La ama tsundere y su sirvienta zorro 

Vol. 2 Capítulo 16. La melancolía de Amira

 

En agosto del año 827 del Calendario Seika, el cielo estaba nublado con finas nubes que se extendían fuera de la ventana. Aunque no había un calor abrasador debido a la ausencia de luz solar, la brisa que soplaba a través de la ventana ya se sentía tibia, acariciando incómodamente las mejillas de Amira.

—Ugh… —Con un gemido bajo, se estiró en la cama, acercando la sábana con la cola. Se limpió el sudor húmedo de la piel, se dio la vuelta y se tumbó boca arriba, mirando al techo con un profundo suspiro.

Adiós a esta habitación por un tiempo… Mientras se frotaba los ojos, giró el cuerpo para mirar por la ventana. Las nubes opacas eran barridas por el fuerte viento y la luz de la mañana entraba poco a poco. Probablemente debería levantarme pronto… murmuró Amira. Hacía tiempo que estaba despierta, pero teniendo en cuenta sus planes para más tarde, no encontraba la motivación para salir de la cama. Sin embargo, hizo acopio de determinación y consiguió salirse.

—Amira, Si no te levantas pronto, perderás el vuelo programado a la Ciudad Sagrada.  —La voz de su madre resonó desde abajo.

—…Sí, lo sé… —Amira murmuró para sí misma, cerrando la puerta mientras corría hacia ella.

—Amira, ¿sí me escuchaste?

Con la ropa de dormir quitada, Amira se quedó en ropa interior, y pudo oír los pasos de su madre acercándose escaleras arriba. Chasqueando la lengua, cerró rápidamente la puerta.

—…Te oigo y lo sé… —Refunfuñó mientras se cambiaba de ropa y movía la cola con disgusto. Amira era medio bestia, nacida de madre mujer gato y padre humano. Al mover sus orejas felinas, sintió que su madre se acercaba.

—…¡! —Cuando oyó el sonido de alguien tocando el pomo de la puerta, Amira miró hacia ella—. ¡No irrumpas así en mi habitación! —Levantó la voz y oyó pasos que se alejaban. Al cabo de un rato, los pasos bajaron las escaleras y la presencia se alejó, pero la expresión de Amira siguió siendo severa.

—¿Por qué es tan ruidosa desde primera hora de la mañana? —Suspiró y se acercó a la ventana. La abrió de par en par, y el viento que traía el aroma del bosque verde se precipitó dentro. Apresuradamente, cerró la ventana—. ¿Por qué todo es tan molesto…? —Recogió algunas hojas que habían entrado con el viento y las introdujo en el hueco del marco de la ventana.

—Aunque limpie, ¡siempre se meten más! —Sabía que no volvería a su habitación durante el mes siguiente. Pensando en ello, el estado de ánimo de Amira era tan sombrío como el cielo de color apagado al otro lado de la ventana—. E incluso en un momento como éste, papá no va a volver…

Amira miró la foto de la familia colocada sobre el escritorio y dejó escapar un profundo suspiro. El portarretratos contenía fotos de los padres de Amira de cuando eran jóvenes y una foto de una Amira recién nacida.

—Aunque soy hija de mamá, no me parezco tanto a ella… —La apariencia de Amira heredó fuertemente la sangre de su madre mujer gato. Su cabello castaño brillante, las características orejas de gato en la cabeza y su cola con la punta blanca la hacían parecer una versión más joven de su madre.

Su madre, Nadia, era ejecutora. Tenía una presencia fuerte y digna en comparación con Amira. Sin embargo, la expresión de la cara de Nadia mientras sostenía a la joven Amira a su lado estaba llena de una sonrisa muy feliz.

—Papá… —El padre de Amira, que trabajaba como jefe de comerciantes y realizaba viajes de negocios, pasaba mucho tiempo fuera de casa, y el tiempo que pasaba con su familia se fue acortando con los años. Sobre todo, después de crear su propia empresa comercial, se volvió extremadamente ocupado, y la última vez que pasaron unas vacaciones juntos en familia fue hace más de medio año.

