Sasaki y Pii-chan
Vol. 9 YouTubers Parte 2
Pasé esa mañana sentado en mi escritorio en el buró, ocupándome de las secuelas de mi tiempo como profesor. Hacía ya mucho que me había acostumbrado al tedioso papeleo que exigía mi puesto gubernamental.
Almorcé en un restaurante cercano, y luego nuestro grupo partió alrededor de la hora en que mi vecina y Abadón debían regresar de la escuela. Subimos a uno de los terminales de Tipo Doce y nos dirigimos hacia la casa de estilo retro dentro del objeto volador no identificado. Pii-chan, Lady Elsa y el Príncipe Lewis se nos unieron, por supuesto.
Era la primera vez del príncipe en el espacio, y pasó el viaje maravillado ante el paisaje estelar que se extendía afuera. Lady Elsa permanecía a su lado, haciendo todo lo posible por explicarle lo que veía: que aquellos eran otros planetas, que el grande y brillante era el sol, y así sucesivamente.
Por cierto, el príncipe se había despojado de sus atuendos de otro mundo y se había cambiado a algo más parecido a lo que usábamos nosotros: una camisa con cuello bajo un traje de tres piezas. En conjunto, era un atuendo bastante formal. La suavidad y el cuerpo de la chaqueta y el pantalón sugerían un cachemir de lo más caro. Su vestimenta parecía incluso más lujosa que la de Lady Elsa. Supuse que la Srta. Futarishizuka había tenido en cuenta sus respectivas posiciones sociales al comprarles la ropa.
Finalmente, todos nos apiñamos en la sala de estar de nuestra casa de estilo japonés.
—Ha llegado la hora familiar. Abuela, por favor, anuncia el comienzo del concurso de visualizaciones.
—Estás siendo demasiado optimista sobre esto, niña. Me dan escalofríos solo de verte.
—Ya puedo ver el camino hacia la viralidad en mi mente. Espero que no interpretes mi estado mediante la métrica imprecisa del optimismo, sino como el resultado de simulaciones detalladas del futuro cercano. En otras palabras, mi cuenta ganará este concurso.
—¿Ya creaste una cuenta para ti misma? —le pregunté a mi vecina.
—Sí, —respondió—. Gracias a la ayuda de todos anoche, lo logré sin problemas.
—Durante el recreo te pusiste a toquetear la aplicación y empezaste una transmisión en vivo por accidente. Entraste en pánico. ¡Deberías haber visto tu cara!
—Abadón, ya basta.
Todos nos sentamos sobre los cojines del suelo alrededor de la mesa baja de madera. Ya habían servido té para todos, junto con una cesta llena de mandarinas.
—Entonces, ¿solo tienes que grabar algo con la cámara y subirlo directamente a internet? —comentó la Señorita Hoshizaki—. Qué conveniente.
—Más te vale tener cuidado, estimada senior, —dijo la Srta. Futarishizuka—. Estás empezando a sonar cada vez más como un anciano.
—¿Eh? ¡E-espera, ¿qué parte de eso sonó como un anciano?!
—Esto parece ser algo de lo que los jóvenes deberían saber todo, —dije.
—Ugh… ¡Bueno, sí! Subir un video a internet… ¡totalmente normal!
El Príncipe Lewis estaba sentado junto a Lady Elsa, observando con curiosidad la casa desconocida. Se comportaba igual que la hija del conde cuando llegó por primera vez a Japón.
—Elsa, —dijo—, tus deberes son similares a lo que están discutiendo, ¿no es así?
—¡Sí-sí, señor! Así es, Príncipe Lewis. Asisto a Sasaki en varios asuntos. Y ese pajarito también me ayuda. ¡Mi trabajo consiste en hablar frente a una cámara y transmitirlo al mundo!
—Ya veo. El pajarito, ¿eh?
Pii-chan estaba posado en su pequeño árbol sobre la mesa baja. El Príncipe Lewis lo observaba, intrigado. Después de todo, él sabía quién era realmente el «pajarito».
—Te aconsejo no decir nada más, Lewis.
—Ehm, verás, pajarito, él es… bueno, es una persona muy importante, ¿sabes? Así que…
—No me molesta, Elsa. Aquí soy simplemente Lewis, nada más. De hecho, puedes dejar las formalidades también. Creo que eso me ayudará a acostumbrarme a este lugar.
—¡Pe-pero, señor, yo…! ¡Nunca podría!
Mientras descansábamos alrededor de la mesa, las conversaciones comenzaron a surgir aquí y allá. El té que había preparado la Srta. Futarishizuka estaba delicioso. Probé también una de las mandarinas, muy jugosas y dulces. Empecé a preguntarme de dónde las habría sacado.
—Abuela, la familia está demasiado distraída como para comenzar el concurso de visualizaciones.
—De acuerdo, de acuerdo. La hija menor está a punto de explotar, así que pasemos a lo importante, ¿de acuerdo?
Ante eso, la sala de estar quedó en silencio, y todos dirigieron su atención hacia la Srta. Futarishizuka.
—Primero, las reglas. Establezcamos el límite de tiempo en dos semanas. Quien consiga más reproducciones en su nuevo canal antes de que se acabe el plazo será el ganador. Creo que el conteo de vistas es lo mejor. Si empezamos a juzgar por el número de suscriptores, solo acabaría en tragedia…
—Abuela, siento que un límite de dos semanas es algo corto.
