Optimizando al extremo mi build de juegos de rol de mesa en otro mundo

Vol. 4 C1 Prefacio Parte 1


Juego de Rol de Mesa (en inglés, TRPG)

Una versión analógica del formato de juego de rol que utiliza manuales impresos y dados.

Una forma de arte escénico en la que el Maestro del Juego (en inglés, GM) y los jugadores desarrollan los detalles de una historia a partir de un esquema inicial.

Los PJ (Personajes Jugadores) nacen a partir de los detalles en sus hojas de personaje. Cada jugador vive a través de su PJ mientras superan las pruebas del Maestro del Juego para llegar al final de la historia.

En la actualidad, existen innumerables tipos de juegos de rol de mesa que abarcan géneros como fantasía, ciencia ficción, horror, chuanqi moderno, disparos, postapocalíptico, e incluso entornos de nicho como aquellos basados en idols o sirvientas.


 

No había dolor, ni cansancio. ¿Cuánto tiempo había flotado en este espacio interminable de cálida suavidad? Con cada respiración, una suave cosquilla subía por su nariz y llegaba a su cerebro, enviando al ego cada vez más profundo en el mar viscoso y apacible.

Libre incluso del reconocimiento de su propio estado dormido, el yo no estaba compuesto por una cadena de pensamientos, sino por un ser primordial.

Aunque asumía que su experiencia ameboide continuaría para siempre, el final llegó eventualmente. Como la súbita sensación de frío que se instala después de remojarse demasiado tiempo en un baño tibio, la conciencia fue arrancada del lugar hundido donde se había asentado.

Finalmente, el ego dormido fue liberado de sus restricciones. Sabía. Sabía que tenía un cuerpo. Que su cuerpo tenía un núcleo, y que de este núcleo lleno de órganos palpitantes surgían brazos y piernas. Que la cuna que llamaba cerebro residía en una cabeza unida a este núcleo. Y, por supuesto, que era una instancia de lo que uno podría considerar la raza humana quintesencial: era un mensch.

Los recuerdos burbujeaban, enredándose a medida que emergían, convirtiéndose en mí. Yo sabía que había nacido en un planeta tercero en órbita alrededor de su sol, en el país de Japón, al extremo oriente. Sabía que había vivido un poco más de treinta años antes de que el cáncer de bazo pusiera fin a mi tiempo como Fukemachi Saku.

Y sabía más. Sabía que había conservado esos recuerdos cuando había nacido en el cantón suroeste de Konigstuhl en el Imperio Trialista de Rhine, que era Erich, el cuarto hijo de Johannes.

Es cierto… No era algún procariota destinado a ahogarse en el fango del reposo, sin concepto de vida o muerte. Era una persona, afortunada de obtener una segunda hoja de personaje.

A medida que mi yo se consolidaba, también lo hacían mis recuerdos.

Mi vida en Konigstuhl y el vínculo inquebrantable que había formado con Margit. Mi amada hermana Elisa, su secuestro y la subsiguiente revelación de su naturaleza de sustituta. Las leyes cautelosas que nuestra nación usaba para controlar peligros descontrolados y el camino que ella necesitaba tomar para seguir siendo Elisa de Konigstuhl, en lugar de propiedad estatal. La matusalén que abrió ese camino al emplearme y enseñarle a Elisa, Agripina du Stahl.

Mi primera vez saliendo del cantón. La mansión en la que nos detuvimos, el encuentro fatídico y el inolvidable dolor de la despedida.

Las calles gloriosas de la capital. El castillo de negro azabache y el extraño funcionamiento del Colegio Imperial.

La prisa por ganar la matrícula de mi hermana. Mika convirtiéndose en mi primer amigo fuera del cantón. Invitarlo a Wustrow, la puerta de entrada al norte, para un recado menor. La búsqueda de un viejo y terco treant. Descubrir que Sir Feige simplemente no se ajustaba a su línea de trabajo.

