El Jefe de Atelier Tan Despistado
Vol. 2 Capítulo 2. La Cazadora de Dragones y la Magia de Teletransporte Parte 2
Después de recibir la recompensa del encargo, decidí llevarme un poco de las habas que crecían en el rancho.
Hervidas con sal eran un acompañamiento perfecto para el licor.
Además, esas habas las había cultivado Kurt. Seguro que sabían deliciosas.
Hasta los cerdos se peleaban por comerlas ahora mismo.
—¡Habas, habas! —exclamó Akuri con alegría mientras miraba las que había en la canasta.
—Akuri, no las toques. Las ramas tienen puntas afiladas y son peligrosas.
—Sí, Mami Yuli.
Muy bien, qué niña tan buena.
Cuando Kurt vuelva, definitivamente le contaría que Akuri se había portado tan bien.
Mientras pensaba eso y lo esperaba un poco alejada del pueblo, el dragón descendió del cielo.
Bueno, hablando del rey de roma.
—¡Señorita Yulishia!
—Kurt, ¿pudiste recolectar la fruta?
—Lo siento. En el camino encontré a la cazadora de dragones herida, así que le di una poción de curación mezclada con paralizante y la traje conmigo. No creo que despierte en tres días.
—Ah, ya veo… sí, ya veo… —dije, mientras acariciaba la cabeza de Akuri.
Akuri era una niña muy buena, así que ¿por qué su papá tenía que ser tan problemático?
¿Cuántas veces más iba a hacerme perder la cabeza para estar satisfecho?
Recordaba haber oído que los venenos normales no afectaban a los demonios… pero bueno, siendo Kurt, no me sorprendía nada.
Aun así, lo que había hecho él sí podía considerarse un gran mérito.
¿Por qué esta demonio había ido tras Akuri?
¿Y cómo era que sabía sobre ese Señor Demonio, un demonio de clase superior?
Fuera como fuera, debía sacarle esa información como diera lugar.
Si Kurt lo decía, entonces seguramente esta demonio no despertaría en tres días.
Cargamos a la demonio en el carruaje y regresamos al pueblo fronterizo.
De verdad que, aunque solo había pasado medio día, sentía como si hubiéramos vivido toda una aventura.
Escondimos a la demonio entre el equipaje para poder ingresar al pueblo.
Gracias al prestigio de nuestro atelier, no revisaban nuestras pertenencias, lo cual fue un alivio.
Justo cuando estacionamos el carruaje en el jardín del atelier, la puerta principal se abrió.
De ella salieron Liese… y otra persona más.
Un joven de unos veinte años, de cabello gris, con un rostro bastante atractivo pero con una expresión decidida que le daba cierto porte.
Liese se veía muy feliz a su lado. Nunca habría imaginado que miraría así a alguien que no fuera Kurt.
¿Quién era ese tipo?
—¡Señorita Yuli! ¡El Jefe del Atelier ha llegado!
—¿¡Eh!? —dijimos Kurt y yo al unísono ante las palabras de Liese.
Obviamente, ese hombre no podía ser el verdadero Jefe de Atelier.
Seguro era un sustituto que Liese había preparado para engañar al margrave. Eso lo entendía.
Pero aun así, no podía evitar que me molestara… aceptar a alguien que no fuera Kurt como Jefe de Atelier me resultaba insoportable.
—Mucho gusto, Jefe de Atelier. Me llamo Kurt.
—Sí, así que tú eres el tal Kurt. Mi nombre es Rikuto. Ya me han hablado de ti tanto la Srta. Liese como la Srta. Yulishia. Parece que estás haciendo un gran trabajo. Espero que sigas apoyando al atelier.
—¡Sí, señor!
Kurt le daba una miraba de emoción, con los ojos llenos de entusiasmo.
Me molestaba que estuviera tan entusiasmado con ese tipo extraño.
Sí, tenía una cara que coincidía un poco con mis gustos, y parecía alguien amable, pero ¿de verdad era una persona en quien se podía confiar?
Por el momento, no tenía más remedio que confiar en Liese y seguirle la corriente.
—Cuánto tiempo, Rikuto. ¿Terminaste tu trabajo en la capital?
—Para nada, —respondió—. Pero como recibí el aviso de que el Margrave Tycoon vendría, dejé el trabajo a cargo de la Señorita Mimiko por ahora.
Así que sabía que Mimiko era una colaboradora.
Bueno, eso incluso había salido en los periódicos, así que no era raro que lo supiera.
—Ya veo… Bueno, tengo algo que decirte, ¿puedo? Kurt, perdona, ¿podrías llevar a los caballos al establo?
—Entendido, Señorita Yulishia.
Levanté una caja (con la demonio adentro) y la bajé del carruaje, dejando a Kurt a cargo del vehículo y los caballos.
—Liese, ¿vienes también?
—Sí, por supuesto. Entonces, Srta. Yuli, Sir Rikuto, vamos juntos.
Liese caminaba al lado de Rikuto con una expresión de alegría, y eso me resultaba completamente extraño.
Siempre había creído que Liese solo tenía ojos para Kurt, y que incluso en una actuación no mostraría una expresión tan embobada con otro hombre.
