La Historia del Héroe Orco

Capítulo 18 - Propuesta

 

Parte 1

 

Y así, los zombis del bosque Siwanasi fueron eliminados.

Habría brotes esporádicos de muertos vivientes de vez en cuando durante un tiempo, pero era seguro asumir que serían a una escala mucho menor y manejable.

El ejército elfo incluso sufrió menos bajas de las esperadas.

En parte se debía a sus habilidades como tropas de élite y a su tenacidad, pero también gracias a que Bash acribilló a la horda de muertos vivientes mientras Zell curaba a los elfos por el camino mientras le seguía.

 

“Ahí estaba yo, herido de muerte por un zombi y desangrándome cuando un orco apareció de la nada y me salvó.”

“Parece que ese orco atravesó las líneas de no muertos para llegar al Lich y también salvó la vida de Lady Thunder Sonia.”

 

Rumores similares circulaban entre las tropas del Ejército de los Elfos.

Otros no estaban de acuerdo y decían: “No, es imposible que Lady Sonia tuviera problemas con el Lich”, lo cual era evidentemente falso, pero como era su amada Heroína la que había dicho previamente que se encargaría de toda la situación, se convirtió en una verdad que caló entre los soldados.

 

“Tenemos que agradecer al Héroe Orco por esto. ¿Qué deberíamos hacer? ¿Tal vez escribir una carta de gratitud a la Nación Orca?”

“Hrm…”

 

Ante la pregunta de Acónito, Sonia se cruzó de brazos y gimió.

Estaba agradecida; eso era un hecho.

Su sobrino, que estaba frente a ella, también se contaba entre los salvados por la pareja de orco y hada.

Después de la batalla, cuando la heroína elfa se acercó a su familiar aparentemente fallecido, éste se levantó de repente, llevando todavía un pequeño montículo de polvo blanco brillante en la parte superior de la cabeza.

Todavía recordaba claramente la mirada orgullosa del rostro del Hada, como si estuviera plenamente satisfecha tras un trabajo bien hecho.

 

“Hmmmmm…”

 

Habían rescatado a su precioso sobrino.

Por no hablar de que ella misma podría no haber salido viva si no hubiera sido por la ayuda del Héroe Orco.

Por supuesto, estaba agradecida.

Entonces, ¿qué debería hacer…?

 

“Espera, ¿entonces por qué vino a este pueblo en primer lugar?”

“¿Por qué? ¿Qué quiere decir con “por qué”, Lady Sonia?”

“Ya has oído lo que he dicho.”

 

Cuando ella lo repitió con toda la seriedad del mundo, Acónito le dirigió una mirada condescendiente y de reojo que decía sin palabras: “Por Dios, ¿de verdad tengo que deletreártelo, vieja senil?”

 

“Deja de mostrar esa actitud. Y deja de poner esa cara estúpida. Caramba…”

“Espere, ¿realmente no entiende por qué vino él aquí?”

“¿Tú sí?”

“Por supuesto que sí.”

 

Los labios de Sonia se movieron con frustración mientras levantaba la barbilla para indicarle que siguiera hablando.

 

“Vino aquí para detener el brote masivo de orcos zombis en el bosque de Siwanasi.”

“¿De verdad?”

“En cierto modo, sus antiguos compatriotas estaban causando problemas en otro país. Por supuesto, los orcos no podían dejar que eso quedara impune, ya sabe, por su orgullo orco y todo eso…”

“Eh…”

“¿No tiene todo eso sentido? El primer día que llegó, recogió información. Al siguiente, comenzó a cazar zombis. En cuanto se dio cuenta de que el ahora zombificado general Baraben se había levantado, cargó contra la horda de muertos vivientes, sin inmutarse por su número, y tomó la cabeza de su antiguo superior. Yo apenas estaba consciente en ese momento, pero aun así vi cómo desafió a Baraben a un honorable duelo individual y nos demostró a todos que el orgullo orco seguía vivo. ¡Verdaderamente los actos de un Héroe!”

“Bueno… supongo…”

 

La heroína elfa asintió lentamente.

Ciertamente tenía sentido.

Cuando estaba en medio de esa batalla, se sorprendió a sí misma teniendo esos mismos pensamientos.

También creía en cierto modo que por eso él había venido aquí: para salvar a sus antiguos compatriotas del odio, la vergüenza y el resentimiento al que estaban sometidos como zombis.

 

Pero quedaban algunas preguntas.

Algunos aspectos de toda esta debacle seguían molestándola.

Por ejemplo, si ella estuviera en el lugar del Rey Orco, ¿habría dejado que Bash saliera al mundo por su cuenta en primer lugar?

Y en términos de escoltas… ¿una sola Hada? Así que técnicamente no estaba solo.

Si ella saliera del territorio elfo… Acónito siempre estaría a su lado, ¿no?

Entonces, ¿qué era lo incongruente de la situación? Pensó Sonia mientras ladeaba la cabeza.

 

“Al parecer, en el País de los Humanos, hubo una banda de bandidos que fue exterminada de forma similar.”

“¿De qué se trató todo eso? No escuché nada al respecto.”

“Sólo fueron rumores que recogí aquí y allá. Nada demasiado importante, eso seguro.”

“Deberías contarme ese tipo de cosas. Pero todavía hay algo que me molesta…”

 

Respondió Sonia.

Recordó los acontecimientos del día de la llegada de Bash a Siwanasi.

