La Historia del Héroe Orco
Capítulo 14 - Los problemas de Thunder SoniaHabían pasado siete
días desde que Bash llegó al Bosque Siwanasi.
En las ramas
superiores del Gran Árbol Siwanasi, en una habitación situada en el piso más
alto del árbol, había una elfa.
Tenía el pelo largo,
rubio y hasta la cintura.
Llevaba una túnica verde oscura y un sombrero de ala ancha y puntiagudo.
Estaba sentada junto a
la ventana, mirando al exterior con melancolía en sus ojos.
Desde su punto de
vista, podía ver el extenso paisaje de la ciudad.
Las luces mágicas
repartidas por toda la ciudad no eran tan brillantes como para iluminar incluso
las profundidades de los bosques, pero sí lo suficiente como para que la gente
pudiera realizar sus actividades.
Para ella, este brillo
suave y apacible era un verdadero símbolo de paz.
Durante la guerra,
ella y el resto del pueblo élfico vivieron en un mundo de extremos. Siempre
había demasiada luz, el bosque iluminado por las llamas y los hechizos mágicos,
o una oscuridad absoluta, como para esconderse mejor en las sombras.
Sin embargo, no estaba
disfrutando del placer de la paz ganada con esfuerzo.
Tampoco disfrutaba de
la visión de su tenue reflejo en la ventana, aunque era bastante hermosa.
Lo que realmente le
preocupaba eran los posibles acontecimientos que se producirían pasado mañana.
“Huuu…”
Su nombre era Thunder Sonia.
Llamada “Lady Sonia”
por quienes la conocían, fue una de las grandes heroínas que asestó el golpe
mortal contra el Rey Demonio, la Archimaga Elfa Thunder Sonia.
El mayor poder militar
individual disponible en el País de los Elfos y Héroe de los Elfos.
A esta mujer no le
faltaba nada. Lo tenía todo: rango, honor, estatus, títulos nobiliarios,
territorio… y sin embargo parecía estar preocupada.
“Fui rechazada… una
vez más…”
Sí, estaba soltera.
“Vamos, abuela, se
emocionó demasiado. Esperaba demasiado de ese encuentro, ligando con un noble
humano que vino hasta aquí sólo para establecer relaciones amistosas…”
El hombre que dijo
estas palabras era otro elfo, de pie en la puerta que conducía a la sala.
Su nombre era Acónito.
Llamado así por una
flor venenosa, era un coronel del ejército élfico, así como el sobrino nieto de
Sonia, el hijo de su sobrina.
Su misión oficial como
coronel era la de escolta, pues estaba encargado de proteger a quien se decía
que era la combatiente más potente del País de los Elfos.
Aunque sobre el papel
era un militar y un guardaespaldas, en la práctica, su trabajo se asemejaba más
a ser un criado o un escudero.
“¡¿Qué se supone que
debo hacer entonces?! ¡Ningún elfo ni siquiera contemplaría la idea de acercarse
demasiado a mí! ¡Y no me llames abuela!”
Thunder Sonia.
Ella cumpliría 1200
años este año.
La mayor de los elfos.
Y la vida de los elfos
era de unos 500 años de media.
Sin embargo, Sonia
había vivido más del doble; había una razón detrás de su longevidad.
Sucedió hace 900 años.
La nación de los elfos
había sido acorralada y no tenía salida.
Sus aldeas fueron
quemadas y sus territorios conquistados.
Les quitaron la vida a
sus soldados y les robaron la sonrisa a sus hijos.
Sonia, la hija del
jefe de la época, se dio cuenta de que los elfos se enfrentarían a su
inevitable extinción si las cosas seguían así.
Ella era un prodigio.
Todos los ciudadanos
del País de los Elfos tenían grandes expectativas en ella, una niña bendecida y
amada por el Espíritu del Trueno.
Y ella estaba a la
altura de estas expectativas. En el campo de batalla, era casi invencible.