Un avistamiento fortuito y el juramento de amistad de por vida que siguió, creando una noche que era un secreto solo nuestro.

Y finalmente… el bosque al que entramos para ganar el tomo de Sir Feige y nuestro primer laberinto de icor superado. Los implacables zombis, el agotamiento, el sangrado y el dolor. La humillante realización de la inexperiencia y el emocionante reconocimiento de la fuerza que precedió a mi primer enfrentamiento con un espadachín más fuerte que yo.

¿Qué había sucedido al final de esa lucha desesperada mientras rozaba el vacío de la muerte? En un instante de eternidad, el mundo giraba a mi alrededor.

Tengo que despertar. Una voluntad poderosa levantó mis párpados pesados… para ver una escena que sería criminal describir.

—¿Ya es temprano, verdad? —es decir, desperté para ver a Ursula ante mí, con sus partes privadas tan dudosamente protegidas como siempre. A pesar de que su cabello era su único cobertor, y aun así solo en ciertos ángulos, la svartalf no tenía ni rastro de vergüenza al estar de pie sobre mi rostro con sus piernas desnudas.

Colocó sus pies a ambos lados de mi nariz y puso una mano en cada cadera, anunciando al mundo que no estaba de buen humor. La sonrisa en su rostro la hacía aún más aterradora.

—No creo que sea muy agradable caminar sobre la cara de alguien.

—Esto es lo que sucede cuando ignoras la considerada advertencia de otro, oh Amado.

La maleducada svartalf agitó sus alas y se elevó en el aire, solo para volver a bajar y plantar su trasero en el puente de mi nariz. No, eso no es lo que quería decir. La parte de caminar no era lo importante.

—Me gustaría que te quitaras de mi cara, —dije llanamente.

—A mí me parece que este es un resultado adecuado para alguien que se mete en el camino del peligro a pesar de mi sabio consejo. ¿No crees?

Las piernas esbeltas de Úrsula se extendieron para picar en mi boca y reprenderme por contestarle. Lo aguanté un rato, pero eventualmente me molesté e intenté asustarla abriendo la boca como si fuera a morder. Desafortunadamente, ella simplemente comenzó a golpear mi lengua, así que desistí. No tenía la intención de dejar marcas de dientes en mi pequeña amiga de cabello plateado, ni siquiera como broma.

Después de renunciar a quitar el peso de mi cara, finalmente me di cuenta de que estaba atado a la cama.

—…¿Estuve fuera mucho tiempo?

—No particularmente, —dijo Úrsula—. No, en absoluto. La medicina del médico solo te hizo dormir durante escasos cinco días.

¡¿Cinco días?! ¿He estado inconsciente durante cinco días desde que Sir Feige me noqueó?

—Me escondí y escuché el diagnóstico. Aparentemente, estabas en un estado bastante lamentable, Amado. Tu cuerpo estaba hecho jirones y tu mente estaba haciendo todo tipo de trucos para ignorar el dolor. Cualquier cosa peor y habrías quedado discapacitado de por vida.

Escuchar lo que estaba mal conmigo en términos tan definitivos me asustó de sobremanera. Básicamente me estaba diciendo que había estado ignorando las señales de advertencia del dolor gracias al arrebato de la batalla, y cada paso que había dado venía con su propia tirada de constitución. Descubrir que un solo giro desafortunado podría haberme matado en el acto no ayudó en absoluto; solo me asustó.

—Honestamente, —suspiró Úrsula—. No puedes andar arriesgando tu vida cuando no podemos ayudarte. ¿Para qué crees que te di estos labios? Los mortales son tan rápidos para correr y morir en cuanto apartamos la vista. ¿Cómo podré mirar estos bonitos ojos tuyos si están enterrados en la tierra?

Aún molesta, giró hábilmente en mi nariz sin levantarse y comenzó a pellizcar mis párpados con sus dedos de los pies. Las lágrimas brotaron por el dolor, pero resigné a regañadientes a mi reprimenda… aunque en el fondo sentía que ningún aventurero habría retrocedido ante una advertencia tan profunda en medio de una misión.

