El Jefe de Atelier Tan Despistado

Vol. 2 Capítulo 2. La Cazadora de Dragones y la Magia de Teletransporte Parte 1

Cuando le pregunté a Akuri cómo se había escapado de la habitación, lo único que me respondió fue: «¡Hice Pum! Y ya estaba aquí.» Pero con eso, no tenía ni idea de cómo lo había hecho.

Aunque bueno… esa habitación la había construido yo, así que seguramente tenía un montón de huecos por donde escaparse.

Lo que sí me quedó claro era que había salido porque quería estar conmigo.

—¿Señorita Yulishia, puedo llevarla con nosotros? —pregunté.

—Haa… ni modo. Si no sabemos cómo salió, es muy probable que se vuelva a escapar si la regresamos. Pero como todos en el taller deben estar preocupados, le voy a dejar un recado a los Phan… digo, a alguien que vaya rumbo al pueblo fronterizo.

La Señorita Yulishia detuvo la carreta un momento y se acercó a una mujer que parecía una viajera para hablar con ella.

¿Eh? ¿Desde cuándo estaba esa mujer ahí? Y además, ¿cómo supo la Señorita Yulishia que se dirigía justo al pueblo fronterizo?

En esta carretera hay más comerciantes que van hacia la ciudad del señor que viajeros hacia la frontera…

Hmm… no lo entendí, pero seguramente fue una de esas intuiciones que tienen los aventureros como ella.

—¿Papi, qué pasa? —me preguntó Akuri.

—¿Eh? Solo pensaba que la Señorita Yulishia es increíble.

—¡Mami Yuli es increíble!

—Sí, mami es genial, —asentí con una sonrisa, mientras le acariciaba la cabeza con suavidad. El cabello de Akuri, que reía feliz, era tan suave que daba gusto tocarlo.

—Kurt, te escuché, ¿eh? Me llamaste «mami» —dijo Yulishia al volverse.

—¿Eh? Lo-lo siento mucho…

—En serio, no lo digas, me da vergüenza… así parecemos un matrimonio .

—Perdón…

Ahh… no escuché bien lo último, pero parecía que la había molestado.

Y sí, supongo que llamar «mami» a una chica joven y linda como la Señorita Yulishia podía sonar grosero.

Lo admito, me pasé.

—Papi, yo te consuelo, —dijo Akuri, y me acarició la cabeza, probablemente porque no soportó verme decaído.

Al final, ya no sabía quién era el adulto aquí. Definitivamente tenía que ponerme las pilas.

Después de eso, la carreta siguió su camino, y pasado el mediodía, llegamos a un pueblo vecino en medio de las montañas.

Según la Señorita Yulishia, el encargo de esta vez no era tan complicado.

Si no recordaba mal, el contenido de la misión era…

—¡Bienvenidos, valiente héroe viajero y su fiel acompañante! ¡Derroten al Rey Demonio y salven este mundo!

—¿¡Qué no que era un encargo sencillo!?

Apenas tocamos la puerta de la casa del cliente, un anciano con una túnica blanca gritó eso de golpe.

Eh… eso no tenía nada que ver con lo que habíamos escuchado.

¿Eh? ¿Derrotar al Rey Demonio?

¿La Señorita Yulishia era la Heroína… y yo, su acompañante?

Bueno, en realidad, para mí eso era como un sueño hecho realidad.

Asentí con firmeza ante el anciano.

—¡Sí, haré lo mejor que pueda!

—¡Akuri también hará lo mejor que pueda!

—¡No se esfuercen tanto, Kurt, Akuri! Esa no es la clase de encargo que vinimos a hacer, —nos reprendió la Señorita Yulishia con una mirada fría.

En ese momento, una mujer de unos cuarenta años salió desde el fondo de la casa.

—Ay, disculpen, parece que mi suegro volvió a decir cosas extrañas. Desde hace tiempo le fascinan esos profetas misteriosos que hablan enigmáticamente, y últimamente se le ha empezado a ir un poco la cabeza… ¡Oh, qué niña tan adorable! ¿Son recién casados?

—¿¡Eh!? —dijimos ambos a la vez.

¿Acaso… así nos veían desde fuera?

Por mi parte no me importaba mucho eso, pero ¿no estaría molestando a la Señorita Yulishia con eso?

—Aunque son muy jóvenes para eso. Seguro que son hermanos, ¿verdad?

Ah, qué alivio. La señora se dio cuenta por sí sola.

Claro, Akuri parecía tener unos tres años y yo tenía quince, así que lo lógico era pensar que éramos hermanos con varios años de diferencia.

Justo cuando me sentí tranquilo por eso, Akuri soltó una bomba.

—Papi y Mami Yuli.

—Ay, ay, ay… ¡Los niños de hoy en día crecen tan rápido! Me doy cuenta de que ya soy toda una señora…

Nos malinterpretaron por completo.