—Bien entonces, ¿qué tal si lo dejamos al tiempo? Si la primera temporada resulta ser un éxito rotundo, podemos hacer una segunda. Algo así. Si cierta persona propensa a colapsos emocionales empieza a ser atacada por haters o moralistas, toda su carrera podría arder ese mismo día.
—Tengo mis reservas sobre el ejemplo utilizado, —dijo Tipo Doce—, pero no tengo objeciones respecto a la revisión de la regla.
Todos los demás asintieron y expresaron su acuerdo, así que la Srta. Futarishizuka continuó su explicación.
—Y ya que esto es una competencia, ¿por qué no decidimos un gran premio… y un castigo para el perdedor? Quien quede en último lugar tendrá que hacer una cosa que el ganador le pida. ¿Qué les parece?
—Ya veo a qué te refieres, —dijo la Señorita Hoshizaki—. Sin una regla como esa, algunas personas —Sasaki, por ejemplo— definitivamente no darían su mayor esfuerzo.
—Eso es completamente falso, —insistí.
En realidad, tenía toda la razón. De hecho, sí pensaba holgazanear. ¿Qué otra cosa podía hacer? No podía pedirle ayuda a Pii-chan, y no tenía la menor idea de cómo conseguir vistas en un video. Si lo supiera, no habría pasado tanto tiempo de mi vida como un simple asalariado. Bien pensado, era quien más desventaja tenía en el grupo. ¿Cómo se suponía que un tipo que estaba por cumplir cuarenta iba a captar la atención del público?
—Creo que con eso basta, —dijo la Srta. Futarishizuka—. ¿Hay algo más que debamos decidir?
—Abuela, se han impuesto restricciones especiales sobre la hija menor. Me gustaría que consideres la posibilidad de que algunos podrían aprovechar esas restricciones con malas intenciones. Si alguien hace algo que insinúe la existencia de formas de vida mecánicas o extraterrestres en relación con mi cuenta, me gustaría que esa persona reciba una penalización.
—Dudo que alguien intente algo así. Pero sí, si ocurre, esa persona quedará fuera del concurso y recibirá un castigo apropiado. ¿Te parece bien?
—Sí, me parece bien.
Tenía la sensación de que quien más preocupaba a Tipo Doce era la propia «abuela». Como compañero de trabajo de Futarishizuka, sabía bien lo apasionada que podía volverse cuando se trataba de competencias como esta.
—Oye, Futarishizuka, —dijo la Señorita Hoshizaki—, estamos hablando de conteo de vistas, ¿cierto?
—Sí, ¿por qué?
—Entonces, ¿no sería mejor subir muchos videos en lugar de uno solo?
—Hmm. ¿Tú crees?
—Tiene sentido, —añadí—. Si uno llega a volverse viral, podría ganar todo el concurso.
—Pero solo tenemos dos semanas, Sasaki, —señaló la Señorita Hoshizaki—. ¿Eso siquiera es posible?
—Esa es otra faceta del concurso, —respondió la Srta. Futarishizuka—. Dependiendo del enfoque de cada quien, podríamos ver una gran variedad de estrategias.
Sin embargo, hacerse viral no era algo que uno pudiera lograr a propósito. Especialmente cuando partíamos desde cero. Disparar a ciegas parecía una opción razonable, pero eso significaba dos semanas muy agitadas.
—Disculpa, Futarishizuka, —dijo Lady Elsa—. ¿Deberíamos participar el Príncipe Lewis, yo y el pajarito?
—Ustedes ya tienen un canal con una de las mayores cifras de suscriptores del país. Y considerando su trabajo, creo que sería una mala idea crear un canal secundario solo para esto. Lamentablemente, creo que deberían quedarse fuera y simplemente disfrutar del espectáculo. ¿Les parece bien?
—Sí, entiendo. Disculpe por haber hecho una pregunta tan innecesaria.
— Parece que esta vez no podré ofrecerte mi ayuda, —dijo Pii-chan, girándose hacia mí.
—Gracias, Pii-chan. Haré lo mejor que pueda por mi cuenta.
Desde que el video que Pii-chan había grabado a sí mismo se filtró en internet, mucha gente empezó a subir videos de animales haciendo cosas, con subtítulos falsos añadidos en la parte inferior. En esencia, estaban copiando su fórmula. Pero si la misma ave aparecía en otro canal, alguien sin duda lo notaría. Y Tipo Doce probablemente se quejaría de que eso violaba las reglas.
—Disculpen, —intervino mi vecina—. ¿Entendí bien que Abadón y yo usaremos una sola cuenta? Él no tiene una propia, así que quería confirmar.
—Esa era la idea, —respondió la Srta. Futarishizuka—. ¿O prefieres que los separe?
—No, prefiero que la compartamos.
Una vez que todos confirmamos las reglas, la sala volvió a quedar en silencio. Aprovechando la pausa, la Srta. Futarishizuka alzó la voz:
—¡Ya estamos, entonces! ¡Da comienzo el Primer Concurso de Visualizaciones de la Familia Sasaki!
Di una palmada para tantear el ánimo, y pronto todos comenzaron a aplaudir. Incluso el Príncipe Lewis se unió, y Pii-chan también, batiendo las alas con astucia en un gesto que imitaba el aplauso.
Sin embargo, el entusiasmo duró apenas un instante, y enseguida la sala volvió a quedar en calma. La Srta. Futarishizuka miró uno por uno a todos los presentes alrededor de la mesa.