Dicho esto, me sorprendió verla: si había estado fuera durante cinco días, eso significaba que la Luna Falsa acababa de comenzar a crecer. Al mirar mejor, vi que Ursula era dos tallas más pequeña de lo habitual y el resplandor de ensueño de su cabello no era tan brillante como antes. Lo poco que pude ver más allá de las cortinas indicaba que era de noche; que ella fuera tan poco impresionante cuando el escenario estaba claramente preparado para ella mostraba que estaba superando sus límites.

—Lo siento, —dije—. Y gracias por preocuparte por mí.

Hay dos cosas que le debes a alguien que se esfuerza por visitarte en tu lecho de enfermo: disculpas y gratitud. Por cansado que estuviera, no había caído tan bajo como para olvidar mis modales básicos.

Los ojos delicados de Úrsula parpadearon asombrados. Después de un momento, logró digerir lo que yo había dicho y finalmente asintió en aceptación.

—Todavía tengo mucho que decir, pero eso fue todo lo que quería escuchar. Me guardaré el resto para mí misma.

Las alas del hada revolotearon de nuevo, elevándola con un tenue resplandor a su paso. A medida que volaba, las restricciones que me habían impedido caer de la cama durante mi sueño animado se deshicieron.

Liberado tanto del peso en mi rostro como de mis ataduras, me incorporé y descubrí que mi cuerpo estaba sorprendentemente ligero, a pesar de haber dormido durante cinco días.

Había dormido durante dos semanas seguidas durante el terrible tratamiento de la enfermedad terminal de mi primera vida, y me había atrofiado hasta el punto de no poder sentarme cuando abrí los ojos. La diferencia era asombrosa; quizás las curas mágicas tenían que ver.

Además, ni mi ropa ni mi cabello estaban hechos un desastre. Algún alma amable debía haberme lanzado regularmente el hechizo de Limpieza; era una bendición que la magia tuviera una forma de deshacerse de la suciedad sin desnudarte ni entrar en un baño.

Con cuidado, me saqué de las mantas que había calentado con mi cuerpo en coma. Probé mis dedos y los encontré tan hábiles como siempre, y pude sentir el frío del invierno que se acercaba en mis piernas. Doblé las rodillas, giré los tobillos y moví los dedos de los pies para asegurarme de no haber perdido el control motor.

Poco a poco, bajé los pies al suelo y apreté mi mitad inferior; me puse de pie con un suave vaivén, pero no me encontré con ninguna sorpresa indeseada.

Apenas podía creer que hubiera estado acostado en la cama durante cinco días, por lo robustos que se sentían los troncos que me sostenían. Mi cuerpo no estaba frío, pálido ni sin vida; había superado la muerte segura sin perder nada.

—Sí… ¡Sí! ¡Puedo moverme! ¡Lo logré! ¡Puedes comerte un mojón!

—¿A quién diablos estás maldiciendo? —preguntó Úrsula—. Si es al Dios de las Pruebas, te sugiero que te detengas. Tu emoción solo servirá para incitarlo.

Si tenía que dirigir estas palabras en alguna dirección, sería al incompetente Maestro del Juego al que el universo llamaba destino. ¿¡Qué tipo de idiota enviaría un grupo incompleto sin un sanador tan importante a un calabozo así sin siquiera darnos tiempo para prepararnos!?

Sin embargo, al final, logré sobrevivir. Cada enemigo en nuestro camino se consideraba el verdadero PJ1 mientras caminaban por este mundo carente de diseño de nivel deliberado, pero yo seguía respirando.

¿Qué podía hacer sino celebrar? Caer en la batalla junto al jefe final podría ser una hermosa conclusión en la ficción, pero la definición de victoria de un aventurero tosco incluía el viaje de regreso a casa. Mis aspiraciones profesionales se vieron aún más impulsadas por el objetivo inmediato de ganar la matrícula de Elisa, haciendo que este punto fuera doblemente cierto.

