Remake Our Life!
Vol. 9 Capítulo 4. Allá Vamos Parte 2
El proyecto de Matsuhira-san fue luego explicado de nuevo por él mismo a los miembros del equipo de desarrollo, y se decidió adoptar la política de devolverlo a la dirección general bajo el supuesto de su cancelación. Como yo también estuve de acuerdo, la opinión general dio un giro marcado hacia el apoyo a Matsuhira-san.
Aunque todavía hubo algunas objeciones, él se tomó el tiempo de responder cada una con calma y claridad. Solo cuando ya no quedaban voces en contra, presentó la decisión como un consenso del equipo.
Pensé que era una cantidad de energía increíble, sobre todo considerando que también debía cumplir con sus tareas habituales.
De verdad, es una persona admirable.Una vez más, sentí un profundo respeto por Matsuhira-san.
—Paisen, ¿crees que Matsuhira-san ya se rindió con lo del proyecto? —preguntó Takenaka-san, visiblemente intrigada.
—No lo sé. Cuando lo estaba desarrollando, seguro le tenía mucho aprecio, pero ahora trabaja como si todo aquello nunca hubiera pasado…
De hecho, en su trabajo diario, Matsuhira-san había vuelto a comportarse como siempre, hasta el punto en que lo ocurrido en aquella sala de reuniones parecía casi una mentira.
—Si ese es el caso, entonces es increíble, ¿verdad? —comentó Takenaka-san, impresionada.
Junto a ella, no pude evitar que Matsuhira-san me viniera a la mente.
¿De verdad esto había sido lo correcto?
¿Y qué estaría pensando en el fondo de su corazón?
Seguramente, la única persona que lo sabe es él mismo.
Justo en ese momento comenzó la hora del almuerzo. Me acerqué al escritorio del jefe Horii y le pregunté si le apetecía ir a comer.
—Qué raro en ti, —dijo con una sonrisa, pero aceptó encantado.
Cuando por fin pude preguntarle directamente a Horii-san, me respondió:
—Es un tema complicado. Sinceramente, hay cosas que no puedo responder aquí.
—Ya veo…
Tal como lo había imaginado, casi no me dijo nada sobre lo que había llevado a Matsuhira-san a tomar esas decisiones.
—Sobre la forma de trabajar en esta industria… Él tiene sus ideas, así que no se le puede reprochar.
Sin embargo, era evidente que existía una razón de peso detrás de todo aquello.
—Pero… no puedo preguntarle directamente, ¿verdad?
—Es algo personal. Por eso, no puedo hablar en su lugar, —respondió, negando con la cabeza—. Pero si llega el momento necesario, estoy seguro de que él mismo te lo contará. Porque… —Horii-san sonrió y añadió—: Matsuhira-kun te tiene en mucha estima. Es probable que sea él quien vuelva a buscarte para hablar.
—¿De-de verdad?
—Sí. Me dijo que tú tienes un carisma natural que él envidia, porque siente que a él le falta. También valora mucho tu forma de trabajar.
Eso también fue algo sorprendente.
Que alguien tan competente sintiera algo así por mí… Solo saberlo ya me daba confianza, aunque también me imponía una gran responsabilidad.
—…Precisamente por eso, quiero pedirte algo, Hashiba-kun.
—¿De, qué se trata?
Con expresión melancólica, Horii-san me dijo:
—Matsuhira-kun es un chico solitario. Así que, por favor, sigue llevándote bien con él, incluso de aquí en adelante.
—………
La posición en la que se encontraba Matsuhira-san, y sus ideas… No hacía falta pensarlo demasiado para darse cuenta de que era una lucha solitaria.
Aun así, él intentaba impulsar un cambio. Aunque eso solo pudiera hacer más profunda su soledad, no estaba dispuesto a rendirse.
Cuando trabajé en una empresa explotadora, no tenía a nadie de mi lado. No importaba cuánto insistiera en mejorar los procesos o en elevar la calidad de las obras, el presidente no me escuchaba, y mis compañeros ya se habían rendido. Solo se burlaban de mí mientras intentaba hablar con seriedad.
Luchar solo… era demasiado duro.