—¿Y por qué ninguno de ustedes se ha levantado? —preguntó.
—Es que la calefacción debajo de la mesa está tan agradable y calentita, —admití.
En la sala habían colocado una mesa baja con calefacción, un kotatsu , y todos nos habíamos acercado a ella sin decir palabra, metiendo las piernas bajo la manta. Pero, pensándolo bien, la última vez que vinimos era una mesa baja común. De hecho, el aire del lugar se sentía más frío y un poco menos húmedo. Sabiendo que el pasillo estaría helado, resultaba difícil abandonar el calor del kotatsu .
—¿No les parece que la temperatura aquí se siente como en Karuizawa? —preguntó la Señorita Hoshizaki—. ¿Qué está pasando?
—El entorno que rodea esta casa —temperatura, humedad y presión atmosférica— ha sido sincronizado con la vivienda de la Abuela. Decidí que tener cambios estacionales marcados daría más «carácter», como lo llaman ustedes, a nuestras felices reuniones familiares. Madre, ¿preferirías que hiciera más calor? Si así lo deseas, ajustaré los parámetros de inmediato.
—En realidad, no me molesta tanto. Ir y venir entre lugares fríos y cálidos no puede ser muy saludable. Aprecio tu consideración. Dejémoslo así por un tiempo.
—Entendido. Mantendré el statu quo. La cálida consideración de madre ha derretido el corazón de la hija menor.
—¿Derretido tu corazón? Ugh… se supone que eres su hija, muchacha. Qué escalofriante.
—Abuela, si deseas que sienta lo mismo por ti, deberás convertirte en una persona más amable.
—¿Qué? ¿Cómo sacaste eso de lo que acabo de decir?
Parece que Tipo Doce actualizaba el entorno de la casa a diario. Aunque no lo dijera abiertamente, sus sentimientos hacia la familia y nuestro hogar eran evidentes. A pesar de haber pasado de estudiante a nini, seguía deseando mantener nuestra familia falsa.
—En fin , —dijo la Srta. Futarishizuka, fijando ahora la mirada en la Señorita Hoshizaki—, si ya creaste una cuenta, ¿te importaría decirme tu nombre de usuario?
—¿Qué? No. Por supuesto que no. ¿Por qué haría eso?
—¿Y por qué no? No hay motivo para ser tan fría.
—¡Si te lo dijera, empezarías a dejar comentarios raros por todas partes!
—Fría y cruel. Incluso yo me detendría después de dos comentarios. Tal vez tres. Por día, claro.
—¿¡Lo ves!? ¡A eso me refiero!
—Cuando los mejores jugadores se enfrentan en línea, siempre se lanzan palos en la vida real.
—Entonces quizá sería mejor que grabáramos nuestros videos en nuestras propias habitaciones, en privado, —sugerí.
—Padre, tu observación es correcta. Debemos abstenernos de trabajar en un lugar donde la Abuela pueda vernos.
—¿Eh? Pero ya me quitaste mi espacio en la casa. ¿Qué quieres que haga yo ahora, niña?
—Tal como sugerí anteriormente, he instalado un cobertizo prefabricado en el jardín. Puedes usarlo para grabar.
Tipo Doce señaló con la mirada, y efectivamente, al otro lado de la veranda había un cobertizo prefabricado. No recordaba haberlo visto antes. Era de una sola habitación, de unos diez metros cuadrados, con un diseño bastante rústico. ¿De dónde demonios lo había sacado?
—Sí, ya veo que lo construiste. Pero ¿de verdad piensas meterme ahí? Eso es crueldad pura . Además, no veo ninguna unidad de aire acondicionado en las ventanas. ¿Tienes idea de lo frío que se pone Karuizawa en invierno?
Poco después de formar nuestra familia falsa, habíamos decidido que la «pareja casada» tuviera habitaciones separadas, y el dormitorio principal original pasó a ser de la Señorita Hoshizaki. A mí me habían asignado la habitación de invitados, pero cuando se sugirió que necesitaríamos una para las visitas de Lady Elsa, la habitación de la abuela fue apropiada con ese fin. Y ahora, parecía que la Srta. Futarishizuka acabaría relegada al cobertizo.
—Um, Futarishizuka. Si quieres, puedes venir con nosotros…
—Elsa, no debes consentir a la abuela.
—¡No necesito de ustedes de todos modos! ¡La próxima vez traeré mi propio aire acondicionado de marca exclusiva! ¡Y punto!
Refunfuñando, la Srta. Futarishizuka se liberó del calor del kotatsu y salió del salón. En la entrada, se puso su habitual par de geta y, con aire abatido, se encerró en el cobertizo prefabricado del jardín.
Hoy hacía un frío considerable . No podía evitar sospechar que ésa era la verdadera razón por la que Tipo Doce había bajado la temperatura y la humedad. Parecía que la abuela y la hija menor siempre encontraban algo por lo que enfrentarse.
El Príncipe Lewis, sin embargo, estaba presenciando una riña familiar por primera vez. Con tono amable, habló para aliviar el ambiente:
—Elsa, ¿me permitirías aprovechar esta oportunidad para aprender sobre tu trabajo?
—¡Po-por supuesto, señor! ¡Con su permiso!
—Debo decir que tu actitud es terriblemente formal. Aunque supongo que no hay nada que hacer al respecto.