Aquella fiel noche en que se cruzaron en el pueblo.

 

“¿Por qué me dijo que “volvería” a verme? Es curioso. Es imposible que supiera entonces que yo iba a luchar contra el general Baraben, ¿verdad?”

“Eso es…”

“¡Y hasta siguió eso con “pronto lo sabrás…”! ¡¿Eh?! ¿¡Haaah!? ¡¿Cómo se supone que voy a averiguar algo?! ¿O estaba diciendo que mi enfrentamiento con ese dúo de muertos vivientes estaba completamente orquestado por él? Eso no puede ser posible… No vi ni sentí ninguna magia proveniente de él. Es imposible que haya manipulado o creado un Lich.”

“Hmm…”

 

Acónito se acarició la barbilla.

Efectivamente, su tía tenía razón al señalar que el comportamiento de Bash ese día era extraño.

Sus palabras insinuaban que estaba planeando algo.

Sin embargo, viendo cómo reaccionó cuando se enfrentó al general Baraben, no parecía que fuera una mente maestra trabajando entre bastidores para provocar este desastre.

Por el contrario, sus actos fueron más que dignos de sus responsabilidades como Héroe.

 

“Lady Thunder Sonia.”

 

Entonces, llamaron a la puerta de la habitación.

 

“¿Qué pasa?”

“Mi lady, parece que tiene una visita.”

“¿Quién es? ¿Es el pequeño Cal? Dile que hoy es mi día libre. Trabajé tan duro ayer, y estoy completamente quemada. Completa y totalmente exhausta. Él puede hacer la limpieza por su cuenta al menos…”

“No, Mi lady, es un orco.”

 

Sonia y Acónito se miraron en silencio.

 

 

El gigantesco árbol donde residía Thunder Sonia también estaba habitado por otros individuos de importancia.

Por lo tanto, había un vestíbulo en su base, dotado de recepcionistas y guardias.

Más atrás, se había reunido una multitud de curiosos, que esperaban ver lo que haría el visitante.

Por cierto, ya sea el personal o los mirones, todos llevaban expresiones alegres y amistosas en sus rostros.

 

Y en el centro de todo este alboroto había un solo hombre.

Su piel era verde, y su rostro, severo y robusto.

Llevaba un traje de estilo élfico, en el que de alguna manera había conseguido exprimir sus abultados músculos.

Sí, ropa élfica.

Su traje era de color verde oscuro y acentuado con rayas negras, el tipo de atuendo que un hombre elfo llevaría en ocasiones formales.

La gran espada que solía llevar estaba notablemente ausente.

Y justo al lado del orco había un hada, con los brazos cruzados y las piernas separadas a la altura de los hombros, flotando pomposamente en el aire.

 

Eran Bash y Zell.

 

¿Está vestido formal…? ¿Qué están planeando?

 

Thunder Sonia se puso delante del héroe orco, lanzándole una mirada inquisitiva.

Los “Oh” y “Ah” se elevaron desde la multitud.

 

¿Quieren discutir la relajación del tratado que establecimos con los orcos…? Eso es una tontería… realmente están tratando de obtener crédito por un problema que fue su culpa en primer lugar, ¿no? Viejo, los orcos son más complicados de lo que creía… Aun así, teniendo en cuenta lo mucho que nos ha ayudado este sujeto, tengo que responder… ¡Maldita sea!

 

La archimaga puso las manos en las caderas y miró a Bash.

Éste tenía una expresión de lo más decidida.

Pero ella pudo notar que estaba nervioso.

 

“¿Entonces? ¿Qué quieres? ¿Estás seguro de que este es el lugar adecuado para esto?”

“Sí, aquí está bien.”

“Muy bien, sólo date prisa y dime tus demandas. Soy una mujer ocupada.”

“Claro…”

 

Por primera vez, Thunder Sonia miró a Bash de cerca.

Cuando lo pensaba, no había tenido la oportunidad de observarlo detenidamente desde su primer encuentro durante la Pesadilla del Bosque Siwanasi.

Ella tenía sus propias ideas preconcebidas sobre los orcos.

Bash, el héroe orco.

Al menos, no había causado ningún problema desde su llegada hasta ahora.

No faltaban mujeres elfas en Siwanasi, y no había oído informes de que ninguna de ellas fuera atacada.

Por el contrario, sus acciones parecían ser todas en beneficio de los elfos.

 

E incluso en esa batalla que ambos acababan de pasar, había sido admirable.

Un héroe.

Este hombre era un verdadero Héroe.

Así lo llamaban sus compatriotas.

Al igual que a ella, la Archimaga Elfa Thunder Sonia.

En otras palabras, su objetivo era proteger aún más el orgullo orco y asegurar el mejor futuro posible para su pueblo.

En ese caso, ¿no era natural que quisiera suavizar el tratado entre los elfos y los orcos?

Al estar atados por tantas sanciones restrictivas, inevitablemente se quedarían muy por detrás del resto del continente en cuanto a la reconstrucción de su nación.

 

“Archimaga Elfa Thunder Sonia.”

“Sí.”

 

Bash sacó algo de su bolsillo.

Era un pequeño objeto que brillaba con un destello metálico.

Los guardias apretaron sus armas, pero Sonia no se movió.

¿Acaso este hombre usaría un arma tan pequeña como para que cupiera en su bolsillo?