—¿Por qué papá no me deja encargarme de su trabajo…? —murmuró Amira en respuesta a su madre, que la animaba encarecidamente a seguir el camino de ejecutora. Su padre rara vez hablaba de su trabajo—. Todos en la escuela ya están ayudando en las tiendas de sus familias… ¿Por qué tengo que convertirme en ejecutora, arriesgando mi vida? Quizá sería mejor que me pierda esta oportunidad… —Murmurando para sí misma, se quedó mirando la bolsa en forma de baúl con las pertenencias de un mes. Recordó la cara de felicidad de su madre cuando aceptó la matrícula de prueba en la institución de formación de Ejecutores y sacudió la cabeza.

—De verdad, esta es la última vez… —Con un suspiro, tomó bruscamente el baúl y salió de la habitación. Cerró la puerta, comprobó el cartel que decía «No entrar» y bajó las escaleras.

 

—Mamá, ya hablamos de que no fueras a despertarme. Si todavía estoy a la hora.

—Si ya habías despertado, ¿por qué entonces no bajaste las escaleras?

Su madre se volvió mientras disponía el desayuno en la mesa. Amira notó su alegre cola moviéndose detrás de ella, lo que sólo hizo que su expresión fuera más amarga.

—…Porque…

—Cómetelo antes de que se enfríe. —Sin escuchar los murmullos de Amira, su madre colocó un cuchillo y un tenedor delante de ella. En la bandeja de madera había rebanadas de pan, tocino y huevos pasados por agua, y una ensalada.

—Gracias por la comida… —dijo Amira, ya que la ensalada no tenía tomates y llevaba su aliño favorito, hecho con zanahorias y manzanas ralladas.

Tomó el suave pan redondo, que desprendía un aroma cálido y sabroso cuando lo partió por la mitad con las manos. Untó generosamente la mantequilla y se lo llevó a la boca mientras su madre volvía de la cocina.

—Toma, esto es para ti. —Su madre preparó un café con abundante leche en su taza favorita y se lo acercó. Lo puso a una temperatura tibia para adaptarse a la sensibilidad de Amira al calor.

—Gra… —Amira estaba a punto de dar las gracias, pero se detuvo, desviando la mirada de su madre y dando un sorbo al café.

Hoy empiezo en la institución de formación de Ejecutores, tal y como quería mamá. Hoy es una ocasión especial. Ha preparado sólo lo que me gusta para apaciguarme. Sus mejillas se suavizaron al saborear la dulzura deseada, pero continuó con su muestra de fastidio ante la mirada de su madre. Sin embargo, el pan recién horneado, el tocino crujiente y los huevos estaban hechos a su gusto, y su hambre también jugó su papel. Por un momento, Amira olvidó su irritación y disfrutó de su desayuno. Ahora, el último capricho…

En el gran plato sólo quedaban la yema y un trocito de pan. Amira, que adoraba los huevos pasados por agua, introdujo el tenedor en la yema restante.

—…¿Eh? —Sin embargo, cuando pinchó la yema con el tenedor, no fluyó, y cuando la cortó por la mitad con el cuchillo, sólo una pequeña cantidad de yema naranja ligeramente solidificada se derritió desde el centro—. ¡Mamá! Esto no está pasado por agua, ¿verdad? ¡Por supuesto que tenía que haber hecho algo a propósito ya que hoy es el último día!

—Amira, ¿qué pasa?

Ante el repentino arrebato de Amira, su madre salió corriendo de la cocina y miró a Amira desconcertada. Amira señaló el plato soleado y se quejó.

—Yo siempre digo que los huevos tienen que estar blandos… ¡De acuerdo! Al final no voy a ir a la escuela. No haré lo que quieres, Mamá.