— En ese caso, te enseñaré los fundamentos de internet , —dijo Pii-chan.
Saltó desde el árbol donde estaba posado y, con un suave aleteo, sus dos patitas aterrizaron sobre el hombro del Príncipe Lewis. Su tono afable dejaba entrever claramente la relación que había tenido con la familia real de Herz en su vida anterior. Como su dueño actual, no pude evitar sentir un poco de celos.
—¿De verdad? Sería un honor recibir su instrucción.
—De verdad. El internet es algo maravilloso, ¿sabes? En él se almacena gran parte del conocimiento del mundo.
Decidí que podía dejar al Príncipe Lewis en manos de Pii-chan. Mientras tanto, debía pensar en una idea para mi primer video. Después de todo, no me gustaría enfrentar las consecuencias de quedar en último lugar.
*
Hasta ahora, los miembros de nuestra familia falsa habíamos pasado la mayor parte del tiempo en esta casa reunidos en la sala o en la cocina, o haciendo visitas individuales al baño. Era la primera vez que realmente hacíamos uso de las habitaciones asignadas.
Cada uno se dirigió a su propio espacio para planear, a solas, la estrategia para su video.
Una vez en mi habitación, sin embargo, terminé sentado ante otra mesa baja, con la cabeza entre las manos. Frente a mí estaba el teléfono corporativo. En la pantalla aparecía mi página de perfil en el sitio de subida de videos. Tenía, por supuesto, cero suscriptores.
—……
Al principio pensé que bastaría con grabar mis alrededores y listo. No habría sido un problema si solo participara sin aspirar a ganar. Podría hacer algo como reseñas de artículos de tiendas de cien yenes… una elección segura, sin duda.
Pero entonces la Srta. Futarishizuka había anunciado que el perdedor recibiría un castigo.
Ya no era necesario ganar , pero debía evitar el último lugar a toda costa. Eso había elevado la dificultad de manera drástica.
—Creo que estoy en problemas.
¿Qué tipo de video conseguiría vistas? No se me ocurría ni una sola idea.
Había, sin duda, algunos hombres mayores que, aun sin ser particularmente atractivos ni hábiles, habían conseguido muchos seguidores. Pero la mayoría de ellos hacían muecas graciosas o usaban voces ridículas. Habían sacrificado el orgullo por el éxito.
Teniendo en cuenta que era un empleado público, no quería mostrar mi rostro. Probablemente tendría que disfrazar también mi voz. Eso limitaba mucho mis opciones.
—……
Eché un vistazo alrededor de la habitación, buscando algo que pudiera usar. Pero como apenas habíamos hecho uso de ese espacio hasta ahora, estaba prácticamente vacío. Mis pertenencias domésticas allí se reducían a unos cuantos cojines de piso y una única mesa baja en el centro de la habitación. Además, había una ventana con papel shōji [1] tradicional y una lámpara de pie en la esquina. Ah, y dos futones guardados en el armario. La Srta. Futarishizuka había encargado todo eso junto con los electrodomésticos.
Mientras observaba los objetos de la habitación, percibí el aroma fresco de los tatamis recién colocados.
—Podría acostarme aquí mismo y quedarme dormido.
Era justo esa hora de la tarde, además. Un fuerte deseo de dormir una siesta comenzó a apoderarse de mí.
Entonces se me ocurrió: ¿y si subía distintos tipos de sonidos para relajar o ayudar a dormir, o simplemente para escuchar de fondo mientras se trabaja? Había muchísimos recursos musicales disponibles, gratuitos o a bajo costo. Y si lo único que debía hacer en la edición era añadir música, incluso alguien sin experiencia como yo podría hacerlo.
Ninguno de esos videos obtendría demasiadas vistas por sí solo, y desde luego no se volverían virales. Pero había una demanda clara por ese tipo de contenido; de eso no cabía duda.
Muchas otras personas tenían la misma idea y competían a diario por obtener visitas. Yo simplemente me abriría paso entre los huecos disponibles y aprovecharía lo que quedara.
Dependiendo de la calidad del video, mi cuenta podría llegar a ser bloqueada más adelante, pero eso no me importaba en lo más mínimo. Mi único objetivo era evitar quedar en último lugar en el concurso actual.
—Bien. Lo intentaré.
Justo entonces, escuché que golpeaban la puerta.
—Oye, Sasaki, ¿tienes un minuto?
—¿Señorita Hoshizaki? Adelante.
La puerta corrediza del pasillo se deslizó suavemente a un lado, revelando exactamente a quien esperaba: mi colega senior.
—¿Ocurrió alguna cosa? —pregunté.
—¿Puedo hablar contigo un momento? Es sobre el concurso.
—Claro, no hay problema.
La Señorita Hoshizaki entró en la habitación y cerró la puerta detrás de ella. Tomé uno de los cojines apilados en la esquina y se lo ofrecí; luego ambos nos sentamos frente a frente, a los lados opuestos de la pequeña mesa. Ella se sentó correctamente sobre sus rodillas, así que hice lo mismo, aunque me resultó un poco doloroso.
—¿Ya decidiste qué tipo de video vas a hacer? —preguntó.
—De hecho, se me acaba de ocurrir una idea hace un momento.
—Ah, ya veo…
—Por tu cara, parece que lo estás pasando mal.