Pero tampoco podíamos explicar a fondo quién era Akuri.

La Señorita Yulishia estaba completamente roja… seguramente de la rabia.

Tenía que disculparme con ella en cuanto termináramos el trabajo.

—Bueno, el problema es que mis cerditos del rancho últimamente han perdido el apetito y no quieren comer mucho.

Sin preocuparse por nuestro malentendido, la señora empezó a explicarnos el verdadero contenido del encargo.

Casi todos los cerdos del rancho detrás de la casa se habían metido en un charco de lodo preparado por la señora para que jugaran, y no querían moverse de allí.

—Últimamente ha hecho mucho calor, quizá sea agotamiento por el verano. Voy a preparar un alimento especial que les ayude a recuperar el apetito.

—¿Oh? ¿De verdad puedes preparar algo así? Como era de esperarse de los empleados de un Atelier. Entonces, te lo encargo. Yo aprovecharé para sacar a pasear a mi suegro.

—Sí, déjemelo a mí.

Despidiéndonos de la señora que se fue con su suegro a dar un paseo, nosotros comenzamos con los preparativos de inmediato… o eso intentábamos…

—…¿Recién casados…? ¿Kurt y yo, recién casados…?

La Señorita Yulishia parecía muy afectada por el malentendido anterior y se quedó paralizada.

Bueno, siendo este un trabajo sencillo, tal vez yo solo podría encargarme sin problema.

Fui hasta la carreta y saqué una buena cantidad de especias que ya había preparado de antemano, además de barriles de agua y una olla.

Lo que iba a preparar ahora era una mezcla de especias con efecto estimulante del apetito, disueltas en agua y ajustadas al gusto. Al verter esto sobre el alimento para los cerdos, seguramente recuperarían las ganas de comer.

—Huele rico, —dijo Akuri, babeando mientras miraba la olla.

—No hagas eso, Akuri, esto es comida para los cerditos, ¿sí?

—¡Shi!

Justo cuando advertí a Akuri, los cerdos, atraídos por el aroma, empezaron a acercarse todos de golpe.

Vertí la mitad de la mezcla de la olla sobre el alimento.

Los cerdos comenzaron a comer con entusiasmo, como si compitieran entre ellos.

Tenían tan buen apetito que seguramente eso bastaría para que se recuperaran del agotamiento veraniego.

En ese momento, una enorme sombra cubrió el lugar donde me encontraba, y la voz de la Señorita Yulishia resonó:

—¡Kurt, Akuri, retrocedan! ¡Refúgiense dentro de la casa! —La Señorita Yulishia desenvainó su espada sin dudar.

—Ah, Señorita Yulishia, ya casi terminamos el trabajo, ¿sabe?

—¡No digas tonterías! ¡Mira hacia arriba…!

—Mejor guarde la espada, no se preocupe, está todo bien.

—¿Qué «está bien»? Óyeme, no seas…

—Como usted es de ciudad, seguro no lo sabía. —Entonces, levanté la vista hacia el cielo.

Lo que vi fue una enorme figura… giró lentamente en el aire y aterrizó justo frente a mí.

Era una criatura bien conocida, con todo el cuerpo cubierto de escamas verdes.

—Cuando estás preparando alimento para el ganado, que un dragón venga a pedirte que le compartas un poco es algo bastante común en el campo.

Qué nostálgico… desde que salí de la aldea, nunca más había tenido que preparar comida para animales.

Donde vivía, como no había nadie que pudiera enfrentarse a los goblins, a veces preparábamos esta mezcla de agua con especias para atraer a los dragones y así ahuyentar a los goblins.

—¡Es un perrito graaande! —gritó Akuri emocionada al ver al dragón.

¿Perrito?

Ah, claro, el peluche que le di a Akuri era un perro, así que supongo que cualquier animal de cuatro patas le parecía uno de ellos.

Quizá incluso pensaba que los caballos también eran perros.

—Akuri, esto no es un perro, es un dragón.

—¿Doragon?

—Dragón.

—¡Es un doragón!

Bien, parecía que lo había entendido.

Qué alivio… no quería que Akuri creciera sin saber cosas básicas y de sentido común.

—¡El que no tiene sentido común eres tú, Kurt!

—¿Eh? ¿Ah? ¿Acaba de leer mis pensamientos, Señorita Yulishia? ¿Es usted una especie de médium?

—¡No es eso! ¿¡Qué no ves que es un dragón!? ¡Una criatura de rango S! ¡Tú no tienes ninguna capacidad de combate, y ni siquiera yo puedo asegurar que podría derrotarlo sin salir herida! ¡Es peligroso!

