Remake Our Life!

Vol. 10 Capítulo 1. La Continuación del Sueño Parte 1

En abril de 2009, nosotros ya éramos todos estudiantes de último año en la Daigeidai.

En una universidad común, un estudiante de último año ya ha completado la mayoría de los créditos, ha terminado con las actividades de búsqueda laboral y se encuentra disfrutando de sus últimas vacaciones. Pero en Daigeidai, lo que aguardaba al estudiante de último año era el mayor evento de todos, por lo que no eran pocos los alumnos que no lograban sentirse tranquilos.

—Bien, comenzaré con la explicación.

En el salón donde ya se habían realizado numerosas proyecciones, la profesora Kanou habló frente a los estudiantes de cuarto año, quienes nos habíamos reunido allí por primera vez en mucho tiempo.

—Como bien saben, en un año, los de cuarto año se graduarán. Sin embargo… —En ese momento hizo una pausa, y como de costumbre, sonrió con malicia—. Por supuesto, la universidad no es tan indulgente como para dejar que se gradúen durmiendo y jugando. Así es, mientras que en las universidades comunes se exige una tesis, aquí tenemos algo diferente.

Con esa introducción, la profesora escribió en grande tres palabras en la pizarra: «Proyecto de Graduación».

Al ingresar a la universidad, ya habíamos escuchado hasta el cansancio esas palabras de parte de los senpais. A veces como objeto de admiración, y otras como símbolo de lamento y sufrimiento. Y por fin, eso había aparecido frente a nosotros.

—Muchos ya lo sabrán por el hecho de haber ingresado a esta universidad, pero con este proyecto de graduación, mientras al menos logren producir algo, en general será aceptado. Claro que si entregan un video casero sin editar, se les rechazará, pero si cumple con lo mínimo necesario para considerarse una obra, se recibirá.

Entre los estudiantes se escucharon algunas risas.

—Sin embargo, hubo grandes graduados que ganaron premios con las obras que crearon para este proyecto y saltaron directamente a la industria del cine. También hubo quienes demostraron su habilidad en la animación 3D con sus proyectos y los enviaron a grandes compañías, consiguiendo al final ofertas de varias empresas reconocidas. En otras palabras… ¿lo entienden?

Las voces de los estudiantes cesaron de inmediato.

—Así es. Lo que hagan aquí definirá su futuro. No sería una exageración decir que eso es lo que significa este proyecto de graduación.

Creí oír cómo alguien tragaba saliva.

Ciertamente, los proyectos de graduación de la carrera de cine y artes visuales eran una mezcla de calidad que iba desde lo brillante hasta lo desastroso, y esa realidad quedaba clara al revisar los archivos de años anteriores.

Era la oportunidad de mostrar los frutos de cuatro años de estudio y, con ello, lanzarse con confianza al mundo laboral, o, por el contrario, avergonzarse tanto de la obra como para ni siquiera presentarla.

Al considerar la diferencia entre ambas posibilidades, las palabras de la profesora parecían muy acertadas.

Pero…

Seguramente, había una excepción dentro de esta historia.

Era como si la profesora pudiera ver a través de mis pensamientos, y continuó hablando:

—Bueno, para aquellos que a estas alturas ya tienen claro su camino, no tiene sentido que anden correteando con el proyecto de graduación. —Añadió que ese tipo de personas eran una excepción—. Los que entren en esa categoría deberían concentrarse sin dudarlo en lo que ya están haciendo o en lo que planean hacer. Eso de «si al menos lo hacen, se aprueba» también es un tipo de apoyo para esos estudiantes.

Ya veo, tiene sentido, pero también me pareció una realidad bastante dura.

Era algo que la propia profesora Kanou nos había dejado muy claro cuando ingresamos: terminar la carrera de cine y artes visuales no garantizaba obtener el trabajo de tus sueños. Esa dureza se había vuelto cada vez más evidente con el paso del tiempo, hasta que finalmente, al llegar a cuarto año, se había convertido en una realidad.

El título en sí no significaba mucho.

Si uno no decidía su camino en este punto, simplemente sería arrojado al mundo sin ser nada ni nadie.

Y ahora, la profesora nos estaba dando esa sentencia.

Es cierto… Tsurayuki, Nanako y Shinoaki son justamente esas excepciones.

El trío de la «generación de platino» del equipo Kitayama estaba haciendo cosas impresionantes.