Su abrumadora magia de
rayo podía convertir al más duro de los enemigos en carbón negro y hacer que
incluso el mayor de los ejércitos se lo pensara dos veces antes de atacar.
Sólo ella era la
columna vertebral del frente de los elfos.
Sin embargo, en ese
momento ya tenía 300 años.
Se decía que la mejor
edad de un elfo era entre los 100 y los 200 años, después de lo cual su fuerza
física y su destreza mágica comenzaban a declinar.
A los 400 años, se les
consideraba frágiles y ancianos.
El apogeo de Sonia
había quedado muy atrás.
Era consciente de que
su poder se debilitaba.
Si ella caía, el País
de los Elfos sería incapaz de mantener su línea defensiva, y lo que les
esperaba era nada más que la destrucción.
Previendo este
inevitable final, Sonia decidió realizar un gran ritual.
Utilizando técnicas y
hechizos secretos transmitidos a través de milenios de historia élfica, se
maldijo a sí misma con la juventud y la longevidad eternas.
Como resultado, hizo
retroceder las manecillas del tiempo, rejuveneciendo permanentemente su cuerpo
hasta alcanzar su forma centenaria.
Una vez recuperado el
poder mágico que tenía en su mejor momento, Sonia asumió el papel de líder del
ejército de los elfos. Bajo su mando, los elfos pasaron los siguientes 200 años
reconstruyendo sus fuerzas y haciendo retroceder al enemigo.
Luego, cerca del final
de la guerra, regresó al frente y finalmente se unió a los otros Héroes de la
Alianza para derrotar al Rey Demonio.
Fue realmente una Heroína
ejemplar.
Sin embargo, a pesar
de todas sus proezas de súper-elfo, seguía siendo una mujer con necesidades.
Siendo testigo del auge
matrimonial que se produjo tras la guerra, pensó:
¡Ahora que tenemos
paz, es hora de que encuentre un marido!
Desgraciadamente, a
los 1.200 años de edad, era una anciana.
No sólo eso, sino que
además Sonia era una aclamada Héroe y un personaje inminente en la sociedad
élfica.
Ningún hombre elfo se
atrevería a considerar la posibilidad de salir con ella.
Era demasiado grandiosa
y demasiado vieja.
Además, se había
perdido el auge matrimonial de los elfos.
No quedaban hombres en
el País de los Elfos que pudieran estar a su altura.
Pero eso no era todo.
De hecho, había otra
razón, mucho más insidiosa, por la que no podía encontrar un compañero de
matrimonio.
“Mierda, todo esto es
culpa suya…”
“¿Se refiere a la
pesadilla del bosque de Siwanasi?”
“¡Sí! Si no fuera por
ese maldito orco…”
La Pesadilla del
Bosque Siwanasi.
Un desastre sin
precedentes que ningún elfo sería capaz de olvidar.
Tras la caída del Rey
Demonio Gediguz, el ejército élfico se coordinó con los humanos para lanzar un
ataque a dos bandas contra los orcos.
Sin embargo, un único
y solitario guerrero se interpuso en su camino.
Bash, el héroe orco.
Siguiendo los pasos de
la Heroína Elfa, también luchó en el frente, derrotando tanto a Elfos como a
Humanos con su abrumador poder.
El Bosque Siwanasi no
podía ser tomado sin derrotar a este hombre.
Su fuerza era tan
formidable que el 90% de los que se enfrentaban a él morían, y el 10% que
sobrevivía quedaba con un trauma mental para el resto de sus vidas.
No parecía haber
esperanza de vencerlo.
Entonces, la archimaga
elfa Thunder Sonia finalmente entró en acción.
Lo desafió a un duelo
como si dijera: “Sólo un Héroe puede luchar contra un Héroe”.
Su batalla duró tres
días y tres noches.
La magia del rayo de
Sonia quemó el bosque mientras los incesantes rayos rasgaban el cielo.
