaba, aún era algo pronto para preocuparse por la búsqueda de empleo. Aunque se sabía que los estudiantes más precoces comenzaban a contactar a graduados desde el segundo año, seguía siendo raro que algo así viniera de ella. Que sacara ese tema, de manera tan repentina, me resultó desconcertante.
¿Buscar trabajo…? No me digas que… Por un instante, se me cruzó una idea tan ridículamente tonta que me dio vergüenza. Fue ese pensamiento de «empleo permanente» en el sentido matrimonial, típico de un hombre mayor que no puede evitar imaginar tonterías.
Pero, bueno, antes ya había habido algunas señales vagas al respecto… además, Takenaka-san era una chica realmente encantadora. Si por casualidad me llegaba a insinuar algo, ¿qué se suponía que debía hacer yo?
Mientras me encontraba atrapado en esa cadena de pensamientos inútiles, Takenaka-san continuó hablando, como para disiparlos de golpe.
—Eh… perdón por no haberlo dicho antes, Paisen, pero… yo también soy parte de una familia con una empresa.
—¿Con una empresa? ¿No me digas…?
Después de lo que había pasado con Matsuhira-san, solo había una posible respuesta.
Takenaka-san asintió con timidez.
—Sí… mi papá es el presidente.
—¡¿Eh, en serio?! —Solté la exclamación más alto de lo que debía y enseguida me tapé la boca con la mano, algo avergonzado.
Pero al mismo tiempo, no podía evitar preguntarme: ¿era normal que estuvieran apareciendo tantos hijos e hijas de presidentes por aquí? Y en el segundo siguiente, me di cuenta de que sí, en realidad tenía sentido.
Bueno, al fin y al cabo, una universidad de arte es así, ¿no?
Estudiar arte, algo que no garantizaba ningún ingreso en el futuro, requería pagar una matrícula considerable. Eso solo era posible para familias con un nivel de vida relativamente alto.
Incluso en el caso de la familia Hashiba, mi padre ocupaba un puesto de gerente en una empresa que cotizaba en bolsa. Por supuesto, nuestros ingresos familiares eran estables, así que no hubo mayores problemas con la matrícula y me permitieron ingresar sin dificultad.
Pero eso, justamente, era lo «anormal».
De Takenaka-san ya sabía que desde pequeña había estudiado música y pintura, así que si lo pensaba bien, su entorno familiar debía de haber sido así desde siempre. Podía haberlo deducido.
—Entonces, la empresa de tu padre… ¿a qué se dedica?
—Es una compañía que principalmente se dedica a la localización de videojuegos.
—Así que es una industria cercana a Succeed.
Si hubiera sido una desarrolladora completa, el asunto podría volverse complicado. Pero si se trataba de localización —es decir, traducción y adaptación—, no parecía haber mayores problemas.
—Sí, y… bueno, la idea es que en algún momento yo también me involucre en la empresa. —Ahí hizo una pausa, respiró hondo y dijo—: ¡Paisen, ¿no quieres ir a Estados Unidos conmigo a hacer videojuegos?!
—¡E-eso fue demasiado repentino! —Me sobresaltó por completo el giro inesperado.
—¡Lo-lo siento mucho! Es que, eh… no sabía en qué parte resumir todo esto, así que… uh, ¿por dónde empiezo a explicar? —Después de revolver mentalmente sus ideas —¿era esto? ¿era aquello?—, Takenaka-san volvió a organizarse y empezó a explicármelo desde el principio.
La empresa del padre de ella era una desarrolladora cuya actividad principal se centraba en la localización, pero al parecer, con el equipo que tenían en Estados Unidos, querían comenzar a desarrollar juegos originales en el futuro.
—¿Y entonces quieren saber si yo o Takenaka-san estaríamos interesados?
Ella asintió con fuerza, moviendo la cabeza de arriba abajo.
—¡Ah, pero, pero! No es que si me dices que sí ahora ya sería algo inmediato, ¡para nada! Primero tenemos que demostrar resultados concretos con el trabajo en Succeed, y solo después de eso se evaluaría…
—Ya veo, o sea que no es algo incondicional.