—Espera, ¿y qué hay de Mika?

La habitación alta y aromática albergaba más de una cama, pero la que tenía frente a mí estaba vacía. Me volví para ver que la cama a la izquierda de la mía tenía un bulto del tamaño de una persona.

Me acerqué sigilosamente y encontré a mi amigo durmiendo plácidamente. Estaba de lado, aferrándose al borde de su manta para mantenerse abrigado, y sus largas y profundas respiraciones no mostraban signos de angustia mental.

Aunque no podía ver claramente en la oscuridad, el cabello de mi viejo amigo asomando por debajo de las mantas parecía más largo de lo que recordaba. ¿Estaría imaginándome cosas?

—Tu pequeño amigo tuvo un despertar mucho más fácil e incluso tiene permiso del médico para caminar, —me informó Ursula—. Llegaste dos días tarde.

Gracias a los dioses. Mika se recuperó aún más rápido que yo. Verlo sangrar por los oídos me había hecho temer que su condición fuera más crítica que la mía, pero resultó que mi esfuerzo físico me ganó dos días adicionales de inmovilidad. De todos modos, me alegró escuchar que ahora estaba lo suficientemente bien como para estar de pie por sí mismo.

Mi mano se extendió hacia su cabello antes de que pudiera pensar. En algún momento, inconscientemente había empezado a temer que su buena salud fuera solo un sueño y quería algún tipo de retroalimentación táctil para confirmar su autenticidad.

La respiración de Mika era tan lenta y constante que me tranquilizaba solo escucharla. Cuando peiné su melena con mi mano, se deslizó entre mis dedos como agua corriente.

…¿Eh? Espera, juraría que tu cabello es más largo. Eso, ¿y no era más ondulado antes?

Totalmente ajeno al hecho de que jugar con el cabello de mi amigo dormido sin su consentimiento me convertía en un rarito, seguí jugando con él sin pensar con una mano y me puse la otra en la barbilla para pensar. Úrsula aterrizó en mi hombro con un suspiro y me miró como si yo fuera alguna especie de bestia irredimible.

—No quiero interrumpir tu diversión, pero ahora que estás despierto, te pido que asumas algo de responsabilidad por tus acciones.

—¿Qué se supone que significa eso?

La mención repentina de una responsabilidad que no sabía que tenía hizo que mis dedos se detuvieran y los brillosos mechones de cabello se me escaparon de las manos. La miré con confusión. Úrsula negó con la cabeza y encogió los hombros antes de señalar al cajón junto a mi cama.

—¿¡…!?

Me quedé tan impactado que olvidé que estaba en un hospital y grité, pero no salió ningún sonido. Juzgando por la expresión de «¿Acaso este chico es estúpido?» que me estaba dando Ursula, ella había tenido la amabilidad de detenerme.

Junto a la cama en la que había estado dormitando había dos espadas. Una era la Lobo Custodio: mi fiel compañera estaba cuidadosamente apoyada, envuelta cómodamente en cuero. El problema estaba con la otra, una hoja igualmente familiar apoyada descuidadamente en la cómoda a su lado, desprovista de la modestia de una vaina.

La espada maldita que había enviado a los confines del universo estaba allí como si hacerlo fuera su derecho divino.

Úrsula no necesitó usar sus artes mágicas feéricas esta vez: mis labios temblaban arriba y abajo, pero no salía ni una sola palabra. Verme empapado en la vista del pedazo de oscuridad que brillaba más oscuro que la noche sin luz debió de haber sido una maravilla de comedia.

—Seguro que has conquistado a una difícil, —dijo Úrsula—. Permíteme decirte que costó mucho esfuerzo asegurarme de que no hiciera ninguna travesura mientras estabas dormido.

La svartalf suspiró con la gravedad de un estudiante tratando de hacer que el payaso de la clase dejara de comportarse mal. Uh, no creo que esto sea tan relajado como lo estás pintando…

¿Por qué estaba aquí? Yo había exprimido hasta la última gota de mi maná para enviarlo a la tumba interminable de algún lugar lejano.

