Remake Our Life!
Vol. 9 Capítulo 3. Me Enfrenté a Ello y Algo Cambió Parte 2
—…Y bueno, esa fue toda la explicación.
— Ya veo. Entiendo bien la situación en la que estás, —respondió Kawasegawa, quien escuchó mi consulta, tan pesada como repentina, con toda seriedad.
—Perdón… Sé que es una conversación muy pesada para soltarla así de golpe.
—En serio. Primero Hashiba y ahora tú, ¿ustedes dos creen que soy una especie de versión andante de Yaboo Respuestas o algo así?
No pensaba que fuera una «respuesta mágica», pero sí creía que podía confiar en ella.
De hecho, pensaba que los únicos compañeros de clase que tenían una perspectiva realmente objetiva sobre la creación eran Kyoya, Kuroda y Kawasegawa. No negaba que Nanako y Shinoaki fueran grandes creadoras, pero era cierto que sus puntos de vista eran muy subjetivos.
Por eso, aunque me sentía algo culpable, me puse en contacto con ella.
—Hashiba es tan competente, que precisamente por eso, una vez que dependes de él, es difícil dejar de hacerlo.
—Sí… totalmente de acuerdo.
—Yo también evité depender de él por esa misma razón. Si uno delimita claramente los roles, entonces no debe pedirle más ayuda. Porque si empiezas a apoyarte en él para esto y aquello, al final no queda nada de ti.
Todo lo que decía me resultaba dolorosamente cierto.
—Así que quizás fue bueno que surgiera esta oportunidad para replantearlo todo. No solo se trata de esta novela ligera, sino también de lo que venga más adelante.
—Tienes razón. Yo tampoco quiero seguir con esto de forma indefinida. Pero aún no he descartado por completo la posibilidad de que Kyoya participe como parte del equipo, de manera formal.
Pagarle un honorario y hacer que colaborara en mi novela ligera como parte del staff.
No era algo imposible.
—Eso está bien, mientras no esté prohibido.
Ella tampoco lo rechazó.
—Dicho eso… Me gustaría conocer tu opinión, Kawasegawa.
Le dije eso casi como un ruego, y ella respondió sin dudarlo:
—Si partimos de la base de que tú eres quien va a escribir… entonces la respuesta es clara.
—¿Clara, dices?
No esperaba que hablara con tanta certeza.
Pero viniendo de Kawasegawa, seguramente era así.
—¿Puedo escuchar la respuesta y la razón?
◆
Al día siguiente de mi turno en Succeed Soft, me quedé esperando a Tsurayuki en la sala de estar de la casa compartida para tener una reunión con él.
Yo solo tuve que bajar del segundo piso, así que fue cosa de un instante, pero Tsurayuki vino caminando desde su casa, así que llegó justo al límite de la hora acordada.
—Perdón. Bueno, empecemos, ¿sí?
—Sí, ya leí el esquema del segundo volumen.
Él ya me había entregado el esquema con antelación. A partir de eso, el plan era que yo le diera mi impresión y le propusiera algunas mejoras.
—Primero, sobre lo que pensé al leerlo…
El esquema de Tsurayuki contenía muchas escenas con ideas interesantes, pero se notaba cierta dispersión, como si fuera un revoltijo de elementos.
Pensé que, si se organizaban bien los puntos clave y se extraían solo los episodios necesarios, el atractivo de las ideas podría resaltar mucho más. Por eso, llevé algunas propuestas al respecto.
—Dicho eso, creo que lo que se necesita es una buena organización.
Al decirle eso, Tsurayuki respondió:
—Sí, el editor también me dijo lo mismo. Eres un verdadero profesional, Kyoya.
Saber que coincidía con la opinión del editor —que es un profesional de la industria— me dio un gran alivio.
—Qué bien que no señalé nada fuera de lugar. Entonces… —Saqué los documentos que tenía preparados y justo cuando íbamos a comenzar a hablar de las mejoras…
—E-espera un momento, ¿sí?
—¿Eh?
Tsurayuki me interrumpió de pronto.
—¿Qué pasa? ¿Hay algo más de lo que quieras hablar?
Pensé que ya habíamos cubierto todo lo necesario para la reunión…
—No, no es por ti, Kyoya. Es algo mío. Algo que estuve pensando mucho… y no muy bueno, la verdad. —Rara vez lo veía así de nervioso. Luego de soltar esas palabras, exhaló profundamente y dijo con una expresión de determinación—: Quiero ser capaz de seguir adelante sin depender de ti, Kyoya.