—Los del curso de cine, que tienen dos años para hacer su obra, son otra historia, pero para los de los demás cursos, seguramente todavía haya quienes estén dudando. Hasta junio se permite entregar o cambiar la propuesta del proyecto, así que duden cuanto quieran, piensen bien y luego tomen una decisión. Cualquier duda, vengan al laboratorio. Eso es todo. —Como siempre, la profesora concluyó con una frase cortante y precisa, y luego se marchó del aula.

Mientras seguía su silueta con la mirada, sentí de repente un golpecito en la cabeza desde atrás.

—¿Eh? ¿Qué…? Ah, Hikawa… —Al girarme, vi a mi amigo, quien había sido un ninja durante tres años completos, mirándome con una sonrisa.

—Hashiba, ¿ya lo decidiste?

—¿Decidir qué?

—El proyecto. Es tu último trabajo de graduación. ¿Vas a hacer algo más con el equipo Kitayama, no?

Claro, tenía sentido. Era obvio, pero nosotros también teníamos que hablar de eso.

Me había pasado los días pensando solo en el trabajo y en Shinoaki…

Durante primero y segundo año me lo había tomado tan en serio, pero con el cambio de época y de posición, las cosas parecían tan distintas que hasta me sorprendí, como si le pasara a otro.

—¿Eh? Pero Hikawa, ¿no estuviste en otro equipo en tercer año?

Así era. Después de las prácticas en segundo año, Hikawa había dicho que quería probar otra cosa y había dejado el equipo Kitayama.

—Recuerdo que estabas en el curso de cine y que estabas filmando una película de acción, ¿no?

Cuando quise confirmar eso, Hikawa se rascó la cabeza y respondió:

—Pues… sobre eso, verás…

Esbozó una sonrisa incómoda, y Kawasegawa, que estaba al lado, se encogió de hombros.

—Parece que la dirección que Hikawa tenía en mente para la acción no coincidía del todo con la del resto. Así que decidió salirse del curso de cine.

—¿Ah, en serio…? —Me tomó por sorpresa. Estaba completamente seguro de que seguiría filmando sin detenerse.

—Bueno, si me hubiera empeñado, lo único que habría logrado era retrasar el rodaje. Por eso decidí salirme solo yo y dejarles el resto a ellos.

Con tanta gente con personalidades tan marcadas reunida, era natural que surgieran discusiones por diferencias de enfoque. De hecho, el caso de Hikawa quizá había sido uno de los que terminó de forma más pacífica.

Un equipo de amigos que venía unido desde primer año podía desintegrarse por diferencias creativas en torno a una película. Ese era el tipo de cosas que podían pasar en esta carrera.

—¿Y tú, Hashiba? ¿Tienes algo en mente?

A la pregunta de Kawasegawa, asentí con la cabeza, algo más reservado que de costumbre.

—Sí… algo tengo. Pero no estoy seguro de si será lo mejor para todos.

—Si te pones a pensar en eso como si fuera una condición que te ahoga, solo acabarás sumido en otro gran dilema. Ten cuidado.

Ella tenía razón. Kawasegawa siempre lograba ver a través de ese tipo de cosas en mí.

—Por ahora, ¿vamos a otro lugar a hablar? También me gustaría oír la opinión de Tsurayuki y los demás.

—Sí, me parece bien, —dijo Kawasegawa, poniéndose de pie.

Llamé a Tsurayuki y los otros que estaban cerca, y decidimos ir a la cafetería.

Justo antes de salir del aula, me di vuelta sin pensarlo.

Ahora que lo pensaba, en ese gran salón habíamos aprendido tantas cosas… y también habíamos recibido varios impactos emocionales. Al verlo vacío y en silencio, un repentino sentimiento de nostalgia me embargó.

Sentí, de verdad, que esto era el final.

Apenas nos reunimos en la segunda cafetería, los miembros del equipo Kitayama comenzamos a hablar sobre el proyecto de graduación.

Dicho eso, no era como en ocasiones anteriores, cuando hablábamos con entusiasmo y determinación de crear algo con muchas ganas. Esta vez se trataba más bien de idear un proyecto que no interfiriera con las actividades del resto. Era como si desde el principio nos hubieran cerrado la puerta a medias, así que no había forma de que surgiera un debate animado.

—Hmm… yo, al final, tiendo a pensar más en hacer algún drama y cosas por el estilo. Pero, ¿ustedes qué opinan? —Tsurayuki lo preguntó con los brazos cruzados.