—¡Exacto, exacto! Me adelanté un poco, pero quería saber tu intención, o mejor dicho, tus expectativas a futuro, algo así~.
Al parecer, el padre de Takenaka-san era bastante estricto en ese aspecto. Según me contó, la condición mínima era haber participado en un proyecto con suficiente peso como para poder mostrar un resultado concreto antes de graduarse.
Si el proyecto actual saliera bien tal como está, tal vez podríamos lograrlo…
Dentro del proyecto liderado por Matsuhira-san, Takenaka-san ya estaba haciendo un trabajo digno de aparecer en los créditos. Sin embargo, la obra aún no había salido al público.
Así que probablemente la idea era: primero terminar ese proyecto, y luego hablar de perspectivas futuras sobre esa base.
Estados Unidos, ¿eh? Siempre quise ir…
Desde hacía tiempo sentía curiosidad por el extranjero. Ya no era raro que los videojuegos desarrollados fuera de Japón generaran más furor que los locales, y teniendo en cuenta el mundo del 2016, ir al extranjero en ese momento habría sido una oportunidad increíble.
Sin embargo…
—…Bueno, supongo que es demasiado arriesgado, ¿no? —Aún no había decidido siquiera qué iba a hacer dentro de Succeed, y, más importante aún, me faltaban muchas cosas por aprender. En ese estado, sin ser realmente un aporte útil, lanzarme de cabeza a Estados Unidos probablemente no me permitiría lograr ningún resultado concreto.
—Es lo lógico~. Si ya fue complicado mudarse de Osaka a Tokio, ¡imagínate irse a Estados Unidos! —Takenaka-san parecía haber anticipado esa reacción. Asintió mientras dejaba escapar una risita algo avergonzada—. ¡Pero yo creo que el futuro está definitivamente en el extranjero! —Se inclinó hacia adelante con entusiasmo y continuó—: ¡Ahora hay muchísimas más obras originales, las desarrolladoras se han expandido un montón, y sobre todo los creadores allá tienen una motivación increíble! Así que, Paisen, si alguna vez te dan ganas de hacer juegos allá, ¡cuenta conmigo sin dudarlo!
—Sí-sí… cuando llegue ese momento, sin duda… —Aunque me intimidaba un poco su entusiasmo habitual, lo cierto es que fue una conversación que me dio mucho en qué pensar.
Hasta ahora, siempre había concebido la idea de crear cosas con la «generación platino», con Shinoaki, Nanako y Tsurayuki al centro.
Pero desde que había comenzado a trabajar en Succeed, cada vez se me presentaban más situaciones en las que debía considerar qué quería hacer yo por mi cuenta, aparte del grupo.
Y ahora, encima, surgía esta propuesta de ir a Estados Unidos.
Dada la situación, era imposible no pensar en ello…
Era una oferta que me quedaba grande, y además, al provenir de Takenaka-san —alguien perteneciente a una familia de empresarios—, había que tomarla con matices. Pero incluso considerando todo eso, era innegable que tenía mucho atractivo.
El problema era que yo todavía no había definido un rumbo concreto. Puede que Takenaka-san viera en mí cierto potencial, pero lo más probable era que me hubiera considerado principalmente porque ya habíamos trabajado juntos y había afinidad.
Si aceptaba basándome solo en eso, tarde o temprano iba a perder de vista quién era yo.
Tenía que decidir qué quería hacer.
Si empezaba a moverme sin tener un objetivo claro, tarde o temprano me desviaría hacia un camino que no deseaba recorrer. Tal como había sucedido conmigo mismo en aquel futuro que conocí.
—¡Entonces, Paisen, dejamos esta charla para otra ocasión! —Lo dijo con una energía desbordante, y con un salto ligero se alejó para volver antes que yo.
Mientras observaba su figura alejarse, recordé aquella nota adhesiva. El recordatorio que me había dejado tras aquel gran fracaso, para no desviarme del camino otra vez.
—Un objetivo, ¿eh…?
Crear la mejor obra junto a todos los demás. Ese objetivo que había escrito y pegado dentro del armario seguía vivo incluso ahora.