—¿Sin depender…? ¿Te refieres a que no vas a aceptar mis consejos?
Cuando le pregunté eso, él asintió con un «sí».
—Es algo que he estado pensando desde hace tiempo. Soy pésimo en ciertas áreas, así que siempre terminé dependiendo totalmente de ti. Y eso me tenía muy preocupado. —Tsurayuki comenzó a hablar como si se le hubieran abierto las compuertas.
Que el progreso del segundo volumen llevaba tiempo estancado. Que cuanto más se desesperaba por recuperarlo, menos podía avanzar. Que el editor le había señalado sus puntos débiles. Y además…
—Le pedí consejo a Kawasegawa. Le dije que estaba preocupado y le pregunté qué opinaba. Entonces…
—¿Te respondió directo, verdad? ¿Que tenías que valerte por ti mismo, sin depender de otros?
Tsurayuki sonrió con cierta amargura.
—Impresionante. Fue tal cual lo dijiste.
El consejo de Kawasegawa fue, como era de esperarse, directo y sin rodeos.
—Me lo soltó sin piedad. Me dijo: «Tú tienes un apego muy fuerte a tus propias obras. Incluso si necesitas hacer correcciones, eres del tipo que, si puede, prefiere hacerlo todo por su cuenta y no dejar que otros lo toquen. Por eso, por más que confíes en alguien, ya sea Hashiba o quien sea, si dejas que otros se involucren demasiado, llegará un momento en que te vas a arrepentir…». Eso fue lo que me dijo.
La manera en que construyó su argumento anticipándose al futuro me pareció muy típica de Kawasegawa.
—Aunque al principio fue idea mía que actuaras como mi apoyo creativo, y que lo hicieras por mi petición, ahora resulta que quiero detener eso por decisión propia. La verdad es que lo siento mucho. —Tsurayuki se detuvo un momento, luego me miró—. Pero siento que, si no encuentro ahora una manera de hacerlo por mí mismo, no podré avanzar. Si te soy sincero, Kyoya, quisiera seguir contando contigo. Pero…
—Lo entiendo, Tsurayuki. —Intervine mientras él hablaba con evidente dificultad—. Yo también, en algún momento, supe que tendría que decir algo al respecto.
—¿Sobre mi… independencia?
Asentí con la cabeza.
—Nunca pensé que este método de trabajo pudiera durar para siempre. Pero mientras tú me necesitaras, pensé que estaba bien continuar. Sin embargo, ahora que has dado este paso y lo has dicho tú mismo…
Ya no había motivos para dudar.
—Te apoyaré. No será fácil, pero dale con todo.
—Kyoya… —Tsurayuki cerró los ojos por un instante y luego, con firmeza, asintió—. Gracias.
—Sí…
Sabía que algún día esto pasaría, y sentía que debía pasar. Aunque suene algo egoísta, me alegraba que me necesitara. Y era cierto que, en el fondo, también deseaba que esa relación pudiera seguir tal como estaba.
Pero, si las cosas seguían así, él jamás podría pasar al siguiente nivel, y al final, no habría podido romper con la dinámica que teníamos desde que hicimos el juego doujin.
Que Tsurayuki lo hubiera dicho por iniciativa propia fue, en verdad, algo muy bueno. Porque más que recibirlo como una orden externa, tomar una decisión por cuenta propia le permitiría ordenar mejor sus sentimientos.
Nanako ya había comenzado a caminar en otra dirección.
Y ahora, finalmente, había llegado también el momento para Tsurayuki.
En realidad, el momento de la despedida debió haber llegado en cuanto eligieron seguir el camino profesional. Aun así, todos seguían arrastrando un poco de apego.
Hacer cosas con los amigos, divirtiéndose juntos… esa forma de crear estaba a punto de cambiar de manera definitiva.
Así que ahora sí, de verdad llegó el momento…
El final siempre llega más rápido y más sencillo de lo que uno espera. Esa frase tan repetida, en ese instante, la estaba sintiendo con fuerza.
Tsurayuki Rokuonji se convertiría en Kawagoe Kyoichi. Ese día se convirtió en una fecha conmemorativa.
Adiós, Tsurayuki.En mi corazón, susurré esas palabras.
