El Maestro del Valiente

Capítulo 149 - El sucesor

 

“¡Vicecapitán!”

“¡Vicecapitán Kelvin!”

 

Las lanzas negras lo ensartaron por el abdomen, brazos y muslos, y el cuerpo de Kelvin, que había quedado fijado en el aire, cayó al suelo cuando las lanzas desaparecieron.

 

“¡Onii-chan, cuidado…!”

 

Una vez más, aparecieron innumerables lanzas negras apuntando a Wynn, pero Wynn y Leticia apartaron la mayoría de ellas con sus espadas.

 

“Ya veo. Esperaste a que la presencia de Anastasia desapareciera y trataste de escenificar la muerte del joven para que coincidiera con esta ocasión en la que el Valiente y el emperador estaban juntos. Oh, tú que vives en la oscuridad que propaga la destrucción.”

 

Murmuró Noale, mirando al vacío.

 

“Pero tu acto en mi presencia sólo puede ofenderme. No, cuestionando la razón de tu existencia, ¿no es solo natural que realices este acto…? Sí, como recompensa por llegar al nivel de los dioses, aplastaré una de las calamidades que iban a venir en el futuro por ustedes.”

 

Con estas palabras, Noale miró a la entrada de la sala de audiencias.

En ese momento.

 

“Gaahhh…”

 

Al mismo tiempo que escuchaban una voz que se quejaba, el espacio se abrió y una figura colapsó en el suelo.

Era un anciano que llevaba un traje de cola con un rostro aparentemente severo.

Al ver la cara de la persona, Kelvin, cuyo rostro se retorcía de dolor, emitió un gruñido.

 

“El ayudante de Jade, el anciano llamado Klaus.”

“¡No debe moverse, Vicecapitán Kelvin!”

 

Cornelia, que había estado lanzando magia curativa a Kelvin con todas sus fuerzas, lo regañó. Las dos manos de Cornelia que estaban colocadas sobre el abdomen de Kelvin se tiñeron de carmesí con su sangre fresca.

 

“¡Wynn! ¿No es ese el tipo que lideraba a los caballeros cuando atacaron la aldea de Seri-san?”

 

Señaló Locke, lo que hizo que Wynn recordara.

Un grupo de bandidos atacó la aldea Torque, la ciudad natal de Seri. Entre ellos, había un grupo de caballeros que se movían de forma coordinada. Más tarde se descubrió que los caballeros eran del Reino de Petersia, y el hombre que los comandaba era el tal Klaus.

 

“Kuh… ¿es este el poder de un Dios?”

 

Klaus, quizá atrapado en el campo de fuerza invisible creado por el poder divino de Noale, se retorcía y mostraba una violenta resistencia.

 

“Has estado merodeando por el cabo espiando, ¿creías que también podías esconderte de mí, al igual que de ellos?”

“Ese es… un demonio, ¿no?”

 

Noale asintió en respuesta a la pregunta de Leticia.

 

“Su verdadero nombre es Belial. Un demonio con el rango de duque.”

 

Wynn y los demás se quedaron atónitos cuando Noale les contó la verdadera identidad de Klaus como si nada.

En el pasado, hace unos 500 años, se manifestó uno de los cuatro demonios de alto rango de la clase duque, llamados los cuatro demonios de alto rango.

El lugar de la manifestación era la capital real del Reino de Rentheim, que se decía gobernaba casi todo el continente de Alfana en aquella época.

Según los registros de esa época, el ejército del Reino de Rentheim, completó el sistema mágico que se había transmitido a día de hoy, y tenía el poder militar más fuerte del mundo, fue destruido en menos de una semana.

Después de eso, los dragones lo expulsaron, y las huellas de la batalla permanecían como profundos cañones aún hoy.

Si luchara contra Leticia, Simurgh probablemente desaparecería.

Sin embargo, Noare, el Dios de la Destrucción, suprimió fácilmente a tal poderoso demonio.

 

“Bueno… Belial. Tal vez después de la batalla entre yo, el Árbol del Mundo, y la hija bendita de Anastasia, la hubieras matado cuando estuviera agotada. O tal vez estabas planeando matar al joven que ella ama, y así arrojarla a la confusión… Lo siento. Me gustaría observar a estas personas en mis sueños, y ver lo que les espera el futuro. Por eso es que planeo intervenir.”

