La Historia del Héroe Orco
Y así, los zombis del
bosque Siwanasi fueron eliminados.
Habría brotes
esporádicos de muertos vivientes de vez en cuando durante un tiempo, pero era
seguro asumir que serían a una escala mucho menor y manejable.
El ejército elfo
incluso sufrió menos bajas de las esperadas.
En parte se debía a sus habilidades como tropas de élite y a su tenacidad, pero también gracias a que Bash acribilló a la horda de muertos vivientes mientras Zell curaba a los elfos por el camino mientras le seguía.
“Ahí estaba yo, herido
de muerte por un zombi y desangrándome cuando un orco apareció de la nada y me
salvó.”
“Parece que ese orco
atravesó las líneas de no muertos para llegar al Lich y también salvó la vida
de Lady Thunder Sonia.”
Rumores similares
circulaban entre las tropas del Ejército de los Elfos.
Otros no estaban de
acuerdo y decían: “No, es imposible que Lady Sonia tuviera problemas con el
Lich”, lo cual era evidentemente falso, pero como era su amada Heroína la que
había dicho previamente que se encargaría de toda la situación, se convirtió en
una verdad que caló entre los soldados.
“Tenemos que agradecer
al Héroe Orco por esto. ¿Qué deberíamos hacer? ¿Tal vez escribir una carta de
gratitud a la Nación Orca?”
“Hrm…”
Ante la pregunta de Acónito,
Sonia se cruzó de brazos y gimió.
Estaba agradecida; eso
era un hecho.
Su sobrino, que estaba
frente a ella, también se contaba entre los salvados por la pareja de orco y
hada.
Después de la batalla,
cuando la heroína elfa se acercó a su familiar aparentemente fallecido, éste se
levantó de repente, llevando todavía un pequeño montículo de polvo blanco
brillante en la parte superior de la cabeza.
Todavía recordaba
claramente la mirada orgullosa del rostro del Hada, como si estuviera
plenamente satisfecha tras un trabajo bien hecho.
“Hmmmmm…”
Habían rescatado a su
precioso sobrino.
Por no hablar de que
ella misma podría no haber salido viva si no hubiera sido por la ayuda del Héroe
Orco.
Por supuesto, estaba
agradecida.
Entonces, ¿qué debería
hacer…?
“Espera, ¿entonces por
qué vino a este pueblo en primer lugar?”
“¿Por qué? ¿Qué quiere
decir con “por qué”, Lady Sonia?”
“Ya has oído lo que he
dicho.”
Cuando ella lo repitió
con toda la seriedad del mundo, Acónito le dirigió una mirada condescendiente y
de reojo que decía sin palabras: “Por Dios, ¿de verdad tengo que deletreártelo,
vieja senil?”
“Deja de mostrar esa
actitud. Y deja de poner esa cara estúpida. Caramba…”
“Espere, ¿realmente no
entiende por qué vino él aquí?”
“¿Tú sí?”
“Por supuesto que sí.”
Los labios de Sonia se
movieron con frustración mientras levantaba la barbilla para indicarle que
siguiera hablando.
“Vino aquí para
detener el brote masivo de orcos zombis en el bosque de Siwanasi.”
“¿De verdad?”
“En cierto modo, sus
antiguos compatriotas estaban causando problemas en otro país. Por supuesto,
los orcos no podían dejar que eso quedara impune, ya sabe, por su orgullo orco
y todo eso…”
“Eh…”
“¿No tiene todo eso
sentido? El primer día que llegó, recogió información. Al siguiente, comenzó a
cazar zombis. En cuanto se dio cuenta de que el ahora zombificado general
Baraben se había levantado, cargó contra la horda de muertos vivientes, sin
inmutarse por su número, y tomó la cabeza de su antiguo superior. Yo apenas
estaba consciente en ese momento, pero aun así vi cómo desafió a Baraben a un
honorable duelo individual y nos demostró a todos que el orgullo orco seguía
vivo. ¡Verdaderamente los actos de un Héroe!”
“Bueno… supongo…”
La heroína elfa
asintió lentamente.
Ciertamente tenía
sentido.
Cuando estaba en medio
de esa batalla, se sorprendió a sí misma teniendo esos mismos pensamientos.
También creía en
cierto modo que por eso él había venido aquí: para salvar a sus antiguos
compatriotas del odio, la vergüenza y el resentimiento al que estaban sometidos
como zombis.
Pero quedaban algunas
preguntas.
Algunos aspectos de
toda esta debacle seguían molestándola.
Por ejemplo, si ella
estuviera en el lugar del Rey Orco, ¿habría dejado que Bash saliera al mundo
por su cuenta en primer lugar?
Y en términos de
escoltas… ¿una sola Hada? Así que técnicamente no estaba solo.
Si ella saliera del
territorio elfo… Acónito siempre estaría a su lado, ¿no?
Entonces, ¿qué era lo
incongruente de la situación? Pensó Sonia mientras ladeaba la cabeza.
“Al parecer, en el
País de los Humanos, hubo una banda de bandidos que fue exterminada de forma
similar.”
“¿De qué se trató todo
eso? No escuché nada al respecto.”
“Sólo fueron rumores
que recogí aquí y allá. Nada demasiado importante, eso seguro.”
“Deberías contarme ese
tipo de cosas. Pero todavía hay algo que me molesta…”
Respondió Sonia.
Recordó los
acontecimientos del día de la llegada de Bash a Siwanasi.