—Bueno, todo este concurso surgió de repente, así que es normal que me quede en blanco. Oh, pero claro, siendo una chica de preparatoria en activo, este tipo de cosas me resultan bastante naturales. Es solo que, como empleados del buró, no podemos mostrar nuestras caras ni nuestras voces, así que no podemos hacer lo normal.
¿Por qué volvía a mencionar su condición de estudiante? Sentí que su percepción interna de sí misma empezaba poco a poco a desmoronarse.
—Tienes razón en eso, —le respondí.
—Eso limita mucho el tipo de videos que podemos hacer. Así que pensé en preguntarte qué tenías en mente.
—Bueno, respecto a eso, quiero hacer un video que no muestre ni mi rostro ni mi voz. Al principio pensé en usar un modulador de voz, pero al final desistí de la idea.
—Aunque tengamos cuidado con ese tipo de cosas, ¿no podría causar problemas mostrar el entorno también?
—Estoy de acuerdo. Por eso quiero hacer un video empezando desde cero absoluto.
—Espera, ¿acaso eres de esas personas que son buenas con las computadoras, Sasaki?
—No llego a tanto, pero probablemente puedo manejar una edición de video sencilla. Además, hoy en día hay montones de sitios de tutoriales y videos explicativos dirigidos a principiantes.
—O-oh… —La Señorita Hoshizaki frunció el ceño. Tal vez a ella no se le daba bien ese tipo de cosas.
De hecho, había escuchado que cada vez más jóvenes no sabían usar computadoras de escritorio.
No hacía tanto, la generación más joven aprendía en la escuela a manejar la tecnología y usaba computadoras todo el tiempo. Se solía decir que los mayores se quedarían atrás. Yo mismo llegué a creer en esa idea.
Pero ahora que los teléfonos inteligentes habían alcanzado la supremacía, las computadoras se habían convertido en terreno de los mayores. Aparentemente, hoy en día incluso se podía editar video directamente desde un celular. El mundo cambiaba de formas imposibles de prever.
—Um, —continuó ella—, ¿puedo preguntar qué tipo de video vas a hacer?
—Mi plan es subir varios sonidos calmantes para que la gente se relaje o los use de fondo mientras trabaja. Espero conseguir algunas visitas de esa manera.
—¿No se ha agotado ya esa idea?
—Pero igualmente puedo hacer lo mismo. Incluso si no es original, todavía se pueden conseguir vistas. Solo quiero evitar el último lugar, así que me parece suficiente. Mi principal preocupación es cómo crear suficientes videos haciendo el menor esfuerzo posible.
—……
La Señorita Hoshizaki me miró con una expresión de incredulidad.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—Solo estoy sorprendida. Estás usando la cabeza.
—¿De verdad? No me parece una idea tan creativa.
—Suena como el camino del cobarde, eso sí.
—Bueno, si mi intención fuera monetizar el canal, estaría de acuerdo en que no sería un método muy digno. Además, tendría una mala influencia en el mercado. Pero el dinero no es lo que buscamos, ¿verdad? Solo lo haré por un corto tiempo, lo justo para no quedar en último lugar en el concurso.
Lo que hacía era más bien un homenaje , una forma de rendir respeto al género.
Mucha gente consideraba que las cifras de ventas eran lo más importante en los negocios. Pero ese enfoque solo funcionaba cuando el mercado se mantenía completamente limpio. Una vez que empezaba a deteriorarse, podías dar por muerto tu negocio. Para evitarlo, había que eliminar los malos productos. «El dinero malo desplaza al bueno», como decía el refrán… y, en mi opinión, eso no se aplicaba solo a las monedas.
Esas eran, al menos, mis excusas para justificar un plagio descarado. Lo siento, de verdad.
—Ugh, —dijo la Señorita Hoshizaki—. A este paso, yo podría terminar en último lugar.
—Tipo Doce y la Srta. Futarishizuka seguramente harán un buen trabajo, así que supongo que los otros tres grupos —tú, yo, y Abadón con mi vecina— estaremos peleando por no quedar en el último lugar. No creo que sea fácil.
—Si tan solo pudiera aprovechar mi condición de chica de preparatoria…
—……
La Señorita Hoshizaki parecía realmente frustrada. Pero en su caso, sentí que intentar comportarse como una estudiante de preparatoria era lo peor que podía hacer. Estuve a punto de decírselo, pero logré contenerme a tiempo.
—¿No tienes algún gag característico o rutina propia? —pregunté.
—Yo, um, no estoy segura de si debería mostrarle mis cartas a un rival…
—Oye, eso no es justo. Tú escuchaste mi idea.
—Urgh…
Supongo que al fin se dio cuenta , pensé.
Así es: los dos éramos enemigos.
Tipo Doce y la Srta. Futarishizuka tenían asegurada la victoria, así que, en mi caso, debía evitar el último lugar a toda costa. Fuera quien fuera el ganador, su petición seguramente sería despiadada. Estaba bastante decidido a superar a la Señorita Hoshizaki y a mi vecina. Mientras una de ellas terminara en último lugar, lo más probable era que los ganadores no pidieran nada demasiado loco.
—¡Ah, rayos! ¡Acabo de recordar que tengo algo que hacer! —exclamó la Señorita Hoshizaki—. Perdón por la visita repentina, Sasaki.
—Está bien. Solo asegúrate de no sacrificar tu privacidad por unas pocas vistas, ¿de acuerdo?
—¡Lo sé! ¡No-no haría algo así jamás!
—Eso espero.
