El Maestro del Valiente

Capítulo 82 - Lo que acecha en la oscuridad de la Ciudad Imperial (VIII)

 

“¡Oigan, están aquí!”

 

El interior del almacén se volvió repentinamente ruidoso con la voz del guardia que llegó de fuera.

 

“Finalmente, huh~.”

“¡He esperado demasiado tiempo!”

 

Los hombres que habían estado jugando una partida de cartas para pasar el rato tiraron sus cartas en el acto y se levantaron con las armas en la mano. Tenían sonrisas en sus caras.

 

“Oye, ¿cuántos guardias tiene?”

“Son pocos, ¿será porque habrá venido en secreto? No creo que haya muchos más.”

“La chica noble debe vivir, ¿verdad? Sólo maten a todos los hombres.”

“Una mujer de la nobleza… nos gustaría divertirnos también.”

 

Los hombres estuvieron sentados mucho tiempo, por lo que hacían crujir sus rígidos cuerpos para soltarlos y sentían el peso de sus armas en sus manos. Incluso aunque estaban a punto de atacar a una noble y sus guardias, no había ni una pizca de tensión entre ellos.

 

“Oigan, cállense. Harán que nos descubran.”

 

El hombre calvo que era el líder de este grupo también les estaba advirtiendo en voz baja, pero en su interior ya estaba calculando cuánto dinero ganaría con este trabajo. Kelvin, que le trajo la historia, le dijo que el número de personas que la noble dirigía era pequeño. Los números les dieron una sensación de seguridad a los miembros del grupo. Esto se debía a que incluso los débiles podían ser problemáticos si unían fuerzas contra alguien más fuerte. Además, el calvo confiaba en que tenía suficientes personas capacitadas para competir con los nobles y sus guardias. Era inevitable que el calvo, al igual que sus hombres, ya se hubieran echado el trabajo a la bolsa. Por otro lado, algunos de los hombres, que parecían estar muy familiarizados con el lugar, salieron tranquilamente por la puerta trasera del almacén, tal y como estaba previsto.

 

Los que tenían el poder de salir adelante por sí mismos, aunque no pertenecieran a un grupo, no bajarían la guardia, a diferencia de los simples matones. Antes de llegar a los barrios bajos, debían de haber sido soldados o mercenarios de algún ejército. Ese fue el pensamiento de Kelvin, saliendo suavemente del almacén mientras los seguía.

 

Había muchos que habían sido devorados por el fin de la guerra contra los demonios, y los que no pudieron acostumbrarse a la paz buscaron un nuevo campo de batalla.

 

Kelvin se agachó tras ellos y se movió rápidamente entre las sombras de la hierba.

 

‘Parece que hay bastantes de ellos que solo tienen un poco de habilidad, así que tendré que pedirle a Leticia-sama que reduzca su fuerza hasta cierto punto, pero incluso si los aniquilara un poco, el problema es el cuándo actuar.’

 

Mientras se cubría la cara con una tela negra dejando solo los ojos al descubierto, usó sus manos para hacer un recuento de todas las fuerzas enemigas. Y luego, más lejos de ellos, ocultó su presencia y se acostó en el suelo. Todavía no veía a Wynn y a los otros caminando hacia ellos. El calvo del almacén y sus hombres tampoco habían aparecido todavía. Mientras se escondía, Kelvin recordó en su mente la imagen de Leticia que había visto una vez en la aldea de Doria. Leticia se apresuró con Royce a cubrir a Kelvin, Wynn y Locke, que estaban siendo perseguidos por los caballeros petersianos, huyeron. A los ojos de él, ella parecía ser una presa muy superior a los otros doscientos caballeros.

 

Se mojó los labios ocultos bajo la tela.

 

En ese momento, se lanzó hacia Leticia en una carrera llena de intención asesina, pero ella siguió corriendo como si nada. Aun así, Kelvin sintió que había vislumbrado el insondable poder de Leticia. Era sólo una prueba para ver si podía con su intención asesina, pero no pudo evitar el deseo de acuchillarla. De hecho, si Royce no se hubiera dado cuenta del extraño comportamiento de Kelvin y le hubiera llamado, lo habría hecho.