Sin interrumpir el argumento de Amira, su madre bajó las cejas con vergüenza y sonrió con tristeza.

—¿¡Por qué no contestas si tienes alguna queja!?

Dirigió palabras afiladas con rabia sin siquiera considerar las consecuencias. Cuando la mirada regañona de Amira se encontró con los ojos llorosos de su madre y vio las lágrimas rodar por sus mejillas, la culpa aguijoneó el pecho de Amira.

—Ah…

—Lo siento, Amira. Intentaba despertarte temprano y no estaba prestando atención. Te lo volveré a cocinar.

Mientras se secaba los ojos con el delantal levantado, su madre intentó quitarle el plato a Amira. Después de ver las lágrimas de su madre, el corazón de la chica palpitó de culpa.

—…¡! Así está bien.

—…Amira, por favor, sólo considera ir a la institución de entrenamiento de Ejecutores… —Su madre abrió la boca débilmente, suplicando. Su madre, que solía ser una Ejecutora, siempre había deseado que Amira se convirtiera en una.

—De acuerdo. Iré… Así que ya deja de dar la lata.

Arrepentida de haber aceptado la inscripción de prueba en la institución de formación de Ejecutores con la intención de que fuera la última vez, Amira interrumpió las palabras de su madre.

Estar lejos de los regaños de mamá podría ser un alivio…

Tratando de calmarse, el humor de Amira permaneció nublado.

***

A la hora prevista, Amira embarcó en el vuelo regular hacia la ciudad sagrada, Vers Rune. No entró en la cabina, sino que contempló la ciudad de Hazelnigrado desde la cubierta.

Su madre, que agitaba la mano, seguía visible en la terminal, despidiendo a Amira. Amira se apoyó en la barandilla, observando su figura, pero no le devolvió el saludo.

—¿Cuánto tiempo va a seguir haciendo esto? —Murmurando fríamente, miró con nostalgia la ciudad que se alejaba. La madre de Amira, que se quedó sola en la terminal, siguió agitando la mano hasta que Amira se perdió de vista—. Los ejecutores no son más que asesinos especializados en demonios… Es una locura querer obligar a tu propia hija a hacer un trabajo así…

La madre de Amira, que solía ser una Ejecutora, había estado llevando a cabo un estricto entrenamiento para Amira desde que descubrió su talento a una edad temprana.

Desde que era consciente que no había sido criada como una niña normal desde una edad temprana, Amira no podía entender el estímulo entusiasta de su madre para que se convirtiera en una Ejecutora. Sin embargo, la madre de Amira nunca se rindió, solicitando insistentemente a la Institución del Culto Sagrado, y esta vez, la inscripción de prueba de Amira en la institución de formación de Ejecutores fue especialmente aprobada.

—Sólo por un mes, Amira…

El periodo de prueba es un trato especial que se le concede por ser hija de un antiguo ejecutor. Estaría asistiendo durante un breve periodo de tiempo a modo de prueba y se le informa a la persona de que se juzgará sus aptitudes.

—Aguantaré un mes, y si no funciona, podré decir que no era lo mío. Así, mamá se dará por vencida. —Hablando consigo misma, Amira se apoyó en la barandilla y se sentó en la cubierta. Las espesas nubes se iban disipando poco a poco, y el sol de verano iluminaba escasamente la cubierta—. Qué cansancio…

Tras despertarse temprano, la somnolencia empezó a apoderarse de ella. Con la mejilla apoyada en las rodillas, Amira cerró los ojos y se durmió.

 

El vuelo regular que transportaba a Amira llegó al muelle sureste de la ciudad sagrada, Vers Rune, rodeada de altas murallas.

Siguiendo las instrucciones, Amira mostró su pase y se trasladó a la nave de transporte de los Caballeros Sacros. Desde la cubierta sobre el canal del barco, observó con curiosidad su entorno.

