Remake Our Life!
Vol. 8 Capítulo 3. Camino Parte 2
El destino de este viaje era la ciudad de Tsuruga, en la prefectura de Fukui.
No estaba tan lejos de Osaka, se llegaba en unas tres horas y, además, tenía un mercado de mariscos y un campamento donde se podía hacer barbacoa. Por eso, Kiryu había recomendado el lugar.
—¡De verdad es un sitio poco conocido! La mayoría de los estudiantes de los clubes de la Daigei suelen ir a Wakayama o por esa zona, pero Fukui no está tan lejos y, sobre todo, los mariscos son increíblemente buenos. ¡Es el mejor lugar~!
Kiryu estaba de muy buen humor mientras conducía y comenzaba a exaltar todas las maravillas de Fukui. No recordaba que le gustara tanto Fukui hasta ahora.
—No sabía que fueras tan experto en Fukui. ¿La última vez que fuiste también la pasaste muy bien?
Dado lo mucho que lo elogiaba, supuse que había tenido una experiencia increíble allí, pero…
—No, en realidad, es la primera vez que voy.
—…¿Qué?
—Es que tengo un amigo de Fukui que me dijo que era increíble, así que lo recordé. ¡Por eso tengo muchas ganas de ir~!
De inmediato, la atmósfera dentro del auto se volvió tensa.
—Oye, oye, ¿estás seguro de esto? ¿Ni siquiera has ido antes? —Preguntó Tsurayuki con cara de desconfianza.
—Pensándolo bien y viendo como suelen ir este tipo de cosas… esto me da un mal presentimiento. —Kawasegawa también estuvo completamente de acuerdo.
—¡Son unos paranoicos! Si lo ponen así, entonces ninguna reseña de sitios de comida o guías de viaje sería fiable porque todos los que las escriben estarían yendo por primera vez. ¡No hay problema!
No, pero precisamente en esos sitios hay reseñas con experiencias reales…
—Bueno, al menos esta vez hiciste una investigación previa y preguntaste a otros amigos por sus opiniones, así que por ahora, vayamos y veamos qué tal.
Curiosamente, Hiyama-san fue quien salió a defenderlo. Nosotros también terminamos aceptando con un resignado «Si es así…» y dejamos de preocuparnos por el asunto.
Ciertamente, Kiryu-san había cambiado un poco desde que se convirtió en un trabajador de la sociedad. Ya no me hacía propuestas de juegos extraños e incomprensibles de repente, ahora reservaba por sí mismo las reuniones para beber, y tampoco volvía a suplicar a las chicas del club que hicieran cosplay (aunque esto también se debía a la estricta vigilancia de Hiyama-san).
Por eso, quizá… tal vez podía empezar a confiar un poco en él…
—¿Eh?
Cuando faltaban unos 10 kilómetros para llegar a Tsuruga, comenzó a escucharse un sonido de golpes secos contra el parabrisas.
—Oye, ha empezado a llover.
—¿Eh? No puede ser, revisé bien el pronóstico del tiempo. Hoy iba a estar soleado todo el día, no había posibilidad de lluvia. —Kiryu-san mostraba signos de confusión.
Sin embargo, el sonido de la lluvia se intensificaba con rapidez y el cielo, que hasta hacía un momento tenía algunos claros, se había convertido en un gris uniforme y nublado.
—El pronóstico dice que lloverá desde el mediodía, con una probabilidad del 90%. —Murmuró Tsurayuki mientras miraba el pronóstico del clima en su teléfono.
—No… no puede ser… te digo que revisé bien el pronóstico ayer. Estaba completamente seguro de que iba a estar soleado todo el día.
Kiryu-san intentó defenderse, pero entonces Hiyama-san pareció darse cuenta de algo.
—Oye… esto es solo una suposición, pero…
—¿Qué?
—No habrás revisado el pronóstico del tiempo de Osaka, ¿verdad?
El silencio lo envolvió todo tras un «Ah». Se podía sentir en el aire el momento exacto en que todos lo entendimos.
Pasaron unos dos o tres minutos en completo mutismo, hasta que Kiryu-san, con un hilo de voz casi imperceptible, confesó:
—…Lo siento. Estaba viendo el clima de Osaka.
Dentro del auto, se dejó oír un largo suspiro de resignación. Sabíamos que algo así podía pasar, y ahora nuestra sospecha se había convertido en realidad.
—Um… ¿qué es ese sonido?
—Se escucha un golpeteo afuera del auto.