La espada de Bash
hendía los árboles mientras sus gritos sacudían la tierra.
Un duelo tan salvaje y
caótico como un desastre natural.
Uno de los generales
elfos se quedó en los alrededores para ser testigo de este duelo de titanes.
Alguien tenía que
informar, y como líder del Ejército de los Elfos, él tenía esta responsabilidad.
Y lo que vio lo
perseguiría por el resto de sus días.
Al final de la
batalla.
Cuando los relámpagos
cesaron.
Cuando los truenos se
callaron.
Cuando el polvo se
asentó…
…Fue Bash quien salió
victorioso, Sonia se había derrumbado a sus pies.
¿Qué sucedía cuando
una mujer elfa era vulnerable, y un orco estaba cerca?
Todas las elfas que
alguna vez habían luchado contra un orco sabían la respuesta: se la llevarían,
la convertirían en una esclava sexual y la obligarían a tener hijos por el
resto de sus días.
Su preciosa Lady Sonia
iba a ser capturada.
La heroína elfa.
La personificación
élfica de la fuerza y la victoria se convertiría en una esclava, encerrada para
ser mancillada una y otra vez por hordas de horribles orcos.
No había manera de que
los Elfos dejaran que eso sucediera.
Si las tropas veían a
Sonia esclavizada y embarazada de un hijo orco, su moral caería en picado.
Todo el ejército
podría derrumbarse bajo el peso de la depresión generalizada.
Con esto en mente, el
general elfo saltó, dispuesto a sacrificar su vida, aunque sólo fuera para dar
a Sonia unos preciosos segundos extra para recuperar sus sentidos y escapar.
Sin embargo, para su
sorpresa, el orco se dio la vuelta y simplemente se alejó.
Ni siquiera dedicó una
mirada a la figura inconsciente de Sonia.
Y no fue sólo ese
único General quien lo vio.
Muchos de los
soldados, que se habían dado cuenta de que era seguro acercarse ahora que el
calor había disminuido, también estaban mirando.
El General no tenía ni
idea de lo que estaba pasando, pero no iba a insistir en ello. Agradeció su
buena voluntad mientras recuperaba el cuerpo inconsciente de Sonia, la ponía a
salvo e informaba de lo que había visto a los altos mandos.
Los principales
líderes del Ejército de los Elfos estaban consternados: tenían que mantener en
secreto la derrota del Héroe de los Elfos a toda costa.
Desafortunadamente
para ellos, había demasiados testigos.
Muy pronto, la noticia
de que el Héroe Orco Bash derrotó al Héroe Elfo Thunder Sonia se extendió por
todas las tropas élficas.
“¡La Pesadilla del
Bosque Siwanasi! ¡La Archimaga Thunder Sonia derrotada!”
Al escuchar esto, los
soldados estaban totalmente desesperados.
Simplemente no podían
creer que su Lady Sonia, un bastión de fuerza y la esperanza de su pueblo,
había sido derrotada.
Todos ellos sabían lo
que ocurría cuando una mujer era vencida por un orco…
Lo más probable es que
estuviera de camino a convertirse en una esclava de cría orca mientras
hablaban.
Incluso si terminaban
ganando esta guerra al final, esto era…
¡Esto era una
pesadilla!
Entonces, de la nada, otra información llegó a sus oídos.
Aparentemente, Lady
Sonia no fue secuestrada.
Los soldados estaban
confundidos.
“¿Qué? ¿Por qué no?
¿Qué ha pasado? ¿Sus guardias lograron rescatarla? ¿Los humanos enviaron
refuerzos en el momento justo?”
“No, no es eso.”
“¿Eh? ¿Qué? ¿Entonces
qué? Héroe orco o no, sigue siendo un orco. Los orcos siempre, sin excepción,
violan a las mujeres que derrotan en el acto o se las llevan para disfrutarlas
después. ¡Demonios, casi me pasó a mí el otro día! Me alegro de que la ayuda
llegara antes de que eso ocurriera…”
“No, tampoco es eso.”