—¡Te, um, te compensaré por esto algún día! ¡De otra forma!
—No hace falta que te mates haciéndolo.
Por un momento, una escena se me cruzó por la mente: un video de mi senior con un atuendo revelador, ocultando su rostro mientras bailaba de manera provocativa… y luego, viéndose obligada a lidiar con el escándalo resultante, luchando con su pobre inglés para rellenar un formulario DMCA [2] .
Bueno, supongo que Tipo Doce podría encargarse de eso por ella.
Para entonces, la Señorita Hoshizaki ya estaba de pie, saliendo apresurada por la puerta.
*
Punto de Vista de la Vecina
Nuestra familia ficticia ha empezado recientemente un concurso para ver quién logra más visualizaciones en cierto sitio de videos. Y, por supuesto, esta vez Abadón y yo no seremos simples observadores: participaremos también.
Personalmente, no me entusiasma mucho la idea. Nunca participé en este tipo de actividades recreativas cuando era niña; me parecen cosas que pertenecen a la vida de otra persona. Y como nunca me acostumbré, terminé por detestarlas. Es, básicamente, puro resentimiento.
Frizcop: Como yo con los juegos de the last of us :v
Lo que sí me interesa es la regla que dice que el ganador puede hacer que el perdedor cumpla cualquier orden que desee. Me pregunto qué pasaría si yo quedara en primer lugar y mi vecino terminara en último.
Es una fantasía construida sobre la más leve esperanza… pero aun así, siento cómo la expectación comienza a crecer dentro de mí.
Para ser sincera, la idea me hace latir la sangre más rápido. Y de todas formas, estoy obligada a participar. Así que decido afrontar este concurso con cierto optimismo.
— ¿Cuántos minutos han pasado desde que te sentaste al escritorio? —pregunta Abadón.
—Dame un respiro. No se me ocurre ninguna buena idea.
En este momento, Abadón y yo estamos en uno de los dos dormitorios de la casa destinados a los niños. Estoy sentado en mi escritorio, con mi compañero flotando a mi lado.
Chica Robot está usando la otra habitación gemela, mientras que Maquillaje ocupa el dormitorio principal, y mi vecino está en la habitación de invitados. Rubia y el nuevo personaje, el Príncipe Ardiente, tomaron la habitación de la abuela. Creo que Futarishizuka terminó en el cobertizo prefabricado del exterior.
Nuestra habitación asignada tiene piso de tatami y mide unos quince metros cuadrados, más que suficiente para dos niños. En comparación con mi antiguo departamento —antes de que explotara, claro—, es bastante grande. Pero eso mismo la hace sentirse vacía. Apenas he pasado tiempo aquí desde que empezamos con todo este acto de «familia».
No hay nada en el estante ni en el basurero, y ni siquiera cuelga un calendario en la pared. Lo único que llama la atención son los dos pupitres de madera, colocados espalda contra espalda.
Futarishizuka los consiguió cuando compró los demás muebles y electrodomésticos. Recuerdo que dijo algo sobre cómo un escritorio temático de alguna compañía llamada Kurogane era indispensable en la habitación de un niño. De manera poco habitual, Chica Robot estuvo de acuerdo con ella.
Destacan especialmente la estantería y la lámpara incorporadas en la parte superior de los pupitres, además de los pequeños compartimentos para guardar objetos. Tienen un diseño bastante funcional. Se ven un poco desgastados en algunos lugares, así que supongo que son reacondicionados. Tienen cierta estética nostálgica, y da la impresión de que artículos como estos formaban parte del ambiente típico de las casas antiguas como esta.
Ahora estoy frente al escritorio, esforzándome por pensar en algo… alguna idea para un video que pueda subir para el concurso.
— ¿Por qué no subes un video de prueba? Puede ser de lo que sea, —sugiere Abadón.
—No estoy segura. No suena muy prometedor.
—Puedes borrarlo si no resulta bien, ¿no?
—Supongo que sí.
Ha pasado media hora desde que salí de la sala de estar, y aún no se me ocurre nada. Pero Abadón tiene razón. Tal vez sea mejor hacer algo, aunque sea una tontería, que quedarse preocupada eternamente. No tengo experiencia subiendo videos, y hay cosas para las que simplemente hay que mojarse los pies primero. Creo que eso es lo que el demonio intenta decirme.
—Muy bien. Probaré simplemente pasando por el proceso.
—¡Guau, no puedo creer que aceptaras tan rápido! Pero me alegra.
—Aunque no parecías muy contento con este concurso.
—¡Bueno, si de todos modos vamos a hacerlo, más vale apuntar al primer lugar!
—Ya veo.
Probablemente lo dice por consideración, ya que fue Futarishizuka quien propuso la idea. Ella nos ha estado ayudando mucho últimamente. No tendremos la oportunidad de darle otra recompensa del juego de la muerte en el futuro cercano, así que el demonio debe de estar preocupado por cómo podríamos compensarla de otro modo.
—Estoy de acuerdo en que deberíamos buscar una forma de retribuirle a nuestra casera fuera del juego de la muerte.
—Exacto. ¡Me alegra que estemos en la misma sintonía!
—Pero esta habitación está prácticamente vacía. Salgamos al patio.
—¡Recibido, compañera!