Aquella fiel noche en
que se cruzaron en el pueblo.
“¿Por qué me dijo que “volvería”
a verme? Es curioso. Es imposible que supiera entonces que yo iba a luchar
contra el general Baraben, ¿verdad?”
“Eso es…”
“¡Y hasta siguió eso
con “pronto lo sabrás…”! ¡¿Eh?! ¿¡Haaah!? ¡¿Cómo se supone que voy a averiguar
algo?! ¿O estaba diciendo que mi enfrentamiento con ese dúo de muertos
vivientes estaba completamente orquestado por él? Eso no puede ser posible… No
vi ni sentí ninguna magia proveniente de él. Es imposible que haya manipulado o
creado un Lich.”
“Hmm…”
Acónito se acarició la
barbilla.
Efectivamente, su tía
tenía razón al señalar que el comportamiento de Bash ese día era extraño.
Sus palabras
insinuaban que estaba planeando algo.
Sin embargo, viendo
cómo reaccionó cuando se enfrentó al general Baraben, no parecía que fuera una
mente maestra trabajando entre bastidores para provocar este desastre.
Por el contrario, sus
actos fueron más que dignos de sus responsabilidades como Héroe.
“Lady Thunder Sonia.”
Entonces, llamaron a
la puerta de la habitación.
“¿Qué pasa?”
“Mi lady, parece que
tiene una visita.”
“¿Quién es? ¿Es el
pequeño Cal? Dile que hoy es mi día libre. Trabajé tan duro ayer, y estoy
completamente quemada. Completa y totalmente exhausta. Él puede hacer la
limpieza por su cuenta al menos…”
“No, Mi lady, es un
orco.”
Sonia y Acónito se
miraron en silencio.
El gigantesco árbol
donde residía Thunder Sonia también estaba habitado por otros individuos de
importancia.
Por lo tanto, había un
vestíbulo en su base, dotado de recepcionistas y guardias.
Más atrás, se había
reunido una multitud de curiosos, que esperaban ver lo que haría el visitante.
Por cierto, ya sea el
personal o los mirones, todos llevaban expresiones alegres y amistosas en sus
rostros.
Y en el centro de todo
este alboroto había un solo hombre.
Su piel era verde, y
su rostro, severo y robusto.
Llevaba un traje de
estilo élfico, en el que de alguna manera había conseguido exprimir sus
abultados músculos.
Sí, ropa élfica.
Su traje era de color
verde oscuro y acentuado con rayas negras, el tipo de atuendo que un hombre
elfo llevaría en ocasiones formales.
La gran espada que
solía llevar estaba notablemente ausente.
Y justo al lado del
orco había un hada, con los brazos cruzados y las piernas separadas a la altura
de los hombros, flotando pomposamente en el aire.
Eran Bash y Zell.
¿Está vestido
formal…? ¿Qué están planeando?
Thunder Sonia se puso
delante del héroe orco, lanzándole una mirada inquisitiva.
Los “Oh” y “Ah” se
elevaron desde la multitud.
¿Quieren discutir
la relajación del tratado que establecimos con los orcos…? Eso es una tontería…
realmente están tratando de obtener crédito por un problema que fue su culpa en
primer lugar, ¿no? Viejo, los orcos son más complicados de lo que creía… Aun
así, teniendo en cuenta lo mucho que nos ha ayudado este sujeto, tengo que
responder… ¡Maldita sea!
La archimaga puso las
manos en las caderas y miró a Bash.
Éste tenía una
expresión de lo más decidida.
Pero ella pudo notar
que estaba nervioso.
“¿Entonces? ¿Qué
quieres? ¿Estás seguro de que este es el lugar adecuado para esto?”
“Sí, aquí está bien.”
“Muy bien, sólo date
prisa y dime tus demandas. Soy una mujer ocupada.”
“Claro…”
Por primera vez, Thunder
Sonia miró a Bash de cerca.
Cuando lo pensaba, no
había tenido la oportunidad de observarlo detenidamente desde su primer
encuentro durante la Pesadilla del Bosque Siwanasi.
Ella tenía sus propias
ideas preconcebidas sobre los orcos.
Bash, el héroe orco.
Al menos, no había
causado ningún problema desde su llegada hasta ahora.
No faltaban mujeres
elfas en Siwanasi, y no había oído informes de que ninguna de ellas fuera
atacada.
Por el contrario, sus
acciones parecían ser todas en beneficio de los elfos.
E incluso en esa
batalla que ambos acababan de pasar, había sido admirable.
Un héroe.
Este hombre era un
verdadero Héroe.
Así lo llamaban sus
compatriotas.
Al igual que a ella,
la Archimaga Elfa Thunder Sonia.
En otras palabras, su
objetivo era proteger aún más el orgullo orco y asegurar el mejor futuro
posible para su pueblo.
En ese caso, ¿no era
natural que quisiera suavizar el tratado entre los elfos y los orcos?
Al estar atados por tantas
sanciones restrictivas, inevitablemente se quedarían muy por detrás del resto
del continente en cuanto a la reconstrucción de su nación.
“Archimaga Elfa Thunder
Sonia.”
“Sí.”
Bash sacó algo de su
bolsillo.
Era un pequeño objeto
que brillaba con un destello metálico.
Los guardias apretaron
sus armas, pero Sonia no se movió.
¿Acaso este hombre
usaría un arma tan pequeña como para que cupiera en su bolsillo?
Sería más rápido y
eficaz que golpeara con su puño desnudo que con cualquier daga o espada corta.