—Lo que me preocupa es que, como no tenemos mucho tiempo, acabe siendo algo todo mal feúcho. ¡Los del curso de cine se pasan un año solo preparando todo! —Hikawa, que hasta hacía poco había estado directamente involucrado en eso, hablaba con conocimiento de causa.

—Entonces, ¿qué tal si hacemos un video musical como el que hicimos en segundo año? Yo puedo volver a componer una canción. —Tal vez porque ya se encargaba por sí misma de la edición de video, Nanako parecía estar bastante motivada.

—Pero, tanto si lo hacemos en animación como en video, siento que no vamos a poder con todo… además, Minori-chan también parece estar muy ocupada.

—Sí-sí, es verdad… mostrar solo una ilustración y terminar ahí no sería suficiente…

Ante la expresión de preocupación de Shinoaki, Nanako también pareció perder toda su motivación de golpe.

Y era cierto: si íbamos a hacer un video musical, habría que preparar una enorme cantidad de animaciones y material ilustrado. En el pasado tal vez habría sido posible, pero con Shinoaki aceptando cada vez más trabajo profesional, resultaba difícil pedirle que dedicara tanto esfuerzo a esto.

—Entonces, ¿qué tal si esta vez Nanako sale en el video en persona? ¡Así no haría falta preparar material, ni contratar actores!

Ante la idea de Tsurayuki, esta vez fue Nanako quien hizo una mueca y respondió:

—¡Eso tiene una dificultad altísima! Si no se hace bien, un video musical en live-action termina pareciendo un karaoke mal hecho.

—Si hiciéramos eso, lo mismo puede decirse de una serie o peli… ah, claro, ya entiendo…

Tsurayuki también pareció darse cuenta de la contradicción. Al ser más corto, un video musical implicaba que cada plano y cada escena tuvieran más peso, por lo que no parecía mucho menos exigente que producir un corto o una película.

—Mmm…

Todos quedaron sumidos en sus pensamientos.

Después de todo, este proyecto de graduación no se suponía que fuera una obra hecha con la intención de lograr algo grandioso. Aunque sonara feo decirlo, bastaba con que cumpliera con cierta presentación mínima.

Pero para todos los que, durante primero y segundo año, se habían volcado de lleno en sus proyectos, la vara para «crear algo» se había elevado naturalmente. Y al mismo tiempo, no contábamos con el tiempo ni la energía para hacerlo en serio. Más aún, después de un año sin producir nada, sentíamos que habíamos perdido el ritmo para crear una obra audiovisual.

Al final, quizá deberíamos habernos esforzado más en tercer año…

Durante las prácticas de tercer año, el equipo Kitayama había optado por una elección segura.

Usamos el video que habíamos hecho en segundo año. Como yo había grabado el detrás de escenas con mi cámara, tomamos ese material, lo reeditamos como un documental y lo entregamos como trabajo final.

Fue una medida desesperada, motivada por el hecho de que todos los miembros del equipo estábamos increíblemente ocupados. Pero viéndolo en retrospectiva, tal vez habría sido mejor involucrar más las ideas de todos y dejar que participaran activamente en la creación.

Aunque ya es tarde para eso…

Al ver que nadie más parecía dispuesto a proponer nada, me preparé para lanzar una idea cuando, de repente:

—Entonces, yo también tengo una propuesta. —De forma ágil, Kawasegawa levantó la mano antes que yo—. Todos deberían dejar la universidad sin entregar el proyecto de graduación.

Y lo que dijo, sin pausa alguna, fue una idea absolutamente impactante.

—¡Espera… ¿de-dejar la universidad?!

Todos los presentes soltaron un grito de asombro.

—¿Es algo tan sorprendente? Mira que dicen que entre los graduados de Daigeidai, los que abandonaron son los que terminan siendo grandes figuras. —Kawasegawa lo decía con total tranquilidad en el rostro.

—No, pero… aun así, decidir dejar la universidad en este punto es demasiado…

—Si vas a decidirlo, mejor que sea pronto. Así podrías concentrarte de lleno en lo que estás haciendo ahora. ¿No te parece mejor?

Ante la expresión confundida de Tsurayuki, Kawasegawa lo había cortado de forma tajante.