—Como era de esperar de la ciudad sagrada, hay mechas por todas partes.

Los mechas eran armas móviles humanoides manejadas por los humanos en este continente. Con una longitud total de unos ocho metros, podían combatir amenazas como demonios y monstruos. En el aparcamiento adyacente al canal de la nave, los mechas modelo caballero estaban perfectamente alineados.

En la parte trasera del aparcamiento, había un enorme edificio que parecía ser un hangar para mechas, pero las persianas blindadas estaban bajadas, por lo que no podía ver lo que había dentro.

La nave de transporte entró en el canal y se detuvo por completo antes de que ella desembarcara. Mientras descendía por la pasarela y avanzaba por el aparcamiento, oyó una voz desde arriba.

—Puntual como siempre, Amira Clauzel.

Una mujer vestida con una túnica azul de monja miró a Amira desde un mecha.

—¿Quién es usted?

—Soy Miranda Oakley, instructora de la Institución de Entrenamiento de Ejecutores. Fui subalterna de la superiora Nadia, tu madre. —En respuesta a la pregunta de Amira, la mujer se presentó brevemente.

—Así que conoció a Mamá…

—Sí. Enseguida haremos una prueba para la inscripción.

Al oír inesperadamente el nombre de su madre, Amira pidió confirmación, y Miranda asintió lentamente antes de abrir la escotilla de la cabina de control situada en el pecho del mecha.

—¿Una prueba?

—Sí. Quiero comprobar tu aptitud para pilotar mechas.

¿Así que se supone que tengo que pilotar esta cosa?

Amira comprendió rápidamente que el mecha en posición de estacionamiento era un Soldato, asignado como líder en una formación de escuadrón real de los Caballeros Sacros, basándose en los conocimientos que había obtenido de su madre.

—¿Y si no la tengo?

—Eso no sucederá. —En respuesta a la pregunta de Amira, Miranda dio una respuesta inmediata.

…¿Cómo puede saber eso sin siquiera comprobarlo?

—Que la hija de la superiora Nadia no sea apta para pilotar mecha es imposible.

Con tono firme, Miranda se cruzó de brazos, como instando a Amira a ponerse manos a la obra.

—¿No quieres conocer también el alcance de tus habilidades? Es una buena oportunidad.

—…Bien. Para comprobar mi aptitud, ¿qué tengo que hacer? —Con una mirada de prueba clavada en ella, Amira enarcó una ceja y preguntó.

—Tienes que subir a bordo de este mecha, el «Soldato», y activar el horno mágico. —Miranda se encontró de frente con la mirada combativa de Amira y golpeó ligeramente la cabeza del mecha con el puño para indicárselo.

—…En este mecha… —Murmuró Amira en voz baja mientras miraba al Soldato, un mecha al que nunca antes había abordado. El mecha, en buen estado, llevaba numerosas marcas de batallas, lo que hizo que Amira se diera cuenta de que aquel lugar era especial.

—¿Qué ocurre? Debes de tener experiencia manejando máquinas menores, ¿verdad? El procedimiento es el mismo.

—Sí…

Amira respondió brevemente, se levantó de un salto y se acercó a la cabina de control mientras usaba el mecha como escalera. Entró en el interior por la puerta abierta y tomó asiento en la silla del piloto. Pasó los brazos por la palanca de control y apoyó ambos pies en los pedales.

Vamos, sin preocuparse… Repitió mentalmente para calmarse y respiró hondo. Concentró su conciencia en lo más profundo de su cuerpo, visualizó el éter en su interior e, inmediatamente, sintió una sensación que fluía por el mecha a través de la palanca de control.

—El horno mágico ha sido activado sin problemas. Impresionante.

—Todavía no he hecho nada.

Aunque las palabras de Miranda deberían haber sido un elogio, no había nada de eso en su voz.

Parece que me está menospreciando. Se lo demostraré.