◇
Como recuerdo de despedida, le di a Tsurayuki algunos consejos finales. Él mismo me los había pedido, así que supuse que, de alguna forma, podría sacarles provecho.
—Sí. Creo que está bien así. En lugar de cortar de golpe, me parece más fácil ir desvaneciéndose poco a poco.
Kawasegawa también recibió con buena disposición esa decisión, cuando nos encontramos en la universidad para entregarle un pequeño recuerdo.
Al lado del edificio tres, había un lugar llamado la Plaza Misora. Allí nos sentamos, y hablamos de lo que había sucedido.
—¿Y qué tal? ¿Sientes que te está afectando más de lo que esperabas?
—Sí… bueno, un poco.
La verdad es que no era solo «un poco».
Seguramente seguiríamos trabajando juntos en algún otro proyecto. Pero cuando eso ocurriera, ya sería como dos creadores colaborando profesionalmente, sin una relación de dependencia entre nosotros.
Aunque era algo que había deseado, ahora que la decisión estaba tomada, no podía evitar sentir un vacío en el corazón.
—Bueno, no es algo que uno pueda aceptar de inmediato. Supongo que solo queda ir acostumbrándose de a poco.
Fue una frase inesperadamente comprensiva, viniendo de Kawasegawa.
—Pensé que me ibas a cortar de forma más tajante.
—También tengo sentimientos, ¿sabes? No te burles de mí. —Después de soltar un bufido, como de costumbre, añadió—: …Puede que yo también haya cambiado un poco. Al relacionarme con otras personas, me he vuelto bastante más sentimental.
—¿Te arrepientes de haber cambiado así?
—Si me arrepintiera, ya no me vería con ustedes. Ni contigo, por supuesto. —Respondió Kawasegawa, con un tono levemente molesto—. Solo con haber entendido que los seres humanos son tan incompletos y frágiles, creo que ya valió la pena haber venido aquí.
Estaba totalmente de acuerdo con ella.
Al llegar a esta época, había momentos en los que realmente creí que tendría una ventaja en todo, que incluso podría ser invencible.
Pero la realidad fue muy distinta. Aunque pudiera ver el futuro, seguía habiendo muchas cosas que no podía hacer. Una mentalidad formada apenas en diez años no era suficiente para marcar una gran diferencia.
Y ahora, en este tercer año, me encontraba sumido en grandes preocupaciones.
Las experiencias del futuro ya ni siquiera servían como referencia.
—Sobre Shinoaki…
Cuando empecé a hablar, Kawasegawa asintió ligeramente.
—Escuché un poco por parte de ella. Me dijo que va a cambiar su forma de trabajar, ¿no?
—Sí…
Le conté también lo que yo estaba pensando.
Que en este momento, quería darle prioridad a la salud de Shinoaki. Que quería encontrar una manera de trabajar que respetara su ritmo.
—No me voy a oponer. Si tú, que estás a su lado todo el tiempo, piensas así, entonces creo que es lo más adecuado. No creo que sea un error. Pero… —Ahí hizo una pausa, y me miró fijamente—. Te lo diré desde ya… —Su expresión era seria—. No cargues más de lo necesario con lo relacionado a Shinoaki. Tiendes a pensar que todo es culpa tuya.
—Sí, lo sé… lo tengo claro.
Porque esa fue precisamente la razón por la que, en otra línea del tiempo, terminé quebrándome.
No quería hacer que Kawasegawa volviera a pasar por una tristeza como aquella. No quería preocuparla otra vez.
Y también deseaba de corazón que Shinoaki pudiera ser feliz.
—Debe estar por salir el boceto de la portada para el siguiente volumen de la novela ligera, ¿no?
Era el primer trabajo que emprendíamos desde que decidimos cambiar de rumbo.
—Sí. Entonces, ahí tendremos un buen punto de partida para evaluar la situación.
Soltó un leve suspiro y se puso de pie.
—Escúchame bien. Pase lo que pase, si sientes que las cosas te están superando, consúltalo antes de atormentarte solo. Mucho más de lo que tú crees, todos estamos pendientes de ti. Ni se te ocurra tener la estúpida idea de que estaría bien si te derrumbaras por tu cuenta. —Sus palabras fueron duras, pero el tono con el que las dijo fue increíblemente amable.
Aunque sentí que estaba a punto de llorar un poco…
—Lo prometo. Estaré bien. —Respondí de esa forma y también me levanté del asiento.