—No se preocupe, Señorita Yulishia. Este dragón todavía es joven, y mientras esté comiendo, nunca atacará a menos que lo provoquemos. Así que, por favor, guarde la espada. —Le dije eso a la Señorita Yulishia mientras acariciaba la cabeza del dragón, que bebía el agua que quedaba en la olla.

Akuri también parecía querer acariciarlo, así que la levanté en brazos para que pudiera tocarle la cabeza.

—…Parece que de verdad no hay peligro… qué alivio… —La Señorita Yulishia guardó su espada, aunque seguía mirando alrededor con una expresión algo confundida.

—¿Qué pasa? —le pregunté.

—Ah, no, nada, olvídalo, —respondió, sacudiendo la cabeza.

Una vez que el dragón terminó de beber, soltó una gran popó.

—¿No era que los excrementos de los dragones eran materiales valiosos?

—En realidad, no tanto. En mi aldea los usábamos como fertilizante. Si lo esparces en el campo, los frijoles crecen muy bien.

—…¿En serio…? Pero si lo vendes en una tienda mágica, podrías ganar dinero suficiente para comprar cientos de toneladas de frijoles…

—Jajajá, a veces hace unos chistes muy graciosos, Señorita Yulishia.

Después de todo… es caca, ¿no?

Excremento. Pensaba que alguien que pagara mucho dinero por algo así tenía que ser bastante rarito.

—¡Es caca!

—Akuri, las niñas no dicen esas cosas.

¿Por qué a los niños les gustaban tanto esas palabras?

Bueno, no importaba… ya que estaba…

Disolví los excrementos del dragón en agua y los esparcí sobre la tierra del establo.

Luego, sobre esa tierra, sembré una bolsa de frijoles que había traído conmigo, repartiéndolos por todo el campo.

Los frijoles absorbieron los nutrientes del excremento de dragón y comenzaron a crecer rápidamente, convirtiendo todo el lugar en un campo de frijoles.

—Listo, ahora tenemos un campo de habas llenas de nutrientes. Con esto, los cerdos no sufrirán de agotamiento por calor este año.

Después de todo, aunque les preparara comida hoy, si me iba, probablemente volverían a sufrir por el calor.

Por eso, para que pudieran estar bien el resto del año, había sembrado las habas de esta forma.

—¿Eh? Los frijoles no pueden crecer tan rápido…

—Cierto, sin excremento de dragón habrían tardado al menos tres días.

—¿Tres días? Eso también es raro… Ahh… no sé, siento como si la rara fuera yo. —La Señorita Yulishia dijo eso mientras se tomaba la cabeza.

¿Estaría realmente sintiéndose mal?

Ahora que lo pensaba, también había dicho que no durmió bien anoche.

Quizá debería prepararle un poco de gachas para el insomnio… fue justo cuando pensaba eso…

Una joven de piel morena apareció de la nada y comenzó a acercarse a nosotros.

Llevaba unas largas garras de hierro, de las cuales goteaba sangre.

—Kurt, esta vez sí que es grave. Retrocede un poco, —dijo la Señorita Yulishia mientras desenvainaba su espada.

Sí, incluso yo podía notar que esa mujer no era una persona cualquiera.

Ella nos miró y habló:

—…Entréguenme a esa cría.

—……¿¡!?

¿¡Podía ser que… esa mujer estaba tras…!?

Miré a Akuri, que se veía feliz montando sobre el lomo del dragón.

Sí… no había duda.

—¡Debe ser una cazadora de dragones!

◇◆◇◆◇

—¡Debe ser una cazadora de dragones! —Kurt gritó con fuerza.

Cazador de Dragones… era el nombre que se les daba a los legendarios aventureros que cazaban dragones y vendían sus materiales.

Yo misma había derrotado a un dragón una vez y me habían otorgado el título de «Mata Dragones», pero, siendo sincera, estuve a punto de morir. Si tenía que enfrentarme a una cazadora de dragones de verdad, ni siquiera yo podría ganar.

Pero… esa mujer no era una simple cazadora de dragones.

Podía ser aún más problemática que eso…

—¡Kurt, Akuri! ¡Corran!

—¡Pero…!

—Parece que esa de allá está más que lista para pelear…

La mujer se lanzó contra mí con sus garras.

Bloqueé el ataque con mi espada… y con eso fue suficiente para saberlo. Era fuerte.

—¡Corran rápido!

Cuando grité eso, el dragón envolvió el cuerpo de Kurt con su cola, lo subió sobre su lomo y despegó volando.

Al parecer, ese dragón se había encariñado con Kurt… Vaya, como era de esperarse de alguien con aptitud SSS en todo excepto combate. ¡Que incluso un dragón, cuya raza nunca se encariña con nadie, le tomara afecto hasta ese punto!

Ahora que Kurt ya no estaba, me dirigí a la mujer:

—¡Esa sangre… ¿de quién es?!

