Bastardo Mujeriego
Vol. 2 Capítulo 3. Yo, el bastardo mujeriego, me cojo a Rurina también
El calor abrasador del día fue remitiendo a medida que se acercaba el atardecer. Durante ese tiempo, otro visitante llegó a mi casa.
—¡Hola, buenas!
Esta chica, sin molestarse en llamar al timbre, entró por la puerta sin cerrar y subió las escaleras hasta mi habitación.
—Oh, Rurina-san. Buenas noches.
Llevaba el pelo decolorado y con permanente, un llamativo maquillaje de adulta, múltiples piercings brillantes en una oreja y el uniforme lo suficientemente suelto en el pecho como para dejar entrever su ropa interior. Su falda también era increíblemente corta. No cabía duda de que era una «gal» juguetona y, de hecho, esta chica, Rurina Nobuoka, sí que es bastante juguetona.
Ahora que lo pienso, hoy no he visto a Rurina-san en clase.
—¿Por qué te has tomado el día libre hoy, Rurina-san?
—Porque estaba cansada, obviamente.
—¿Eh, solo por esa razón?
Recordaé la reacción de la profesora durante la asamblea de la mañana, que dijo algo así como «¿hoy están ausentes Rurina Nobuoka y Airi Kuroki otra vez?».
—Mira que faltar solo por esa razón. Dime, ¿está bien tu asistencia?
—La he calculado correctamente, por supuesto. —Rurina-san estaba bastante indiferente al respecto—. En lugar de eso, ¿no tienes algo que decir?
Después de decir eso, se acercó a mi cama y se sentó en el borde. En ese momento, cuando Rurina-san se echó el pelo hacia atrás, un aroma floral, inadecuado para esta habitación aburrida y estrecha, se extendió suavemente.
—…Ah, qué bien huele. ¿Te has comprado un perfume nuevo?
—…Hm.
Aunque Rurina-san sólo asintió vagamente, parecía que había acertado. Ella fue la que me enseñó a fondo a fijarme y elogiar cada vez que una chica cambiaba lo más mínimo en su aspecto, desde el peinado, la ropa, los accesorios e incluso un nuevo perfume.
—Sí, te queda muy bien, Rurina-san.
Aunque sea un cumplido cliché que puede hacer que me regañen, tengo que empezar con elogios. No hay que ser tímido.
—…Bueno, yo le daría un 46 sobre 100. —La calificación de Rurina-san era estricta. Sin embargo, de acuerdo a sus estándares, esto era apenas un aprobado.
—Uf, qué bien.
—¿Eh? No estés tan descaradamente aliviado.
—¡Ay!
Rurina-san me golpeó en el hombro.
Después de eso, de alguna manera intercambiamos información sobre lo que pasó hoy. Le dije a Rurina-san sobre lo que ocurrió en la escuela, y ella compartió conmigo que había faltado a clase y estuvo vagueando por la ciudad.
Una «gal» como Rurina, es, en otro sentido, todo lo contrario a mí, un chico introvertido y callado, y también si se le compara con Sumika, que es una estudiante de honor y la figura central de la clase. Al principio, no había forma de que tuviéramos una comunicación tan abierta.
…Sin embargo, esto se hizo posible tras los acontecimientos del viaje de estudios.
La noche del viaje escolar perdí la virginidad con Rurina. Fue la mejor forma en la que pude perder la virginidad, envuelto por el experimentado coño de mi compañera de clase gal y del cuerpo suave y la temperatura corporal de una chica vestida de yukata.
Incluso después de volver del viaje de estudios, Rurina siguió enseñándome varias cosas para mejorar mis habilidades sociales, como la forma de relacionarme con las chicas, de cambiarme de ropa y de peinarme.
Por eso le estoy agradecido.
—…No, no has terminado de expresarme tu gratitud, ¿verdad?
—¿Qué? ¿Por qué dirías algo así? Yo diría que ya lo hice.
—…Si eso es cierto, deberías ser un poco más…
Incapaz de entender el significado de las palabras de Rurina, ladeé la cabeza. Entonces soltó un gran suspiro.
—Haa… No importa. Fui una estúpida al esperar algo de un psicópata del sexo como tú. …¿Verdad, Sumika?
—Hmm…♡. Reroo… ♡. Chyuu… ♡. Chyururu…♡.
—Oh, ¿lo estás diciendo por Sumika? —En ese momento, finalmente entendí lo que le preocupaba a Rurina. …Ciertamente, podría haber sido descortés mantener una conversación con otra chica mientras recibía una mamada.
