Remake Our Life!
Vol. 10 Prólogo. Un Sueño que Titila
Había estado soñando.
No recordaba exactamente qué era lo que había visto. Solo recordaba aquella sensación: algo dulce, amable y placentero que me envolvía por completo.
Últimamente, la mayoría de los sueños que tenía eran bastante desagradables.
Aquella época como asalariado, gris y apagada… A menudo soñaba con versiones caricaturescas de esos recuerdos, aún más grotescas que la realidad. O sueños vacíos, impregnados de una soledad inexplicable que me dejaban empapado en sudor al despertar. Todos eran horribles.
Sin embargo, desde algún momento en adelante, los sueños que tenía comenzaron a volverse cada vez más luminosos.
Las nubes persistentes, como de una temporada de lluvias eterna, se habían disipado, dando paso a un cielo azul. Los tonos fríos que dominaban el paisaje onírico se habían transformado poco a poco en colores cálidos.
No sabía qué aspecto de mi estado emocional había provocado aquel cambio. Pero sin duda, mis pensamientos hacia mi día a día y muchas otras cosas habían influido de alguna forma.
Esa mañana también había soñado con algo así. Me desperté sintiendo aún esa suavidad reconfortante en el cuerpo. Era como si una bruma rosada y tenue todavía cubriera mi vista.
Sacudí ligeramente la cabeza y tomé la botella de agua que tenía al lado, bebiendo de ella para calmar la garganta. Sentí cómo el agua refrescaba y rehidrataba mi cuerpo seco.
A través del plástico transparente de la botella, podía ver la habitación de la casa compartida en la que había vivido todo este tiempo. Diez años de reinicio, en los que, sin saber mucho, había elegido entrar a una universidad de arte, y gracias a una serie de coincidencias, había conocido a mis amigos y compartido con ellos tres años de vida.
Solté un suspiro mientras dejaba la botella a un lado y alzaba la vista hacia el techo.
—Este mundo… sí que parece un sueño.
Pensándolo bien, todo lo que me había sucedido era increíble.
Había vuelto de repente a diez años en el pasado, desde un futuro donde estaba a punto de rendirme por completo. Volví a un mundo donde la creatividad, antes tan lejana, se volvió mi día a día. Discutimos, reímos, lloramos… y hasta experimenté fracasos que parecían el fin de todo. Pero al final, con todo eso incluido, había vivido dentro de un milagro.
—No es un sueño, ¿verdad?
Después de aquel gran tropiezo, había tomado varias decisiones.
Para no arruinar el brillante futuro de esas personas tan maravillosas. Para volver a encontrarme con ellos tal como los vi brillar en el mundo en el que solía estar.
—Hora de levantarse. —Como si ahuyentara el aire suave que aún me envolvía, me puse de pie. Desde hacía un tiempo, mi rutina diaria consistía en dar una caminata ligera por la mañana, tomar una ducha para terminar de despertarme por completo, y luego dedicarme a mis cosas.
Cuando miré el reloj, ya pasaba poco desde de las diez. Para cuando se acercara el mediodía, Shinoaki, que siempre se desvelaba, seguramente se levantaría frotándose los ojos con sueño. Cuando eso ocurriera, yo prepararía el almuerzo y hablaríamos sobre el trabajo de hoy mientras comíamos.
Mientras repasaba ese plan en mi cabeza, terminé de alistarme para salir. Bajé las escaleras en silencio y, al abrir la puerta de entrada, el fuerte sol matutino vino acompañado de un aire invernal todavía algo frío que me golpeó de lleno.
—Qué frío… —Me estremecí sin querer, pero aun así empecé a caminar. Seguramente hoy también sería un día productivo. No, más bien, ese era mi deber: hacer que así lo fuera.
◇
Regresé del paseo, me duché y luego comencé a preparar el almuerzo. Ya completamente despierto, justo cuando me disponía a empezar con lo del día, tal como lo había previsto...
—Fuaaa… Buenos días. —Shinoaki se despertó poco después del mediodía. Saludó con un gran bostezo, parpadeando aún con los ojos adormilados.
—Buenos días. ¿Qué hacemos con la comida? Ya está lista, por si acaso.
Cuando le pregunté eso, respondió:
—Gracias, voy a comer~. Pero antes me voy a dar una ducha~. —Dicho eso, regresó a su habitación a buscar ropa para cambiarse.
Mientras la veía actuar así, sentí una especie de tranquilidad, y mi mente se llenó de pensamientos relacionados con ella: con su pasado y con su futuro.
Ya iban a cumplirse tres meses desde que habíamos cambiado la forma en que Shinoaki trabajaba.
Desde el principio supe que no sería algo que saldría bien de inmediato, pero poco a poco, ella comenzó a mostrar determinación como creadora.
Pasó de una posición en la que simplemente le gustaba dibujar, a una en la que convertir el dibujo en su trabajo era su objetivo. Siempre había sido aplicada, pero sentía que su enfoque había cambiado.