La mujer no respondió. Pero podía imaginarlo.

Cuando llegó el dragón, no pude sentir la presencia de los Phantoms que se suponía estaba acompañando a Kurt como escolta.

Significaba que esta mujer lo había derrotado.

Aunque estuviera algo alejado, que alguien con esa habilidad pudiera acabar con un Phantom sin que yo lo notara… era bastante grave.

Golpeé sus garras con mi espada, me alejé de ella y me pasé la lengua por la comisura de los labios.

—Parece que esta vez… podríamos morir.

Me alejé del establo tanto como pude mientras mantenía distancia con la mujer y le lanzaba cuchillos para mantenerla ocupada.

Pero todos los cuchillos que lancé fueron desviados con sus garras.

En busca de un espacio abierto, llegué a un viejo establo en ruinas en las afueras de la aldea.

Su nivel de poder era comparable al de aquel demonio de clase alta que habíamos derrotado en las ruinas.

Aquella vez, logramos vencer gracias a la fuerza del General Alreid, la astucia de Liese y la piedra mágica de Kurt.

No creía poder ganar sola.

¿Quién demonios es esta mujer…?

Cuando fui a lanzar otro cuchillo, me di cuenta de que ya se me habían acabado.

Pensaba que aún me quedaba uno.

Y al mirar mi espada… noté que estaba mellada.

Tch… debería haberle pedido a Kurt que me forjara una espada… No, no tenía tiempo para pensar en eso.

—Hace un momento dijiste que entregáramos a la cría… ¿Te referías a ese pequeño dragón?

Pregunté por la posibilidad menos probable.

—…Para alguien que está por morir… dices cosas sin sentido. —La mujer misteriosa no respondió a mi pregunta y volvió a atacarme con sus garras.

—Ni siquiera me vas a dejar ganar tiempo, ¿eh? —Bloqueé la garra izquierda con mi espada, pero la derecha se lanzó directo hacia mi torso.

Entonces pisé la parte metálica de una horca que yacía en el suelo; el mango se levantó y se trabó entre las garras derechas de la mujer misteriosa. Aproveché ese instante para retroceder y tomar distancia.

—…Solo huyes… no puedes ganar.

—¿Por qué no vemos si lo que dices es cierto…? —Dije eso y lancé mi espada como proyectil.

—¿Lanzaste tu arma…? …¡¿Eh?!

Al parecer, se dio cuenta. Se dio cuenta de lo que había donde lancé mi espada.

Sí, era una piedra mágica de tierra que Kurt me había fabricado hace tiempo… y la espada impactó contra ella.

Justo después, la piedra mágica se descontroló y provocó una elevación del terreno a su alrededor.

Una nube de polvo se alzó por la zona.

Ese impacto superaba con creces el de un simple golpe de espada.

—Fiuu… Al final no llegué a preguntarle qué era lo que buscaba, pero… con esto, supongo que se acabó. —Murmuré eso. Había perdido una espada y también el cristal mágico de tierra, pero bueno, si bastaba con eso para ganar, entonces todo bien, ¿no?

Auch… y yo que pensaba que lo había esquivado bien.

Sangre manaba de la zona de mi cintura.

Parece que, cuando intenté huir pisando el rastrillo, no logré esquivar completamente su ataque.

Iba a usar uno de los medicamentos especiales de Kurt… o eso pensaba, justo cuando saqué el frasco… El frasco se rompió con un chasquido.

Y lo que cayó al suelo junto con los restos de vidrio fue… uno de mis cuchillos.

—Vaya, sí que tienes malas mañas. ¿Me lo robaste en el primer ataque?

—…Solo se quedó enganchado por accidente en mis garras.

—Aun así, estoy sorprendida. Sabía que no eras una persona común, pero… no esperaba esto.

La mujer misteriosa emergió de la nube de polvo. En su cabeza, crecían unos cuernos parecidos a los de una cabra.

Existen razas como los hombres bestia, que tienen orejas de animal, pero… solo hay una raza que posea cuernos.

Los demonios; Criaturas que poseen un poder mágico y físico abrumador. Verdaderos enemigos naturales de los humanos.

Se decía que vivían al oeste de los territorios fronterizos, en el dominio demoníaco, y que no se habían mostrado ante los humanos en más de cien años.

¿Entonces por qué un demonio estaba en un lugar como este…?

—Heridas tan profundas… fuera de cálculo. El hechizo de transformación… se rompió. Repeliste a un Señor Demonio… ahora lo entiendo.

¡¿Esta mujer sabía que habíamos derrotado a un demonio de alto rango?!

Entonces, no estaba detrás del dragón…

La palabra cría… Kurt había creído que se refería al dragón. Pero tanto Akuri como Kurt, desde mi punto de vista, parecían niños.

¿Su verdadero objetivo era Kurt?