“Toma.”
Lo que había sacado
era un collar.
Un collar caro,
brillante, glamuroso, lujoso y brillante.
Era algo que un hombre
elfo regalaría a una mujer al pedir su mano en matrimonio.
“¿Qué es esto? ¿Qué es
todo esto…?”
“Thunder Sonia, me he sentido atraído por ti desde el momento en que te vi por primera vez. ¿Te casarías conmigo y tendrías a mis hijos?”
En ese momento.
En una fracción de
segundo, el entorno quedó en un silencio sepulcral.
Eso incluía a la
propia Sonia, que no entendía nada de lo que estaba pasando.
¿Eh? ¿Qué? ¿Qué
quiere decir con casarse? ¡¿Por qué este tipo está tratando de darme un
collar?!
Por un segundo, su
mente se quedó completamente en blanco, después de lo cual, finalmente, volvió
a entender lo que estaba sucediendo.
¡¿Haaah?! ¿¡De
verdad me está pidiendo que me case con él!?
Su cerebro, ya
recuperado de su inesperado estancamiento, comenzó a funcionar con todos los
cilindros.
¿Re… realmente me
está pidiendo que me case con él? ¿¡De verdad es una propuesta real!? Espera,
cálmate, y piensa… debe haber algo más profundo… una intención nefasta,
escondida detrás de este gesto… espera, ¡sí! ¡Me dijo que volvería! ¡Entonces,
este debe ser el motivo! ¡Para pedir mi mano en matrimonio! Espera, espera,
espera, espera, no, no, no… eso es estúpido. ¡Absolutamente ridículo! ¡¿Por qué
me pediría que me casara con él?! ¡¿Y “desde que me vio por primera vez”?!
Quiero decir… eso es algo romántico… ¡No! ¡No, no, no! ¡No puedo dejarme engañar!
¡Este tipo me dejó tirada en el suelo entonces! Me dejó a pesar de que yo
estaba allí mismo, vulnerable y madura para la cosecha.
Aunque Thunder Sonia
era impulsiva y descarada, no era ni mucho menos tonta.
Como Archimaga Elfa,
siempre daba prioridad al bienestar de su pueblo y planeaba constantemente.
Él era un orco con el
que sólo se había encontrado una vez.
No había nada entre
ellos que le hiciera enamorarse de ella.
Y si realmente fuera “amor
a primera vista”, Bash se habría llevado a Sonia a casa en aquella fiel noche
de la Pesadilla del Bosque de Siwanasi y se la habría comido como merienda a
las tres. A estas alturas, ella ya sería madre de tres hijos.
Así que, obviamente,
estaba mintiendo.
Entonces, ¿por qué lo
hacía? ¿Cuál era la verdad?
Por cierto, ella había
oído hablar de cómo el Héroe Orco había ido por ahí reuniendo información.
En particular, buscaba
información sobre las actividades matrimoniales de los elfos.
En cuyo caso, debió de
haberse topado con las tristes historias del celibato de la Heroína Elfa.
Estas incluían
historias vergonzosas de su hartazgo de ser soltera, tratando de cortejar a un
Humano y posteriormente fallando…
Espera… ¿¡acaso piensa
que… que soy una facilona!?
En cuanto ese
pensamiento cruzó por su mente, la sangre acudió a la cara de Sonia.
“¡Claro que no! ¡Me
niego! ¿Quién en su sano juicio querría tener un hijo tuyo?”
En el momento en que
soltó su respuesta, el entorno estalló en una ola de “Oh” y “Ah”.
La Archimaga casi
podía sentir la ola de murmullos que se propagaba entre la multitud.
Cielos… qué clase
de rumores tontos van a difundir esta vez… por favor, paren…
Sonia se removió
mientras miraba con rabia a Bash.
Al menos, quería
demostrarle a él y a todos los demás que no era una vulgar puta a la que se
podía ligar en cualquier momento.
Por otro lado, Bash
era todo sonrisas y estaba tan tranquilo como un lago en una noche sin viento.
“Lo entiendo. Es una pena…”
Luego devolvió el
brillante collar dorado a su bolsillo, se dio la vuelta y se alejó
silenciosamente.
Sin más.
Sucedió de forma tan
inesperada que Thunder Sonia casi pensó en detenerlo.
Por alguna razón, sus
hombros estaban encorvados, y parecía angustiado y deprimido.
“¿Qué fue todo eso…?”
Murmuró.
Thunder Sonia, Archimaga
y Heroína Elfa, nunca sabría toda la verdad.
Bash avanzaba
lentamente por el camino de vuelta a la posada.
“¿Qué salió mal…?
¡Todo estaba perfectamente preparado! Llegaste en el momento justo y la
salvaste cuando estaba en problemas. Y justo cuando ella estaba pensando en ti,
apareciste y le propusiste matrimonio. ¡Con el collar más brillante y dorado
que tenían a la venta…! Por lo que leí en esa revista “Semanario Romántico Elfo”;
¡esto ocupa el tercer lugar entre las situaciones durante las cuales te
gustaría que se te confesaran!”
“Thunder Sonia es la Archimaga
Elfa después de todo. Ella debe tener sus propias circunstancias.”
No es que Bash no
recordara haber conocido a Sonia durante el evento de la Pesadilla del Bosque
Siwanasi.
Durante aquel último
enfrentamiento orco de Siwanasi, mientras el general Baraben era arrollado, el
héroe orco había estado luchando contra una misteriosa hechicera elfa que había
acabado hiriéndole gravemente.