Nanako y Shinoaki, que estaban dormidas en el asiento trasero, también despertaron con el sonido de la lluvia.
Dentro del auto reinaba un silencio sepulcral. Nosotros, con una sonrisa amarga de «es que lo hizo de nuevo», y en los asientos delanteros, una batalla a punto de estallar.
Desde cualquier ángulo, la ventaja estaba del lado de Hiyama-san en el asiento del copiloto. Mientras que la vida de Kiryu-san, en el asiento del conductor, pendía de un hilo.
Un enorme suspiro se escapó desde el asiento del copiloto.
—Cuando salgamos del auto, prepárate para tu castigo.
—De acueerdo…
La voz profunda y amenazante de Hiyama-san, y la sumisa y temblorosa respuesta de Kiryu-san.
De alguna manera, la escena me pareció nostálgicamente familiar.
◇
Al final, el área de barbacoa que habíamos reservado no pudo usarse debido a la lluvia. Así que preguntamos a la gente del mercado de mariscos y encontramos un lugar con techo donde hacer la barbacoa, tras lo cual nos pusimos en contacto con ellos.
El hecho de que fuera un día entre semana y además estuviera lloviendo jugó a nuestro favor, y al final conseguimos que nos dejaran usar el lugar sin necesidad de una reserva.
—Lo conseguimos. Parece que está bien para siete personas. No hay problema con usarlo dentro de dos horas.
Las voces de alivio de todos se hicieron escuchar. Después de haber viajado tres horas hasta aquí, al menos habíamos evitado la situación de tener que regresar sin haber hecho nada.
Como el problema estaba resuelto por el momento, mientras acomodábamos los mariscos que habíamos comprado en el maletero del auto, le hablé a Kiryu-san.
—Qué suerte que todo salió bien, ¿no, Kiryu-san?
Normalmente, él habría respondido con algo como «Todo gracias a mi increíble intuición», o «Este tipo de buena suerte es parte de mi esencia», con su tono de siempre.
Pero en su lugar, respondió con una voz sorprendentemente desanimada, muy diferente a lo que esperaba:
—Sí… de verdad, lo siento mucho.
—U-um…
Sin poder ocultar mi desconcierto, sentí que Hiyama-san me daba unas palmaditas en el hombro desde atrás.
—Gracias. Al final, siempre terminamos dependiendo de ti, Hashiba-kun. Perdón por eso.
—No hay problema. Más bien, ¿Kiryu-san está bien? Parece que realmente está abatido.
Hiyama-san miró a Kiryu-san y sonrió con ironía.
—Parece que, al menos por hoy, de verdad quería demostrar que podía hacerse cargo de todo.
—¿Eh…?
Kiryu-san se subió apresuradamente al asiento del conductor y encendió el motor, como si estuviera intentando escapar de nuestra conversación.
—Siempre has estado ahí para ayudarnos, ¿sabes, Hashiba-kun? Desde que nos graduamos, Kiryu-san ha estado intentando ser más responsable. Pero luego cometió este error y… parece que realmente le afectó.
—No tenía por qué preocuparse tanto…
En temas como el manejo de cámaras y la edición, Kiryu-san me había ayudado muchísimo.
Así que, si se trataba de planificación y organización, que era algo en lo que yo era bueno, no me habría molestado en absoluto que me dejara encargarme.
Aunque tal vez, para él, no era tan simple como eso…
Probablemente, quería que al menos en esta última ocasión todo saliera bien. Pero al final, cometió un pequeño error. Debió de haber sido un golpe muy duro para él.
Pensar en lo emocionado que estaba cuando fue a rentar la furgoneta me hizo sentir una leve tristeza.
—Ya no tendremos muchas oportunidades de hacer algo así todos juntos. —Murmuró Hiyama-san mientras observaba el cielo nocturno cubierto por la lluvia.
Sí… reunir a tantas personas como hoy iba a ser cada vez más difícil. De hecho, no sería extraño que esta fuera nuestra última salida juntos.
Quizá todos habíamos logrado hacernos un espacio en nuestras agendas porque, en el fondo, éramos conscientes de eso.
—Bueno entonces, vámonos.
—Sí.
Subimos rápidamente al auto, y la furgoneta, con un movimiento algo pesado, comenzó a avanzar lentamente por la carretera junto a la costa, en medio de la noche lluviosa.
De alguna manera, ya parecía estar sintiendo nostalgia por este momento.
◇
Dentro de lo malo, al menos el lugar para la barbacoa resultó ser bastante bueno.