Aunque lo entendiera ahora… no parecía que pudiera salvarme…

—¡¡Señorita Yulishiaaaaaaa!! —En ese momento, Kurt apareció montado sobre el dragón, aproximándose a toda velocidad.

Como un auténtico caballero dragón.

Akuri no venía con él. Al parecer la había dejado en un lugar seguro.

Pero…

—¡No, Kurt! ¡No vengas! —Grité con todas mis fuerzas.

Es cierto que el poder de combate del dragón era asombroso. Tal vez podría enfrentarse a ese demonio herido de gravedad.

Pero Kurt… montar un dragón y combatir desde su lomo era…

—¡Uwaaaaah! —Kurt se cayó estrepitosamente del dragón.

Sí, aunque Kurt tenía una fuerza fuera de lo común, en combate era peor que un novato. Que viniera hasta aquí no iba a cambiar nada.

La situación no era mala… era la peor posible.

—¿Por qué viniste, Kurt? —Sin poder evitarlo, lo reprendí.

Aunque en el fondo me alegraba. Sabía que estaba preocupado por mí.

Pero no debería haber venido.

Todo el tiempo que estuve ganando… ¿para qué fue entonces?

—¿Por qué? Pues para escapar, por supuesto, —dijo Kurt.

Sin embargo, eso era imposible.

Había perdido demasiada sangre y ya no me quedaban fuerzas ni resistencia. Y aunque pudiera correr, no podría superar al demonio en velocidad…

Justo cuando pensaba eso, lo escuché.

—…¿Qué es ese sonido?

El demonio comenzó a mirar los alrededores, alerta.

Era el sonido de pisadas. Y no eran de una o dos personas. Eran muchas más.

—No se preocupe, Señorita Yulishia. He traído refuerzos.

¿Refuerzos? ¿Qué quería decir con eso…? No hizo falta ni preguntar.

Porque, levantando nubes de polvo, vi aparecer a un grupo que avanzaba sin problema por el terreno elevado.

Ese grupo era…

 

—¡¿Ceeeeeeeerdos!?

 

¡Auch! Gritar hizo que me doliera el costado.

Pero al ver lo que se acercaba, no pude evitar gritar así.

Los cerdos, que hasta hace un momento casi no se movían por el agotamiento del verano, comenzaron a correr directamente hacia nosotros.

—Señorita Yulishia.

—Entendido.

Ya lo comprendía.

Me sujeté el costado con una mano y, con la otra, sujeté a Kurt y salté con él sobre uno de los cerdos.

Los cerdos corrían mucho más rápido que los humanos.

Kurt había dicho que vino para escapar.

No teniendo medios para pelear, él realmente había pensado en cómo sacarme de allí.

A diferencia de mí, que tenía poder para luchar pero había renunciado a vivir, Kurt, sin ese poder, no había renunciado a salvarme.

Qué patético… al final, ¿quién era el guardaespaldas aquí?

—Perdón por haberte gritado antes, Kurt.

—No importa. Más bien, ¿qué hay de esa herida?

—Ah, me hice un buen corte…

—Tome esto, por favor. —Kurt me pasó una poción mágica.

Como el viaje era muy agitado, tuve cuidado de no derramarla mientras me la bebía de un solo trago.

El dolor de la herida desapareció por completo.

—Me salvaste. Pero, Kurt, también fuiste muy imprudente. ¿En tu aldea es común que se monten dragones para desafiar a enemigos más fuertes?

—Claro que no. Esta es la primera vez que hago una locura así en mi vida. —respondió Kurt.

De verdad… qué malvada era yo. Solo con ver su cuerpo temblando me bastaba para saber que lo que había hecho era una locura.

Kurt me miró al rostro y me regaló una sonrisa.

—Un hombre que se arriesga para proteger a una mujer que le importa no está haciendo nada fuera de lo común. Es lo más natural del mundo.

—……¿¡!?

Kurt lo dijo con tanta naturalidad que me dejó sin palabras.

E-Eh… sí, ya-ya lo entiendo.

Sé que cuando Kurt dice que le importo, lo dice como amiga o como compañera.

Pero… incluso en un momento así…

Ya no podía negarlo.

Amaba a Kurt con una intensidad que no podía controlar.

—Kurt, préstame tu daga, ¿quieres…? —Tomé la daga que tenía en su cintura.

No era de mitrilo ni de oricalco, ni siquiera tenía magia. Era solo una daga de hierro.

Pero estaba bien afilada y parecía tener un buen filo.

En ese momento, una enorme bola de fuego voló desde atrás y cayó justo delante de los cerdos, explotando violentamente.

Los cerdos que corrían al frente tropezaron, sorprendidos por la explosión, y el cerdo en el que íbamos también detuvo sus pasos.

