Sasaki y Pii-chan
Vol. 6 Objeto Volador No Identificado Parte 4
Con nuestra corta estancia en el otro mundo llegando a su fin, regresamos a Japón como siempre. Nuestro destino era el mismo de siempre: el hotel cerca de mi apartamento en ruinas. Y como hacÃa cada vez que volvÃamos, revisé mi teléfono en busca de mensajes. Mientras tanto, Pii-chan comenzó a introducir nuevos datos sobre la diferencia horaria intermundial en la computadora portátil.
Una vez que terminamos con nuestra pequeña rutina, Pii-chan dijo:
—Creo que es hora. ¿No deberÃas ponerte a trabajar?
—Sobre eso. ¿PodrÃamos ir hoy a la mansión de la Srta. Futarishizuka en su lugar?
—¿No vas a ese oficina o algo asÃ?
—Para este trabajo, se nos ha dado la discreción necesaria para trabajar fuera de la oficina, creo.
—Entiendo.
Compartà mi plan con la Srta. Futarishizuka y la Srta. Hoshizaki la noche anterior. Nuestra historia de cobertura era que irÃamos directamente al campo y luego a casa todos los dÃas, pero en verdad, estarÃamos cómodamente en la villa de Karuizawa. EspecÃficamente, analizarÃamos los datos sobre las apariciones del OVNI.
—El gobierno nos ha proporcionado datos muy valiosos, —habÃa dicho la dueña de la villa—. No podemos simplemente subirlo a la nube de otra empresa. —Con una excusa tan confiable respaldándonos, la Srta. Hoshizaki y yo habÃamos aceptado sin quejas.
Le di a Pii-chan un breve resumen de la situación.
—Entonces, ¿deberÃamos trasladarnos a la mansión de la chica de inmediato?
—La Srta. Hoshizaki deberÃa llegar pronto. Esperemos por ella.
—Muy bien.
Una vez que mi compañera llegó, nos trasladamos a la villa de Karuizawa, dejando nuestros teléfonos de la empresa en la habitación del hotel. Nuestros datos de ubicación harÃan que pareciera que estábamos trabajando allÃ. Y ahora que el Sr. Akutsu y yo tenÃamos control sobre la debilidad del otro, supuse que no comenzarÃa a espiarnos sin provocación.
Al llegar a la villa de la Srta. Futarishizuka, nos instalamos en su elegante sala de estar.
—Oye, Sasaki, ¿puedo preguntarte algo?
—¿Qué pasa, Srta. Hoshizaki?
—¿Estás realmente seguro de esto?
—¿Sobre qué?
—Bueno, quiero decir, nos pagan por trabajar, ¿verdad?
Ella estaba sentada en el sofá, con una expresión acusadora en su rostro. Su mirada estaba dirigida hacia la Srta. Futarishizuka, que estaba en el otro sofá; de hecho, reclinada de lado y jugando con su teléfono inteligente. Era la imagen misma de la pereza.
En cuanto a mÃ, estaba justo al lado de la Srta. Hoshizaki leyendo un texto sobre radioaficionados. En términos de hacer el trabajo que se me asignó, tampoco estaba trabajando. Decir que se trataba de superación personal sonaba bien, pero en realidad, simplemente estaba holgazaneando.
—El gorrión dijo que se encargarÃa del trabajo por nosotros, ¿recuerdas? —dijo la Srta. Futarishizuka, dirigiendo su atención a la mesa baja.
—Te recordarÃa que no soy tu sirviente.
El distinguido gorrión de Java estaba sobre la mesa, frente a una computadora portátil y manipulando hábilmente un pequeño gólem que habÃa hecho con tierra del jardÃn de la villa para usar el teclado. La pantalla mostraba un fondo negro repleto de filas de letras y números. Aparentemente, se habÃa conectado de forma remota a una computadora de trabajo en el servidor de la mansión para realizar esta tarea. La dueña de la mansión habÃa proporcionado el equipo, y cuando llegamos esa mañana, todo el sistema ya estaba funcionando.
—De cualquier manera, todavÃa estás haciendo el trabajo por nosotros, —replicó ella.
—Estoy ayudando a esa y a esa sola. Tus deseos no están relacionados.
—Oh, lo sé. Es solo que nuestra superior aquà parece infeliz.
Pii-chan estaba revisando tanto los datos que el jefe habÃa proporcionado sobre las apariciones del OVNI como el misterioso mensaje en código Morse que habÃamos recibido el dÃa anterior. El ave estaba tan fascinada por ello que me habÃa pedido si podÃa echarle un vistazo también. Dudaba que obtuviéramos algún resultado de todos modos, asà que le entregué la tarea sin dudar. Últimamente, este tipo de análisis de datos parecÃa ser su pasatiempo, asà que ni siquiera me sentÃa culpable.