—Un autor de novelas ligeras, una cantante, una ilustradora. Ustedes ya han empezado a moverse seriamente en esos campos, y encima ya están empezando a mostrar resultados. Yo creo que solo les falta tomar la decisión con determinación.

Miró a Tsurayuki, luego a Nanako y a Shinoaki, uno por uno.

Y aún continuó:

—En una universidad común, entiendo que sí haya diferencia entre graduarse o abandonar, sobre todo cuando se trata de buscar trabajo. Pero en una universidad de arte como esta, creo que lo que más importa no es el certificado de graduación, sino las habilidades.

Todos guardaron silencio.

Y era porque todos entendían que Kawasegawa tenía razón.

Se decía que muchos egresados de la Universidad de Artes Visuales de Tokio eran especialmente hábiles para sobrevivir en la industria. Eso significaba que habían aprendido por sí mismos cómo ganarse la vida.

Si al menos hubiera una red de egresados sólida y clara, aún habría algo que decir, pero como no existía tal cosa, lo que realmente valía era la habilidad. «Sé dibujar», «sé escribir guiones», «sé hacer videos», «sé componer música»… esas frases, en algunos casos, podían ser más poderosas que un diploma.

Por eso todos habían pulido sus habilidades. Por eso las palabras de Kawasegawa solo podían ser aceptadas con asentimiento. Y sin embargo, al oír de pronto la palabra «abandonar», la decisión no era tan fácil de tomar.

—Va-vaya, eso sí que es una propuesta atrevida… —Nanako reaccionó mostrando claramente que no se lo esperaba para nada.

—¡Kawasegawa es increíble! Tiene esa determinación como de quien corta un árbol enorme de un solo hachazo. —Hasta Hikawa, tan enérgico como siempre, parecía sorprendido por su contundencia.

Después de todo, todos habían pasado por primaria, secundaria y preparatoria graduándose de forma ordenada. Que de repente, al llegar a la universidad, y por decisión propia, eligieran «dejarla» era una barrera bastante difícil de superar.

—Bueno, tal vez tengas razón, pero… hmm…

Tsurayuki parecía estar especialmente reticente; se cruzó de brazos y se quedó pensando.

Y es que, en su caso, incluso había pasado por una suspensión temporal y luego había regresado. Abandonar aquí, después de todo lo que le había costado conservar su estatus como estudiante, seguramente requería de una determinación enorme.

Pero desde mi perspectiva, eso más bien me parecía algo envidiable.

Siempre y cuando uno tenga habilidades, claro…

Los que habíamos estado a cargo de la producción, como tal, no poseíamos habilidades técnicas concretas.

Es decir, el asunto se resumía perfectamente en la pregunta que Tsurayuki me lanzó de pronto:

—¿Y tú, Kyoya? ¿Qué vas a hacer?

Aquellos que no contábamos con habilidades que pudieran expresarse en una palabra clara y directa, simplemente no teníamos opciones. Y por si fuera poco, estábamos en una universidad de arte. Graduarse de aquí no significaba automáticamente que uno obtendría algo.

—Bueno, en mi caso, de una forma u otra me las arreglaré. —Reí y traté de quitarle peso al asunto, pero…

—Sí, Kyoya no parece tener de qué preocuparse en el futuro.

—Se nota que podrías trabajar en cualquier empresa, ¿cierto, Kyoya?

Tsurayuki asintió, y Nanako coincidió con él.

Claro que sabía que esas palabras eran fruto de una valoración positiva hacia mí. No había mala intención alguna, eso lo tenía claro.

Pero… justo ese es el problema.

Para nosotros, que vivíamos en un mundo completamente alejado del concepto de «empleo», reacciones como las de Tsurayuki y Nanako a veces se sentían como un abismo infranqueable entre nuestros mundos.

—De todos modos, aún tenemos tiempo hasta junio, así que propongo que sigamos reuniéndonos regularmente para hablar. Incluyamos también la propuesta de Kawasegawa como una opción, ¿de acuerdo? —Sentí que la conversación empezaba a ponerse demasiado tensa, así que decidí intervenir para relajar el ambiente un poco.

¿Qué haré en el futuro…?

Mientras los demás ya empezaban a convertirse en alguien, ¿hacia dónde me dirigía yo?

El momento de definirlo estaba cada vez más cerca.

—Si esto no fue una autodestrucción total, no sé qué fue…

Mientras acariciaba con un dedo el borde del vaso de highball, Kawasegawa, con las mejillas completamente enrojecidas por el alcohol, empezó a murmurar quejas.