“Je, ¿tal vez huele más
viejo de lo que parece?”
“¡Jajaja, puede ser! ¡Eso
sería muy divertido!”
Conversaciones
similares ocurrieron en casi todas partes, y estos elfos chismosos llegaron a
una teoría:
“Aunque Thunder Sonia
pudiera parecer joven… ¡huele tanto a viejo que ni los orcos la tocan!”
Y así, Sonia se
convirtió en “la mujer cuyo hedor haría estremecerse hasta a un orco”.
Fue vista como
mercancía caducada.
¿Matrimonio? Ya podía
olvidarse de eso.
Además de su edad y
poder, esto se convirtió en el tercer y último clavo en el ataúd en el que
yacía su potencial como esposa.
Tras esta humillación,
Sonia buscó una pareja fuera del país, en el País de los Humanos.
La vida de un Humano
llegaba a los 80 años como máximo.
Ella creía que, desde
su punto de vista, si un elfo tenía 200, 300 o incluso 1200 años, no habría
diferencia. Al fin y al cabo, ella seguía pareciendo joven y fresca.
Pero una vez más, sólo
se encontró con el fracaso.
La historia de la “Pesadilla
del Bosque Siwanasi” se había extendido mucho más allá de las fronteras élficas
y había llegado incluso a los humanos.
Cada vez que la Heroína
Elfa intentaba dirigir una conversación con un Humano en dirección de las
relaciones, la otra parte se apresuraba a cambiar el tema.
Por supuesto, eso era
sólo lo que Sonia pensaba que era la razón detrás de su evasión. La causa real
era algo totalmente distinto…
De todos modos, Thunder
Sonia odiaba esos rumores…
Naturalmente, ella
sabía que tanto el auge matrimonial entre los elfos como la historia de la “Pesadilla
del Bosque Siwanasi”, ambos eran sólo modas temporales que acabarían pasando.
Habiendo vivido 1200
años, había visto vivir y morir a muchas generaciones de elfos.
Por no hablar de las
generaciones de humanos, que ni siquiera podía contar cuántas había visto
pasar.
A medida que las
generaciones cambiaban, también lo hacían las tendencias.
Incluso en tiempos de
guerra, había modas y manías.
Dentro de 20 años, una
nueva generación de humanos habría crecido y habría gente dispuesta a casarse
con ella.
Y dentro de otros 100
años, habría brotado otra generación de Elfos, y habría aún más gente dispuesta
a casarse con ella.
Para una inmortal como
ella, que permanecería en este mundo a menos que la mataran, esos años pasarían
en un abrir y cerrar de ojos.
Pero entonces, pensó Thunder
Sonia…
Si se rindiera así,
ahora mismo, ¿no estaría admitiendo su pérdida?
¿No estaría admitiendo
el hecho de que olía tan antiguo que hasta un orco levantaría la nariz ante
ella?
¡Claro que no! ¡Ese
estúpido rumor no era cierto de todos modos!
¡Ven aquí! ¡Acércate y
huele!
Estos días, incluso se
tomaba el tiempo de rociarse un poco de perfume antes de salir.
¡No porque pensara que
apestaba! No es así. Simplemente disfrutaba llevando perfume. Eso era.
Definitivamente.
Ni que decir tiene
que, independientemente de cómo oliera realmente, los rumores serían rumores.
No desaparecerían de
la noche a la mañana.
Y todo esto era por
culpa de ese hombre…
Todos sus problemas
eran por culpa del Héroe Orco, Bash.
Todo debido a que él
no se la llevó cuando tuvo la oportunidad de hacerlo.
Ciertamente, si
hubiera ocurrido realmente, ella habría vivido una verdadera pesadilla, pero…
Aun así, habría estado
bien poder hablar con él, pensó.