Sin embargo, no se podÃa decir lo mismo de la Srta. Hoshizaki. Nuestra siempre seria superior se sentÃa muy culpable por estar perdiendo el tiempo.
—Pero ¿cómo se supone que vamos a informar esto al jefe? —preguntó ella.
—Podemos inventar lo que queramos, —dijo la Srta. Futarishizuka—. Nuestros resultados recientes hablan por sà mismos. Merecemos relajarnos, de lo contrario nos quemaremos. La última «vacación» que tuvimos, si es que se le puede llamar asÃ, terminó en el cuarto dÃa. Solo tuvimos tres dÃas libres .
—Pero mientras estamos aquà sentados, nos están pagando por trabajar.
—¿Quieres encargarte tú del análisis de datos en su lugar, niña? No me costarÃa nada.
—E-eh, bueno, no…
—Y noto que tampoco estás avanzando con el trabajo escolar que trajiste.
—Urgh… —La Srta. Hoshizaki miró a la Srta. Futarishizuka con frustración. Pero no dijo más. La chica del kimono tenÃa razón: sà tenÃa libros de texto y cuadernos extendidos frente a ella.
Mientras Pii-chan hacÃa nuestro trabajo, todos habÃamos estado pasando el tiempo como querÃamos. La Srta. Futarishizuka estaba revisando sus juegos móviles, yo estaba estudiando sobre radioaficionados, y la Srta. Hoshizaki estaba haciendo su tarea de matemáticas.
Las ecuaciones en su cuaderno habÃan estado esperando una respuesta durante unos minutos. Me sorprendió un poco que la Srta. Futarishizuka prestara atención al estado de la tarea de nuestra superior incluso mientras jugaba en su teléfono. Y dudaba que a la Srta. Hoshizaki le agradara que se le hiciera notar.
—Está bien, entonces, ¿acaso tú puedes resolver tú este problema? —preguntó.
—Oh…
Eso fue un error, pensé, sintiendo un pinchazo en mi corazón por el comentario descuidado de nuestra superior. Supuse que solo lo habÃa dejado escapar porque la Srta. Futarishizuka parecÃa una niña pequeña por fuera.
La «niña pequeña» se levantó del sofá, caminó hacia ella y rápidamente le quitó el lápiz mecánico de las manos. Inmediatamente comenzó a garabatear algo en el cuaderno. Apenas miró el problema y lo resolvió en un instante. Solo le tomó unos segundos escribir la respuesta.
—¿Qué te parece eso?
—¿Qué…?
La Srta. Futarishizuka dejó el lápiz sobre la mesa mientras la Srta. Hoshizaki hojeaba frenéticamente las páginas de su libro de texto, sin duda revisando la clave de respuestas en la parte posterior.
Cuando su mano se detuvo, una expresión de asombro cruzó su rostro.
—No… Eso no puede ser. ¿Es correcto…?
—Por supuesto que lo es. Y te agradecerÃa que no me subestimes cuando se trata de juegos infantiles.
—……
La Srta. Hoshizaki miró el cuaderno aturdida. Un momento después, su atención se desvió hacia mÃ.
—Oye, Sasaki, no me digas que tú también podrÃas resolver esto.
—Déjame ver, —dije, revisando el problema al que ella señalaba en su cuaderno.
Era una de esas funciones cuadráticas que se enseñan en los primeros cursos de matemáticas. De las que preguntan por un mÃnimo o máximo dentro de un dominio especÃfico, aunque la Srta. Futarishizuka habÃa completado el cuadrado de un tirón sin siquiera dibujar un gráfico.
—Está bien. Bueno, este puede ser un poco difÃcil.
—Solo pregunté si podÃas resolver el problema.
—…Si tuviera que hacerlo, creo que podrÃa.
—¡Ah…! —Ahora estaba aún más sorprendida.
Me dio un poco de curiosidad saber qué posición ocupaba yo en su mente. No habÃa visto problemas de matemáticas en mucho tiempo, y mi ritmo cardÃaco definitivamente se aceleró en el momento en que miré este. Pero mi experiencia escolar volvió a mà sorprendentemente rápido.
—Si no puedes resolver eso, entonces analizar los datos del OVNI está fuera de cuestión, —comentó la Srta. Futarishizuka.
—¡Pero… es solo un pájaro…!