—No estoy completamente segura de los detalles, —explicó—. Después de todo, esta espada es incluso más antigua que yo. De hecho, dudo que podamos encontrar muchas tan antiguas como ella.

Con esa escalofriante introducción, Úrsula continuó explicando el resumen general de las cosas. Aparentemente, los alfar podían interpretar aproximadamente los caprichos de tales flagelos vivientes. Como mensch, yo solo podía captar las emociones crudas que irradiaban… pero tener un intérprete no era suficiente para que quisiera esta molesta maldición de espada.

Según Úrsula, la espada de condenación había generado el laberinto de icor en busca de un nuevo amo. Había deseado un guerrero capaz de empuñarla: el desafiante debía ser tan fuerte o más que su compañero anterior. Escuchar que todo eso fue causado por el berrinche de esta malvada arma dejó mi mandíbula abierta.

—Ella quiere amor: amar y ser amada… Parece que ha estado actuando por cortejo, por angustiante que pueda ser para un mortal.

De repente, un grito silencioso arañó la parte trasera de mi mente en desacuerdo. Como es de esperar, la fuente era la reliquia de peligro inclasificable.

No tengo idea de cómo describir los «sonidos» que estaba haciendo. Escuché una cacofonía de voces que se mezclaban con el chirriante vidrio y metal; el ruido sin sentido de todo eso inyectó paradójicamente solo significado en mi psique.

Nunca debió ser escuchado por los sacos de carne que caminaban por el planeta. Tal vez por eso mi cerebro disgustado eligió interpretar la intención de la espada de una manera tan horrenda.

—Puedes afirmar todo lo que quieras que no causas angustia, —replicó Úrsula—, pero incluso nosotros estamos más cerca de la vida fugaz que tú.

—Espera, —dije—. ¿Tienes idea de cuántas personas murieron en ese laberinto? Estoy seguro de que había incluso más de los que vi y que ni siquiera pudieron ser resucitados como zombis… Lo siento, pero no hay posibilidad de que pueda usar una espada con ese tipo de terrible poder.

—Pero ella está diciendo que no sabe nada sobre los muertos vivientes.

—¿Cómo es eso?

Úrsula continuó traduciendo los crujidos astillados que entraban en mi alma. Aparentemente, la espada misma no tenía el poder de resucitar a los muertos; no, eso había sido causado por los remordimientos de su antiguo amo mientras lo acunó en la muerte.

La espada misma había engendrado el laberinto de icor para atraer a desafiantes, pero afirmaba que los zombis y los acertijos temáticos esparcidos por todas partes habían surgido de las obsesiones personales del difunto aventurero. Su apego le había dado dirección al icor concentrado, reciclando a aquellos a quienes derrotaba en más pruebas de fuerza… hasta que nació un calabozo.

Ahora que lo pienso, el diario que había hojeado terminaba con el aventurero confesando su mayor arrepentimiento: que no había logrado encontrar un sucesor al que confiarle su amada espada.

¡Vaya par de enamorados! ¡Vayan y consigan una habitación y enciérrense para siempre!

Mi lamento sincero no llegó a nadie más y la explicación desapasionada continuó.

Excepto por su consciencia, la espada en sí no tenía poderes notables… eso es, aparte de su capacidad para regresar al lado de su portador.

La espada alardeaba de las mismas capacidades que las famosas espadas divinas que abundaban en los mitos de mi mundo anterior. No tenía idea de cómo algo tan magnífico podía terminar exudando un aura tan mortal. ¿Está bien de verdad? ¿Podemos confiar en ello? Estaba seguro de que empuñarla se comería mi mente; quiero decir, solo escucharla requería una tirada de cordura.

Úrsula continuó explicando que la espada maldita había utilizado al máximo su propiedad de regresar a casa para escapar del infinito en otro lugar de mi portal y terminar junto a mi cama. Pero, ya sabes, yo no era precisamente un admirador de ser reconocido como su portador sin mi consentimiento.