Pero… ¿y si no era actuación? ¿Y si Rikuto realmente la había embaucado? ¿O incluso si estaba bajo algún hechizo de encantamiento?
No, tal vez estaba exagerando. Quizás simplemente lo habían escogido porque se parecía un poco a Kurt.
De cualquier forma, lo primero era descubrir la verdadera naturaleza de ese tal Rikuto. Lo de la demonio vendría después.
Fuimos a la sala de recepción, que tenía el mejor aislamiento acústico.
Liese abrió la puerta e hizo pasar a todos al interior.
Yo dejé la caja en el suelo, sin sentarme en el sofá, y me recosté contra la pared.
Como buena aventurera, siempre procuraba estar en una posición que me permitiera moverme rápido si el interlocutor no era de fiar.
Bien, ¿por dónde debía empezar? Justo cuando pensaba eso, el rostro de Rikuto ya estaba peligrosamente cerca del mío.
—¿Qué se supone que estás haciendo, tarado? —le dije, fulminándolo con la mirada.
—Hoy en día, ya no hay mujeres que se derritan cuando las acorralan contra una pared, ¿no?
Incluso alguien como yo había tenido hombres que me coqueteaban antes de empezar a trabajar aquí.
Aunque, claro, tipos como ese siempre terminaban cayendo bajo mis ataques.
Intenté patear la entrepierna de Rikuto… pero fallé.
La esquivó… no, no fue eso. ¿Esa sensación…? ¿Lo atravesé?
Ah, ya veo… así que era eso.
—Liese, esto ya está siendo una broma de mal gusto, ¿no crees?
Intenté golpear la cabeza de Rikuto, y tal como lo sospechaba, mi mano lo atravesó con facilidad.
—¿Ya te diste cuenta? Aunque, parece que ni siquiera tú, Srta. Yuli, te diste cuenta hasta que lo tocaste, así que se puede decir que fue un éxito.
Liese dijo eso mientras me mostraba una espada.
La espada mágica, Mariposa.
Una espada mágica fallida forjada por Kurt. Su habilidad era la de crear ilusiones.
Cuando luchó contra el demonio de alto rango en el pasado, Liese creó un doble de sí misma con esta espada mágica y lo dejó desconcertado durante un rato.
—Creía que era una refracción de la luz, como un espejismo, pero pensar que crearía la ilusión de una persona inexistente…
—Oh, sí que existe. Esta persona es la versión de veinte años de Sir Kurt que imaginé y creé.
—Sí, es la versión de veinte años de Kurt. Lo siento, Srta. Yulishia, por hacer algo tan extraño.
Rikuto, o mejor dicho, la versión de veinte años de Kurt, sonrió con aire de disculpa.
Ciertamente, Kurt se vería así si creciera.
—Por cierto, también puedo crear una ilusión de la versión actual de Sir Kurt.
Cuando Liese dijo eso, la figura de Rikuto se transformó en el propio Kurt.
Qué aterrador, no se puede distinguir en absoluto.
Lo que más miedo da es que Liese observe a Kurt hasta ese punto.
—Impresionante, hasta la posición del remolino es exacta.
—Srta. Yuli, que sepas eso significa que tú también conoces la posición del remolino de Sir Kurt. —Liese dijo eso con un suspiro.
Pe-pero qué se le va a hacer. Si caminamos juntos, el remolino de Kurt, que es más bajo que yo, termina entrando en mi campo de visión.
Mientras pensaba eso, la ilusión de Kurt desapareció.
—Por cierto, Srta. Yuli. Me enteré por los Phantom que fueron atacados por un demonio, ¿y que incluso lo capturaron?
—¿Qué, ya lo sabías? Bueno, fue gracias a Kurt.
Cuando le mostré a Liese el contenido de la caja, su expresión se endureció.
—…Srta. Yuli, matemos a esta mujer ahora mismo.
—¿Eh? Tú… ¿acaso conoces a esta demonio?
Un demonio de alto rango que fue invocado para matar a Liese.
La demonio conocía a ese demonio de alto rango.
Si esta demonio y el demonio de alto rango estuvieran secretamente conectados, entonces existe la posibilidad de que Liese y el demonio se hayan encontrado en algún lugar.
—¡No tengo por qué conocerla! Más bien, una mujer como esta no será más que un perjuicio para Sir Kurt.
—Bueno, ciertamente es peligrosa, pero Kurt dice que no despertará en tres días, y aunque la matemos, deberíamos sacarle información primero…
—¡No tenemos tiempo para tomarnos las cosas con tanta calma! Si Sir Kurt viera estos… ¡estos magumbos tan grandes…!
Liese se enfadó mientras amasaba el pecho de la demonio.
—¡¿Lo decías por eso?!
Le di un golpe en la cabeza a Liese.
¿Quieres discutir de esta novela u otras, o simplemente estar al día? ¡Entra a nuestro Discord!
Gente, si les gusta esta novela y quieren apoyar el tiempo y esfuerzo que hay detrás, consideren apoyarme donando a través de la plataforma Ko-fi o Paypal.








0 Comentarios