Amira empezó a manejar la palanca de control y los pedales con la misma facilidad con la que manejaba las máquinas menores.

—A continuación, comprobaremos tu aptitud como piloto. Mueve el mecha.

—No necesito que me lo digan.

Como si lo estuviera esperando, puso al Soldato de pie desde la posición de estacionamiento.

—…Déjame preguntarte una cosa. ¿Es la primera vez que activas a un Soldato? —Miranda, encaramada al hombro del mecha, miró a Amira en el asiento del piloto y preguntó.

—Evidentemente. ¿En qué lugar de una casa normal encontrarías un mecha como este?

—…Ya veo.

Miranda sonrió irónicamente en respuesta, luego saltó ligeramente en el aire y saltó del mecha.

—¿Ya está satisfecha? —Amira volvió a colocar al Soldato en posición de estacionamiento y también abandonó la cabina de control—. ¿Qué tal lo he hecho en cuanto a aptitud?

—Grado B.

Preguntando con confianza, las expectativas de Amira eran completamente diferentes a la respuesta de Miranda.

—¿Grado B…?

Amira torció la cara de asombro ante las inesperadas palabras. Miranda asintió para enfatizar el punto y sonrió débilmente mientras elogiaba a Amira.

—Para ser tu primera vez, es impresionante. Con el entrenamiento adecuado, se espera que aumente tu capacidad de adaptación.

Eso no me deja nada contenta. Amira se quejó interiormente mientras miraba a Miranda, preguntándose sobre las habilidades de su madre. Ser elogiada por unas notas insatisfactorias también le sentó mal.

—…¿Cómo estuvo mamá en su tiempo?

—Sin duda fue de rango S, ¿verdad? —Miranda miró a Amira con expresión curiosa, como preguntándose por qué haría una pregunta tan obvia.

¿He sido derrotada por mamá…? Con su madre diciéndole repetidamente que tenía más aptitudes como Ejecutora que ella, el orgullo de Amira quedó profundamente herido. De repente, ya no podía creer ninguna de sus palabras. ¿Me engañó para traerme aquí…?

Nada más llegar, Amira suspiró profundamente decepcionada.

 

A continuación, Miranda la condujo al despacho del jefe de la Institución, Albarek Stravawry. Mientras revisaba unos documentos, Albarek no se molestó en mirar a Amira hasta que terminó su trabajo y entonces levantó la cabeza como si acabara de recordar algo.

—Amira Clauzel, ¿verdad? —Su tono era tranquilo y tenía una leve sonrisa en la cara, pero su mirada hacia Amira no tenía lugar para la vacilación.

—Sí… —Sintiéndose impaciente por la espera, Amira enderezó rápidamente la espalda y respondió nerviosa.

—Bueno, no hace falta que te asustes tanto.

—No-No, no es e…

Aunque sorprendido por haber sido llamada, Albarek no parecía especialmente interesado en Amira y cambió de tema.

—¿Cómo está Nadia?

Otra vez mamá… Cuando salió a relucir el nombre de su madre, Amira se mordió el labio.

—Tu madre era una mercenaria extraordinaria. La recluté como Ejecutora, contando con sus habilidades, pero se retiró muy fácilmente. Entonces, cuando pensé que había perdido un talento valioso, apareciste tú. —Sin abordar la falta de respuesta de Amira, Albarek continuó con una sonrisa irónica.

—Entonces, ¿se supone que voy a ocupar el lugar de mamá…?

—Jajajajá, deja los sueños para la hora de dormir. No puedes compararte con Nadia.

…¡!

Con él riéndose, frustrada, Amira echó mano del látigo de choque que llevaba equipado en la cintura y lo blandió sin previo aviso.

—Haa.

Albarek agitó despreocupadamente la mano como si fuera una molestia. Sin recitar nada, una cosa parecida a una barrera apareció instantáneamente, y el látigo de choque de Amira fue desviado bruscamente.