Por eso, entendía bien lo difícil que debía ser para Matsuhira-san.
Aunque sea yo… ¿sería capaz de serle útil a alguien tan increíble como él?
En lo creativo, en lo profesional… sentía que, aunque nos separaran diez años de experiencia, nunca podría alcanzarlo.
Pero si alguien como él veía algo valioso en mí…
—Entiendo. Si yo puedo servir de algo…
Quería responder a sus expectativas, sinceramente.
—Gracias. Tenías que ser tú, —respondió Horii-san, asintiendo con firmeza.
◇
Ese día, después de terminar la jornada, Takenaka-san y yo caminamos juntos por el camino de regreso.
—Buen trabajo hoy. Gracias a tu esfuerzo, vamos muy bien con el progreso.
—¿¡De verdad!? ¡Ah, me alegra muchísimo! ¡Hoy voy a celebrarlo en casa, yo solita! ¡¡Con una Coca-Cola!!
Frizcop: Qué repentino posicionamiento de marca, no me la esperaba xD
Takenaka-san giró sobre sí misma, llena de alegría.
Y no era un cumplido vacío: el desarrollo de los minijuegos se sostenía en gran parte gracias a ella.
Debido a las limitaciones de recursos y presupuesto, no podíamos externalizar los materiales gráficos, pero ella los producía uno tras otro con una velocidad increíble. No era exagerado decir que trabajaba como varias personas al mismo tiempo.
Puede que como artista aún le quedara camino por recorrer, pero no había duda de que nunca le faltaría trabajo. Tenía un talento tan versátil y sólido que era imposible ignorarlo.
Sin duda, es un diamante en bruto…
Las cosas que yo hacía a medias, ella las superaba con un nivel abrumador en todos los aspectos.
El motivo por el que la profesora Kanou me había presentado a esa chica volvió a calar hondo en mí.
Sin embargo, al recordar lo que había hablado con Matsuhira-san, también sentí que, precisamente no dar por sentado la existencia de personas tan especiales como ella, era lo necesario para transformar el entorno de desarrollo de los videojuegos.
Mientras siguiéramos trabajando de una manera en la que la ausencia de una sola persona como ella llevara al colapso del proyecto, esta industria seguiría anclada en el pasado.
—Oye, oye, ¿Paisen, te estás divirtiendo al hacer este proyecto conmigo? —me preguntó Takenaka-san, de repente en voz baja.
—¿Eh? ¿Por qué lo preguntas tan de repente?
—Bueno, ya sabes… Lo que estamos haciendo ahora, claro que lo hacemos porque nos gusta, pero al final no deja de ser una orden de la empresa, algo que hacemos como parte del trabajo, ¿verdad?
Tenía razón, por supuesto.
—Pero Paisen, tú has creado cosas con ideas propias y con gente que has elegido por ti mismo, ¿no? Así que… comparado con eso, ¿cómo se siente esto? ¡¡Solo es curiosidad, eh!!
Ya veo. Era natural que sintiera cierta inseguridad y quisiera saber qué pensaba yo al respecto.
—Por supuesto que me divierto, —respondí. No era una mentira, estaba siendo completamente honesto—. Tienes buenas ideas, Takenaka-san, y siempre que te propongo algo o te doy una indicación, tú piensas en cómo mejorarlo antes de devolverme una propuesta. Por eso siempre tengo curiosidad por ver con qué vendrá después. —La miré y asentí con firmeza—. Es trabajo, sí, pero para mí también es algo que quiero hacer.
Al oír mis palabras, Takenaka-san sonrió con alegría.
—¿En serio? ¡Eso me alegra muchísimo! —Abrió los brazos y dio un pequeño saltito, y luego dijo con un tono inusualmente melancólico—: Pero sabes… Estoy un poco triste también.
—¿Triste?
—Mmm… es que ahora mismo, trabajar así contigo, Paisen, me hace muuy feliz, pero siento como si todo quedara contenido aquí, como si no importara lo que haga, nada se expandiera más allá. —Entonces se dio la vuelta rápidamente, me miró con una gran sonrisa y dijo—: Oye, Paisen. ¡Después de todo, yo también quiero lanzar un proyecto!