El otro día, a pesar
de que hacía tiempo que no se veían, ni siquiera pudo saludarlo como era
debido.
No… no tenían el tipo
de relación en la que se saludaran educadamente de esa manera…
¿Y cómo es que él no reaccionó
ni siquiera cuando vio su cara? ¿Qué significaba eso?
Según Acónito, cuando
se cruzó con él en su carruaje, Bash se limitó a desviar la mirada con una
expresión tonta.
Hasta donde ella
recordaba, la mayoría de los orcos, al encontrarse con una mujer, se ponían
duros y comenzaban a lamerse y relamerse sádicamente.
Pero eso fue hace
mucho tiempo.
La última vez que un
orco adoptó ese tipo de actitud hacia la heroína elfa fue cuando los elfos
estaban en la retaguardia, siendo brutalmente asesinados en lotes por los
orcos, antes de que ella alcanzara la prominencia y reconstruyera el ejército;
en otras palabras, cuando todavía era realmente joven.
Más tarde, cada vez
que se fijaban en Sonia, se estremecían de miedo o la desafiaban, con la
determinación de enfrentarse a una muerte segura.
No había visto a un
orco mirarla perversamente en los últimos cien años.
Sin embargo, la guerra
había terminado.
Se decía que los orcos
eran mucho más pacíficos estos días.
Las dos razas ya no
estaban enfrentadas, así que ¿por qué el Héroe Orco no expresaba libremente su
deseo?
¿Podría ser que ella realmente
estaba empezando a oler a moho…?
La actitud
aparentemente incongruente de Bash inquietaba a Sonia.
Pero no podía dejar
que su ansiedad fuera evidente.
Ella era Thunder Sonia,
la Archimaga y Heroína Elfa.
Como símbolo de la
victoria elfa, no podía dejar que sus subordinados la vieran en este estado
vulnerable.
“¡De todos modos, qué
demonios está haciendo en este país! Sé que tiene los ojos puestos en él. ¿Qué está
pasando?”
“El primer día que
pasó aquí, él y el Hada parecían estar reuniendo información. Después de eso,
lo único que ha estado haciendo es cazar zombis en el bosque.”
“¿Zombis? ¿Por qué?”
“Ni idea. ¿Tal vez
están tratando de recaudar dinero para financiar sus gastos de viaje hasta que
lleguen a su próximo destino?”
“¡Ridículo! Dijo que
volvería a verme, ¡¿no es así?! ¿Por qué?”
“No me pregunte a mí.
Por los informes, todo lo que ha estado haciendo es matar zombis. Ningún
movimiento sospechoso.”
Habían pasado siete
días enteros desde la llegada de Bash a la ciudad.
El primer día, parecía
estar husmeando, tratando de desenterrar algún tipo de información, pero ahora
todo lo que hacía era ir entre la posada y el bosque.
Estaba siendo extrañamente
dócil.
No había causado
ningún problema y estaba viviendo su vida como un ciudadano común.
Era como si no fuera
un orco en absoluto.
“Para ser franco, hay
algo más que debo decirle. Hay rumores que circulan sobre un orco que salió de
la nada y que estaba devolviendo zombis a la tierra a un ritmo asombroso. Le
está yendo bastante bien. De hecho, he recibido informes de una dramática
disminución del número de zombis en los últimos siete días. Los militares
incluso han planteado la idea de reunir un grupo de limpieza para erradicar
definitivamente a los muertos vivientes.”
“No le des demasiado
crédito…”
“Estas son sus
palabras, no las mías. Tiene muchos fans…”
“Idiota, no me refería
a eso. ¿Recuerdas lo que dijo Polecito? Recuerda a los muertos, pero olvida a
los asesinos. Acabo de recordarlo y…”
North Pole, el actual
rey de los elfos, había ordenado a todos los elfos una cosa cuando se firmó el
tratado de paz: no guardar rencor a sus antiguos enemigos.