 

El solo hecho de cruzar espadas con Leticia, era algo que solo podía esperar hacer a través de combates de práctica. Pero Kelvin no lo disfrutaba, no era lo mismo. Para él, que buscaba el edificante sentimiento que solo se producía al momento de una batalla a muerte, una batalla simulada no era lo mismo. Esto se debía a que la situación que él buscaba era la que te llenaba de la tensión de intercambiar espadas recubiertas de intención asesina. Leticia no sabía que Kelvin estaba entre los que atacarían esta vez. Así que, para deshacerse de la chispa de fuego que iba caer sobre ella, blandiría su espada. El cuerpo de Kelvin temblaba con la alegría de la expectativa de poder ver el fuerte enemigo que surgiría mientras estaba acostado.

 

Si Kelvin cometiera el más mínimo error en el momento, podía ser abatido y asesinado por Leticia. Sin embargo, la oportunidad de cruzar espadas con ella le era la tentación más dulce. Aun así, contuvo desesperadamente su deseo de luchar a muerte, y decidió priorizar el cumplimiento de la misión por el momento.

 

‘Pero al menos podré tener una probada.’

 

Cuando Kelvin intentaba desesperadamente contener las ganas de reírse a carcajadas, el calvo y sus matones salieron por fin en tromba del almacén.

 

Eran ocho.

 

Había cinco personas hábiles a los ojos de Kelvin, y esto, junto con el calvo y él mismo, hacían quince personas.

 

‘Ahora entonces, Wynn, ¿dejarás que su alteza se lastime?’

 

◇◆◇◆◇

 

“¿Qué pasa con ustedes?”

 

Wynn puso su mano sobre la espada que tenía en la cintura, adoptando una posición de combate. Los hombres que salieron del almacén tenían una cara que no indicaba que tuvieran buenas intenciones, además de una sonrisa en sus labios. En sus manos había armas sin claro cuidado. Había palos toscos que usaban como garrotes, lanzas baratas hechas a mano con cuchillas atadas a la punta, espadas en mal estado y dagas con un poco de óxido. También vestían armaduras de cuero en mal estado.

 

“Es como dije… Oigan, no me importa si los subordinados mueren o viven. Capturen a la mujer viva.”

 

El hombre calvo que parecía ser el líder del grupo dijo esto, y los otros hombres trataron de moverse para rodearlo.

 

Con un sonido metálico agudo y un destello, Leticia destrozó la daga que salió volando hacia el punto ciego de Wynn.

 

“¡Cuidado, Onii-chan! ¡Hay algunas personas escondidas!”

“¡Qué significa esto!”

 

“Yo, que entiendo la verdad del fuego y brillo con fuerza… ¡Conviértete en luz ardiente! ¡Haz mi voluntad!”

 

Leticia lanzó un hechizo. Una docena de esferas brillantes aparecieron a su alrededor.

 

“¡Letty! ¡Contente un poco!”

 

Casi al mismo tiempo que Wynn, que se había percatado de la entonación del hechizo, llamaba a Leticia, ésta se abalanzó con la espada en alto.

 

“¡Gya!”

“¡Gah!”

 

Al mismo tiempo que Leticia corría con la espada alzada, las esferas de luz que volaron en un arco suave atravesaron los hombros de los cinco hombres que tenían sus armas preparadas. Los hombres cayeron a la hierba, gritando y retorciéndose. A continuación, Leticia blandió su espada en una línea horizontal. El resto de las esferas de luz que se habían quedado a su alrededor, en lugar de volar hacia los hombres que había derrotado antes, volaron hacia los tres que habían estado acechando en la hierba y habían intentado sorprenderla por detrás, y luego hacia el hombre que había lanzado la daga, golpeándolos a todos en el hombro de su brazo dominante. Mientras tanto, eso ocurrió solo en el tiempo de un suspiro.

 

“¿¡Qué-qué!? ¿¡Ah, a-ah…!?”