Las instalaciones eran nuevas y limpias, y el techo era lo suficientemente amplio como para protegernos bien de la lluvia, lo cual fue un alivio.
—Qué bien, con esto podemos disfrutar sin preocuparnos por el clima además de…
Justo cuando estaba a punto de decir eso, la voz de Kiryu-san estalló con entusiasmo.
—¡Uooooohhh! ¡¡Esto es!! ¡¡Esto es exactamente lo que estaba esperando!!
Toda su melancolía de antes desapareció por completo, y su emoción por la barbacoa lo llevó a lanzarse de lleno en los preparativos.
Se ató el delantal con un gesto enérgico y exclamó:
—¡Bien! ¡Voy a filetear estos mariscos de manera impecable!
Dijo algo que sonaba como si fuera un famoso YouTuber culinario del futuro, a pesar de que definitivamente no tenía ni idea de lo que estaba haciendo.
—¡Hashi! ¡Voy a abrir todas estas almejas una por una!
—Sí, entendido. Por favor, hazlo.
—¡Las abriré todas!
—Eh, sí, eso… te lo encargo.
Nuestras miradas se cruzaron. Su motivación era impresionante, pero sus ojos claramente decían: «En realidad, no tengo idea de cómo se hace, así que enséñame, por favor.»
—Bueno, yo me encargaré de esto, así que Kiryu-san, ¿puedes organizar a todos?
—¡O-oh, de acuerdo! ¡Te lo dejo a ti!
Sonriendo con ironía, comencé a abrir las ostras con un cuchillo especial.
Mientras tanto, Kiryu-san trajo una caja de cartón desde el auto y la dejó en un rincón del área de cocina.
—¡Shinoaki-chan, Nanako-chan y Kawasegawa-chan! —Llamó a las tres chicas y les dijo—: ¡Encárguense de estas verduras! ¡Repártanlas entre ustedes y córtenlas en trozos perfectos!
—¡Sí!
—¡Entendido~!
Nanako y Shinoaki respondieron con entusiasmo, pero Kawasegawa tomó una cebolla y la miró fijamente.
—Ka-Kawasegawa-chan, ¿pasa algo…?
Desde el incidente en el festival escolar, Kiryu-san había desarrollado un gran respeto (o quizás miedo) hacia Kawasegawa, así que le preguntó con extrema cautela.
—¿Cómo quieres que cortemos las verduras?
—¿Eh?
—¿Cuál es tu concepto para esta barbacoa? Dependiendo de eso, la forma en la que cortemos las verduras cambiará. Por ejemplo, si vas a asar la berenjena entera o en rodajas, el resultado será completamente distinto. También hay que decidir si los pimientos deben cortarse en dos o en cuatro partes, según el estilo que busques. Ah, veo que también hay setas de cardo. Dependiendo de si las cortamos en tiras o las cocinamos en papel de aluminio, el sabor cambiará mucho. Así que, si simplemente nos pides que las cortemos sin más detalles, no tenemos suficiente información para decidir… Además…
—¡Hii-hiii! ¡E-esa parte te la dejo a ti, Kawasegawa-chan! Oye, Tsurayuki-kun, vamos a encender el fuego. ¡El fuego! ¡Vamos!
—¡Cla-claro, entendido!
Intentando huir de su interrogatorio, Kiryu-san arrastró a Tsurayuki, quien estaba cerca, y se alejaron rápidamente hacia la zona donde se iba a encender el fuego.
—¡Oye, espera, aún no hemos terminado esta conversación! ¡Si no me dices al menos el concepto, no puedo seguir con el trabajo!
—¡Te-te lo dejo a ti! ¡Confío plenamente en el cliente! ¡No me atreveré a inmiscuirme más, así que por favor, perdóname!
Tal vez lo había aprendido en alguna reunión con clientes, pero Kiryu-san comenzó a soltar un japonés excesivamente formal y que sonaba a falso mientras intentaba escapar desesperadamente del interrogatorio de Kawasegawa. Ver esa escena, tan habitual entre ellos, me hizo reír entre dientes mientras los observaba.
—Yo te ayudo.
Hiyama-san tomó una ostra y comenzó a abrirla a mi lado.
—Gracias. Me alegra ver que Kiryu-san ha recuperado el ánimo.
—Sí. En serio, le encanta cualquier cosa que parezca un festival.
Hiyama-san y yo mirábamos cómo Kiryu-san, desde un poco más lejos, abanicaba frenéticamente el carbón encendido, tratando de avivar el fuego.