Justo después de que terminara la reunión con todos, recibí un mensaje de texto en el celular:

«En una hora, en Torimoto».

«Torimoto» era el nombre de un bar frente a la estación de Kishi. Su dueño había sido estudiante de Daigeidai, y como aliado de los estudiantes sin dinero, ofrecía yakitori a bajo precio y servía highballs y cerveza como si fueran agua… Pero bueno, eso era otro tema.

Fue una orden. Supe de inmediato de quién era ese mensaje.

Y ahora, estaba frente a la autora de ese correo, recibiendo una andanada de palabras.

—No, Kawasegawa, tú lo pensaste bien. Justamente porque lo pensaste y lo dijiste, no creo que haya sido una autodestrucción.

—¡Oh, ya basta! ¡¿Por qué… por qué siempre dices cosas tan amables?!

Me encaró con tono de reproche. Cuando Kawasegawa empezaba a actuar así, era señal clara de que ya estaba bastante ebria. Decía cosas que normalmente no se atrevería a decir.

Ojalá esta vez pudiera llevarla tranquila a casa…

A veces, se quejaba y no se movía ni un milímetro, y eso era lo que más me preocupaba.

—Mis habilidades están a medias, mi conocimiento no supera el de cualquier estudiante. Lo único que puedo hacer es encargarme un poco de la organización y del papeleo. Son cosas que podría aprender fuera de una universidad de arte, y no son habilidades exclusivas mías. —Kawasegawa se analizaba a sí misma con una frialdad que superaba a la de cualquier otro.

No lo decía por autocompasión. Como alguien que ocupaba una posición similar, lo entendía con dolorosa claridad. Que ella dijera que quienes tienen habilidades deberían abandonar la universidad, sonaba, en parte, como un mensaje dirigido hacia sí misma.

Porque quienes no tenían habilidades, lo único que podían hacer era graduarse correctamente.

—Eso no es verdad…

—Está bien. No tienes que forzarte. Hashiba, tú lo entiendes, ¿no? Los que organizan, los que están detrás de escena… al final, son roles fácilmente reemplazables. Soy consciente de eso.

El trabajo tras bambalinas era sin duda importante. Pero comparado con los miembros que conformaban el núcleo creativo, era claro que ese rol podía ser sustituido fácilmente.

Y por eso mismo, quienes estaban en ese lugar siempre corrían el riesgo de ser descartados. Tal vez por eso, quienes cumplían funciones de organización intentaban aprender otras habilidades especializadas mientras trabajaban, como una forma de protegerse.

Kawasegawa había sido la primera en darse cuenta de eso. Y también sabía, mejor que nadie, que era justo esa su posición actual.

—Debe ser que estoy celosa… de todos ellos. —Suspiró con fuerza. Luego alzó el rostro hacia el techo por unos segundos, y continuó hablando con calma—. Shinoaki, Tsurayuki, Nanako… incluso Hikawa. Todos están comprometidos con lo que quieren hacer, todos están tratando de encontrar su propio camino. Y yo, después de haber intentado esto y aquello de forma mediocre, no he conseguido encontrar nada. —Su expresión no mostraba sufrimiento ni angustia. Más bien se veía serena… tranquila, incluso.

Eso significaba que lo que sentía estaba muy cerca de la resignación. Mientras alguien sufre, aún se puede pensar en empujarlo hacia adelante. Pero cuando una persona deja de luchar, ya no hay nada que los demás puedan hacer.

Con Tsurayuki también… fue así, ¿verdad?

No quería recordarlo, pero tampoco debía olvidarlo. Jamás iba a poder borrar de mi memoria el rostro de Tsurayuki en el momento en que me dijo en aquella despedida.

—Ahora que lo pienso, en la reunión de hoy no llegamos a escuchar tu opinión, Hashiba. —Como si lo hubiera recordado de repente, Kawasegawa se volvió hacia mí—. Seguro que estabas pensando en algo otra vez, ¿no? Anda, cuéntame. —Aunque se mostraba un poco más insistente de lo habitual, supuse que también lo decía por puro interés genuino.

—Mi opinión… bueno, simplemente no era algo que valiera la pena decir en ese momento. Por eso me la guardé.

Por casualidad, mi postura coincidía bastante con la de Kawasegawa.