Sería más rápido y eficaz que golpeara con su puño desnudo que con cualquier daga o espada corta.

 

“Toma.”

 

Lo que había sacado era un collar.

Un collar caro, brillante, glamuroso, lujoso y brillante.

Era algo que un hombre elfo regalaría a una mujer al pedir su mano en matrimonio.

 

“¿Qué es esto? ¿Qué es todo esto…?”

“Thunder Sonia, me he sentido atraído por ti desde el momento en que te vi por primera vez. ¿Te casarías conmigo y tendrías a mis hijos?”

 

Parte 2

 

En ese momento.

En una fracción de segundo, el entorno quedó en un silencio sepulcral.

 

Eso incluía a la propia Sonia, que no entendía nada de lo que estaba pasando.

 

¿Eh? ¿Qué? ¿Qué quiere decir con casarse? ¡¿Por qué este tipo está tratando de darme un collar?!

 

Por un segundo, su mente se quedó completamente en blanco, después de lo cual, finalmente, volvió a entender lo que estaba sucediendo.

 

¡¿Haaah?! ¿¡De verdad me está pidiendo que me case con él!?

 

Su cerebro, ya recuperado de su inesperado estancamiento, comenzó a funcionar con todos los cilindros.

 

¿Re… realmente me está pidiendo que me case con él? ¿¡De verdad es una propuesta real!? Espera, cálmate, y piensa… debe haber algo más profundo… una intención nefasta, escondida detrás de este gesto… espera, ¡sí! ¡Me dijo que volvería! ¡Entonces, este debe ser el motivo! ¡Para pedir mi mano en matrimonio! Espera, espera, espera, espera, no, no, no… eso es estúpido. ¡Absolutamente ridículo! ¡¿Por qué me pediría que me casara con él?! ¡¿Y “desde que me vio por primera vez”?! Quiero decir… eso es algo romántico… ¡No! ¡No, no, no! ¡No puedo dejarme engañar! ¡Este tipo me dejó tirada en el suelo entonces! Me dejó a pesar de que yo estaba allí mismo, vulnerable y madura para la cosecha.

 

Aunque Thunder Sonia era impulsiva y descarada, no era ni mucho menos tonta.

Como Archimaga Elfa, siempre daba prioridad al bienestar de su pueblo y planeaba constantemente.

Él era un orco con el que sólo se había encontrado una vez.

No había nada entre ellos que le hiciera enamorarse de ella.

Y si realmente fuera “amor a primera vista”, Bash se habría llevado a Sonia a casa en aquella fiel noche de la Pesadilla del Bosque de Siwanasi y se la habría comido como merienda a las tres. A estas alturas, ella ya sería madre de tres hijos.

Así que, obviamente, estaba mintiendo.

Entonces, ¿por qué lo hacía? ¿Cuál era la verdad?

 

Por cierto, ella había oído hablar de cómo el Héroe Orco había ido por ahí reuniendo información.

En particular, buscaba información sobre las actividades matrimoniales de los elfos.

En cuyo caso, debió de haberse topado con las tristes historias del celibato de la Heroína Elfa.

Estas incluían historias vergonzosas de su hartazgo de ser soltera, tratando de cortejar a un Humano y posteriormente fallando…

 

Espera… ¿¡acaso piensa que… que soy una facilona!?

 

En cuanto ese pensamiento cruzó por su mente, la sangre acudió a la cara de Sonia.

 

“¡Claro que no! ¡Me niego! ¿Quién en su sano juicio querría tener un hijo tuyo?”

 

En el momento en que soltó su respuesta, el entorno estalló en una ola de “Oh” y “Ah”.

La Archimaga casi podía sentir la ola de murmullos que se propagaba entre la multitud.

 

Cielos… qué clase de rumores tontos van a difundir esta vez… por favor, paren…

 

Sonia se removió mientras miraba con rabia a Bash.

Al menos, quería demostrarle a él y a todos los demás que no era una vulgar puta a la que se podía ligar en cualquier momento.

Por otro lado, Bash era todo sonrisas y estaba tan tranquilo como un lago en una noche sin viento.

“Lo entiendo. Es una pena…” 

Luego devolvió el brillante collar dorado a su bolsillo, se dio la vuelta y se alejó silenciosamente.

Sin más.

Sucedió de forma tan inesperada que Thunder Sonia casi pensó en detenerlo.

Por alguna razón, sus hombros estaban encorvados, y parecía angustiado y deprimido.

 

“¿Qué fue todo eso…?”

 

Murmuró.

Thunder Sonia, Archimaga y Heroína Elfa, nunca sabría toda la verdad.

 

 

Bash avanzaba lentamente por el camino de vuelta a la posada.

 

“¿Qué salió mal…? ¡Todo estaba perfectamente preparado! Llegaste en el momento justo y la salvaste cuando estaba en problemas. Y justo cuando ella estaba pensando en ti, apareciste y le propusiste matrimonio. ¡Con el collar más brillante y dorado que tenían a la venta…! Por lo que leí en esa revista “Semanario Romántico Elfo”; ¡esto ocupa el tercer lugar entre las situaciones durante las cuales te gustaría que se te confesaran!”

“Thunder Sonia es la Archimaga Elfa después de todo. Ella debe tener sus propias circunstancias.”

 

No es que Bash no recordara haber conocido a Sonia durante el evento de la Pesadilla del Bosque Siwanasi.