—¿¡Qué!? —El impacto de ser repelido corrió por su brazo. El impacto fue tan fuerte que casi suelta el mango. Con los ojos muy abiertos, Amira miró a Albarek.

—No está mal para un ataque sorpresa. —Albarek mostró una sonrisa divertida. Su expresión parecía dar a entender que Amira era muy inferior, pero tuvo que admitirlo.

Está en una liga completamente diferente. No puedo desafiarle.

Tras aquella demostración, Amira se dio cuenta de la diferencia de fuerzas y apretó las muelas, recordándose a sí misma que no debía provocarlo. Imaginarse enfadando a alguien como él le producía escalofríos.

—Bueno, ya podrás demostrarlo durante la clase «práctica». Siéntete libre de ir a por todas… si puedes. —dijo Albarek con una sonrisa significativa.

Entiendo que sea fuerte, pero ¿qué quería mamá que hiciera…? Se sintió aliviada de no haberle provocado, pero eso sólo aumentó su frustración hacia su madre.

—Disculpe, pero…

Amira, a punto de quejarse por la frustración, notó que se acercaban pasos y se tragó sus palabras.

—Eh, ¿ya han llegado mi alumna?

Una alegre voz masculina resonó desde la puerta abierta. Reaccionando a la palabra «alumna», Amira se giró para ver a un hombre de aspecto desaliñado de pie en la entrada.

—Llegas tarde, Stefan. ¿En qué estabas ocupado esta vez?

El hombre llamado Stefan ladeó ligeramente la cabeza y sonrió sin mostrar ningún remordimiento.

—Bueno, bueno, creo que llego a tiempo.

Mientras Stefan se rascaba la nuca, el tic-tac del reloj sonó, y con él la campana que señalaba el comienzo de las clases.

—¿Ves? Te lo dije. Si llegas tarde vas a terminar parado en el pasillo.

—Vamos, no seas ridículo.

En respuesta a las palabras de Albarek, Stefan levantó ambas manos en señal de rendición y comenzó a retroceder rápidamente.

—Muy bien… Démonos prisa, estudiante transferida.

—…No soy una estudiante o una estudiante transferida. Soy Amira.

Amira, urgida por salir de la habitación, habló en tono disgustado.

—¿Hmm? —Stefan se dio la vuelta como fingiendo ignorancia y miró a Amira a la cara.

¡No se burle de mí!

En respuesta a su pregunta, Amira alzó la voz con frustración.

—Soy Amira. No una estudiante transferida. Y…

—¡Oh, tú eres Amira! ¡De acuerdo, lo tengo!

Ella no había decidido unirse todavía. Es lo que quería decirle, pero la alegre voz de Stefan fue más rápida.

—Corre al aula. ¡Sígueme! —Mientras decía eso, Stefan salió corriendo de la oficina y corrió por el pasillo.

—¡Disculpe!

Haciendo una apresurada reverencia a Albarek, Amira siguió a Stefan, pero él ya había desaparecido bajo las escaleras.

Aunque parece un tipo de mediana edad, es increíblemente rápido… Persiguiendo a Stefan, que bajó de un salto la escalera de caracol sin vacilar, Amira se mordió el labio.

—¡Oh, veamos si puedes seguirme el ritmo! —Stefan sintió la presencia de Amira y miró hacia atrás antes de aumentar su velocidad.

¿Eh? ¿Antes no iba en serio? Stefan se adelantó rápidamente y Amira se apresuró a tratar de alcanzarlo. ¿Qué le pasa a esta gente?

Una sensación de derrota creció gradualmente dentro de Amira. Se suponía que ella era imbatible en términos de velocidad, sin embargo, apenas podía mantener el ritmo de la espalda de Stefan.

¿Mamá era especial incluso entre este grupo…? Murmurando con incredulidad en su mente, Amira empujó desesperadamente sus piernas para mantener el ritmo de Stefan.

 

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