—Tranquilo, Kurt. No voy a morir. —Salté del cerdo y, empuñando la daga, le hablé.

Aunque la enemiga estaba gravemente herida, aún era capaz de usar magia ofensiva, probablemente su carta bajo la manga.

Además, bloquear esas largas garras con una simple daga era casi imposible.

Aun así, yo iba a luchar. Iba a pelear para no morir, para seguir con vida.

Tomada esa decisión, corrí hacia ella para acortar la distancia.

La demonio generó una enorme bola de fuego en su mano. Tal vez su cuerpo no podía soportar el esfuerzo de crear la magia, porque una herida se abrió en su abdomen y la sangre brotó a borbotones.

La bola de fuego era tan grande que superaba fácilmente el tamaño de una persona.

Si me alcanzaba, no habría forma de sobrevivir.

Pero si la esquivaba, Kurt, que estaba detrás de mí, no saldría ileso.

Entonces no había opción. Tenía que hacerlo. Tenía que cortar esa bola de fuego con esta daga.

La técnica secreta para anular magia cortándola: Corte Mágico. Una técnica que nunca había logrado ejecutar correctamente.

La demonio lanzó la bola de fuego.

Corrí en línea recta, apuntando la daga hacia la inminente masa de llamas.

En el instante en que la punta de la daga tocó la bola de fuego, se abrió una grieta en ella… solo por un momento.

Pero eso fue todo.

Como era de esperarse, no podía lograrlo en medio del combate, sin haberlo dominado antes.

Aun así, sin rendirme, al menos pensaba proteger a Kurt con mi cuerpo… cuando de pronto sentí mi cabeza volverse pesada.

En ese mismo instante, la bola de fuego que iba a engullirme cambió de dirección bruscamente y voló hacia el cielo, perdiéndose en la distancia.

¿Qué demonios fue lo que había pasado…? ¿Y qué era esa sensación sobre mi cabeza…?

—¿Mami Yuli, estás bien~?

¿Qué? ¿Por qué Akuri estaba allí?

La demonio, jadeando y con la mirada clavada en nosotras, respiraba aún más agitadamente que cuando generó la bola de fuego. En su pecho, una gran herida era visible.

Al ver eso, creí entender por qué se había visto obligada a revelar a qué raza pertenecía.

Esa demonio había recibido una herida mucho más grave de lo que había imaginado, causada por el ataque con el cristal mágico. Había estado cerrando esa herida a la fuerza con magia.

Por eso, probablemente ya no le quedaban fuerzas para ocultar sus cuernos.

No es que no hubiera querido usar antes esa bola de fuego, sino que no podía usarla.

Había estado utilizando la mayor parte de su poder mágico para ocultar sus cuernos y cerrar la herida.

En otras palabras, usó la bola de fuego al forzar su último aliento.

Sin embargo, eso hacía que todo fuera aún más extraño.

¿Por qué esa demonio no me lanzó la bola de fuego directamente?

Al principio creí que el extraño poder de Akuri había desviado el ataque, pero al ver que la herida de la demonio era aún más grande que justo después de crear la bola de fuego, me di cuenta de que no era así.

Esa demonio había desviado a la fuerza la trayectoria de la bola de fuego por su propia voluntad.

Probablemente para no herir a Akuri.

—Tu objetivo no era ni Kurt ni el dragón, ¿verdad…?

—…Haa… haa… tch… —La demonio soltó un quejido, retrocedió de un salto y escapó.

…A mí no me quedaban fuerzas para perseguirla.

De todos modos, habíamos logrado sobrevivir.

—¡Señorita Yulishia, Akuri! —Kurt corrió hacia nosotras.

—Kurt, ¿de dónde demonios apareció Akuri?

—No lo sé. De repente apareció sobre su cabeza, Señorita Yulishia …

—¿De repente?

—Sí, como si hubiera llegado usando un cristal de teletransporte.

—¿Un cristal de teletransporte…? —Miré la bolsa en mi cintura, donde llevaba uno de esos cristales.

Los cristales y piedras de teletransporte eran artefactos mágicos creados por uno de los Jefes de Atelier afiliados a este país y se habían vuelto populares.

Si uno tocaba una piedra de teletransporte mientras sostenía un cristal de teletransporte, podía moverse al instante a cualquier piedra que hubiera tocado antes.

Desde que se crearon estos artefactos habían pasado ya varias décadas, y aunque muchos investigadores mágicos habían tratado de desarrollar un hechizo de teletransporte que los sustituyera, jamás había oído un solo reporte de que alguien lo hubiera conseguido.

Y sin embargo, Akuri había usado precisamente eso: magia de teletransporte.

Vaya… esto también tendría que reportárselo a Mimiko.

 

Regresé al pueblo cargando a Akuri.

Por suerte, ambos Phantoms que nos escoltaban seguían con vida.