Pero, no te hagas una idea equivocada. Fue Sumika quien dijo que quería chupármela después de coger. Yo no la obligué a nada.
—Hafwaah ♡. Es que me encanta la polla de Seto-kun… ♡. Es tan caliente y dura… ♡. La besaré todavía más… ♡. —Sentada en el borde de la cama entre mis piernas, Sumika acariciaba cariñosamente mi pene erecto cubierto de su saliva. Mientras Rurina y yo hablábamos, Sumika no había parado de hacerme esa mamada.
—Aaah~, qué cara más terrible. La seria Sumika-chan está completamente encaprichada con un pene, ¿eh? Oye, Seto, ¿cuánto has arruinado a esta chica?
—Eh, bueno, sólo lo hemos hecho un poco hoy.
—Tu «poco» es para nada fiable, idiota loco por el sexo.
Ciertamente, desde que Sumika vino a mi casa y hasta que Rurina llegó unas horas más tarde, había estado continuamente haciendo que Sumika se corriera. Pero aún no había eyaculado ni diez veces. A pesar de lo que dijo Rurina, no me había esforzado lo suficiente como para romper a Sumika.
Sin embargo, a pesar de eso, en los ojos de Rurina mientras se sentaba a mi lado, había un tinte de simpatía por Sumika.
—Sumika, viéndote a ello tan ansiosamente, ¿acaso la polla de este tipo es realmente tan deliciosa?
—Slurp ♡. Slururp ♡. ¿Seto-kun? Oye, ¿se siente bien? Slururp ♡.
—…Es perfecto. …Ah, estoy empezando a sentirme un poco excitado otra vez. —La felación de Sumika se hizo más intensa. Abrí las piernas, coloqué ambas manos detrás de mi cuerpo y me dejé envolver por el calor de su lengua y la mucosa del interior de su boca.
Sumika, una chica diligente y estudiosa, mejoró rápidamente sus habilidades para hacer felaciones. Cuando empezamos nuestra relación, ella era inexperta en dar mamadas, pero ahora usaba hábilmente su lengua en mi pene, tratando el glande como la persona más acalorada del mundo con un helado delante.
Junto a Sumika y a mí, Rurina, con expresión frustrada, se masajeaba los pechos con la mano izquierda mientras con la derecha hurgaba en su entrepierna, claramente en celo. A pesar de todo lo que pudiera haber dicho, en el momento en que Rurina entró en esta casa, quedó claro que, al igual que Sumika, su propósito era tener sexo conmigo y sentir placer.
—¡Ya viene! ¡Me voy a correr, Sumika! ¡Ahhh!
—¿¡Mmmph!?
Después de recibir tantas lamidas, disparé mi semen en la boca de Sumika. Agarrando con fuerza las sábanas, mis caderas se crisparon, y el acto de eyacular mi semen hacia la garganta de una compañera de clase me proporcionó un placer diferente al de eyacular en su vagina.
No sabía cómo era para otros chicos, así que no podía decir si yo era realmente un loco por el sexo, como decía Rurina. Sin embargo, incluso antes, yo era de los que podían eyacular varias veces en un día. Parecía que después de tener sexo con las chicas durante el viaje escolar, algún interruptor se había activado, y mi cuerpo ahora producía esperma aún más vigorosamente.
Por lo tanto, no importaba cuánto eyaculaba, nunca me sentía flácido.
—Mm… Mmmku… ♡. Mmku… ♡. Mmku…♡.
—Haa… ¡Sumika se está bebiendo mi semen! ¡Eyacular así se siente increíble…!
—…Oigan, ¿cuánto tiempo van a ignorarme?
—¿Eh? ¡¿Rurina… san!? —Mientras yo seguía eyaculando en la boca de Sumika, Rurina me agarró la cara con ambas manos y tiró de mí con fuerza hacia ella. El rostro impecablemente bello de Rurina se expandió en mi campo de visión, y el aroma de su nuevo perfume llenó mis sentidos. Entonces su lengua invadió rápidamente mis labios y mis dientes.
—Chuu ♡. Haaah ♡. Rero… ♡.
—Nng… ♡. Glug… ♡. Glug… ♡.
Mientras era devorado por la lengua de mi compañera, la sensación de que mi semen fuera tragado por la modesta y diligente delegada de la clase era peligrosamente excitante. Sentía como si me hubiera convertido en un rey, obteniendo todos los placeres de este mundo.