Durante aquel último enfrentamiento orco de Siwanasi, mientras el general Baraben era arrollado, el héroe orco había estado luchando contra una misteriosa hechicera elfa que había acabado hiriéndole gravemente.

Pero él no había visto su rostro, y menos aún había escuchado su nombre.

Durante esa batalla, Thunder Sonia llevaba una máscara.

Sin que el orco lo supiera, era un equipo que amplificaba su fuerza mágica y potenciaba sus sentidos.

Además de eso, la Heroína Elfa estaba usando todo un tesoro de equipo encantado por los Elfos para ayudarla a mantener al Héroe Orco a raya.

Sin mencionar que nunca se habían presentado el uno al otro.

En ese entonces, Bash había oído hablar del título de la “Archimaga Elfa” de pasada, pero nunca había conocido su nombre.

Por lo tanto, era correcto decir que Bash sólo se había enterado de su nombre y había visto su rostro por primera vez durante su encuentro en la frontera élfica.

Su afirmación de que se había enamorado a primera vista no era una mentira.

 

La batalla entre los dos héroes había hecho mella en Bash.

Durante la guerra, había tenido innumerables encuentros cercanos con la muerte.

Pero a medida que se acercaba el final del conflicto, esto ocurría cada vez con menos frecuencia.

El asedio de Siwanasi fue una de las últimas batallas de la guerra, y hacía mucho tiempo que el héroe orco no había sido herido tan gravemente.

Estaba tan aturdido por el final de su lucha que no podía recordar cómo terminó o cómo había escapado mientras estaba rodeado por hordas de elfos.

Lo único que recordaba era cómo se había refugiado en una guarida de osos y cómo Zell le había salvado la vida.

 

La “Archimaga Elfa”.

El héroe orco había oído hablar de este personaje.

Un inmortal y antiguo Alto Elfo de 1200 años.

Ella era la deidad guardiana de los elfos.

Se decía que había sido bendecida por el dios del viento y el trueno, y que este poder estaba relacionado con su castidad —si alguna vez perdía su virginidad, sus dones mágicos serían revocados.

Si su virginidad era realmente la fuente de su fuerza, entonces no había forma de que aceptara casarse.

Bash no tenía muchas esperanzas de que su propuesta tuviera éxito.

Sin embargo, seguía estando muy decepcionado.

 

“¡Yo lo vi todo!”

 

Alguien llamó a Bash.

Cuando se dio la vuelta, vio a una elfa. Estaba envidiablemente entrelazada del brazo con un hombre humano.

La mujer elfa, que parecía una guerrera de primera clase, estaba familiarizada con el orco.

Sí, ella era la que le había contado todo sobre el “Nido del Gran Águila”.

 

“Tú eres…”

“¡Tiene usted las agallas de proponerle matrimonio a Lady Sonia! Me impresiona. ¡Nunca hubiera pensado que los orcos pudieran ser tan atrevidos!”

“Oh…”

 

Era Azalea… cuyo nombre Bash había olvidado por completo.

Parecía muy emocionada.

 

“Es una pena que le hayan rechazado, sin embargo. No importa si es usted el Héroe Orco o no, ella está fuera de su alcance.”

“Supongo que sí… pero siempre hay más peces en el… más elfos en el bosque.”

“¡¿Haah?!”

 

La expresión de Azalea se volvió asesina.

Bash apretó instintivamente los puños en respuesta.

Sin embargo, la elfa se calmó inmediatamente y se rio.

 

“Ah, usted es un orco después de todo…”

“¿Es eso un problema?”

“No, no es eso lo que quiero decir. Puede que los orcos no lo sepan, pero a los elfos no les gusta que un hombre vaya por ahí probando suerte con las mujeres a su antojo. Y después de proponerle matrimonio a Lady Sonia de forma tan ostentosa, pedir la mano de otra elfa sería… poco visto, por decir algo.”

“Entonces, ¿es inútil intentar conseguir otra elfa como esposa?”

“Supongo que sí.”

“Ya veo…”

 

Bash gimió.

Nunca había pensado que podría usar el brillante collar de oro sólo una vez.

Pero era lo mismo en el campo de batalla.

Las oportunidades sólo aparecían una vez.

Sólo cuando fallabas el tiro te dabas cuenta de que era una oportunidad única en la vida.

 

“Si es así, ya no hay nada más que hacerle.”

“¡No se sienta tan mal con usted mismo! Estoy segura de que un hombre de su talla encontrará pronto a alguien.”

“Eso espero…”

 

A pesar de que Bash era tan estoico como los guerreros más estoicos, no pudo evitar desanimarse.

Había venido preparado para fracasar, pero ahora que sabía que todas las elfas que habían presenciado su propuesta lo descalificaban ahora como posible pareja, se sentía aún peor.

Por muy firme que fuera el Héroe Orco, empezaba a sentir punzadas de arrepentimiento.

 

“Bueno, ya me voy. Voy a cenar con mi esposo para celebrar nuestra victoria.”

“Um, disculpa…”

 

Dijo Azalea mientras se alejaba, arrastrando a un hombre flaco y de aspecto desaliñado.

Seguramente se trataba de esa persona, “su esposo”, uno de los individuos de aspecto más débil que Bash había visto nunca, y tampoco parecía ser un hechicero.

En la cultura orca, el matrimonio era considerado el epítome del éxito y el honor. El Héroe Orco necesitaba cada trozo de información que pudiera conseguir.