 

Abrió su mano derecha y apuntó a Belial.

 

“Si eres el dios de la destrucción y la perdición, ¿acaso tus deseos y los nuestros no son iguales? ¡Por qué intervienes en nuestros asuntos, Dios de la destrucción!”

“Eso no es cierto. Yo controlo la destrucción pura y la aniquilación. Por lo tanto, no soy parte de nada. Por lo cual, originalmente debía ser un espectador de su batalla.”

 

El Dios que lleva la destrucción ineludible a todos los seres tangibles. Esa destrucción se daría por igual a todas las cosas, y los demonios no eran más que una existencia creada por azar con el mismo propósito que Noale, el Dios de la Destrucción.

 

“¿¡Entonces por qué te entrometes entre nosotros!?”

“Te lo dije antes, demonio. Me agrada esta gente. Tú no me interesas. Eso es todo lo que estoy diciendo.”

 

Y entonces, mirando a Belial, que le miraba con una expresión de pura fiereza, Noale apretó el puño con fuerza.

Con ese simple gesto, Belial, que era un demonio de clase duque, se convirtió en polvo y se dispersó.

Un final anticlimático, sin siquiera el sonido de la voz del demonio.

 

“Este… es el verdadero poder de los dioses…”

“Sin embargo, yo soy el único dios que puede ejercer tanto poder. Muchos dioses han volcado la mayor parte de su poder en la creación de este mundo. Yo sólo conservo mi poder porque seré el responsable de tragar y destruir todo cuando el mundo llegue a su fin.”

 

Noale dijo que Wynn había luchado y ganado contra él, pero él mismo se dio cuenta de cómo este Dios de la Destrucción solo había contenido su poder.

 

 

“¡…No puedo parar la hemorragia! ¡Vicecapitán Kelvin, por favor, no nos deje!”

 

No podía ver y no podía mover el cuerpo.

Sin embargo, podía escuchar la voz claramente.

Era la voz de la princesa Cornelia.

Parece que estaba lanzando un hechizo de curación sobre él, que había sido gravemente herido.

 

“Pasa que tengo más poder mágico que el promedio, así que es difícil que la magia curativa funcione en mí, ¿no?”

“No hable, Vicecapitán Kelvin.”

 

Kelvin agarró la mano de Cornelia, que estaba colocada en la herida de su abdomen, con su mano temblorosa.

 

“Je, jeje… Lo siento. He manchado las manos de Su Alteza con mi sangre…”

“Eso no importa.”

Vicecapitán, ¿por qué me protegió…?”

“Eres tú, Wynn-kun… bueno, no te lo he dicho… ¿verdad? A mí, el capitán, a Locke, a Wedge y a Lino nos encomendó la tarea… de hacerte ganar renombre…”

 

Kelvin forzó las palabras mientras tosía un coágulo de sangre caliente que surgió del fondo de su garganta.

 

“Por eso me protegió…”

“No… si te perdiéramos, el corazón y la mente de Leticia-sama… No puedes morir aún, lo sabes. Además, yo ya estoy…”

 

En su conciencia desvanecida, Kelvin soltó una pequeña risa.

 

Si sigo vivo, nunca llegará el día en que encuentre una batalla que me satisfaga.

 

Era una memoria lejana que ya no podía recordar con claridad.

Era todavía un niño cuando apuñaló hasta la muerte a un bandido que atacó la aldea donde vivía con un cuchillo que llevaba.

En ese momento, sintió la emoción de acercarse sigilosamente por detrás del retorcido bandido sin ser notado. El calor de la sangre y la euforia que sintió al apuñalarlo. No podía olvidar esa sensación, así que huyó de casa y se unió a la Alianza Continental Anti-Demonios.

Muchas veces saltó al campo de batalla, que podría llamarse un lugar mortal, y luchó contra demonios y a veces contra saqueadores humanos.

Esas batallas, que a los demás les parecían temerarias, llamaron la atención de Zaunas, el general del ejército del Imperio Lemmrousell, y fue incorporado a las tropas de Royce, su oficial Mayor.

 

…Esos días eran divertidos. Cada día era una batalla.

 

Rodeado siempre de enemigos, enemigos, y, al otro lado, enemigos de nuevo. Cada enemigo era un demonio con mucho más poder que una persona cualquiera.