El resentimiento no
serviría de nada, salvo para sentar las bases de otro conflicto.
La semántica de quién
mató a quién primero era inútil e improductiva. Buscar a los autores del
conflicto era una tarea imposible, en cualquier caso.
La matanza fue mutua.
Todos eran igualmente culpables.
“Puede que sea difícil
dejar atrás los agravios del pasado, pero la cadena de la venganza tiene que
romperse aquí y ahora”, dijo el Rey.
Los elfos, que antes
eran excluyentes, ahora eran tolerantes con otras razas gracias a esta orden.
Esta fue la principal
razón por la que Bash no fue tratado tan mal como en Krassel cuando entró en la
Ciudad del Bosque Siwanasi.
Eso, y el hecho de que
la gente que vivía aquí no había luchado mucho contra los orcos durante la
guerra.
“Lady Thunder Sonia,
lo que dice no tiene sentido. ¿Debo alabarlo o no?”
“Ah, cállate. Lo sé,
lo sé… Tengo sentimientos complicados sobre todo este asunto, ¿sabes?”
Sonia dejó escapar un
suspiro exasperado.
De todos modos, no
había manera de eludir el hecho de que las cosas hubieran resultado como lo habían
hecho.
“Bueno, supongo que
las cosas están bien por el momento. Volviendo a pensar en ello, ¿habría sido
tan descarado conmigo si realmente estuviera planeando algo malo?”
Se sintió molesta e
impaciente cuando Bash llegó a la ciudad, e incluso se estremeció de miedo
cuando dijo que iba a volver a verla… pero ahora, en cierto modo, lo había
asumido.
Sonia no podía
deshacerse de la sensación en sus entrañas, que le decía que algo no estaba
bien, pero no podía hacer nada al respecto.
Y ni siquiera odiaba
realmente a Bash. Sólo detestaba los rumores que él había iniciado
inadvertidamente.
No podía culpar a
nadie más que a ella misma por perder con él.
Aun así, quería
deshacerse de alguna manera de este vergonzoso rumor sobre su olor.
Este era el deseo más
sincero de Sonia en este momento.
¿Pero qué podía hacer?
No había forma de que
los rumores desaparecieran, aunque ella derrotara al Héroe Orco ahora.
Y no era como si
pudiera rogarle a Bash que se repitiera, para pedirle que la “tomara”.
“¡Y que se jodan esos
Humanos también!”
Finalmente, su ira se
volvió hacia los Humanos también.
“¡Míralos! ¡Mira
cuántos de ellos han venido a la ciudad a buscar pareja! ¡Están todos tan
emocionados y mareados con la idea de casarse con un elfo! ¡Pero nooooo, cuando
se trata de mí, de repente todo es nobleza y humildad y relaciones diplomáticas
y negocios! ¡Ninguno de ellos quiere siquiera hablar de una relación conmigo!
¡Estaría bien incluso con una aventura! ¡Sólo denme una oportunidad! ¡Sólo
necesito que un solo Humano me dé una oportunidad y les demostraré a todos que
ese tonto rumor es un montón de mierda! ¡Me quedaré a su lado hasta que muera!
¿Cincuenta años? ¿Sesenta años? ¡Que así sea! No es nada para mí. ¡Me ocuparé
de todas sus necesidades! Los humanos aman a una mujer que los apoye, ¿verdad?
¿Y quién mejor que yo? ¡Soy la mejor de las mejores! ¡Soy perfecta!”
“¿De verdad? ¿La mejor
de las mejores?”