 

“Sólo un segundo, tengo algo que preguntarle a ese hombre.”

 

Por lo tanto, Bash los llamó.

Azalea se volvió lentamente.

Sus ojos estaban llenos de furia sin límites, como un dragón vigilando su tesoro.

“Toca a mi esposo, y serás carne muerta”, parecía decir su mirada.

 

“¿Cómo has conseguido a esta mujer?”

“¿Eh?”

 

En cuanto Bash hizo esta pregunta, los ojos de la mujer elfa se dirigieron a su pareja.

El hombre se estremeció y dudó durante un par de segundos, su rostro pasó por una letanía de emociones: miedo, sorpresa, confusión.

Respirando profundamente, respondió.

 

“Azalea me salvó la vida una vez durante la guerra. Por aquel entonces, me atrapó un súcubo, y mi cuerpo y mi mente estaban destrozados. De no haber sido por ella, habría muerto, sin más, con la vida succionada… Así que, tras la firma del tratado de paz, vine al País de los Elfos para devolverle su amabilidad. Por lo menos invitarla a comer o a beber. Y resultó que ella estaba buscando un marido. Así que pensé que esa era mi oportunidad. Ni en mis sueños más salvajes habría esperado acercarme a una mujer tan hermosa como Azalea, pero con las circunstancias, creí que tenía una oportunidad. Así que me armé de valor y me lancé. Una cosa llevó a la otra y…”

“…Ya veo.”

 

Bash se avergonzó de sí mismo.

En el fondo de su mente, había pensado que tal vez este hombre había utilizado alguna táctica cobarde para cortejar a Azalea.

Pero no era eso.

Tuvo una oportunidad única en la vida.

Y había agarrado su única oportunidad de victoria y se aferró a ella con todas sus fuerzas.

Puede que este hombre no fuera un guerrero, pero lo entendió y se lanzó de cabeza a la lucha. Por eso fue capaz de ganar.

La diferencia entre él y Bash era que, mientras este último se había lanzado a sabiendas a una batalla imposible de ganar, el primero se arriesgaba sabiendo que tenía una oportunidad de victoria.

Para los orcos, no había vergüenza en lanzarse a un conflicto imposible.

Pero si quería salir victorioso, no debería de utilizar su única oportunidad para librar una lucha infructuosa.

Era difícil decir quién tenía razón.

Sí, al igual que el General Baraben y el Gran Jefe de Guerra Gunda Guza…

 

“Tomaré su historia como referencia y la tendré en cuenta. Gracias.”

“Oh, no hay problema… buena suerte.”

 

El hombre hizo una reverencia antes de seguir a Azalea y marcharse.

El orco sintió que los pasos de la mujer elfa eran aún más ligeros que antes, y la pareja estaba aún más cerca.

Bash miró con envidia las espaldas que se encogían mientras se alejaban, con el corazón agitado.



Parte 3

 

“¡Oh, si es el Señor Bash!”

 

Alguien llamó al héroe orco.

Cuando miró hacia la voz, notó que un hombre humano y una mujer elfa caminaban hacia él.

Era otro de sus conocidos, “Último Aliento” Breeze.

Y la persona que estaba a su lado también le resultaba familiar.

Bash recordaba débilmente su jactancia sobre su lealtad y servidumbre hacia un posible marido… ¿era ella la que se jactaba de que incluso lucharía contra un dragón para proteger a su hombre?

 

“…Parece que has encontrado con éxito una pareja.”

“Sí, gracias a ti.”

 

Breeze lucía una sonrisa tonta, al borde de lo espeluznante, mientras acariciaba las caderas de la elfa con la mano que le rodeaba la cintura.

Las mejillas de ella se sonrojaron, pero no dijo nada.

Viendo cómo la nariz del héroe orco podía captar débiles notas de olores de “caldo de cultivo” provenientes de la pareja, debían de haber ido a la ciudad el uno con el otro la noche anterior.

Aunque odiaba admitirlo, Bash estaba celoso.

Después de todo, casarse con una elfa le resultó totalmente imposible.

 

“Entonces, señor, ¿qué piensa hacer después de esto?”

“Bien… Parece que no tengo nada más que hacer en este pueblo. No tengo información sobre dónde ir después.”

“Ah, la razón por la que viniste aquí en primer lugar ha desaparecido, ¿no?”

 

Ahora que el Lich había sido derrotado, la amenaza inminente de una imparable invasión de zombis orcos había desaparecido.

Además, Bash había ayudado a la Archimaga Elfa directamente a matar al general orco zombificado, y así, el orgullo de los orcos de todo el mundo había sido preservado con éxito.

Por lo tanto. El trabajo del Señor Bash aquí está hecho.

Breeze concluyó interiormente.

 

“En ese caso, hay un rumor que escuché…”

“¿Qué?”

“Bueno, no conozco todos los detalles, pero…”

“Cuéntame.”

“No, en serio, no sé mucho al respecto… Pero he oído que en el Foso de Do Banga, en el País de los Enanos, está ocurriendo algo parecido a lo que ha pasado aquí.

 

Algo parecido.

En cuanto Bash escuchó esas palabras, una sola frase surgió en su mente.

“¡Parece que el matrimonio entre especies está en auge!”

