¡Supervivencia en Otro Mundo con mi Ama!
Capítulo 230. Tomar el Control Total
Una vez que tomamos el control de la mansión del señor feudal, aseguramos rápidamente toda la ciudad de Gleiseburg. Los habitantes cooperaron con nosotros, ya que el cabecilla de las fuerzas que se negaban a rendirse cayó en nuestras manos junto con su séquito, y los rehenes que habían estado cautivos fueron rescatados sanos y salvos.
Por desgracia, algunas de las personas que habían sido retenidas como rehenes perdieron a sus familias cuando las murallas de la ciudad colapsaron a causa de nuestro bombardeo. Es una historia trágica, pero las mujeres que perdieron a sus seres queridos no nos culparon, aunque en sus rostros se reflejara la tristeza. Dejamos el cuidado de personas como ellas en manos del clero de Adel.
Era una carga demasiado pesada para mí como para llevarla solo. Lo único que pude hacer fue entregar varias gemas de gran valor al clero de Adel como fondos para su asistencia. Tal vez el dinero no pueda sanar los corazones… o quizá nunca lo haga. Aun así, si puede ayudarles a encontrar un poco de paz, me doy por satisfecho.
—Se ve muy abatido.
Después de terminar la restauración de las murallas y de la mansión del señor feudal, estaba sentado en la sala de estar de la mansión, pensando en nada en particular, cuando, sin darme cuenta, Amalie-san se sentó a mi lado. Su expresión me resultó un tanto inquietante.
—Bueno… después de la batalla, tengo muchas cosas en la cabeza.
Ya estoy preparado para ir al infierno junto a Sylphy, pero cuando veo con mis propios ojos a personas llorando la pérdida de sus familias, no puedo evitar darle vueltas al asunto. Al final llegué a la conclusión de que, pase lo que pase, no puedo detenerme ahora; pero eso no hace que me sienta mejor.
No es que quiera obsesionarme con ello, simplemente es así. Si tuviera la frialdad de ver este mundo como si fuera un juego y a quienes viven en él como simples personajes —es decir, como si fueran PNJs—, entonces no me sentiría de esta manera.
—¿De verdad tiene que ir al frente de batalla?
—Supongo que sí. No es como si pudiera limitarme a fabricar armas, no aparecer en el lugar de los hechos y fingir que no sé nada. Además, mi poder resulta útil en primera línea.
Es especialmente eficaz contra enemigos atrincherados en edificios defensivos como este. Esta vez también podría haber participado simplemente como una «herramienta universal» para abrir agujeros en los muros.
Si hubiera estado dispuesto a eliminar por mi cuenta a los soldados enemigos y a Ehrwig, habría sido más rápido que fuera yo solo. Bastaba con irrumpir solo, atravesar la pared y abatirlos a todos con la ametralladora. Luego podría haber dejado la limpieza a Danan y no habría habido problemas. Pero eso no es lo mismo.
—Al final, no creo que esté bien hacerlo todo yo solo. Después de todo, también soy un miembro del Ejército de Liberación.
—Kosuke-sama, usted tiene un fuerte sentido de la responsabilidad. Pero sigue siendo una sola persona. Aunque sea un Extranjero, aunque sea un apóstol de Dios, sigue siendo humano. Hay un límite a lo que alguien que no es un dios puede soportar. Por favor, no cargue con todo usted solo.
—Ah… haré lo posible. Cuando se me haga demasiado pesado, recurriré a los demás.
En el anime, el manga y las novelas es muy común que los personajes cometan errores graves por cargar con todo sin consultar a nadie. Intentaré no caer en ese tipo de fallo.
—Sí, es una buena decisión. ¿Qué le parece empezar conmigo, por ahora?
Diciendo eso, Amalie-san me dedicó una sonrisa y abrió los brazos, como dándome la bienvenida.
¿Eh? ¿Así quieres jugar? ¿No es un poco demasiado directo?
Entonces no dudaré.
Y, sin vacilar, me incliné y apoyé la cabeza sobre sus suaves muslos.
Había aprendido la lección con Ehrwig. No sirve de nada huir de algo de lo que no puedes escapar. Si no puedes resistirte, es mejor aceptarlo desde el principio, para que ni tú ni la otra parte sufran innecesariamente.
Parece que, en esta campaña para pacificar el país, trabajaré básicamente junto a Amalie-san, Bertha-san y Ellen, y todo indica que el terreno ya está preparado. En otras palabras, fortalecer mi vínculo con ellas en ese sentido ya es algo que se da por hecho. Por supuesto, si me opusiera seriamente no sería imposible, pero hacerlo no beneficiaría ni haría feliz a nadie.
Para empezar, tanto el Arzobispo Deckard, líder de los creyentes de Adel, como Sylphy y su cercana aliada Melty, que encabezan el nuevo Reino de Merinard, están tratando de estrechar la relación entre ambas facciones utilizándome a mí, que me encuentro entre las dos. Dicho de otro modo, ambos bandos creen que, para profundizar su relación y comprenderse mejor, es necesario que yo desarrolle vínculos con Ellen y las demás de diversas formas.
Entonces, solo hay una cosa que puedo hacer. Aceptar la situación y abrirme a ella para que ambos bandos puedan cooperar mano a mano. Si eso nos hace felices a todos, incluyéndome, ¿no está bien así?
—…Me tomó un poco por sorpresa. —Las mejillas de Amalie-san estaban sonrojadas mientras comenzaba a acariciarme la cabeza sobre su regazo con una mano suave, como si tratara un objeto frágil—. Kosuke-sama, usted no parecía muy entusiasmado con esto.
—Mentiría si dijera que no tenía mis dudas. Pero en realidad no me desagradan ni tú, Amalie-san ni Bertha-san… O más bien, ¿de verdad estás bien con esto, Amalie-san, con que sea así?
Con «así» me refería a que el Arzobispo Deckard la estaba empujando, por conveniencia propia, a mantener este tipo de relación conmigo. Amalie-san asintió, con el rostro aún más rojo, como si hubiera captado exactamente el sentido de mis palabras.
—Sí. Como le dije antes, Kosuke-sama, usted es un hombre, pero no me da miedo. Además, si estoy con usted, también puedo estar con Eleonora-sama, y entonces…
—¿Y entonces?
—Ya he visto sus colores cuando me encargué de cuidarlo antes, ¿sabe?
Al decir eso, Amalie-san apartó la mirada y empezó a moverse inquieta, sin saber qué hacer con su cuerpo.
Hmm, esta expresión avergonzada no tiene precio. Ya veo.
—¿Quieres tocarme el brazo o algo así?
—E-eso es… —Mientras decía eso, su mano izquierda, la opuesta a la que tenía sobre mi cabeza, empezó a moverse torpemente alrededor de mi cuerpo, como si estuviera lista para tocarme en cualquier momento. Amalie-san parece tranquila y recatada, pero en realidad quizá sea un poco más atrevida de lo que aparenta.
—Por favor, adelante, no seas tímida. —dije eso y cerré los ojos. Si la miraba fijamente, a Amalie-san le resultaría difícil hacer lo que quisiera.
—E-entonces… aceptaré su palabra…
Las manos de Amalie-san empezaron a recorrer mi pecho, mis costados y mi abdomen, con evidente nerviosismo. Desde que llegué aquí he saltado y corrido bastante; he perdido mucha grasa de más y ahora mis abdominales están bien marcados. Puedes saborear la belleza de este cuerpo… ¡Oye, no me toques los costados! ¡Eso hace cosquillas! ¡Hace cosquillas!
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