Pero él no había visto
su rostro, y menos aún había escuchado su nombre.
Durante esa batalla, Thunder
Sonia llevaba una máscara.
Sin que el orco lo
supiera, era un equipo que amplificaba su fuerza mágica y potenciaba sus
sentidos.
Además de eso, la Heroína
Elfa estaba usando todo un tesoro de equipo encantado por los Elfos para
ayudarla a mantener al Héroe Orco a raya.
Sin mencionar que
nunca se habían presentado el uno al otro.
En ese entonces, Bash
había oído hablar del título de la “Archimaga Elfa” de pasada, pero nunca había
conocido su nombre.
Por lo tanto, era
correcto decir que Bash sólo se había enterado de su nombre y había visto su
rostro por primera vez durante su encuentro en la frontera élfica.
Su afirmación de que
se había enamorado a primera vista no era una mentira.
La batalla entre los
dos héroes había hecho mella en Bash.
Durante la guerra,
había tenido innumerables encuentros cercanos con la muerte.
Pero a medida que se
acercaba el final del conflicto, esto ocurría cada vez con menos frecuencia.
El asedio de Siwanasi
fue una de las últimas batallas de la guerra, y hacía mucho tiempo que el héroe
orco no había sido herido tan gravemente.
Estaba tan aturdido
por el final de su lucha que no podía recordar cómo terminó o cómo había
escapado mientras estaba rodeado por hordas de elfos.
Lo único que recordaba
era cómo se había refugiado en una guarida de osos y cómo Zell le había salvado
la vida.
La “Archimaga Elfa”.
El héroe orco había
oído hablar de este personaje.
Un inmortal y antiguo
Alto Elfo de 1200 años.
Ella era la deidad
guardiana de los elfos.
Se decía que había
sido bendecida por el dios del viento y el trueno, y que este poder estaba
relacionado con su castidad —si alguna vez perdía su virginidad, sus dones
mágicos serían revocados.
Si su virginidad era
realmente la fuente de su fuerza, entonces no había forma de que aceptara
casarse.
Bash no tenía muchas
esperanzas de que su propuesta tuviera éxito.
Sin embargo, seguía
estando muy decepcionado.
“¡Yo lo vi todo!”
Alguien llamó a Bash.
Cuando se dio la
vuelta, vio a una elfa. Estaba envidiablemente entrelazada del brazo con un
hombre humano.
La mujer elfa, que
parecía una guerrera de primera clase, estaba familiarizada con el orco.
Sí, ella era la que le
había contado todo sobre el “Nido del Gran Águila”.
“Tú eres…”
“¡Tiene usted las
agallas de proponerle matrimonio a Lady Sonia! Me impresiona. ¡Nunca hubiera
pensado que los orcos pudieran ser tan atrevidos!”
“Oh…”
Era Azalea… cuyo
nombre Bash había olvidado por completo.
Parecía muy
emocionada.
“Es una pena que le
hayan rechazado, sin embargo. No importa si es usted el Héroe Orco o no, ella
está fuera de su alcance.”
“Supongo que sí… pero
siempre hay más peces en el… más elfos en el bosque.”
“¡¿Haah?!”
La expresión de Azalea
se volvió asesina.
Bash apretó instintivamente
los puños en respuesta.
Sin embargo, la elfa
se calmó inmediatamente y se rio.
“Ah, usted es un orco
después de todo…”
“¿Es eso un problema?”
“No, no es eso lo que
quiero decir. Puede que los orcos no lo sepan, pero a los elfos no les gusta
que un hombre vaya por ahí probando suerte con las mujeres a su antojo. Y
después de proponerle matrimonio a Lady Sonia de forma tan ostentosa, pedir la
mano de otra elfa sería… poco visto, por decir algo.”
“Entonces, ¿es inútil
intentar conseguir otra elfa como esposa?”
“Supongo que sí.”
“Ya veo…”
Bash gimió.
Nunca había pensado
que podría usar el brillante collar de oro sólo una vez.
Pero era lo mismo en
el campo de batalla.
Las oportunidades sólo
aparecían una vez.
Sólo cuando fallabas
el tiro te dabas cuenta de que era una oportunidad única en la vida.
“Si es así, ya no hay
nada más que hacerle.”
“¡No se sienta tan mal
con usted mismo! Estoy segura de que un hombre de su talla encontrará pronto a
alguien.”
“Eso espero…”
A pesar de que Bash
era tan estoico como los guerreros más estoicos, no pudo evitar desanimarse.
Había venido preparado
para fracasar, pero ahora que sabía que todas las elfas que habían presenciado
su propuesta lo descalificaban ahora como posible pareja, se sentía aún peor.
Por muy firme que
fuera el Héroe Orco, empezaba a sentir punzadas de arrepentimiento.
“Bueno, ya me voy. Voy
a cenar con mi esposo para celebrar nuestra victoria.”
“Um, disculpa…”
Dijo Azalea mientras
se alejaba, arrastrando a un hombre flaco y de aspecto desaliñado.
Seguramente se trataba
de esa persona, “su esposo”, uno de los individuos de aspecto más débil que
Bash había visto nunca, y tampoco parecía ser un hechicero.
En la cultura orca, el
matrimonio era considerado el epítome del éxito y el honor. El Héroe Orco
necesitaba cada trozo de información que pudiera conseguir.