 

El calvo abrió los ojos como si no pudiera creerlo.

 

‘Como se esperaba de usted, Leticia-sama. Es un poder abrumador. Ahora sólo quedamos tres, y uno que es ligeramente mejor. Del resto se pueden encargar ustedes dos, Wynn y Su Alteza.’

 

Kelvin, que miraba a distancia mientras ocultaba su presencia, volvió a humedecerse los labios secos con la lengua.

 

"¡Dame fuerza!”

“Yo, que entiendo la verdad del viento, la verdad de la espada y la verdad de la hoja, ¡blandiré mil cuchillas y rasgaré el cielo!”

 

Mientras empezaba a correr por la hierba, Kelvin entonó una serie de hechizos.

 

“¡Yo, que conozco la verdad del viento y convoco un vendaval! ¡Conviértete en un torrente salvaje, levanta el polvo!”

 

Kelvin usó una poderosa magia de viento, elevándose y saltando de la hierba, disparándola desde el punto ciego de Leticia —un violento vórtice de vacío que cortaba al objetivo en pedazos cuando lo alcanzaba—, quien se libró de él con un casual movimiento de su espada.

 

Al ver que Wynn ya no corría peligro inmediato, Leticia se volvió hacia Kelvin, quien era un enemigo mucho más hábil y le lanzó magia.

 

‘¡Ahora, a ver si me enseñas un movimiento!’

 

La cara de Kelvin tenía una sonrisa intrépida mientras miraba a Leticia, que se acercaba a una velocidad ridículamente alta.

 

 

Una esfera de luz apareció alrededor de Leticia. Mientras atacaba con su espada, las balas de luz que volaron en un estallido brillante neutralizaron a los nueve hombres en poco tiempo. Entonces se lanzó hacia otro enemigo, un hombre delgado con una tela negra en la cara que le disparó una fuerte magia de viento desde un costado.

 

“¡Cornelia-san, ponte a salvo! ¡Yo me encargaré de derrotarlos!”

“Eh, sí.”

 

Tras echar un rápido vistazo a su alrededor, Wynn llamó a Cornelia para ponerse detrás de él. Su voz, que era la de alguien que se había encontrado entre la vida y la muerte ya unas cuantas veces, sonó con un tono fuerte, pero a la vez tranquilo. Sus enemigos tenían un aire de estar acostumbrados a este tipo de actos, pero no utilizaron magia como los caballeros. Aunque la cantidad de enemigos seguía siendo grande, era posible controlarlos si podía ejercer sus habilidades habituales cultivadas a través del entrenamiento. Wynn estuvo atento a su alrededor y logró frenar a cualquiera de los hombres que los intentó atacar. Cornelia trató de sacar la espada de su cadera izquierda con la mano derecha, sintiendo los latidos de su corazón golpeando como campana por la tensión mientras estaba espalda con espalda con Wynn.

 

‘…¿Eh…? …¿Eh…?’

 

Entonces Cornelia notó que su propio cuerpo temblaba como gelatina. Sus manos temblaban también y no podía agarrar bien la empuñadura de su espada.

 

“Cálmate, Cornelia-san. Recuerda tus lecciones.”

 

Quizás al notar la agitación de Cornelia, Wynn la miró por un momento para animarla mientras amenazaba a los hombres que los rodeaban asediándolos. Cornelia respiró profundamente para calmarse. Agarró la empuñadura con firmeza y consiguió desenvainar la espada. Pero el temblor de sus manos no se detuvo, sino que se extendió a la punta de su espada y la hizo temblar.

 

“Protegerte a ti mismo es la primera prioridad.”