“¡Por supuesto, más
que mejor! ¡Mírame! ¡Tengo 1200 años, pero parece que apenas tengo 100! ¡Puedo
usar casi cualquier tipo de magia! Ah, ¡y mis conocimientos! Puedo dar consejos
sobre política, economía, gestión de territorios, ¡e incluso cocinar! ¡Si eso
no me califica como la mejor de las mejores, no sé qué lo hará! Claro, no tengo
ninguna experiencia en el lado romántico, ¡¿pero no les encanta eso a los
hombres humanos?! ¡Les gustan las chicas puras, ¿no?! Incluso recuerdo que una
vez un General Humano vino a nuestro campamento y se divirtió con un grupo de
chicas Elfas, ¡pero a mí ni siquiera me miró! Yo estaba allí, y él ni siquiera volteó
su mirada hacia mí.”
En cuanto Sonia sintió
que no podía hacer nada contra Bash, empezó a despreciar a todos los hombres
que la habían rechazado.
Acónito no tuvo más
remedio que escuchar, sonreír y asentir.
Para ser honesto,
estaba bastante seguro de que si ella rogaba con tanta fuerza como lo hacía
ahora, al menos uno de los hombres humanos aceptaría salir con ella.
Pero era imposible que
eso sucediera.
Sonia era bastante
reservada cuando salía, y teniendo en cuenta su posición como archimaga elfa,
hacía todo lo posible por comportarse con el nivel adecuado de decoro.
En otras palabras, se
ponía una máscara.
No ayudaba el hecho de
que los humanos con los que confraternizaba nunca serían tan estúpidos como
para intentar acercarse a la heroína elfa.
Si ella se ofendía,
podía provocar una guerra entre elfos y humanos.
Cada vez que visitaba
las Tierras Humanas, era tratada como una invitada de honor y recibía los
mayores respetos.
Thunder Sonia creía
que eran los rumores sobre su olor a viejo lo que alejaba a los humanos de
ella, pero no era así.
“Oh, sí, Acónito.
Hablemos de ti. ¿Cómo va tu vida amorosa?”
Ante la repentina
sugerencia, el rostro de Acónito se tensó.
“Por favor, perdóneme.”
El recuerdo más
antiguo de Acónito era ver a Thunder Sonia cambiándole los pañales.
Mientras lo limpiaba,
le dijo orgullosa a su madre: “¡Déjame a mí! He cambiado tus pañales y los de
tu madre. Considérame la niñera de nuestra familia.”
Desde ese momento, la Heroína
Elfa había sido su cuidadora de confianza y la de su familia.
No hace falta decir
que él nunca había albergado nada remotamente parecido a sentimientos
románticos hacia ella. Era simplemente imposible.
“Yo… tengo a alguien
en mente.”
“¡¿Qué?! ¿Desde cuándo
tienes novia? ¡Qué demonios! ¡¿Por qué no me lo dijiste?! ¿Quién es? ¿Se llevan
bien? No es una zorra viciosa, ¿verdad? ¡No quiero que nadie rompa el corazón
de mi precioso Acónito! No te preocupes, usaré mi autoridad y haré los arreglos
para que huyas del país por la noche, y estarás a salvo y lejos de ella. Sólo
tienes que decirme, y yo me encargaré de todo por ti, sin hacer preguntas.
Después de todo, ¡soy la generosa y magnánima Thunder Sonia! Entonces, ¿qué
dices?”
Acónito dio un
suspiro.
“…Es Lady Inuela, una
de las princesas de los Hombres Bestia. Es la tercera hija del Rey de los
Hombres Bestia… Ahora mismo todavía estamos tratando los detalles, así que no
puedo decirle nada.”
“¿Eh? Entonces, ¿te
gusta de verdad? ¿A qué te refieres con los detalles? ¿Te van a dar un ascenso
para darte un rango adecuado para casarte con la realeza? ¿Y una fecha de
compromiso? ¡¿Cómo es que yo no me he enterado de nada?!”
“Le dije a padre que
no se lo dijera. Lady Sonia, con el debido respeto, usted es bastante… boca floja.”
“¿Eh? ¡Y por qué me lo
dices ahora! ¿No te enseñan a mantener la boca cerrada en el ejército? ¿No
conoces la importancia de la confidencialidad? ¿Eh?”