—Eché un vistazo a lo que está haciendo, y ese gorrión de Java está haciendo matemáticas de alto nivel. Si ni siquiera estás en un nivel de ingreso universitario, dudo que puedas hacer el trabajo, incluso si eres capaz de redactar el informe para nuestro jefe.
—……
La Srta. Hoshizaki estaba sin palabras.
Yo tampoco tenÃa idea de lo que estaba haciendo Pii-chan. A juzgar por los nombres de las funciones en su código de programación, apenas podÃa discernir que estaba haciendo un montón de cálculos locos, pero eso era todo. TendrÃa que discutir con la Srta. Futarishizuka cómo informarlo a nuestro jefe más tarde.
Después de una pequeña conversación animada, cuando el reloj estaba a punto de dar la medianoche, escuchamos un golpe de pasos afuera. Todos miramos hacia el pasillo.
Un hombre en traje, que parecÃa estar en sus sesenta, apareció. A pesar de su edad, tenÃa buena constitución, y su traje caro le quedaba muy bien. También se mantenÃa perfectamente erguido. Si lo mirabas de cuello para abajo, incluso habrÃas pensado que era mucho más joven que yo. Me encantarÃa saber el secreto para envejecer asÃ.
El hombre se acercó a la Srta. Futarishizuka.
—Señora, ¿podrÃa tener un momento? —preguntó.
—¿Qué ocurre?
—Acabo de hablar con la señorita Kurosu. Tengo una sugerencia. ¿Puedo tomar una porción de lo que ha preparado para todos hoy? Recordé cómo me instruyó a priorizar su bienestar tanto como pudiera.
Mis oÃdos no pudieron evitar aguzarse al escuchar el nombre de mi vecina. Aparentemente, los cocineros personales de la Srta. Futarishizuka serÃan responsables de nuestro almuerzo ese dÃa; asumà que a eso se referÃa el hombre. También habÃa oÃdo que Lady Elsa los estaba ayudando. Esa era la razón por la que no estaba en la habitación con nosotros.
—¿Oh? —dijo la Srta. Futarishizuka—. SÃ, me gusta esa idea. Adelante.
—Entendido.
Claramente deseando nada más que poner a mi vecina en deuda, la Srta. Futarishizuka asintió en señal de acuerdo. SabÃa personalmente lo aterradoras que podÃan ser sus pequeñas muestras de consideración una vez que empezaban a acumularse. Estaba conquistando las necesidades de mi vecina hora tras hora; solo podÃa esperar que la chica pudiera manejarlo.
El hombre de traje se inclinó respetuosamente y salió rápidamente de la habitación.
—Espero que se haya acostumbrado a su nueva escuela, —comenté.
—Estoy segura de que estará bien, —dijo la Srta. Futarishizuka—. Ese demonio debió tener muchas otras opciones, pero la eligió a ella. Tiene carácter.
Observamos la puerta de la sala, ahora cerrada, mientras al lado, la Srta. Hoshizaki comenzaba a abordar frenéticamente su tarea de matemáticas con renovada pasión.
*
Después de dejar todo nuestro trabajo sobre la investigación del OVNI en manos de Pii-chan, lo observamos luchar con los datos en su computadora portátil durante la mayor parte del dÃa. Pero a medida que se acercaban las cinco, notamos un cambio en su comportamiento. El gólem dejó de escribir mientras mi distinguido gorrión de Java desviaba la mirada de la pantalla y saltaba para quedar frente a nosotros.
—Lo he descubierto, —dijo.
—¿Eh? ¿Descubierto qué? —pregunté en blanco. No podÃamos estar obteniendo resultados en el primer dÃa, ¿verdad?
Pero el Sabio de las Estrellas no pareció ofenderse por mi pregunta descuidada. En cambio, simplemente explicó.
—El mensaje del llamado objeto volador no identificado.
—Espera, ¿en serio?
—No puedo garantizar su fiabilidad, pero creo que he obtenido algunos datos significativos.
La Srta. Futarishizuka y la Srta. Hoshizaki reaccionaron visiblemente, levantándose rápidamente de sus asientos y moviéndose para ver la pantalla de la computadora portátil detrás de Pii-chan. Los tres, incluido yo, nos asomamos al dispositivo sobre la mesa baja.
El fondo de la pantalla era negro. HabÃa visto a programadores y al departamento de TI de mi empresa haciendo cosas asà antes, pero no estaba claro para mà exactamente qué información se mostraba; la pantalla estaba totalmente cubierta de fragmentos extraños compuestos de números y letras.