“Sólo un segundo,
tengo algo que preguntarle a ese hombre.”
Por lo tanto, Bash los
llamó.
Azalea se volvió
lentamente.
Sus ojos estaban
llenos de furia sin límites, como un dragón vigilando su tesoro.
“Toca a mi esposo, y
serás carne muerta”, parecía decir su mirada.
“¿Cómo has conseguido
a esta mujer?”
“¿Eh?”
En cuanto Bash hizo
esta pregunta, los ojos de la mujer elfa se dirigieron a su pareja.
El hombre se
estremeció y dudó durante un par de segundos, su rostro pasó por una letanía de
emociones: miedo, sorpresa, confusión.
Respirando
profundamente, respondió.
“Azalea me salvó la
vida una vez durante la guerra. Por aquel entonces, me atrapó un súcubo, y mi
cuerpo y mi mente estaban destrozados. De no haber sido por ella, habría
muerto, sin más, con la vida succionada… Así que, tras la firma del tratado de
paz, vine al País de los Elfos para devolverle su amabilidad. Por lo menos
invitarla a comer o a beber. Y resultó que ella estaba buscando un marido. Así
que pensé que esa era mi oportunidad. Ni en mis sueños más salvajes habría
esperado acercarme a una mujer tan hermosa como Azalea, pero con las
circunstancias, creí que tenía una oportunidad. Así que me armé de valor y me
lancé. Una cosa llevó a la otra y…”
“…Ya veo.”
Bash se avergonzó de
sí mismo.
En el fondo de su
mente, había pensado que tal vez este hombre había utilizado alguna táctica
cobarde para cortejar a Azalea.
Pero no era eso.
Tuvo una oportunidad
única en la vida.
Y había agarrado su
única oportunidad de victoria y se aferró a ella con todas sus fuerzas.
Puede que este hombre
no fuera un guerrero, pero lo entendió y se lanzó de cabeza a la lucha. Por eso
fue capaz de ganar.
La diferencia entre él
y Bash era que, mientras este último se había lanzado a sabiendas a una batalla
imposible de ganar, el primero se arriesgaba sabiendo que tenía una oportunidad
de victoria.
Para los orcos, no
había vergüenza en lanzarse a un conflicto imposible.
Pero si quería salir
victorioso, no debería de utilizar su única oportunidad para librar una lucha
infructuosa.
Era difícil decir
quién tenía razón.
Sí, al igual que el
General Baraben y el Gran Jefe de Guerra Gunda Guza…
“Tomaré su historia
como referencia y la tendré en cuenta. Gracias.”
“Oh, no hay problema…
buena suerte.”
El hombre hizo una
reverencia antes de seguir a Azalea y marcharse.
El orco sintió que los
pasos de la mujer elfa eran aún más ligeros que antes, y la pareja estaba aún
más cerca.
Bash miró con envidia las espaldas que se encogían mientras se alejaban, con el corazón agitado.
“¡Oh, si es el Señor Bash!”
Alguien llamó al héroe
orco.
Cuando miró hacia la
voz, notó que un hombre humano y una mujer elfa caminaban hacia él.
Era otro de sus
conocidos, “Último Aliento” Breeze.
Y la persona que
estaba a su lado también le resultaba familiar.
Bash recordaba
débilmente su jactancia sobre su lealtad y servidumbre hacia un posible marido…
¿era ella la que se jactaba de que incluso lucharía contra un dragón para
proteger a su hombre?
“…Parece que has
encontrado con éxito una pareja.”
“Sí, gracias a ti.”
Breeze lucía una
sonrisa tonta, al borde de lo espeluznante, mientras acariciaba las caderas de
la elfa con la mano que le rodeaba la cintura.
Las mejillas de ella se
sonrojaron, pero no dijo nada.
Viendo cómo la nariz
del héroe orco podía captar débiles notas de olores de “caldo de cultivo”
provenientes de la pareja, debían de haber ido a la ciudad el uno con el otro
la noche anterior.
Aunque odiaba
admitirlo, Bash estaba celoso.
Después de todo,
casarse con una elfa le resultó totalmente imposible.
“Entonces, señor, ¿qué
piensa hacer después de esto?”
“Bien… Parece que no
tengo nada más que hacer en este pueblo. No tengo información sobre dónde ir
después.”
“Ah, la razón por la
que viniste aquí en primer lugar ha desaparecido, ¿no?”
Ahora que el Lich
había sido derrotado, la amenaza inminente de una imparable invasión de zombis
orcos había desaparecido.
Además, Bash había
ayudado a la Archimaga Elfa directamente a matar al general orco zombificado, y
así, el orgullo de los orcos de todo el mundo había sido preservado con éxito.
Por lo tanto. El
trabajo del Señor Bash aquí está hecho.
Breeze concluyó
interiormente.
“En ese caso, hay un
rumor que escuché…”
“¿Qué?”
“Bueno, no conozco
todos los detalles, pero…”
“Cuéntame.”
“No, en serio, no sé
mucho al respecto… Pero he oído que en el Foso de Do Banga, en el País de los
Enanos, está ocurriendo algo parecido a lo que ha pasado aquí.
Algo parecido.
En cuanto Bash escuchó
esas palabras, una sola frase surgió en su mente.
“¡Parece que el
matrimonio entre especies está en auge!”
Aquí, en las tierras
de los elfos, tanto el hombre de aspecto frágil que acababa de conocer como Breeze,
que era tan indigente monetariamente como el héroe orco, habían conseguido
hacerse con una pareja.