El más mínimo descuido podía significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Ese campo de batalla lleno de tensión era el paraíso más cómodo para Kelvin.

Sin embargo, ese paraíso llegó a su fin a manos de Leticia.

Sus oportunidades de luchar se redujeron enormemente.

No tuvo oportunidad de encontrarse con enemigos más fuertes que él. Y solo había podido tener solo un encuentro con Leticia.

Y entonces, con un sentimiento ardiente, vio la batalla entre sus subordinados Wynn y Leticia, y una existencia mucho más allá de la comprensión humana.

Era una pena que no fuera él quien había luchado contra ese dios, pero quizá nunca se encontraría con un campo de batalla que superara el suyo, aunque viviera para verlo.

Kelvin cerró los ojos y dejó escapar un pequeño suspiro.

 

Si tengo algún remordimiento… dos, supongo. Capitán, me hubiera gustado tener una pelea de verdad con usted una vez. Y respecto a mi mujer y mis hijos…

 

Royce, el conde de Elstead, que había prestado su apoyo al príncipe heredero Alfred, sería muy solicitado en el futuro. La familia de Kelvin que vivía en Erz, territorio de Royce, debería de estar a salvo.

Así que…

 

“Yo ya… estoy satisfecho… Ya estoy… satisfecho… Capitán, ahora es su turno…”

 

Finalmente, exhaló profundamente.

 

 

“Lo siento. Yo, que solo conozco la destrucción, no puedo curarlo.”

 

Noale se disculpó ante Wynn y los demás, que estaban silenciosamente devastados alrededor del cuerpo de Kelvin que se ponía frío.

 

“No… no, el Vicecapitán perdió su vida defendiéndome. Con una mirada de satisfacción…”

“Hmm… entonces prometo que su alma al menos descansará en paz.”

 

Wynn asintió a Noale, miró una vez a Leticia y a Cornelia, y luego se volvió hacia el emperador Alexei.

 

“Su Majestad. El escudero Kelvin Wagner fue un gran caballero con un raro historial de guerra durante su carrera como caballero en la Alianza Continental Anti-Demonios, en la Orden de Caballeros Central y como Escudero de la Princesa Cornelia.”

“Hmm. El escudero Kelvin Wagner es un ejemplo de Caballero Imperial; un gran héroe. Le otorgo el rango de capitán y general.”

“Sí. Y, Su Majestad. Creo que desde hoy llevaré el título de Creador de la Espada.”

“Onii-chan.”

“Wynn…”

 

Al ver el perfil de Wynn mirando a Alexei con una expresión sin titubeos, Leticia y Locke se llenaron de sonrisas de felicidad.

 

“Mito-san me confió el sello del Creador de la Espada, y el Vicecapitán Kelvin me salvó dando su vida. Para devolver ese favor, tengo que convertirme en alguien digno de él. Por eso haré que se me conozca como el Creador de la Espada.”

“Tu espada ha alcanzado incluso a los dioses. Creo que eres realmente digno de ser llamado un héroe. Los héroes también están al nivel de reyes y sumos sacerdotes. Te has convertido en un caballero entre caballeros, y el Palacio Imperial nunca te cerrará sus puertas. Anunciaré personalmente tu nombre a las naciones como el nuevo Creador de la Espada.”

 

Tan pronto como Alexei anunció esto, todos los caballeros de la Guardia Real en la sala de audiencias ofrecieron sus espadas al unísono para mostrar su respeto.

En ese momento, Wynn fue reconocido como aquel al que todos los caballeros del Imperio Lemmrousell debían rendir el máximo respeto, aunque no tuviera un rango.

 

“Creador de la Espada, Caballero entre Caballeros, títulos apropiados para quien hizo que su espada llegara a los dioses.”

 

Esperando a que se enfriara la emoción por el nacimiento de un nuevo “héroe”, Noale, el Dios de la Destrucción, volvió a abrir la boca en el silencio.

 

“Ahora, Wynn. Me voy a dormir de nuevo. Lamento decir que no volveré a tomar forma mortal. Ha sido un placer.”

 

Con estas palabras, Noale se fundió en el espacio y desapareció.

Y la guerra civil que había sacudido al Imperio Lemmrousell se aceleró hasta llegar a su fin.


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