No-no hay manera. No necesito esta cosa.

—Pero este tipo de seres son del tipo que te persigue hasta el fin de los tiempos… o del espacio, en este caso, —dijo la svartalf—. No debes andar vendiéndola una y otra vez para ganar monedas extras. ¿Entendido?

Yo no era el tipo de tonto que andaría vendiendo cuchillos invisibles toda su vida. Más bien, ni siquiera podía imaginar qué tipo de lunático querría comprar algo tan atroz en primer lugar. Si yo fuera un comprador, no me importaría lo raro o fuerte que fuera; ni aunque me pagaran por llevármela.

—Puede que no desees escuchar esto, —añadió Úrsula—, pero creo que vale la pena saber cuándo retirarse.

Si un mensch, o al menos un ser mortal, me hubiera dicho esto, tal vez hubiera podido aceptar esta verdad a regañadientes. Pero escucharlo de un fenómeno imperecedero dotado de conciencia se sentía como una burla pura.

Claro, había llegado hasta aquí aceptando algunas pérdidas. Puede que no tuviera control sobre mi cabello y mis ojos, pero me había acostumbrado a mis tratos con los alfar, y diría que no todo era malo.

Sin embargo, esta consolidación pura de lo incorrecto era algo completamente diferente. Sí, había interpretado muchos personajes con espadas doble filo literales, donde encontraba resquicios para usar mis deméritos a mi favor. Sí, me había divertido arrastrando a mi familia —en retrospectiva, todos habían sido deportistas increíbles— mientras representaba el conflicto emocional de empuñar tal arma. Pero hacerlo de verdad estaba fuera de discusión.

Además, ¿cuál es su problema? ¿Qué quiere una espada con el amor? ¿Qué significa eso incluso? ¿Se supone que debo acunarla en la cama todas las noches? ¿Se supone que debo lamerla hasta dejarla limpia?

—Um… —Úrsula frunció el ceño—. Cada vez que se menciona el amor, comienza a hablar increíblemente rápido y honestamente es bastante perturbador…

El agudo dolor del desagrado había apuñalado el interior de mi cráneo; al parecer, la espada estaba charlando sin parar. Si bien era natural volverse más animado al hablar de tu tema favorito, esto era extremo. Apreciaría que dejara de comprimir todas sus emociones en ondas de alta frecuencia que rebotaban en mi cráneo.

Asediado por innumerables ondas cerebrales, me mareé hasta el punto de la náusea. Justo cuando el mundo empezaba a girar… el asalto se aligeró. Puse una mano en mi cabeza para mitigar la persistente jaqueca y la otra permaneció plantada en el marco de la cama para asegurar mi equilibrio; de repente, esta última mano empezó a brillar.

Más precisamente, la gema azul hielo incrustada en mi anillo lunar resplandecía. Incluso después de haberla matado, incluso después de que desapareciera en mis brazos, Helga me estaba cuidando. Aunque no podía bloquear todo, el dolor punzante se suavizó considerablemente. Escuchar esta «voz» durante demasiado tiempo seguramente erosionaría mi cordura, así que estaba terriblemente agradecido de que ahora estuviera más tranquila.

Ya sea que Úrsula conociera mi situación o no, continuó interpretando la corriente tóxica de significado sin que se lo pidiera. Escucharla aclarar pequeños detalles a la vez era una amenaza seria para mi bienestar por sí sola. ¡Detente! ¡No me digas más! ¡Déjame dormir!

El recuerdo de Helga hizo lo mejor que pudo, pero taparme los oídos hizo poco para interrumpir las voces constantes. Aun así, deseaba que alguien las tapara solo para darme un pequeño sentimiento de seguridad.

Había una buena posibilidad de que Úrsula estuviera traduciendo solo porque, de lo contrario, sería ella quien cargaría con la peor parte de la mala voluntad de la espada. Sin entusiasmo, explicó que para que una espada ame, simplemente necesita cumplir su propósito de la mejor manera posible. Ofrecer a su portador una hoja eternamente afilada que nunca se astille, doble o rompa era su oda de afecto.