◇
La novela ligera para la que Shinoaki había hecho las ilustraciones tuvo buenas ventas, y rápidamente se decidió que se seguiría.
El editor a cargo de Shinoaki también se puso en contacto con ella, diciendo que querían empezar cuanto antes con los preparativos, incluyendo los bocetos, así que ella se dedicó de lleno a producir los primeros borradores.
Fue en ese momento que Shinoaki cambió el ritmo de su trabajo.
Ajustó el tiempo y el esfuerzo que dedicaba a los bocetos, así como las horas de actividad diarias, de manera que todo encajara en una rutina que no afectara su salud, incluyendo sus estudios y su vida diaria.
Sin embargo, al principio aún arrastraba ciertas costumbres anteriores y tendía a dedicar demasiado tiempo al trabajo, así que yo me encargué de ayudarla a controlarlo, poniendo alarmas y gestionando su horario.
Y llegó el día en que se verían los primeros frutos de este nuevo método de trabajo.
—Shinoaki, voy a entrar.
Puntual, llamé a la puerta de su habitación.
Desde dentro, escuché su voz diciendo «Adelante~», y entré en la habitación.
—Con permiso… Ah, el cuarto… está limpio, ¿eh?
Me sorprendí un poco al ver que la habitación de Shinoaki estaba increíblemente ordenada.
—Como ahora tengo más tiempo, también puedo limpiar~.
Recordaba que, en general, su cuarto solía estar lleno de papeles y materiales por todas partes, en un estado algo caótico.
Pero ahora que tenía más tiempo y estaba más tranquila mentalmente, también la habitación había mejorado notablemente.
—Ahora trabajas durante el día, y también has empezado a dormir por las noches.
—Sí, mi estilo de vida se parece al de una abuelita últimamente.
Conociendo a Shinoaki, estaba seguro de que sería una abuelita muy adorable algún día.
Parece que su salud realmente ha mejorado.Aliviado, dirigí la mirada al monitor donde estaba trabajando.
En la pantalla, ya había varios bocetos dibujados.
…¿Eh?En cuanto los vi, sentí que se me cortaba la respiración.
—Me propuse hacer uno por día, marcando el tiempo. Hice uno con una composición abierta, uno más cerrado y uno intermedio. Como dijiste que sería bueno tener variedad, Kyoya-kun, traté de hacerlos así. ¿Qué te parece?
Ante las palabras de Shinoaki, salí de mi asombro y reaccioné:
—Sí-sí, cierto… ¿Podrías enviármelos por correo? Me gustaría revisarlos con más calma.
—Claro, te los envío ahora mismito~.
Con una sonrisa, Shinoaki comenzó a reunir los archivos de imagen y me los envió.
—Entonces, ¿qué te pareció? A primera vista, ¿hubo alguna que te pareciera buena?
—Sí… De las que me enviaste, creo que la que tiene el encuadre más cerrado fue la mejor.
Cuando respondí, Shinoaki asintió y dijo:
—Sí, yo también pensé que esa era la mejor~.
—Ya veo, así que opinabas lo mismo que yo.
Yo también asentí del mismo modo.
—Entonces, más tarde te mando una respuesta bien escrita, ¿te parece si esperamos eso para enviárselo al editor?
—Sí, está bien, entonces esperaré~.
Despedido por la sonrisa de Shinoaki, salí de su habitación.
Apenas cerré la puerta, abrí la de la mía. Me senté apresuradamente frente al ordenador, guardé las imágenes que me había enviado Shinoaki y las abrí.
Puse todas las imágenes en pantalla y las observé.
Y de forma instintiva, me llevé las manos a la cabeza.
—Es… más normal de lo que esperaba.
Los bocetos que había dibujado Shinoaki eran claramente mediocres, se mantenían dentro de lo común. Daba la impresión de que, si uno elegía al azar cualquier otra novela ligera de otra editorial, seguramente se encontraría con una portada de composición similar.
Por supuesto, su habilidad había mejorado considerablemente en comparación con antes. Lo que tenía delante era, sin duda, de un nivel superior a la media en cuanto a calidad comercial.
Pero eso no era suficiente.
—Así no se convierte en algo especial.
Hay muchas cosas que se le exigen a un ilustrador.