Salimos del dormitorio y nos dirigimos afuera. El clima está despejado. Miro hacia arriba y veo un cielo azul completamente libre de nubes. Hace frío, pero casi no sopla el viento; si me quedo bajo el sol, debería bastar con mi abrigo para mantenerme caliente. El día soleado de invierno se siente tan agradable que casi me hace llorar. El paisaje es tan realista que cuesta creer que en realidad estemos dentro de una nave espacial.
—He oído que es importante tener un entorno atractivo para los videos. ¿No crees?
—¿Ves algún lugar así por aquí?
—Hmm…
Abadón y yo nos detenemos cerca de la veranda de la sala y echamos un vistazo alrededor.
La casa es un edificio de estilo japonés retro. En casi cualquier zona residencial de Japón hay al menos dos o tres casas como esta. No es precisamente algo que valga la pena filmar, así que mi atención se dirige naturalmente al resto del entorno.
Varias otras casas se alinean cerca de la nuestra. Me da la impresión de que cada día hay más; debe de ser Chica Robot quien trabaja arduamente ampliando el vecindario. Está claro que siente mucha pasión por este asunto de la familia ficticia. Incluso hay una carretera asfaltada que corre junto a la hilera de casas.
Aun así, dudo que nada de eso sirva para un buen video. Todo es tan realista que parece una calle cualquiera.
—Creo que simplemente seguiré tu consejo, —digo— y grabaré lo que sea, por ahora.
—Claro. Y si no funciona, estoy seguro de que me echarás toda la culpa a mí, ¿eh?
—Las palabras tienen consecuencias, Abadón.
Mientras intercambiamos bromas sin sentido, saco el teléfono del bolsillo interior. A modo de prueba, grabo un video de un cuervo posado en el tejado.
Según Chica Robot, es uno de verdad, capturado en la Tierra y traído hasta aquí. Podemos oír sus graznidos ocasionales desde la sala de estar. También hay otros pájaros: algunos gorriones revolotean alrededor de la casa. Siento mucha curiosidad por saber qué les da de comer.
Mi video dura apenas unos minutos. Uso el zoom para acercarme al cuervo mientras se acicala. La cámara no deja nada que desear… justo lo que esperaría de un teléfono comprado por Futarishizuka. El video sale con una nitidez impecable.
Subí el video al sitio de publicaciones como público, sin editarlo en lo más mínimo. El proceso fue muy sencillo.
Durante unos minutos después de eso, Abadón y yo nos sentamos en el borde de la veranda y nos dejamos bañar por el sol. Pasados algo menos de sesenta minutos, revisamos las visualizaciones del video. Había tres en total: exactamente las veces que yo misma lo había reproducido.
— El número no parece cambiar. ¿Estará roto? —preguntó Abadón mientras ambos mirábamos la pantalla del smartphone.
—No, creo que funciona perfectamente.
Se notaba desde la miniatura que era un video de baja calidad hecho por un aficionado. No era de extrañar que nadie lo abriera. El contenido era solo un primer plano de un cuervo acicalándose. El título era simple: «Cuervo acicalándose». Nadie iba a ver algo así.
Ayer, cuando Futarishizuka anunció este concurso, estuve investigando un poco y descubrí que, si un video no alcanza cierta cantidad de visualizaciones, el sistema de recomendaciones del sitio no lo muestra. Además, la función de búsqueda de esa página es tan mala que prácticamente no sirve. Así que, a menos que consiga atraer público desde otras plataformas, no obtendré vistas por más que espere.
Le expliqué todo eso a Abadón.
—Entonces, ¿quieres decir que primero tenemos que hacer publicidad en otros sitios web para que empiece a moverse?
—Sí. La gente no va a encontrar mi canal por arte de magia. Necesitamos un video que sea fácil de promocionar en comunidades fuera del sitio principal. Podríamos apuntar a foros o secciones de comentarios en blogs, donde ya se reúne mucha gente.
—¿Y no tienes alguna forma de promocionarlo tú misma?
—Tengo una cuenta en redes sociales, pero no quiero usarla ahora. No tiene muchos seguidores de todos modos, así que dudo que ayude mucho.
—¿Por qué no quieres usarla?
—Porque la uso para vigilar a mi vecino. No puedo dejar que se entere, ¿verdad? Imagina el desastre que sería.
—Incluso yo me siento algo perturbado por ese lado tuyo, y eso que soy un demonio.
Ya había dejado comentarios en publicaciones de mi vecino antes y tenido pequeñas conversaciones con él allí. Anónimamente, por supuesto. Sé que se sentiría muy incómodo si descubriera que era yo. Y no necesito que Abadón me lo recalque.
—Tal vez el video se haría popular si el cuervo de repente me tomara cariño.
—Podría ocultarme y moverlo por ti, si quieres.
—Gracias por la sugerencia, pero paso. Me daría pena por él.
Si el cuervo empezara a comportarse de manera extraña, alguien sin duda lo notaría. Sería un verdadero problema si publicara un video de animales y la gente comenzara a gritar «maltrato». Aunque… quizá podría conseguir vistas provocando a la audiencia. Vaya idea.
—Oye, esa es la cara de un conspirador.
—¿Fui tan obvia?
Dicho eso, no creo que sea necesario llegar tan lejos todavía. Estoy seguro de que Chica Robot o Futarishizuka ganarán. Es poco probable que alguna de ellas nos ordene hacer algo imposible, así que no supondrá demasiado problema aunque quedemos en último lugar.