Yo no era el novio de Sumika ni de Rurina. Sólo éramos amigos sexuales que, llevados por el peculiar ambiente de la noche durante el viaje de estudios, tuvimos sexo y continuamos esta relación después de volver a casa. Yo habría rechazado una relación tan ambigua y lasciva cuando seguía siendo virgen. Pero ahora, aunque eso me convirtiera en un bastardo mujeriego, aunque esta relación con estas chicas se basara puramente en el deseo físico, no me importaba en absoluto. ¿Podría haber un hombre que no estuviera feliz de experimentar tal placer supremo?
—Aahh ♡. Ahh ♡. Ahh ♡. Ahh ♡. Asombroso ♡. Asombroso ♡. Me voy a correr ♡. Me corro ♡. No puedo parar de correrme con la polla de este solitario virgen ♡. Haa, ahh ♡. Ahh ♡. Ahh ♡. Ahh ♡. Ahh ♡.
Tras terminar de correrme en la boca de Sumika, me zambullí de inmediato en el sexo con Rurina. Balanceando mis caderas y haciéndolo a lo perrito, agarrado desde atrás los brazos de Rurina, sus bien dotados pechos se balanceaban significativamente.
El experimentado coño gal de Rurina ofrecía un sabor distinto al de Sumika. La sensación de los pliegues del interior y la estrechez eran totalmente diferentes. Sin embargo, el placer de introducir mi pene era innegable en ambas.
—E-Espera, no puedo más ♡. Desde hace un rato, he estado corriéndome de una manera que no sabía que podía hacerlo ♡. Si me corro más, moriré ♡. Definitivamente moriré ♡. ¡Moriré por correrme demasiado…! —Mientras se corría, Rurina se quejaba, pero no creo que una persona moriría sólo por eso. …Probablemente.
El uniforme y la ropa interior que le quité a Rurina estaban esparcidos por el suelo, ya mezclados con los uniformes y la ropa interior de Sumika y mía, tirados descuidadamente por la habitación. Detrás de mí, mientras seguía penetrando a Rurina por detrás, Sumika presionaba sus pechos contra mi espalda, besándome repetidamente el cuello y los hombros.
En el abdomen bien tonificado de Rurina, desprovisto de exceso de grasa, había un piercing plateado en el ombligo. Un estudiante varón de instituto, a menudo tratado como personaje de fondo en clase, había llevado a su habitación a dos hermosas compañeras de distinto tipo, entregándose a un frenesí de sexo. En su mojada vagina, introduje temerariamente mi pene erecto sin siquiera llevar preservativo, moviendo vigorosamente las caderas para eyacular dentro de su útero. Cada dato aportado por mis sentidos avivaba aún más mi excitación, haciendo que mi vara de carne se pusiera aún más rígida.
—¡Me-me corro ♡! ¡Me corro, me corro, me corro, me corro ♡! ¡¡Me corroooooooooo!!
—¡Ugh! ¡Ah! ¡Tu coño de gal se está apretando…! ¡Aaahh! —Como con Sumika, eyaculé dentro de la vagina de Rurina. No llevaba la cuenta de cuántas veces había eyaculado hoy, pero la fuerza con la que salía mi semen no mostraba signos de disminuir. Mientras eyaculaba, la vagina de Rurina apretaba mi pene con una fuerza tremenda, y Sumika seguía jugando con mis pezones desde atrás.
Era increíble. Actuar como un trozo de basura irresponsable y frívolo, vivir como un bastardo mujeriego promiscuo fiel a los deseos de mi parte inferior… era realmente lo mejor.
Mientras mi mente se quedaba completamente en blanco, con información que no fuera el palpitante placer de la eyaculación volviéndose borrosa, volví a pensar en ello.
—…Bueno entonces, Seto-kun, adiós por hoy. Nos vemos mañana en el aula.
—Sí, nos vemos.
La noche ya había progresado significativamente. Los tres nos entregamos libremente a los deseos sexuales de la adolescencia, practicando el coito desenfrenado. A pesar de los largos días de la estación, el exterior se había vuelto completamente oscuro.
Desgraciadamente, como supuesta «seria jovencita», Sumika tenía un toque de queda. Había un límite para lo tarde que podía excusarse diciendo que estaba ayudando al profesor con su trabajo, por mucho que fuera una alumna de honor y confiaran en ella. Ahora tenía que correr a la estación de metro para llegar justo a tiempo a ese toque de queda.