 

Wynn llamó a Cornelia una vez más. Al ver su inquietud, los hombres que se habían asustado con el golpe de Leticia parecieron entrar en razón. El hombre que estaba frente al calvo sacó su lanza. Wynn fingió que lo atravesaba, y cuando vaciló justo antes, cortó con su espada la punta de la lanza que se había extendido, saliendo a volar vigorosamente. El hombre que perdió la punta rápidamente retiró la lanza, pero Wynn le clavó su espada en el muslo mientras estrechaba la brecha. El hombre gritó y rodó hacia atrás. Un recién llegado se le acercó por el costado y Wynn lo hizo retroceder con su espada. Otro hombre lanzó un tajo a Cornelia con su espada. Apuntó a sus pies. Quería herirle las piernas, dejarla inmóvil y llevársela viva. Aunque consiguió repeler el ataque con su espada, Cornelia se tambaleó, perdiendo la postura y cayendo al suelo.

 

“Ah…”

 

Rápidamente usó las manos para evitar caerse del todo, lo que hizo que perdiera su espada, la cual tenía agarrada.

 

‘Espada… la espada…’

 

Al ver que su atención se desviaba para recoger la espada que había perdido, el hombre extendió su mano izquierda sin espada, hacia el cuerpo de Cornelia en un intento de sujetarla en el suelo.

 

“Ggo…”

 

Con un breve gruñido, el hombre se volcó de espaldas en el suelo. Quedó en una posición baja, y su cabeza fue golpeada por una patada de la implacable pierna derecha de Wynn.

 

“¿¡Estás bien!?”

 

Incapaz de responder a las palabras de Wynn, la respiración de Cornelia era agitada.

 

Su cuerpo se atrofió en contra de su voluntad, y fue incapaz de levantarse siquiera. El miedo a su primera batalla real la tenía atrapada.

 

Era diferente al entrenamiento, aquí había ataques de un oponente con intenciones maliciosas.

 

“¡Desgraciada! ¡Deberías quedarte quieta!”

 

La forma más eficaz de ganar ventaja sobre un adversario asustado es gritar a lo loco. El hombre, que lo sabía bien por su vida en los barrios bajos, le gritó a Cornelia. Tal y como el hombre había planeado, apuntó con su lanza a Cornelia, que, intimidada por los gritos, se puso completamente rígida y dejó de moverse.

 

“¡Perdón!”

 

Wynn le dijo a Cornelia, abrazándola, se agachó sobre ella y rodó hasta el suelo. Un golpe más tarde, la punta de la lanza se clavó en el lugar donde habían estado. Los dos rodaron por el suelo como si estuvieran enredados en un estruendo, y Wynn se apartó rápidamente de Cornelia, se arrodilló, sacó su daga y se preparó. Había soltado su espada de caballero cuando sostuvo a Cornelia en sus brazos.

 

El hombro izquierdo de Wynn se enrojeció poco a poco, y un olor como a óxido de hierro hizo cosquillas en la nariz de Cornelia. La punta de la lanza había atravesado el hombro de Wynn cuando éste había rodado con ella en sus brazos. Los ojos de Cornelia se abrieron de par en par mientras miraba el hombro de Wynn, y éste la atrajo detrás de él con su mano izquierda. Miró al hombre que sostenía la lanza y a uno calvo. La magia de Leticia había eliminado a la mayoría de ellos, y Wynn ya había acabado con tres. Los únicos que quedaban eran el hombre de la lanza que antes gritó salvajemente a Cornelia y el calvo. Wynn se abalanzó sobre el hombre de la lanza, con la cara contorsionada por el dolor ardiente de su hombro izquierdo. Se notaba que Cornelia no estaba acostumbrada a los aires de la guerra, porque fue intimidada por el ambiente rudo y violento.

 

Sorprendido por la repentina carrera de Wynn, el hombre con la lanza empujó hacia adelante con su arma, pero Wynn solo le bastó con dar un paso levemente hacia un lado. En el caso de que alguien no fuera muy ducho con la lanza, se podía evitar fácilmente un ataque si actuabas con calma.

 

Rápidamente se deslizó hacia el pecho del hombre, y con el impulso de su embestida, le atravesó el hombro con su daga.

 

Esto solo dejaba al calvo y a uno más.

 

◇◆◇◆◇

 

Se escuchó el sonido del choque de espadas. Kelvin logró bloquear la espada de Leticia. El impacto fue mucho mayor de lo esperado. Mientras era arrojado a un lado por la fuerza del ataque, no dejó que esto lo detuviera y se levantó de inmediato.