Al parecer, habían sido apuñalados por la espalda por aquella demonio.

Las heridas eran graves, pero gracias a las pociones mágicas de Kurt se recuperaron al instante y ya estaban de nuevo cumpliendo con su deber.

Mientras observaba a Akuri durmiendo en mis brazos, mi mente giraba.

¿Por qué esta niña era el objetivo de algo así?

¿Sabía aquella demonio quién era Akuri?

Sabía que era inútil pensar en ello, pero no podía evitarlo, me quedé pensativa.

—Vaya, vaya, vaya, los cerditos están completamente recuperados, han hecho un campo de frijoles sin que me diera cuenta, y la cerca también se ha vuelto muy imponente. ¿Cómo puedo agradecerles por esto?

De repente, la voz de la mujer que había hecho la solicitud me sacó de mis pensamientos.

Lo había olvidado, pero habíamos venido aquí para ayudar a los cerdos con su agotamiento por el calor del verano.

Parece que los cerdos, bajo la guía de Kurt, habían destruido una cerca de madera para venir a ayudarnos.

Esa cerca destruida había sido reconstruida por él en un instante, así que no solo no había problema, sino que la clienta nos dio la mejor calificación.

—Mi suegro también está muy contento.

—¡Es cierto, de verdad lo vi! ¡El dragón azul aterrizó en esta tierra!

—¡Ay, suegro, ya basta, no hay dragones aquí!

Jajajá, este viejo realmente vio aterrizar al dragón aquí.

Bueno, parece que como siempre dice cosas sin sentido, nadie le cree, así que fue un alivio que no causara ningún alboroto.

—Por cierto, ¿dónde está su hermano?

—¿Eh? Ah, no es mi hermano… si se refiere a Kurt, se fue a recoger frutas con un amigo que conoció por casualidad en esta aldea.

No podía decir la verdad.

Kurt había sido invitado por un dragón y había ido a recoger unas frutas deliciosas en una montaña cercana.

Solo el hecho de que hubiera un dragón ya era sorprendente, y más aún que él pudiera entender lo que el dragón decía.

Bueno, si la demonio realmente estaba buscando a Akuri, lo más probable era que no estuviera buscando a Kurt, sino a mí, que estaba con ella. Así que, por ahora, me sentía más tranquila.

Además, con esas heridas, tomaría tiempo que se curaran.

◇◆◇◆◇

—El viento se siente bien. —Murmuré para mí mismo.

Hace tiempo que no montaba a lomos de un dragón.

En realidad, me hubiera gustado traer a Akuri, pero la Señorita Yulishia me dijo que, dado que esa cazadora de dragones podría volver a atacar, sería peligroso si estaba con Akuri. Bueno, no podía discutir la opinión de la Señorita Yulishia, así que no hubo más remedio.

—…¡Kyu!

El dragón me hizo una señal para que prestara atención.

¿Eh? ¿De verdad?

En ese caso…

—Por favor, baja cerca de ese lugar.

Le pedí al dragón que descendiera a una zona rocosa en la ladera de la montaña.

Y allí, un poco más adelante, estaba ella.

En ese lugar, la cazadora de dragones que había intentado matar a la Señorita Yulishia antes, yacía en el suelo, derramando mucha sangre.

Observé a mi alrededor con cautela, sin quitarle la vista de encima a la cazadora de dragones.

En ese lugar crecían varias hierbas entre las grietas de las rocas, que podían servir como ingredientes para detener hemorragias o fabricar tónicos de reconstitución sanguínea. Ella probablemente había venido hasta aquí para cerrar sus heridas y recuperar la sangre que había perdido.

Como no parecía haber preparado ningún medicamento, seguramente perdió el conocimiento en cuanto llegó.

Sin embargo, no estaba muerta. Aunque, si seguía así, sin duda moriría.

Tenía una fuerza vital impresionante… realmente admirable.

Yo jamás habría podido llegar tan lejos tras perder tanta sangre como ella.

El dragón enseñaba los colmillos, listo para lanzarse sobre la cazadora de dragones en cualquier momento. Era normal: para un dragón, esta persona era su enemiga natural, alguien que intentó matarlo.

Pero entonces…

—Espera un momento, —dije. Acaricié con suavidad el hocico del dragón y me puse a recolectar las hierbas del entorno.

Luego comencé a preparar un medicamento, y fue entonces cuando la cazadora de dragones me habló:

—…¿Qué… estás haciendo?

—Veo que has despertado. Estoy preparando un remedio, —le respondí.

—…Tonterías… mostrar compasión al enemigo… conduce a la muerte.

—Me llamo Kurt, —dije—. ¿Cómo te llamas tú?

—…¿Por qué preguntas? —La cazadora de dragones me cuestionó con expresión de desconcierto.