Aunque sus ofrendas eran simples, la espada oscura ciertamente personificaba lo que significaba ser una espada.

En la actualidad, una espada era un símbolo: alrededor de la cintura, adornada con oros y platas, era un marcador de autoridad. Sin embargo, en sus inicios, la espada había sido una herramienta para derrotar a los enemigos. Así, la oscuridad maldita profesaba su amor mediante una calidad inigualable para ese fin.

Cortaba los metales más duros sin astillarse, sin sucumbir nunca a la fuerza de una espada enemiga. Regresaba a la mano de su portador en un instante si así lo deseaban, sin posibilidad de ser robada por otro.

Un filo impecable, un cuerpo indestructible y una lealtad eterna eran ciertamente las magníficas cualidades que esperaba de las Ascalons [1] y Fragarachs [2] del mundo; sin embargo, extrañamente, mi entusiasmo por empuñar esta seguía estancado en el punto más bajo. Era efectivamente una espada legendaria, entonces, ¿por qué era así… esto? ¿Era esto lo que significaba decir que las estadísticas pueden mentir?

En cualquier caso, la pregunta de qué significaba que una espada amara había sido respondida; a continuación, venía lo que significaba que una espada fuera amada. Como era de esperar, esto simplemente implicaba ser usada como una espada: para matar a los enemigos. Seguía que la profundidad del amor se expresaba a través del arte de la esgrima; después de todo, la maestría era un brote que solo podía florecer al final de un largo camino llamado dedicación.

Las espadas son armas. Aunque se pueden usar para robar, salvar o proteger, en el gran esquema de las cosas, estos objetivos son secundarios al acto de matar a cualquiera que se interponga en el camino de sus portadores. Son solo uno de los muchos productos que surgen de la larga búsqueda de la humanidad por la sangre.

Al final, el propósito de una espada nunca había sido adornar el cinturón de un noble, ni descansar envainada encima de una chimenea como un emblema de paz no utilizado. Para resumirlo todo, este montón negro de perdición quería que anduviera por ahí despedazando a la gente. Sabía que esta cosa estaba loca.

El pulsar se hizo más pronunciado: al parecer, quería que intentara sostenerla. Dicen que no debes criticar las cosas hasta que las pruebes, pero…

—No quiero. Siento que me pondrá enfermo.

—¿Te dolería al menos mantener tus efectos secundarios imaginarios a las maldiciones?

Los mensajes distorsionados acosaron aún más mi mente, y finalmente me rendí, sabiendo que dejarlo estar no haría nada para mejorar mi situación. Extendí la mano con cautela y enrollé mis dedos alrededor del mango.

Para mi pesar, la espada era espléndida. El agarre se aferraba fuerte, pero era contraintuitivamente fácil de rodar en mi mano. Su centro de masa estaba concentrado en el centro, pero la punta tenía un peso sólido; seguramente podría blandirla con gran velocidad si alguna vez le agarraba el truco. El lustre oscuro brillaba hasta los bordes lo suficientemente finos como para cortar el aire frío del final del otoño. Ignorando el abrumador temor por un momento, era tan estéticamente maravillosa como poderosa.

Al ser una montante larga, no podría manejarla con la misma gracia con la que manejaba a la Lobo Custodio, debido a mis innumerables accesorios para armas de una mano, pero no podía negar que la espada era soberbia.

—¿Hm?

Mientras la inspeccionaba por completo para tratar de encontrar un defecto, noté letras doradas grabadas en el pomo. El antiguo texto era en su mayoría ilegible debido al desgaste, pero parecía estar en un idioma cercano al Rhiniano, quizás su lengua madre. De todas las palabras, solo pude reconocer una: «ansiar».