Mientras Acónito
suspiraba, rindiéndose ante el bombardeo de Sonia, una lechuza se posó en el
alféizar, ululó y picoteó la ventana.
Tenía algo atado a la
pata.
“¿Hmm? ¿Un mensaje?”
Sonia abrió la
ventana, dejó a la lechuza en el brazo y tomó el objeto atado a la pata.
Era una carta.
“Ah, es de la pequeña
Cal.”
“¿De la teniente
general Caléndula?”
“Sí. Parece que ha
visto a un Lich entre los zombis.”
“¿Un Lich? ¿Podría ser
la razón del aumento de zombis en los últimos años?”
“Sin duda alguna. Eso
explicaría por qué siguen apareciendo sin importar cuántas veces los
exterminemos.”
Los muertos vivientes
eran un fenómeno natural.
Los cadáveres de
aquellos que morían con profundos rencores o remordimientos persistentes se
reanimaban y atacaban a los vivos.
Sin embargo, una vez
derrotados, eso era todo: nunca más volverían.
Se decía que las almas
de los zombis muertos quedaban irremediablemente destrozadas, para no volver a
renacer.
Pero un Lich podía
darle la vuelta a esa idea.
Los Liches eran el
nivel más alto de los no muertos y podían realizar magia nigromántica de forma
innata para reparar dichas almas destrozadas y reanimar a los zombis muertos
una vez más.
En otras palabras,
mientras un Lich estuviera cerca, los muertos vivientes nunca desaparecerían.
“Aquí dice que hay una
operación de limpieza masiva de zombis planeada para dentro de cinco días, y le
gustaría nuestra ayuda.”
“Ya veo. Haré los preparativos
necesarios.”
“Por favor, hazlo.”
El ejército de los
elfos era una máquina bien engrasada.
Después de todo sólo
habían pasado tres años desde la firma del tratado de paz.
Sus conocimientos de
combate, acumulados durante miles de años, seguían vivos y en buen estado.
Cada vez que atacaban,
lo hacían con toda la fuerza y la velocidad de que disponían.
Los altos mandos, que
no querían subestimar a sus enemigos a pesar de ser sólo zombis, habían
decidido movilizar a todo el 2º Batallón del Bosque Siwanasi.
Al atacar, deberían
utilizar su máxima fuerza para atacar en un instante.
Los militares elfos
decidieron movilizar el 2º Batallón del Ejército del Bosque Siwanasi, sin
subestimar el hecho de que se trataba de un simple ataque de zombis.
Este batallón estaba
compuesto en su mayoría por soldados con capacidad mágica, ideal para la
situación, ya que la magia de fuego era mortalmente efectiva contra los no
muertos.
Aprovecharían esta
oportunidad para acabar con ellos de una vez.
“Aunque… estoy algo
preocupado… Con este tipo de operación a gran escala, necesitaré aumentar el
número de ojos sobre el Héroe Orco y su compañera. Podrían entrar en acción
mientras estamos fuera.”
“Hmm… Eh, bueno
debería estar bien. Acabo de decir que, si realmente estuvieran planeando algo
malo, no se habrían molestado en venir a verme, ¿verdad? Odio decirlo, pero en
realidad no están haciendo nada sospechoso ahora mismo.”
“¿Está segura? Ah, no
hace falta que me lo diga explícitamente. No se preocupe, puedo ocuparme de ello.
Enviaré a algunos hombres para que los acosen. Sé que quiere que lo haga.”
“¡Oye! ¡Haces que
parezca que soy una especie de mujer vengativa que intenta acosar a toda la
gente que no le agrada! ¡No! ¡No envíes a nadie!”
La lechuza, que seguía
sentada en el alféizar de la ventana observando su tonto intercambio, ladeó la
cabeza.
Era una
noche tranquila.
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