—Porque si no sé tu nombre, será difícil hablar contigo.

—…No es necesario… que hables con el enemigo.

—Es cierto. Intentaste matar a la Señorita Yulishia. También estás tras la vida del dragón que se volvió mi amigo. Solo con eso basta para que tú y yo seamos enemigos. Pero aun así, voy a salvarte la vida.

—…¿Por qué?

—Porque no mataste a la Señorita Yulishia ni a Akuri. Si no hubieras desviado tu hechizo, las dos habrían muerto. Solo con eso ya hay suficiente motivo para ayudarte.

Llené una botella de vidrio resistente con el medicamento que acababa de preparar.

Luego, hice rodar el frasco frente a la cazadora de dragones.

—…A mí… el veneno… no me afecta, —dijo.

Parecía estar en guardia, temerosa de que el contenido tuviera veneno, y no se decidía a beberlo.

—Si no lo bebes, morirás igualmente, ¿sabes?, —le advertí.

—…¿No me tienes miedo?

—Claro que sí. Si te lo propusieras en serio, yo moriría sin duda. Me gustaría subirme al dragón y huir.

—…No entiendo tus intenciones, —respondió.

La cazadora de dragones dijo eso, pero aun así extendió la mano estando aún caída y tomó el frasco con el medicamento que yo había preparado.

Después, lo abrió y bebió lentamente.

Su expresión mejoró visiblemente. La hemorragia se detuvo, y parecía que su sangre perdida se había recuperado.

—…Increíble… —murmuró.

La cazadora de dragones se levantó tambaleante y me apuntó con sus garras destrozadas.

Pero, en el siguiente instante, como si sus piernas hubieran perdido fuerza, cayó de rodillas.

—…¿¡!?

—Lo siento, —dije—. Soy muy cobarde y débil, así que mezclé un poco de poción paralizante en tu medicina. No podrás moverte durante tres días, más o menos.

—A mí… no me afectan los venenos… ¿por qué? —Con expresión de total desconcierto, comenzó a hablar más rápido que antes.

Parecía que de verdad no entendía qué había pasado.

—Porque estás cometiendo un gran error, —le expliqué con tono de advertencia.

Esto era algo que podía cambiar por completo su vida como cazadora de dragones, dependiendo de si lo sabía o no.

—Es cierto que tu cuerpo es resistente. Puede que sea verdad que hasta ahora ningún veneno te haya hecho efecto. Tal vez tomaste leche pasada que sabía raro y no te hizo daño. Tal vez comiste carne con un color extraño y tu estómago no reaccionó. Puede que incluso todos se enfermaran comiendo hígado de res y tú fueras la única que no sufrió nada.

Pero eso solo fue suerte. No era motivo para pensar que eras inmune a los venenos. Porque…

—¡No existe ningún ser humano al que no le afecten los venenos! ¡No te confundas! —exclamé, soltando una verdad absoluta con toda mi energía.

¿Finalmente se habría dado cuenta de que no tenía ninguna inmunidad especial contra los venenos?

En fin… esto solo fue un paralizante, así que no pasó a mayores. Pero si hubiera sido un veneno mortal, habría sido terrible. Su cuerpo podría haberse derretido como un limo y evaporado por completo.

—…¿Qué… vas a hacer conmigo? —preguntó ella, como si ya hubiera asumido su destino.

—Por ahora, si te dejo aquí, corres el riesgo de ser atacada por monstruos, así que te llevaré conmigo.

—…Es molesto… mátame aquí mismo.

—No voy a matarte.

—…¿Tortura, entonces?

—Tampoco voy a hacer eso. Solo quiero que le pidas perdón a la Señorita Yulishia. Luego, te quitaré el efecto del paralizante y curaré bien tus heridas. También hay que reparar esas garras, así que me encargaré de eso.

Al decirle eso, me miró con una expresión como si no pudiera creer lo que estaba oyendo.

—¿Hablas en serio?

—Sí. Digo, es normal que una cazadora de dragones cace dragones, claro. Pero aun así, eso no justifica atacar a un dragón que confía en los humanos, y mucho menos herir a personas.

—……

¿Tal vez no lo había entendido?

Ojalá al menos me hubiera dicho su nombre.

—Definitivamente, aunque sean de la misma raza con cuernos, no te pareces en nada a Hildegard, —murmuré.

—¿¡……!? —La cazadora de dragones abrió los ojos como platos y me miró fijamente.

¿Eh? ¿Acaso se conocían?

Iba a preguntarle, pero en ese momento perdió el conocimiento.

Parecía que el efecto del paralizante se había extendido por su cuerpo. Probablemente no despertaría en unos tres días.

—¡Pyuí! —me llamó el dragón.

Sí, tenía razón.

Con la cazadora de dragones en ese estado, no era momento para andar recolectando fruta con calma.

 

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