A estas alturas, ya no era necesario que tomáramos acciones extraordinarias con respecto al proyecto de graduación. Así lo sentía, y por eso tenía pensado proponer una idea sencilla… demasiado sencilla, incluso.

Cuando se lo conté, ella respondió:

—Ya veo. En ese caso, sí, no hacía falta decirlo. —Pareció entenderlo, y volvió a beber un trago de su bebida. Su rostro, ya algo enrojecido, se puso aún más rojo—. Hashiba, tú sí que pareces haber encontrado el camino que quieres seguir.

—Bueno, sí… supongo que sí.

Mi trabajo de medio tiempo en Succeed iba bien. Aun con lo ocurrido con Matsuhira-san, el trabajo en sí no se había estancado ni presentaba problemas. Ya podía vislumbrar una ruta en la que me esforzaba por convertirme en productor.

No es que tuviera una habilidad destacada, ni que fuera indispensable. Pero comparado con la situación actual de Kawasegawa, podía decirse que estaba en una posición más favorable.

—Yo ni siquiera he tenido suerte con mi trabajo de medio tiempo. No hay forma de que me salga algo bien…

Sabía que ella estaba trabajando en una empresa dedicada a la producción audiovisual. Me había dicho hace poco que, después de empezar como asistente de dirección, por fin le habían dado la oportunidad de encargarse de una producción, aunque fuera pequeña.

Había pensado que, pese a los desafíos, ella sabría manejarlo todo con éxito, como siempre.

—¿Será que tuviste roces con tus superiores…?

—Eso también… pero son muchas cosas. Si me pusiera a enumerarlas, no terminaría nunca. —Dijo eso con una sonrisa amarga y continuó—: Es irónico, pero el trabajo como Miss Daigeidai es lo más satisfactorio que tengo ahora. El plan estaba mejor pensado de lo que imaginaba, y he tenido la suerte de contar con buenos compañeros y buenas personas a mi alrededor.

—Bueno, al menos es mejor que tener dos cosas difíciles al mismo tiempo, ¿no?

—Sí, pero igual es algo cruel… —Suspiró de nuevo mientras decía eso.

—Supongo que el trabajo es así. No siempre lo que se te da bien coincide con lo que realmente quieres hacer. Al final, todos terminan atrapados en ese dilema.

Era una historia que se oía con frecuencia.

Por eso, muchas personas elegían no convertir lo que amaban en su profesión, sino mantenerlo como hobby y vivir de aquello en lo que eran buenos. Era, sin duda, una forma sabia de vivir.

—Cuarto año, eh… ¿Qué pasará con todos?

—Sí… me pregunto qué nos deparará…

Ambos levantamos la vista al cielo al mismo tiempo.

Ahora que lo pensaba, cuando ingresé a la universidad tras viajar en el tiempo, yo era el único adulto entre un grupo de jóvenes. Esa diferencia generacional me causó conflictos, pero también me resultó interesante, y hasta logré aprovecharla como una ventaja.

Sin embargo, al llegar a ser de los estudiantes de último año y después de haber ganado experiencia en el mundo laboral, me di cuenta de que nuestras miradas, nuestras perspectivas, se habían acercado casi por completo. Todo, acompañado de aquellas bebidas que antes no podía compartir con ellos.

Veíamos lo mismo, pensábamos cosas similares.

Tal vez, el día en que esas percepciones coincidieran por completo, sería cuando mi viaje en el tiempo llegara a su fin.

Tal como lo había imaginado, Kawasegawa se emborrachó bastante ese día también.

Me tocó hacerme cargo de acompañarla a casa, calmar sus quejas, y como siempre, quedarme hasta que ella entrara y cerrara la puerta con llave de forma segura.

Y al día siguiente, me tocaba ir al trabajo. Me levanté con el tiempo justo, me obligué a mover el cuerpo y me preparé para salir. Desde la casa compartida, tomé el bus y el tren hasta llegar al centro de Osaka.

Durante la mañana, mientras sacudía la cabeza para despejarme de los restos de alcohol y avanzaba con el trabajo de depuración de errores, lancé una mirada hacia cierto asiento.

…Hoy tampoco parece estar muy bien…

Desde que empezó el 2009, hubo ciertos cambios en el departamento de desarrollo de Succeed Soft.

No se trataba de una reestructuración importante, al menos no en lo que a nosotros respectaba. O al menos, no según lo que nos habían dicho.