—Sabía que ibas a decir eso. —Aunque, en el fondo, yo también lo había estado pensando.
Usar un talento como el de ella en un papel de comodín como este me parecía un desperdicio imperdonable. Quería poder ofrecerle un escenario mucho más grande, algo firme y a la altura de su capacidad.
Pero, en ese momento, yo no tenía ese poder.
—Lo siento. Ojalá tuviera más influencia… o dinero.
Eran palabras lamentables, pero no dejaban de ser una verdad irrefutable.
No podía imponer mis propios deseos, y ni siquiera mis ideas tenían una dirección clara.
A pesar de tener más experiencia que otros, no sabía cómo sacarle verdadero provecho.
Ese era el yo de entonces.
No tenía una filosofía como la de Matsuhira-san, ni me entregaba a la creación con la intensidad de alguien verdaderamente entregado.
Cuando lo dije con un aire algo desanimado, Takenaka-san me miró con cara de sorpresa.
—¿Eh? ¡Espera, no! ¡No estoy diciendo que tengas que lanzar un mega proyecto ya mismo ni nada así, Paisen!
—¿En serio, no? —pregunté, convencido de que eso era precisamente lo que ella esperaba.
—Bueno, claro que si existiera algo así, me encantaría participar, pero sigues siendo un universitario, ¿no, Paisen? Sé que no puede ser ahora mismo. Pero…
—¿Pero?
Entonces, Takenaka-san se acercó de repente a mí y, con energía, dijo:
—¡Pero una idea nueva, un proyecto que queramos hacer, eso se puede pensar en cualquier momento!
—¿Un proyecto…? Bueno, sí, supongo que sí.
En efecto, aunque no supiéramos si podría llevarse a cabo, nada nos impedía idearlo.
—El desarrollo de los minijuegos ya está bastante encaminado, así que también tendremos más tiempo libre, ¿verdad? Entonces, ¡pensemos algo juntos, Paisen! ¡Un proyecto brillante con senpais brillantes!
Sí… tenía razón. Sin duda.
Aunque me había venido un poco abajo por lo de Shinoaki y mi conversación con Matsuhira-san, pensar en el futuro me hizo darme cuenta de que no tenía nada de malo empezar a planear un proyecto.
No se trataba solo de tener una visión vaga de producción, sino de ir concretando un plan que algún día pudiéramos desarrollar entre todos. Una especie de declaración de intenciones sobre lo que yo realmente quería crear.
Precisamente por estar en este momento, tenía sentido hacerlo.
—Gracias. Gracias a ti, Takenaka-san, ahora tengo algo que quiero hacer.
—¡Waaah! ¡Otra vez Paisen me da las gracias! ¡¡¿Cuánto de feliz puedo llegar a estar hoy, eh?!! —exclamó, mientras empezaba a girar sobre sí misma otra vez, justo delante de mí.
Frente a esa brillante Kohai rebosante de talento, decidí que era hora de empezar a pensar con calma en la estructura de un nuevo proyecto.
◆
No era buena idea convertirse en jefe.
Cada vez que me reunía con Kanou-kun, acabábamos inevitablemente hablando de eso.
Yo había entrado a una compañía de videojuegos porque quería dedicarme al desarrollo, pero últimamente lo único que hacía era enfrentarme a cronogramas, revisar presupuestos, contestar llamadas y correos. El verdadero trabajo de desarrollo solo empezaba cuando la jornada laboral ya había terminado.
Y desde el principio, cuando ingresé en la empresa, entendí de primera mano lo duro que era estar en un cargo de gestión. Cuando era solo un empleado raso, había visto cómo mi jefe, a quien respetaba profundamente, iba desgastándose día tras día. En ese entonces me prometí que jamás seguiría ese camino.
O al menos, eso creía. Pero cuando él mismo me dijo: «Confío en ti para lo siguiente», no fui capaz de rechazarlo.
Aun así, debo admitir que el trabajo de gestión dentro del equipo de desarrollo tenía lo suyo. Me entristecía no poder estar al frente, en el campo de batalla, pero en su lugar, mis talentosos compañeros y subordinados estaban creando cosas increíbles. Poder construir la base para que eso ocurriera tenía un valor enorme para mí.