—Sabes… —Hiyama-san murmuró mientras lo observaba—. Me dijo una vez que, aunque supiera que era un sueño, siempre buscaba la forma de no despertar. En aquel momento me molesté con él y le dije que por eso llevaba tantos años en la universidad… pero ahora creo que empiezo a entender lo que quería decir.
—Sí, yo también.
—Nos divertimos mucho, ¿verdad? Seguramente nos esperan muchas más cosas buenas en el futuro… pero la diversión que tenemos ahora será completamente distinta de la que venga después. —Por un instante, Hiyama-san se llevó una mano a los ojos. Yo también sentí un nudo en la garganta y nos quedamos en silencio por un momento.
—Sigamos cortando. Todavía queda carne y otras cosas.
—Ah, cierto. Kiryu-san se emocionó tanto que compró una montaña de comida, así que hay que darnos prisa.
Este festival terminaba hoy. Fue un día increíblemente divertido, pero, al mismo tiempo, tenía un matiz de melancolía. Y así, se fue desvaneciendo en un abrir y cerrar de ojos.
◇
Irónicamente, para cuando terminamos la barbacoa, la lluvia había cesado por completo. Kiryu-san se lamentaba sin parar, diciendo cosas como: «Se me acabó la suerte» o «Si esto fuera la era Edo, tendría que hacer seppuku», pero al final, todos la pasamos bien, así que estuvo bien así.
Guardamos el equipo, limpiamos todo y, cuando nos dimos cuenta, ya era bastante tarde. Rápidamente subimos al auto y nos dirigimos de regreso a Osaka por la autopista nocturna.
El pavimento estaba un poco húmedo, pero no lo suficiente como para representar un peligro. Conduje con cuidado, manteniendo la velocidad dentro del límite legal mientras atravesábamos la oscuridad.
Al principio, todos iban comentando sobre cómo les había parecido el día, pero para cuando cruzamos a Kioto, casi todos estaban dormidos.
—No recuerdo la última vez que hicimos tanto ruido juntos. —Desde el asiento del conductor, eché un vistazo al retrovisor para ver a los demás. Como era de esperar, la mayoría tenía los ojos cerrados, respirando plácidamente en medio del sueño.
—No solo fue el alboroto, también bebieron bastante. Especialmente esos dos y Nanako… fue un desastre. —Desde el asiento del copiloto, Kawasegawa miró hacia atrás con una expresión de exasperación.
—Mmnya… Mmm… Eiko, ¿ya estás dormida…?
—Estoy despierta. Nanako, mejor duerme.
—Mm, vamos… No digas cosas como si fueras mi mamá, Eiko… zzz… —Y con eso, Nanako, que hasta hacía un momento iba y venía entre el sueño y la vigilia, finalmente se rindió al cansancio y comenzó a respirar pausadamente, dormida como los demás.
—Gracias por quedarte despierta, Kawasegawa. Gracias a ti no me dará sueño.
—Por eso decidí no beber. Pero la próxima vez, me acompañarás, ¿eh?
—Uh… bueno, supongo… —Mi respuesta fue algo evasiva.
Últimamente había salido a beber con Kawasegawa en algunas ocasiones, pero, siendo honesto, su forma de beber distaba mucho de su imagen habitual de persona tranquila.
Primero, comenzaba a darme sermones. Luego, pasaba a menospreciarse a sí misma, y si intentaba consolarla, se enfadaba aún más. Finalmente, terminaba murmurando quejas sin sentido hasta quedarse dormida sobre la mesa. Ese era el «ritual de tres fases» de Kawasegawa cuando bebía.
Cuando eso pasaba, yo suspiraba, pagaba la cuenta y la cargaba en mi espalda hasta su apartamento, todo mientras ella seguía despotricando. Luego, tenía que buscar su llave entre su ropa o bolso, meterla dentro y esperar a que cerrara la puerta desde adentro antes de irme. Era un proceso bastante complicado.
Una vez cometí el error de decir en voz alta: «Es un fastidio tener que buscar tu llave entre tus cosas cada vez». A lo que ella respondió indignada: «¡Entonces haz una copia!» o «¡Voy a colgármela de la cintura como un guardián del zoológico!». Desde entonces, decidí que lo mejor era no hacer ningún comentario sobre su forma de beber y aceptar resignadamente mi papel de sirviente.
Pero bueno, hoy al menos quería devolverle el favor.