Pero algo en la atmósfera, en los niveles superiores, nos hacía pensar que sí había ocurrido algo interno.

—Oye, Paisen, Paisen… —Desde mi oído, Takenaka-san me susurró en voz baja—. ¿Será buen momento para hablar con Matsuhira-san ahora…?

Negué lentamente con la cabeza, indicando un claro «no».

—Será mejor esperar un poco. Parece que recién volvió de una llamada de los de arriba.

—Ya veo… mmm…

Takenaka-san asintió, desanimada. Ella, que siempre rebosaba de energía y entusiasmo, se veía inusualmente apagada, y eso resultaba triste de ver.

Nuestra mirada estaba puesta en Matsuhira-san, nuestro superior. Hijo del fundador de la empresa, era además una persona capaz, amable y muy querida por todos nosotros.

Desde que comenzó el año, su expresión rara vez se veía animada. Claro, cuando alguien le hablaba, volvía a mostrar su sonrisa habitual, pero fuera de esos momentos, solía estar callado, con el ceño fruncido o suspirando. Era evidente que algo le ocurría.

—En cualquier caso, no es buena idea que estemos murmurando aquí. Hablemos durante el descanso del almuerzo.

—Cierto. Entonces, hasta luego…

Takenaka-san se alejó deslizándose sin hacer ruido. Su movimiento tenía un toque cómico, y en medio de ese ambiente algo deprimente, fue como una bocanada de aire fresco.

¿Qué habrá pasado…?Al ver a nuestro superior, que seguía envuelto en esa pesada aura, mi preocupación no hacía más que aumentar.

—¡Definitivamente esto no es normal! ¡Ese Matsuhira-san tan fresco que parecía tener una brisa de las tierras altas girando a su alrededor, como si llevara puesta una «túnica de evasión», ahora parece estar cargando a un orco en cada hombro! ¡Solo puedo pensar que esto es completamente anormal!

—Oye, Takenaka-san, por favor, habla un poco más bajo…

Como imaginé que no sería un tema fácil de tratar dentro de la oficina, fue buena idea haber ido a un café un poco más alejado. Desde el momento en que hicimos el pedido, la energía de Takenaka-san se desvió claramente hacia el lado negativo.

—¡Pero, pero! ¿A ti no te parece también, Paisen? Para nosotros, Matsuhira-san es genial, confiable, y además nunca se comporta con aires de superioridad. Bueno, eso no ha cambiado, claro, pero antes era más como… así, con las puertas abiertas y tipo «¡que venga lo que sea!» ¿no te parece?

—Sí, pienso lo mismo. De verdad.

—Pero el Matsuhira-san de ahora, aunque sigue siendo accesible en apariencia, no sé cómo decirlo… es como si tuviera una cortina de esas de restaurante puesta, pero colgando medio caída, como diciendo «preferiría que no entraras». Esa es la vibra que transmite ahora…

—Sí, pienso lo mismo. De verdad.

—¡Oye, Paisen! ¡Esa respuesta suena a copia y pega! ¡No me gusta! ¡¡Si no le pones más variedad a tus respuestas, me voy a poner triste!!

Aunque, siendo sincero, no me molestaría ver eso; era algo tierno.

—Perdón, perdón. Es que dijiste exactamente todo lo que yo estaba pensando, así que me salió así sin querer.

—¡Pues claro! ¡Porque mis sentimientos siempre están con Paisen! —Estaba tan encendida como si fuera a liderar la Restauración Meiji ella sola.

—Pero en realidad, incluso en lo laboral ya empiezan a notarse algunos efectos.

Matsuhira-san era el líder del proyecto en el que estábamos trabajando, y como nosotros también estábamos involucrados, teníamos que reportarle el progreso y mostrarle los entregables para que los revisara.

Pero en esa situación, donde resultaba difícil hablar con él, el flujo normal del trabajo se veía afectado. De hecho, si las cosas seguían como con Takenaka-san, que ya empezaba a actuar con cautela al acercarse, era inevitable que la comunicación —y con ello el ambiente general— comenzara a deteriorarse.

Era una situación que no debía ser favorable tampoco para Matsuhira-san…

—En los próximos días, si veo la oportunidad, intentaré hablar con él. Preguntarle si hay algo que le esté preocupando, —le dije.