Volví a recordárselo en la puerta al salir para despedir a Sumika.
—¿Segura que no quieres que te lleve a la estación?
—Sí, estoy bien.
No sé hasta qué punto he decidido actuar como un bastardo mujeriego, pero no creo que sea buena idea dejar que una chica camine sola por una calle tan oscura de noche. Pero si alguien la ve paseando con un hombre a estas horas, entonces el daño reputacional que sufrirá es inevitable.
En el tranquilo aire nocturno, Sumika y yo estamos frente a frente bajo la luz del porche delantero. Ella está vestida con su uniforme escolar, igual que en clase. Su blusa está abrochada hasta el primer botón, y no hay ni una sola irregularidad en su falda ni en sus calcetines. Resultaba difícil creer que fuera la misma chica que, hace apenas unos minutos, estaba desnuda chupando la polla de un compañero de clase para luego metérsela en el coño, sudando por todas partes y contoneando las caderas de forma intensa y lasciva.
Sin embargo, es un hecho innegable que mi esperma fresco está metido dentro del útero de esta chica, sin importar su aspecto exterior.
Incluso si Sumika tomara el tren de la estación después de esto, a los ojos de una persona normal, parecería una chica seria que hubiera estado en la escuela de repaso o algo así hasta tarde y se fuera a casa. Pero no era así. Esta chica había estado en mi casa, la «casa de un hombre» desde después de comer hasta esta hora del día, meneando las caderas, sacudiendo los pechos y completamente absorta en un muy placentero sexo.
—…Oye, Seto-kun. —Por mucho que se ajustara el uniforme, la voz única, dulce y pegajosa, tras obtener placer del sexo no podía ocultarse. Sumika me miró fijamente y susurró febrilmente—. ¿Cuándo volverás a tener sexo conmigo?
A pesar de antes estar a punto de desmayarse por los continuos orgasmos y de gritar que no la hiciera correrse más, Sumika dijo tal cosa. El ansia de una chica que había aprendido del sexo era tan insaciable como mi propio deseo sexual.
Sorprendentemente, yo también estoy bastante ocupado. Además de Sumika y Rurina, también están Airi-san, y Ryoko Yamao-chan, la idol de atletismo que tiene novio, que se pone en contacto conmigo cuando no puede aguantar la calentura, pidiéndome que tenga sexo con ella. Pero cuando una chica me lo pide así, sólo hay una respuesta que puedo dar:
—Cuando tú quieras, Sumika.
Al decir eso, Sumika se sonrojó, asintiendo en voz baja con un: «Sí».
Durante ese intercambio, el toque de queda de Sumika se acercaba momento a momento. Sumika y yo nos despedimos con un beso. Fue un beso tímido, diferente de los intensos durante el sexo, sólo presionando ligeramente nuestros labios.
—Seto-kun, volvamos a vernos mañana en clase, ¿sí? —Por supuesto, ella sabía que yo también me cogía a otras chicas. Pero para ella, que se había vuelto adicta al placer del sexo, parecía un asunto trivial. Más bien, precisamente porque solía ser una estudiante seria y ejemplar, una vez que experimentara el depravado placer, quizá no pudiera escapar de él.
Al fin y al cabo, al ser animales, no podemos resistirnos a nuestros instintos.
Observé a Sumika, que agitaba la mano, desde la entrada, después de caminar un poco. Cuando volteó en una esquina, me quedé quieto un rato, incluso después de que ella desapareciera de mi vista. Aunque sabía que llegaría el momento de separarnos, puesto que vivíamos en casas distintas, me sentía bastante solo. Sentía como si se me hubiera abierto un agujero en el pecho. Aferrándome a ese sentimiento, volví a mi habitación.
—Eh, Rurina-san. Sumika se ha ido a casa, pero ¿y tú?
Rurina, aun completamente desnuda, estaba tumbada boca abajo en la cama, moviendo ligeramente las caderas. Su piel sudorosa brillaba, con un aspecto muy hermoso. En medio de su respiración entrecortada, dijo:
—Voy a quedarme… toda la noche ♡.
Al oír esas palabras, sonreí con naturalidad, me desnudé para que Rurina se sintiera aún mejor y le cubrí la espalda tumbándome encima de ella. Después de tener sexo hasta quedar completamente exhausto, abracé el cuerpo de Rurina y me dormí profundamente.
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