Bash estaba ahora un
paso más cerca del matrimonio, aunque había perdido su única oportunidad.
Su fracaso se debió a
que se acercó a una oponente inalcanzable en Thunder Sonia, pero había sentido
una respuesta que no había tenido en el País Humano.
Había ido un paso más
allá: así lo sintió.
Por lo tanto, si las
circunstancias eran similares, podría tener una mejor oportunidad de encontrar
una esposa.
“¡Lo tengo! Gracias
por la información.”
“Ah, de nada, de nada.
Bueno, va a ser muy difícil, no lo dudo. ¡Pero esté usted seguro que tiene mi
apoyo! Buena suerte.”
Breeze se fue mientras
se despedía y le daba sus mejores deseos al héroe orco.
“¿Enanos?”
“El Foso de Do Banga
está directamente hacia el norte desde aquí.”
“Entonces vamos.”
“¡Bien! ¡Sí, señor!
Dondequiera que vayas, te seguiré.”
Su búsqueda de una
esposa en el País de los Elfos había terminado en fracaso.
Pero Bash, el guerrero
siempre estoico, rápidamente lo dejó atrás mientras ponía sus ojos — y
esperanzas, en esta nueva pista.
Ese día, un temblor
recorrió el País de los Elfos.
Una información
absolutamente impactante había salido a la luz.
De haber sido el País
de los Humanos, esta noticia habría sido noticia y los periódicos se habrían
apresurado a imprimir un número extra dedicado.
Los elfos no eran
culturalmente tan propensos a los rumores como los humanos, pero viendo que
este chisme era sobre su heroína e ídolo Thunder Sonia, era una historia
diferente.
Se extendió
rápidamente, de boca a (largo) oído.
Lo que se decía en las
calles era…
“¡Lady Sonia no fue
violada durante la Pesadilla del Bosque Siwanasi gracias a su magnífico
aspecto! Su belleza era tan abrumadora que hasta los orcos sintieron amor
verdadero.”
Esta información cobró
impulso a velocidades vertiginosas y, en pocos días, había llegado incluso a
las regiones más remotas de la Nación de los Elfos.
Ermitaños, granjeros e
incluso los sordos habían oído hablar del logro de su Lady Sonia.
Unos días después de
la propuesta de Bash.
“No puede ser… No me
di cuenta de que el verdadero objetivo de Sir Bash todo este tiempo era
restaurar el honor de Lady Sonia…”
La maloliente
notoriedad de Sonia estaba desapareciendo rápidamente.
Aparentemente, no fue debido
a su envejecido hedor que los orcos no la habían secuestrado.
En cambio, fue gracias
a que su olor distrajo a Bash lo suficiente como para que llegaran los
refuerzos, que no se la llevaron.
En otras palabras, la
heroína elfa olía muy, muy, muy bien.
Los rumores empezaron
a circular, y a menudo se encontraba rodeada de jóvenes elfos que intentaban
oler su olor corporal.
Tanto es así que,
avergonzada y temerosa de decepcionar a su pueblo, incluso empezó a rociarse
con perfume antes de salir.
“Gracias a Sir Bash,
todos los problemas relacionados con los orcos que han estado asolando el
bosque Siwanasi se han resuelto. Los zombis han sido exterminados, y su honor
ha sido restaurado, Lady Sonia.”
“¡¿Por qué me llamas
problema…?! Pero sí, tendré que agradecer formalmente a la Nación Orca por enviar
a su Héroe y ayudarnos con los muertos vivientes. ¡No quiero que los Elfos
piensen que soy una desvergonzada!”
“Estoy seguro de que
ningún Elfo pensó menos de usted por ser maloliente. ¿No cree que es una
desvergüenza que ignore el hecho de que se le haya devuelto su honor?”
“¡No soy un problema!
Cielos…”
Exclamó Sonia mientras
se giraba para mirar por la ventana.
Abajo, podía ver todo
el bosque Siwanasi, las casas y las tiendas que se extendían desde las raíces
del gran árbol.
La serena y pacífica
visión de los tejados rojos, resistentes al fuego, que se extendían a lo largo
y ancho.
La paz por la que
había luchado sin cesar durante la guerra.
Si hubiera sido derrotada
por los zombis, todo esto podría haber ardido en llamas.
Cuando pensó en lo
mucho que había perdido, no pudo agradecer lo suficiente a Bash sus nobles
acciones.
Por no hablar de su
gratitud por los frascos de perfume que estaban sobre su mesa.
“Eh, qué demonios…
Supongo que al principio sospeché, ¡pero resultó ser un buen hombre! ¡La
mayoría de los orcos son estúpidos, y mezquinos, y egoístas, y nunca piensan en
los demás! Pero parece que los que se ganan el título de Héroe son una raza
diferente.”
“Lady Sonia, usted es
una raza diferente.”
“¡¿Haah?! ¡¿Qué
significa eso?!”
“Pero Lady Sonia, ¿no
cree que fue una oportunidad perdida el haber rechazado su propuesta?”
“¡¿Eres estúpido?! Si
no hubiera rechazado, todos seguirían pensando que huelo… ¡que huelo a antiguo!”
“Pero finalmente
estaría casada.”
Sí, eso era cierto.
La propuesta de Bash
había borrado por completo la mala reputación de Sonia.
Por el contrario,
ahora tenía demasiada fama positiva.
“¡La castidad de Thunder
Sonia es sagrada para los elfos y no debe ser violada por nadie!”