Si voy a darlo todo, será después de cuando confirme que mi vecino está destinado a quedar último… o si parece que Maquillaje va a ganar. Entonces reconsideraré la idea, ya sea como forma de asegurar la victoria o de escapar del último puesto. Claro está, no quiero que nadie note que lo estoy haciendo a propósito.
—Ser honesto es una virtud, pero quizá no deberías exagerar con eso.
—Solo contigo, Abadón. Es la única vez que puedo ser tan sincera.
—Espero que algún día puedas decir eso con sinceridad y no con sarcasmo.
Abadón y yo seguimos sentados en la veranda, lanzándonos palos y sin hacer gran cosa. La luz cálida del sol se siente realmente agradable con este fresco. Tal vez prepare algo de té en la cocina. Aún quedan mandarinas en el cesto sobre la mesa del salón.
Pero justo cuando estoy pensando en eso, la puerta del cobertizo se abre y Futarishizuka asoma la cabeza para mirarnos.
—¿Ya descansando, eh?
Al vernos en la veranda, camina hacia nosotros. Su cobertizo parece uno de esos que se ven en obras: ordenado y limpio, pero también simple y austero. Tal vez escuchó nuestra conversación a través de las paredes delgadas.
—Nos quedamos sin ideas, —le digo.
—¿Ah, sí? Entonces, ¿ya subieron algún video?
—Sí. Tuvo tres vistas y ahí se estancó.
—Bueno, eso pasa cuando subes algo sin pensarlo mucho. —Futarishizuka se detiene frente a nosotros y luego levanta la vista hacia la casa—. Y si estaban filmando esta casa, les sugiero que lo dejen. La hija menor ha sido notoriamente cleptómana en el pasado, y la gente anda hablando. Este tipo de estructura es hecha a mano por carpinteros; si alguien la reconoce, podrían empezar una cacería de brujas.
—Tienes razón. Lo borraré de inmediato.
Tal como habíamos planeado desde el principio, uso mi teléfono para eliminar el video.
Subir uno por primera vez me enseñó lo difícil que es conseguir vistas. Quizá era algo obvio, pero empiezo a darme cuenta de lo asombroso que es que Rubia y el gorrión hayan alcanzado decenas de miles desde el primer momento. Ni siquiera hicieron publicidad: empezaron literalmente desde cero.
—Si me permites decirlo, te veo bastante relajada, —comenté.
—¿Yo? Bueno, es que ya tengo decidido mi plan de acción.
—Oh, qué curioso. Me encantaría saber qué tipo de video piensas hacer.
—¿Ah, sí? ¿Curioso, eh? ¿De verdad quieres saberlo?
Futarishizuka se lleva los dedos índices a las mejillas y empieza a mover las caderas de un lado a otro. Es claramente una actuación, pero encaja a la perfección con su aspecto. Debo admitir que me impresiona. Aunque tengo la sensación de que, si mi vecino la viera, diría «no, gracias» y la ignoraría por completo.
—¿Quieres decir que nos lo dirás así sin más? —pregunto.
—Veamos… Hay un viejo dicho japonés que dice: A lo que uno ama, en eso sobresale.
—¿Algo que te guste?
—Ah, me temo que eso no sería de mucha ayuda para mi compañera.
—Aún eres joven, querida. Deberías probar más cosas.
La mirada de Futarishizuka es amable. Se comporta así también con la chica mágica rosa. Aparte de mi vecino, su ave y Maquillaje, tiende a ser gentil con sus aliados. Supongo que se podría decir que tiene una actitud «afectuosa». Pero precisamente por eso me aterra tanto pensar en lo que ocurriría si algún día me abandona. Un escalofrío me recorrió la espalda.
Para cambiar de tema, le pregunté:
—¿Ya terminaste de grabar tu primer video?
—He terminado por hoy, pero solo he encargado el equipo que necesitaré.
—Ya veo.
—Y ahora debo irme. Tengo un par de cosas que decirle a la hija menor sobre el estado de mis alojamientos .
—Gracias por el consejo, —dije, poniéndome de pie en la veranda e inclinándome en señal de respeto.
Futarishizuka agitó una mano, como diciendo «no hay de qué», y se dirigió a la entrada principal de la casa, desapareciendo enseguida en su interior.
Después de verla marchar, Abadón habló:
—Tú también debes tener al menos una cosa que te guste, ¿no?
—……
Algo que me guste. ¿Qué me gusta? Nunca había tenido el tiempo ni la calma para pensar en algo así.
—¿Estás pensando en esa persona especial?
—…Hmm.
No, no estaba pensando en mi vecino. No es tanto algo que me guste , sino alguien que me pertenece . Y yo le pertenezco a él también. Juntos somos uno. Encajamos a la perfección.[1] Panel corredizo tradicional japonés hecho con un marco de madera cubierto de papel translúcido (washi). Se usa como puerta, ventana o separador interior. Permite el paso de la luz suave, creando espacios luminosos y armoniosos, característicos de la arquitectura japonesa tradicional.
[2] La DMCA (Digital Millennium Copyright Act) es una ley estadounidense de 1998 que protege los derechos de autor en el entorno digital. Penaliza la copia o distribución no autorizada de contenido protegido y obliga a plataformas en línea a retirar material infractor mediante solicitudes de «takedown» o eliminación de contenido.
¿Quieres discutir de esta novela u otras, o simplemente estar al día? ¡Entra a nuestro Discord!







0 Comentarios