Incluso en aspectos como la elección de trabajos o la investigación, cosas que antes dejaba por completo en mis manos, había comenzado a buscar por su cuenta en internet y, aunque fuera poco a poco, empezaba a expresar sus propias opiniones.
Aun así, eso no significaba que hubiera superado el rol de simple artista. En cuanto a estrategias para darse a conocer como profesional, o la construcción de una marca personal, todavía le quedaba mucho camino por recorrer.
Sin embargo, era difícil exigirle tanto en su situación actual. Por eso, también había empezado a ocuparme de aspectos como su alimentación y su salud, para evitar que su mente se sobrecargara.
—Si esto puede ayudarle a crecer… entonces vale la pena.
Claro que también entendía que, si me excedía, podía generar una relación de dependencia.
Por eso mismo, esto tenía que ser algo temporal. Una convivencia efímera que, tarde o temprano, tendría que llegar a su fin.
—¡Aaah~, qué frescura! Pero solo con la ducha todavía hace frío, ¿no? —Shinoaki salió del baño con el rostro enrojecido y relajado por el calor, esbozando una sonrisa satisfecha.
—Es que todavía es invierno, claro. Cuida que no te enfríes al salir.
—Sí. —Su sonrisa resplandeciente no reflejaba, a simple vista, ninguna clase de determinación como creadora, ni la dureza que implicaba esa decisión.
Pero en cuanto comenzaban a hablar de trabajo, su expresión y sus palabras cambiaban por completo. Se había vuelto evidente su actitud de querer enfrentarlo todo de frente.
—Iowa Soft… Ah, es la empresa del juego bishoujo que nos contactó el otro día. Te ofrecieron dos personajes para hacer los diseños, ¿qué opinas, Shinoaki?
Le pregunté mientras comía una tostada frente a mí, y respondió:
—Hmm, hablé con el presidente, pero no entendí muy bien por qué me hicieron la propuesta a mí. Además, no me quedó claro qué tipo de juego quieren hacer. —A pesar del tono apacible de su voz, soltó una crítica bastante directa—. Y también el diseñador gráfico… su estilo de coloreado se sentía algo anticuado. Si ponen mis ilustraciones al lado, se va a notar la diferencia. Así que voy a rechazarlo~.
—Entiendo. Entonces, ¿qué hacemos con el correo?
—Lo enviaré yo~. Creo que es mejor que lo diga directamente para que no parezca descortés. —Dicho eso, volvió a darle un mordisco al pan.
Shinoaki, aunque aún no estaba del todo acostumbrada, había empezado a encargarse ella misma de responder cuando decidía rechazar una oferta. Aunque yo a veces intervenía para cubrirla cuando se acumulaba el trabajo, se aseguraba de manejar personalmente los asuntos importantes.
Eso era, sin duda, una señal de que había empezado a asumir que ese trabajo era suyo, y solo suyo.
—Bueno, siguiente: una ilustración individual para la revista Monthly Moe Girls , ¿qué hacemos con esa?
—Eh, con esa, el editor me comentó el mes pasado que…
Shinoaki ya casi no usaba expresiones como «da igual» o «haz lo que quieras». Siempre daba alguna opinión, y si quería saber qué pensaba yo, me decía «Yo pienso esto, ¿tú qué opinas, Kyoya-kun?».
Eso no había sido algo que yo le hubiera pedido hacer. Fue ella quien, por decisión propia, determinó que era lo mejor y decidió actuar en consecuencia.
Has cambiado, Shino Akishima.
La veía crecer justo frente a mis ojos.
Aquella chica de Fukuoka que amaba dibujar se estaba convirtiendo en una creadora con reconocimiento a nivel mundial. Y yo estaba allí, presenciando esa transformación.
Como fan, no podía sentirme más feliz.
Me alegro de haber tomado la decisión, de haberme comprometido con esto.
Pensándolo ahora, intentar limitar su trabajo y encerrarla dentro de un marco había sido una completa insensatez. Gracias a Saikawa y a la propia Shinoaki, aquello no se concretó, y me alegraba profundamente por ello.
Solo falta que desarrolle plena conciencia de su rol profesional.
La consciencia de vender su nombre, su técnica y sus obras como una profesional. Saber quién es, decidir cómo quiere crecer, y construir su camino a partir de ahí.
Incluso entre los profesionales de más alto nivel, pocos lo logran del todo. Pero yo creía que, al estar allí para ella, podía servirle de apoyo en ese proceso.
Shinoaki aún necesitaba algo más de tiempo para volverse completamente independiente. Hasta entonces, yo me encargaría de ser sus brazos, sus piernas y su cabeza, para poder brindarle el mejor apoyo posible.
Yo era como las ruedas de apoyo de una bicicleta. Tarde o temprano, llegaría el momento de quitarlas.
◇
Después de almorzar, Shinoaki regresó a su habitación como siempre.
—Hoy quiero concentrarme, así que voy a cenar aparte~.