En medio de la incomprensible cadena de caracteres estaba la voluntad de un deseo puro. Probablemente, haber sido forjada con hambre, sed y un espíritu anhelante había sido la razón por la cual estaba tan furiosa. Por ahora, decidí llamarla la Espada Ansiosa.

En este punto, me quedaban pocas opciones. Si ella podía encontrar su camino de vuelta hacia mí después de enviarla a no-sé-dónde, no había mucho más que pudiera hacer. Si simplemente hubiera vuelto a mi puerta después de arrojarla en el vertedero local, hubiera aceptado el desafío de inmediato y habría comenzado a buscar volcanes activos, pero esto era demasiado.

Aunque tenía que decir que la idea de deshacerme de un objeto maldito en un volcán era ciertamente cautivadora. Ya conocía a alguien con orejas puntiagudas, aunque probablemente me dispararía con un arco si me atreviera a hacer la comparación, así que solo necesitaba encontrar compañeros dvergar y floresiensis para hacer el viaje.

Dejando de lado mis fantasías de escapismo, el punto era que ya no podía manejar esta situación por mi cuenta. Algo de este nivel requería la ayuda de Lady Agripina o Lady Leizniz, o tal vez Sir Feige podría ayudar. No podía simplemente ignorar los costos de maná de hacerla volar por los aires cada vez que aparecía, así que mi única opción era aguantar un rato.

Lancé la maldita cosa a un lado en un ataque de desesperación, la sentí quejarse, pero no me importó en lo más mínimo, y volví a la cama.

—Oh, ¿durmiendo de nuevo, Amado?

—Estoy emocionalmente agotado, —respondí—. Cántame una canción de cuna, ¿quieres?

Lo dije como una broma melancólica, pero Úrsula cumplió mi solicitud con una risa. Aterrizó suavemente sobre mi cabeza y cantó como una brisa de medianoche.

—Oh noche tranquila, oh noche suave.

Era una voz amable. Transmitía esa sensación indescriptible de mirar las estrellas con un cigarrillo en la boca después de una larga noche de trabajo extra. Reviví una escena con el resplandor tierno de una luna vigilante y una ráfaga fresca que quitaba el sudor de mi frente cansada.

En medio de toda la fatiga y el estrés, eso había sido un verdadero momento de respiro.

¿Será porque ella era un alf de la noche? Apreté fuerte mi almohada, su fragancia herbal aferrándose a mi nariz. Un largo suspiro escapó de mis labios, lleno de alivio y nostalgia entrelazados.

—Oh noche iluminada por la luna, deja que tus brazos de luz cuidadosos nos sostengan, deja que las almas dormidas descansen.

Aunque me encontrara cargando con una carga no deseada, tal vez esta canción podría contar entre mis recompensas.

No, de hecho, estoy seguro de que sí. Acabo de terminar de dormir por eras, pero realmente siento que voy a disfrutar de este próximo sueño.

Oh, lo olvidé. Nunca comprobé cuánta experiencia gané por todo esto…

—Buenas noches, Amado, —susurró Ursula—. No olvides depender de nosotras la próxima vez.

…pero eso puede esperar para mañana.

 

[Consejo] Aunque raras, las herramientas conscientes son ampliamente conocidas por existir. Aunque algunas son aclamadas como amigas de las personas por su dominio de las lenguas mortales, no hay garantía de que sus valores coincidan de alguna manera. No son animales, ni son espíritus; menos que nada, no son personas.



[1] Espada que se dice perteneció a San Jorge, protagonista de la leyenda de San Jorge y el dragón.

[2] Nombre de una espada mítica perteneciente a la mitología celta. Comúnmente conocida como “la respondona” por su habilidad de hacer decir la verdad de a quien se le pusiera contra el cuello. 

 

¿Quieres discutir de esta novela u otras, o simplemente estar al día? ¡Entra a nuestro Discord!

Gente, si les gusta esta novela y quieren apoyar el tiempo y esfuerzo que hay detrás, consideren apoyarme donando a través de la plataforma Ko-fi o Paypal

Anterior | Índice | Siguiente