Nanako había sacado a relucir, en pleno frenesí alcohólico, el tema de Takenaka-san, del que habíamos hablado antes de salir. Si Kawasegawa no hubiera intervenido en el momento justo, la situación habría sido mucho más complicada.
—Gracias por meterte en la conversación con Nanako.
—De nada. Oye, por cierto… —Kawasegawa me miró con una expresión un poco seria—. Con esa chica, Takenaka… No tienes nada, ¿verdad?
—¡Nada, nada, de verdad! Solo hablamos más porque trabajamos juntos en el mismo lugar, pero, para empezar ni siquiera sé dónde vive.
Respondí un poco apresurado, lo que hizo que sonara un tanto sospechoso, pero Kawasegawa pareció aceptar la explicación con un simple «Ya veo».
—Hashiba, has cambiado.
—¿Eh?
—Desde que empezaste a trabajar, hablas un poco más juvenil. Además, ahora solo hablas de videojuegos.
—¿De verdad?
Tal vez, sin darme cuenta, mi forma de hablar y mis temas de conversación habían cambiado. Pero era natural que eso pasara cuando el entorno en el que pasaba la mayor parte del tiempo había cambiado.
Si cada uno estaba siguiendo su propio camino, eso debería ser algo bueno. Eso era lo que Kawasegawa misma había dicho antes… ¿o no?
—¿Estás enojada?
—No estoy enojada. Perdón si siempre doy esa impresión.
Bueno, en realidad, su reacción era la misma de siempre.
—…Pero estuve pensando un poco.
—¿En qué?
—No es sobre ella en particular, solo que… es increíble lo fácil que las relaciones cambian con el tiempo.
Asentí simplemente con un «sí».
—Lo entendemos perfectamente, lo aceptamos sin problemas. No es que lo veamos como algo inevitable o con resignación, sino que cada uno de nosotros está mirando hacia adelante y eligiendo su propio camino. Es algo maravilloso, y no todo el mundo lo logra.
Y yo realmente pensaba lo mismo.
No solo en una universidad de arte, sino en cualquier otra universidad o escuela, siempre existía el riesgo de que alguien se quedara atrás, de que se aferrara demasiado a una relación cómoda, de que prolongara demasiado el final de algo.
Los sueños, tarde o temprano, terminan. Y cuando eso sucede, lo importante es haber construido una base lo suficientemente firme para poder mantenerse en pie.
—Aun así, no puedo evitar pensarlo. No solo contigo, Hashiba, sino en general… Cuando alguien cambia, me hace odiar el hecho de que yo no lo he hecho. En el extremo opuesto, a veces pienso que no quiero que nadie más cambie. Ver a la gente con la mirada puesta en el futuro, llena de entusiasmo, me hace sentir resentimiento. Quiero tirar de ellos, hacer que se detengan. Es horrible…
No supe qué responder.
Porque esas palabras describían exactamente cómo me había sentido yo no hace mucho respecto a todos en la casa compartida… y también a mi yo de diez años en el futuro.
—Cuando estaba en primer y segundo año, siempre estaba ocupada con algo. Contigo, con los demás, filmando, creando cosas juntos, divirtiéndonos en el club. Pero cuando llegamos a los años superiores, todo cambió de golpe. Sé que es normal, que así son las cosas, pero aun así, no pude evitar sentirme sola.
No podía apartar la vista del camino mientras conducía, pero la observé de reojo.
Su expresión era melancólica, casi al borde de las lágrimas. Pero, aun así, no me pareció que estuviera arrepentida.
—Siempre he odiado las palabras como «vamos a estar juntos así para siempre» porque sé que no son posibles, pero ahora entiendo el sentimiento que hay detrás de ellas, aunque nunca quise entenderlo. Pensar en esto me hace preguntarme si hubiera sido mejor si todo hubiera comenzado desde cero, si no hubiera llegado a sentirme de esta manera…
El coche seguía avanzando, sin detenerse, corriendo hacia el final de este festival.
Si quisiera, podría haber prolongado el tiempo de muchas maneras. Podría haber dicho que el coche estaba en mal estado y necesitaríamos una pausa, y así el tiempo de diversión habría regresado. Podríamos haber parado en una estación de servicio, despertar a todos, comprar recuerdos, recordar los momentos del día, tomar un café mientras mirábamos el cielo nocturno y hablábamos, y así, seguiríamos.
Pero el final siempre llega. Cuanto más se prolongue, más doloroso será. La diversión del comienzo es siempre igual a la tristeza del final.