Todas mis acciones debían orientarse hacia esa meta. Pero, incluso ese futuro que había estado visualizando con tanta claridad, comenzaba a volverse difuso. Ya no sabía bien cómo darle forma.
El crecimiento de todos, las ideas de cada uno… Al observarlos durante este tiempo, me parecía que, poco a poco, nuestros caminos comenzaban a ramificarse suavemente.
Me preguntaba entonces qué era lo que yo podía hacer en medio de todo eso. Debía encontrar pronto la mejor jugada posible, porque el final ya se acercaba con rapidez.
◇
Habíamos llegado a la última Golden Week [1] de nuestra vida estudiantil. Muchos de los compañeros que ya habían asegurado su futuro —ya fuera con empleos o en otras rutas— aprovechaban la ocasión para salir de paseo con todas sus fuerzas. Pero en medio de todo eso, había un hombre empapado en sudor, al borde de la tensión más extrema.
—Ugh… esto es malo, demasiado malo. Siento que el estómago se me va a voltear y salir por la garganta…
Tsurayuki Rokuonji… no, Kawagoe Kyoichi, murmuró con una voz completamente ronca mientras agachaba la cabeza con expresión derrotada. Shinoaki, Nanako y yo, al ver su aspecto tan angustiado, no pudimos evitar compartir una sonrisa incómoda.
Estábamos frente a una gran librería ubicada en pleno centro de la ciudad de Osaka. Justo delante de un cartel vertical donde su nombre aparecía escrito en letras grandes, él mostraba un rostro lleno de desesperación.
—Tsurayuki, ¿quieres un poco de agua?
Le ofrecí una botella de plástico, pero él negó suavemente con la mano.
—Gracias, pero mejor no. Si bebo demasiado, seguro me dan ganas de ir al baño justo cuando empiece todo…
¿Por qué estaba tan nervioso? La respuesta estaba un poco más allá de la entrada, en el fondo del local.
Shinoaki y Nanako se asomaron con curiosidad y echaron un vistazo hacia esa dirección.
—¡Guau, cuánta gente! Todo esto es por Tsurayuki, ¿verdad?
Exclamó Nanako, sorprendida. Entonces, para rematar, la voz pausada de Shinoaki se sumó:
—Hay un montón de personas~. Tsurayuki-kun sí que es popular, ¿eh?
Cuando lo comprobamos por nosotros mismos, efectivamente, el lugar estaba abarrotado.
La mayoría del público eran hombres jóvenes, pero también se alcanzaban a ver algunas mujeres aquí y allá.
—¡Ya-ya basta ustedes dos! ¡En serio, estoy evitando mirar porque sé que si lo hago me voy a poner aún más nervioso!
A pesar del grito desesperado de Tsurayuki, nosotros no hicimos más que sonreírle sin piedad.
—Aun así, ya sabes… —dijo Nanako, encogiéndose de hombros—, para nosotros resulta absurdo que el gran sensei esté nervioso por su propia firma de autógrafos. Suena como un lujo del que uno no se puede quejar.
—¡Oye, que puedo ir ahora mismo y gritar que la famosa Nanako, popular en Nico Nico Utaatte Mita, está aquí de invitada!
—¡E-espera, no digas eso ni en broma! ¡Con solo imaginarlo me da escalofríos! —Nanako negó con la cabeza, totalmente pálida ante el contraataque de Tsurayuki.
—La verdad es que, con la popularidad actual de Nanako, probablemente casi todos los presentes aquí la conocen.
—¡Ya basta, Kyoya! ¡Fue mi culpa, ya no voy a decir nada más! —Luego de ponerse pálida, Nanako se sonrojó profundamente, avergonzada.
Y era cierto que su notoriedad iba en aumento. Dentro del campus, su actividad en Nico Nico le había dado bastante visibilidad, sobre todo entre los estudiantes de primer y segundo año.
Puede que pronto tenga que empezar a salir con algún tipo de disfraz…
Aunque si se lo decía, seguro se avergonzaría y se enfadaría más aun.