Los rumores de este
tipo ya habían comenzado a extenderse tanto a nivel nacional como
internacional.
Era fácil ver que el
número de personas dentro del País de los Elfos que se atreverían a acercarse a
la Heroína Elfa disminuiría aún más, y los extranjeros que tenían esperanzas de
cortejarla dudarían incluso en estrechar su mano mientras el sentimiento de “proteger
a Lady Sonia” fuera predominante.
Era evidente que los
elfos se enfurecerían si alguien se atreviera a acercarse a ella, e incluso
podría estallar una guerra.
Sus esperanzas y
sueños de matrimonio se habían alejado aún más.
Para colmo, todo el
mundo sabía que era virgen.
Acónito incluso había
señalado sarcásticamente que “era buena cambiando pañales, aunque tenía cero
experiencia”.
“¡Hmph! ¡Harrrum!
¿Quién querría casarse con un orco? ¡Cuando sus esposas se quedan embarazadas,
las desnudan y las hacen desfilar por su pueblo para exhibirlas! ¡¿Estás seguro
de que quieres que eso me pase a mí?! ¡¿No te preocupas por mí, tu preciosa tía
Thunder Sonia?!”
“Supongo que eso no
sería fácil para su vientre, con estrías y todo. Y tampoco sería bueno para el
bebé en él. Pero allí el clima es cálido todo el año. ¿No es genial para criar
niños?”
“¡No es eso lo que
quería decir! Digo que es una vergüenza que un elfo… ¡se exponga así!”
“Lady Sonia, ¿está
insinuando que es una vergüenza para un elfo haber vivido esas cosas? Muchos de
los nuestros, de los suyos, han pasado por experiencias como esas. Decir que es
una vergüenza… ¿Lo dice en serio? ¿Está discriminando a los que lucharon
valientemente por nuestro país?”
“¿Eh…? Espera, espera,
¡no! ¡Eso no es lo que quise decir! ¡No estoy avergonzando a ningún elfo! Es…
es sólo que es embarazoso… estar desnuda delante de tanta gente… ¿sabes? La
única persona a la que quiero… exponerme… es a mi marido…”
Thunder Sonia se
sonrojó mientras se retorcía frotándose las manos.
Deseaba
desesperadamente casarse.
Pero no podía casarse
con cualquiera. Su nivel de exigencia era altísimo.
Bueno, no exactamente
sus estándares: necesitaba a alguien que estuviera a la altura de su título de
Archimaga y Heroína Elfa.
“Estoy segura de que
lo habrían hecho si aún estuviéramos en guerra, pero el tratado prohíbe actos
como ese hoy en día. Sir Bash parece ser una persona amable y se comportó como
un caballero casi perfecto. Estoy seguro de que habría cuidado bien de usted.”
“¡No seas tonto!”
Thunder
Sonia se cruzó de brazos y se
giró hacia la pared, haciendo un mohín de enfado.
Sin embargo, no pudo
ocultar del todo la leve sonrisa de su rostro.
Recordó su batalla con
el general Baraben.
Al principio, estaba
totalmente desesperada, creyendo que el héroe orco había venido a ayudar a sus
hermanos zombificados.
Estaba dispuesta a
morir, creyendo plenamente que todo había terminado.
Pero entonces Bash
giró y apuntó su espada hacia la pareja de muertos vivientes.
La Heroína Elfa aún
podía ver su espalda, ahora impresa para siempre en su mente.
Su amplia, ancha,
fuerte, robusta y resistente espalda.
Y nunca se había
sentido tan segura. Tan a salvo. Tan aliviada.
“No dejaré que te
toquen ni un pelo, a partir de ahora. Quédate aquí y vigila. Déjamelo a mí”.
En los largos 1200
años que había caminado por esta tierra, rara vez había escuchado a alguien
declarar que la protegería.
Había pasado mucho
tiempo…
No se sentía mal al
ser cuidada; al luchar junto a un individuo en el que podía confiar plenamente
para que la cubriera.
No, no sólo no se
sentía mal. Se sentía bien.
Cuanto más pensaba la Archimaga
en ello, más atractivo le parecía el orco de sus recuerdos.
Ahora mismo, en el
mundo de sus pensamientos internos, Bash mostraba una sonrisa galante, con los
colmillos brillando de un blanco plateado.
“Bueno… tal vez si él
insiste, ¡podría pensarlo!”
“Eh.”
“Los elfos vivimos
mucho tiempo, ¿sabes? Sin mencionar que soy literalmente inmortal. No sería tan
largo, en el gran esquema de las cosas… y cuando se trata de eso… tal vez sólo
por la noche, y si ambos estamos en la misma página, y si sólo somos él y yo…
supongo que no causaría tantos problemas para el mundo, ¿verdad? Siempre y
cuando no me arrastre desnuda por la ciudad… Y además, si me convierto en la
esposa del Héroe Orco, ¡puedo establecer relaciones diplomáticas amistosas con
los Orcos! ¡Sí! Todo es por el bien de los Elfos. Sí, sí, ¿ya qué? Si beneficia
a los Elfos, ¿verdad? ¡Sí!”
Acónito se encogió de
hombros mientras escuchaba.
Conocía muy bien la
actitud de su tía.
A veces, se negaba
obstinadamente, pero en su interior, sus sentimientos decían lo contrario.
Simplemente no podía
decir que sí y seguir sus propios deseos egoístas sin justificar su decisión
utilizando un par de factores externos.