 

‘Había oído que en la lucha contra Su Excelencia Zaunas fue como si Leticia luchara contra un niño en ese momento, pero… realmente puedo sentirlo cuando cruzo las espadas con ella.’

 

No había otra forma de describirla sino como un monstruo. La primera magia de viento que Kelvin desencadenó era la magia ofensiva más poderosa que podía utilizar, y era una magia que había matado incluso a grandes demonios. Fue fácilmente destruida por la brisa de su espada, e incluso la hoja de vacío que estaba envuelta alrededor de su espada se rompió mágicamente cuando fue golpeada por Leticia como contrataque. Además, Kelvin, cuyo había sido fortalecido, no pudo aguantar el golpe de Leticia y se tambaleó. En otras palabras, los ataques a distancia con magia no funcionaban, e incluso en una batalla física, Kelvin se vio superado por Leticia en términos de manejo de la espada, velocidad y fuerza.

 

‘Tiene que ser así.’

 

Sin embargo, Kelvin sonrió, murmurando bajo su máscara. Afortunadamente, su querida espada, que había sido reforzada con magia de viento además de poder mágico, evitó que el primer golpe de Leticia la rompiera. Sin embargo, con cada golpe, él estaba demasiado ocupado recuperando su postura como para siquiera pedir una oportunidad de contraatacar. Una bola de luz apareció un poco por encima del hombro izquierdo de Leticia. En cuanto la vio, Kelvin puso inmediatamente una barrera. La esfera chocó con la barrera y se desvió. El calor de las balas de luz golpeó la cara de Kelvin, que asomaba ligeramente a través de su máscara. Una de las balas de luz aterrizó detrás de él. Con un rugido, terrones de tierra y hierba se esparcieron por los alrededores. Fue una decisión improvisada, pero si la hubiera atrapado con la barrera en lugar de desviarla, podría haber salido a volar.

 

‘¡Qué interesante!’

 

Un cosquilleo recorrió su columna vertebral. Un sentimiento de alegría brotó en él. No fue algo serio, pero Leticia mostró un atisbo de su verdadero potencial. Ni siquiera era la espada del Espíritu Santo que sólo podía empuñar El Valiente, sino una mera espada de caballero. Además, Leticia estaba atacando sin siquiera intentar ir por los puntos vitales de Kelvin. Incluso se estaba conteniendo. No era una cuestión de margen o de ego, sino una severa diferencia de rango que hacía posible enfrentarse a Kelvin a ese nivel.

 

Kelvin sabía que no tenía ninguna posibilidad de ganar si seguía luchando, pero podía estar seguro de que, aunque perdiera la vida, se sentiría satisfecho porque habría sido el mejor combate de su vida sin arrepentirse.

 

Quería matarla. Quería matar. Quería matarla. Quería que ella lo matara. Se preguntaba hasta qué punto él, que lo había dado todo, sería capaz de alcanzar al "Más fuerte del mundo" que tenía delante.

 

Sin embargo, se contuvo de hacerlo en el último momento. Mirando a Wynn y a los otros, la mayoría de los matones ya había sido derribados y todo lo que quedaba era un hombre con una lanza y el calvo. Era sólo cuestión de tiempo que todos se vieran abrumados.

 

‘Lo siento, pero supongo no puede ser de otra manera.’

 

La distancia entre él, Wynn y Cornelia era bastante grande. Así que no es que pudieran oírlo si estaban en medio de una pelea. Contra Leticia, que estaba presionando para golpear a Kelvin.

 

“¡Leticia-sama!”

 

Kelvin le susurró al oído.

 

“¿¡!?”

 

Sorprendida de que dijeran su nombre de repente, Kelvin habló con Leticia, quien dejó de moverse por un momento con su espada.

 

“Me disculpo por mi grosería. Por el bien de mi misión, ¿puedo tener su atención por un momento?”

 

Leticia se alejó un gran paso de Kelvin y le dirigió una mirada interrogante. Él le mostró su rostro al apartarse la máscara ligeramente.