Aquí, en las tierras de los elfos, tanto el hombre de aspecto frágil que acababa de conocer como Breeze, que era tan indigente monetariamente como el héroe orco, habían conseguido hacerse con una pareja.

Bash estaba ahora un paso más cerca del matrimonio, aunque había perdido su única oportunidad.

Su fracaso se debió a que se acercó a una oponente inalcanzable en Thunder Sonia, pero había sentido una respuesta que no había tenido en el País Humano.

Había ido un paso más allá: así lo sintió.

Por lo tanto, si las circunstancias eran similares, podría tener una mejor oportunidad de encontrar una esposa.

 

“¡Lo tengo! Gracias por la información.”

“Ah, de nada, de nada. Bueno, va a ser muy difícil, no lo dudo. ¡Pero esté usted seguro que tiene mi apoyo! Buena suerte.”

 

Breeze se fue mientras se despedía y le daba sus mejores deseos al héroe orco.

 

“¿Enanos?”

“El Foso de Do Banga está directamente hacia el norte desde aquí.”

“Entonces vamos.”

“¡Bien! ¡Sí, señor! Dondequiera que vayas, te seguiré.”

 

Su búsqueda de una esposa en el País de los Elfos había terminado en fracaso.

Pero Bash, el guerrero siempre estoico, rápidamente lo dejó atrás mientras ponía sus ojos — y esperanzas, en esta nueva pista.

 

 

Ese día, un temblor recorrió el País de los Elfos.

Una información absolutamente impactante había salido a la luz.

De haber sido el País de los Humanos, esta noticia habría sido noticia y los periódicos se habrían apresurado a imprimir un número extra dedicado.

Los elfos no eran culturalmente tan propensos a los rumores como los humanos, pero viendo que este chisme era sobre su heroína e ídolo Thunder Sonia, era una historia diferente.

Se extendió rápidamente, de boca a (largo) oído.

Lo que se decía en las calles era…

 

“¡Lady Sonia no fue violada durante la Pesadilla del Bosque Siwanasi gracias a su magnífico aspecto! Su belleza era tan abrumadora que hasta los orcos sintieron amor verdadero.”

 

Esta información cobró impulso a velocidades vertiginosas y, en pocos días, había llegado incluso a las regiones más remotas de la Nación de los Elfos.

Ermitaños, granjeros e incluso los sordos habían oído hablar del logro de su Lady Sonia.

 

 

Unos días después de la propuesta de Bash.

 

“No puede ser… No me di cuenta de que el verdadero objetivo de Sir Bash todo este tiempo era restaurar el honor de Lady Sonia…”

 

La maloliente notoriedad de Sonia estaba desapareciendo rápidamente.

Aparentemente, no fue debido a su envejecido hedor que los orcos no la habían secuestrado.

En cambio, fue gracias a que su olor distrajo a Bash lo suficiente como para que llegaran los refuerzos, que no se la llevaron.

En otras palabras, la heroína elfa olía muy, muy, muy bien.

Los rumores empezaron a circular, y a menudo se encontraba rodeada de jóvenes elfos que intentaban oler su olor corporal.

Tanto es así que, avergonzada y temerosa de decepcionar a su pueblo, incluso empezó a rociarse con perfume antes de salir.

 

“Gracias a Sir Bash, todos los problemas relacionados con los orcos que han estado asolando el bosque Siwanasi se han resuelto. Los zombis han sido exterminados, y su honor ha sido restaurado, Lady Sonia.”

“¡¿Por qué me llamas problema…?! Pero sí, tendré que agradecer formalmente a la Nación Orca por enviar a su Héroe y ayudarnos con los muertos vivientes. ¡No quiero que los Elfos piensen que soy una desvergonzada!”

“Estoy seguro de que ningún Elfo pensó menos de usted por ser maloliente. ¿No cree que es una desvergüenza que ignore el hecho de que se le haya devuelto su honor?”

“¡No soy un problema! Cielos…”

 

Exclamó Sonia mientras se giraba para mirar por la ventana.

Abajo, podía ver todo el bosque Siwanasi, las casas y las tiendas que se extendían desde las raíces del gran árbol.

La serena y pacífica visión de los tejados rojos, resistentes al fuego, que se extendían a lo largo y ancho.

La paz por la que había luchado sin cesar durante la guerra.

Si hubiera sido derrotada por los zombis, todo esto podría haber ardido en llamas.

Cuando pensó en lo mucho que había perdido, no pudo agradecer lo suficiente a Bash sus nobles acciones.

Por no hablar de su gratitud por los frascos de perfume que estaban sobre su mesa.

 

“Eh, qué demonios… Supongo que al principio sospeché, ¡pero resultó ser un buen hombre! ¡La mayoría de los orcos son estúpidos, y mezquinos, y egoístas, y nunca piensan en los demás! Pero parece que los que se ganan el título de Héroe son una raza diferente.”

“Lady Sonia, usted es una raza diferente.”

“¡¿Haah?! ¡¿Qué significa eso?!”

“Pero Lady Sonia, ¿no cree que fue una oportunidad perdida el haber rechazado su propuesta?”

“¡¿Eres estúpido?! Si no hubiera rechazado, todos seguirían pensando que huelo… ¡que huelo a antiguo!”

“Pero finalmente estaría casada.”

 

Sí, eso era cierto.

La propuesta de Bash había borrado por completo la mala reputación de Sonia.

Por el contrario, ahora tenía demasiada fama positiva.