Entonces Takenaka-san prácticamente saltó de la silla:

—¿¡De verdad!? ¡¡Si Paisen hace eso, me va a ayudar un montóoon!! ¡Es que ya llevo como dos meses sin poder tener una conversación decente con Matsuhira-san más allá de lo necesario, y estoy súper depre!

—¡Bu-bueno, no será mañana mismo, así que no te hagas muchas expectativas, ¿sí?!

Después de todo, yo también seguía sintiendo esa misma dificultad para acercarme, y entre Matsuhira-san y yo… había otro motivo más por el cual me costaba aún más hablarle.

¿Ya pasaron más de tres meses desde aquello? Qué rápido…

Aquel incidente, sobre cómo cada uno de nosotros se relacionaba con el trabajo, terminó en un choque directo entre Matsuhira-san y yo. Yo tenía mis convicciones, pero también pude sentir con fuerza que él tenía una postura igualmente inamovible. Especialmente viniendo de alguien que normalmente transmitía tanta calma.

Así que, aunque dije que lo haría «pronto», la verdad era que no sabía cuándo sería.

Afortunadamente, el tiempo tenía esa capacidad de suavizar ciertas cosas. Quizás, si dejábamos pasar uno o dos meses, esa impresión negativa también se disiparía un poco.

Solo me quedaba rezar, supongo…Esperaba con todo que Matsuhira-san no recibiera más presiones absurdas desde arriba.

—¡Aaaah, es cierto! ¡Acabo de recordarlo! —dijo Takenaka-san, interrumpiendo repentinamente mis pensamientos.

—¿Eh? ¿Qué pasa? ¿Algo sobre Matsuhira-san? —pregunté, pensando que el tema seguía en la misma línea, pero…

—Perdón, no es eso… Pero había algo que quise decirte apenas llegué hoy a la oficina y lo tuve todo el día en la punta de la lengua, ¡pero con todo el tema de Matsuhira-san se me fue por completo! ¡¡Y justo ahora lo recordé de golpe!! —Haciendo un gesto exagerado con los brazos extendidos, Takenaka-san me lo contaba con una energía muy suya.

—¿Y de qué se trata…? —pregunté sin tener ni idea de a qué se refería.

Entonces, con una gran sonrisa que le iluminaba el rostro, dijo:

—¡¡Lo vi!! ¡Está increíble!

—…¿Eh? —pregunté, completamente desconcertado ante sus palabras.

—¡El video! ¡El video! ¡El nuevo de Nanako-senpai! —Con una emoción tan palpable que casi temblaba de entusiasmo, Takenaka-san me explicó—: ¡Me dejó sin palabras, de veras! ¡Hasta ahora solo había hecho canciones colaborativas o covers, y de pronto lanza un tema original, en un momento totalmente inesperado, y encima con un elenco alucinante en el videoclip! ¡No me despegué del PC, lo convertí en MP3 al instante y ahora lo escucho todos los días camino a la escuela!

—A-ah… eso… claro, ya entiendo, —dije al fin, comprendiendo a qué se refería, y pensando que, efectivamente, era muy probable que Takenaka-san reaccionara de esa forma.

El nuevo video de Nanako. Había sido subido apenas tres días antes.

Tal como lo decía Takenaka-san, al tratarse de una canción original con un equipo de producción de lujo, parecía haber causado un gran revuelo en el entorno de Nico Nico.

—Y entonces, quería preguntarte algo hoy.

—¿Algo que querías preguntarme?

Takenaka-san acercó su rostro al mío como si se deslizara lentamente.

—¡¿Sabes?! ¡¿Sabes?! ¿Cómo juntaron a esa gente? O sea, ¡ese contenido también es increíble! No tiene nada que ver con las tendencias actuales de Nico Nico, y justo por eso pensé: «¡Seguro que Paisen está detrás de todo esto, moviendo los hilos!», así que quería saber cómo funciona todo eso… ¡¡cuéntamelo, porfa!!

Escuché en silencio todo lo que decía Takenaka-san, y cuando terminó, por fin lo entendí.

—Ah, jajajá… ¡así que era eso! —No pude evitar reírme al notar el malentendido.

—¿Eh…?

Con Takenaka-san aún con expresión de desconcierto frente a mí, seguí riendo.

—Ya veo… Claro, tiene sentido, jajajajá.

—¡O-oye, Paisen! ¿Por qué te ríes tan divertido? ¡Dímelo también! ¡¡No me dejes afuera, Paiseeeen!!


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