Y allÃ, en la parte inferior, estaban las palabras en inglés: Come here . Al lado, una serie de números, cada uno separado por comas. ¿Era eso un año, mes, dÃa y hora al final? Vi que incluso especificaba la zona horaria japonesa, asà que no habÃa mucho lugar para dudas.
—Primero, no pude obtener mucho de los datos sobre sus apariciones pasadas.
—SÃ, la oficina dijo lo mismo, —comentó la Srta. Futarishizuka.
Por lo que nuestro jefe nos habÃa dicho, parecÃa que mucha gente estaba trabajando en esto, incluso fuera de la oficina. Probablemente tenÃan a famosos profesores universitarios y cosas asà en el trabajo. Si ninguno de ellos pudo encontrar nada, dudaba que nosotros tuviéramos mucha oportunidad.
—Pero en cuanto al texto que mencionaste como «código Morse» de anoche, obtuve información muy interesante de eso. Esto es mera especulación, pero creo que está señalando una ubicación especÃfica usando el sistema de coordenadas de este mundo.
El gorrión desplegó una de sus alas y señaló la parte inferior de la pantalla negra; la parte que yo habÃa estado mirando. HabÃa dos números después de la fecha y la hora. Si correspondÃan a latitud y longitud, eran muy pequeños; la parte entera era solo un dÃgito. Por otro lado, cada uno incluÃa cinco dÃgitos adicionales después del punto decimal. En un mapa, probablemente señalarÃa un lugar totalmente vacÃo en alta mar, en algún lugar fuera de Japón.
—No estás tratando de lucirte frente a tu amo, ¿verdad? —advirtió la Srta. Futarishizuka—. ¿Estás seguro de que no estás manipulando los datos para hacer que parezca que tienes algo? Para empezar, ¿cómo decidiste que los datos que trajimos eran una fecha y hora?
Estuve de acuerdo con lo que ella estaba insinuando. Una vez que pasas un tiempo trabajando como adulto, te das cuenta de que los errores de datos son ocurrencias cotidianas. No importa cuán justo intentes ser, inconscientemente buscarás lo que deseas. Las personas pueden terminar tomando todo tipo de decisiones basadas en datos sin significado.
Pero este no parecÃa ser uno de esos casos. Señalando las palabras «Come here» con la punta de su ala, Pii-chan dijo:
—Esto también se aplica a los números, pero incluso estas palabras aparecieron del texto distorsionado.
—¿Hablas en serio? —preguntó la Srta. Futarishizuka.
—Si no me crees, puedo explicar mis métodos de procesamiento de datos.
—Pero eso significa que esto tiene que ser una broma, —dijo ella.
—Efectivamente. Creo que las posibilidades de eso son altas.
No habÃamos localizado la fuente del mensaje en código Morse. TendrÃa todo el sentido si algún aficionado a la radioafición hubiera recogido nuestra llamada y enviado esto de vuelta como una broma. Suponer que un OVNI lo habÃa enviado era una enorme exageración.
—¿A dónde apuntan estos números en un mapa? —preguntó la Srta. Hoshizaki.
—TodavÃa no lo he verificado. Vamos a echar un vistazo.
El gólem comenzó a manipular la computadora portátil, abriendo un navegador y luego un mapa. Después ingresó las aparentes coordenadas de la pantalla negra.
Apareció un pin muy lejos de Japón, en el océano Atlántico Sur, un poco por debajo de Ghana y Nigeria, en medio del mar. El gólem cambió la magnificación, pero no importaba cuánto acercara, todo lo que podÃamos ver era océano.
—Ni siquiera vale la pena verificarlo, —murmuró la Srta. Futarishizuka—. Está justo cerca de la Isla Nula.
—¿Isla Nula? —repitió la Srta. Hoshizaki—. ¿Es un lugar famoso o algo asÃ?
—Famoso, quizás; por no existir realmente.
—¿Qué? ¿Qué significa eso?
—A veces, cuando manejas información geográfica como latitud y longitud, es útil definir el cero cero como una pieza de tierra nombrada. Esencialmente, es una dirección ficticia para uso formal. El nombre es como una broma en la industria, pero es bastante ingenioso, ¿no?
—SÃ, es fácil de recordar, —estuve de acuerdo.
—Estás llena de curiosidades raras, ¿no? —comentó la Srta. Hoshizaki.
—Cuando llegas a mi edad, aprendes una cosa o dos, —respondió ella.
Quizás fuimos demasiado rápidos al asumir que los números se referÃan a latitud y longitud. Pii-chan parecÃa pensar lo mismo; rápidamente expresó una duda.