—Haaah… Después de estas tonterías, creo que me relajé un poco. —Finalmente, Tsurayuki pareció haber recobrado la compostura. Se irguió y empezó a mover los hombros en círculos para soltar la tensión—. Es hora, voy para allá. Bueno, si meto la pata durante el saludo, ríete con mi permiso.
—Tranquilo, no me voy a reír.
Tsurayuki asintió, algo tímido, y se dirigió a la entrada para el personal, donde se encontró con su editor responsable y desapareció hacia el fondo de la tienda.
—Bueno, vayamos nosotros también.
—Me pregunto con qué saludo va a empezar el gran sensei~.
—A ver qué dice, va a estar interesante~.
Los tres entramos en la librería y nos ubicamos un poco alejados del centro, desde donde podíamos observar lo que ocurría.
Poco después, la voz del librero a cargo del evento resonó en el local:
—¡Gracias por esperar! A continuación, daremos inicio a la firma de autógrafos del Kawagoe Kyoichi-sensei. ¡Por favor, recibámoslo con un fuerte aplauso!
Tras el estruendo de aplausos, Tsurayuki comenzó su saludo:
—Soy Kawagoe Kyoichi. Muchas gracias a todos por venir hoy…
A pesar de lo nervioso que había estado, su saludo fue firme y fluido, sin tartamudeos ni errores.
—No está nada mal. Al final, siempre se crece en el momento clave, —comentó Nanako, asintiendo mientras lo escuchaba.
Aunque todos estábamos sonriendo, en el fondo, claro que habíamos estado preocupados por él.
—¿Cómo debería saludar yo cuando me toque…? —murmuró Shinoaki, ladeando un poco la cabeza como si lo pensara. Ella también tenía programada una firma de autógrafos para dentro de dos meses, durante las vacaciones de verano.
—Con que sonrías como siempre, digas tu nombre y agradezcas a todos, estará perfecto~. Seguro todos se pondrán igual de sonrientes, —le respondió Nanako con naturalidad.
—¿Tú crees~?
Ambas hablaban animadamente, y desde fuera no parecían haber cambiado en nada desde aquella primera vez que conocí a Shinoaki, tres años atrás.
Pero, en realidad…
—¡Disculpen! Vamos a permitir el ingreso de más personas a esta zona de espera, ¿podrían moverse un poco, por favor? —Un empleado de la librería se nos acercó con un cartel de señalización para organizar la fila.
—¡Ah, sí, perdón!
Dijimos rápidamente mientras recogíamos nuestras cosas y nos movíamos con paso apresurado.
Durante el trayecto, echamos una mirada fugaz al mar de gente que se extendía por el lugar. De verdad parecía necesario compactar el espacio; había muchísima gente.
—¡Vaya popularidad, ¿eh~?!
—Después tenemos que decírselo: «¡Grande, maestro~!».
Mientras ellas dos se reían entre murmullos, yo me sentí profundamente orgulloso.
Por fin… Por fin ha nacido Kawagoe Kyoichi de verdad.
El día lluvioso en que nos dijo adiós. El momento en que lo perseguimos hasta su ciudad natal para hacerlo volver. Su lucha reescribiendo la novela premiada. Y cuando decidió enfrentarse solo a todo.
Todos esos momentos se habían ido entrelazando uno a uno, hasta llegar a este día.
Mientras avanzábamos poco a poco, me quedé contemplando en silencio el paisaje que se abría ante nosotros.[1] Término japonés que se refiere al período que comprende los siguientes días festivos: 29 de abril Cumpleaños del Emperador, 1927–1948 Cumpleaños del Emperador, 1949–1988 Día del verdor, 1989 hasta 2006 Día de Showa, a partir de 2007 3 de mayo - Día en memoria de la Constitución, desde 1947.
¡Quieres discutir de esta novela u otras, o solo estar al tanto? ¡Entra a nuestro Discord!
Gente, si les gusta esta novela y quieren apoyar el tiempo y esfuerzo que hay detrás, consideren apoyarme donando a través de la plataforma Ko-fi o Paypal.
0 Comentarios