Sin embargo, ahora…
Volvía a pensar que jamás debí convertirme en jefe.
—Presidente.
La persona frente a mí era ese antiguo jefe a quien solía respetar.
Era de noche, y me encontraba en la oficina del presidente. Me había hecho llamar, y ahora estaba de pie frente a él. O mejor dicho, estaba clavado al suelo. Quizás esa era una forma más exacta de describirlo.
Así de duro era lo que acababa de escuchar.
—Entonces… ¿realmente no piensa retractarse de la decisión? —Mi voz tembló al hacer esa simple pregunta para confirmar.
—Horii, estás siendo insistente, —dijo el presidente, girando su silla hacia mí y clavándome la mirada con una dureza mucho mayor que antes—. Haz que Koh deje de hacer esas estupideces. Eso es lo único que quería decir.
—Y si no lo hace, reemplazará al líder del proyecto y expulsará a Koh-kun… ¿es así?
No hubo respuesta. Y ese silencio fue, sin duda, la respuesta más elocuente de todas.
—¿Sabe usted por qué hemos llegado a este punto, presidente?
—No lo sé. ¿Quién puede entender lo que pasa por la cabeza de ese chico?
—No… usted lo sabe. ¡Solo está fingiendo no saberlo! —Levanté la voz sin darme cuenta. Había intentado mantenerme lo más sereno posible, pero en cuanto se trataba de este tema, el tono se me volvía inevitablemente más duro.
Era así de importante para mí… no, para nosotros.
—El equipo de desarrollo… está agotado. —Recordé los rostros de todos. Algunos aún mostraban cierta alegría, pero en cada uno se notaban las preocupaciones, la tristeza y, más que nada, el cansancio acumulado—. Koh-kun también lo sabe. Por eso propuso esa nueva idea de proyecto. Y cuando intentaron imponerle una reducción imposible en los plazos, se negó. Eso es algo que usted también debería entender perfectamente.
El presidente soltó una risa nasal y dijo:
—Ese chico es un iluso. Se presenta con teorías que habrá leído en algún lado sobre condiciones laborales o lo que sea, diciendo que eso es lo ideal. Son puras fantasías, sin ningún vínculo con la realidad. No hay por qué tomarlo en serio.
—Eso es…
Me quedé sin palabras. Entonces, él remató con dureza:
—Esta es mi empresa. Si no les gusta cómo manejo las cosas, son libres de buscar trabajo en otra parte. Ya seas tú o Koh, da lo mismo.
¿Este era el mismo superior que alguna vez había compartido conmigo el esfuerzo, las lágrimas, las luchas…? Cuesta creerlo.
Fue precisamente por aquella experiencia que pensé que, si hablaba con él, quizás algo cambiaría. Con esa esperanza vine hasta aquí… pero, por lo visto, esa apuesta había sido un fracaso.
—Usted… ha cambiado, presidente. —Apreté los puños.
Pude oír claramente el crujido de los huesos por la fuerza que ejercía.
—Desde que ella se fue, usted ya no es el mismo. ¡Dice que nosotros estamos atados a un fantasma… pero el que está encadenado es usted!
—Cuidado con lo que dices, Horii. Recuerda cuál es tu lugar.
Tragué en seco y reprimí las palabras que amenazaban con salir.
—Dile a Koh que, si quiere ser perdonado, debe venir aquí, arrodillarse ante mí y pedirme disculpas. Y que no se atreva a volver a hablarme con insolencia. Si no puede cumplir con esas dos condiciones… entonces yo mismo me encargaré de ponerle fin a todo.
De verdad… ojalá nunca hubiera aceptado convertirme en directivo.
Koh-kun… lo siento. Esto es todo lo que he podido hacer. Ya no me queda nada más.
¡Quieres discutir de esta novela u otras, o solo estar al tanto? ¡Entra a nuestro Discord!
Gente, si les gusta esta novela y quieren apoyar el tiempo y esfuerzo que hay detrás, consideren apoyarme donando a través de la plataforma Ko-fi o Paypal.
0 Comentarios