“¡La castidad de Thunder Sonia es sagrada para los elfos y no debe ser violada por nadie!”

Los rumores de este tipo ya habían comenzado a extenderse tanto a nivel nacional como internacional.

Era fácil ver que el número de personas dentro del País de los Elfos que se atreverían a acercarse a la Heroína Elfa disminuiría aún más, y los extranjeros que tenían esperanzas de cortejarla dudarían incluso en estrechar su mano mientras el sentimiento de “proteger a Lady Sonia” fuera predominante.

Era evidente que los elfos se enfurecerían si alguien se atreviera a acercarse a ella, e incluso podría estallar una guerra.

Sus esperanzas y sueños de matrimonio se habían alejado aún más.

Para colmo, todo el mundo sabía que era virgen.

Acónito incluso había señalado sarcásticamente que “era buena cambiando pañales, aunque tenía cero experiencia”.

 

“¡Hmph! ¡Harrrum! ¿Quién querría casarse con un orco? ¡Cuando sus esposas se quedan embarazadas, las desnudan y las hacen desfilar por su pueblo para exhibirlas! ¡¿Estás seguro de que quieres que eso me pase a mí?! ¡¿No te preocupas por mí, tu preciosa tía Thunder Sonia?!”

“Supongo que eso no sería fácil para su vientre, con estrías y todo. Y tampoco sería bueno para el bebé en él. Pero allí el clima es cálido todo el año. ¿No es genial para criar niños?”

“¡No es eso lo que quería decir! Digo que es una vergüenza que un elfo… ¡se exponga así!”

“Lady Sonia, ¿está insinuando que es una vergüenza para un elfo haber vivido esas cosas? Muchos de los nuestros, de los suyos, han pasado por experiencias como esas. Decir que es una vergüenza… ¿Lo dice en serio? ¿Está discriminando a los que lucharon valientemente por nuestro país?”

“¿Eh…? Espera, espera, ¡no! ¡Eso no es lo que quise decir! ¡No estoy avergonzando a ningún elfo! Es… es sólo que es embarazoso… estar desnuda delante de tanta gente… ¿sabes? La única persona a la que quiero… exponerme… es a mi marido…”

 

Thunder Sonia se sonrojó mientras se retorcía frotándose las manos.

Deseaba desesperadamente casarse.

Pero no podía casarse con cualquiera. Su nivel de exigencia era altísimo.

Bueno, no exactamente sus estándares: necesitaba a alguien que estuviera a la altura de su título de Archimaga y Heroína Elfa.

 

“Estoy segura de que lo habrían hecho si aún estuviéramos en guerra, pero el tratado prohíbe actos como ese hoy en día. Sir Bash parece ser una persona amable y se comportó como un caballero casi perfecto. Estoy seguro de que habría cuidado bien de usted.”

“¡No seas tonto!”

 

Thunder Sonia se cruzó de brazos y se giró hacia la pared, haciendo un mohín de enfado.

Sin embargo, no pudo ocultar del todo la leve sonrisa de su rostro.

Recordó su batalla con el general Baraben.

Al principio, estaba totalmente desesperada, creyendo que el héroe orco había venido a ayudar a sus hermanos zombificados.

Estaba dispuesta a morir, creyendo plenamente que todo había terminado.

Pero entonces Bash giró y apuntó su espada hacia la pareja de muertos vivientes.

La Heroína Elfa aún podía ver su espalda, ahora impresa para siempre en su mente.

Su amplia, ancha, fuerte, robusta y resistente espalda.

Y nunca se había sentido tan segura. Tan a salvo. Tan aliviada.

“No dejaré que te toquen ni un pelo, a partir de ahora. Quédate aquí y vigila. Déjamelo a mí”.

En los largos 1200 años que había caminado por esta tierra, rara vez había escuchado a alguien declarar que la protegería.

Había pasado mucho tiempo…

No se sentía mal al ser cuidada; al luchar junto a un individuo en el que podía confiar plenamente para que la cubriera.

No, no sólo no se sentía mal. Se sentía bien.

Cuanto más pensaba la Archimaga en ello, más atractivo le parecía el orco de sus recuerdos.

Ahora mismo, en el mundo de sus pensamientos internos, Bash mostraba una sonrisa galante, con los colmillos brillando de un blanco plateado.

 

“Bueno… tal vez si él insiste, ¡podría pensarlo!”

“Eh.”

“Los elfos vivimos mucho tiempo, ¿sabes? Sin mencionar que soy literalmente inmortal. No sería tan largo, en el gran esquema de las cosas… y cuando se trata de eso… tal vez sólo por la noche, y si ambos estamos en la misma página, y si sólo somos él y yo… supongo que no causaría tantos problemas para el mundo, ¿verdad? Siempre y cuando no me arrastre desnuda por la ciudad… Y además, si me convierto en la esposa del Héroe Orco, ¡puedo establecer relaciones diplomáticas amistosas con los Orcos! ¡Sí! Todo es por el bien de los Elfos. Sí, sí, ¿ya qué? Si beneficia a los Elfos, ¿verdad? ¡Sí!”

 

Acónito se encogió de hombros mientras escuchaba.

Conocía muy bien la actitud de su tía.

A veces, se negaba obstinadamente, pero en su interior, sus sentimientos decían lo contrario.

Simplemente no podía decir que sí y seguir sus propios deseos egoístas sin justificar su decisión utilizando un par de factores externos.