 

“¿Qué quieres decir?”

 

Leticia, quien recordaba el familiar rostro de Kelvin, quien era el superior de Wynn, volvieron a cruzar espadas mientras volvía a cerrar la brecha. Kelvin explicó brevemente la situación mientras luchaban como si estuvieran en una danza de espadas.

 

Ponerse en contacto con la organización, dirigiéndose al calvo que era el intermediario. Ponerse en contacto con la organización que está detrás del calvo. Hacer una jugada para sacar a ese hombre del problema, y que para eso necesitaba su ayuda.

 

“Pero ibas en serio con lo de acabar conmigo, ¿no?”

“Sí, no me habría atrevido a luchar contra usted si no fuera por una oportunidad como ésta… aunque no conseguí que me tomaras en serio…”

 

Leticia asintió. Supuso que era una propensión a escoger batallas que no se daban con frecuencia en el campo de batalla. Esto lo sabía por Raúl, el Santo de la Espada quien también fue su compañero en el pasado. Con los ojos cerrados y en silencio, Leticia suspiró.

 

“En resumen, debería dejarte ir, ¿verdad?”

“Y al calvo también, si no le importa.”

“De acuerdo.”

 

Dicho esto, Leticia volvió atacar con su espada a Kelvin. A lo que este la desvió y saltó en dirección al calvo mientras se movía. Le dio la espalda a Leticia y comenzó a correr a toda velocidad.

 

“Yo, que conozco la tierra y sus muros, ¡bloquea el camino y protégeme!”

 

Recitó un hechizo mientras corría.

 

“¿¡Qué-Qué!?”

“¿¡Magia!?”

 

El suelo se levantó frente a Wynn, que había derrotado al hombre de la lanza e iba a ir por el calvo. Presas del pánico, Wynn y el calvo saltaron hacia atrás, separados. Un muro de tres metros de altura hecho de tierra se levantó para dividirlos. Kelvin rodeó el muro y gritó al calvo.

 

“¡Ahora es cuando!”

 

El calvo, que entendió por la voz que era Kelvin quien había usado esa magia, lo vio como una oportunidad de oro para salir de esa peligrosa situación y empezó a correr. Dejaría atrás a los hombres caídos, ya que su prioridad era su propia seguridad. Al fin y al cabo, no eran más que ayudantes contratados de los barrios bajos. No dudó en abandonarlos.

 

“¡E-Esperen!”

 

Wynn estaba pensando si debía rodear el muro de tierra y perseguirlo, cuando de repente estalló ante él, esparciendo polvo por todas partes, y se protegió la cara de la arena y los grandes y pequeños trozos de grava que volaban hacia él con la mano que no sostenía la daga.

 

‘Muchas gracias.’

 

La explosión que acababa de producirse no fue obra de Kelvin, sino una magia liberada por Leticia. Al parecer, ella destruyó el muro de tierra para que Kelvin y el otro pudieran escapar por completo, y también agitó el aire para levantar polvo y ganar tiempo para que pudieran escapar.

 

“Lo siento… no pensé que fueran a ser tan monstruosos.”

 

Mientras corría, Kelvin pronunció una disculpa al calvo que corría a su lado.

 

“Vamos a huir hacia los barrios bajos por ahora. Como era de esperar, no creo que nos sigan tan lejos.”

“Sí-Sí.”

 

El calvo estaba sin aliento, pero cuando miró a Kelvin, asintió honestamente a la sugerencia. No parecía tener la menor duda de que se trataba de una trampa tendida por Kelvin.

 

‘Bueno, este hombre ha perdido su botín. Y estoy seguro de que se siente en deuda conmigo por la ayuda que le he prestado aquí. Y también fue capaz de confirmar mi habilidad. Ahora, si puede venderme con éxito al objetivo, todo irá como estaba previsto…’

 

Lamentando no tener más tiempo para disfrutar de la batalla, Kelvin continuó corriendo hacia los barrios bajos.