—Por favor, dÃganme algo si estos números parecen tener algún otro significado.
—Para las coordenadas cartesianas geográficas, no tienen suficientes dÃgitos, —explicó la Srta. Futarishizuka—, y deberÃa haber seis lugares decimales, no cinco. Quizás esté tratando de expresar otra cosa, pero me temo que no tengo idea de lo que podrÃa ser.
—Desafortunadamente, yo tampoco, —dije.
— Ya veo… —respondió el gorrión, su decepción era sincera.
Dejando de lado la relación de los datos con el OVNI, ni siquiera sabÃamos si su evaluación era precisa. Se sentÃa un poco como terminar un cuestionario pero no tener la clave de respuestas para revisar tu trabajo.
—¿Y si esto es como un gráfico de función cuadrática o algo asÃ? —sugirió la Srta. Hoshizaki—. Como cuando lo conviertes en una ecuación lineal. Si tomas los números como las coordenadas x e y del vértice, entonces…
—Intenta terminar tu tarea primero, pequeña de preparatoria.
—¡¿No podrÃas al menos considerarlo?!
—Oye, —interrump×, puede que no sea una función cuadrática, pero ¿y si las miramos como coordenadas relativas?
—¿Cuál serÃa el origen, en ese caso?
—Srta. Futarishizuka, ¿podrÃamos comprobar las coordenadas desde las que estábamos transmitiendo anoche?
—SÃ, al menos esos valores no nos sacarÃan de tierra firme y nos arrojarÃan directamente al océano.
La chica del kimono se sentó frente a la laptop, tomando el lugar del gólem. Centrando Japón en el mapa, hizo zoom varias veces y eligió un punto en las montañas de Kanto. Luego copió su latitud y longitud antes de pegarlas en un editor de texto y hacer algunos cálculos con los valores que Pii-chan habÃa encontrado. Finalmente, mostró las nuevas coordenadas en el mapa. El pin aterrizó justo en un lago en las montañas de la prefectura de Nagano.
—¡E-eso es! ¡Eso es lo que intentaba decir! —exclamó la Srta. Hoshizaki.
—Entonces deberÃas haberlo explicado mejor.
—Bueno, ella sà que me dio la pista que necesitaba, —dije.
—¡Exactamente! Siempre supe que estabas hecho para ser mi compañero, Sasaki.
La Srta. Hoshizaki resopló orgullosa; parecÃa emocionada. Supuse que estaba feliz de sentirse como si realmente hubiera hecho algo de trabajo. De lo contrario —como habÃa insinuado la Srta. Futarishizuka— habrÃa pasado todo el dÃa solo estudiando matemáticas.
—¿Pero serÃa siquiera posible para ellos localizar la fuente de las ondas de radio? —me pregunté en voz alta.
— Estuvimos transmitiendo durante bastante tiempo desde el mismo lugar anoche, —señaló la Srta. Futarishizuka.
—¿Es posible?
—Hay satélites espÃas que pueden usar la velocidad de las ondas transmitidas para determinar su origen. Recuerda que el OVNI está bastante alto también. No creo que sea imposible.
—Ya veo, —dije.
Sumando a eso, nuestro objetivo era muy avanzado, capaz de moverse libremente alrededor del globo. Si tenÃan mejor tecnologÃa que los humanos, también podrÃan usarla para superar otros obstáculos.
Por supuesto, esto solo importaba si los datos realmente apuntaban a una ubicación.
—Dicho esto, creo que solo estamos tratando con un aficionado que vive cerca y nos vio ir y venir del sitio, —comentó la Srta. Futarishizuka—. Los fines de semana, coches con antenas bastante serias suelen estacionarse allÃ.
—De cualquier manera, vamos a visitar ese lugar mañana, ¿verdad? —preguntó la Srta. Hoshizaki, luciendo emocionada. Apenas podÃa contener su felicidad ante la perspectiva de un viaje de trabajo.
—Si la hora listada está en nuestra zona horaria actual, llegaremos si salimos por la mañana, —dije.
—Dado que ya han puesto la mesa para nosotros, serÃa un desperdicio no sentarse, ¿no?
Lo más importante es que no tenÃamos ninguna otra idea sobre cómo avanzar con la investigación del OVNI. Impulsados por el entusiasmo de la Srta. Hoshizaki, decidimos partir al dÃa siguiente hacia el lugar en Nagano indicado por las coordenadas de Pii-chan.
Dudaba seriamente que encontráramos algo, pero era mejor intentarlo.
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