—No sé si lo puedo expresar bien, pero… —Mientras sostenía el volante, murmuré—. Si llegas a sentir esa tristeza, eso quiere decir que, en realidad, ha sido algo feliz. Si lo que tenías solo lo considerabas como algo que podías perder, entonces ese tiempo solo estuvo lleno de vacíos. Pero si fue algo que realmente no querías perder, algo brillante, entonces creo que realmente supiste aprovechar ese tiempo. —Continué hablando mientras recordaba los tiempos pasados.
Ahora que lo pienso, aquellos momentos los puedo ver como recuerdos y experiencias, pero también hubo una época en la que no me importaba perderlos.
Fue solo después de ir a ese futuro que empecé a ver todo de manera positiva. Fue cuando escuché las palabras de ella, la persona que ahora estaba a mi lado.
—En este mundo, no hay nada inútil, ¿verdad?
Sentí que la mirada de Kawasegawa se volvía hacia mí.
Aunque no la miré directamente, seguramente su expresión estaba llena de esa mezcla de enojo y frustración, como siempre.
—Qué molesto… que tú me digas eso…
—Yo también a veces caigo en pensamientos de los que no sé cómo salir, pero con esas palabras pude entenderlo todo. Te lo agradezco mucho.
Kawasegawa no dijo nada. Si hubiera hablado, seguramente hubiera dicho algo como «¿Qué?» o «¡Qué molesto!», alguna palabra para esconder su vergüenza.
El coche seguía su camino por la carretera nocturna. En el interior solo se oía el suave sonido de los demás durmiendo. Yo recordaba lo que pasó el año pasado.
Cuando fuimos a Shirahama todos juntos, rara vez Kawasegawa habló de sí misma. Dijo que, a menudo, se mantenía al margen de las cosas divertidas porque temía que después se sintiera sola, pero luego decidió cambiar esa actitud y unirse lo más posible.
Ahora, ella estaba enfrentando esa soledad.
—Oye, Kawasegawa…
Al abrir la boca, me respondió de inmediato, como siempre.
—¿Qué? —Su voz sonaba un poco desafiante, pero también algo avergonzada.
—¿Recuerdas lo que dijiste cuando fuimos a Shirahama?
No hubo respuesta. Supuse que era una afirmación.
—¿Te arrepientes de haberte mezclado con todos? —Lo pregunté deliberadamente, esperando que me respondiera con un rotundo no.
—…… —Kawasegawa no respondió de inmediato. Se quedó en silencio, mirando fijamente el paisaje frente a ella, como si estuviera repitiendo mi pregunta en su mente, recordando lo que dijo en ese momento.
Poco a poco, su expresión se fue suavizando.
—No, no me arrepiento. —Suspiró y luego añadió—: No me arrepiento en absoluto.
—Ya veo.
Aunque no usó el tono firme de siempre, el hecho de que lo dijera con esa seguridad me hizo sentir más decidido a mirar hacia adelante.
—¿Ya estamos en tercer año, eh? —Murmuré sin pensarlo demasiado.
—Sí, ya estamos en tercero. —Los dos años que pasaron volaron rápidamente. Para mí, esta segunda etapa universitaria estuvo llena de cosas especiales, pero igualmente, el tiempo pasó tan rápido que ya estábamos en la recta final.
El GPS me indicó que tomara un desvío a 500 metros. Giré el volante y el coche empezó a girar lentamente a la izquierda, alejándose del camino por el que veníamos.
A partir de aquí, no podía ver el camino recto que venía después. Tampoco sabía lo que encontraría después de la curva.
Tengo que aprovechar bien el tiempo, ¿verdad?
En una vida normal, jamás habría tenido la oportunidad de vivir un remake como este.
En algún rincón de mi memoria, sentí que alguien me había dicho algo sobre eso. Pero ahora, no recordaba qué fue, ni quién me lo dijo.
Tal vez, incluso el hecho de que hubiera retrocedido estos diez años, en algún momento, desaparecería por completo.
Pero por ahora, lo que aún quedaba eran los recuerdos con todos, el tiempo que compartimos.
No lo olvidaré. Lo llevaré conmigo al futuro tal como lo aprendí.
Aunque el entorno cambiara poco a poco, estoy seguro de que lo más importante quedaría.
Fijé bien la mirada en los rostros de todos los que iban detrás de mí, y también en el perfil de Kawasegawa a mi lado. Me aseguré de grabarlo todo en mi mente.
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