 

 

Para cuando el viento dispersó todo el polvo que obstruía la vista de Wynn, los hombres que huían eran del tamaño de hormigas a la distancia.

 

“Onii-chan, ¿estás bien?”

 

Leticia se apresuró hacia Wynn, cuyo hombro estaba teñido de rojo, y se puso pálida mientras daba un jadeo. Wynn dijo que estaba bien y se acercó hacia Cornelia que seguía en el suelo.

 

“Yo-Yo…”

 

Wynn asintió hacia Cornelia, que solo lo estaba mirando; lagrimas comenzaron a caer por su rostro.

 

Las habilidades que había aprendido en la Escuela de Caballeros fueron completamente inútiles, dejándola sin ninguna forma de protegerse a sí misma. Se encontró con que se olvidó incluso de usar magia de fortalecimiento corporal, que era una táctica de combate básica para un caballero.

 

Ni siquiera tuvo tiempo de pensar en recitar un hechizo. No estaba lo suficientemente preparada para luchar.

 

Su corazón estaba lleno de pesar por no haber podido hacer nada.

 

“¿Estás bien?”

 

Consiguió asentir en respuesta a la pregunta de Wynn, pero sus piernas no eran lo suficientemente fuertes. Al ver eso, Wynn extendió la mano sin querer, pero dudó, e iba retirarla, recordando que Cornelia era una princesa soltera, que tenía prohibido tocar a cualquier persona del sexo opuesto. En circunstancias excepcionales, como cuando estaba en juego su vida, estaba permitido violar la prohibición de tocar el cuerpo de la princesa, pero ahora que el peligro había pasado, las reglas debían mantenerse. Sin embargo, Cornelia extendió su mano hacia la mano que estaba a punto de ser retirada. Ella también se detuvo un momento, como si dudara, pero luego extendió la mano de Wynn con la punta de los dedos temblorosos. Luego se levantó, aferrándose a su cuerpo. Leticia, que había estado observando la situación, pareció querer decir algo por un momento, pero en su lugar solo dio un paso hacia adelante y no dijo nada.

 

“…Muchísimas gracias.”

 

Al levantarse, Cornelia le dio las gracias a Wynn en voz baja y con la cabeza gacha.

 

“…Oh, sí… lo siento.”

 

Sin embargo, lo que salió de la boca de Wynn fueron palabras de disculpa que Cornelia no había esperado.

 

“¿Eh?”

“Yo soy el sirviente de Cornelia-san, pero te he puesto en una situación peligrosa y aterradora. Me disculpo.”

“¡No-no tienes por qué hacerlo!”

 

Cornelia le gritó sin quererlo a Wynn, quien dejó caer los hombros mientras se disculpaba.

 

“Eso no es cierto… mírame, mírame bien. Estoy tan ilesa como no podría ser de otra manera, ¿sabes? ¡Wynn, cumpliste con tu responsabilidad correctamente!”

 

Ella miró a Wynn a los ojos e, involuntariamente, rodeó su mano derecha con ambas manos y dijo en tono fuerte. Después de eso, Cornelia se sonrojó al darse cuenta de que estaban más cerca de lo que pensaba.

 

“Gra-Gracias.”

“No-No es nada…”

 

Mientras hablaban, sus ojos se desviaron de los del otro. Leticia se acercó a ellos en silencio.

 

“Oigan, ¿qué haremos con ellos?”

“Ah, sí. Tendremos que llamar a los guardias de la ciudad para que vengan a buscarlos.”

 

Mientras decía esto, Wynn miró a los hombres tendidos en el suelo y que se quejaban. No tenían suficiente cuerda para atarlos, y eran demasiados. Demasiados para llamar a los guardias, por muy heridos que estuvieran. También era posible que se escaparan, y aunque alguien se quedara a vigilarlos, sería peligroso que se resistieran, incluso si la que se quedara fuera Leticia. Wynn estaba pensando en qué hacer.

 

“Umm, ¿y si nosotros nos encargamos desde ahora~?”

 

Lino, que apareció antes de que se diera cuenta, estaba de pie con una expresión incómoda, rascándose la cabeza.


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