Adaptarse al estilo de moda, cumplir con los plazos… esas son condiciones fáciles de entender. Pero, desde mi punto de vista, hay algo que es aún más importante:
Y eso es, que su arte no tenga reemplazo.
Una ilustración que se parezca a la de alguien más, una que «se sienta como si fuera de tal o cual artista», puede tener demanda mientras ese estilo esté en boga. Pero que se parezca a algo significa que puede ser reemplazada, y que otro artista con un estilo similar podría tomar su lugar fácilmente.
El estilo de dibujo de Shinoaki no era particularmente llamativo, sino más bien estándar. Sin embargo, los elementos como la composición y la coloración eran extraordinariamente originales. Y lo que más la había llevado a destacar por encima de los demás era, sin duda, sus expresiones.
Para representar la ternura de forma clara en una ilustración, es común hacer los ojos grandes y reducir al mínimo la nariz y la boca. Esto se consideraba una fórmula clásica dentro del género bishoujo, y durante muchos años había sido un estándar importante. Como esa expectativa estaba tan arraigada en el público, se decía que dibujar la nariz y la boca más grandes podía apartar la obra de la corriente principal.
Quien rompió con esa norma fue Akishima Shino, o más bien, Shinoaki. Las chicas que ella dibujaba lloraban con fuerza, reían, se enojaban… mostraban plenamente todas sus emociones. Y, aun así, conseguía que siguieran viéndose adorables. Ese equilibrio casi imposible era lo que había logrado con su arte.
Sin embargo, en ese momento, su arma más poderosa estaba claramente comenzando a oxidarse.
Si bien la composición tenía un pequeño giro, no se podía decir que fuera especialmente elaborada. Incluso si el acabado se levantaba gracias al color, al menos en esos bocetos no se encontraba ese rasgo distintivo que eran sus expresiones.
—¿Qué hago…? ¿Debería decirle esto ahora…?
El rostro de Shinoaki tenía un tono mucho más saludable que antes, su estado físico claramente había mejorado.
Había cambiado su estilo de vida nocturno por uno matutino, y poco a poco estaba logrando un entorno más cómodo para trabajar.
Pero lo más importante, el producto final…
—¿De verdad puede cambiar tanto?
El impacto que solía tener su trabajo se había desvanecido, tanto que cualquiera lo habría notado enseguida.
Las palabras de Kawasegawa y de Jin-san volvieron a mi mente.
¿Era algo que solo podía nacer al sacrificar algo más…?No quería pensar así. Hay muchos creadores que, gestionando bien su tiempo, han logrado crear obras maestras.
No quería creer que Shinoaki no pudiera hacerlo. Pero la situación actual no me dejaba otra opción más que admitir que, al menos por ahora, no era así.
—Tengo que revisar el cronograma… —Como si recién me hubiera dado cuenta, abrí el archivo con las fechas planificadas.
Ese día se suponía que debíamos reunir los bocetos y enviarlos al editor. Probablemente respondería pronto, y entonces pasaríamos a la línea y la coloración. Habíamos dejado un día de margen para cada etapa, en caso de imprevistos, así que aún había algo de tiempo.
Rehacer los bocetos no era imposible.
—Pero eso significaría aumentar la carga para Shinoaki.
Ajustar el cronograma significaba precisamente eso.
Después de haber ido a casa de sus padres, hablar con ellos y tomar una decisión, ¿estaba bien revertir todo ahora, desde esta primera etapa? Incluso si lo hacíamos, ¿era correcto que Shinoaki volviera a su estado anterior de salud?
Volví a llevarme las manos a la cabeza.
Apreté los dedos con fuerza. Un dolor como si algo me atara con cuerdas a una herramienta, un dolor que me atravesó la cabeza mientras intentaba tomar una decisión.
Finalmente, mis manos cayeron sin fuerza sobre el escritorio, y comencé a teclear.
«Vamos a enviar estos bocetos al editor.»
Así se lo comuniqué a Shinoaki y cerré la ventana.
Me dejé caer boca abajo sobre la cama. Había muchas cosas en las que debía pensar, pero no lograba concentrarme en ninguna.
Sabía que era una pregunta sin respuesta.
También entendía lo que me había dicho Kawasegawa.
Pero al enfrentarme directamente con la realidad, no pude evitar sentirme afectado.
Creí que había dado un paso más en el mundo creativo. Y sin embargo, recién ahora comprendía que aún seguía estando muy, muy lejos.
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