—Entendido. Entonces, ¡ánimo!
Nos despedimos agitando las manos y yo también volví a mi habitación. De pronto, el espacio quedó en completo silencio. Mil pensamientos me rondaban por la cabeza.
Me senté frente al escritorio con la computadora, y mientras me balanceaba en la silla, recogí del escritorio aquello que tenía pendiente desde hacía tiempo.
—Tengo que avanzar… con este proyecto...
Mystic Clockwork. Ese era el título de un juego creado por la desarrolladora que tanto admiraba y que había visto en el futuro al que una vez fui.
Independientemente de lo que aquello significara, le puse ese nombre al proyecto en el que venía pensando. No había una razón concreta. Pero, de forma casi misteriosa, aquel título encajaba perfectamente con lo que quería crear.
Mientras tecleaba, iba dando forma poco a poco a la idea. Para construir una historia sólida, necesitaría la ayuda de Tsurayuki. Y también requeriría ilustraciones, música… todo realizado por los creadores en los que más confiaba.
Pero el primer paso, ese primer impulso… ese lo daría yo.
Eso era algo que había decidido desde hacía mucho tiempo.
Como productor, era el objetivo final al que aspiraba.
—Voy a estructurar esto, crear una oportunidad, y entonces…
Convertirlo en un proyecto que involucrara a todos. Eso era, precisamente, lo que había querido hacer desde que llegué a este mundo.
Recordé una conversación que había tenido recientemente con Horii-san. Él, que originalmente se había desempeñado como director y luego se convirtió en productor, era alguien a quien tenía una montaña de preguntas que quería hacerle.
—No creo tener tantas respuestas para darte, la verdad.
Dijo con una sonrisa incómoda. Aun así, me animé a lanzarle una pregunta directa, simple pero difícil.
—¿Qué clase de persona es un buen productor?
Decir «productor» podía significar muchas cosas. Algunos se involucraban profundamente en el contenido, mientras que otros no intervenían en absoluto. Manejo de dinero, tiempo, personal… todo lo relacionado con cómo preparar cada uno de esos recursos formaba parte del rol, que era en sí mismo caótico y difícil de definir.
Incluso Horii-san se quedó pensando un momento ante la pregunta. Cuando por fin habló, me sorprendió con lo que dijo:
—Hashiba-kun, ¿te gusta el béisbol?—Me lanzó de pronto esa pregunta inesperada.
—Pues, bueno… algo, sí.
No era que apoyara a un equipo en particular, pero sí me interesaban las noticias y columnas sobre aquellos equipos conocidos por su estrategia o por el desarrollo de talento.
—A mí me gusta bastante. Lo veo como un deporte que contiene muchos elementos: desde las decisiones durante los partidos hasta la temporada baja… es decir, las negociaciones, estrategias y fichajes fuera de temporada, así como el desarrollo y reclutamiento de jugadores.
Entendí entonces por qué había sacado ese tema.
—Pues bien, hay un entrenador que me gusta mucho, y él decía: «El mejor equipo es aquel que puede ganar incluso si el entrenador se queda dormido en el banquillo durante el partido».
—¿Incluso dormido…?
O sea, que el entrenador no hace nada durante el juego.
—Exacto. Y eso, en otras palabras, se puede interpretar como que las habilidades de cada jugador y su capacidad de pensar y actuar por sí mismos estaban funcionando al máximo. Así que, si lo analizas bien, te das cuenta de lo importante que son la preparación y el desarrollo previo.—Horii-san hizo una pausa ahí, y luego añadió—:Creo que lo mismo podría decirse de un productor, ¿no crees?—Dicho eso, me sonrió con amabilidad.
Ahora, mientras lo pensaba de nuevo, recordaba claramente esas palabras.
—Un entorno en el que, aunque el productor no haga nada durante la producción, igual pueda surgir una obra excelente…
Sin duda, si algo así fuera posible, sería el escenario ideal. En teoría, bastaría con reunir el dinero y convocar a la gente indicada para que todo se alineara.
Por supuesto, en la práctica no se trataba solo de eso, pero incluso había quienes aseguraban que todo dependía del equipo que se armara. Por eso, potenciar las capacidades individuales era absolutamente esencial.
—Entonces, no estoy equivocado…
Shinoaki ya era capaz de actuar con total conciencia de su rol, Tsurayuki se había convertido en un escritor profesional, y Nanako también había empezado a tomar la iniciativa de componer por su cuenta. Sentía que, al fin, lo que tanto había estado esperando en términos de autonomía personal se estaba materializando en todos ellos.
Así que lo que quedaba era construir el entorno adecuado para que eso floreciera.
—Aún no es que tenga algo claro frente a mí…
Pero prepararse para cuando llegara esa oportunidad era parte del trabajo. Era un día todavía un poco frío como para llamarlo primavera, justo cuando se acercaba mi cuarto año de universidad.
Y aun así, sentía una satisfacción como nunca antes.
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