“¿Y? ¿Y? ¿Dónde está
él? ¿Dónde está Bash? No es que esté de acuerdo con su propuesta ni nada por el
estilo, pero creo que deberíamos darle las gracias una vez más, ¿no crees?
¡Esta vez actuaré como representante de los elfos! ¡Sí!”
“Se fue el día después
de que usted lo rechazara, Lady Sonia.”
“¿Eh? Espera, ¿en
serio?”
“¿Pensó acaso que se
quedaría y la perseguiría?”
“Uh… n… nuuh-uh…”
“¿No está pidiendo
demasiado? ¿Olvidó que es el Héroe Orco? Es un hombre que debe haber
conquistado una verdadera montaña de mujeres. Sin mencionar que una vez la
derrotó decisivamente, Lady Sonia.”
“Guh… nu…”
La verdad era que Bash
había conquistado muchas cosas, pero ninguna de ellas eran mujeres.
Aunque esto no lo
sabía nadie.
Por supuesto, siendo
el Héroe Orco, todos naturalmente asumían que había capturado y violado a
innumerables mujeres durante la guerra.
La única razón por la
que las otras especies no se mostraron activamente rencorosas al respecto fue
gracias a que la Nación Orca fue sancionada, y al hecho de que hasta ahora
habían respetado los términos del tratado.
Ahora había paz, y era
hora de dejar el pasado en el olvido y ser relativamente tolerantes con otras
culturas.
Dicho esto, la cara de
Thunder Sonia estaba ahora muy roja.
No creía que fuera una
mujer tan perfecta, pero cuando se le señalaba directamente lo engreída que era
y lo difícil que resultaba tratar con ella, por parte de su propia familia, no
podía evitar enfadarse.
“Yo… Yo… Yo…”
“…¿?”
Thunder Sonia gritó.
“¡Me voy de viaje!”
“¿Eh?”
“¡Un viaje! ¡No puedo
quedarme más en este país! ¡Me voy y me voy a buscar un buen hombre en algún
lugar donde los rumores no hayan llegado!”
“…Haaaah…”
“¡No puedes detenerme!
¡Ni siquiera lo intentes! ¡Me voy ahora mismo! ¡Te juro que lo hago!”
“…”
Acónito miró con
seriedad a la Heroína Elfa, que de repente había anunciado que se iba de viaje.
Sabía de sobra que a
veces ella soltaba declaraciones extrañas.
No quería decir lo que
decía, pero aun así lo gritaba con gusto.
Lo más probable es que
éste fuera otro de sus ataques.
Acónito reflexionó un
segundo… y se rio.
Esta vez no le
seguiría la corriente.
“No la detendré, Lady
Sonia.”
“¡No quiero oírlo! No
puedes retenerme… …Espera, ¿no vas a detenerme?”
“¡Claro que no! Ya ha
hecho mucho por los elfos. Hemos confiado demasiado en usted. Ya es hora de que
viva una vida fácil y cómoda, sin preocupaciones. Pero sé lo mucho que le
importan sus responsabilidades, y si se queda aquí, acabaría involucrándose en
los asuntos de la nación y llevando usted sola todas nuestras cargas. Creo que
es una magnífica idea que se tome unas vacaciones en otro país durante un
tiempo y disfrute de esta paz tan duramente ganada.”
“…”
Thunder Sonia mantuvo
la boca cerrada.
Estaba convencida de que
su sobrino insistiría en que se quedara.
Después de todo, había
mucho trabajo que hacer.
“No… pero… ummm…
bueno, si tú lo dices. Pero… ¿estás seguro de que estarás bien? ¿Incluso sin
mí?”
“Por supuesto. Por
favor, déjeme el resto a mí. No, no sólo a mí, sino a todos los elfos. Nos
haremos cargo y seremos responsables de proteger nuestro país.”
“Ah… de acuerdo…”
Ante una declaración
tan clara y firme, la Heroína Elfa no se atrevió a revelar que era sólo un
comentario improvisado. Que no lo decía en serio.
“Sí… de acuerdo…
bueno, me voy entonces.”
“Por favor, cuídese,
Lady Sonia.”
Y así, Thunder Sonia
se embarcó en su viaje, partiendo en su propia búsqueda para encontrar un
cónyuge.
Aunque ella preferiría
llamarlo una vuelta al mundo, o unas vacaciones.
Mientras tanto, Bash
se dirigía con paso firme hacia el norte.
A través de los
arroyos, entre los árboles, a través de los arbustos, se dirigió con decisión hacia
su próximo objetivo.
Había recibido una
pista de Breeze que podría guiarle hacia su siguiente objetivo.
Al parecer, la
situación en la ciudad minera enana del Pozo de Do Banga era similar a la del
Bosque Siwanasi.
Las mujeres enanas no
eran precisamente las favoritas para el paladar de los orcos.
Definitivamente, a
Bash no le gustaban tanto como las mujeres humanas o elfas.
Pero siguiendo el
consejo de Houston, pudo conocer a una elfa muy hermosa.
El Héroe Orco puso así
su confianza en las palabras de Breeze, creyendo que su próximo encuentro
podría ser el indicado.
“Este intento fue un
fracaso, pero es hora de volver a la carretera. Volveré a dar lo mejor de mí la
próxima vez.”
“¡Bien!”
Y así, Bash continuó
su viaje.
Acompañado por su leal
compañera hada.
F, otra vez.
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1 Comentarios
Una mierda 👍
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