 

“¿Y? ¿Y? ¿Dónde está él? ¿Dónde está Bash? No es que esté de acuerdo con su propuesta ni nada por el estilo, pero creo que deberíamos darle las gracias una vez más, ¿no crees? ¡Esta vez actuaré como representante de los elfos! ¡Sí!”

“Se fue el día después de que usted lo rechazara, Lady Sonia.”

“¿Eh? Espera, ¿en serio?”

“¿Pensó acaso que se quedaría y la perseguiría?”

“Uh… n… nuuh-uh…”

“¿No está pidiendo demasiado? ¿Olvidó que es el Héroe Orco? Es un hombre que debe haber conquistado una verdadera montaña de mujeres. Sin mencionar que una vez la derrotó decisivamente, Lady Sonia.”

“Guh… nu…”

 

La verdad era que Bash había conquistado muchas cosas, pero ninguna de ellas eran mujeres.

Aunque esto no lo sabía nadie.

Por supuesto, siendo el Héroe Orco, todos naturalmente asumían que había capturado y violado a innumerables mujeres durante la guerra.

La única razón por la que las otras especies no se mostraron activamente rencorosas al respecto fue gracias a que la Nación Orca fue sancionada, y al hecho de que hasta ahora habían respetado los términos del tratado.

Ahora había paz, y era hora de dejar el pasado en el olvido y ser relativamente tolerantes con otras culturas.

 

Dicho esto, la cara de Thunder Sonia estaba ahora muy roja.

No creía que fuera una mujer tan perfecta, pero cuando se le señalaba directamente lo engreída que era y lo difícil que resultaba tratar con ella, por parte de su propia familia, no podía evitar enfadarse.

 

“Yo… Yo… Yo…”

“…¿?”

 

Thunder Sonia gritó.

 

“¡Me voy de viaje!”

“¿Eh?”

“¡Un viaje! ¡No puedo quedarme más en este país! ¡Me voy y me voy a buscar un buen hombre en algún lugar donde los rumores no hayan llegado!”

“…Haaaah…”

“¡No puedes detenerme! ¡Ni siquiera lo intentes! ¡Me voy ahora mismo! ¡Te juro que lo hago!”

“…”

 

Acónito miró con seriedad a la Heroína Elfa, que de repente había anunciado que se iba de viaje.

Sabía de sobra que a veces ella soltaba declaraciones extrañas.

No quería decir lo que decía, pero aun así lo gritaba con gusto.

Lo más probable es que éste fuera otro de sus ataques.

Acónito reflexionó un segundo… y se rio.

Esta vez no le seguiría la corriente.

 

“No la detendré, Lady Sonia.”

“¡No quiero oírlo! No puedes retenerme… …Espera, ¿no vas a detenerme?”

“¡Claro que no! Ya ha hecho mucho por los elfos. Hemos confiado demasiado en usted. Ya es hora de que viva una vida fácil y cómoda, sin preocupaciones. Pero sé lo mucho que le importan sus responsabilidades, y si se queda aquí, acabaría involucrándose en los asuntos de la nación y llevando usted sola todas nuestras cargas. Creo que es una magnífica idea que se tome unas vacaciones en otro país durante un tiempo y disfrute de esta paz tan duramente ganada.”

“…”

 

Thunder Sonia mantuvo la boca cerrada.

Estaba convencida de que su sobrino insistiría en que se quedara.

Después de todo, había mucho trabajo que hacer.

 

“No… pero… ummm… bueno, si tú lo dices. Pero… ¿estás seguro de que estarás bien? ¿Incluso sin mí?”

“Por supuesto. Por favor, déjeme el resto a mí. No, no sólo a mí, sino a todos los elfos. Nos haremos cargo y seremos responsables de proteger nuestro país.”

“Ah… de acuerdo…”

 

Ante una declaración tan clara y firme, la Heroína Elfa no se atrevió a revelar que era sólo un comentario improvisado. Que no lo decía en serio.

 

“Sí… de acuerdo… bueno, me voy entonces.”

“Por favor, cuídese, Lady Sonia.”

 

Y así, Thunder Sonia se embarcó en su viaje, partiendo en su propia búsqueda para encontrar un cónyuge.

Aunque ella preferiría llamarlo una vuelta al mundo, o unas vacaciones.

 

 

Mientras tanto, Bash se dirigía con paso firme hacia el norte.

 

A través de los arroyos, entre los árboles, a través de los arbustos, se dirigió con decisión hacia su próximo objetivo.

Había recibido una pista de Breeze que podría guiarle hacia su siguiente objetivo.

Al parecer, la situación en la ciudad minera enana del Pozo de Do Banga era similar a la del Bosque Siwanasi.

Las mujeres enanas no eran precisamente las favoritas para el paladar de los orcos.

Definitivamente, a Bash no le gustaban tanto como las mujeres humanas o elfas.

Pero siguiendo el consejo de Houston, pudo conocer a una elfa muy hermosa.

El Héroe Orco puso así su confianza en las palabras de Breeze, creyendo que su próximo encuentro podría ser el indicado.

 

“Este intento fue un fracaso, pero es hora de volver a la carretera. Volveré a dar lo mejor de mí la próxima vez.”

“¡Bien!”

 

Y así, Bash continuó su viaje.

Acompañado por su leal compañera hada.



F, otra vez.


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